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ACCION SOCIAL Y SALUD PUBLICA

Comisión Permanente

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  • ACCION SOCIAL Y SALUD PUBLICA

Reunión del día 12/08/2020

- INFORMATIVA

- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los doce días del mes de agosto de 2020, a la hora 17 y 11, comienza la reunión virtual de la Comisión de Acción Social y Salud Pública, llevada a cabo bajo el formato de videoconferencia.
SR. PRESIDENTE YEDLIN Buenas tardes a todas y a todos. Damos comienzo a esta reunión informativa de la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados en la que desarrollaremos una actividad muy esperada; de hecho, inclusive tuvimos que mover sus fechas.

Hoy tendremos la oportunidad de escuchar a tres expositoras muy importantes. También, hará uso de la palabra la moderadora de esta reunión, quien ha sido la impulsora de traer a la comisión este tema que me parece que es muy significativo. Incluir a la menstruación en la agenda pública tiene que ver, en realidad, con una mirada de género acerca de algunas de las condiciones que generan una pobreza diferencial, justamente con perspectiva de género.

Quiero agradecer a las expositoras que hoy están con nosotros y a la diputada Jimena López -moderadora de esta reunión- así como también a todos ustedes por acompañarnos. Este tema tiene su repercusión en el mundo; hay países que han avanzado mucho al respecto y me parece que es una cuestión interesante que debe empezar a discutirse en la Argentina.

Tiene la palabra la señora diputada Jimena López.

SRA. LÓPEZ Buenas tardes a todos, a todas y a "todes". En principio, quiero agradecer al doctor Pablo Yedlin y a la vicepresidenta de la comisión, doctora Polledo, por esta apertura de la Comisión de Acción Social y Salud Pública a pensar la perspectiva de género en el ámbito sanitario y público.

También quiero agradecer a Diana -quien es la secretaria administrativa de la comisión-, a los diputados y las diputadas presentes y, obviamente, a las expositoras, quienes ocupan el lugar más importante. Hace unas semanas se inició un contacto y enseguida se pusieron a disposición para comenzar un proceso de sensibilización que, particularmente, tiene que ver con el título de la charla de hoy: "Menstruación en la agenda pública".

¿Por qué hablamos de menstruación en la agenda pública? En principio, como bien dijo el doctor Yedlin, este tema tiene que ver con un aspecto diferencial de los cuerpos menstruales. Obviamente, no solamente menstruamos las mujeres pero sí somos quienes estamos atravesadas por esta realidad y hay una diferencia en la accesibilidad a la información como también a los productos.

A veces me interesa poner relevancia en la parte dura de los fenómenos ya que generalmente es lo que nos hace tomar más conciencia. En la Argentina el 58 por ciento de los hogares tienen a alguien en edad menstruante con posibilidad de acceder a los productos, pero el 64 por ciento de las personas menstruantes no pueden pagar los suministros de la higiene menstrual necesarios. Es por ello que me parece que se trata de un tema relevante, no solamente en el contexto general del país sino en particular con la pandemia, ya que vemos muy limitadas las posibilidades de accesibilidad en cuanto a la gestión de la vida cotidiana de esas personas.

Nuevamente quiero agradecer a todos los presentes. Me parece que es un tema que tiene que estar en la agenda pública, si bien la Cámara ya ha hecho un recorrido a raíz de proyectos presentados por la diputada Donda Pérez -lo mismo ocurrió en el Senado por parte de la senadora Durango- y por otras personas, por los que se propone la reducción del IVA en los productos de gestión menstrual.

También han habido avances en la entrega gratuita de estos productos pero todavía no se ha discutido sobre qué entendemos por accesibilidad de la gestión menstrual, cómo se trabaja la menstruación en relación con la salud de las mujeres y cuerpos menstruales, por qué no se habla en ningún lado acerca de esto ni tampoco está pensado dentro del temario de la ESI en la Argentina.

Particularmente hablar de menstruación es hablar de corporalidades. Entonces, creo que es un tema de agenda pública que nos convoca y respecto del cual recién estamos dando el primer puntapié, no en esta comisión sino en distintos sectores de la militancia.

En el inicio de esta reunión informativa comenzará exponiendo la doctora Eugenia Tarzibachi. En este momento, ella se encuentra viviendo en California pero por razones de agenda está en México y grabó su exposición para poder estar hoy presente.

La doctora tiene un amplio recorrido en lo que es menstruación, género y poder, como en parte se titula su libro. Su tesis doctoral, supervisada por la doctora Dora Barrancos, se basó específicamente en lo que es la industria de los productos de gestión menstrual.

Es doctora en Ciencias Sociales, magíster en Educación y Psicología y especialista en Género y Salud, autora de múltiples publicaciones, entre las que se encuentra Cosa de Mujeres. Menstruación, Género y Poder. Se trata de un libro basado justamente en su tesis doctoral, que ha sido galardonado por la Universidad Autónoma de Madrid y declarado de interés social por la Legislatura porteña.

En el 2019 la Organización Panamericana de la Salud publicó su informe de alcance regional sobre las recomendaciones de políticas en género y salud en las Américas. Ahora está escribiendo su segundo libro dedicado a personas en edad puberal y cursando un nuevo máster en Psicología Clínica en la Universidad de San Francisco.

Eugenia Tarzibachi integra la Red de Psicólogxs Feministas de la República Argentina. Es un placer que hoy puedan escucharla.

- Se inicia video:
SRA. TARZIBACHI Buenas tardes. Muchísimas gracias a la diputada Jimena López y al diputado Yedlin por la invitación a participar de esta actividad.

Estoy muy emocionada de estar aquí con ustedes, aunque sea sincrónicamente y virtualmente. Esta emoción es, en un punto, por partida triple.

En primer lugar, se debe al hecho de atestiguar este proyecto de ley presentado por la diputada López. Ver plasmado en la agenda pública del Poder Legislativo de nuestra joven democracia a este tema omitido por siglos -como es la menstruación como factor de desigualdades social y de género- no es algo menor. Incluso, cuando en el 2009 inicié mi doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires con el apoyo de una beca de investigación del Conicet, me resultaba muy difícil defender este tema de investigación en el que trabajé tantos años. El trabajo fue muy solitario pero tuve la bendición de tener dos maravillosas mentoras -como Mónica Szurmuk y Dora Barrancos- que me acompañaron en el camino; de todas formas, fue duro. Es por ello que ver este tema como parte de la agenda pública once años después no deja de ser una fuente de mucha alegría.

En segundo lugar, estoy emocionada porque el proyecto de ley que la diputada presentó busca garantizar un derecho sobre una necesidad que ha sido históricamente invisibilizada y básicamente desatendida. Es decir que el proyecto, de alguna manera, busca darle voz a una de las tantas deudas pendientes que tenemos con las mujeres en la sociedad argentina, siendo tal vez las más urgentes aquellas que atentan contra la vida, como el femicidio y los abortos inseguros.

Esta es una agenda política realmente progresista que me enorgullece mucho por varios motivos, inclusive por el hecho de estar comprometida con la equidad de género y el respeto por la diversidad en el contexto de una terrorífica pandemia.

Como dije, es una emoción por partida triple porque estoy viviendo en el extranjero y esta actividad me reconecta con el amor por mi país a través de una actividad que promueve la justicia de género, que es una causa que llevo tatuada en el cuerpo y en el alma. Por lo tanto, estoy emocionada y agradecida de poder participar.

Me resta hacer dos cosas antes de iniciar mi presentación. Una de ellas es aclarar desde qué posición voy a hablar, y la segunda consiste en contarles cuáles son los objetivos que tiene mi presentación.

Entonces, en relación con lo primero, me gustaría contarles que soy licenciada en Psicología y doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Me especializo en estudios de género desde muy joven. Comencé mi carrera de investigación con una beca de la UBA en el 2001. Luego hice una especialización en Educación en la Universidad de San Andrés. Fui becaria doctoral y postdoctoral del Conicet durante el período 2009 a 2018. Actualmente estoy haciendo un máster en Psicología Clínica en la Universidad de San Francisco.

Voy a hablar como investigadora especializada en estudios críticos sobre la menstruación. Soy autora del libro Cosa de mujeres: menstruación, género y poder, que fue declarado de interés social por la Legislatura porteña y galardonado por la Universidad Autónoma de Madrid con el Premio a la Innovación y el Avance de la Teoría Feminista.

Por otra parte, soy directora de la Junta de Directoras de la Sociedad de Estudios sobre Ciclo Menstrual de los Estados Unidos, una sociedad internacional que aglomera a los principales activistas e investigadores en este campo. Soy parte de la Red de Psicólogos y Psicólogas Feministas y de la Asociación Californiana de Terapeutas de Pareja y Familia.

Es una alegría también contarles que publiqué un capítulo sobre mi trabajo doctoral en el primer handbook internacional que reúne a los expertos y expertas en esta temática que hoy nos convoca. Así que para quienes quieran acceder a esta compilación realmente fenomenal de evidencia, el libro se llama Handbook of Critical Menstruation Studies y fue publicado hace dos semanas por Palgrave. Es de acceso gratuito; eso es lo más interesante. Luego compartiré el link para que quienes estén interesados e interesadas puedan acceder.

