PROYECTO DE TP
Expediente 7242-D-2013
Sumario: DECLARAR DE INTERES DE LA H. CAMARA LA MUESTRA PLASTICA "TRAS LOS PASOS DE ESPARTACO", A REALIZARSE DEL 18 AL 29 DE NOVIEMBRE DE 2013 EN LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES.
Fecha: 31/10/2013
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 165
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Declarar de interés de la Honorable
Cámara de Diputados de la Nación la muestra plástica "Tras los pasos de
Espartaco", de los artistas integrantes del Grupo Espartaco, realizada en el Salón
Pasos Perdidos de esta Cámara, entre los días 18 y 29 de noviembre de
2013.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El próximo año 2014 se cumplirán 55
años de la creación del movimiento artístico argentino conocido como "Grupo o
Movimiento Espartaco", integrado -en distintas etapas- por destacados pintores,
grabadores, escultores y muralistas como Ricardo Carpani, Juan Manuel Sánchez,
Elena Diz, Franco Venturi, Pascual Di Bianco, Mario Mollari, Espirilio Bute, Raúl Lara
y Carlos Sessano.
La historia del Grupo Espartaco,
desde su nacimiento en 1959, hasta su disolución en 1968, tiene la particularidad
de permitirnos recorrer un interesante período de nuestra propia historia cultural,
social y política, enmarcada en un contexto latinoamericano de transformación
social.
El Grupo Espartaco valoró y reconoció
como sus predecesores a los grandes artistas latinoamericanos: los mexicanos
David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera, el brasilero Cándido
Portinari y el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, entre otros, por su vocación por
el desarrollo de las artes plásticas con respeto por la identidad y el compromiso
social. En este sentido, el Grupo Espartaco tomó como sus principales
herramientas el arte mural, público y la monumentalidad de las formas -como
expresión artística y comunicacional- y la problemática social de su época como
leitmotiv de sus obras.
El nombre "Espartaco" se adoptó en
homenaje a la "Liga Espartaquista", movimiento revolucionario marxista
organizado en Alemania durante los últimos años de la Primera Guerra Mundial,
fundado -entre otros- por Rosa Luxemburgo, que se convirtió en el Partido
Comunista de Alemania.
Sánchez, Carpani y Mollari
comenzaron a exponer juntos en 1957. En 1959, Rafael Squirru -poeta y crítico de
arte argentino- los invita a participar como grupo en el Salón Nacional de Mar del
Plata, sumando a dos nuevos pintores, Carlos Sessano y Esperilio Bute. De este
modo se conformó el Movimiento Espartaco.
El Movimiento pretendía generar un
arte que evitara el coloniaje cultural. En cuanto a estilos, no intentaron representar
la realidad fáctica, ni pintaron con lenguaje naturalista o con intención descriptiva.
Logran resolver una vieja disyuntiva entre la necesidad de un arte nacional con
raíces latinoamericanas y la incorporación de conquistas estéticas de las escuelas
artísticas nacidas en las grandes capitales, antes y después de la Segunda Guerra
Mundial. Por esta razón, bregaron por la libertad del lenguaje de cada individuo
creador. Sostenían que es "imprescindible dejar de lado todo tipo de dogmatismo
en materia estética", y es así que, cada integrante del grupo adquirió su propia
expresión, subyaciendo una honda proyección subjetiva en cada obra, por encima
de lo meramente descriptivo.
En 1958 publicaron el "Manifiesto por
un Arte Revolucionario en América Latina" (incorporado en un Anexo a este
documento). Sus principales ideas son las siguientes:
1. Se emparenta con la tradición del
arte social iberoamericano: La necesidad histórica de un arte identitario y la deuda
histórica de democratizar y secularizar el producto cultural.
2. Se proponen una superación
estética y temática de dicha tradición social mediante la libertad creativa y
haciendo prevalecer los valores simbólicos sobre los narrativos.
3. En consecuencia, se reafirman en
la libertad del individuo creador y en la importancia del arte para la vida social.
