PROYECTO DE TP
Expediente 7808-D-2010
Sumario: DON ANGEL VICENTE "CHACHO" PEÑALOZA: SE DISPONE LA ACUÑACION DE UNA MONEDA CONMEMORATIVA.
Fecha: 25/10/2010
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 161
El Senado y Cámara de Diputados...
Artículo 1º:
Dispóngase la acuñación de una moneda conmemorativa
en homenaje al "Chacho", Don Ángel Vicente
Peñaloza.
Artículo 2º: El
Banco Central de la República Argentina y la Casa de la
Moneda adoptarán las medidas necesarias para dar
cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 1º de la presente
ley.
Artículo 3º:
Comuníquese al Poder Ejecutivo.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Nos vemos
obligados de hacer un raconto histórico de lo que fue la
vida de este caudillo riojano a los fines de ilustrar en
breves palabras cual ha sido su protagonismo en nuestra
historia.
Nació en 1796 en la pequeña aldea de Guaja, La
Rioja. Era y es reconocido mucho más con su apodo, el
Chacho, que con su nombre, Angel Vicente Peñaloza. Se
caracterizo por su bondad valentía y empecinamiento en la
lucha por su proyecto de nación que defendió sin medir las
consecuencias, fue un paisano sencillo y bondadoso pero
astuto, hombre de pocas palabras que se movía por los
impulsos del corazón.
En 1817 integró la caballería llanista que va con la
expedición a Copiapó, acción bélica en la que se lucen los
riojanos, quienes se hacen merecedores de la distinción
que San Martín otorgó a los vencedores de Chacabuco. A
partir de 1820 el Chacho acompaña a Juan Facundo
Quiroga, como soldado de las milicias riojanas, en todas
sus campañas, primero contra Gregorio Aráoz de
Lamadrid y después contra José María Paz.
Pero el Chacho
era muy diferente a su jefe. Facundo era una expresión
insólita de su medio, por su nervio, su agresividad, su
imaginación y hasta por los altibajos tormentosos de su
espíritu; era un producto típico de las convulsiones de la
época. El Chacho era una expresión mucho más auténtica
de la idiosincrasia paisana en su sencillez, su bonhomía,
su ingenuidad. Era un gaucho servicial y casi iletrado,
firme en sus lealtades, apegado a los regocijos menores
de la vida campesina. A Facundo lo amaban, pero también
le temían. En cambio, nadie temblaba ante el Chacho.
El asesinato de
Quiroga en 1835, dejó vacante el liderazgo político-militar
de La Rioja: fue Tomás Brizuela quien heredó en parte la
jefatura popular y la jefatura militar de la Liga del Norte
contra Rosas. Al lado suyo quedó el Chacho. Ambos se
designaban como federales, pero mordían sordos
resentimientos contra Rosas: creían que él había sido
actor oculto del desastre de Barranca-Yaco. Pero en 1840
estos remordimientos tenían una causa más profunda. La
porteña ley de aduanas no alcanzó a evitar la creciente
miseria de las provincias del interior, desguarnecidas de
toda protección. El régimen autoritario impuesto por Rosas
había decepcionado a los dirigentes del interior.
Junto a Bustos,
gobernador riojano, apoyó la gestión de Urquiza a partir
del Acuerdo de San Nicolás, y después de 1854 se
convirtió en firme puntal de la Confederación Argentina en
el noroeste. El 7 de Julio de 1855 fue ascendido a Coronel
Mayor del ejército nacional, grado equivalente al
Generalato. Y el 27 de Junio de 1861 el gobierno de la
Confederación lo nombró comandante en jefe de la
circunscripción militar del noroeste, que comprendía La
Rioja y Catamarca. Pero esto no altera su modo de vida,
simple y popular. Hasta 1860 interviene en muchos
episodios políticos y militares de la vida riojana, actuando
siempre sin ambición personal y con su proverbial
humanidad. Lo respetaban los antiguos federales, ahora
urquicistas, por sus antecedentes quiroguistas; y los ex
unitarios, ahora liberales, por sus luchas al lado de Lavalle
y Lamadrid.
En Septiembre
de 1861 sobreviene lo de Pavón. El gobierno de la
Confederación es derrocado y las orgullosas tropas
porteñas avanzan sobre el interior para apuntalar el "nuevo
orden de las cosas".
Después de
Pavón resistió en su provincia la ocupación dispuesta por
el gobierno del general Mitre, en dos sangrientas
campañas, a lo largo de las cuales esperó vanamente un
pronunciamiento de Urquiza, que no se produjo.
Así llega el
tratado de La Banderita (30 de mayo de 1862) y se le
encargaba la pacificación de La Rioja al propio Chacho. Y
a pesar de todas las dificultades, a fines de junio de 1862
los batallones nacionales evacuaban La Rioja. El general
Peñaloza asumía por decreto la tarea de incautar las
armas y un lugarteniente del Chacho - el teniente coronel
Felipe Varela - se hacía cargo de la comandancia general
de la provincia en reemplazo del jefe liberal que había
ejercido hasta entonces esa importante función.
Ese año, el
pueblo estaba en la indigencia y el único modo que
conocían los paisanos de remediarse era montarse a
caballo y cuatrerear las provincias vecinas. La precariedad
de la paz estaba dada por la irreductibilidad de las
concepciones de vida en pugna. Eran dos patrias las que
se enfrentaban: no había conciliación posible, por más
esfuerzos que hicieron los espíritus menos enconados de
ambos bandos. La guerra se aproximaba y Mitre encarga a
Sarmiento la dirección de la misma.
El 12 de noviembre de 1863 el brigadier general
Ángel Vicente Peñaloza, a sus gallardos 65 años, estaba
en la pequeña población riojana de Olta. Cuando Vera lo
encuentra en su refugio y pregunta por él, sale a recibirlo
con un mate en la mano y, entregando su facón -en cuya
hoja rezaba la leyenda "el que desgraciado nace / entre los
remedios muere"-, le dice al capitán: "estoy rendido". El
mayor no tarda en aparecer. Entra al cuarto y pregunta de
un grito: "¿quién es el bandido del Chacho?". Una voz
calma, desbordante de buena fe, le contesta: "yo soy el
general Peñaloza, pero no soy un bandido".
Inmediatamente, y sin importarle la presencia del hijastro y
de doña Victoria Romero de Peñaloza, el mayor Pablo
Irrazábal toma una lanza de manos de un soldado y se la
clava en el vientre al general. Después lo hizo acribillar a
tiros. Y mandó cortarle la cabeza y exhibirla clavada en
una pica en la plaza del pueblo de Olta. Sarmiento, que
nada deseaba más que esa muerte, le escribe a Mitre el
18 de noviembre: "...he aplaudido la medida, precisamente
por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado
pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se
habrían aquietado en seis meses".
Así termina la
vida del "Chacho", un amable gaucho generoso y valiente
defensor a ultranza de las libertades de los pueblos. Su
biografía ha sido extraída de diversos textos.
Es por lo
expresado que se solicita que se le brinde un sincero
homenaje acuñando una moneda con su imagen.
Firmante | Distrito | Bloque |
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