PROYECTO DE TP
Expediente 7804-D-2010
Sumario: "PROGRAMA NACIONAL DE INVESTIGACION Y DESARROLLO DE ESTRATEGIAS EDUCATIVAS - PRONIDE-" Y "ESCUELAS MODELO DE EDUCACION INTEGRAL - EMEI -". CREACION.
Fecha: 22/10/2010
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 160
El Senado y Cámara de Diputados...
Creación del Programa
Nacional de Investigación y Desarrollo de Estrategias Educativas
(PRONIDE) y Escuelas Modelo de Educación Integral (EMEI).
El Senado y Cámara
de Diputados...
ARTÍCULO
1º: Impleméntese en el ámbito de la Secretaría de Educación del Ministerio de
Educación de la Nación, el Programa Nacional de Investigación y Desarrollo de
Estrategias Educativas (PRONIDE) cuya función es generar y desarrollar una
estrategia pedagógica nacional, con el objetivo de promover a la diversidad
cultural como uno de los componentes esenciales del desarrollo cognitivo y social.
ARTÍCULO
2º: Sus pilares son las matrices culturales y de pensamiento que caracterizan la
diversidad de nuestro territorio, integrándolo al resto del continente y dando
fundamento a la idea de una mirada que nutra la concepción de América Latina
como civilización con rasgos propios.
ARTÍCULO
3º: El programa se sustenta en el logro de los principios de inclusión con calidad
que promueve la Ley Nacional de Educación, en tanto para su concreción estos
principios necesitan recuperar las potencialidades silenciadas de vastos sectores
del pueblo argentino, en aras de eliminar los factores de expulsión que puedan
existir en el sistema educativo.
ARTÍCULO 4º: Son objetivos
del programa:
1. Relevar los aspectos
locales/regionales de la diversidad cultural que se manifiestan en cada región
donde se asentarán las EMEI.
2. Generar un sistema de
monitoreo del programa en todos sus niveles con el propósito de brindar
información actualizada de su desarrollo.
3. Diseñar la estrategia nacional
de una pedagogía de la diversidad.
4. Producir teoría didáctica en
consonancia con esta pedagogía.
5. Evaluar las potencialidades
de la pedagogía de la diversidad y sus prescripciones didácticas en experiencias
institucionales.
ARTÍCULO 5º: Créanse las
Escuelas Modelo de Educación Integral (EMEI), que funcionarán como experiencias
piloto, a fin de diseñar una estrategia pedagógica y didáctica de la diversidad.
Las EMEI requerirán de la articulación
de un equipo interdisciplinario de investigación cuya función será recuperar y
evaluar las experiencias pedagógico-didácticas interculturales realizadas y a
realizarse en distintas escuelas, como base para formular un modelo escolar capaz
de garantizar el desarrollo de las potencialidades de los niños, a partir de la
reivindicación de su dignidad y de la diversidad cultural.
ARTÍCULO 6º: Las escuelas
EMEI serán escuelas de educación básica, no graduadas y organizarán su
currículum en torno a diferentes áreas (Ciencias Sociales; Ciencias Naturales;
Matemática; Lengua materna, oficial y extranjera); talleres de Informática, de
Educación física y deportes, Artes visuales, Autonomía alimentaria y Salud.
Tanto en el desarrollo de las áreas
como en el de los talleres, se promoverá la articulación de conocimientos y
prácticas que provengan de las disciplinas científicas y de los saberes culturales y
sociales de las familias de los alumnos.
ARTÍCULO 7º: Las EMEI
contarán con un comedor que funcionará en un espacio especialmente construido
para tal fin y en horario que no se superponga con las actividades de aprendizaje.
Contarán asimismo con espacios apropiados para desarrollar todas las áreas
curriculares y los talleres, así como con el material necesario. La arquitectura
edilicia de las escuelas tendrá en cuenta las particularidades regionales (los
materiales y el diseño estarán adaptados al lugar y su gente).
ARTÍCULO 8º: El horario
escolar (ocho horas reloj diarias) estará organizado en función de las necesidades
de los alumnos. La escuela deberá funcionar como un espacio abierto para cubrir
las necesidades de aprendizaje y esparcimiento; no como un lugar de encierro.
ARTÍCULO 9º: Los docentes
y directivos a cargo de estas escuelas serán seleccionados a partir de una
convocatoria de aspirantes. Se contemplará en especial a quienes hayan
desarrollado experiencias innovadoras con niños pertenecientes a sectores
populares; la formación en el área para la cual se presentan, la iniciativa y
motivación para integrar el proyecto. Los futuros docentes y directivos participarán
de un período previo de formación e intercambio de experiencias en la nueva
modalidad.
