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LICENCIA ESPECIAL AL TRABAJADOR POR HIJO/A CON DIAGNÓSTICO DE TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA

ARTÍCULO 1°: La detección y diagnóstico de Trastorno de Espectro Autista (TEA) en un hijo o hija otorgarán al padre, madre o tutor trabajador en relación de dependencia el derecho a SEIS (6) meses de licencia sin goce de sueldo, contados a partir de la fecha de diagnóstico fehaciente del hijo/a afectado/a. Este derecho podrá ser ejercido en fracciones de tiempo no menores a quince días, y caducará en el plazo de un año.

ARTÍCULO 2°: Para que se ejercite la licencia otorgada en el artículo 1°, el/la trabajador/a deberá comunicar en forma fehaciente el diagnóstico del hijo/a afectado/a al empleador, mediante certificado médico expedido por autoridad sanitaria oficial.

ARTICULO 3°: Durante el período de licencia establecido en el artículo 1°, el trabajador percibirá una asignación familiar equivalente a la remuneración que habría percibido por la prestación de servicios habitual.

ARTICULO 4°: Las disposiciones de la presente ley no derogan los mayores derechos que acuerdan disposiciones legales o convencionales vigentes.

ARTICULO 5°: Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Señor presidente:

La ley 24.716, sancionada en el año 1996, otorga a la madre trabajadora en relación de dependencia, el derecho a seis (6) meses de licencia sin goce de sueldo desde la fecha del vencimiento del período de prohibición de trabajo por maternidad. Durante el transcurso de la licencia, la madre percibe una asignación familiar equivalente a la remuneración que percibiría si se hubiera reintegrado al empleo.

El autismo, es un trastorno biológico complejo del desarrollo, que en general perdura toda la vida. Se lo denomina discapacidad del desarrollo porque comienza antes de los tres (3) años de edad, y causa retrasos o dificultades en las diferentes formas de crecimiento y comunicación que desarrolla la persona.

No existe una cura para erradicar el autismo. Las terapias e intervenciones conductuales están diseñadas para remediar síntomas específicos y pueden otorgar una mejoría sustantiva. El tratamiento coordina terapias e intervenciones que tienen como blanco los principales síntomas del autismo: problemas de interacción social, comunicación verbal y no verbal, y rutinas e intereses obsesivos o repetitivos.

Desde el punto de vista estadístico, los Trastornos del Espectro Autista se presentan aproximadamente en 1 de cada 700 personas, en una proporción de 3/4 hombres por cada mujer.

Las personas con TEA a menudo muestran un gran aislamiento, una aparente falta de interés e iniciativa; más del 50% no habla y necesita ayuda para comunicarse, y el resto plantea graves alteraciones en la comunicación. Generalmente, tienen grandes dificultades para dar sentido a las diferentes actividades y para comprender que es lo que pasa a su alrededor. Estas manifestaciones, varían en forma y grado en función del nivel de discapacidad intelectual asociada, de la edad y de la intensidad de otras alteraciones secundarias que pueden estar presentes.

Una herramienta fundamental para una familia con un menor al que se le diagnostique este trastorno es la reorganización del espacio y del tiempo, y contar con la colaboración del centro educativo y del Estado. La convivencia con una persona con TEA genera altos niveles de estrés para toda la familia, la necesidad de supervisión es constante, las dificultades de comunicación, los problemas de conducta, la alerta continua y la cronicidad del trastorno.

El impacto emocional, el cambio en la actividad laboral o la imposibilidad de trabajar fuera de la casa, las elevadas exigencias de atención de la persona con TEA, aumentan de forma considerable el grado de vulnerabilidad de la figura materna que lejos de recibir críticas, requiere, claramente, de apoyo y reconocimiento por el trabajo que diariamente desempeña.

Aceptar y comprender que un hijo tiene una discapacidad forma parte de un proceso que va más allá del mero conocimiento del hecho. En este sentido, destacamos la importancia de responder particularmente a las necesidades de la madre o padre, pues suele ser el miembro de la unidad familiar que en mayor medida se hace cargo del hijo o hija con discapacidad.

El proyecto concede una licencia al tutor, madre o padre por entender que, de esta manera, se ayuda a que el ambiente familiar pueda reorganizar su entorno, priorizando las necesidades del menor, y acompañándolo en el comienzo de un tratamiento que deberá realizar, probablemente, durante toda su vida.

Por todo lo expuesto, solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto de ley.