La actividad militante y de divulgación
del arte para con los menos favorecidos los lleva a ser creativos en soluciones
expositivas. Viajaron por el interior del país y parte del continente, entrando en
contacto directo con cada realidad social. Expusieron en los pueblos, por ejemplo,
cuadros sobre caballetes en plena calle, o visitaron campamentos de indígenas
Matacos para tomar apuntes de lo que luego se transformaría en una exposición.
Este contacto directo es uno de los instrumentos que utilizaron en su intento
radical por comprometer a la sociedad a través del arte.
La búsqueda del grupo Espartaco por
hacer un arte nacional y latinoamericano renovado, dentro de un contexto donde
los artistas argentinos intentaban seguir cánones internacionales, resultaba ser una
hazaña para esos tiempos en los que fueron duramente señalados por críticos y
colegas. Quizá sea por esto que el Grupo es una pieza no casualmente olvidada
pero fundamental de la historia del arte argentino.
En opinión del poeta y periodista
argentino, Raúl González Tuñón, los artistas del Grupo Espartaco "reflejan lo
nacional o a ello tienden en gran medida, pero ese reflejo abarca una problemática
común relacionada con los procesos de otros países latinoamericanos. Y lo
nacional se proyecta universalmente por el sentido humanista de su mensaje, por
la lucidez del lenguaje plástico (...) demuestran, una vez más, que son plenamente
modernos -más allá de la moda- y que se puede evolucionar cabalmente dentro
de las formas figurativas. Y si la pintura, como la poesía, es el diálogo del hombre
con el tiempo, la espléndida madurez del grupo Espartaco señala la verdad de esa
premisa."
Gracias al esfuerzo de algunos de los
integrantes del Grupo, familiares y amigos -como la artista y curadora Nora
Patrich- se ha reunido material proveniente de archivos personales: libros
ilustrados, afiches, catálogos, revistas, diarios, cartas, grabados y fotos de la vida y
la obra del Movimiento Espartaco.
Todo este valioso material fue
expuesto en la Biblioteca Nacional durante los meses de junio y julio de 2013. El
director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, manifestó en la apertura de la
exposición que "Espartaco es recordado como una de las más importantes
experiencias de agrupamiento social de artistas plásticos que escuchan el viejo
llamado de pensar simultáneamente el arte y la transformación social".
Continuando con esta iniciativa, entre
los días 18 y 29 de noviembre de 2013, se realizará, en el Salón de Pasos Perdidos
de esta Cámara, una muestra colectiva que permitirá conocer parte de la obra del
Grupo Espartaco.
Considero que la realización de esta
exposición es un merecido reconocimiento a la vida de los artistas argentinos
pertenecientes al Grupo Espartaco, comprometidos con el arte como instrumento
de transformación social. En este sentido, es que solicito a mis pares acompañen
el presente Proyecto de Resolución.
Anexo:
Manifiesto por un Arte Revolucionario
en América Latina
"Es evidente que en nuestro país, a
excepción de algunos valores aislados, no ha surgido hasta el momento una
expresión plástica trascendente, definitoria de nuestra personalidad como pueblo.
Los artistas no podemos permanecer indiferentes ante este hecho, y se nos
presenta con carácter imperativo la necesidad de llevar adelante un profundo
estudio del origen de esta frustración.
Si analizamos la obra de la mayor
parte de los pintores argentinos, especialmente de aquellos que la crítica ha
llevado a un primer plano, observaremos como característica común, el total
divorcio con nuestro medio, el plagio sistematizado, la repetición constante de
viejas y nuevas fórmulas, que si en su versión original constituyeron auténticos
hallazgos artísticos, al ser copiadas sin un sentido creativo se convierten en huecos
balbuceos de impotentes.