ARTÍCULO 10º: De
forma.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El diseño de la estrategia está
centrado en la escolaridad básica y se sostiene en la creación de las Escuelas
Modelo de Educación Integral (EMEI), que funcionarán como experiencias
piloto para el diseño de una estrategia pedagógica de la diversidad. A partir de la
evaluación de estas experiencias, tal pedagogía será el fundamento para elaborar
estrategias didácticas a ser implementadas en escuelas del sistema educativo del
país. Para ello es necesaria la conformación de un equipo interdisciplinario de
investigación con la función de recuperar y evaluar las experiencias pedagógico-
didácticas interculturales realizadas en distintas escuelas, promoviendo la necesaria
retroalimentación entre la producción de teoría pedagógico-didáctica y las
experiencias empíricas, a efectos de producir los ajustes necesarios que permitan
generalizar un modelo escolar capaz de garantizar el desarrollo de las
potencialidades de los niños, a partir de la reivindicación de su dignidad y de la
diversidad cultural.
Alcance y cobertura de las
EMEI
Estas experiencias contemplan
escuelas de jornada completa, con parte de su horario flexible, a fin de adaptarlo a
las necesidades de los alumnos. Funcionarán como pruebas piloto cuyo propósito
es evaluar logros y errores con el objetivo de promover una transformación más
abarcadora del sistema educacional, tanto en lo referido a la retención de niños en
el sistema escolar de acuerdo con los postulados de la Ley de Educación, como en
lo que respecta a un cambio en los contenidos del currículum y en las modalidades
didáctico-pedagógicas. Se busca capacitar a los alumnos para afrontar los desafíos
del nuevo tipo de CONOCIMIENTO que plantea la necesidad de articular los
conocimientos técnico-académicos con las potencialidades de los saberes sociales y
culturales. Las EMEI -cuyo número inicial deberá determinarse en función del
presupuesto y los recursos humanos disponibles- estarán situadas en una primera
etapa en lugares accesibles a quienes viven en barrios, asentamientos o villas,
pertenecientes a familias de bajos ingresos o en condiciones de pobreza e
indigencia. El criterio se basa en la evidencia de que los niños que portan una
cultura sojuzgada y presentan mayores problemas de aprendizaje, repitencia o
deserción, pertenecen mayoritariamente a estos sectores socio-económicos.
Las escuelas funcionarán organizando
su currículum en torno a diferentes áreas (Ciencias Sociales; Ciencias Naturales;
Matemática; Lengua: materna, oficial y extranjera); talleres de Informática;
Educación física y deportes; Artes visuales, Autonomía alimentaria y Salud. Tanto
en las actividades de las áreas como en la de los talleres, se desarrollarán
conocimientos y prácticas que provengan de las disciplinas científicas y de las
matrices culturales de las familias de los alumnos.
Las EMEI contarán con un comedor
que debe funcionar en un espacio especialmente destinado para tal fin y en
horario que no se superponga con las actividades de aprendizaje. Tendrán
asimismo espacios apropiados para desarrollar todas las áreas y actividades
curriculares y de talleres, así como el material requerido para cada uno de estos. El
horario escolar (ocho horas reloj diarias) estará organizado en función de las
necesidades de los alumnos, en tanto la escuela debe funcionar como un espacio
abierto para cubrir sus necesidades de aprendizaje y no como un lugar de
encierro. Las necesidades educativas de los niños requieren del apoyo de sus
familias y su comunidad; por esta razón, no deben pasar más horas en la escuela
de las que pasan en sus hogares, a excepción de aquéllos que por circunstancias
especiales, por imposibilidad de sus familias o porque no cuenten con ellas,
habrán de permanecer el horario completo en el medio escolar.
Las familias son
depositarias de un importante bagaje de saberes que provienen de su matriz
cultural y de seculares experiencias generacionales y ello permite establecer un
fluido intercambio entre esos saberes y la actividad escolar, en tanto se les
reconozca su valor. La valorización de los saberes familiares dignifica el grupo de
pertenencia de los chicos y neutraliza el conflicto de lealtades a los cuales se los
somete, entre la figura del docente como portador de la cultura oficial de la
escuela y la cultura de su hogar, en el cual se desarrolla la educación primera. Los
niños llevarán tareas que requieran de los conocimientos de sus familias y las
familias entrarán en las escuelas aportando sus saberes en distintas temáticas y
actividades.
Los docentes y directivos a cargo de
estas escuelas serán seleccionados a partir de un llamado de aspirantes. Se
contemplará en especial a quienes hayan desarrollado experiencias innovadoras
con niños pertenecientes a sectores populares, su formación en el área para la cual
se presentan, su iniciativa y su motivación para participar del proyecto. Los futuros
docentes y directivos tendrán una etapa de formación en la nueva modalidad, con
el fin de prepararse para la especificidad de este tipo de experiencias.
