PROYECTO DE TP
Expediente 7550-D-2012
Sumario: SENADOR NACIONAL ENRIQUE DEL VALLE IBERLUCEA: SE DESIGNA COMO TAL AL ATRIO DEL PALACIO LEGISLATIVO.
Fecha: 24/10/2012
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 151
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Designar con el nombre del Senador
Nacional Enrique Del Valle Iberlucea al atrio del Palacio Legislativo.
En el lugar, se colocará una placa
recordatoria con la siguiente inscripción:
"Homenaje del
Congreso Nacional
al Senador Nacional
Enrique Del Valle Iberlucea
En reivindicación de
su memoria y reconocimiento de su labor parlamentaria
18 de abril de 1877 -
30 de agosto de 1921"
Invitase al Senado de la Nación a
adherir a la presente iniciativa.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El 26 de julio de 1921 este Congreso
de la Nación escribió una de las páginas más tristes e infames de su historia. Una
página que, a noventa y un años, aún no ha sabido reparar.
Aquel día se resolvió con el voto de la
abrumadora mayoría, y solo cinco voces en contra, el desafuero del Senador
Enrique Del Valle Iberlucea. Para la vergüenza de este cuerpo, se lo acusó del
delito de opinión. En un proceso brutalmente antidemocrático por su objeto y por
su desarrollo.
Enrique Del Valle Iberlucea nació en
Castro Urdiales, España, el 18 de abril de 1877. Su padre era un activista
republicano que se vio obligado a abandonar el país junto a su familia. Esto llevó a
que a los ocho años Enrique llegara a nuestro país para establecerse en Rosario
donde transcurriría su infancia y su adolescencia.
Allí realizó sus estudios secundarios
sin que su paso por las aulas pudiese pasar desapercibido. Entre otras
actividades, en 1894 y 1896, fundó dos periódicos de carácter liberal y un centro
cultural, integrado por alumnos del Colegio Nacional.
En 1896 se radicó en Buenos Aires
para proseguir con sus estudios universitarios y a los veinticuatro años se graduó,
con diploma de honor, como doctor en Jurisprudencia en la Universidad de
Buenos Aires.
De igual modo que en su época de
estudiante secundario, del Valle Iberlucea demostró capacidad para llevar a cabo
otras actividades políticas y académicas, además de las curriculares. Es así que al
cursar el tercer año de Derecho constituyó, junto a otros estudiantes, el "Centro de
Antropología Criminal".
En 1899, aún siendo estudiante, dictó
una conferencia sobre "Colectivismo integral"; y en 1902 realizó un trabajo sobre
"Fundamentos Científicos del Divorcio", demostrando no sólo su altura intelectual,
sino también, su simpatía por las ideas del socialismo, que en un futuro no lejano
abrazaría con fervor.
Ese mismo año, gracias al muy
comentado trabajo sobre el divorcio, el Centro Socialista Femenino invitó al Dr. Del
Valle a disertar sobre el asunto en una conferencia organizada por las mujeres
socialistas. Es así que se acercó al Partido Socialista y a los pocos meses decidió
afiliarse.
Su labor como militante fue riquísima y
trascendente. Realizó diversas publicaciones y aportes en torno a cuestiones
teóricas con implicancias sociales, políticas, jurídicas y filosóficas.
"Por esa misma época,
se destacó como tribuno y periodista. Siendo todavía estudiante universitario,
había trabajado en La Prensa. Más tarde, entre 1916 y 1917, sería director de la
Vanguardia. Dictó cátedras en el Colegio Nacional Buenos Aires, en la Facultad de
Filosofía y Letras y en la Facultad de Derecho de la Plata, de la que también fue
secretario." (Marianetti, Benito; en Enrique del Valle Iberlucea, una honesta
conducta frente a la revolución rusa, ediciones sílaba, Bs As, 1972, p 9)
Las elecciones legislativas de 1913 lo
llevarían a una nueva etapa en su vida y lo colocarían frente a un hecho histórico.
En ese año fue electo Senador Nacional, convirtiéndose en el primer socialista en
ocupar ese espacio en toda América.
Al asumir su cargo en el Senado de
la Nación ya se vislumbraban los recelos de algunos de sus colegas, que no
disimulaban su carácter conservador y xenófobo.
Aquellos recelos eran expresión de una
época en la que en Argentina emergían los sectores populares de la mano del
incipiente capitalismo industrial y las ideas de la modernidad que pugnaban por su
inclusión y sus derechos - que se nutrían del criollaje que emigraba del campo a la
ciudad y las grandes oleadas de inmigrantes europeos - y las clases dominantes
de la oligarquía terrateniente, que se aferraban a sus privilegios sujetando el
sistema político con las tenazas del fraude, la corrupción y violación del sistema de
derecho y la represión policial.