Además de mi trabajo clínico y mi trabajo de investigación, trabajé durante muchos años en el Ministerio de Salud de la Nación -allí tuve el gusto de conocer al doctor Yedlin-; también, en el Ministerio de Educación de la Nación y en el tercer sector. De modo que puedo decir que conozco suficientemente las políticas de salud y de educación en la Argentina.

Como comparto la mesa con otras dos colegas, trataré de no abordar los temas de presentación que ellas van a tocar para no ser redundante, para optimizar esta discusión y también para aportar algo original.

Entonces, en esta presentación, tengo dos objetivos por cumplir. El primero es un encuadre muy general, a vuelo de pájaro, sobre mi tema de investigación doctoral en relación con los sentidos hegemónicos y transnacionales en torno a la menstruación. Y, en un segundo momento, quiero concentrarme en una presentación que sistematicé como "Políticas públicas pendientes en torno al ciclo menstrual", porque me parece el aporte más exhaustivo y pertinente que puedo hacer en el marco del Congreso Nacional.

Por lo tanto, ya me meteré de lleno en este primer objetivo, que es poder plantear la menstruación no solo como un hecho biológico, sino fundamentalmente como un hecho cultural. Todos sabemos que la menstruación es un proceso fisiológico que ha sido significado históricamente como asqueroso y abyecto, aunque no es más que un signo vital más del cuerpo, como la respiración, el latido de nuestro corazón, la temperatura corporal, etcétera.

Entonces, este es un proceso corporal de las biomujeres que fue ocultado, pero que paradójicamente también fue celebrado. Fue significado como una cosa de mujeres, como algo íntimo y secreto. Y cuando fue celebrado, lo fue como un signo de la fertilidad del cuerpo, como ese cuerpo materno que estaría en potencia. Es una de las marcas celebratorias que están detrás de, por ejemplo, las frases -hoy un poco en desuso- como el "hacerse señorita" ante la primera menstruación de las niñas.

También fue ocultado y rechazado en tanto puro desecho, en tanto algo del cuerpo de las biomujeres que es un desecho, un signo de una fecundación no acontecida. La ocultación de la menstruación no solo ocurrió en el plano de la interacción social entre mujeres y también entre mujeres y hombres; lo más significativo y curioso es que también quedó omitida del plano de la investigación y de las políticas públicas.

Me encargué de visibilizarla en la investigación social, y los principales hallazgos de ese trabajo están en mi libro Cosa de mujeres: menstruación, género y poder. No me extenderé sobre el contenido del libro porque pueden acceder a este, pero quiero básicamente comentarles que allí lo que hago es contar la historia del procesamiento social, político y económico de la menstruación, haciendo un foco muy preciso en la gestión menstrual, en la transición de los productos reusables y caseros a los descartables y manufacturados.

Me ocupé de analizar cómo nace la industria autodenominada "de cuidado personal femenino", la productora de toallitas y tampones descartables, cómo nace en los Estados Unidos, cómo viaja a América Latina y tomé a la Argentina como un caso paradigmático para poder entender cuáles fueron las narrativas, en relación con el cuerpo de las mujeres, que viajaron con estas tecnologías al insertarse en las sociedades, en qué proceso fue insertándose su consumo y qué les pasó a las mujeres que vivieron esa transición de los productos reusables y caseros a los descartables.

Finalmente, en mi trabajo posdoctoral lo que hice fue llegar al presente y analizar qué pasa hoy con nuevas tecnologías de gestión menstrual, como los anticonceptivos que suprimen el sangrado periódico y los productos reusables como, por ejemplo, la copa menstrual.

Uno de los hallazgos más salientes de mi investigación doctoral -que fue a lo largo de todo el siglo XX en los Estados Unidos y en la Argentina- fue que, al ocultarse más efectivamente el sangrado menstrual a través del uso de estas tecnologías mucho más eficientes para tal fin, bajo el discurso de la liberación femenina -y esto es muy sugerente-, el tabú de la menstruación quedó mejor oculto, aunque operando desde las sombras. Este tabú de la menstruación ha tenido un correlato muy profundo en la experiencia vivida por las mujeres de la menstruación como algo vergonzante. La vergüenza y el asco han sido dos emociones que han rodeado muy fuertemente la experiencia de la menstruación.

Hay muchísimos temas fascinantes por contarles de ese trabajo doctoral y posdoctoral, pero básicamente estos son los grandes temas englobados en ese trabajo, en donde hay un análisis de retóricas publicitarias a lo largo de todo el siglo XX y esta parte del XXI, un análisis de los materiales educativos producidos por la industria del cuidado personal femenino en los Estados Unidos y en la Argentina, y una lupa puesta también en qué les pasó a las mujeres al vivir esta transición de los productos reusables caseros a los descartables.

Hoy, como les prometí, un segundo objetivo de esta presentación es hacer un racconto de las políticas públicas pendientes en torno al ciclo menstrual. Me parece importante poder visibilizar todas las aristas posibles de estas políticas pendientes. Quiero mostrarles por qué menstruar entonces es mucho más que una cosa de mujeres, y mucho más que una cosa de mujeres no sólo para incluir los cuerpos diversos que también menstrúan y no se consideran mujeres o los que no menstrúan y sí se consideran mujeres.

El ciclo menstrual del cuerpo de las biomujeres requiere más que políticas de anticoncepción, legalización del aborto y prevención de las ETS. Con esto quiero decir que también requiere ubicar a la menstruación como un tema que demanda ser atendido y necesita un marco de políticas, simplemente un marco general, desde los sectores público y privado, que garantice los derechos en diferentes agendas: la económica, la de salud y educación, la medioambiental, la laboral y la de gestión del espacio público, por mencionar algunos grandes temas.

Vayamos a la agenda económica. Ya en la década del 70 muchos habrán escuchado un ensayo muy provocador de una referente norteamericana del feminismo -sobre todo de la segunda ola-, Gloria Steinman, quien aseveró que "si los hombres menstruaran, los productos de gestión menstrual seguramente ya serían gratuitos desde hace mucho tiempo".

Como otra expositora posiblemente vaya a dar cifras actualizadas con relación a cuánto cuesta gestionar la menstruación en la Argentina hoy, voy a abreviar y omitir este aspecto. Pero sí quiero destacar muy fuertemente la labor de Mercedes D'Alessandro, la actual directora de Economía y Género del Ministerio de Economía de la Nación, una mujer que creó economía feminista y que dio lugar a este tema cuando se encontraba trabajando precisamente allí en el tercer sector.

Solo quiero mencionar que, en relación con el eje relativo a la desigualdad económica que las personas enfrentan por menstruar, existen dos grandes líneas de acción; no son las únicas, pero hay dos grandes líneas de acción.

Una tiene que ver con eliminar los impuestos sobre los productos de gestión menstrual porque no son productos de lujo, sino de primera necesidad. Los impuestos que pagamos por todas estas tecnologías de gestión menstrual son regresivos y desiguales porque, además de que las mujeres percibimos menores ingresos que los varones, afectan en mayor proporción a las mujeres con menores ingresos. Este es uno de los temas más resonantes en la Argentina que comenzó a discutirse haciéndose eco de un movimiento mundial de larga data, que después voy a reseñar brevemente.

En nuestro país, entiendo que fue la exlegisladora Victoria Donda, quien en 2017 presentó un proyecto de ley proponiendo la exención del IVA a los siguientes productos de gestión menstrual: toallas higiénicas, tampones, paños absorbentes lavables, copas menstruales y ropa interior absorbente. Si bien el proyecto menciona que estos son todos los productos, en realidad no lo son, aunque quizás son todos los disponibles en la Argentina. Este es un proyecto muy interesante que tal vez valga la pena recuperar.

Una segunda línea de acción importante en relación con la agenda económica tiene que ver con poder brindar acceso gratuito a alguna tecnología de gestión menstrual especialmente a las personas en situación de vulnerabilidad social. Me refiero a niñas, adolescentes, mujeres muy pobres, personas en situación de calle que menstrúan, personas privadas de libertad o en situaciones de catástrofes sociales y naturales.

En relación con este punto recordemos que suelen entregarse pañales para los bebés en situaciones de catástrofes sociales o naturales, pero no productos para contener la menstruación.

No sé si lo saben, pero hay niños de sectores pobres y rurales que entre otras razones dejan de ir a la escuela porque no tienen cómo gestionar la menstruación, pero sobre todo es esconderla, y hacerlo adecuadamente.

Como no tengo tiempo, voy a saltear este punto. Quería darles una idea general de cuáles son las distintas iniciativas internacionales vinculadas con este tema.

