La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

De interés cultural el Vigésimo Quinto Aniversario de la realización de una de las películas más emblemáticas y premiadas del Cine Argentino, "LA DEUDA INTERNA", escrita y dirigida por el cineasta jujeño Miguel Pereira, que muestra con ironía y gran sensibilidad poética, a través de la tragedia de un joven indígena y su maestro, el difícil camino del pueblo argentino y sus múltiples sufrimientos durante la dictadura militar.

Señor presidente:

En tanto representantes legislativos del pueblo argentino, deseamos realizar un homenaje a las producciones que de él emanan; y en particular a las que reflejan a través del arte alguna injusta realidad social y política, en pos de transformarla.

Esta vez proponemos reconocer a la película " La deuda interna", al cumplirse 25 años de su realización, entre Abril y Mayo de 1987 y estrenada el 4 de agosto de 1988. Dicho film fue uno de los más premiados del cine argentino, recibiendo los siguientes galardones:

Festival Internacional de Cine de Berlín (Alemania)

Oso de Plata.

Mención del Jurado de la Iglesia Protestante.

Recomendación de la OCIC (Oficina Católica Internacional del Cine).

Festival del Cine Iberoamericano de Huelva (España)

Carabela de Plata de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía.

Premio Radio Exterior de España.

Festival de Cine Ibérico y Latinoamericano de Biarritz (Francia)

Makhila de Plata del Jurado.

Makhila mejor película del público.

Festival Internacional de Cine de Chicago (Estados Unidos)

Silver Hugo: Premio Especial del Jurado.

Silver Hugo: Mejor Opera Prima.

Festival de Cine de Bogotá (Colombia)

Premio especial del Jurado.

Nuevo Festival de Cine Latinoamericano de La Habana

Mención de Honor de la OCIC.

Premios Cóndor de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la República Argentina

Cóndor de Plata a la Mejor Película.

Cóndor de Plata al Mejor Director.

Cóndor de Plata al Mejor Libro Original.

Cóndor de Plata a la Mejor Opera Prima.

Elegida como representante de la República Argentina para los Premios Oscar de la Academia de Hollywood, como Mejor Película Extranjera del año 1989.

Fue escrita y dirigida por Miguel Pereira y protagonizada por Juan José Camero, el niño Gonzalo Morales y un elenco de actores jujeños no profesionales.

La película comienza narrando la vida en Chorcán, población indígena enclavada a 4.500 metros sobre el nivel del mar, en la Puna jujeña. Allí, el joven Verónico crece, hasta que su cotidianeidad se ve interrumpida por la llegada de un maestro rural. Tras la inicial desconfianza hacia el total extraño, el maestro consigue iniciar las clases con los niños y niñas del poblado, preocupándose no sólo por la alfabetización sino también por la educación en una serie de valores que les permitan mejorar su situación sin alterar sus raíces. Dirá el maestro: "No voy a enseñarles a trabajar para los demás". Sin embargo, todas estas pretensiones se verán frenadas por la irrupción de la Dictadura Militar. Se interviene el pueblo, se censuran ciertas lecturas, y se traslada al profesor hacia otro lugar, más urbano y vigilado, donde poder ejercer un mayor control sobre su forma de enseñar. Pero los lazos de amistad que habían trabado Verónico y el maestro, hacen que el primero sienta la inquietud de conocer una forma de vida diferente, fuera del pueblo. Verónico cumple su sueño de conocer el mar, enrolándose en la Marina para combatir en la Guerra de Malvinas; más allí encontrará la muerte tras ser hundido su barco - el crucero General Belgrano.

La idea de "La deuda interna", el primer largometraje de Pereira, surge apenas dos meses después del fin de la guerra de Las Malvinas, cuando entra en contacto con un maestro rural de la provincia de Jujuy que le cuenta la historia real del indígena Verónico Cruz. "El drama de Verónico Cruz, que ilustraba claramente el abandono y desamparo de estos niños y estos hombres de mi tierra, fue la chispa que encendió La deuda interna".

Pereira quiso poner el acento en esa deuda interna que, en su opinión, tiene la Argentina con las zonas más deprimidas y olvidadas del país. El director pretende mostrarnos la compleja situación social y étnica de las provincias, haciendo un mayor hincapié en la población indígena que, a pesar de ser la población originaria, es relegada socialmente, fruto del ordenamiento social colonial que convirtió al subcontinente sudamericano en un apéndice, "patio trasero" y periferia económica de Europa y posteriormente de Estados Unidos. Como diría Eduardo Galeano, "odiándose a sí mismo, odiando su propio rostro porque se mira en el espejo de los amos".

Todo esto lo refleja la película en una conversación breve, pero significativa, entre Verónico, su novia y el maestro. Tras volver del primer viaje a la ciudad, Verónico cuenta a Juanita todas las maravillas que ha visto, concluyendo "todo esto había en Argentina", estableciendo una frontera entre el campo y la ciudad, entre la "civilización" y la "barbarie". El maestro responde que donde ellos vivían también era Argentina, a lo que Juanita pregunta: "¿y por qué aquí no hay nada de eso, maestro?".

El norte profundo, plagado de "cabecitas negras", sólo interesa a la Dictadura Militar como telón de fondo que aplauda a la selección en el Mundial, y como cantera de soldados ("carne de cañón") para ponerle el cuerpo a la fiebre bélica de la Junta. Así, tratarán de instalar un sentido patriótico en torno al fútbol y la guerra para ocultar las atrocidades que estaban cometiendo.

Consideramos que, a 25 años de su realización y a pocos meses de cumplirse los también 25 años de su estreno, (4 de agosto de 1988 - 4 de agosto de 2013), el recuerdo de "La Deuda Interna" vuelve a interpelarnos con la misma fuerza que lo hiciera desde una pantalla de cine hace ya un cuarto de siglo. A pesar de la recuperación de nuestra democracia, en casi igual período de tiempo, muy poco ha cambiado para aquellos indígenas que pelearon junto a Belgrano en la Gesta Independentista y que participaron del sacrificio del Éxodo Jujeño. Siguen sumidos en el olvido y la marginación, ciudadanos de segunda clase a los cuales se les niega todo acceso a los beneficios de una sociedad tecnocrática. Solo les queda el recuerdo de sus glorias pasadas y de su religión ligada al amor a la Tierra, que poco a poco son forzados a abandonar en busca de mejor destino.

Nuestro país vive épocas de profundas transformaciones que buscan echar luz sobre la verdad de lo ocurrido en el pasado reciente, para así llegar a la verdad y a la justicia que nos devuelva la paz y quietud de ánimo. Mal podremos reencontrarnos en concordia como hermanos que habitan y sienten una misma Patria, si antes no echamos una profunda mirada introspectiva que comience a saldar la deuda interna con nuestra propia Historia.

Por todo lo expuesto, solicito a mis pares acompañen la presente iniciativa.