PROYECTO DE TP
Expediente 9353-D-2014
Sumario: MERCADO DE PRODUCTOS AGROPECUARIOS. NORMALIZAR EL FUNCIONAMIENTO A TRAVES DE LA APERTURA DE LAS OPERACIONES DE EXPORTACION.
Fecha: 26/11/2014
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 173
El Senado y Cámara de Diputados...
Artículo 1°: La presente ley tiene por
objeto normalizar el funcionamiento de los mercados de productos agropecuarios, a
través de la apertura de las operaciones de exportación.
Artículo 2 º: Elimínese a partir de la
presente ley el Registro de Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior, denominado
"R.O.E. Verde", para las operaciones de exportación de GRANOS Y/O SUS DERIVADOS,
operado por la Unidad de Coordinación y Evaluación de Subsidios al Consumo Interno
(UCESCI) dependiente del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
Artículo 3º: Derogase toda normativa que
se oponga a la presente. En particular, quedan derogadas las siguientes resoluciones: la
Resolución Nº 61/2007 de la ex Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y
Alimentos; las Resoluciones de la ex Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario
(ONCCA) Nº 94/2008, 543/2008, 684/2008, 912/2008, 2404/2008, 2846/2008,
5253/2008, 7833/2008, 8590/2008, 2/2009, 1174/2009, 7552/2009, 561/2010; y las
Resoluciones Conjuntas de la ex Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario
(ONCCA) N° 1330/2006, 3714/2008, 1165/2009, 4122/2009, y 5556/2009.
Artículo 4°: De forma: comuníquese al
Poder Ejecutivo.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El crecimiento de la producción argentina
de cereales y oleaginosas está en desaceleración. Debido a la importancia que el sector
agroindustrial tiene para la economía argentina, la pérdida de dinamismo del sector
tiene serias consecuencias para el crecimiento, el empleo, la recaudación tributaria y el
ingreso de divisas por exportaciones.
De acuerdo a datos de área sembrada y
producción del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y la Bolsa de
Cereales de Buenos Aires, la producción creció a un 4,8% anual entre las campañas
2000/01 y 2005/06 y a un 2,7% entre 2006/07 y 2013/14. Durante las últimas 6
campañas, la producción se encuentra prácticamente estancada en torno a las 100
millones de toneladas.
En este contexto, algunos cultivos tuvieron
un desempeño muy pobre, sufriendo un retroceso en el área sembrada. La composición
del área total sembrada con granos en Argentina ha registrado un aumento notable de
la participación de la soja, que pasó a explicar el 65% del total en 2013/14. En cambio,
el trigo fue el cultivo que registró la mayor pérdida de superficie sembrada (250 mil ha
por año), evolucionando de 6,5 millones de ha en 2000/01 a 3,6 millones de ha en
2013/14, alcanzando los mínimos históricos. El resto de los principales cultivos anuales
(maíz y girasol) también perdió participación en el área cultivada.
A las consecuencias económicas y sociales
deben sumarse, entonces, las ambientales, con un sistema que pone en riesgo su
sustentabilidad debido a la falta de rotación de los suelos. Debido a la tendencia al
monocultivo de soja, se deja de reponer al suelo los nutrientes que extraen los cultivos
(dosis de fertilizantes insuficientes).
Diversos estudios señalan que la
productividad agropecuaria cobrará cada vez mayor importancia como motor de la
producción. Para esto es necesario contar con precios favorables a la adopción de
tecnología, que potencie los incrementos por el aumento del área cultivada, y permita
contar con sistemas más amigables con el medio ambiente.
Esta situación tiene su correlato en las
exportaciones de productos de origen agropecuario, que acumulan tres años de
descenso y pérdida de la participación del país en el comercio internacional. En la
presente campaña, con exportaciones de trigo por 1,5 millones de toneladas, Argentina
apenas ha podido cubrir el 25% de las necesidades brasileñas del cereal, obligando a
nuestro principal socio comercial a buscar abastecerse de otros grandes
exportadores.
La política de restricciones y derechos a las
exportaciones de los productos del complejo agroindustrial ha sido responsable en gran
parte de la pérdida de dinamismo del sector y la caída en el área sembrada de cultivos
clave. En el caso de los granos, el efecto en el mercado interno de estas políticas es
una disminución del precio recibido por el productor; lo que erosiona
la rentabilidad, afectando la decisión de
cuánto y que cultivos producir, retrasando las decisiones de inversión, y llevando a la
aplicación de menores paquetes tecnológicos.
Desde el año 2008 el gobierno argentino
aplica restricciones cuantitativas a las exportaciones de varios productos, entre ellos
trigo, maíz, carne bovina y lácteos, a través de los denominados ROE (Registro de
Operaciones de Exportación). Previamente, en diversas ocasiones, desde mediados de
2006 hasta la puesta en marcha de la Resolución 543 de la Oficina Nacional de Control
Comercial Agropecuario (ONCCA), se realizaron cierres temporarios de las
exportaciones de distintos productos.
