La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Declarar de interés de esta Honorable Cámara de Diputados de la Nación; la novela del joven escritor Correntino, Francisco Tomás González Cabañas, intitulada "El Hijo del Pecado".

Señor presidente:

El artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el artículo 13 de la Declaración Americana de los Derechos el Hombre, garantizan a las personas el derecho a participar en la vida cultural de la comunidad y gozar de las artes.

En la Constitución Nacional se asigna especial trascendencia a la actividad cultural y se impone al Estado la obligación de adoptar las medidas necesarias para salvaguardarla. El artículo 75, inciso 19 establece que el Congreso Nacional deberá dictar leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre creación y circulación de las obras de autor; el patrimonio artístico y los espacios artísticos y audiovisuales.

Observemos la siguiente definición del célebre Werner Jaeger en su clásica obra "Paideia" que define la culturalidad entendida por la Grecia Clásica:

"Hoy estamos acostumbrados a usar la palabra cultura, no en el sentido de un ideal inherente a la humanidad heredera de Grecia, sino en una acepción mucho más trivial...así entendemos por cultura la totalidad de manifestaciones y formas de vida que caracterizan un pueblo...la palabra se ha convertido en un simple concepto antropológico descriptivo. No significa ya un alto concepto de valor, un ideal consciente. Es un hecho fundamental de la historia de la cultura que toda alta cultura surge de la diferenciación de las clases sociales, la cual se origina, a su vez en la diferencia de valor espiritual y corporal de los individuos. Incluso donde la diferenciación por la educación y la cultura conduce a la formación de castas rígidas, el principio de la herencia que domina en ellas es corregido y compensado por la ascensión de nuevas fuerzas procedentes del pueblo. E incluso cuando un cambio violento arruina o destruye a las clases dominantes, se forma rápidamente, por la naturaleza misma de las cosas, una clase directora que se constituye en una nueva aristocracia"

Por sí no se comprendió la importancia de la cultura, en sus aspectos más elementales, veamos en el texto "Principium sapientiae" de F. M. Cornford lo siguiente:

"Durante el reinado de Nigmed, en la mitad del segundo milenio "existió un colegio de sacerdotes letrados en el que se recogían los mitos de los antiguos cananitas o proto-fenicios en tablillas de arcilla para ser guardadas en la biblioteca. Esta biblioteca se albergaba en el mismo edificio en el que vivía el sumo sacerdote. Dependiendo de ella existia una escuela de escribas que se ocupaban de copiar documentos y estudiar las escrituras sagradas. La escritura es de tipo cuneiforme, es un alfabeto que hasta ahora era desconocido y es la mas antigua de todas las que se han descubierto. Cuando se descifro el lenguaje se pudo probar que se trataba de un dialecto semítico; ya se encuentran publicados la mayoría de los textos recuperados. Estos documentos han arrojado una vivida luz sobre los orígenes de los fenicios, sus mitos y leyendas ancestrales"

Finalmente acudimos a W. Dhiltey en Teoría de las concepciones del mundo para señalar lo trascendente de la cultura: "La cultura intelectual de una época cualquiera se forma mediante una cooperación de las diversas manifestaciones de la vida espiritual. No importa lo diversas que sean las actitudes que toma la inteligencia ante su objeto en una época dada...aquí tiene que residir el fundamento de que la filosofía y en general la ciencia como conocimiento, no es capaz de expresar cosas importantes que pueden expresarse como religión, poesía, en síntesis cultura.

La novela en cuestión, pone en evidencia problemáticas sociales como la discriminación, las adicciones, la tentación del suicidio, constituyéndose en una piedra angular, desde el punto de vista cultural, para alertarnos como comunidad, de las acechanzas para nuestros jóvenes por parte de este mundo moderno, y en ciertos casos, devorador.

Otros autores, a quiénes citamos, se han referido de los siguientes modos, acerca de esta obra que pretendemos declararla de interés parlamentario.