Pasemos a la agenda educativa y de salud. Educamos muy poco sobre la menstruación y los productos para su gestión. Además, cuando educamos, lo hacemos reproduciendo narrativas tradicionales sobre el género. Entonces, historiemos un poquito. Hasta que se creó y se empezó a implementar el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, en 2005, la industria autodenominada de cuidado personal femenino cubrió con charlas en las escuelas el lugar que el Estado dejaba vacante. Eran charlas memorables, que posiblemente recuerde toda la generación que hoy tiene 30, 40 o 50 años, donde a partir de la promoción de los productos, se daba una explicación de qué era la menstruación. En general y durante un tiempo prolongado la iniciativa se destinaba solamente a las niñas. Por suerte en realidad la industria de alguna manera cubrió ese lugar vacante con algún tipo de oferta e información sobre el ciclo menstrual.

Desde mi humilde perspectiva, el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, un programa realmente hermoso y progresista en sus contenidos, aún tiene trabajo por hacer en relación con lo que se transmite sobre la menstruación a las nuevas generaciones.

La última vez que vi los materiales y los revisé exhaustivamente, la menstruación era significada como algo natural que nos preparaba para la maternidad cuando estuviéramos listas a formar una familia. Esta narrativa nuevamente coloca en el horizonte normativo de cualquier biomujer, bioniña, al sangrado como una preparación para la maternidad. Por suerte, al final agrega: "si alguna vez querés ser madre". De cualquier manera, hay otras narrativas posibles para transmitir a las nuevas generaciones un sentido de qué es lo que realmente le ocurre al cuerpo.

Aunque hay muchas cosas más que quisiera contarles, no voy a extenderme demasiado más en este aspecto porque no voy a llegar con el tiempo.

Otro aspecto importante es que tenemos que poder trabajar en una educación inclusiva. Necesitamos una educación género sensible o diversidad sensible -diría-, y dentro de ella una que eduque con nuevas narrativas a las niñas y a los niños en relación con la menstruación, que incluya fuertemente a los varones y a otras identidades de género, como las trans. Por ello, hablamos de personas que menstrúan, más que de mujeres, para referirnos a quienes viven esta experiencia o quienes vivimos esta experiencia.

Educamos poco sobre el ciclo menstrual, sobre el reconocimiento de qué es un sangrado normal, sobre los productos, sobre su uso seguro y sobre el dolor. En relación con este punto, un estudio neozelandés muy interesante publicado en 2017 mostró que, a mayor educación menstrual, mayor posibilidad, por ejemplo, de anticipar el diagnóstico de patologías netamente silenciosas, como la endometriosis.

Por otra parte, la educación debe desandar el tabú, además de que esperamos que las industrias también puedan cambiar su retórica publicitaria, como lo está haciendo Bodyform en Inglaterra o lo está intentando hacer Johnson & Johnson en LATAM también.

¿Qué pasa con la salud? No conocemos cuándo las mujeres tienen su primera menstruación. No tenemos datos sobre la edad en que las mujeres argentinas, las biomujeres argentinas, están teniendo su primera menstruación. Sabemos del hecho de un patrón de adelantamiento de la menarca, pero no tenemos información concreta. Entonces, la menarca debe incorporarse a la agenda de salud poblacional mundial, porque si no, entre otras cosas, llegaremos tarde con la educación.

Asimismo, aún muchas niñas reciben su primera menstruación sin información fidedigna; esto es escalofriante. Un estudio publicado por Chandra Mouli y otros autores, en 2017, vuelve a publicar un trabajo en una compilación que contiene alguna información extra en esta línea. El estudio muestra que la información que generalmente reciben las niñas más pobres es de parte de las madres y de otras mujeres de la familia, la que suele reproducir algunos conceptos erróneos que refuerzan muchísimos estereotipos: principalmente, refuerzan la vergüenza. Entonces, lejos de poder acceder a las instituciones sanitarias, las niñas faltan a la escuela o se automedican y se sustraen de la interacción social durante estos días de sangrado menstrual.

Finalmente, en el plano de la salud en las consultas ginecológicas, es sorprendente que no suele preguntarse mucho más que la fecha de la última menstruación. Tampoco hay allí una pedagogía y un relevamiento de la salud menstrual de la persona que está consultando sobre cuánto sangra, qué dolor padeció en los últimos ciclos o años de menstruación, qué productos usa, cómo usarlos de forma segura, etcétera.

Por otra parte, precisamos políticas sobre el climaterio y la menopausia; además, tenemos que despenar la asociación: femineidad-menstruación, tanto para la primera menstruación -con este dicho de "hacerse señorita"-, como la menopausia en relación con la supuesta pérdida de la femineidad.

Considero que se necesita estudiar muy bien los sentidos que asume la menstruación para las mujeres antes de destinar fondos del Tesoro nacional o provincial a la compra de anticonceptivos muy caros que suprimen el período, y más que el período, el sangrado periódico. Porque el sangrado que se produce por el uso de anticonceptivos hormonales no es una menstruación en sentido estricto.

A muchas mujeres el sangrado periódico les indica que no están embarazadas y, por otra parte, es un símbolo de femineidad. Sucede que al quedar "amenorreicas", muchas viven haciéndose tests de embarazos y terminan pidiendo la remoción de estos anticonceptivos, como el mal conocido chip subdérmico o implante subdérmico.

Por otra parte, estos anticonceptivos son carísimos para el Estado e igual de inefectivos para la prevención de infecciones de transmisión sexual, por ejemplo, que el viejito DIU de cobre.

Finalmente, en relación con el eje salud y la seguridad, estos productos llamados protectores femeninos constituyen un tema muy importante que deberían competer al Estado, por un lado, por lo que se conoce como el síndrome de shock tóxico y, por otro, porque todavía el análisis de muchas muestras independientes de productos siguen encontrando sustancias tóxicas para la salud, como plaguicidas -por ejemplo, el glifosato- o dioxinas, que son sustancias tóxicas remanentes del proceso de blanqueamiento con cloro de las materias primas.

No voy a extenderme sobre ese aspecto. Si quisieran avanzar con esto hay algunas precisiones para hacer, pero estos son grandes temas de la agenda de salud y educación que aún están pendientes.

Con respecto a las políticas relativas al medio ambiente, seguramente saben -si no, es un dato contundente- que las toallas descartables tardan cientos de años en degradarse, un promedio de 500, para ser más precisa.

Se trata de toneladas de productos en el mundo que no reciben tratamientos de residuos patológicos.

La sustentabilidad entonces de la gestión menstrual moderna está en jaque. Los productos reusables utilizan fuertemente como argumento de venta puntual la seguridad y el aspecto económico.

La concientización y la acción política son muy importantes. Lo que no puede permitirse es volver a cargar la responsabilidad sobre el cuidado también del medio ambiente en las mujeres individualmente, cuando trataron de ocultar muy bien la menstruación, tal como la sociedad les ha pedido. Entonces, hoy ese modo de menstruar con productos descartables está en disputa.

Otro tema son las políticas relativas al espacio público. La cultura propone la disociación en la subjetividad de las mujeres, a quienes se les dice por un lado y públicamente que la menstruación es absolutamente normal pero experimentan sus cuerpos menstruales como una existencia que es casi abyecta, desordenada, sucia y desagradable.

Por otro lado, hay un claro desajuste entre las necesidades de quienes menstrúan y las instituciones públicas que dicen buscar nuestro reconocimiento y el acceso a ciertos beneficios sociales, pero que están estructuradas desde una ideal corporal masculino.

En los espacios públicos, con suerte hay dispensas, por ejemplo, de preservativos, pero no de productos de gestión menstrual. Los lugares de trabajo, las escuelas y las cárceles no están diseñadas para las necesidades de las personas que menstrúan.

Me faltó mencionar un punto que no quiero omitir que es, tal vez, el más controversial: las políticas relativas al trabajo. Me refiero al Menstrual Live, a las licencias por menstruar o a lo que en la Argentina se conoció como el día femenino. Es una política de licencia con o sin goce de sueldo, de uno o dos días por mes para las mujeres que padecen alguna dificultad por menstruar. Es un tema muy controversial. Puede pensarse que es una necesidad médica o una medida discriminatoria.

La verdad, por un lado, fue considerado como contraproducente porque puede legitimar argumentos o la construcción histórica de las mujeres como un sexo débil o menos productivas laboralmente por naturaleza.

Por el otro, es una medida que reconoce en su singularidad biológica -la de las biomujeres- dado que hay muchas personas que menstrúan que sufren fuertes dismenorreas u otros trastornos durante la menstruación.

El modelo japonés fue uno de los primeros en aplicar esta política en 1947 por considerarlo contraproducente luego de una evaluación. En 1948 Indonesia también aplicó la misma política y las mujeres accedieron al derecho de dos días de licencia menstrual por mes. En Corea del Sur las no solo las empleadas acceden a este derecho sino que además se les paga extra si no lo usan. En Taiwán las mujeres tienen tres días de licencia menstrual por año.