Las EMEI y la
democratización del conocimiento
Diferentes estudios
dan cuenta del peso de las emociones en la comprensión y en la toma de
decisiones, aún las más racionales. Las nociones de incertidumbre o
retroalimentación o de mutua influencia entre causas-efectos, relativizan las
afirmaciones acerca de verdades únicas e inapelables, tanto en las ciencias duras
como en las humanísticas y sociales. Autores del campo de las Ciencias Cognitivas
como Humberto Maturana y Francisco Varela, critican la idea de una jerarquía
única de los saberes válida para todo tiempo y lugar -donde el conocimiento sería
patrimonio exclusivo de los científicos frente a una masa de ignorantes- y remiten
su relevancia a los distintos contextos (Maturana y Varela, 1993). Algo por demás
obvio al tomar en cuenta un ejemplo simple: si por circunstancias dadas alguien se
pierde en la selva amazónica, sin duda en este contexto será preferible contar con
el conocimiento de un indígena tupí-guaraní que con el de Albert Einstein.
En la misma
perspectiva, el debate sobre la definición del conocimiento como recurso
estratégico tiene profundas connotaciones ideológicas y culturales: mientras los
poderes concentrados que dominan la tecnociencia plantean una abismal distancia
entre los patrimonios científicos y los del vulgo, otras corrientes afirman que el
conocimiento técnico-académico únicamente adquiere su riqueza al vertebrarse
con los saberes sociales y culturales diseminados en las sociedades. Esta
vertebración e intercambio en un plano de equivalencia permite, a través del
pensamiento colectivo, desplegar la imaginación, la creatividad, la capacidad de
innovación, el planteo de novedosos interrogantes y soluciones, que es la esencia
del conocimiento de avanzada. Lo cual no supone descalificar el saber científico u
oficializado que brinda el sistema formal de educación en todos sus niveles. Se
trata, por el contrario, de enriquecerlo y problematizarlo en un diálogo con los
protagonistas sociales, que en América Latina portan sus propias miradas del
mundo, enraizadas en experiencias vitales acumuladas a lo largo de generaciones
y en patrimonios de ideas que remiten a las culturas de pueblos originarios y
negros, mestizadas y reformuladas con los aportes europeos desde hace cinco
siglos. Un concepto de conocimiento socialmente útil que cuestiona la pretensión
de dividir a los seres humanos entre civilizados o bárbaros y definir a la cultura
dominante de Occidente como la cultura universal por excelencia.
El reto de democratizar la educación
obliga a abordar el análisis de las corrientes filosóficas y las propuestas políticas -
cuyos supuestos definen los lineamientos educativos como uno de sus aspectos
esenciales- con una óptica que permita señalar facetas silenciadas, cuya vigencia
actual cercena las posibilidades de impulsar una democracia a la altura de los
tiempos. Las tradiciones del pensamiento nacional-popular latinoamericano tienen
un rico bagaje para aportar en esta tarea (Argumedo, 1993); y a este desafío,
vinculado con las transformaciones planteadas por la Revolución Científico-Técnica,
se suma en nuestro país la magnitud alcanzada por los problemas de deserción,
repitencia y dificultades de aprendizaje, especialmente entre los sectores más
desfavorecidos de la sociedad.
Una educación basada en la
dignificación de los educandos pertenecientes a las clases empobrecidas, es la
clave para fortalecer sus potencialidades, de manera tal que los saberes brindados
por la escuela constituyan un enriquecimiento y no una agresión a sus identidades.
Debemos preguntarnos hasta dónde las dificultades de aprendizaje, los problemas
de repitencia, deserción e incluso las manifestaciones de indisciplina o violencia, no
son una respuesta a dolorosas sensaciones de humillación. Por lo tanto esta
mirada cuestiona duramente el concepto de "educabilidad" que afirma la
incapacidad irreversible de ciertos educandos para adquirir conocimientos válidos.
Cabe mencionar que la escuela argentina definió en esta categoría al pequeño Evo
Morales, quien no pudo aprobar el primer grado en una escuela del pueblo de
Calilegua cuando sus padres llegaron a nuestro país para trabajar en la zafra del
Ingenio Ledesma en Jujuy.
Las EMEI y los métodos de
enseñanza
Los vínculos entre las
miradas filosófico-políticas que marcan los ejes educacionales sustantivos, la
definición del perfil del educando y las modalidades del proceso de enseñanza-
aprendizaje, permiten reflexionar acerca de algunos núcleos problemáticos
referidos a los valores y objetivos de base en los cuales se sustenta la dinámica
escolar. Ante los cambios en las formas del conocimiento, las mentalidades a
formar en las escuelas marcan la necesidad de desplazar un tipo de enseñanza
basado en la fragmentación de las disciplinas, en la acumulación acrítica y
memorística, en una repetición que, en palabras de Simón Rodríguez, sólo produce
papagayos. En sentido opuesto, las experiencias pedagógicas y didácticas han de
promover un pensamiento reflexivo, con creatividad y capacidad de formular
preguntas innovadoras, plantearse nuevos problemas, situar los elementos en su
contexto, desarrollar esa perspicacia espiritual que permite elaborar respuestas
ante situaciones cambiantes, captando las circunstancias en sus diversas
manifestaciones y múltiples posibilidades (Rodríguez 1999).