Las causas determinantes de esta
situación están en la base misma de nuestra vida económica y política, de la cual
la cultura es su resultado y complemento. Una economía enajenada al capital
imperialista extranjero no puede originar otra cosa que el coloniaje cultural y
artístico que padecemos. La oligarquía, agente y aliada del imperialismo, controla
directa o indirectamente los principales resortes de nuestra cultura, y, a través de
ellos, enaltece o sume en el olvido a los artistas seleccionando únicamente a
aquellos que la sirven. Constituye, además, por ser la clase más pudiente, el
principal mercado comprador de obras artísticas. En virtud de los intereses que
representa, se caracteriza en el plano cultural por una mentalidad extranjerizante,
despreciativa de todo lo genuinamente nacional y por lo tanto popular.
El resultado de todo esto es que el
artista no tiene otro camino para triunfar que el de la renuncia a la libertad
creadora, acomodando su producción a los gustos y exigencias de aquella clase, lo
que implica su divorcio de las mayorías populares que constituyen el elemento
fundamental de nuestra realidad nacional. Es así como, al dar la espalda a las
necesidades y luchas del hombre latinoamericano, vacía de contenido su obra,
castrándola de toda significación, pues ya no tiene nada trascendente que decir.
Se limita entonces a un mero juego con los elementos plásticos, virtuosismo
inexpresivo, en algunos casos de excelente técnica, pero de ninguna manera arte,
ya que éste sólo es posible cuando se produce una total identificación del artista
con la realidad de su medio.
No se piense que esta última sea una
afirmación arbitraria: constituye un problema que hace a la esencia misma del
arte. En efecto, un arte nacional es la única posibilidad que existe de hacer arte. A
través de las mejores obras de los más grandes artistas de la historia, percibimos
ante todo, el espíritu de la sociedad que las engendró. No puede ser de otra
manera, ya que el artista es un hombre y todo hombre se conforma
fundamentalmente según los elementos sociales que gravitan sobre él; producto
de la sociedad, al expresarse artísticamente, si lo hace en un sentido profundo y
con sinceridad, dará expresión de un modo inevitable, al medio que lo rodea.
El ritmo del crecimiento histórico es
variable para cada sociedad y esa variación es el principal elemento incidente en el
origen de las nacionalidades. En consecuencia toda obra artística, por el hecho de
ser una expresión social, necesariamente ha de ser también una expresión
nacional. Generalizando, podría decirse que el arte surge como el resultado de una
necesidad de expresión individual, que al concretarse será una expresión nacional,
pues el individuo fundamentalmente es producto de la nación, y culminará
finalmente, en expresión universal, ya que los problemas trascendentes del
hombre son universales.
El problema del surgimiento de un
arte nacional en nuestro país, determina el verdadero alcance que debe tener para
nosotros el término "nacional". Unidad geográfica, idiomática y racial; historia
común, problemas comunes y una solución de esos problemas que sólo será
factible mediante una acción conjunta, hacen de Latinoamérica una unidad
nacional perfectamente definida. La gran Nación Latinoamericana ya ha tenido en
Orozco, Rivera, Tamayo, Guayasamín, Portinari, etc., fieles intérpretes que
partiendo de las raíces mismas de su realidad han engendrado un arte de
trascendencia universal. Este fenómeno no se ha dado en nuestro país salvo
aisladas excepciones.
El arte latinoamericano, considerando
las características sociales y políticas de nuestro continente, ha de estar
necesariamente imbuido de un contenido revolucionario, que será dado por el libre
juego de los elementos plásticos en sí, prescindiendo de la anécdota desarrollada,
si es que la hay. La anécdota podrá tener una importancia capital para el artista
cuando aborda una temática que siente profundamente y en la cual encuentra
inspiración; pero en última instancia no constituye el elemento que justifica y
determina la validez intrínseca de la obra de arte, ni es de ella que emana el
contenido de su trabajo. De ahí lo absurdo de cierto tipo de pintura
pretendidamente revolucionaria que se limita a describir escenas de un
revolucionarismo dudoso, utilizando un realismo caduco y superado. No es de
extrañar entonces que por su misma inoperancia esta pintura sea tolerada, y hasta
en cierto modo favorecida, por aquellos mismos que combaten toda expresión
artística auténticamente nacional revolucionaria.