En Argentina la historia aun es poco clara. Intenté hacer una investigación sobre la historia de este derecho en determinados sectores del Estado y encontré que el día femenino sigue vigente en algunos sectores, pero detecté que es muy limitado. Aquí hay un tema de investigación muy interesante, y hablamos con la doctora Paola Bergallo para poder llevarlo a cabo en algún momento.

¿Qué pasa con el sector privado? Recientemente muchas empresas han incorporado su política sobre el período -period policy- para crear ambientes de trabajo más saludables y felices. Nike es una de las empresas que introdujo este principio en 2007 a nivel global, obligando a sus socios a seguirlo a través de la firma de un código de entendimiento. Coexist en United Kingdom es otro buen ejemplo.

Como me fui un poco de tiempo voy a ir redondeando, pero básicamente quería contarles que todas estas políticas enlazadas a derechos aún no reconocidos debidamente están pendientes. Por eso, decimos que la menstruación es una cuestión de derechos humanos.

Por supuesto, quedo a su disposición para colaborar con las y los legisladores que quieran seguir avanzando, como lo hizo la diputada López, en estos ejes de políticas que presenté.

Quise proponerles repensar lo personal de la experiencia de menstruar desde su política en sentido estricto y sacar a los cuerpos del closet de la menstruación, como los llamó Iris Marion Young.

Claramente el tema tiene su momento propicio para seguir traccionando por más y mejores derechos para toda esta mitad de la humanidad que por haber nacido con una vulva y una vagina fue violentada y menospreciada de múltiples formas.

Aquí estamos, con una voz amplificada que retoma la fuerza y la lucha de todas nuestras antecesoras que hoy se une en un gran grito colectivo para exigir más y mejor justicia de género. Muchísimas gracias.

SRA. PRESIDENTA LÓPEZ Tal vez haga una aclaración que no hice al principio. Se encuentra en la videoconferencia la diputada Crescimbeni, que también presentó un proyecto. Creo que ambas firmamos el proyecto de la otra diputada. La diputada Russo también presentó un proyecto sobre gestión menstrual.

Creo que el tema atraviesa todo el arco político, pero sobre todo para aquellas que entendemos que lo personal es político, como lema del feminismo. Debemos entender la política pública no solamente desde el hecho de la cuestión biológica sino como acto cultural y tenemos que comprender que la menstruación ha sido siempre concebida de forma androcéntrica. Las mujeres teníamos que ocultar lo que nos pasaba, y cuanto menos se notara que estábamos menstruando, mejor, y la industria se ha puesto a ese servicio.

Ahora vamos a escuchar a la doctora Florencia Salort, que es médica ginecóloga, docente universitaria acreditada por la CONEAU y está terminando su máster en neurociencias. Tiene su posgrado de sexología en la Universidad Favaloro. Es ginecóloga especializada en población infanto-juvenil, coordinadora de extensión universitaria y académica del Hospital Italiano de Buenos Aires, miembro de la Sociedad Argentina de Endocrinología, Ginecología y Reproducción y la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-Juvenil. Es comunicadora médica diplomada en periodismo científico en la Universidad Favaloro y diplomada en psiconeuroendocrinología y coach ontológico profesional. Es conductora de diferentes programas en radio, columnista del diario "Clarín" y escritora. Si alguien está interesado en seguirla, debe saber que es una instagrammer con muchos seguidores y un nivel de información accesible, por lo que realmente es un placer escucharla. Ella tiene una sensibilidad especial para el trabajo con mujeres que a mí me gustó mucho. Me parece que tiene una llegada diferencial a los jóvenes por el hecho de que se encuentra muy buena calidad informativa en Tik Tok o en Instagram.

Damos la bienvenida a Florencia, y es un placer tenerte acá para que nos cuentes sobre menstruación.

Tiene la palabra la doctora Salort.

SRA. SALORT Señora presidenta: muchas gracias por la presentación tan amorosa. Me emocionaste.

Después de esta increíble presentación que hizo la doctora, la verdad tocó todos los puntos. Justamente nombraste un área de comunicación y hace 21 años que estoy al lado de las mujeres: nos escuchamos, las escucho y me escuchan. No quiero repetir lo que dijo la doctora, pues estoy completamente de acuerdo en que necesitamos políticas públicas, pero considero que también necesitamos de la amorosidad.

Muchas mujeres que me siguen en Instagram y otras redes sociales me dijeron: "Sos nuestra voz y confiamos en vos". Para mí es una responsabilidad muy fuerte, pero creo que después de tantos años puedo ser una voz un poco autorizada.

Quiero abordar cuatro puntos nada más. Toda esta semana me estuve comunicando con todas estas mujeres, que fueron más de 15.000, y les pedí que me cuenten de dónde venimos con el tema de la menstruación, de qué mundo emocional y cómo crecimos con esto.

Créase o no, votaron 5.000 mujeres a las que les pregunté si les habían explicado qué significaba la menstruación cuando les llegó. El 50 por ciento -aproximadamente 2.350 mujeres- dijo que no tenían ni idea, que sentían que se habían lastimado, y que les comentaron diversas cosas. Por ejemplo: "Sos señorita; ahora, bancátela porque probablemente te duela; es así". "Me parece que estás enferma". "No salgas". "Quedáte en tu cama". "No te bañes"- "Ojo con lo que comés, porque te la puede cortar y después se te va a la cabeza".

La verdad es que se han criado y nos hemos criado -no en mi caso, pero muchísimas mujeres y cuerpos menstruantes- con mucho miedo.

Esta última gran palabra es la que quiero resaltar acá: miedo a que eso no es normal, miedo al olor que se podía provocar porque "ojo, no te acerques a los hombres porque no te van a querer nunca", "tratá de no ir al colegio", "ojo con mancharte", "eso no se hace", "tomá estas toallas y ponételas" pero ni sabían para qué eran, se la ponían de un lado o del otro, se les corrían y ni sabían que tenía un plástico. De eso venimos, de una desinformación total y absoluta. Las mujeres sobre las que estoy hablando tienen entre 15 y 50 años.

Por otro lado, cuando les pregunté quién se los dijo, el otro 50 por ciento compartió que se habían enterado porque personal de un laboratorio había ido a la escuela, que les contó de qué se trataba la menstruación y que se echaba a los chicos. Algunas pocas, por supuesto, se enteraban por la mamá, muy poquitas por el papá, por la amiga o, por suerte, por una hermana mayor.

Entonces, pensé qué terrible que estemos en una sociedad donde nos tengamos que enterar de esto por un laboratorio que iba al colegio, gracias a Dios -yo también me acuerdo-, y nos contaba de qué se trataba la cuestión.

Con todo el recorrido que he realizado me pregunto en qué nos influyó todo esto. Yo siempre digo que soy una acompañante de mujeres, mucho más allá del currículum que se ha leído aquí. Considero que si uno no está mirando a quien tiene enfrente y no se emociona con lo que le pasa o no tiene empatía, todo eso no sirve absolutamente para nada.

Reitero, en qué nos influye, qué escucho a partir de que es algo vergonzoso, que no se puede mostrar, y de que, sin entender el motivo, a una nena de 9 o 10 años, de repente, le dicen: "Sos señorita".

En primer lugar, nos perdimos saber que eso es completamente sano y natural, y hasta es festejable y disfrutable. Nos perdimos de entender desde muy chiquititas qué es algo normal y qué no lo es en cuestiones tales como que la menstruación no tiene que doler, cuántos días tiene que durar, que está bueno y que habla de nosotras mucho más allá de que no estamos embarazadas. Es decir, habla de nuestro eje, a nivel emocional y de salud, porque la menstruación empieza a cambiar en nuestro ritmo cuando tenemos estrés, atravesamos un duelo, estamos tristes, tenemos una pandemia, no comemos bien, adelgazamos mucho, etcétera.

Entonces, la menstruación habla mucho de nosotras y es terrible que aprendamos que la tenemos que ocultar y que es una cosa más. Nos dijeron: "te va a durar unos días, vas a sangrar un poco y después se te pasa" y esa información es demasiado chiquitita. Nos perdemos de las alertas, como bien dijo la doctora Tarzibachi, que se vinculan con la endometriosis, con patologías que tenemos el 15 por ciento de nosotras y nos perdemos de pesquisarlas, de ver problemas de la sangre, etcétera. Hay muchísimas cosas de las que nos perdemos por no saber que la menstruación es algo natural. Lo más importante que nos perdemos es de conocernos, es decir, conocer nuestro cuerpo, que la vulva no es la vagina, conocer que la vulva es la que siente y la que transporta sensaciones, conocer cómo llegar a tocarnos, explorar y conocer cómo administrar y gestionar nuestra menstruación.

El tercer punto se refiere a la educación sexual. Necesitamos una educación sexual urgente y no solamente que nos expliquen cómo cuidarnos y cómo no quedar embarazadas. Se trata de explicar el vínculo sano.

Me voy a referir a los vínculos peyorativos que empiezan a pasar desde que menstruamos. Nos dicen: "Uh, ¿estás menstruando, flaca? No te soporto". "Vos estás menopáusica, ¿no? Estás insoportable". Es decir, todo lo peyorativo que surge con respecto a los cuerpos menstruantes y a las mujeres en relación con nuestros ciclos.

