PROYECTO DE TP
Expediente 7023-D-2012
Sumario: PUBLICACIONES: SE ESTABLECE QUE LAS EDITORIALES NACIONALES Y EXTRANJERAS ESTABLECIDAS EN EL PAIS, DEBERAN DESTINAR LOS EXCEDENTES QUE NO SE COMERCIALICEN A BIBLIOTECAS PUBLICAS Y PRIVADAS ABIERTAS A LA CONSULTA PUBLICA.
Fecha: 03/10/2012
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 137
El Senado y Cámara de Diputados...
Artículo 1°.- Las editoriales nacionales
y extranjeras que se encuentran establecidas en el país, deberán destinar todos
los excedentes de publicaciones que no comercialicen, a las bibliotecas públicas y
aquella bibliotecas privadas pertenecientes a instituciones que existen en todo el
territorio nacional, y que se encuentran abiertas a la consulta pública
Artículo 2°.- Lo establecido en el
artículo anterior, se efectivizará mediante un acto de donación, en el caso de que
las editoriales dispusieran dejar de comercializar tales excedentes por razones
que hacen al manejo empresario, o eventualmente por pedido de los autores de
las obras.
Artículo 3°.- En el momento que las
empresas editoriales cesen en la comercialización de las obras, deberán notificar
con 90 días de anticipación a la Secretaría de Cultura de la Nación, quien deberá
hacerse cargo del traslado y depósito de los materiales bibliográficos.
Artículo 4°.- Una vez notificada la
Secretaría de Cultura de la Nación por parte de las editoriales, respecto de la
fecha de destrucción de las obras, deberá adoptar los recaudos necesarios para
proceder al retiro de las mismas. En caso de no hacerlo, cesa de pleno derecho la
obligación de las empresas de donar los materiales bibliográficos, pudiendo
disponer de los mismos a su voluntad.
Artículo 5°.- A los efectos de la
distribución del material bibliográfico donado, la Secretaría de Cultura de la
Nación, otorgará preferencia a las bibliotecas existentes en las distintas ciudades
del interior del país y a las bibliotecas escolares no pudiendo tales materiales
volver al circuito comercial. En el caso de los libros destinados a las escuelas
públicas, se coordinará con el Ministerio de Educación de la Nación, la mejor
forma de su distribución.
Artículo 6°.- El incumplimiento por parte
de las empresas editoriales de las normas de la presente Ley, las hará pasibles de
las sanciones de suspensión de la actividad comercial, y eventualmente de la
clausura temporaria de conformidad con las especificaciones que se fijen en la
reglamentación
Artículo 6°.- La presente Ley deberá
ser reglamentada dentro de los 60 días de su publicación en el Boletín Oficial.
Artículo 7°.- De forma
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Así como publicar un libro, tiene que
ver con un acto de conocimiento, de difusión de ideas, ficciones y propuestas de
diversa factura, destruirlo supone abjurar de esos actos y fracturar de alguna
manera esa manifestación de cultura, cercenarla, impedir que las ideas se
discutan y que las ficciones puedan generar otras y promover todos aquellos
interrogantes, que como decía Sábato tienen que ver con el hombre y el devenir
de las personas.
El hombre que trasmitió aquello que
necesitaba a través de la escritura, también ha sido factor fundamental de su
destrucción, a través de fundamentos torpes e irracionales, o simplemente como
producto de decisiones políticas que no podían tolerar el cuestionamiento que
siempre está implícito en aquellas obras que surgen del pensamiento creativo.
La destrucción de libros no es algo
novedoso, ya que pueden recogerse antecedentes antiquísimos en los primitivos
reductos de la región mesopotámica de Súmer. Los arqueólogos han desenterrado
miles y miles de tablillas de barro, han descubierto bibliotecas casi intactas,
tesoros que las arenas devuelven tras haberlos guardado cuarenta siglos. Porque
las bibliotecas del área del papiro y del pergamino se destruyeron por el fuego, la
humedad o el vandalismo del más devastador de los animales, pero las bibliotecas
de arcilla quedaron intactas; así sabemos hoy de las luchas, alegrías, congojas,
ideas, ambiciones, fracasos y victorias de los pueblos de los que un día la
humanidad llegó a ignorar hasta el nombre, hasta su misma existencia sobre la
tierra. Y esas bibliotecas han devuelto obras didácticas, diccionarios de
cuneiformes, cartas, mapas, planos de ciudades, tratados científicos, cantares
épicos y líricos, cronologías, listas de reyes. Y nos han dado también los famosos
cilindros, donde escenas de caza, religiosas, guerreras o simplemente familiares
nos acercan a aquella vida pretérita; a veces ilustraciones de viejos textos, a
veces independientes, pero siempre llenos de
visualidad y sorprendente verismo.
Veamos, entonces, cómo eran aquellas bibliotecas.
