PROYECTO DE TP
Expediente 8114-D-2014
Sumario: EXPRESAR PESAR POR EL FALLECIMIENTO DEL DOCTOR ANTONIO FRANCISCO CAFIERO, OCURRIDO EL DIA 13 DE OCTUBRE DE 2014.
Fecha: 16/10/2014
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 146
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Nuestro más profundo pesar por el
fallecimiento del compañero Antonio Cafiero, quien fuera uno de los hombres más
destacados de nuestro país en la lucha por una democracia con justicia social y por
su extraordinario compromiso militante con las causas populares y
nacionales.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Antonio Francisco
Cafiero, discípulo y amigo personal del general Juan Domingo Perón, fue una
verdadera leyenda del movimiento nacional justicialista y con su vida se despide a
uno de los últimos exponentes del primer peronismo. A los 92 años, cumplidos el
12 de septiembre pasado, Cafiero atravesó la historia del peronismo en todas sus
etapas y se convirtió en el dirigente justicialista con más camino recorrido: fue
diputado, senador, gobernador, embajador, candidato presidencial, fue perseguido
y estuvo preso, se lo vio en el poder y en la oposición. Con una familia compuesta
por diez hijos, unos cuarenta nietos y biznietos, padre de los también políticos
Mario Cafiero y Juan Pablo Cafiero, inmortalizó la frase "no me gorilee", cuando un
periodista lo consultó sobre los incidentes en el traslado de los restos de Perón a
San Vicente. Comenzaría a militar en el justicialismo desde la marcha del 17 de
octubre de 1945, que dio origen al "Día de la Lealtad", aunque no obtendría un
cargo de alto rango dentro del partido hasta 1962, cuando fue nombrado
secretario político del Consejo Supervisor y luego coordinador del Movimiento
Nacional Justicialista, en épocas donde el peronismo se encontraba con su líder a
varios kilómetros de distancia.
Obtuvo cargos públicos desde el primer
gobierno de Perón, cuando, siendo muy joven, entre 1948 y 1951, fue designado
como consejero financiero en la Embajada argentina en Washington, para luego
quedar al frente de la Cancillería hasta el Golpe de 1955, cuando fue privado de
su libertad durante un año. A partir de entonces y hasta 1973 militó activamente en
la "resistencia peronista" e, incluso, visitó en varias oportunidades a Perón en su
exilio hasta su regreso a la Argentina. En 1973 fue nombrado Presidente de la
Caja Nacional de Ahorro y Seguro; fue más tarde secretario de Comercio de la
Nación, interventor federal de Mendoza entre agosto de 1974 y mayo de 1975,
ministro de Economía de la Nación (1975-1976) y finalmente embajador ante la
Santa Sede en 1976, cargo al que debió renunciar otra vez debido al Golpe militar,
que volvió a privarlo de su libertad. En 1983, con la restauración democrática,
Cafiero lideró el Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO); fue
precandidato presidencial y en la Provincia de Buenos Aires su sector fue
derrotado por Herminio Iglesias. Después de la derrota del PJ en 1983, fundó junto
a otros dirigentes del peronismo, la "Renovación Peronista" y en las elecciones
legislativas de 1985 encabezó la lista de Diputados Nacionales por Buenos Aires
por el Frente Renovador Justicialista, por la que resultaría electo. En 1987 sería
elegido gobernador bonaerense, un triunfo que fue un hito para el partido en
tiempos en que la Presidencia era ocupada por el radical Raúl Alfonsín, y también
fue electo presidente del Consejo Nacional del PJ.
Un año después fue precandidato a
Presidente por el PJ en una fórmula con José Manuel de La Sota, aunque en las
internas resultó derrotada por la de Carlos Menem y Eduardo Duhalde: ocupó
entonces la Presidencia del Consejo Provincial del PJ bonaerense y también
nacional hasta su designación como embajador en Chile, cargo que desempeñó
hasta 1993, cuando asumió una banca en el Senado Nacional hasta 2001.