Asimismo, todo lo que tenemos que saber de nuestro cuerpo y de nuestras diferencias, que hay que aplaudirlas, es decir, aceptar nuestras colas, nuestras celulitis, nuestra cadera, nuestras mamas diferentes y nuestro crecimiento puberal, que no lo hablamos.

En la edad de la adolescencia estamos todas diferentes y después seremos mujeres diferentes, pero no nos aceptamos porque nos criamos ante una cultura única. Es decir, ser flaca, ser una divina con medidas de 90-60-90, y eso no existe; en todo caso, pueden existir en tres o cuatro mujeres, pero tampoco eso es sinónimo de felicidad.

Considero que tenemos que hablar de todo esto porque prevendría muchísimo el abuso sexual, que no ocurre en la esquina, a media cuadra, a la derecha, sino que la mayoría de las veces está en casa, con los que conocemos. Asimismo, se prevendría todo lo vinculado con la violencia, porque ya se empieza con la violencia al no hablarnos de esto.

Entonces, desde una sociedad que nos violenta, necesitamos gritar que la educación sexual empieza desde que nacemos y atraviesa todos los niveles educativos, desde el jardín, pero también desde casa. Pobres mamás, papás y abuelas, a quienes tampoco les explicaron ni tienen toda la culpa de por qué no nos hablaron de esto.

Para terminar mi exposición quiero mencionar el principio de justicia. El otro día hablábamos con el doctor Mario Sebastiani, que es un médico del hospital a quien admiro muchísimo. Conversamos sobre este tiempo en que la mujer necesita justicia para disfrutar y para permitirse el placer. Esto sucede en todos los ámbitos, desde que nace, desde que menstrua, desde que le salen las tetitas, desde que le cambia el cuerpo, desde conocer su cuerpo y saber que es suyo y que nadie lo puede tocar si ella no quiere, decir que "no" cuando quiere decir que "no" y decir que "sí" cuando quiere disfrutar y pasarla bien.

Es fundamental el principio de justicia de la equidad en cuanto a hablar de lo que nos pasa y que pueda ser aplaudido. Asimismo, que cuando tenemos ganas de parar nuestra menstruación con un método anticonceptivo, con un DIU de progesterona, con un implante, o usar una toallita, un tampón, la copita o lo que queramos, que podamos elegir y tengamos toda la información. Eso es poder; por eso siempre digo que la educación sexual es poder; la información te hace poder elegir, y ahí somos libres.

Agradezco profundamente que me hayan hecho partícipe de esta reunión porque necesito que tengamos una sexualidad responsable y plena. La sexualidad no es tener buen sexo, pues la sexualidad nos atraviesa toda la vida. Toda la población -mujeres, varones, los géneros no binarios, todo tipo de personas- tiene que poner manos a la obra e ir por el camino del respeto.

Nosotras también tenemos que respetar a los hombres cuando sufren y los señalan con el dedo por sus mitos. Me refiero a expresiones tales como "sos un mantenido; no salís a trabajar; lavás los platos; sos un tarado; loser; no ganás tanta guita; mirá cómo tu mujer te mantiene; él no tiene ganas, entonces no es un buen tipo, siempre tenés que poder". Todas estas cosas que nos decimos entre todos, se tienen que acabar.

La mujer tiene que ocupar un lugar de privilegio porque somos personas maravillosas desde todo punto de vista. Como ginecóloga, mujer, amiga e hija no puedo seguir permitiendo que una mujer sufra por los procesos naturales de la vida y por el goce, porque somos culpógenas de sentir placer. Por eso, muchas veces la menstruación está tan mal vista, pero la tenemos que disfrutar y hay maneras de hacerlo, pero nos enseñan a que no hay que disfrutar la menstruación ni el sexo ni nuestro cuerpo ni nuestro goce ni nuestro clítoris ni nada.

Gracias y espero que realmente empiece a haber políticas públicas que dignifiquen a la mujer desde todo punto de vista.

SRA. PRESIDENTA LÓPEZ Muchas gracias, Florencia Salort. Insisto: síganla en Instagram. A veces las comisiones informativas tienen una limitación en el tiempo de las expositoras, y las tres son muy buenas.

Para finalizar la ronda de exposiciones, daremos la palabra ahora a Agostina Mileo, a quien le damos la bienvenida. Agostina es licenciada en Ciencias Ambientales; magíster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental, y está haciendo su doctorado en Historia y Epistemología de las Ciencias en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Además, si no me equivoco -te pido que me corrijas si no es así-, es una de las fundadoras de la organización Economía Femini(s)ta, desde donde se promueve la campaña "Menstruacción". Dicha campaña tiene por objeto visibilizar que la menstruación es un factor de desigualdad que se suma a la brecha salarial, la redistribución asimétrica del trabajo doméstico y otras disparidades de género.

La campaña se inicia en tres reclamos: quita del IVA para los productos de gestión menstrual; provisión gratuita de dichos productos en escuelas, cárceles, universidades, hospitales y otros espacios comunitarios, e investigación y elaboración de datos que permitan tomar decisiones tanto públicas como privadas.

Agostina es también escritora. Publicó un libro llamado Que la ciencia te acompañe: A luchar por tus derechos. He podido leer algunos fragmentos; lo recibí la semana pasada.

Es un placer tenerla acá. Ella es realmente una persona sumamente formada. Además, ha hecho un trabajo territorial en diferentes sectores populares, con talleres sobre salud sexual y menstruación.

Bienvenida, Agostina. Es para nosotros un placer que estés acá.

SRA. MILEO Muchísimas gracias. Para mí es una gran emoción representar a Economía Femini(s)ta y a la campaña "MenstruAcción", de la que soy coordinadora. Aclaro que no soy una de las fundadoras de Economía Femini(s)ta, pero eso es lo de menos.

Somos un colectivo que nace de una historia emotiva. Recién nos comunicamos a través Twitter con Mercedes D'Alessandro -a quien Eugenia Tarzibachi nombró en su presentación-, que es la directora de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía; con ella hablé de esta campaña, sobre la que voy a contarles hoy.

Esta campaña surgió un día en que yo la llamé llorando, diciéndole que teníamos que visibilizar este tema dentro de nuestros reclamos. Justamente a partir de esta impotencia nació la potencia, y empezamos a pensar nuestra campaña.

Para que no se pierdan, voy a compartir pantalla porque en algunos momentos voy a nombrar cifras y quisiera que puedan seguir lo que estoy diciendo. "MenstruAcción", como pueden ver, es una campaña que tiene por objeto promover políticas públicas para una sociedad más igualitaria.

Comenzaré por retomar algo de lo que mencionaron las otras expositoras y que tiene que ver, nada más y nada menos, que con el conocimiento disponible. Lo cierto es que no solo el conocimiento disponible naturaliza las injusticias, sino que las perpetúa, porque el conocimiento que tenemos es de mala calidad. En este sentido, algo de esto mostraron Eugenia Tarzibachi y Florencia Salort.

Pero los feminismos no generamos conocimiento etéreo -me refiero a esta idea del conocimiento como algo inmaterial y abstracto, del orden del éter-, sino instrumentos de praxis política. Nuestro conocimiento está pensado para ser usado.

Lo que hace "Menstruacción" es compilar la producción de conocimiento feminista sobre la menstruación -esto que contaban tanto Eugenia Tarzibachi como Florencia Salort-, y situarlo en una propuesta local de activismo menstrual. Esto, como adelantó Pablo Yedlin en su presentación, es algo que no solo está ocurriendo aquí, sino que también sucede en otros lugares del mundo.

Antes de continuar, si me disculpan, voy a poner un timer para no extenderme en el tiempo de la presentación y dejar lugar a sus preguntas.

Para empezar, les contaré una breve historia. "Menstruacción" empieza el 8 de marzo de 2017, en el contexto del primer paro internacional de mujeres, con la idea de visibilizar a la menstruación como un factor más de desigualdad.

Como dijo Jimena López, ese factor se suma a otros que desde Economía Femini(s)ta venimos visibilizando, como la brecha salarial o la redistribución asimétrica del trabajo doméstico. Por el lugar en el que estamos hoy, creo que es pertinente decir que nosotros pensamos esto desde la inclusión de la menstruación en la consigna "El Estado es responsable", consigna tan paradigmática del movimiento feminista argentino.

Nosotras veíamos que dentro de esta consigna se agrupaban varios reclamos sobre la salud sexual y reproductiva; sin embargo, la menstruación estaba ausente.

Tal como adelantó Jimena López, los tres reclamos son la eliminación del IVA a los productos de gestión menstrual, la provisión gratuita de esos elementos y la investigación y acceso a la información. En este sentido, tanto Eugenia Tarzibachi como Jimena López han dado sobradas razones acerca de la falta que nos hace tener más y mejor conocimiento al respecto, y que también sea producido desde el Estado. Sobre esto último, voy a darles algunos ejemplos concretos.

