PROYECTO DE TP
Expediente 6286-D-2008
Sumario: EXPRESAR PESAR POR EL FALLECIMIENTO DE JORGE TULA, INTELECTUAL, EDITOR Y DIRIGENTE SOCIALISTA.
Fecha: 10/11/2008
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 160
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Su pesar por la desaparición física de
Jorge Tula, intelectual, editor y dirigente del Partido Socialista.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En sus documentos
figuraba como Jorge Raúl Tula Gómez. Pero para los muchos que lo conocieron era
simplemente Jorge Tula o el "Negro" Tula, un hombre de físico enorme y de gesto
duro, pero de ternura infinita que animó cuanta polémica se desató en el seno de
lo que a él le gustaba denominar "las izquierdas".
A Tula lo marcaron
muchas cosas y los múltiples escenarios en los que transcurrió su vida. De unas y
de otros, supo extraer lo mejor. Memorioso, siempre tenía para contar alguna
mágica historia de la que había sido protagonista o espectador infantil en su Belén
de Catamarca, donde había crecido como hijo de un matrimonio de docentes y
como sobrino de muchos tíos queribles, entre otros, el "tío Luis", que no era otro
que el célebre poeta Luis Franco.
Por entonces, Belén
era uno de esos lugares de los que se debía emigrar para poder cursar el
secundario. Por ello, cuando despuntaba su adolescencia, Tula dejó su entrañable
pueblo para radicarse en San Fernando del Valle de Catamarca, donde su porte y
sus casi dos metros de altura le impidieron pasar desapercibido, en especial ante
las curiosas catamarqueñitas.
Cuando llegó el turno
de la Universidad, devino una nueva mudanza; esta vez, a Córdoba. Se inscribió en
la Casa de Trejo para estudiar filosofía. ¡Vaya elección! Hacía rato que la fuerza de
los hechos se empeñaba en sepultar al pensamiento y tanto nuestro país como el
mundo eran ámbitos de enfrentamientos fútiles en su contenido, pero dramáticos
en su resolución.
Para ubicarnos en el
tiempo, digamos que la llegada de Tula a Córdoba se dio en un momento en que
muchos jóvenes vivían el fugaz proceso de encantamiento-desilusión que en ellos
había generado la llegada al gobierno nacional del doctor Arturo Frondizi. Casi al
mismo tiempo, el mundo descubría a otro argentino que se hizo famoso con su
apelativo: lo llamaban el "Che". Vayan apenas estos dos datos para enmarcar las
alteraciones que se vivía en el país y que se traducía, entre otras cosas, en la
desaparición de certezas que devendría en la división de los partidos tradicionales
y en la aparición de múltiples cacicazgos en el peronismo proscripto
Córdoba no era la
excepción; pero en ella se daba un decisivo elemento adicional: un profundo
proceso industrializador traccionado por el sector automotriz que "se convertía en
el núcleo dinámico del proceso de reproducción ampliada del capital, abriendo el
ciclo más largo de crecimiento ininterrumpido de la economía argentina hasta el
estallido de la crisis, en julio de 1975". Complementariamente, "la industria
automotriz cordobesa se caracterizó por una fuerte demanda de fuerza de trabajo
que satisfizo la importante corriente migratoria interna. Este proceso gestó un
nuevo proletariado, joven y dinámico, protagonista del nuevo ciclo de luchas". (1)
Huérfana
de orientación pero dispuesta a afrontar la nueva realidad, la generación a la que
perteneció Tula estaba ávida de ideas. No por casualidad, fue Córdoba la cuna de
la mítica revista libro "Pasado y Presente" para cuya primera entrega, el entonces
joven villamariense José ¨Pancho" Aricó escribió la nota de apertura diciendo:
"Basta observar con un mínimo de atención esa amplia escala de hombres que van
de los 25 a los 35 años -reconociendo empero cuanto de aproximativo hay en esta
estimación- para comprender que tienen algo en común. Que los une un mismo
deseo de hacer el inventario por su cuenta¸ que desean ver claro y que para
ello apelan a la franqueza rechazando la demagogia, la grandilocuencia, las
mentiras, el disfraz de una realidad que comienzan a desnudar y a comprender en
toda su dialéctica complejidad. Que más que las palabras les interesan las
esencias, los contenidos. Una generación que no reconoce maestros no por
impulsos de simplista negatividad, sino por el hecho real de que en nuestro país,
las clases dominantes han perdido desde hace mucho tiempo la capacidad de
atraer culturalmente a sus jóvenes mientras el proletariado y su conciencia
organizada no logran aún conquistar una hegemonía que se traduzca en una
coherente dirección intelectual y moral. Es preciso partir de esta dolorosa realidad
para comprenderla en su raíz y transformarla. Pues no se trata de lamentarnos de
las cosas que hicieron o dejaron de hacer quienes nos precedieron. Se trata sí de
comprender que la limitación apuntada más que estructural es circunstancial,
transitoria, y que la maduración de una generación nueva que se caracteriza por
su inconformismo y espíritu renovador es otro indicio, y muy importante, del lento
y contradictorio proceso de conquista de una conciencia histórica de parte del
proletariado y de sectores considerables de capas medias, en especial del que
conforma nuestra intelectualidad en el más amplio sentido de la palabra".