Las grandes corrientes migratorias
europeas de finales del siglo XIX - que continuarían hasta mediados del siglo XX -
tuvieron un fuerte impacto en nuestro país por la cantidad de mujeres y varones de
otras latitudes que arribaron a estas costas, y, al mismo tiempo, por la escasa
población autóctona.
Las ideas de igualdad y de libertad
ya germinaban en nuestro país. Esto se evidenciaba en la fundación de partidos
políticos modernos - como la Unión Cívica, en 1890 y el Partido Socialista, en
1896 - que exigían elecciones libres y pugnaban por derechos sociales; y en
hechos históricos como la Revolución del Parque.
Muchos de aquellos inmigrantes que se
afincaban en nuestra tierra traían consigo sus propias historias de lucha y nuevas
ideas y perspectivas, de manera que engrosaban, en su mayoría, las filas de los
sectores populares.
Esto llevaría a que el conservadurismo
a iniciar una campaña de persecución contra los inmigrantes, a quienes "acusaría"
de socialistas, bolcheviques, anarquistas y apátridas, identificando a todas las
corrientes políticas, que expresaban las necesidades de estos sectores, con
agentes extranjeros instigadores del caos.
En consecuencia el Congreso
Nacional, de mayoría conservadora, sancionó normas represivas como la Ley de
Residencia, por medio de la cual se habilitaba al gobierno a expulsar extranjeros
sin si quiera un proceso judicial.
En este clima es que ya en 1913 se
intentó impedir el ingreso a la Cámara del Senador socialista recientemente electo.
"Al tratarse el Diploma
del Dr. del Valle Iberlucea, que llega al recinto con sus briosos treinta y seis años,
en la sesión del 29 de abril de 1913, fue impugnado por el pintoresco y temerario
senador radical por la Capital, José Camilo Crotto, quien solicitó su rechazo,
aduciendo entre otros argumentos una "siniestra conjuración" que, con el voto de
los extranjeros, permitió la consagración en las urnas del representante de un
partido "antinacionalista", "un senador de origen extranjero", "que no ama la patria
donde naciera ni ésta donde se ha naturalizado"..." (Solari, Juan Antonio, E. del V.
Iberlucea, primer senador socialista de América, Bases, 1972, p 39).
Más tarde el Iberlucea escribiría en el
periódico "Humanidad Nueva" al respecto de la política de persecución ideológica
encarada por el gobierno:
"¿Cómo puede, en
verdad, ser el socialismo en esta región una planta exótica - según dijera alguien -
, cuando ha surgido como una consecuencia fatal del desarrollo de la industria y
de las condiciones de la propiedad territorial? Tiene él tanta razón de existir aquí y
ahora como la tuvieron durante el virreinato las ideas revolucionarias tendientes a
conseguir la independencia de la colonia española (...)" (Solari, Juan Antonio, E.
del V. Iberlucea, primer senador socialista de América, Bases, 1972, p 64).
Su labor parlamentaria no dejó lugar a
dudas sobre su tesón y laboriosidad. Solo, frente a una Cámara dominada por la
oligarquía, cumplió con su tarea de manera ejemplar participando
vehementemente en cada debate y como autor de numerosos proyectos.
Entre ellos se destacan los proyectos
para reglamentar las horas de trabajo, para la derogación de las draconianas
Leyes de Residencia" y "Defensa Civil", para la abolición de la pena de muerte,
para la emancipación civil de la mujer, por el derecho de reunión, para la amnistía
por delitos sociales, para la implementación de jurados populares, por un consejo
económico del trabajo, para la regulación del trabajo a domicilio e industrias
domésticas, y muchos otros que encarnaron las luchas de los trabajadores y
pusieron en evidencia las terribles desigualdades sociales y las condiciones de
miseria y desprotección en que se encontraban los más humildes en nuestro
país.
Este trabajo, su carácter resuelto y su
capacidad oratoria, que usaba sin contemplaciones, crispó siempre a los sectores
acomodados.
Su crítica profunda al sistema social lo
llevó a apoyar la revolución rusa de 1917. Esto lo motivo a escribir numerosos
artículos y pronunciar varios discursos al respecto. Nunca ocultó su adhesión a
aquellos acontecimientos históricos.
El 8 de enero de 1921, en la ciudad de
Bahía Blanca, un congreso del Partido Socialista se enredó en un profundo debate
- que atravesaría a todos los partidos políticos de tendencia socialista del mundo
generando divisiones, uniones y fundaciones de nuevas corrientes, partidos y
movimientos - acerca de la postura a tomar con respecto a la revolución rusa y la
Tercera Internacional Comunista impulsada por Lenin.
En aquella oportunidad, Del Valle
Iberlucea postuló la necesidad de que ese Partido declarase su apoyo
incondicional a la revolución y a la Internacional. Su postura resultó minoritaria y
fue rechazada.
Aunque parezca mentira, aquello fue la
excusa y la argumentación que encontró la oligarquía para urdir un plan contra el
Senador, que incluyó su pedido de desafuero, de cárcel y hasta su expulsión del
país.