Entre nuestras herramientas de diagnóstico e intervención, elaboradas justamente para promover estas políticas públicas, voy a destacar dos. Una de ellas es un cuadernillo sobre Educación Sexual Integral. Sobre este punto, Eugenia Tarzibachi mencionó que en su relevamiento de los materiales existentes, aun dentro de la vanguardia que caracteriza a la Educación Sexual Integral en nuestro país, el tratamiento de la menstruación aún tenía un abordaje bastante tradicional.

En lo personal, soy tutora del Programa Nacional de Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación de la Nación. El cuadernillo que les he mencionado es de distribución gratuita; está disponible para docentes y puede descargarse de nuestra página web. La idea es brindar herramientas para tratar la menstruación en la escuela siguiendo la perspectiva de la Educación Sexual Integral.

Dicho material pudo ser elaborado -y esto no es menor- por medio de una campaña de crowdfunding. O sea que las personas que se vieron interpeladas por nuestra causa e identificaron esto como una necesidad, hicieron donaciones para que nosotras pudiéramos elaborar este material.

Cabe señalar que, justamente por la ausencia de información que mis compañeras mencionaron anteriormente, para poder articular estas demandas tuvimos que elaborar algunos datos para poder justificar la necesidad de estas políticas públicas. Entre ellos, se destaca la estimación del costo anual de menstruar, que hicimos mediante un scrapper de la página "Precios Claros", con información de más de 118.000 productos en todo el país.

Esto fue un desarrollo que hicimos junto a Las de Sistemas -que es una comunidad de mujeres en sistemas- en el "Open Data Day", que es un día en que alrededor del mundo distintas organizaciones producen herramientas de datos abiertos.

Menciono esto para dar cuenta de cuál fue el espíritu de "Menstruacción", y cómo es que hemos ido trabajando, siempre de manera colaborativa e inclusiva. Nuestra idea siempre ha sido abrir la campaña a "todes" quienes se sientan interpelados y que pudieran utilizar estos instrumentos para sus propias idiosincrasias y enfoques.

Con estos instrumentos de diagnóstico e intervención podemos, por ejemplo, establecer con mayor exactitud o con algunos datos precisos las distintas aristas sobre las que opera la desigualdad que produce la menstruación. Una de ellas es la desigualdad económica.

Como pueden ver en el gráfico, se menciona cuál es el costo estimado de menstruar para 2020. Esto lo calculamos con precios de marzo; en septiembre tendremos que correrlo de nuevo. Sabemos que en el país en el que vivimos los precios no son fijos; lo que calculamos en marzo, cambia en septiembre.

El año pasado observamos que los precios de los productos de gestión menstrual -que en este caso son toallitas y tampones, sobre los que tenemos datos-, aumentaron por encima de la inflación general. El costo estimado para 2020, con precios de marzo, es de 2.933 pesos si se utilizan toallitas, y de 3.781 si se utilizan tampones.

Este gasto no es opcional. ¿Por qué? Porque justamente es una obligación social ocultar la menstruación. O sea, si yo me mancho, no puedo habitar el espacio público. No es que no es opcional porque hay algún daño que pueda causar una persona que menstrúe sin elementos de contención del sangrado, más allá de manchar alguna silla, alguna ropa o lo que fuere.

Este gasto, que no es opcional, impacta en los ingresos, que de por sí son menores. La brecha salarial promedio en nuestro país es del 27,7 por ciento; siete de cada diez personas del sector de menores ingresos son mujeres y promedian un ingreso de 3.949 pesos por mes. Hablamos de mujeres porque no tenemos datos sobre otras identidades que menstrúan.

Entonces, para las personas del sector de menores ingresos, los productos de gestión menstrual equivalen aproximadamente al 10 por ciento de sus ingresos. Eso, si solamente se tiene que hacer cargo de sus propios productos o de la gestión de su propia menstruación.

Son productos caros, que mucha gente no puede comprar y, además, en general, las mujeres contamos con mayores niveles de informalidad y desempleo. Es decir que tenemos un acceso desigual al mercado laboral. Por lo tanto, no es lo mismo tener que hacer este gasto que no tener que hacerlo.

Por eso, el primer reclamo es la quita del IVA, dado que deberían ser considerados productos de necesidad básica, justamente porque estamos diciendo que no son opcionales. De manera que no deberían estar gravados con impuestos.

Sobre esto hay que hacer una breve mención. No basta con quitar el IVA, sino que hay que establecer ciertos elementos regulatorios que impidan que ante la eliminación del IVA los fabricantes suban los precios, como sucedió en Colombia. Ese es el antecedente latinoamericano que tenemos, por si lo quieren buscar. En ese país, la campaña se llamó "Menstruación libre de impuestos"; consiguieron bajar los impuestos, pero esto no tuvo traslado a precios.

Por otro lado, existe un impacto de la menstruación en salud, educación y ambiente. El Banco Mundial estimó que, a nivel global, se pierde entre el 10 y el 20 por ciento de días de clase por esta razón.

Aquí tenemos otra muestra de por qué necesitamos investigación y conocimiento. En la Argentina no sabemos. Sobre lo que decía antes, por ejemplo, para la estimación de los datos acerca de la edad de menarca y la edad de menopausia, tuvimos que extraerlos de unos papers. Por su parte, la cantidad de productos que se usan por ciclos, también la sacamos de un estudio que se había hecho en Inglaterra. Es decir que tenemos ciertas imprecisiones en esta metodología. Si bien es una buena estimación -es la mejor posible-, nos faltan instrumentos que no se explica que nos falten, sobre todo teniendo por ejemplo el excelente instrumento de estadísticas en salud como el DEIS del Ministerio de Salud. ¿Cómo es posible que no sepamos o que no se considere relevante saber cuál es la edad de inicio y cuál la de finalización de la menstruación en nuestro país?

Muchas veces estos productos no se pueden comprar: ya vimos el tipo de impacto que tienen en la estructura de ingresos, de manera que podemos imaginarnos que hay muchas personas que no pueden acceder a ellos. Entonces, ¿qué se hace? Se utilizan paños viejos y desgastados, trapos, etcétera. Esto puede causar infecciones del tracto urinario. Aquí, nuevamente, nos faltan datos. No tenemos idea de cuál es el impacto en la salud pública, por ejemplo, en términos de costos de este tipo de patologías.

Como bien decía Eugenia, tampoco tenemos conocimiento fidedigno acerca de la exposición química a toallitas y tampones a largo plazo por vía vaginal. Si bien la Universidad de La Plata estableció que el 85 por ciento de los productos tienen trazas de glifosato, no es lo mismo tomar un producto, cortarlo y determinar que tiene ese elemento, que analizar qué cantidad tiene y qué pasa con ese glifosato en contacto con la mucosa vaginal, una semana por mes, durante cuarenta años de tu vida.

Por otro lado, hay un tema que no atiende solo a las corporalidades que menstrúan sino a la ciudadanía toda en términos de la gestión de los bienes comunes y la soberanía nacional, que tiene que ver con el impacto ambiental.

En ese sentido, se desechan anualmente al menos 130.000 toneladas de residuos que no son biodegradables por el uso de productos descartables para gestionar la menstruación. Estos productos, para ser fabricados, requieren de 10.000 toneladas de pasta Fluff, que es su componente primario y que proviene del desmonte de selva nativa, principalmente en la provincia de Misiones.

Entonces, estamos hablando de un tema de soberanía nacional, de bienes comunes y de impacto ambiental que no afecta solamente a las personas que menstrúan.

Ya les comenté brevemente los fundamentos y ahora voy a explicar qué fue lo que logramos desde 2017 hasta ahora con nuestra campaña.

Si bien esta es una discusión que se está dando en el mundo, también tenemos logros a nivel nacional. Hay tres municipios: el de Morón, en provincia de Buenos Aires, la ciudad de Santa Fe, en Santa Fe y la municipalidad de San Rafael, en Mendoza, que aprobaron la provisión gratuita de productos de gestión menstrual. Estamos sumamente contentas, además de orgullosas de este hecho.

Asimismo, hay otros doce proyectos de ley locales y cuatro nacionales. Hay más, solo que en estos participamos en forma más directa. Jimena ya ha dado un listado de los proyectos disponibles en la Cámara de Diputados, que es la que nos convoca hoy.

También se amplió la oferta de apósitos y se incorporaron los tampones a la canasta de Precios Cuidados -la política de control de precios del gobierno para paliar los efectos de la inflación-, cosa que no existía cuando nosotras empezamos la campaña.

Visitamos al menos diez provincias con talleres formativos para más de 700 personas. Recibimos donaciones de más de 15.000 productos de gestión menstrual que distribuimos en varias instituciones.

Más de diez organizaciones llevaron a cabo sus propias colectas. Por eso les decía que Menstruación es una campaña que busca poder ser aplicada y replicada. No es de nuestra propiedad intelectual. Lo que nosotras hacemos es poner recursos al servicio de quienes quieran intervenir sobre el tema en sus propias comunidades.

