La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Su rechazo más categórico al adoctrinamiento y propaganda político-sectaria, embozados como formación y militancia cívica, que desarrollan agrupaciones que adhieren al Poder Ejecutivo Nacional en escuelas de nivel primario y secundario, en varias jurisdicciones, en franca violación de la reglamentación educativa y del espíritu con el que tradicionalmente se ha conducido la educación argentina, de no entreverarse en las pujas políticas, sin perjuicio de enseñar civismo y ciudadanía.

Señor presidente:

La escuela, en todos los niveles, debe formar ciudadanos y debe promover la participación cívica. De esto no hay dudas. Es axiomático y es pilar de la educación. La escuela inclusive debe organizar debates para que los estudiantes interactúen con sus maestros y profesores analizando los grandes asuntos colectivos del los argentinos, los intereses nacionales, las perspectivas, tanto promisorias como amenazantes para nuestro porvenir común. Más aún, en ocasiones - sobre todo en momentos preelectorales - es propicio que los partidos políticos reconocidos y participantes de los comicios se hagan presentes, a través de sus candidatos - sobre todos los que corresponden a la jurisdicción del establecimiento -, para exponer propuestas y programas y responder preguntas e inquietudes de los estudiantes y sus familias - e inclusive de los docentes y personal no docente.

Se agregan a las familias porque la escuela es la articulación docente-estudiante-familia. Es un trípode que sostiene la educación de calidad. Ninguno de estos eslabones puede faltar si aspiramos al logro de la ansiada meta de una Argentina educada. Bien educada, es decir apostando a la excelencia.

Empero, este objetivo formativo, que abarca la necesaria formación política y la ineludible preparación para ser y ejercer la futura ciudadanía, no se compadece con el adoctrinamiento faccioso o el culto a la personalidad de los gobernantes del momento. Y tampoco con transmitir odio y rencor.

El adoctrinamiento implica sectorizar, exaltar una línea de ideas - o presuntamente de ideas - en detrimento de otro pensamiento al que se detracta y descalifica. Es decir que el adoctrinamiento es en esencia divisionista, algo que la escuela no debe admitir jamás. En la escuela se enseña a socializarse, a comprender al otro, a compartir. Se enseña que todos somos argentinos sin importar qué idea política abrazamos o abrazan nuestros padres. Si la facción que ingresa a adoctrinar imparte una orientación sesgada, al niño y al adolescente se lo deforma desde temprana edad y se siembra el enfrentamiento entre hermanos argentinos, todo lo contrario de lo que debe hacer y forjar la educación.

Ideologización y propaganda nada tiene de vinculación con la genuina formación cívica y política. Promover resentimientos sociales y rencores político-partidarios es absolutamente contradictorio con el objetivo de integración social y unidad nacional que debe consolidar la enseñanza universal de todos los niños y adolescentes argentinos. El odio de clases

social es incompatible con la escuela argentina que necesitamos y queremos.

Manipular las mentes de niños y adolescentes nada tiene que ver con formar ciudadanos que amen a su país, sientan orgullo de pertenencia y porten toda su vida firmes valores morales, comenzando por la familia, la solidaridad, el apego a la ley, el respeto y tantos otros que constituyen el bagaje intangible con el que se egresa de la escuela.

Es harto peligrosa esta incursión facciosa en la educación. Ésta era la última frontera que estaba al margen de pugnas y mezquindades, de intereses personales y sectarios. Pero pareciera que también se traspasa ese límite y ello configura una asechanza enorme para el porvenir inmediato y ni hablar mediato del país.

Por lo expuesto, solicito que sea respaldada esta declaración de rechazo por la intromisión facciosa en las escuelas.