A través de la denuncia de un
desconocido que aseguró haber asistido a aquel congreso de Bahía Blanca y
relató las palabras de Iberlucea, se fabricó una causa judicial en su contra para
acusarlo de preconizar el desconocimiento de la Constitución Nacional y ofender
el escudo y la bandera, bajo las previsiones del artículo 19 y 26 de la ley 7029 -
complementaria de la Ley de Residencia - que preveían, por dichos actos, de tres
a seis años de prisión, y la expulsión del país.
Para lograr avanzar en esta causa
judicial, el juez a cargo, Emilio Marenco - quien se había distinguido por su
persecución contra trabajadores y militantes aplicando la Ley de Residencia -
solicitó por nota al Senado de la Nación el desafuero del Dr. Iberlucea. La misma
ingresó a dicho cuerpo el 27 de enero de 1921.
Seis meses después, los senadores
aprobarían ese pedido sentando el peor de los antecedentes.
Iberlucea fue acusado por opinar, por
pensar diferente y por manifestar democráticamente sus ideas, dando, por primera
vez, figura jurídica al delito de opinión.
El tratamiento de aquellas
acusaciones, verdaderamente infames, ni siquiera se dio en el trabajo de
comisiones. El 22 de julio, en sesión ordinaria especial y con la ausencia del Dr.
Del Valle, comenzó su consideración que duró solo dos sesiones más; y para el
día 26 se votó su aprobación.
La maniobra no sólo fue veloz y
efectiva sino que también tuvo un tinte macabro, ya que supo aprovechar la grave
enfermedad del Senador que terminaría siendo mortal y lo forzaba a estar de
licencia médica.
Durante las últimas dos sesiones en las
que estuvo presente, Del Valle Iberlucea se vio obligado a hablar en su propia
defensa, al lado de los taquígrafos de la Cámara, para que éstos pudiesen
registrar sus palabras.
Aún enfermo y sin fuerza en la voz, sus
palabras mantenían la energía, la tozudez y el vigor que le eran propios:
"He de pronunciar
ahora, tal vez, mis últimas palabras en esta Cámara, porque preveo cual va a ser
la resolución que recaiga en el pedido de mi desaforo. (...) Pero nosotros
sostenemos, de acuerdo con la fórmula de Henry Barbuse, el autor de ´Fuego y
Claridad´, que antes de realizar ese movimiento revolucionario es necesario
preparar los espíritus, hacer la revolución en las inteligencias y en los corazones, y
demostrar a los trabajadores que el triunfo definitivo, que la emancipación integral
y definitiva del trabajo no puede depender de las reformas parciales, sino del
cambio del régimen social, de la actual estructura económica de la sociedad
capitalista. ¿Y es un delito, señor presidente, es un crimen, señores senadores,
afirmar que nosotros, inspirándonos en esta doctrina socialista, queremos, no el
sistema egoísta que trae la anarquía en las relaciones sociales, sino el sistema
altruista de la cooperación entre los individuos? ¿Es un crimen, es un grave delito
afirmar rotundamente en las plazas públicas, en el Congreso, en todas partes, que
solamente por la substitución del régimen de la propiedad privada por el régimen
de la propiedad colectiva, habrá de sacudirse el yugo que mantiene al proletariado
en la esclavitud económica? Entonces, señores jueces, los partidos socialistas de
todas las naciones serían ilegales, estarían fuera de la Constitución, serían
perseguidos y sus miembros no serían admitidos en los Congresos. (...) No es un
delito, no es un crimen querer transformar las condiciones básicas de la sociedad
capitalista; no es una falta, no es un delito querer reemplazar el régimen de la
propiedad privada por el sistema de la propiedad común".
El 30 de agosto de ese mismo año - un
mes después - a los cuarenta y cuatro años, Enrique Del Valle Iberlucea, abogado,
militante, luchador social y Senador de la Nación, fallecía en su domicilio de
avenida Brasil.
Como mencionaba al comienzo, esta
historia es una verdadera mancha oscura para este cuerpo legislativo. Es el primer
caso de censura, persecución política y posterior desafuero parlamentario de un
representante electo por el pueblo, en nuestro país.
Es un episodio que
debemos recordar y repudiar públicamente. Para honrar el recuerdo de un hombre
que supo defender democráticamente sus ideas hasta el final de sus días; y para
poder llevar con orgullo el título de Honorable Congreso de la Nación.
Una forma de empezar a hacerlo, de
reivindicar su memoria y reconocer la importancia de su labor parlamentaria, es
designar con su nombre a uno de los salones del Palacio Legislativo.
Ese es el sentido del proyecto que
venimos a proponer y, por esa razón, solicitamos su pronto tratamiento y
aprobación, esperando que el Senado de la Nación acompañe también esta
iniciativa.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
CORTINA, ROY | CIUDAD de BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
ZABALZA, JUAN CARLOS | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO (Primera Competencia) |