La coherencia intrínseca de las
concepciones filosófico-políticas en lo referido a distintos aspectos de la
democratización educativa, se manifiesta también en los métodos didácticos y
pedagógicos. En el pensamiento liberal y en la cultura occidental dominante, la
parcialización de los saberes impide formular miradas abarcadoras -que es la
condición del pensamiento crítico- y ello facilita ocultar determinados intereses o
situaciones en nombre de una supuesta rigurosidad: es el caso de los silencios
sobre la esclavitud y el racismo cuando se pone como ejemplo la democracia de
Estados Unidos o los valores de la Revolución Francesa de libertad e igualdad
silenciando el colonialismo. Simón Rodríguez señalaba que el pensamiento creativo
a ser inculcado en las escuelas tiene como objetivo desarrollar en los educandos la
capacidad de percibir las propias circunstancias a fin de actuar sobre ellas y se
vinculaba estrechamente con el proyecto de reconstruir sobre otras bases estas
sociedades devastadas por tres siglos de dominio colonial. En su perspectiva, la
educación había de capacitar a los ciudadanos para actuar teniendo en cuenta la
totalidad de condiciones que influyen sobre la naturaleza y las relaciones sociales;
era necesario formar mentes lúcidas, con un conocimiento relacional, abarcador,
flexible, capaz de abordar la complejidad de esas experiencias y sus cambios.
El proceso de
enseñanza-aprendizaje debía desarrollarse paulatinamente, considerando que no
existe un objeto aislado; aún el que parece más independiente siempre tiene
relaciones. El trabajo de abstraer consiste en los esfuerzos realizados para aislarlo,
pero esta abstracción no debe perder de vista las "contigüidades y adyacencias",
ya que sólo en el marco de tales relaciones adquiere su real sentido. Pensar en
totalidad es lo que permite aprehender todos los elementos de un proceso o
fenómeno. En consecuencia el objeto de la enseñanza serán los problemas
captados en su totalidad, desde los más elementales a los más complejos,
siguiendo diferentes grados de abstracción. Al mismo tiempo, debe considerarse
que las circunstancias varían y que el movimiento más libre tiene dependencia de
las circunstancias, sea una parte en relación al todo o el lugar, el tiempo, el modo
y otros factores presentes:
"Las circunstancias en
un caso, pueden no ser las mismas que en otro, porque todo varía; y varía porque
las circunstancias tienen sus circunstancias. Cada tendencia, cada hecho, cada
estado de cosas, es al mismo tiempo circundante y circundado, rodante y rodeado,
y es porque no hay acaecimiento ni suceso que no sea al mismo tiempo influyente
e influido. Toda cuestión, por consiguiente, es un compuesto de cuestiones
compuestas de otras cuestiones, por eso son siempre cortas las preguntas y largas
las respuestas. ¿Cómo se juzgará la propiedad o impropiedad de una acción sino
por las circunstancias en que se ha obrado o se pretende obrar? ¿Y cómo se
calificarán las circunstancias sin atender a las modificaciones que reciben de
otras?...Rodear la cuestión, porque, en efecto, todo está rodeado en el mundo"
(Rodríguez, 1999).
En este marco se
define la relación entre conocimientos teóricos y prácticos, donde lo que obliga a
pensar es la variedad de aplicaciones que se ofrecen en diferentes circunstancias.
La variedad de aplicaciones demanda ese "enseñar a aprender", que supone evitar
la repetición y la acumulación acrítica de conocimientos e información
parcializados. Desplegar en los alumnos la riqueza perceptiva, una ampliación del
campo de las experiencias, una creciente posibilidad de enfocar los problemas en
totalidad y sopesar las distintas aplicaciones ante la modificación de las
circunstancias. Rodríguez llama perspicacia espiritual a esa capacidad para la
lectura e interpretación de la complejidad en los procesos sociales y naturales,
para interrogarse acerca de las diferencias o relaciones y adaptar los
conocimientos a distintas situaciones. Esta visión educativa se articula con el
proyecto político de emancipación individual, social y nacional, al establecer los
pilares susceptibles de alimentar una opinión diferente basada en razones,
desterrando los modos de juzgar característicos de la vida cotidiana y de las
prácticas políticas derivadas de la herencia colonial. Tanto en el campo educativo,
como en el desempeño profesional y en la participación política, los juicios debían
sustentarse en fundamentos, en la evaluación de los diversos aspectos
involucrados en cada problema (Rodríguez, 1999). Estas ideas derrotadas,
despreciadas y silenciadas durante más de ciento cincuenta años, en la actualidad
coinciden con los postulados de las Teorías de la Complejidad y los aportes más
enriquecedores de las Ciencias Cognitivas emergentes al finalizar el siglo XX.
En las
Recomendaciones de la Conferencia Mundial de Unesco/Unicef sobre Educación
para Todos, realizada en Tailandia en l995, se plantea la necesidad de transformar
las modalidades de enseñanza y el tipo de conocimientos a ser transmitidos, frente
a los cambios gestados por la Revolución Científico-Técnica en el área del saber.
