PROYECTO DE TP
Expediente 7219-D-2013
Sumario: EXPRESAR PREOCUPACION ANTE LA NUEVA ESCALADA DE TENSION EN EL VINCULO BILATERAL ARGENTINO URUGUAYO COMO CONSECUENCIA DE LAS ACTIVIDADES PRODUCTIVAS DESPLEGADAS POR LA EMPRESA DE ELABORACION DE PASTA CELULOSICA DE ORIGEN FINLANDES UPM (EX BOTNIA) EN LAS COSTAS DEL RIO URUGUAY, Y SOLICITAR LA CONFORMACION, EN EL MARCO DE LA UNASUR, DE UN GRUPO DE PAISES AMIGOS DE LA REGION, CON EL OBJETIVO DE PONER EN MARCHA UN PROCESO DE MEDIACION PARA LA SOLUCION DEFINITIVA DEL CONJUNTO.
Fecha: 29/10/2013
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 163
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Expresar su profunda preocupación
ante una nueva escalada de tensión en el vínculo bilateral argentino uruguayo
como consecuencia de las actividades productivas desplegadas por la empresa de
elaboración de pasta celulósica de origen finlandés UPM (Ex Botnia) en las costas
del río Uruguay, curso de agua compartido por ambas naciones.
Solicitar la conformación, en el marco
de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), de un grupo de países amigos
de la región, con el objetivo de poner en marcha un proceso de mediación para la
solución definitiva del conflicto entre Argentina y Uruguay. La mencionada misión
se llevará a cabo conjuntamente con la Comisión Administradora del Río Uruguay
(CARU), organismo de integración binacional encargado del control y monitoreo
permanente de los usos y actividades realizadas por ambos países en la cuenca del
río Uruguay, según lo establecido por el Estatuto del Río Uruguay, suscripto el 26
de febrero de 1975.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El conflicto bilateral entre Argentina y
Uruguay por las actividades productivas de la pastera UPM (ex Botnia) en el río
Uruguay, volvió a los primeros planos a partir de la solicitud formal que la empresa
finlandesa le cursó al gobierno oriental a los efectos de incrementar la producción
de pasta celulósica en un 30% aproximadamente a partir de la producción actual,
que está en el orden del millón de toneladas.
Ante la evolución francamente
preocupante de las acciones que en la presente coyuntura están tomando
Argentina y Uruguay, se estima imprescindible encarar una fuerte iniciativa de
carácter político, con profundo impacto regional, a los efectos de prevenir el
escalamiento del conflicto entre ambos países, como así también, generar un
ámbito político-diplomático propicio para disuadir una solución bilateral con fuerte
apoyo regional, de modo tal de priorizar mecanismos de discusión y entendimiento
de carácter regional sobre una problemática que tiene como centro estratégico el
uso y conservación de bienes comunes, como lo es el caso de las aguas del río
Uruguay en el marco de la cuenca del Plata.
En esta problemática, hay algunos
aspectos relevantes que es necesario identificar y que remiten tanto al contexto
político-institucional y normativo como al conflicto en sí mismo que - a pesar de la
existencia de un laudo arbitral de la Corte Internacional de Justicia de La Haya por
el que podría entenderse que se ha arribado a una solución jurídica y políticamente
satisfactoria para ambas partes- ha reemergido al compás de la evolución de las
actividades económicas de la empresa finlandesa en las costas del río
Uruguay.
En relación al primer eje, es
importante destacar que la Argentina y Uruguay han establecido, desde comienzos
de los '60, diversos acuerdos normativos que regulan cualquier tipo de actividad
productiva o extractiva que se realice sobre los cursos de agua compartidos, como
es el caso del río Uruguay en la Cuenca del Plata. En ese sentido, las actividades
de la represa binacional Salto Grande, activa desde mediados de los '60 en la
producción de energía eléctrica, está reglada por el tratado respectivo y por el
establecimiento de una Comisión Binacional que es la encargada de gestionar los
aspectos fundamentales del manejo del ente binacional.