Es imprescindible dejar de lado todo
tipo de dogmatismo en materia estética; cada cual debe crear utilizando los
elementos plásticos en la forma más acorde con su temperamento, aprovechando
los últimos descubrimientos y los nuevos caminos que se van abriendo en el
panorama artístico mundial y que constituyen el resultado de la evolución de la
Humanidad; pero eso sí, utilizando estos nuevos elementos con un sentido creativo
personal y en función de un contenido trascendente.
Todo intento de creación de un arte
nacional, es consecuentemente combatido por ciertos críticos al servicio de la
prensa controlada por el capital imperialista. Se ha apelado a todos los recursos,
desde el ataque directo, en nombre de una universalidad abstracta, hasta la
rumbosa presentación de algo que, como arte nacional, ni siquiera es arte.
Se trata en verdad de refractar en el
campo de la creación artística, el sometimiento económico y político de las
mayorías, pero simultánea e indisociablemente, sus luchas por emanciparse.
Porque en la medida en que el arte
llama y despierta el inconsciente colectivo de la humanidad, pone en movimiento
las más confusas aspiraciones y deseos, exalta y sublima todas las represiones a
que se ve sometido el hombre moderno, es un poderoso e irresistible instrumento
de liberación. El arte es el libertador por excelencia y las multitudes se reconocen
en él, y su alma colectiva descarga en él sus más profundas tensiones para
recobrar por su intermedio las energías y las esperanzas. De ahí que para nosotros
el arte sea una insustituible arma de combate, el instrumento precioso por medio
del cual el artista se integra con la sociedad y la refleja, no pasiva sino
activamente, no como un espejo sino como un modelador.
De las manos de la nueva generación
de artistas latinoamericanos habrá de salir el arte de este continente, que aún no
ha realizado su unidad; quizás le esté reservado a este arte revolucionario
realizarla antes en la esfera creadora, como síntoma de la inevitable unificación
política. Pues no sería la primera vez en la historia que el arte se anticipa a los
hechos económicos o políticos; y tal vez en
ello reside su grandeza. Partiendo de
la realidad, la prefigura y la renueva.
Estos objetivos se cumplirán mediante
una doble acción: el arte, no puede ni debe estar desligado de la acción política y
de la difusión militante y educadora de las obras en realización. El arte
revolucionario latinoamericano debe surgir, en síntesis, como expresión
monumental y pública. El pueblo que lo nutre deberá verlo en su vida cotidiana.
De la pintura de caballete, como lujoso vicio solitario, hay que pasar resueltamente
al arte de masas, es decir, al arte."
Esperilio Bute, Ricardo Carpani, Julia
Elena Diz, Mario Mollari, Juan Manuel Sánchez
Publicado por primera vez en la
revista Política, n.° 2, págs. 10 y 11
(Texto extraído del catálogo de la
muestra de la Biblioteca Nacional)
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
BIDEGAIN, GLORIA MERCEDES | BUENOS AIRES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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CULTURA (Primera Competencia) |
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
---|---|---|
20/11/2013 | DICTAMEN | Aprobado por unanimidad con modificaciones unificado en un solo dictamen |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
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Diputados | Orden del Dia 2806/2013 - DICTAMEN CONJUNTO DE LOS EXPEDIENTES 5065-D-2013 y 7242-D-2013 | CON MODIFICACIONES; ARTICULO 114 DEL REGLAMENTO DE LA H. CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION, BAE 38/2013 | 28/11/2013 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
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Diputados | APROBACION ARTICULO 114 DEL REGLAMENTO DE LA H CAMARA DE DIPUTADOS; COMUNICADO EL 27/12/2013 CONJUNTAMENTE PARA LOS EXPEDIENTES 5065-D-2013 y 7242-D-2013 | APROBADO |