Con el propósito de superar las distorsiones que están produciendo métodos
educacionales anacrónicos, la consigna es desplazar una formación repetitiva y
parcializada por otra cuyo rasgo esencial sea la creatividad, las interrogaciones, la
reflexión. La acumulación de información pierde relevancia frente a la capacidad
para buscarla, saber utilizarla y procesarla. Las formas avanzadas de incorporación
y elaboración de la información y los saberes combinan diferentes modalidades -
relaciones, ubicación contextual, articulaciones, evaluación, descarte y similares-
que permiten miradas susceptibles de abordar las distintas temáticas con un
enfoque complejo. Se trata de favorecer una mayor ductilidad en la apropiación de
los conocimientos, en la posibilidad de innovar, en la adaptabilidad creativa a los
cambios, con imaginación al mismo tiempo creadora y rigurosa. Indicaciones
similares se toman como fundamento en la legislación sobre reformas educativas
en nuestro país y en América Latina: el interrogante es hasta dónde efectivamente
están siendo llevadas a la práctica en las escuelas.
La formación de mentes creativas
conlleva al menos dos condiciones que cuestionan la impronta disciplinante del
sistema escolar. Por una parte, es necesario impulsar de modo sistemático el
trabajo en equipo, a fin de recuperar el potencial del pensamiento colectivo, de la
solidaridad y la cooperación en la búsqueda de soluciones y en el aprendizaje
conjunto: un enfoque absolutamente opuesto a los planteos pedagógicos
neoliberales con su individualismo competitivo. En el plano filosófico global el
neoliberalismo reemplaza los criterios de supervivencia a largo plazo, basados en la
asociación y la complementariedad, por otros de corto plazo sustentados en una
competencia que socava y atomiza a las sociedades, haciendo del individuo un
enemigo o competidor de todos los demás. Lo cual supone que cada uno ha de
sobrevivir, no con el concurso de sus semejantes sino a costa de ellos. La
competencia como valor absoluto se refleja en el campo educativo mediante una
didáctica y criterios de evaluación que valorizan los logros individuales,
incentivando el personalismo y la pugna entre compañeros. Con una actitud
diferente, al permitirles expresarse libremente, los chicos de sectores populares
muestran con naturalidad sus conocimientos y formas de relación basados en la
reciprocidad; y quienes han finalizado sus tareas primero, en vez de llamar la
atención para ser reconocidos en su mérito, se acercan a los compañeros que
están atrasados con la actitud de ayudarlos. De esta manera hacen un invalorable
aporte pedagógico, al sumar a las indicaciones del docente su propia interpretación
de esas indicaciones, tornándolas más accesibles a sus pares (Prelooker 1996;
Maimone, 2004).
Las formas avanzadas
de organización de los procesos de trabajo -que requieren flexibilidad técnica y
polivalencia funcional en los trabajadores, junto a la constitución de círculos de
calidad organizados por medio de la cooperación y el intercambio de saberes-
marca el anacronismo de la competencia individualista como valor, tanto en la
educación como en las actividades laborales. Ante la velocidad y obsolescencia de
las tecnologías de punta que desplazan y reformulan las calificaciones requeridas
por el mercado de trabajo, las escuelas deben desarrollar capacidades que
permitan adquirir perspicacia espiritual; elaborar respuestas a partir de
observaciones y otros elementos, contextualizar los problemas, confrontar miradas
y razones, construir criterios comunes a través del debate. Este tipo de habilidades
facilita el posterior aprendizaje de tareas específicas y es una preparación para el
trabajo más apta que la formación técnica puntual o el capacitar a los educandos
como expertos. Lo cual no significa negar la pertinencia de una formación técnica
específica; pero no es solamente eso lo que deben brindar las escuelas: se sabe
que es mucho más fácil desarrollar una especialidad a partir de un bagaje
comprehensivo, que ampliar los horizontes desde la restringida mirada del
experto.
El recurso
conocimiento demanda manejar encuadres complejos y abarcadores, recuperar el
pluralismo cultural, evaluar distintas versiones; y en su desempeño los maestros
deben captar y mantener la atención de los alumnos, con plena conciencia de que
el objetivo de la educación es desplegar la facultad de pensar creativamente y no
la de repetir sin dar cuenta de razones. Si bien a veces se pretende identificarlos,
la información no equivale al conocimiento. La información -tanto del presente
como del pasado, de las disciplinas científicas o de los saberes sociales- tiende a
caracterizarse por sus rasgos puntuales, acotados, con bajos niveles de
sistematización. Por el contrario, el conocimiento supone una reflexión elaborada,
en la cual se toman en cuenta diversos aspectos y se buscan vínculos
significativos, como parte de un proceso que tiende a incorporar un saber y no
meramente a almacenarlo: porque "lo original de la mente humana no es
almacenar información sino procesar ideas" (Etcheverry 1995).
