PROYECTO DE TP
Expediente 6785-D-2013
Sumario: DESIGNAR CON EL NOMBRE DE "MAESTRO ALFREDO BRAVO" A LA SALA DE REUNIONES DEL EDIFICIO ANEXO "C", SEGUNDO PISO, DE LA CALLE BARTOLOME MITRE 1848.
Fecha: 01/10/2013
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 145
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Designar con el nombre "Maestro
Alfredo Bravo" a la Sala de Reuniones del Edificio Anexo "C", 2do piso de la
calle Bartolome Mitre 1848.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En la ciudad de Buenos Aires, el 26
de mayo de 2003 murió el Maestro Alfredo Pedro Bravo, hombre de intensas
pasiones cívicas, que lo llevaron a docente, dirigente sindical, subsecretario de
Educación, copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos, diputado nacional, Presidente del Partido Socialista y Senador elegido
por los vecinos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Un sinnúmero de mujeres y de
hombres concurrieron el 26 y 27 de mayo de 2003 al Salón de los Pasos
Perdidos del Congreso de la Nación, a despedir al maestro, manifestando el
dolor y la angustia que su desaparición dejó en quienes llegaron
espontáneamente a darle su adiós.
Durante su apasionada vida,
Alfredo Bravo dio una dura pelea a favor de la vida y contra todas las formas
que representaban la muerte. Trabajando hasta el último día, vivió
intensamente sin desperdiciar un minuto, acumulando una historia personal que
bien vale recordar.
Hijo de Don Francisco y Doña
Ángela Conte, Alfredo nació el 30 de abril de 1925 en Concepción del Uruguay,
Provincia de Entre Ríos. La estadía en la ciudad entrerriana fue breve, la familia
vuelve a Buenos Aires y se afinca en Villa Urquiza. Allí, don Francisco abrió una
panadería donde Alfredo, niño aún, se levantaba todas las madrugadas para
recibir la primera horneada de panes y comenzar su reparto.
Al terminar la primaria, Alfredo
vislumbró su vocación docente e ingresó a la Escuela Normal Popular Mixta de
San Martín, pasando luego al Normal de Avellaneda de donde egresaría con el
título de maestro de grado.
A los 17 años se afilió al Partido
Socialista. Un año después se inició en la docencia en una escuela rural.
Aunque rica, esa experiencia fue breve; pues a poco de comenzada debió
interrumpirla para incorporarse al servicio militar obligatorio. Al finalizar este
reinició su labor docente ya en la ciudad de Buenos Aires y paralelamente se
incorporó a la Confederación de Maestros y Profesores donde aprendió el abecé
del gremialismo de la mano de Italo Américo Foradori.
En 1956, Alfredo planteó
profundas e irreconciliables diferencias con la conducción socialista y fue
expulsado del partido. Dos años más tarde, sus compañeros del magisterio lo
designan para desempeñase como co redactor del Estatuto del Docente, esa
formidable herramienta legal que consagró los derechos y las obligaciones de
los que enseñaban y acabó con los inmorales padrinazgos que hasta entonces
hacían falta para ingresar a la docencia y ascender en la carrera
profesional.
Hacia fines de los 60, en Argentina
imperaba la dictadura militar encabezada por el general Juan Carlos Onganía y
un séquito cívico militar que entre sus despropósitos pretendió imponer una
reforma educativa de neto corte elitista que intentaba acabar con la histórica
escuela primaria.
Junto a otros importantes
dirigentes de la época, Bravo encabezó una lucha contra esa iniciativa
dictatorial y en defensa de la escuela pública que unió en la acción al entonces
fragmentado mapa gremial de los docentes y obligó al régimen a dar marcha
atrás a su reforma.
Aquella experiencia convenció a
muchos maestros y profesores de que si habían logrado unirse para derrotar el
proyecto educativo de la dictadura, también podían y debían lograr su
unificación gremial.
Bravo hizo suyo ese
convencimiento y se lanzo a recorrer el país intentando vencer resistencias,
alentar voluntades unificadoras y limar las diferencias en cuanto a la modalidad
que debía adquirir esa unificación.
Ese largo trajinar por el país
fructificó el 11 de septiembre de 1973, fecha en que nació la Confederación de
Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA).
Pero ese día, que debió ser de
júbilo para los maestros argentinos, se opacó pronto y se convirtió en jornada
de luto en toda América Latina. Del otro lado de la cordillera, un oscuro general
derrocaba al gobierno democrático del socialista Salvador Allende y
ensangrentaba a Chile. Rápidamente reaccionó la CTERA. En su primer
comunicado de prensa repudió el golpe militar, reivindicó la democracia y se
solidarizó con el pueblo chileno. Desde ese día hasta el año 1983 el gremio de
los maestros sería conducido por el propio Alfredo.
Corría el año 1975, en los que la
vida humana valía muy poco para los asesinos de la triple A que regaban con
sangre la tierra argentina. En diciembre de ese mismo año, Bravo junto a otros
dirigentes asumen la terrible circunstancia por la que atravesaban los
Argentinos y fundan la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
(APDH).
Meses más tarde, con el golpe de
Estado, el gobierno de la dictadura militar inició el período de la historia más
trágico y violento que conoció la Argentina.