A su vez, en febrero de 1975, ambos
países firmaron un tratado bilateral- el Estatuto del Río Uruguay- por el cual se
establecía taxativamente que, ante cualquier uso o actividad de carácter industrial
o de otro tipo que, en su desarrollo, produjera cambios o alteraciones en la calidad
de las aguas de los ríos de curso compartido, se debían poner en marcha consultas
permanentes entre los Estados, lo cual implica que el Estado parte que lleva
adelante el proyecto, debe informar sobre los detalles, modalidades, tiempos y
consecuencias de carácter medioambiental, económico y político-institucional del
mismo.
En efecto, entre los artículos 7 y 12
del mencionado tratado, se establece un régimen de comunicaciones e
inspecciones frente a cualquier obra que pueda afectar la calidad de las aguas, de
forma tal de cumplimentar lo normado en el Artículo 1 de dicho Estatuto, que
refiere a la instauración de mecanismos idóneos "...para un óptimo y racional
aprovechamiento del río" (1) .
Asimismo, en el Artículo 41 se
establece el principio de prevención (2) a través del compromiso de prevenir la
contaminación de las aguas, mientras que, en el Artículo 42, se establece la
responsabilidad por daños que un país pudiera causarle al otro como consecuencia
de la contaminación que generaran, potencialmente, las actividades
desarrolladas.
Finalmente, ante la eventualidad que
ambos países no llegaran a un acuerdo para cumplimentar las cláusulas previstas
en el Estatuto, se abría la posibilidad de llevar el caso a resolución arbitral a la
Corte Internacional de Justicia de La Haya, según lo que se establecía en el
Artículo 60. Esto es lo que, efectivamente, se realizó en el caso de la ex Botnia, ya
que fracasaron las instancias de diálogo bilateral previstas en los instrumentos
jurídicos respectivos. El tratamiento de la cuestión demandó casi tres años, luego
de la presentación argentina en 2008 y, hacia fines de 2010, la Corte Internacional
de Justicia de La Haya emitió el fallo que autorizó el funcionamiento de la planta
de producción celulósica aunque con estrictos controles y monitoreos ambientales
que debían realizarse.
Hasta aquí, se han descrito
brevemente los elementos que forman parte del diseño político-normativo e
institucional, que es clave para entender los procedimientos y herramientas que,
de hecho, se han implementado entre el 2005 y el 2010 en las diversas fases del
conflicto. En concreto, los artículos fundamentales del Estatuto que fueron
brevemente desarrollados más arriba, constituyeron el centro neurálgico de la
argumentación que la Argentina presentó oportunamente como medidas de
pruebas ante el Tribunal.
Por su parte, el segundo eje de
relevancia de la problemática, está vinculado al conflicto en sí mismo.