Además, la campaña tuvo muchísima repercusión mediática. Nuestra ilusión, cuando empezamos esta campaña, era que se empezara a decir menstruación, que dejara de haber tantos eufemismos y que pudiéramos referirnos al tema con la palabra. Esa era nuestra acción de visibilización, además de hacer las colectas.

Nunca nos imaginamos este nivel de impacto y de difusión, en lo que mucho tienen que ver los medios que nos han acompañado. Nosotros estamos acostumbrados en general a decir que los medios casi van en detrimento de las causas, pero este no fue el caso. Muchísimas periodistas feministas hicieron piezas de gran calidad sobre el tema a raíz de la campaña y eso nos ayudó muchísimo.

Para concluir, aquí dice que la creación de políticas públicas que ataquen directamente las desigualdades producidas por la restricción de acceso a la gestión menstrual es un eje fundamental en el camino de instalar nuevas nociones inclusivas en la sociedad.

La conclusión es que nosotras no hemos pensado que el acceso a la gestión menstrual es una necesidad social que identificamos, sino que es una demanda de políticas públicas que construimos.

Les agradezco mucho esta posibilidad y quedo a disposición tanto para seguir trabajando como para responder las preguntas.

SR. PRESIDENTE YEDLIN Muchísimas gracias a todas las expositoras. Es un lujo haberlas escuchado.

Hemos habilitado en el chat la posibilidad de hacer algunas preguntas, sin abusar del tiempo de nuestras invitadas.

Tiene la palabra la señora diputada Polledo.

SRA. POLLEDO Señor presidente: gracias Jimena, Eugenia, Florencia y Agostina. Les agradecezco el tiempo que nos han dedicado.

Simplemente quiero hacer una pregunta. ¿Tienen alguna estadística del porcentaje de niñas que llegan a su primera menstruación en la ignorancia en determinado lugar en especial o en algún territorio en nuestro país? Pregunto esto porque entendemos que hay estimaciones.

No tengo en claro y no termino de entender la explicación de que si la ESI estuviera funcionando adecuadamente en nuestro territorio, evidentemente las niñas tendrían una herramienta más, en el caso de que en su casa la familia no les brinde información, ya sea por problemas culturales o de cualquier índole.

Tengo varios años más que todas ustedes y recuerdo que algunas amigas llegaban a esa situación en absoluta ignorancia. Hoy, en el siglo XXI, con toda la información y los datos que tenemos, ¿existe una estimación? ¿Hay una estadística? ¿Qué explicación le dan ustedes a esta sensación de que hay una desinformación muy importante en nuestras niñas? ¿Cómo ven que una chica llega a vivir esta experiencia desde la ignorancia hoy en la Argentina?

SR. PRESIDENTE YEDLIN Tiene la palabra la señora Salort.

SRA. SALORT Gracias por la pregunta, creo que son muchas cosas.

En primer lugar, creemos que la familia tiene mucha comunicación pero sigue siendo escasa. Encontrar el tiempo para hablar es difícil porque vivimos corriendo. Cuesta encontrarnos para tener un diálogo y tiene que haber una habilitación para ello, porque las nenas preguntan cuando uno los habilita. Otro punto es que muchas veces no sabemos qué responder y tratamos de contestar la pregunta desde lejos o diciendo "después te lo cuento", y no volvemos al grano.

Con respecto a la ESI, me parece que está implementada de forma muy diferente en cada colegio. Si bien se tratan los temas de las emociones, se enseña que somos iguales, se informa sobre el bullying o el uso de anticonceptivos, todo eso se hace sin profundizar. En verdad, todo el sistema biológico de menstruación provoca gracia y se trata de no hablar, por eso considero que las nenas siguen con muchísima desinformación.

También sucede que se explica una vez y se da por entendido, pero son temas que a veces ni siquiera los adultos comprenden bien. De hecho, todo el tiempo me consultan mujeres que creen que son irregulares por el mito de que cada 28 días se tiene que dar el período. Tampoco conocen el proceso puberal. No es de un día para el otro que sale la sangre: para llegar a ese momento hay todo un proceso de sexuación donde esa niña no es acompañada.

Hay muchas cosas que uno deja de escuchar o de percibir en los chicos. Por eso pasa lo que pasa con el 50 por ciento de las mujeres menores de 50 años: hay muchísimas adolescentes que me contestaron que no sabían lo que era la menstruación, que no tenían ni idea y que la vivieron con miedo, vergüenza y soledad.

Me parece que la implementación de la ESI no es generalizada. Estoy completamente segura de esto, no sé qué opinan las otras oradoras.

SR. PRESIDENTE YEDLIN Tiene la palabra la señora Mileo.

SRA. MILEO Para empezar, no hay una estadística; justamente es uno de los reclamos de nuestra campaña.

No tenemos esa información, pero sí nuestras experiencias. Florencia, desde su consultorio, y yo, como tallerista y formadora de docentes, podemos decir que esto a veces sucede.

Con respecto a otros contenidos de la ESI, en la menstruación tenemos cierta ventaja porque está incluida en los contenidos curriculares oficiales. Es decir que más allá de la ESI, ese tema se ve dentro de la materia biología o ciencias naturales, pero recién en el último ciclo de la escuela primaria. Como adelantó Eugenia, estamos viendo un fenómeno de adelantamiento de la menarca: hay muchas personas que empiezan a menstruar antes.

Por otro lado, la información es escasa, muchas veces se da por arriba y no se termina de comprender a qué se están refiriendo. También existe un nivel de enajenación muy fuerte, porque se vive como un proceso absolutamente privado y único. Todo este ocultamiento de la menstruación hace que una se alarme cuando ve sangre en la ropa interior porque estamos acostumbradas a pensar eso. Además, nunca vimos sangre en la ropa interior. En general, las personas que menstrúan en nuestras casas lo hacen en privado y ocultan esos desechos.

En cuanto a las experiencias, si bien no es una estadística, estoy en contacto permanente con anécdotas sobre la menstruación y nuevos enfoques. En este sentido, hay maternidades hoy, por ejemplo, donde se cambian la copa menstrual con la puerta abierta, y hay niños y niñas muy pequeños que ven eso y preguntan. Creo que eso es algo muy marginal porque en términos estadísticos suceden poquísimos casos.

Además, hay que tener en cuenta que recibir información no implica poder aplicarla ni tampoco interpretarla. Por ejemplo, si en la escuela te muestran un diagrama de un útero que está afuera de un cuerpo y te explican el proceso fisiológico del tránsito de un óvulo, el hecho de tener ese conocimiento y esa información no significa poder asociarlo a verse sangre en la bombacha.

Por otro lado, no podemos ignorar que no todas las infancias de nuestro país están escolarizadas.

SR. PRESIDENTE YEDLIN También hay que decir que no todas las provincias están adheridas a la Ley de Educación Sexual Integral, lamentablemente. Pertenezco a la provincia de Tucumán y no hemos logrado dar ese paso. Por lo tanto, no es exactamente homogéneo en todo el país -como se dijo en algún momento-, y por eso es un tema en el que hay que avanzar.

Tiene la palabra la diputada Camila Crescimbeni.

SRA. CRESCIMBENI Agradezco a Pablo Yedlin y a Jimena López por el espacio y el trabajo que están realizando sobre este tema. También agradecezco la presencia de las expositoras Agostina Mileo, Eugenia Tarzibachi y Florencia Salort.

Como una de las autoras de un proyecto de acceso igualitario a la gestión menstrual, quisiera compartir algunas reflexiones y algunos temas que levantamos en los últimos cuatro años desde el Ministerio Desarrollo Social, que tienen que ver con el acceso a la información y con el tabú en general.

En un estudio que realizamos sobre juventudes, los adolescentes y las adolescentes nos decían que el tabú está en los adultos, no entre ellos. Este era un punto para trabajar con respecto a la información de la Educación Sexual Integral. En este mismo estudio, el 57 por ciento manifestó que la Educación Sexual Integral que recibía en la escuela era mala o casi nula. Esto dicho por los propios adolescentes.

Más allá de que la menstruación es un proceso que dura muchos años, me parece importante escuchar lo que dicen los jóvenes y adolescentes, porque muchas veces se usan voceros de otros grupos etarios o sectores y no se escucha tanto la propia voz de los adolescentes cuando piden esa información.

Otro punto interesante de este estudio de juventudes es que a la hora de hablar de temas -entre comillas- tabúes, complejos o incómodos, la mayoría manifestaba recurrir a internet, a redes sociales o a pares, no a un adulto.

Por eso, en su momento tomamos la decisión -varios diputados fueron parte de ese trabajo- de lanzar Hablemos de Todo, un portal que en la actualidad sigue funcionando, por suerte. Fue creado para atender consultas anónimas de adolescentes y jóvenes, no solo sobre temas de salud o acceso a la gestión menstrual, sino también sobre violencia, prevención, diversidad y sexualidad.