Definición del perfil del
educando: el tema de la diversidad cultural
Hasta tiempos
recientes, las más importantes corrientes de la pedagogía concebían, implícita o
explícitamente, un educando universalmente abstracto que de hecho responde al
sujeto de aprendizaje de la cultura occidental dominante. En el caso del liberalismo
jurídico-político y del positivismo evolucionista de fines del XIX y comienzos del XX,
esta definición se conjuga con una explícita jerarquización de los seres humanos
en función de las distinciones de razas, condenando a las consideradas inferiores
por su incapacidad genética para adquirir conocimientos elaborados. En Europa y
Estados Unidos, tales definiciones causaban escasos problemas al ampliarse la
cobertura educativa en esa etapa: la homogeneidad de la población en los
principales países europeos se combinaba en la América del Norte con un racismo
ampliamente aceptado hacia los negros y la eliminación casi total de los indígenas,
obviamente excluidos de la educación. Por lo tanto, el perfil del alumno respondía
al de niños blancos pertenecientes a familias educadas en la cultura occidental y
los conocimientos de la escuela oficial se conjugaban sin problemas con los
saberes que esos niños habían recibido en su educación primera en el hogar.
El sistema escolar que
se organiza en la Argentina a fines del XIX está impregnado por estas ideas, que
Sarmiento desplegara en su libro Conflicto y armonía de las razas en América
publicado en l883, un año antes de sancionarse la Ley l420. Sin dejar de
reconocer los méritos de su impulso a la educación -y considerando también la
fortaleza del "espíritu de la época" de esa etapa- creemos necesario incorporar en
el debate esa otra faceta de Sarmiento que signara la enseñanza oficial. A lo largo
de la historia de nuestro sistema educativo, mientras sus mejores aportes han
sido destruidos, junto con el crecimiento de la pobreza y la exclusión cobraron
fuerza esos otros aspectos de su filosofía, que parten del concepto de raza -y de
inferioridad étnico-cultural- para dar cuenta del problema de la barbarie en
América Latina. La incomprensión de los rasgos singulares y la complejidad cultural
propios de los sectores subalternos, indujo a considerarlos como componentes
privilegiados del fracaso escolar de un sistema de educación que desde su origen
desconoció como sujeto educativo a los chicos pertenecientes a la población de
pueblos originarios, africanos y mestizos.
Hacia 1957, la
creación de la Dirección de Psicología inaugura una nueva etapa de intervención
técnica que instala la justificación de la diferencia, transformándola en problema.
Se sientan así las bases de lo que a partir de ese momento dividiría la teoría de la
enseñanza -en común y especial- concurriendo siempre por detrás de la
caracterización psicológica de los niños.
Podría decirse que el
alumno estándar construido por la psicología es la base para construir el alumno
`fronterizo´, `con problemas´ (Coscarelli 2001).
La democratización
educativa requiere incorporar la definición de un perfil de educando culturalmente
plural, a quien se le respete la autoestima, el amor propio, la identidad y los
saberes adquiridos en el proceso de socialización familiar. Es preciso entonces
criticar con dureza las vetas del positivismo evolucionista y sus prejuicios, que aún
perduran en la cultura oficial de las escuelas argentinas.
La población vulnerable.
La población
caracterizada como pobre o indigente, varía de acuerdo a los parámetros
estadísticos utilizados para la inclusión en estas categorías. A causa de la crisis
social argentina las estadísticas suman datos de nuevos pobres (sectores medios
que han descendido de quintil debido a la pérdida de trabajo o a los procesos
inflacionarios) y esta denominación de nuevos pobres muestra que:
"El sistema
socioeconómico avanza por un camino semejante a un embudo, en tanto son
necesariamente cada vez menos los que llegan. El camino de la civilización no es
un camino inclusivo sino exclusivo y excluyente (...) la concentración concentra, no
reparte, y la exclusión excluye, no incluye. Vista en perspectiva, podemos
preguntarnos si la actual marginación de los nietos de los `criollos brutos´ de hace
cincuenta años (y las consecuencias de este proceso) no está acaso mostrando lo
que será la excusa de la marginación, dentro de cincuenta años, de los nietos de la
clase media hoy empobrecida" (Maimone y Edelstein, 2004)
A su vez, el hablar de
un nuevo tipo de pobre hace referencia a otra caracterización, la de pobres
estructurales. Al interior de lo que los números unifican se pueden hallar
diferencias que no pasan por los niveles de ingreso reflejando que, si bien la
situación económica tiene un alto grado de incidencia en las oportunidades de
desarrollo de una determinada población, este factor no explica por sí solo la
compleja problemática del fracaso escolar. La distinción entre nuevos pobres y
pobres estructurales, entre sectores medios empobrecidos y sectores populares
genera, al menos, un interrogante sobre qué tipo de información nos brinda esta
diferenciación que hace referencia a población con distintos orígenes y trayectorias
sociales; es lo que Bourdieu denominó "capital cultural" y el Ministerio de
Educación de la Provincia de Buenos Aires define como "diversidad cultural", o lo
que las distintas provincias asumen cuando diseñan una educación bilingüe-
intercultural.