En primer lugar, cuando la Corte
Internacional de Justicia de La Haya emitió su fallo hacia fines de 2010 sobre el
conflicto planteado por la producción de la pastera de celulosa ante la falta de
acuerdo bilateral, lo hizo planteando dos cuestiones claras:
1- El fallo se sustentaba en una estimación de producción de pasta de celulosa de
1 millón de toneladas anuales, aunque, en verdad, no había planteos taxativos
sobre prohibición de mayor producción. Se entendía que, en realidad, el fallo de La
Haya era sobre la situación productiva real planteada en el momento en que
ambos países fueron a la Corte para resolver la cuestión. Es más que evidente que,
luego de casi tres años y teniendo en cuenta el tipo de producción en escala de
esta empresa, volvería a aparecer sobre la mesa la problemática de los límites a la
producción, que Argentina y Uruguay nunca terminaron de concertar. Lo que hubo
aquí fue solo un ajuste de ambos países a lo decidido por La Haya, en un contexto
que permitió una auténtica fuga hacia adelante en el conflicto, maquillada como
una solución permanente, que no fue tal. Es por ello que no resulta llamativo que
las autoridades de la Argentina- como ha sido el caso del Gobernador de la
Provincia de Entre Ríos y la Cancillería- y del Uruguay- el Intendente del
Departamento de Rio Negro, la Cancillería y el Ministerio de Medio Ambiente-
hayan ostentado posiciones tan visiblemente dispares sobre la situación productiva
de la planta, a tal punto que, ya desde comienzos de 2012, existen profundas
divergencias sobre la cantidad de producción de la planta y sobre el cumplimiento
o no de la restricción inicial del millón de toneladas. (3)
2- El segundo aspecto en la cuestión, es que el fallo hablaba claramente de los
controles ambientales y monitoreos permanentes que ambos países debían realizar
para evaluar el estado de emisión de posibles contaminantes como el fósforo y
otros fluidos que podrían volcarse a las aguas como consecuencia de la producción
en escala de esta empresa. Sobre ello, siempre hubo idas y vueltas y jamás se
logró una clara comunicación político-diplomática sobre los tipos de monitoreos,
los informes producidos y su esperable validación por ambos países en el marco de
la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) que es el organismo que debe
ejercer la jurisdicción de contralor según lo que se establece en el Estatuto
vigente. Es decir, en los últimos dos años, estos controles, si se hicieron, no han
permitido transparentar la situación sobre el desempeño productivo de la pastera
de modo tal de saber si se contaminó o no el curso de las aguas del río Uruguay y,
al reaparecer el problema por el aumento de producción que Uruguay quiere
autorizar- hasta el momento sería de 1.200.000 toneladas, es decir, 200.000 más,
unas 100.000 toneladas menos de la solicitud original de la empresa- reaparece
también la problemática del monitoreo medioambiental sobre la que jamás hubo
acuerdo serio entre ambos países. Aquí nuevamente, las divergencias que han sido
públicas entre los funcionarios de ambos países en relación a la existencia de
contaminación, los efluentes volcados, la temperatura de las aguas del río y las
emisiones de gases tóxicos, fueron parte del estado de conflictividad larvado que
ha persistido en estos años y que ha dañado enormemente el vínculo bilateral. (4)
Por ende, el derrotero de los hechos
descritos, ha generado profundas incertezas sobre el funcionamiento de los
dispositivos legales que ambas partes deben activar para arribar a consensos
duraderos sobre la problemática tratada. En efecto, la Comisión Binacional del Rio
Uruguay (CARU) tiene en sus manos la responsabilidad de contralor sobre las
actividades económicas y la determinación de posibles hechos que configuren
contaminación. Sin embargo, los procesos administrativos y jurisdiccionales de
verificación se han visto seriamente comprometidos, lo cual ha derivado en una
virtual paralización de la Comisión, en cuyo seno persisten las fuertes divergencias
entre los especialistas de ambos países sobre los principales aspectos del
monitoreo y control ambiental, como así también sobre la cantidades de
producción habilitadas, las cifras de emisiones y efluentes y los niveles de
temperaturas de las aguas. (5)
A partir de la cristalización de tal
peligrosa situación de estancamiento del conflicto, no resulta llamativo que haya
quedado expuesta una falta de voluntad política compartida por los liderazgos
políticos de ambos países para arribar a una solución definitiva.
En definitiva, a pesar de la existencia
de reaseguros en términos de acuerdos y pactos, persiste el conflicto estructural,
que hace que la CARU y los mismos esquemas normativos existentes, carezcan de
utilidad para la solución de diferendos concretos.
Ese desacuerdo, de carácter
estructural, tiene profundas reminiscencias históricas que hay que plantear
seriamente. Tiene que ver con el hecho que, cuando sobre un curso de aguas
compartidas, los países tributarios de esa cuenca hidrográfica, deciden encarar un
aprovechamiento de algún tipo o un proyecto extractivo como el de UPM-Botnia,
debe funcionar el principio de "consulta previa", lo cual supone que el país que va
a encarar el proyecto debe informar sin dilaciones al otro con el que comparte la
cuenca.
