Expresar su adhesión a las celebraciones en conmemoración del centenario de la fundación del Rotary Club de Buenos Aires.

Señor presidente:

En 1831, un aristócrata francés, Alexis de Tocqueville, fue enviado por su país a los Estados Unidos a estudiar el régimen carcelario norteamericano. A su regreso, produjo ese informe, pero sus observaciones habían sido mucho más amplias y publicó en 1835 la obra que le daría una fama perenne: "La democracia en América".

En ese libro extraordinario, Tocqueville describió el sistema político de los Estados Unidos, pero también realizó agudos comentarios de carácter sociológico. Entendió que las instituciones políticas no operaban en el vacío, sino que el experimento democrático de esa joven nación se fundaba en una cultura que tenía como pilares al mismo tiempo la libertad y la igualdad (por cierto, entre hombres libres en ese entonces), y que la idea de igualdad fomentaba un tipo de sociedad muy activa.

Para él, esa robusta sociedad civil era indispensable para que la democracia no cayera en tiranía. Lo expresó en el prólogo al primer tomo, en el que pondera la asociación libre de ciudadanos en la que el interés individual se confunde con el interés general.

A Tocqueville lo maravilló la enorme cantidad de asociaciones de toda índole que había en los Estados Unidos y supo ver en esa característica un rasgo peculiar pero a la vez esencial de la democracia norteamericana.

En el marco de ese espíritu, en 1905 un abogado de Chicago, Paul Harris, fundó el Rotary Club con tres amigos, para fomentar la camaradería y la vocación de servicio a la sociedad. El 8 de noviembre de 1819, como fruto de la expansión internacional de la entidad, se fundó el Rotary Club de Buenos Aires. Fue su primer presidente el doctor Jorge Mitre, entonces director del diario La Nación.

Los objetivos del Rotary son claros y limpios:

1. El desarrollo del conocimiento mutuo como ocasión de servir.

2. La observancia de elevadas normas de ética en las actividades profesionales y empresariales, el reconocimiento del valor de toda ocupación útil, y la dignificación de la propia en beneficio de la sociedad.

3. La puesta en práctica del ideal de servicio por todos los rotarios en su vida privada, profesional, y pública.

4. La comprensión, la buena voluntad y la paz entre las naciones, a través del compañerismo de personas que en ellas ejercen actividades profesionales y empresariales, unidas en torno al ideal de servicio.

Líderes empresariales, profesionales y personas de las más diversas actividades se reúnen y confraternizan. Provienen de distintas formaciones, etnias, religiones, pero los une la idea de trabajar para los demás y, sobre todo, contribuir a la búsqueda de la paz.

Las actividades benéficas del Rotary son innumerables, y entre ellas se destacan las becas educativas.

Sin dudas, uno de los más ambiciosos proyectos del Rotary ha sido el Polio-Plus, un programa de vacunación masiva contra la poliomielitis, a la que el Rotary ha venido donando muy altas sumas de dinero y, aún más importante, decenas de miles de horas de voluntarios dedicados a esa cuestión.

A partir de la fundación del Rotary Club, muchos otros clubes rotarios se han establecido a lo largo y lo ancho del país, y sus emprendimientos sociales han contribuido a mejorar la vida de gran cantidad de argentinos.

Se han realizado infinidad de aportes de muy diversa naturaleza a la comunidad. Un resumen de ello puede encontrarse en “Historia del Rotary Club de Buenos Aires”, editada en cuatro tomos, en formato digital. Su autor fue el recordado escritor, periodista y rotario Nicolás Cócaro. Entre otros hechos destacables, es digna de mención la eficaz intervención del Rotary Club de Buenos Aires en el canje de prisioneros de guerra en la contienda entablada entre Bolivia y Paraguay. Representantes de ambos países expresaron conjuntamente su agradecimiento por la acción rotaria del club, en una de las reuniones semanales dedicada a celebrar el cincuentenario de la terminación de la guerra. Cabe destacar que, como consecuencia de su intervención en las negociaciones de paz, se entregó el primer Premio Nobel al canciller argentino, doctor Carlos Saavedra Lamas, socio honorario del Rotary Club de Buenos Aires.

De ahí que el centenario de una institución tan loable es un acontecimiento digno de ser celebrado y merece el reconocimiento de esta Cámara.

Por lo expuesto, solicito al cuerpo la aprobación del presente proyecto.