PROYECTO DE TP
Expediente 9914-D-2014
Sumario: RENDIR HOMENAJE EN RECUERDO DEL MILLON Y MEDIO DE CIUDADANOS ARMENIOS MUERTOS DURANTE LOS AÑOS 1915 Y 1918 A MANOS DEL IMPERIO OTOMANO.
Fecha: 06/02/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 193
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Rendir homenaje en recuerdo
del millón y medio de ciudadanos armenios muertos durante los años
1915 y 1918, a manos del Imperio Otomano; a la par que se hacen votos
por la definitiva reconciliación entre ambas naciones, dejando establecido
que el olvido histórico es el gran aliado de la violencia.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Nietzsche, en su
libro La genealogía de la moral, explica la relación que existe entre la
memoria y la violencia. En él llega a la conclusión de que, para neutralizar
la violencia, es necesaria la memoria, dado que la violencia es una espiral
creciente que se nutre del olvido para perpetuarse y así destruir a todos.
Por ello, la memoria es el freno que impide que se siga expandiendo. El
olvido histórico es el gran aliado de la violencia.
¿Realmente se aprende del
pasado cuando es relatado en forma parcialmente acomodada o
simplemente se lega a las nuevas generaciones la violencia que no se quiso
recordar?
Las atrocidades cometidas
contra el pueblo Armenio por el Imperio Otomano y el Estado de Turquía
durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial y años anteriores y
posteriores a ésta, son llamadas en su conjunto el Genocidio Armenio. El
Genocidio es una forma organizada de matanza de un conjunto de
personas con el objetivo explicito de ponerle fin a su existencia colectiva.
Esto requiere un planeamiento central y una maquinaria organizada para
implementarlo haciendo que el genocidio sea un prototipo de crimen de
estado, ya que solo un estado cuenta con los recursos necesarios para
llevar a cabo tal destrucción.
El Genocidio Armenio fue
planeado y administrado centralmente por el Estado de Turquía contra
toda la población Armenia del Imperio Otomano. Fue llevado a cabo
durante la Primera Guerra Mundial entre los años 1915 y 1918. El pueblo
Armenio fue sujeto a deportaciones, expropiaciones, secuestros, tortura,
masacre e inanición.
La gran mayoría de la
población Armenia fue forzosamente removida desde Armenia y Anatolia a
Siria, donde una gran parte de la población fue enviada al desierto para
morir de hambre y sed. Gran número de Armenios fueron masacrados
metódicamente a lo ancho y largo del Imperio Otomano. Mujeres y niños
fueron raptados y brutalmente abusados. Toda la riqueza del pueblo
Armenio fue expropiada.
Después de menos de un año
de calma al final de la Primera Guerra Mundial, las atrocidades contra el
pueblo Armenio fueron reanudadas entre 1920 y 1923, donde los restantes
armenios fueron víctimas de más masacres y expulsiones. En 1915, treinta
años antes de que la Organización de las Naciones Unidas adoptase la
Convención sobre la Prevención y Castigo de los Crímenes de Genocidio, la
comunidad internacional condenaba el Genocidio Armenio como un
crimen contra la humanidad.
La estratégica posición de la
meseta de Armenia, cruce de caminos de las caravanas comerciales entre
Oriente y Occidente, fomentó el interés de los pueblos que la rodeaban, y
fue determinante de que haya sido conquistada sucesivamente por persas,
macedonios, romanos, más tarde fue la dominación bizantina y luego la
árabe. Hacia mediados del siglo XI aparecen en la región los selyúcidas,
nómades mongoles del Asia Central, luego los tártaros y más tarde los
turcomanos.
Entre fines del siglo XVI y
comienzos del XVII, la región este de Armenia se convirtió en área de
conflicto entre los turcos otomanos, los persas y los rusos quienes a partir
de entonces comienzan a tener presencia en la geopolítica de la
región.