En Argentina, la nueva regulación en
materia de exportaciones agrícolas tuvo repercusiones heterogéneas entre los distintos
cultivos. Así, los cereales (trigo y maíz), han sido sujetos de un mayor nivel de
intervención no virtuosa, mientras que las oleaginosas (soja) han sido afectadas pero
en menor medida. Esto puede explicarse por la proporción en que unos y otros cultivos
se destinan al mercado externo.
Actualmente, el volumen de los cupos de
exportación se decide por el Gobierno nacional, sobre una base ad-hoc. Argentina no ha
formalizado procedimientos para determinar tanto el nivel de la cuota, como su
distribución entre los diferentes exportadores. La ausencia de legislación al respecto
genera falta de transparencia y ausencia de predictibilidad en los mercados. La
incertidumbre respecto de cuándo y por cuanto volumen serán restringidas las
exportaciones ha resultado en descuentos mayores en los precios al productor. Incluso
en ciertos períodos los productores no encontraron compradores para sus granos, lo
que generó un perjuicio adicional, difícil de cuantificar. Al no poder vender sus
productos, muchos productores no pudieron cubrir sus costos operativos con su
producción.
Las restricciones a las exportaciones
introducen mayores distorsiones que los derechos de exportación. Por un lado, crean
rentas a favor de aquellos autorizados para exportar. Por otro, generan un mecanismo
de búsqueda de estas rentas, al fomentar el desvío de recursos para influenciar a las
autoridades para ingresar a la cuota. Los procesadores internos también se vieron
beneficiados porque pudieron comprar sus insumos a precios más bajos. Finalmente,
desplazan al sistema de precios por las decisiones gubernamentales como señal
fundamental a la hora de tomar decisiones de producción (Nogués, 2014).
Es de notar que en el contenido de los
impactos de las BNA export intervienen muchas variables correspondientes a los costos
ocultos asociados a: a) los cambios frecuentes de las intervenciones en el mercado y en
la definición de los cupos; b) las cargas administrativas crecientes resultantes de las
regulaciones; c) los riesgos de sanciones ex-post por supuestos incumplimientos de
algunas exigencias burocráticas; d) los riesgos incorporados por la aplicación de la Ley
26.351 de registros de las operaciones de exportación; e) los costos financieros
asociados a las excesivas demoras en la devolución de los impuestos (IVA y reintegros
a las exportaciones). También se han generado costos ocultos por la falta de
informaciones confiables de la oferta y demanda de los granos. El cierre de la ONCCA,
que tenía a su cargo las funciones de información y transparencia del mercado; los
cambios en las autoridades a cargo de las regulaciones; y la discontinuidad de la
publicación de informaciones clave sobre existencias, industrialización, declaraciones de
ventas y compras de los distintos operadores, etc., están generando incertidumbre e
ineficiencias y altos costos de transacción en las cadenas.
Las preocupaciones acerca de la seguridad
alimentaria han llevado a que Argentina y otros países opten por restringir sus
exportaciones con el objetivo de frenar aumentos de precios. No obstante, es
necesario comprender la naturaleza cortoplacista de este tipo de políticas. Si bien
pueden tener algún efecto inmediato en
los precios domésticos, en el mediano plazo terminan siendo perjudiciales para el
cumplimiento de este mismo objetivo. Como sucedió en el caso del trigo, los
productores incorporarán en su decisión los impactos negativos de estas restricciones
en su rentabilidad lo que conduce a una menor producción local, generando una caída
en la oferta que culmina con precios superiores a los existentes en forma previa a la
intervención estatal. El productor optó por otros cultivos con menor grado de distorsión
como soja y cebada.
En Argentina, con la introducción de las
restricciones a la exportación los productores de trigo y maíz sufrieron importantes
descuentos en los precios de venta de sus productos, que se situaron muy por debajo
de los respectivos precios internacionales. Sumando a los derechos de exportación el
equivalente ad-valorem de las cuotas de exportación (ROE), se observa que el
productor argentino de trigo recibió entre 2007 y 2012 entre el 55 y el 65% del precio
internacional. En maíz los precios recibidos por el productor han ido cayendo como
porcentaje del FOB durante las campañas analizadas, llegando a representar apenas el
50% del precio internacional a fines de 2011.
De acuerdo a datos del Banco
Interamericano de Desarrollo (2012), durante todo el período comprendido entre 2007
y 2011, debido a las políticas de derechos y restricciones a las exportaciones, las
transferencias promedio del sector agrícola al resto de la economía vía precios más
bajos de los productos e impuestos alcanzaron los 12.043 millones de dólares, lo que
representó el 34% del valor total de la producción del sector. Los productos más
perjudicados fueron maíz, trigo y girasol, donde estas transferencias fueron en
promedio equivalentes al 60% del valor de la producción. En 2011 el sector transfirió al
resto de la economía 19.417 millones de dólares.
Estas políticas han tenido un serio impacto
en el desarrollo especialmente de regiones extra-pampeanas. La producción
agroindustrial tiene una extensa cobertura geográfica en todo el país. Las desventajas
competitivas de estas regiones (distancia a los principales mercados internos y a los
puertos de exportación, condiciones ecológicas menos favorables, altos costos y falta de
desarrollo de la infraestructura de transporte, estructura productiva con unidades de
producción más pequeñas) no les permitieron absorber la desprotección comercial, lo
que limitó especialmente el desarrollo del interior del país.