Durante el breve gobierno de Eduardo Camaño fue designado jefe de Gabinete,
aunque el 2 de enero de 2002 volvió a ejercer como senador, cargo que
desempeñó hasta diciembre de 2005, cuando asumió la Presidencia de la
Conferencia Permanente de los Partidos Políticos de América Latina y el Caribe
(COPPPAL). El 2 de abril de 2009, en ocasión del sepelio del ex presidente
Alfonsín, su adversario político durante los años 80, pronunció un discurso donde
afirmó: "Yo tuve dos maestros en la vida, que me enseñaron todo lo que sé o mal
sé. Uno se llamó Juan Domingo Perón, el otro Raúl Alfonsín". Cafiero también
estuvo en octubre de 2010 en la despedida del ex - presidente Néstor Kirchner, a
quien recordó entonces como un "amigo": "El paso de él por la vida argentina no
ha sido en vano. Es un hombre que ha dejado sus huellas imborrables en la
historia argentina. Nos ha dado un ejemplo de lo que debe ser el político que es
fiel a sus convicciones", sostuvo.
En relación a Evita,
Antonio Cafiero manifestó que el peronismo no sería fácil de explicar sin ella.
Asimismo dijo que a casi cincuenta y ocho años de su muerte, todos seguimos
reconociendo que en ella y desde ella, el movimiento liderado por Juan Perón
expresó sus "sagradas rebeldías" ante las injusticias y reivindicaciones vitales del
pueblo trabajador, a cuyos integrantes ella llamaba "mis descamisados" o "mis
queridos grasitas", desde un amor sin fronteras. Sostuvo que Evita fue la pasión y
la sensibilidad pero también las ideas y la racionalidad de transformaciones
profundas que el peronismo produjo en nuestra sociedad. La ampliación de la
participación política, con la consagración del sufragio femenino y la consiguiente
profundización de la democracia argentina fue una de sus mejores banderas, que
generaciones posteriores, como ella quería llevaron a la victoria no ya de una
causa partidaria, sino de una causa de todas y cada una de las mujeres de esta
tierra. Tuvo el privilegio de conocerla y de tratarla. Recordó que la primera vez que
la tuvo enfrente fue el 3 de febrero de 1947 en el Concejo deliberante, donde ella
ocupaba una oficina para atender a quien tuviera una necesidad. "...Los
universitarios peronistas fuimos a plantearle la nuestra: queríamos llevar la
revolución justicialista a los claustros...." Dijo que Ella supo escucharnos cuando
no era fácil hacerlo, ya que en el ámbito de la universidad y el peronismo y Perón
eran una mala palabra y nadie quería librar ese combate.
Manifestó que la
recuerda con sus ojos centelleantes, mirando fijamente al auditorio y cerrando el
encuentro con un mensaje que tranquilizó nuestra ansiedad: "...las palabras que
acaba de decir el Compañero Cafiero estarán de inmediato en conocimiento del
general Perón". Y así fue. Ese día la llamó "la dama de la esperanza", porque ella
irradiaba eso: la sensación de que el tiempo que vivíamos era un ancho espacio
de caminos a recorrer y de promesas a cumplir. Por eso para Antonio resultaba
difícil pensar qué hubiera sido el peronismo sin ella.
También resulta significativo recordar
la construcción del espacio político denominado "Renovación Peronista" de la que
fue su líder y artífice. Su ideario puede resumirse en las siguientes palabras. En su
génesis, el peronismo nació a la vida política y social con la misión de construir
una Nueva Argentina, moderna a industrial. Una democracia plena de Justicia
Social y una sociedad solidaria apta para facilitar la realización integral del
hombre argentino. Estos objetivos implicaron autonomía conceptual frente a las
ideologías dominantes en el mundo, ruptura con el pasado inmediato,
autodeterminación en las decisiones trascendentes, protagonismo popular,
participación orgánica de los sectores sociales y presencia activa y eficaz del
Estado.