"El Hijo del Pecado, es el fruto prohibido, producto de la relación incestuosa del deber ser social, atestado de mandatos de moral encorsetada, que entre tantos delirios formales pide el vínculo del amor mediante la pureza sexual del blanco, con la impetuosidad y el pragmatismo de lo que sentimos y vivimos, de la instantaneidad del comunicarse mediante un botón con alguien en cualquier parte del mundo y desoír por ello a quién físicamente tenemos a lado.

González Cabañas narra, con incansable ritmo y con imágenes deconstruidas de la realidad y la imaginación, la aventura fatídica, el triste derrotero que le espera a un distinto, a quién se manifieste o lo pretenda hacer, desde otro lugar, a lo que considera la masa, el rebaño; el autor no descalifica o critica la sociedad uniforme, monocorde y opresivamente repetitiva y anodina, simplemente señala, advierte, manifiesta que tales ovejas negras no tienen lugar, siquiera para confirmar la regla, que el resto o la totalidad son blancas.

Se nota, se percibe, se palpa, se huele que el autor ha abrevado en los símbolos del existencialismo, podría decirse también, que comparte, cierto pelaje característico de quiénes han sido dotados con el óleo sagrado de Samuel.

El Hijo del Pecado es un suero antiofídico, un remedio, una pócima para una sociedad que se cree, se presenta y se propone, continuar consolidando, solidificando, un sistema de cosas en donde un puñado de hombres enquistados en una casta superior, señala, dirige y determina quiénes sí y quiénes no.

La novela no se detiene en las formas, por más que las toque; no apunta a la política, a la sexualidad, al amor, a la discriminación, a la huida o evasión mediante viajes o consumo de sustancias, al asesinato como suicidio o viceversa, la novela va al secreto rincón en donde cada uno de nosotros es el homicida perfecto, de nuestros sueños más atesorados, de nuestros deseos más fervientes y de nuestras ganas más genuinas de ser mejores personas y conformar con ello una comunidad más íntegra, integral e integradora". (Por el Escritor Iván Santos).

"Caminando por la cornisa".

No voy contar la anécdota de este relato con dimensión de novela que, desde lo psicológico, bordea y se adentra en los problemas existenciales, que siempre obsedieron a los humanos no sólo en situaciones límites, también fueron surgentes en el devenir cotidiano. Prefiero apelar a una la mirada asida a la cosmovisión del autor y a sus maneras de narrar, a su introspección que no oficia de tabla rasa del mundo objetivo sino de su transformación desde una energía intuitiva, atravesada por algunas flechas luminosas y provocativas de Cioran en la que no están ajenos Camus y Schopenhauer como resonancia de sus antiacadémicas lecturas. No quisiera detenerme en lo biográfico por ser éste un pretexto para buscar ciertas revelaciones que niegan no sólo la historia personal sino el sentido mismo del universo en correspondencia con esta poética del desaliento.

En este afán de desmadejar un diagnóstico precario, me dirijo al texto para habitarlo y encontrar un lugar en su laberinto como lector ingenuo y comprometido. En el decurso, acontecen y se despliegan dos viajes: uno de ellos literal, que se traduce en un exilio que tiene un precedente, el de un provinciano que estudia en Buenos Aires y luego se traslada a España recorriendo Madrid y Barcelona. El desarraigo del antihéroe ─que lleva consigo una marca en su corporeidad que involucra lo grotesco─ se manifiesta en el mundo de afuera pero también corre por dentro de una manera agónica como diciendo "En todas partes se cuecen habas", todo a través de una retrospectiva en su temporalidad. Es el exilio interior de la angustia y la indiferencia, del padecimiento y el desdén. De estar ajeno a todo pero, contradictoriamente, el texto funciona como el alegato de una conciencia crítica en la faz personal, social y en la variable ontológica, afincado en una libertad responsable ante lo inmediato que lo torna sedicioso frente a un sistema decadente. Su escritura responde a una destreza en el montaje y la fluidez de la forma, en un sentido sustentado por una fuerte idea de la realidad y la surrealidad, en la que el texto desespera con austeridad el vislumbrar de una ventana para salir (Por Martín Alvarenga).

Por los motivos expuestos solicito la aprobación del presente proyecto.