Este principio, en la historia de la
cuenca del Plata, nunca se cumplió a cabalidad. Ahí están los casos de Brasil,
Uruguay, Paraguay y Argentina con sus proyectos hidroeléctricos y los conflictos
que los mismos generaron desde los '50 por la falta de acuerdos de carácter
bilateral y multilateral que le dieran consenso a este tipo de proyectos y que
permitieran su racional planificación, formulación y ejecución, con un criterio de
integralidad y racionalidad en el manejo de las cuencas compartidas, como es el
caso de la del Plata.
Es por ello que, ante la emergencia
de cualquier tipo de nuevo proyecto, continúan y continuarán los desacuerdos y
los conflictos, con lo cual, cada país actúa de forma unilateral, agravando no sólo
la situación político-diplomática regional al introducir factores de desconfianza, sino
profundizando, además, un manejo inconsistente, irresponsable e irracional de
bienes comunes compartidos, como los recursos hídricos de la Cuenca del
Plata.
En consecuencia, muy
probablemente, la Argentina recurrirá nuevamente a la Corte Internacional de
Justicia de La Haya a los efectos de que la misma arbitre sobre la situación de
existencia de contaminación y se expida sobre la solicitud de aumento de la
producción, a pesar de lo cual, el gobierno uruguayo ya ha tomado la decisión de
autorizar mayores niveles de producción a la empresa.
Así, la carencia de acuerdo político
sobre el uso de recursos naturales compartidos- que es estratégico para el avance
de proyectos de integración regional en Sudamérica- lleva a que primen las
decisiones unilaterales y aumente la conflictividad en un contexto regional y
mundial en el que los proyectos extractivos basados en la explotación intensiva de
recursos naturales, parecen ser el destino casi ineluctable de los países menos
desarrollados como los de nuestra región sudamericana.
Por ende, ante la consumación de un
nuevo capítulo de conflicto bilateral y la vulnerabilidad creciente del escenario
regional, estimamos de fundamental relevancia canalizar el diferendo a través de
un proceso de mediación de países amigos de la región, en el marco de la Unión
de Naciones Sudamericanas (UNASUR), a los efectos de potenciar una voluntad
política compartida que permita resignificar el funcionamiento de la Comisión
Administradora del Rio Uruguay (CARU) como mecanismo legítimo para el
contralor del uso y conservación de las aguas compartidas.
En esa línea, coincidimos con las
certeras expresiones vertidas en una declaración pública dada a conocer el pasado
7 de octubre de 2013, en la que un conjunto de personalidades provenientes de
diversos ámbitos de la Argentina afirmaron que "..., ninguna corte puede explorar
y ponderar la intimidad política de los dos Estados, sus necesidades legítimas, sus
verdaderos espacios de negociación, sus prudentes concesiones." (6) Y, si
finalmente priman los criterios de buena fe y de una percepción de pasado,
presente y futuro compartidos entre nuestros pueblos, se llegará a la conclusión
que "...no se requiere solo un fallo, cualquiera sea su resultado, sino una
resolución política". (7)
Por todo lo expuesto anteriormente,
solicito la aprobación del presente Proyecto de Resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
LOZANO, CLAUDIO RAUL | CIUDAD de BUENOS AIRES | UNIDAD POPULAR |
CARDELLI, JORGE JUSTO | CIUDAD de BUENOS AIRES | MOVIMIENTO PROYECTO SUR |
RIESTRA, ANTONIO SABINO | SANTA FE | UNIDAD POPULAR |
ITURRASPE, NORA GRACIELA | BUENOS AIRES | UNIDAD POPULAR |
PARADA, LILIANA BEATRIZ | CIUDAD de BUENOS AIRES | UNIDAD POPULAR |
DE GENNARO, VICTOR NORBERTO | BUENOS AIRES | UNIDAD POPULAR |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (Primera Competencia) |