Resistió a la dictadura desde el
primer día activamente reclamando en comisarías, cuarteles y ministerios, por
los hombres y mujeres que desaparecían. Así lo hizo hasta que en septiembre
de 1977 le tocó a él ser desaparecido. Un grupo de tareas se lo llevo de la
escuela para adultos en la que daba clases. En algún chupadero de la provincia
de Buenos Aires conoció la tortura de los subordinados de Ramón Camps y de
Miguel Etchecolatz.
Las presiones internacionales,
obligaron a que la dictadura legalizara la situación de Alfredo y mutase su
condición de desaparecido en la de detenido a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional. Durante más de un año estuvo en la Unidad 9 de La Plata para luego
pasar a un régimen de prisión domiciliaria.
Cuando recobró la libertad, su
cuerpo aún tenía las llagas de la tortura, pero su espíritu parecía no tener
siquiera un rasguño. Volvió a la humilde oficina de CTERA en la calle México
donde también supo funcionar la APDH. Cesanteado de sus cargos como
docente, Bravo se convirtió en vendedor de libros y en ese nuevo rol volvió a
las escuelas en las que directores y directoras, a sabiendas del riesgo que
corrían, le abrían las puertas para que el querido compañero pudiese ganarse la
vida.
Antes de ser secuestrado Bravo
había retomado la actividad política a través de su militancia en la
Confederación Socialista Argentina, un agrupamiento que intentaba aglutinar a
los socialistas de la diáspora que se iniciara tras la división del viejo partido en
1958.
En 1983, con el retorno de la
democracia, el presidente Raúl Alfonsín lo convocó como extrapartidario para
ocupar la Subsecretaría para la Actividad Docente. En esa función, Alfredo
facilitó el reingreso a la docencia de los cientos de maestros y profesores a los
que la dictadura había cesanteado o que habían tenido que dejar sus cargos
para marchar al exilio.
En 1987, cuando el Poder
Ejecutivo impulsó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, Alfredo Bravo
expresó su repudio hacia ambas normas y le entregó su renuncia indeclinable al
cargo que ocupaba. Luego, se volvió a la escuela primaria de la que era
director. Este último gesto tuvo un significado oculto que merece ser
destacado. Al renunciar a la Subsecretaría, Bravo estaba en condiciones de
obtener una de las llamadas jubilaciones de privilegio. Como ese beneficio le
parecía indigno, decidió eludir la normativa en vigencia, trabajar tres años más
como docente y evitar así que le concedieran la suculenta jubilación que
obtenían los ex funcionarios.
Bravo, convencido de que el
sistema democrático en Argentina reclamaba la presencia de una fuerza
socialista madura, coherente y con capacidad, se incorporó con buena parte de
sus compañeros de la Confederación Socialista Argentina al Partido Socialista
Democrático.
Como candidato de la Unidad
Socialista, fue elegido en 1991 diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires.
Junto con el socialista santafesino Guillermo Estévez Boero y Ricardo Molinas
integró un bloque que batalló en inferioridad numérica contra las
transformaciones neoliberales.
Fue elegido por la Ciudad de
Buenos Aires convencional constituyente en 1994. Su mandato legislativo fue
renovado en 1995 y en 1999.
Similar reconocimiento recibiría en
el 2001 cuando el voto popular lo consagró senador por la ciudad de Buenos
Aires, cargo del que fuera despojado por una intencionada interpretación de la
justicia electoral.
A fines del 2000 fundó desde el
bloque socialista democrático, junto con otros legisladores, el ARI.
Conjugó muchos verbos, el
principal fue, quizás, el de unir: unió a los maestros de la República Argentina,
unió al socialismo después de 44 años de estériles divisiones. Enseñó que la
unidad no se declama, se practica y se concreta en una visión común.
Socialista hasta la médula, su vida
fue sinónimo de lucha. Vivió y murió peleando por los derechos humanos, por
la justicia, por la libertad, por la igualdad. Fue su socialismo, un socialismo de
acción, impregnado de las cosas simples de la vida. Demostró con una actitud
coherente, militante, honesta, alejada de pragmatismo, con su generosidad
permanente y su solidaridad hacia los más débiles, la profundidad de su
conciencia de clase, de humanismo socialista.
Dijo muchas veces que la mayor
distinción y premio que había recibido en su vida era la candidatura a
Presidente de la República por el Partido Socialista. La jugó como era su
costumbre, a fondo, y se llevó la satisfacción de comprobar que tanta gente,
aún en los pueblitos más pequeños, más alejados, en Misiones o en Neuquén,
se acercaba a decirle: siga adelante con su lucha, profesor, con su honestidad.
Comprobó que ese prestigio trascendía el resultado mismo de una elección.
Era el reconocimiento a una vida
de lucha, caracterizada por la búsqueda permanente de la síntesis entre
pensamiento y acción. Una vida austera, con profunda coherencia, y sentido
ético, al servicio de una Argentina con más igualdad, libertad y justicia
social.
Proponemos en homenaje a quien
honrara esta Cámara, designar con el nombre Maestro Alfredo Bravo a la Sala
de Reuniones del edificio Anexo "C" (2do piso) situado en la calle Bartolomé
Mitre 1842/86, al cumplirse poco más de un año de su inauguración
oficial.
Por las razones expuestas, solicito
la aprobación del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
ZABALZA, JUAN CARLOS | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO (Primera Competencia) |
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
---|---|---|
19/11/2013 | DICTAMEN | Aprobado por unanimidad sin modificaciones |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
---|---|---|---|
Diputados | Orden del Dia 2869/2013 | 29/11/2013 |