Aunque original en su propuesta, el
peronismo se reconoció siempre a sí mismo como la expresión contemporánea
del movimiento nacional popular, social y federal que arranca desde el inicio de
nuestra historia y que se nutrió con la suerte, a veces triunfante, a veces trágica,
de los héroes de la Independencia, los caudillos federales, los líderes del voto
popular y los defensores históricos de la causa nacional.
Más allá de las distintas lecturas, nadie
puede negar que el peronismo inauguró en el país una nueva época. La historia
de los argentinos empieza a transitar otros caminos a partir de 1945. El genio de
Perón y el verbo de Evita venían ahora a escribir su página tal vez más gloriosa.
Desde el movimiento nacional, encarnado por el peronismo, se plantea y se inicia
una transformación sustancial en la organización y relación entre el Estado y la
sociedad, en las relaciones sociales (capital-trabajo) y en la economía sustentada
ahora en profundas reformas estructurales. Frente a la democracia restringida y
fraudulenta impuesta por el régimen liberal-oligárquico se eligió una democracia
económica y social, basada en un criterio de justicia. Frente a la economía
primaria y periférica se edificó una estructura industrial con una gran capacidad de
crecimiento económico y equidad distributiva. Frente a la secular dependencia
financiera externa se generó un proceso interno de acumulación nacional que hizo
posible el desarrollo autónomo.
Señalaba que por todo esto no somos
un país sin historia, poseedor de una crónica confusa que enfrentó a democráticos
y autoritarios (éste es apenas el esquema de aquellos que se demuestran
incapaces de explicar y resolver los conflictos centrales de la Nación). La rica
experiencia de las luchas populares y nacionales no puede ser reducida a la
historia de la lucha de las mentalidades. En esa etapa histórica sostenía que para
los peronistas todavía continúan irresueltos aspectos centrales de nuestra
identidad: la construcción de la Nación y su autonomía, el drama de la injusticia y
la necesidad de refundar una personalidad que permita reconocernos como
latinoamericanos y pisar con firmeza los umbrales del nuevo milenio.
Decía que después del '55, el
nostálgico regreso a la Argentina preindustrial se sumó a la violencia y la
arbitrariedad. La oligarquía fomentó años de intolerancia, desencuentros,
proscripciones, y humilló consecuentemente el espíritu nacional y popular. Aun los
partidos con base popular trataron de vivir de los retazos del poder que cedió el
privilegio para terminar para siempre con el peronismo. La respuesta violenta se
fue generando entre los argentinos, en un mundo convulsionado que parecía
anunciar conmociones revolucionarias de magnitud desconocida.
El regreso de Perón al país se produjo
en un clima tumultuoso y una época signada por desencuentros, que el General
intentó clausurar convocando a la pacificación, a la reconstrucción y la edificación
de un sistema democrático estable y participativo. Para ello, fue el primero en
desmontar antiguos odios, no exigió miradas vengativas, no reclamó revancha.
Convocó a construir una nueva cultura política. Su muerte no sólo cerró un
capítulo de la historia del peronismo; también significó el fin de una época. No
porque los problemas del país se hubiesen resuelto, sino porque desaparecía la
figura sobre la cual se exacerbaron a favor o en contra las pasiones políticas de
los argentinos. Los peronistas no pudimos desde el gobierno institucionalizar su
legado, y esa deficiencia, acrecentada por el acoso de los enemigos de adentro y
de afuera, conformó el prólogo del horror vivido durante los años de la
dictadura.
Recordó como durante la dictadura
fueron los más castigados y también los que protagonizamos los hechos que
conmovieron el dispositivo dictatorial. Sin embargo, a la hora de la decisión en las
urnas, la mayoría del pueblo no nos eligió. Es cierto que no habían sido capaces
de hacerse cargo de los errores cometidos, ni de asumir los cambios operados en
la sociedad, pero fue la "solución" decretada para la sociedad industrial generada
por el peronismo (y dificultosamente sostenida a lo largo de casi tres décadas), el
marco estructural que signó nuestra derrota electoral.