Este reconocimiento -parcial en tanto
no se asume en el nivel nacional- marca un avance en las concepciones de los
sistemas educativos provinciales que lo han incorporado en sus curriculums. Sin
embargo, no resulta un dato menor cómo es concebida esa diversidad y cómo es
abordada en el nivel de las escuelas.
La diversidad cultural
es reconocida (en el mejor de los casos) cuando se hace referencia a niños y
jóvenes de pueblos originarios, introduciendo nuevas formas de segmentación en
el interior de las aulas. Hasta hace un tiempo, en una escuela pública radicada en
una zona habitada mayoritariamente por población con bajos recursos, cada grupo
de alumnos quedaba dividido en dos (población con necesidades básicas
insatisfechas y sectores medios bajos); ahora, suelen ser clasificados en población
con necesidades básicas insatisfechas, sectores medios bajos y pueblos originarios;
o en población criolla y aborigen, promoviendo curriculums diferenciales. Estas
clasificaciones han sido observadas en diversas escuelas del conurbano
bonaerense y en escuelas que incorporan curriculums bilingües-interculturales. Si
la ubicación por nivel de ingresos puede encontrar a niños de estas tres categorías
unificados en la categoría pobres, pareciera quedar claro que, al agregarle a un
niño pobre el adjetivo originario, lo que se está reconociendo es su pertenencia a
una cultura particular. Pero entonces: ¿el resto de la clase es reconocida como
niños con cultura? ¿Poseen la misma cultura los niños de sectores medios bajos
que los pobres estructurales?
Preguntarse acerca de quiénes son los
pobres estructurales, es comenzar a dar respuesta al problema del fracaso escolar,
en tanto son estos sectores los que engrosan tales estadísticas. Al caracterizarlos
sólo por su situación socio-económica, cuando se habla de cultura se les adjudica
solo una: la llamada cultura de la pobreza. De este modo los sectores populares
terminan clasificándose en dos grandes grupos vulnerables: quienes en términos
de su auto-adscripción pertenecen a pueblos originarios y aquellos que al no
identificarse con alguna comunidad, se los define como población con bajos
recursos económicos, sin rasgos culturales propios.
Las políticas educativas destinadas a
superar el fracaso escolar de los sectores vulnerables se orienta en forma
diferencial: para los pueblos originarios se promueve la educación denominada
intercultural-bilingüe, la cual se combina con diversos planes de salud, de apoyo
alimentario o becas. Para los de bajos recursos se centra fundamentalmente en
planes de apoyo social o escolar, considerando que la causa principal del fracaso
de estos niños estriba exclusivamente en la privación económica. La incorporación
de las variables vinculadas con las identidades culturales de los sectores populares
resultantes de históricos procesos de mestizaje para la definición del perfil del
educando, conlleva una perspectiva claramente diferenciada de las corrientes
teóricas que hablan de "sociabildades múltiples", "hibridaciones culturales" o
"multiculturalidad". Por el tipo de enfoque que desarrollan, estas últimas tienden a
quitar coherencia a los sistemas simbólicos colectivos e históricos, en función de
un individualismo metodológico distante de las experiencias de las mayorías
sociales en nuestro continente.
Diversos estudios han
demostrado en forma contundente las graves presiones recibidas por estos niños
que, en su educación primera en el hogar, han incorporado como lengua materna
modalidades lingüísticas o giros idiomáticos en los cuales se mezcla el castellano
con guaraní, quechua, wichí y otras lenguas originarias. No se trata solamente del
caso de comunidades indígenas, sino de la inmensa masa de mestizos, de
cabecitas negras en las provincias o llegados a las principales ciudades por
migraciones internas. El proceso de adquisición del lenguaje conlleva visiones del
mundo, creencias, saberes, modos de relación y diversos rasgos que van
construyendo sus identidades primarias, en un contexto cultural que la escuela
oficial históricamente ha querido erradicar. Como uno de los núcleos
fundamentales que irradia la civilización, la homogeneización compulsiva
predominante en las escuelas desprecia esas identidades y saberes, sentando las
bases de una de las dificultades más críticas para el proceso de enseñanza-
aprendizaje. En tanto los padres conocen o han sufrido esa condena, los chicos
reciben de ellos un mandato de ocultamiento: no deben decir que saben guaraní o
quechua; que creen en el Gauchito Gil, el Pombero o la Pachamama; que los han
curado de palabra o protegido de la envidia, que se mueven mejor en las
iniciativas o acciones colectivas que en las individuales y así en más. La pedagogía
indica la necesidad de trabajar sobre los conocimientos que traen los niños; pero
estos niños no pueden discernir cuáles deben ocultarse y cuáles no, de modo que
la forma de protegerse es el silencio. A la tensión constante del ocultamiento se
suma un conflicto de lealtades entre figuras tan importantes como los padres y la
maestra, además de ser heridos en su autoestima: la propia identidad y la de su
familia son despreciables, creando condiciones altamente negativas para el
aprendizaje. Esto ya lo señalaba Simón Rodríguez a comienzos del siglo XIX:
"El amor propio es la
esencia del hombre... Querer perfeccionar a un hombre a quitándole el amor
propio (la dignidad, la autoestima) es como querer blanquear a un negro
raspándole el pellejo. Más valdría desollarlo de una vez". (Rodríguez, 1999)
Demasiadas veces el
silencio es interpretado como una pérdida de la palabra, atribuida a condiciones de
pobreza e ignorancia familiar, sin registrar la fluidez con que hablan fuera del
ámbito escolar: el problema estaría en los chicos y sus familias, no en la escuela.