Está estimado que un millón y
medio de Armenios fueron exterminados entre 1915 y 1923. La población
armenia del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial era de
aproximadamente dos millones. Más de un millón fueron deportados en
1915. Cientos de miles fueron masacrados en el acto. Muchos otros
murieron por inanición y epidemias que arrasaban en los campos de
concentración. Entre los armenios que vivían en la periferia del Imperio
Otomano, muchos escaparon al destino de sus compatriotas de las
provincias centrales de Turquía. Más de diez mil armenios en el este de
Turquía escaparon a la frontera con Rusia llevando una vida precaria
como refugiados. La mayoría de los armenios residentes en
Constantinopla, la capital de Turquía, fueron deportados. En 1918 el
régimen de los Jóvenes Turcos llevó a cabo una guerra en los Cáucasos
donde aproximadamente 1.800.000 Armenios vivían bajo la dominación de
Rusia. Las fuerzas Otomanas avanzaron por el este de Armenia y
Azerbaiján donde también se estaban llevando a cabo masacres
sistemáticas contra el pueblo Armenio. Las expulsiones y masacres
realizadas por los Turcos Nacionalistas entre 1920 y 1923 sumaron
cientos de miles de nuevas víctimas. Para 1923 las tierras de Asia Menor y
la histórica Armenia del oeste, fue expugnada de la totalidad de su
población Armenia. La destrucción de las comunidades Armenias en esta
parte del mundo fue total.
La comunidad internacional
condenó el Genocidio Armenio. En Mayo de 1915, el Reino Unido, Francia
y Rusia advirtieron a los líderes de los Jóvenes Turcos que serian
responsables de un crimen contra la humanidad. Al final de la guerra, los
aliados victoriosos demandaron al Gobierno Otomano que citara ante la
justicia a los Jóvenes Turcos acusados por crímenes de guerra. También
se realizaron esfuerzos para socorrer a los armenios que morían por
inanición. Los gobiernos de los Estados Unidos de América, Reino Unido y
Alemania patrocinaron la preparación de reportes sobre las atrocidades
cometidas y muchos de estos fueron dados a publicidad. Sin embargo,
ninguna medida se tomó contra el Estado de Turquía, sea para
sancionarlo o para rescatar al pueblo armenio del exterminio. Además,
tampoco se tomó ninguna medida contra el Gobierno Turco para la
restitución de la inmensa pérdida material y humana que sufrió el pueblo
Armenio.
Desde hace ya décadas y en
cualquier país donde haya una comunidad de armenios establecidos, cada
24 de Abril se recuerda al millón y medio de armenios masacrados por la
Turquía Otomana. La fecha simboliza la decapitación estructural del
pueblo armenio, ya que comenzada la noche del 23 de Abril y durante toda
la madrugada del día 24, cientos de intelectuales, religiosos, profesionales
y ciudadanos destacados de origen armenio, fueron despojados de sus
hogares bajo arresto e inmediatamente deportados hacia el interior del
Imperio para ser posteriormente asesinados. Esta fecha en el calendario
concentra dos acontecimientos muy importantes: el comienzo del plan de
exterminio de todo el pueblo armenio que pondrían en marcha los
miembros del Partido Ittihad (Jóvenes Turcos) desde 1915 y hasta los
primeros años de la República de Turquía fundada por Mustafá Kemal
Attatürk (1923). Por otro lado, el 24 de Abril resume simbólicamente todos
aquellos crímenes de lesa humanidad, que los turcos-otomanos
cometieron en perjuicio del pueblo armenio, es decir las matanzas
anteriores al 24 de Abril de 1915.
El genocidio, hecho traumático
en la historia armenia, determinó la conformación de la gran diáspora,
origen de las diversas comunidades armenia de Europa y de América.
El reconocimiento del genocidio
armenio tiene por dueña a la humanidad en su conjunto. Es la misma
humanidad su beneficiaria.
Pero tiene un enemigo
concreto: la barbarie, el salvajismo y la irracionalidad encarnadas en
aquellos Jóvenes Turcos que mutilaron, exterminaron, usurparon y
blandieron su hacha contra la razón misma. A pesar de todo, no es
venganza lo que reclamamos, porque estamos a salvo de las ínfimas
pasiones. Pero si nuestros antepasados sufrieron la fuerza irrefrenable de
la brutalidad criminal y sin embargo siguieron predicando el amor...,
nuestra obligación es no olvidar.