Nos decía que en ese entonces
comenzó así a gestarse en el peronismo la conciencia de la Renovación como
capacidad para entender las nuevas demandas del país. La ausencia de liderazgo
ponía en marcha una etapa distinta en su historia: la transición hacia formas
organizativas e institucionales nuevas. Esto constituía un tremendo desafío y una
gran responsabilidad. Por un lado, evitar la disgregación del que fuera el más
grande movimiento de masas de América Latina; por otro, neutralizar las visiones
deformadoras que traicionan la naturaleza revolucionaria del peronismo.
En síntesis, un recorrido que debe
vincular con fidelidad histórica y porvenir, una coyuntura donde el pasado y el
futuro son parte de un mismo compromiso con las aspiraciones populares. Este
fue el primer atributo de la Renovación: ratificar la vocación por la construcción
autónoma de la Nación y generar en el marco de la democracia los cambios que la
sociedad en su conjunto continúa reclamando. Pensar que el peronismo pueda
transitar una etapa de integración a políticas antinacionales en lo económico y
antipopulares en lo social, sin sufrir un colapso, es olvidarse o negar su
condición.
La renovación no
convocaba solamente a participar de la "revolución de las formas". No es sólo un
estilo democrático el que nos reconciliará con la mayoría perdida. El estilo
democrático, la transparencia en las decisiones y el protagonismo de los
peronistas constituyen mecanismos que deben sustentar y complementar nuestra
vocación de cambio para así convertirnos en alternativa de poder creíble. Nosotros
no miramos al país desde un lugar aséptico o descomprometido con los sectores
sociales. Eran tributarios, en primer lugar de los sectores más desfavorecidos de
la sociedad y, desde allí, desde un sujeto complejo pero real, nos planteamos
articular el movimiento nacional. La sociedad no es una abstracción en la cual el
marco democrático disuelve intereses, creencias, pasiones y esperanzas. La
democracia no excluye conflicto y confrontación, y el camino continúa siendo
concertar con aquellos que se sienten convocados a refundar una política que nos
devuelva en plenitud el sentido de la justicia y la libertad. Trabajadores
sindicalizados y no sindicalizados, empresarios comprometidos con la producción,
mujeres, profesionales, intelectuales y jóvenes que no quieren que mueran sus
sueños de vivir en una sociedad mejor, deben recuperar el protagonismo
perdido.
Decía que no eran peronistas
vergonzantes que tenemos que dar cuenta crítica de nuestra propia historia.
Encarnamos un movimiento popular que, como es común al destino de las fuerzas
progresistas de Latinoamérica, recorrió un camino difícil, sembrando grandes
aciertos y cometiendo, también, graves errores. Omitir nuestro pasado sería
admitir la derrota del porvenir; consagrar la fatalidad de un futuro vacío. Tan
hipócrita es pretender jugar con la amnesia colectiva como que los peronistas
eludamos nuestros errores pasados. La autocrítica es patrimonio de los
movimientos transformadores, pero debe incluir el saldo positivo de la propia
experiencia, sin ceder a las presiones de quienes no fueron precisamente los
arcángeles o los custodios de la voluntad popular. Renovarse no es renunciar a
las esencias, acceder a las falsas memorias o desnudar un estilo culposo de lo
que fuimos y lo que queremos ser. Aceptamos que las visiones sobre la década
'45-'55 puedan ser distintas y estén todavía bifurcadas por dicotomías
irreconciliables.
Pero ningún argentino bien
intencionado puede desconocer que allí se fundaron las bases de una Argentina
moderna. La justicia, la participación, la revolución productiva, la movilización
social y la incorporación activa de una clase obrera de signo nacional fueron
atributos de una modernización que nos permitieron responder a los desafíos de la
época. No somos aplacadores de rebeldías, no vamos a clausurar las ilusiones, no
podemos ignorar el sentido trascendente de la historia. Tampoco vamos a
convalidar que se nos proponga la resignación como razón última de la
democracia. No apelamos al interés del ciudadano virtuoso sino al reencuentro
con un ideal colectivo, a la certeza de que es posible avivar la pasión por un orden
más justo. La Argentina no puede reducirse a ser el escenario de una competencia
tramposa entre réprobos y elegidos. Vivimos el drama de una Nación inconclusa
en un continente irrealizado.