Sé que las chicas de Economía Feminista y muchos más están trabajando sobre esto, pero quisiera remarcar la importancia de la información; esta debe darse, de lo contario se llega a una mala información, y eso es dañino y peligroso. En una edad de tanta vulnerabilidad es muy malo para la salud pública, pero también para la autoestima, para el trabajo de conocer los derechos, que es algo muy importante en esa edad, como también lo es tener espacios donde esa contención suceda.

Además, es importante que la información esté a disposición por varios medios, porque así se consume hoy en día y más aún en pandemia. Al no tener el espacio de contención de la educación sexual de la escuela, es complicado hacer llegar esta información porque a veces es más difícil de abordar.

También es necesaria la contención y al mismo tiempo el acompañamiento en las distintas trayectorias. Como recién decía Florencia, hay que tener en cuenta a los que no están escolarizados, porque veíamos cómo a los 14 años hay un aumento generalizado de la deserción promedio del país, dependiendo de las provincias.

Hay una edad muy difícil que está por fuera del esquema escolar. Entonces, ¿cómo nos comunicamos, acompañamos y facilitamos la conversación sobre la gestión menstrual y otras cuestiones relacionadas con la sexualidad?

Finalmente, tal como comentamos en el proyecto, en un contexto en el que estamos acercándonos a un nivel de pobreza realmente preocupante, nadie debiera tener que elegir entre comprar un pañal, una toallita para la higiene menstrual o una leche. Por eso, también proponemos un acceso para que estos productos sean considerados de primera necesidad, como efectivamente son.

Quiero agradecerles, ya que hemos trabajado en el proyecto con varios de ustedes. Me resta solo preguntarles si tienen alguna reflexión sobre el tema. Muchas gracias.

SR. PRESIDENTE YEDLIN Tiene la palabra la licenciada Mileo.

SRA. MILEO Muchas gracias. Creo que todo esto que señalás es sumamente pertinente.

Con respecto a lo que mencionabas sobre los temas tabú, según la experiencia que tengo por haber dado talleres -obviamente, no es totalizante-, puedo decir que, a veces, el tabú no pasa por decir la palabra "menstruación" -si bien algunos pueden mirarte con una reacción particular-, sino por cuestiones muy frecuentes, como decir, por ejemplo: "¿qué te pasa?, ¿te vino?", o tener otras actitudes estigmatizantes y estereotipantes de la emocionalidad de las feminidades y de nuestra poca racionalidad. El tabú no pasa solo por la imposibilidad de decir la palabra "menstruación" o por usar eufemismos.

También sigue existiendo el tabú relativo a tener relaciones sexuales durante la menstruación, lo que se combina, por ejemplo, no con el no disponer de la información -ya que, a veces, esto se da en contextos escolares-, sino con no haberla comprendido y pensar, por ejemplo, que no es posible quedar embarazada durante los días de menstruación. Esto es muy común y también es parte del tabú, ya que el tabú no solo opera sobre el no decir o impide el decir, sino que también hace que el decir sea incómodo y que el tema no parezca relevante y no se le preste entonces tanta atención ni se le ponga tanto énfasis.

Por otro lado, es muy importante no circunscribir la ESI a los contextos educativos formales, puesto que también debe impartirse en los no formales. Estos talleres que damos sobre menstruación -yo también los doy- pueden darse en contextos barriales, comunitarios e, incluso, en los penales. Las compañeras de la Universidad de Mar de Plata hacen un trabajo fantástico en el Penal de Batán, por ejemplo.

Hay cuestiones que, en general, se olvidan. Por un lado, que todos los niveles educativos incluyen a la universidad. Todos estos temas sobre los que hablamos -cómo nos hemos formado nosotras como profesionales dejando de lado estas perspectivas- son relevantes.

Por otro lado, los contextos de educación no formal también son fundamentales, cumplen roles comunitarios muy importantes y son grandes instrumentos de socialización. Eso me parece algo relevante respecto a lo que decía Camila, que suscribo totalmente.

SR. PRESIDENTE YEDLIN Tiene la palabra la doctora Salort.

SRA. SALORT A lo que dice Agostina quiero agregar algo con lo que estoy completamente de acuerdo.

Para responder a lo que menciona Camila, diría que, en esta situación de pandemia, en las redes sociales hay un gran espacio donde educar en forma gratuita a todos los jóvenes que las utilizan.

La gente de muy bajos recursos no puede acceder a las redes sociales pero, de alguna manera, se puede llegar con todos estos programas, junto a los que podamos agregar -también desde los hospitales públicos-, a estos libritos con información sobre la menstruación que menciona Agostina y a todo lo que sumemos desde los distintos ámbitos. Educar es educar, sea desde casa o desde donde se pueda hacerlo.

Estoy completamente de acuerdo con vos, Camila, en que los adultos también necesitan ser educados. Los adultos se educan en sexualidad con Mister Google; "googlean" las búsquedas y, muchas veces, tienen grandes dificultades para transmitir luego la información porque no saben a qué edad se dice, a qué edad no, si está bien o no que lo digan. Esto es típico.

La menstruación, obviamente, es algo absolutamente oculto. Nadie se cambia la toallita o se saca el tampón delante de su hija o de su hijo.

No se sabe si está bien o está mal, nadie lo naturalizó. Llegan entonces a una edad en la que nunca lo vieron y, aunque lo expliquemos, es muy difícil de entender.

Llegan a la menopausia sin saber si menstruaban en forma regular o no, qué cantidad era normal y por qué era doloroso. O buscan un embarazo a los 40 cuando han tenido endometriosis desde los 14 y nadie les ha dicho nada sobre el tema.

Por su parte, si bien en nuestro país usualmente las niñas menstruaban a los 12,3 años aproximadamente, actualmente la edad está disminuyendo. Esto, por la obesidad, por cuestiones hormonales, por toda la creciente emocionalidad de estas pequeñas nenas que no queremos que sean tan nenas y por otras tantas causas sociales. Muy de a poquito, todo se va acelerando y, lamentablemente, los chicos cada vez juegan menos, están inmersos en diálogos en los que no debieran estar y van perdiendo su niñez.

Muchas veces, todos estos temas tan relevantes no encuentran un espacio porque estamos en una industria de consumo permanente y de mucha violencia, y nos perdemos entonces de estas cuestiones que es tan importante conocer de chicos y de la posibilidad de que los adultos empiecen a educarse para poder luego educar.

SR. PRESIDENTE YEDLIN Muchísimas gracias. Para finalizar, tiene la palabra la diputada López, quien hará un cierre.

Hay una propuesta para armar una comisión de trabajo sobre esta temática dentro de la comisión, lo que me parece bien; la vamos a organizar.

Agradezco a las expositoras, a todos los diputados y diputadas que nos han acompañado y a toda la gente nos ha seguido a través de Diputados TV.

SRA. LÓPEZ Quiero agradecerle tanto a Pablo, presidente de la comisión, como a Carmen, la vicepresidenta. Estuvieron siempre dispuestos a responder distintas inquietudes sobre el proyecto que presenté y a organizar esta reunión informativa.

Estamos construyendo una nueva normalidad en este contexto de pandemia, y esto también lleva a todo el arco político a pensar en algunos temas.

Creo que las tres expositoras -además de ser sumamente claras y didácticas- pusieron de relevancia que la menstruación es un hecho social que debe pensarse desde una política pública que explique la corporalidad y la accesibilidad con información de calidad.

Tanto Agostina como Florencia han mencionado la necesidad de transitar las experiencias de modo familiar -seguramente nuestros condicionantes tienen que ver también con los ambientes en los que nos desarrollamos- y de que la ESI atraviese no solo la educación formal sino también la no formal.

Creo que la exposición de Eugenia fue muy acertada en relación con todo lo que podemos tomar para retrabajar. Lo que hablaba con Pablo tiene que ver con generar una mesa de diálogo que incluya todo el arco político dentro de la comisión y, tal vez, invitar a compañeros y compañeras que conforman la Comisión de Mujeres y Diversidad y plantear específicamente el tema de la menstruación como política pública.

Recién pensaba que, quizás, en los casos de quienes puedan ingresar al secundario, se podría incluir en la cédula escolar la fecha de la primera menstruación. De ese modo, generaríamos una estadística respecto de lo que nos falta, de lo que desconocemos.

Es importante también trabajar en la sensibilización de la endometriosis. Me escribieron las compañeras de EndoHermanas para felicitarme porque el tema de la menstruación está muy relacionado con la endometriosis, que es algo que atraviesa al 15 por ciento de la población menstruante.

Estoy muy emocionada porque es la primera vez que armo una comisión informativa. Quiero agradecerles a las profesionales que se prestaron a esta reunión y se prepararon para que tuviéramos también nosotros y nosotras acceso a información de calidad.

Agradezco a todos y a todas las diputadas por su presencia, al igual que a todos aquellos compañeros y ciudadanos y ciudadanas que nos están viendo a través de la televisión.

- Se levanta la reunión a la hora 18 y 41.