Al principio fueron una simple
dependencia del templo, el zigurat o pirámide escalonada, pero más tarde
existieron independientes; las hubo, incluso de propiedad particular. Sobre
estantes se colocaban las tablillas de arcilla, repletas de signos cuneiformes. Los
grandes poemas requerían varias de ellas: once la epopeya de Guilgamesh
(aparte de una tablilla incorporada, ésta en texto sumerio); siete el poema de
Marduk o "Enuma elish". Generalmente estos libros estaban encerrados entre
tapas, también de arcilla. Asimismo había rollos de papiros, provenientes de la
conquista de Egipto por los asirios, pero ellos fueron destruidos por el fuego o el
tiempo.
Las bibliotecas eran ricas; alguna,
como la de Nínive, alcanzó la cifra de 25000 tablillas y para hallarlas en los
estantes tenían los bibliotecarios sus catálogos, con entradas casi exclusivamente
por títulos. Las guerras, y muchas depredaciones de los invasores terminaron con
un patrimonio rico de que hoy no quedan rastros, con excepción de algunos pocos
testimonios en los museos de Europa.
Las guerras y los criterios políticos
absolutistas determinaron desde la quema de manuscritos en Constantinopla
hasta la destrucción de códices prehispánicos, llegándose hasta la demencia del
régimen nazista en cuyas grandes hogueras se destruyeron obras memorables,
como también ocurrió en Serbia en 1993 y más recientemente con la destrucción
de invalorables obras existentes en la bibliotecas de Irak cuando la invasión de los
Estados Unidos a ese país. En el caso de la Argentina, es conocido lo que ocurrió
durante la dictadura, donde se quemaron miles de libros, producto del irracional
dogmatismo de los inquisidores del régimen.
Desde las interpretaciones
psicoanalíticas que hablan de los significados de la
destrucción de los libros, hasta las
razones crematísticas de los empresarios, existe una amplia franja interpretativa
sobre los daños que causa ese cercenamiento bibliográfico. Si bien estos
fundamentos no tienen que ver con una discusión que escapa al objetivo, no
podemos dejar de señalar los antecedentes citados como un ejemplo de actitudes
dañosas que han afectado en grado sumo a la cultura de los pueblos.
Pero en la modernidad, esa actitud
dañosa se refleja en criterios estrictamente comerciales, donde priman los
intereses de las editoriales y en muchos casos el de los autores. Salvo
excepciones, la mayoría de las editoriales destruyen aquellos libros que no se
venden o que han dejado de cubrir las expectativas de ventas futuras. Cuando las
obras han dejado de ser novedad, y se siguen quedando en los estantes de las
librerías, la política editorial es retirarlos de circulación y destruirlos o venderlos
como material de deshecho. Como contrapartida a ello en nuestro país existen
cientos de bibliotecas públicas en todo el territorio nacional, que carecen de
materiales por razones de presupuesto, y exhiben un pobre repertorio bibliográfico
que no alcanza a satisfacer a los consultantes. A estos se suma que las editoriales
no quieren donarlos, porque estiman muy costoso el almacenamiento y el trabajo
que insumiría su distribución tal como surge de varios testimonios publicados en el
matutino Clarín del día 23 de septiembre del corriente año.
Entendemos que no puede aceptarse
en modo alguno, que esos instrumentos fundamentales de la cultura que son los
libros sean destruidos, pero también somos conscientes que no podemos decidir
sobre cuestiones inherentes a empresas privadas, que supuestamente verían
afectadas su rentabilidad, si tuvieran que hacerse cargo de aquellos excedentes
bibliográficos que no tienen manera alguna de colocar. En razón de tal
circunstancia, creemos que la solución buscada en el proyecto, evita todo perjuicio
económico a las editoriales, y por otro lado contribuye a enriquecer el patrimonio
de nuestras bibliotecas, que son herramientas fundamentales del conocimiento.
Dado que los libros están exentos del
Impuesto al Valor Agregado, recibiendo un
beneficio, que contribuye a la difusión
de las producciones culturales, resulta importante, que las editoriales, sin verse
económicamente perjudicadas, contribuyan con su aporte al enriquecimiento del
acervo de las bibliotecas públicas del país y de aquellas bibliotecas que sin serlo,
pertenecen a organizaciones no gubernamentales y se encuentran abiertas a la
consulta de los interesados en sus materiales. Tampoco existe perjuicio alguno
que se ocasione a los autores en la normativa propuesta, ya que sus obras se
incorporarán a las bibliotecas para lectura de todos, sin que exista la posibilidad
que vuelvan de alguna manera a los circuitos comerciales de donde ha sido su
voluntad sacarlas.
En razón de los fundamentos
expuestos, solicito a mis pares se sirvan acompañar este Proyecto de Ley
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
ROGEL, FABIAN DULIO | ENTRE RIOS | UCR |
TUNESSI, JUAN PEDRO | BUENOS AIRES | UCR |
ALFONSIN, RICARDO LUIS | BUENOS AIRES | UCR |
GIL LAVEDRA, RICARDO RODOLFO | CIUDAD de BUENOS AIRES | UCR |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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EDUCACION |