Si hace dos siglos Simón Rodríguez afirmaba que la condición ineludible para
desplegar la enseñanza era reafirmar la dignidad, el amor propio, la autoestima del
educando, la escuela oficial tiene una actitud exactamente inversa hacia esos
alumnos como la tendencia más marcada, aunque existen excepciones y matices.
Por el contrario, al tomarse los aportes de Maturana y Varela que cuestionan la
noción de jerarquía absoluta de los saberes, la supuesta ignorancia de estas
familias se relativiza. Es probable que en ortografía o matemáticas presenten
dificultades; pero si la escuela oficial considera como conocimiento válido
costumbres, creencias, relatos, leyendas, farmacopea, tipos de alimentos,
modalidades de solución solidaria de problemas a través de la acción y el
pensamiento colectivos, significados de la reciprocidad, junto a otros aspectos de
las culturas de los pueblos originarios o las tradiciones populares, tendrán en ellas
una inestimable fuente de conocimientos; son temas en los cuales muestran una
especial erudición. El dignificar este tipo de saberes conlleva la dignificación de
quienes los portan y, al valorizarlos, se establecen las condiciones para una
incorporación eficaz de nuevos conocimientos, en tanto la enseñanza escolar sería
un enriquecimiento y no una agresión hacia sus identidades culturales.
Equipo interdisciplinario de
investigación
La conformación de un equipo
interdisciplinario de investigación es un componente esencial en el desarrollo de
una estrategia pedagógica de la diversidad. Es necesario acortar la brecha que
separa hoy a la investigación educativa de la práctica de la enseñanza en las
escuelas del país. Una política educativa que unifique la calidad de la enseñanza
conservando la diversidad y las particularidades regionales es una deuda histórica
que aún está pendiente.
Operativizar los planteos que dan
origen a este programa implica preguntarse ¿Cuál es la historia y las
construcciones simbólicas y materiales que en ese recorrido hicieron los habitantes
de determinado lugar? Una vez registradas tales claves, la coherencia del modelo
aplicado y la consistencia de los resultados obtenidos dependerán de la capacidad
de detectar a los grupos poblacionales presentes en el lugar e incluir sus puntos de
vista y experiencias en los temas a tratar. De ese modo se amplía la
caracterización de los sectores populares de nuestro país y de la matriz de
pensamiento que los incluye, afianzando a la vez los puentes entre las formas de
conocer propias de los grupos que constituyen estos sectores y los conocimientos
científicos Este paso es visto como uno más en el camino del desarrollo de una red
de pensamientos, conocimientos y estrategias de acción que instale un modelo de
participación en la gestión entre investigadores, organizaciones comunitarias o
gubernamentales y no-gubernamentales, donde las acciones se definan por una
comunidad heterogénea y plural, actuando en red con otras comunidades, sectores
y regiones. De este modo, se consolidarán los espacios de encuentro trabajando
desde el conflicto y la diferencia hacia el acuerdo social amplio, al mismo tiempo
que se da un espacio de análisis crítico y crecimiento para las teorías sociales y
educativas. En tal sentido, la experiencia de las EMEI supone interactuar con
diversos actores de los sistemas educativos provinciales y nacionales a fin de ir
construyendo una propuesta genuinamente federal, plural y basada en las
características sociales y culturales de cada región.
Por todo lo expuesto solicito a mis
pares el acompañamiento del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
ARGUMEDO, ALCIRA SUSANA | CIUDAD de BUENOS AIRES | MOVIMIENTO PROYECTO SUR |
LINARES, MARIA VIRGINIA | BUENOS AIRES | GEN |
MERCHAN, PAULA CECILIA | CORDOBA | LIBRES DEL SUR |
CARDELLI, JORGE JUSTO | CIUDAD de BUENOS AIRES | MOVIMIENTO PROYECTO SUR |
LOZANO, CLAUDIO RAUL | CIUDAD de BUENOS AIRES | MOVIMIENTO PROYECTO SUR |
DONDA PEREZ, VICTORIA ANALIA | BUENOS AIRES | LIBRES DEL SUR |
ITURRASPE, NORA GRACIELA | BUENOS AIRES | SI POR LA UNIDAD POPULAR |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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