Sabemos que el camino es
largo, pero lo hemos emprendido con entereza, porque la moral está de
nuestra parte y porque el Derecho -el universal, el consuetudinario y el
positivo internacional-, nos sostiene.
No proponemos caminos
equívocos ni soluciones utópicas, solamente cabe la aplicación plena y
efectiva del Derecho, y el reconocimiento por parte del actual estado turco,
legítimo sucesor de aquel imperio otomano, del sultán Hamid, de los
Jóvenes Turcos, de Kemal Ataturk.
Un editor turco-armenio fue
sido asesinado en enero de 2007 delante de la sede de su periódico. Hrant
Dinks tenía 53 años y dirigía el semanario Agos, editado en turco y en
armenio. Fue condenado por insultar a la identidad turca al publicar un
artículo en el que trataba de las matanzas de más de un millón de
armenios hace noventa años en la I Guerra Mundial.
Dink ha sido uno de los
muchos escritores y periodistas que han sido condenados por hablar de lo
que se conoce como el genocidio de los armenios. El artículo 301 del
Código Penal convierte en delito el insultar a la identidad turca. Casi todas
las penas se han referido a la matanza de armenios por el gobierno de los
"jóvenes turcos", aliado con Alemania y por lo tanto en guerra contra los
rusos.
El Premio Nobel de Literatura,
Orham Pamuk, un escritor excelente con el que muchas personas se han
deleitado leyendo su libro Estambul, fue sometido a juicio por haber
declarado en un periódico suizo, que ningún turco estaba dispuesto a
tratar los penosos episodios sobre las matanzas de armenios y kurdos, que
formaban parte del Imperio Otomano al final de la Gran Guerra.
Los turcos niegan que fuera un
genocidio, pero admiten que las matanzas entraban dentro de la estrategia
de la guerra. Lo cierto es que cientos de miles de armenios y unos 30.000
kurdos, fueron asesinados por el ejército turco que consideraba que los
armenios hacían causa común con los rusos.
Los historiadores occidentales
en general, consideran probado el genocidio armenio. Los países que lo
han reconocido oficialmente son: Armenia, Argentina, Austria, Bélgica,
Canadá, Chipre, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Países Bajos, Noruega,
Líbano, Lituania, Polonia, Portugal, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza,
Uruguay, Ciudad del Vaticano y Venezuela.
Estados Unidos, Gran Bretaña
e Israel no lo aceptan oficialmente, aunque admiten las matanzas. En
octubre de 2006 el parlamento francés presentó un proyecto que preveía
condenar hasta con un año de prisión y 45.000 euros de multa, a los que
negaran la existencia del genocidio armenio.
El primer ministro turco, Recep
Tayyip Erdogan, condenó el asesinato de Dink diciendo que era una "bala
disparada contra la democracia y la libertad de expresión en Turquía". Las
"manos oscuras" que habían asesinato al periodista serían llevadas a los
tribunales. Dos sospechosos fueron detenidos.
El genocidio hay que situarlo
en la histórica pugna entre los nacionalismos turco, armenio y kurdo.
Turquía sobrevivió al Imperio Otomano con la creación de una nación con
un régimen laico y occidentalizado. Los kurdos, repartidos entre Irak,
Siria, Irán y Turquía, son una nación sin estado. Armenia formó parte de
la antigua Unión Soviética y desde la recuperación de su soberanía
nacional, no ha establecido relaciones con Turquía.
Son heridas sangrientas de la
historia. No se quiere reconocer los hechos por motivos nacionales,
ideológicos y políticos. La Turquía moderna arrastra esta pesadilla al no
querer reconocer lo que pasó. Es imposible que acepte la verdad histórica
porque durante generaciones la unidad nacional ha querido ser impuesta
por ley, al margen del reconocimiento de unos hechos tan
lamentables.
Turquía no acepta que las
muertes acaecidas en 1915, fueran el resultado de un plan organizado por
el estado para eliminar a la población armenia bajo su soberanía.