¿Por qué seguir rindiendo examen de
democracia frente a quienes, en una actitud sectaria y contradictoria con el
pluralismo, siguen pensándose como los dueños del sistema reconquistado en
octubre del '83? La Renovación tenía otra visión de la democracia. No queremos
ser creíbles a costa de imitar servilmente a los sistemas hegemónicos de
Occidente. No aceptamos disolvernos como Nación en el nuevo universalismo de
la modernidad. La modernidad, por el contrario, nos exige reconocernos en
nuestra identidad, conmovernos como parte de un continente que quiere construir
su propia historia y no comprarla hecha.
Decía que la democracia argentina
debe ser el marco para el desarrollo de nuestra singularidad, el perfil de un país
que no se diluya en los planos que trazan los poderes internacionales. Somos,
aunque cueste reconocerlo, parte de los pueblos que todavía pugnan por ser
escuchados. Integramos una geografía subalterna que no quiere ser condenada a
configurar eternamente los arrabales de una nueva civilización.
El sustento de la democracia debe ser
la Unidad Nacional, no como forma de negar el pluralismo, sino como aptitud de
sabernos transitando fines compartidos. Unidad de los sectores nacionales y
populares, de las fuerzas sociales, de las organizaciones intermedias que puedan
concertar un proyecto, que respetando la diversidad de tendencias y orientaciones
coinciden en un objetivo común.
Por eso pensó la democracia desde
una perspectiva distinta de la tradicional. Enraizar su problemática en la dimensión
histórica nacional y latinoamericana, "nacionalizar" los términos de su discusión y
desarrollo, fortaleciendo los vínculos con las aspiraciones de los sectores
populares.
Consideró inseparables los problemas
de la democracia, la justicia, el crecimiento y la autonomía. Sin esos contenidos, la
democracia corre riesgo de ser una flor exótica y breve, una atmósfera artificial, en
la cual las cúpulas regulan sus conflictos y sucesivas apropiaciones de los bienes
sociales. La democracia no es solamente un sistema de reglas, medios y
condiciones que regulan la intervención de los distintos protagonistas en el
proceso de toma de decisiones.
El ejercicio de las libertades tiene su
correlato en la disposición y en la distribución del poder, de manera que si tal
distribución no existe, o existe en medida limitada, la libertad real es una ficción o
su magnitud es muy reducida. Una democracia administradora de la injusticia a
indiferente a los reclamos populares también lesiona el tema de las garantías y la
libertad. El crecimiento y la justicia no corresponden a otro plano del sistema sino
que son parte de una única a inescindible dimensión democrática. La realidad no
puede ser parcelada, ni los tiempos pueden recortar y dividir los momentos
políticos de los económicos y sociales. (De lo que se trata es de la disposición del
poder y los sentidos del proyecto que se ponen a prueba en el comienzo del
camino.) El gobierno ya ha desnudado sus insuficiencias su visión unidimensional,
su práctica neutralista y arbitral; en definitiva, su incapacidad para reconstruir una
Argentina con trabajo, justicia y bienestar.
Frente a esta opción, solo el peronismo
pudo diseñar una política nacional, popular, democrática y transformadora.
Nuestra tradición concertadora y frentista, el reconocimiento al protagonismo
social, la vocación productiva, la convicción distribucionista y el compromiso de
independencia que siempre hemos asumido, conforman las notas de un proyecto
alternativo, creíble y viable.
