El Senado y Cámara de Diputados...

Artículo 1º.- Dispóngase el traslado de los restos de María Eva Duarte de Perón al Museo Histórico Quinta 17 de Octubre en San Vicente y su posterior descanso junto a los restos del General Juan Domingo Perón.

Artículo 2º.- Declárese objeto de tratamiento especial, el trámite correspondiente para el cumplimiento de las normas procedentes.

Artículo 3°.- Los gastos que demande la ejecución de la presente ley, se imputarán a las partidas presupuestarias correspondientes.

Artículo 4°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Señor presidente:

Un hombre y una mujer simbolizan la pareja de la Creación convertidas por su unidad en el absoluto del amor: devenida en matrimonio y familia inauguran la originaria e incesante manifestación de la comunidad humana. Diversas y distintas alianzas de género testimonian en la historia del mundo una galería de arquetipos de seres en amor simultáneo.

Entre sus ejemplos, Juan Domingo Perón y María Eva Duarte de Perón sintetizan un sentimiento íntimo y público que alcanza la dimensión de una epopeya amorosa y política. Pareja empática y simbiótica, densa, tensa y rica por sus singularidades, coincidencias y diferencias. Paradigma viviente de valores, principios y, también, intereses, de un proceso de emancipación nacional, encarnaron un mandato de historicidad y un tributo de amorosidad -término inventado por el padre Tehilard de Chardin- en la épica del pueblo argentino y su lucha por las banderas históricas de Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social, trilogía del Justicialismo fundacional.

Ambos, desde sus puestos de trabajo, asumieron una misión trascendente de amar, encarnar y honrar al hombre de la Patria, desde su prédica y práctica de la dignidad en acción del pobre, del humilde y el desposeído. Ellos, asumieron y tradujeron la Doctrina Social de la Iglesia Católica, de su Magisterio en materia laboral y de la encarnación legislada del Sermón de la Montaña, Carta Magna del Cristianismo.

Eva y Juan, como los llama, el imaginario popular, generaron, hasta su máxima posibilidad, el ideario de la justicia social en la perspectiva de las grandes mayorías en una auténtica revolución de clases, donde el eje axial es la de "los hombres que trabajan"; es decir, que producen desde su conciencia de procedencia y condición.

El matrimonio Perón anticipó, desde el siglo pasado, el concepto de inclusión y de inclusividad, a partir de la Constitución de 1949 y el reconocimiento parlamentario de los Derechos Civiles de los Infantes, los Jóvenes y los Ancianos. La ley del Voto femenino, sancionada el 13 de Septiembre de 1947, conseguida por la persuasión política y militante de Evita y la clarividencia política de Perón, ofrendó a las mujeres argentinas el derecho a emitir sufragio crítico y participar, con voz y voto, de la construcción democrática de su destino como parte del Estado y la Nación; conquista decidida y definitiva que justiprecia, legitima y honra a la criatura generadora de vida, por naturaleza y excelencia.

La historia institucional de la República Argentina exhibe paradojas y contradicciones, en apariencias irreconciliables e insolucionables. El desafío del nuevo siglo y la hora de unidad del país exigen de cada compatriota el ejercicio lúcido de un acto de grandeza en tributo a la cohesión de la paz interna, la convivencia entre diferentes y la superación pacífica de las antinomias retardatarias.

El ejemplo de Eva y Juan Perón es un doliente ejemplo, paradojal y contradictorio, de las razones y pasiones esgrimidas por sectores que antepusieron sus egoísmos sectarios, de todo bando, para dividir el llamado a la consumación de la Patria Grande que nos legaron, como mandato y designio, los espíritus libres y grandes de San Martín, Bolívar, Artigas, Dorrego, Belgrano, Rosas y el mismo Perón.

El matrimonio Perón-Duarte, familia en la vida y pareja en la historia, donados a la carga pública de la Conducción del Gobierno y del Movimiento Nacional Justicialista, después de consumar su parábola biológica, descansan en panteones diferentes y distantes, a lo que fueron sus existencias, inmediatas y simultáneas, en su orbe vital.

El General Juan Domingo Perón y la señora María Eva Duarte de Perón, descansan (todo un eufemismo por los magnicidios necrofílicos que sufrieron sus restos mortuorios, con el secuestro, vejación y ocultamiento del cuerpo de Evita, perpetrado por la Revolución Libertadora, y el mutilamiento y robo de las manos del mayor estadista argentino, impune y sin condena jurídica. Evita, en el mausoleo de la familia Duarte, en el cementerio de la Recoleta y Perón, en el mausoleo- museo, erigido en San Vicente. En éste último lugar, que fuera la quinta privada de la pareja presidencial, situado en el ejido municipal homónimo, transcurrieron los momentos fundacionales de su vínculo marital. Ambos eligieron tal enclave para el desarrollo de su verdad de amor en común. Esta fue la compartida decisión que representa un tácito testamento de sus moradores y habitantes.

La actualidad de ésta centuria inaugurada, y en vísperas del Segundo Bicentenario, encuentra a nuestros compatriotas y compañeros sepultados y separados, en sitios que los alejan de su voluntad de ser uno con el otro en la historia y en la eternidad.

Unirlos y reunirlos en idéntico mausoleo es una cuestión de Estado impostergable, que no puede ni debe ir a la zaga de otras demandas acuciantes que el instante de nuestro pueblo determina con su exigencia legítima y soberana. Acto contrario, no seremos leales y fieles al testimonio de quienes protagonizaron juntos, un destino supremo.

En rigor último, Eva y Juan Perón deberían descansar en la quinta presidencial de San Vicente, y cerrar con su reencuentro un capítulo, precisamente, de desencuentros entre argentinos, a manera de prenda de paz definitiva.

Señor Presidente, por las razones expuestas, solicito a mis pares, me acompañen con la aprobación del presente Proyecto de Ley.