Turquía defiende una postura que se basa en que el Imperio Otomano
luchó contra la sublevación en su territorio soberano de la milicia armenia,
respaldada ésta por el gobierno ruso. Existe, asimismo, un desacuerdo en
cuanto al número de muertes. El gobierno turco indica, que según
estudios demográficos de la época, eran menos de 1.500.000 los armenios
que vivían en el Imperio Otomano insinuando pues, que las cifras
publicadas relativas a la muerte de millones de armenios pueden haber
sido exageradas en demasía. Medios oficiales turcos creen que el número
de víctimas puede situarse en un rango de cifras situado entre las 200.000
y las 600.000, menores que el número de los musulmanes que fallecieron
entre 1912-22.
Más recientemente, cifras más bajas de víctimas armenias fueron
presentadas por el profesor Yusuf Halak, director de la Academia de
Historia Turca (Trih Kurumu). En dichos cálulos, estima que un total de
56.000 armenios fallecieron durante dicho período debido a las terribles
condiciones derivadas de la guerra (Primera Guerra Mundial), y menos de
10.000 fueron asesinados realmente. En otra de sus investigaciones,
mantiene que cerca de 500.000 turcos fue asesinados por armenios. A
pesar de que el gobierno turco ha publicado oficialmente en fechas
recientes las cifras de los turcos supuestamente asesinados por los
armenios, todavía otra de las investigaciones de Halak, que aseveraba que
menos de 10.000 armenios fueron asesinados, sigue estando ausente de
las publicaciones oficiales turcas en el extranjero.
Turquía también critica las
semejanzas con el Holocausto indicadas por ciertos sectores, indicando
que, a diferencia de los armenios, la población judía de Alemania y Europa
no hizo campaña en pro de una separación, ni se rebeló enemistándose
con potencias extranjeras. Aquellos que apoyan las tesis del genocidio,
indican que Turquía está legando su pasado y la acusan de impedir
tentativas internacionales para reconocer un genocidio. Para apoyar sus
posturas señalan el hecho de que la sola mención de un genocidio armenio
en cualquier parte del mundo, puede encontrarse con una queja formal de
los embajadores turcos, mientras que la mención de la misma en
Turquía, puede acarrear la posibilidad de la apertura de un procesamiento
judicial y la condena a prisión, como en el caso del escritor turco Orhan
Pamuk.
Hubo una oferta por parte del
por entonces primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoyan, en marzo de
2005, (actualmente presidente de la República) a los historiadores turcos,
armenios y del resto de naciones, para que formaran una comisión que
estableciera la verdad de los acontecimientos de 1915. La oferta fue
aceptada por el estado armenio pero con la condición de establecer
primero buenas relaciones con el estado turco.
Las relaciones entre Turquía y
Armenia siguen estando estancadas. Turquía ha cerrado sus fronteras
terrestres con Armenia, debido al control armenio de Nagorno-Karabaj, y
su conflicto con Azerbaiyán. Armenia ha declarado en varias ocasiones que
está preparada para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y
abrir la frontera sin condiciones previas, aunque Turquía demanda que
abrir sus fronteras demostraría un respaldo a la ocupación de Nagorno-
Karabaj.
Dos pensamientos de Jorge
Luis Borges son esenciales para ensayar una conclusión: "Todas las
teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo que importa es lo
que se hace con ellas". "Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es
la única venganza y el único perdón". El negacionismo perenne no es la
solución, la reparación integral quizás no esté al alcance de las actuales
autoridades turcas ni revocaría el sufrimiento ni los padeceres. Empero, la
República de Turquía a cien años de los inhumanos sucesos que motivan
este homenaje habría de ensayar un sincero perdón, acto inicial de la
necesaria e imprescindible reconciliación con la comunidad armenia. No
ayuda a solucionar las crisis, no reconocer los problemas ni los
errores.
Por todo lo expuesto, solicito el
acompañamiento de mis pares a fin de aprobar este proyecto de
resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
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ASSEFF, ALBERTO | BUENOS AIRES | UNIR |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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LABOR PARLAMENTARIA (Primera Competencia) |