La Renovación fue un momento del
desarrollo movimientista, un tiempo de cambios, de rupturas, de fidelidades
creativas y de heterodoxias audaces. Renovar al peronismo fue también
reencauzarlo en su senda, recuperar su insolencia, no claudicar frente a los
poderosos, volver a sensibilizarnos en el amor a los humildes. Forjo una nueva
mística del cambio trascendiendo el realismo esquemático y el posibilismo. Esto
requiere abandonar sectarismos, abrirnos a las nuevas expectativas, ganar
voluntades para continuar la tarea de la liberación.
No convalido tirar por la
borda de los objetos en desuso palabras a imágenes caras a nuestra tradición.
Marcaba la necesidad de resignificar las palabras, actualizar sus contenidos
programáticos, pero señalaba la necesidad de seguir creyendo que es posible
reencontrarnos con la esperanza perdida. Una cosa es pensar que hay palabras y
consignas desvalorizadas que no operan como señales convocantes y otra es
sentir que hemos llegado al fin de una vocación. Que todo fue un mal entendido,
como nos quieren hacer creer los que se sienten fundadores de un paraíso de
mediocridad. En esta interpretación dejamos de "ser", mutilan nuestra militancia,
aniquilan los últimos vestigios de un sueño.
El pueblo peronista quería un
Movimiento y un Partido renovado y fuerte. Para ello, nos comprometimos a no
iniciar una lucha despiadada por los espacios de poder. Los hombres y las
candidaturas deben ser la coronación de un proyecto, una voluntad y una
conducta. Un estilo diferente en la construcción de las representatividades y en la
toma de decisiones. Ser esclavos de la voluntad popular, no torciendo en
componendas oscuras lo que los compañeros expresan a la hora de la
decisión.
La Renovación Peronista fue
transparencia en los procedimientos, propuesta explícita y consensual, terminando
con la política de las trastiendas y demostrando la capacidad para instalar la
política allí donde el pueblo pueda enriquecerla con su participación y creatividad.
Combatió las prácticas autoritarias, las visiones deformantes y a los dirigentes
mediocres. Era el momento de terminar con la confusión ideológico -
programática, discutiendo de cara al país y con el pueblo las propuestas que nos
permitirán volver al poder.
No intentaba luchar contra el aparato
"conservador" para oponerle el aparato renovador. Volver al poder requiere volver
al pueblo. Un Partido que sea fiel intérprete de sus aspiraciones y necesidades.
Una nueva práctica de la humildad que sea la antesala de un nuevo humanismo,
sustento de una sociedad que contenga nuestros anhelos de vida.
La Renovación Peronista fue un
proyecto transformador, con métodos incuestionables y hombres que encarnaron
con credibilidad y decisión las nuevas tareas del movimiento popular. Levantó
frente a la ideología de la resignación y el posibilismo, la ideología de la autonomía
estratégica de la Nación, una voluntad de cambio y un compromiso con la justicia
social. Este es el desafío y no lo defraudaremos.
Para finalizar quiero
resaltar que referentes de todos los sectores políticos expresaron ayer sus
condolencias por el fallecimiento de Antonio Cafiero y resaltaron la trayectoria del
histórico referente peronista no sólo como dirigente partidario sino, especialmente,
como hombre de la democracia. "En política sólo unos pocos como Antonio
adquieren un prestigio tal que son reconocidos por propios y adversarios. En
momentos difíciles de la transición democrática Cafiero supo respaldar las
instituciones. Por eso, es inolvidable la imagen de él junto al presidente Ricardo
Alfonsín compartiendo el balcón de Casa Rosada", dijo el gobernador bonaerense
Daniel Scioli. El diputado nacional de la UCR Julio Cobos expresó: "Falleció
Antonio Cafiero, actor fundamental en el proceso democrático argentino. Mi
reconocimiento a su figura y condolencias a familiares".
Por su parte, Ricardo
Alfonsín recordó: "La democracia le debe muchísimo a Cafiero, porque fue una
pieza elemental en la transición de la década del '80. El apoyo que le dio al
gobierno en momentos difíciles le trajo costos políticos hacia dentro de su partido.