Los descuentos debido a las restricciones a
la exportación también han afectado especialmente a productores pequeños y
medianos, que son excluidos de la actividad debido a la falta de rentabilidad. Desde los
años 1960s se ha registrado un proceso de concentración del tamaño de las unidades
de producción y de reducción del número productores, cuya tendencia aumentó entre
los últimos los dos Censos Nacionales Agropecuarios, de 2002 y 2008 (Cetrángolo et al.,
2011).
En los últimos años han surgido duros
cuestionamientos a la utilización de estas y otras restricciones a las exportaciones, por
considerarlas responsables del pico de precios y la crisis alimentaria de 2008.
Reacciones en cadena restringiendo las exportaciones provocaron shocks de oferta
negativos que magnificaron el aumento de los precios internacionales. Los
comportamientos individuales llevaron a los países a una situación peor a la que
quisieron evitar. Como regla general, las restricciones cuantitativas y prohibiciones a las
exportaciones se encuentran prohibidas por la OMC, salvo cuando sean aplicadas
temporalmente para prevenir o remediar una escasez aguda de productos alimenticios.
Estas deben tomar debidamente en cuenta los efectos de esa prohibición o restricción a
la exportación en la seguridad alimentaria de los países importadores; y notificarse
por escrito al Comité de Agricultura de la OMC, quien
informará sobre la naturaleza de la misma
al resto de los Miembros y abrirá una etapa de consultas.
Desde un punto de vista estratégico,
restringir las exportaciones también reduce la confianza de los importadores en los
mercados internacionales como fuente de aprovisionamiento de alimentos en tiempo de
crisis.
Por los argumentos expresados es que
proponemos la eliminación del Registro de Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior,
denominado "R.O.E. Verde", para las operaciones de exportación de GRANOS Y/O SUS
DERIVADOS.
Esta iniciativa contribuirá al incremento del
área sembrada y la producción, favorecerá la inversión y la adopción de tecnología,
mejorará la sustentabilidad del sistema, aumentará las exportaciones y fomentará el
desarrollo de las provincias y las economías regionales.
Entendemos que esta medida no tendrá
impacto en los precios domésticos en el corto plazo, favoreciendo el incremento de la
oferta local que llevará a precios más bajos en el mediano plazo.
La historia reciente demuestra que las
políticas de derechos y restricciones a las exportaciones impuestas para "defender la
mesa de los argentinos" no pudieron cumplir con el objetivo de evitar los aumentos en
los precios de los alimentos elaborados. La respuesta se encuentra en que los granos
juegan un papel pequeño en la formación de precios de los bienes finales, en
comparación con otros componentes como salarios, utilidades, impuestos y fletes, que
pueden o no estar correlacionados con los precios al productor. De acuerdo a diversas
estimaciones la incidencia del trigo en el costo de la harina es de alrededor del 48%,
mientras que la incidencia de la harina en el costo del pan es de aproximadamente un
20%. Por lo tanto, el trigo representa apenas el 10% del precio del pan (Nogués y
Porto, 2007; Beibe et. al., 2010; Confederaciones Rurales Argentinas, 2012).
En el caso del trigo, si bien las
restricciones a las exportaciones fueron efectivas en desacoplar los precios domésticos
del cereal de los internacionales y mantener los primeros en niveles relativamente
bajos, no tuvo la misma incidencia en los precios de los alimentos elaborados en base a
trigo, que acompañaron la tendencia creciente del nivel general de precios de la
economía.
En un reciente trabajo, Calvo (2014)
estimó que un incremento de un 10% en el precio del trigo está asociado a un aumento
de entre el 0,6% y el 1,3% en el precio de los productos derivados. La autora calcula
que sin derechos y restricciones a las exportaciones los precios al productor de trigo
hubiesen sido en 2011 un 12% más altos y los precios de los productos elaborados en
base a trigo sólo un 1% más altos que en el "escenario real", lo que prácticamente no
tiene efectos sobre el bienestar de los consumidores.
Por el bajo efecto positivo que tienen las
restricciones a la exportación en los consumidores y el impacto negativo que generan
sobre el bienestar de los productores, su eliminación es una medida positiva para el
bienestar social general. Esta medida debe también ser parte de una política integral
que combata las verdaderas causas del proceso inflacionario argentino, y proteja el
consumo de la población bajo la línea de pobreza con algún mecanismo de
transferencia directa de ingresos para la compra de alimentos.
Por estos fundamentos y otros que se
darán en oportunidad de su tratamiento, es que solicito la aprobación del siguiente
proyecto de ley.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
TORROBA, FRANCISCO JAVIER | LA PAMPA | UCR |
AGUAD, OSCAR RAUL | CORDOBA | UCR |
KRONEBERGER, DANIEL RICARDO | LA PAMPA | UCR |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
AGRICULTURA Y GANADERIA (Primera Competencia) |
COMERCIO |
PRESUPUESTO Y HACIENDA |