Por su lealtad a la democracia, nos privó a los argentinos de un gran presidente
que hubiese sido". El presidente del comité nacional de la UCR, Ernesto Sanz,
indicó: "Desde el radicalismo recordamos a Cafiero como uno de esos políticos
que trascendieron a su partido, como un demócrata que puso al país por delante
de sus ideas". Para Hermes Binner, presidente del Partido Socialista, Cafiero "fue
un gran demócrata porque siempre tuvo una actitud que significaba generar un
país mejor, esta enseñanza queda en mucha gente". "Nunca buscó el atajo sino
que fue por el veredicto de las urnas, y esto lo enaltece porque en momentos
difíciles supo llevar adelante una política de crecimiento para Argentina en su
conjunto", agregó. En tanto, el ministro de Defensa Agustín Rossi expresó: "El
fallecimiento de Antonio Cafiero no sólo nos entristece a los que compartimos el
ideario peronista, sino que es una verdadera pérdida para todos los argentinos
que creemos en la defensa de las ideas políticas de manera apasionada y, al
mismo tiempo, respetuosa". "Era dueño de un pensamiento y de una actitud libre y
era un demócrata. Fue quizás el último de aquellos peronistas que tenían un
pensamiento propio", dijo por otra parte el ex interventor del Comfer Julio Bárbaro.
"Murió un referente histórico del peronismo, que tuvo el privilegio y bendición de
trabajar como el ministro más joven de Perón. Dio todas las batallas políticas en
los momentos más difíciles de la Argentina y demostró con su ejemplo y lucha
aquello que nos legó Perón de que para un argentino no hay nada mejor que otro
argentino", aportó el titular de la Uatre Gerónimo Venegas.
Se despide uno de los
principales símbolos del PJ, que vio morir a Perón y Evita, a quienes acompañó
hasta el final: será ahora homenajeado por sus compañeros de todos los
peronismos posibles y también de otras fuerzas que reconocen su trayectoria no
sólo como estadista sino, especialmente, como hombre de la democracia. Como
militante y amigo de Antonio Cafiero y en representación del bloque de diputados
del Frente Renovador expresé que" ha sido un hombre de estado, un estudioso
comprometido con su país y sus ideas. Investigó y aportó generosos textos a los
movimientos populares" Y agregué: "Amante del debate de ideas innovadoras de
imborrable cuño Peronista ha sido un demócrata que no especuló y poso en
defensa de la democracia. Un hombre de familia y fuertes principios tanto como
un soñador disciplinado, laborioso, organizado y con una formación política que lo
distinguió siempre". Recordé a su vez que "siendo apenas un chico, estudiante de
ingeniería me hizo sentir grande, me trasmitió sus ideas y su pasión y para
finalizar digo que "siento orgullo el haber contado siempre con su confianza y
satisfacción por haberle guardado lealtad incondicional".
Por las razones expuestas solicito a los
Sres. Diputados me acompañen en la aprobación del siguiente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
GIUSTOZZI, RUBEN DARIO | BUENOS AIRES | FRENTE RENOVADOR |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
LEGISLACION GENERAL (Primera Competencia) |
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
---|---|---|
12/11/2014 | DICTAMEN | Aprobados con modificaciones unificados en un solo dictamen |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
---|---|---|---|
Diputados | Orden del Dia 1398/2014 - DICTAMEN CONJUNTO DE LOS EXPEDIENTES 8015-D-2014, 7994-D-2014, 8021-D-2014, 8057-D-2014, 8114-D-2014 y 8286-D-2014 | CON MODIFICACIONES | 18/11/2014 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | APROBACION ARTICULO 114 DEL REGLAMENTO DE LA H CAMARA DE DIPUTADOS; COMUNICADO EL 09/12/2014 CONJUNTAMENTE PARA LOS EXPEDIENTES 8015-D-2014, 7994-D-2014, 8021-D-2014, 8057-D-2014, 8114-D-2014 y 8286-D-2014 | APROBADO |