En ese marco y ante
una izquierda tradicional en crisis, Tula adhirió al Grupo Praxis que orientaba el
abogado y profesor Silvio Frondizi. De formación liberal, Frondizi había sido
cesanteado de sus cargos docentes por las autoridades surgidas del golpe del 4 de
junio de 1943. Sumido en un largo exilio interior, practicó sin demasiado
entusiasmo la abogacía en el estudio de su hermano Arturo, al tiempo que se
dedicó a un profundo repaso de sus ideas que lo convirtió en uno de los teóricos
marxistas que contribuyeron a la formación de lo que se diera en llamar "la nueva
izquierda argentina".
De Praxis surgiría una
camada de jóvenes cuadros políticos y académicos. Tula fue uno de ellos y, como
tal, logró presidir el Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofia y Letras de la
Universidad Nacional de Córdoba.
En aquel contexto
cordobés, un dirigente estudiantil no podía encerrarse en los debates de los
claustros. Por eso Tula salió a recorrer sindicatos, a citarse en bares para
intercambiar ideas con el mítico Agustín Tosco o con otros dirigentes gremiales
como el albañil Jorge Canelles, de menor reconocimiento público que el
lucifuercista pero de similar importancia en el proceso que el 29 de mayo de 1969
desembocaría en el Cordobazo, un hito de la historia nacional.
Ya en pareja con quien
sería su compañera para el resto de su vida, la "Gallega" Ana María Pérez
Luzuriaga, Tula viene a Buenos Aires al comenzar los ´70 e ingresa a la editorial
Siglo XXI para desempeñarse como corrector y traductor de ese prestigioso sello
que desde fines de los `60 se había convertido en una de las editoriales más
influyentes en el pensamiento latinoamericano.
A la par de sus
ocupaciones laborales, en 1973 y junto a sus entrañables amigos Juan Carlos
Portantiero y "Pancho" Aricó, relanzó la ya citada revista "Pasado y Presente",
una experiencia a la que se consideró como una apertura de la izquierda socialista
para debatir y encontrar puntos de contacto con la izquierda peronista.
El 2 de abril de 1976
pasó a la historia como la fecha en que José Alfredo Martínez de Hoz anunció el
plan económico que desenmascararía las verdaderas intenciones de la dictadura
militar instalada días antes en nuestro país. Consistía, como ya lo sabemos, en
congelar los salarios y hacer que el poder adquisitivo de los trabajadores perdiera
el 40% en apenas cuatro años, en anular los controles de precios, en reducir las
retenciones a las exportaciones y en dar inicio al más grande endeudamiento de la
Nación en beneficio de una banca internacional inundada de petrodólares.
Ese mismo día, y como demostrando
que la implementación del plan económico de la dictadura era incompatible con
cualquier forma de inteligencia, un grupo de tareas allanó el domicilio de Siglo XXI,
clausuró la editorial y secuestró a Jorge Tula y a Alberto Díaz, gerente de ventas
de la empresa.
Tula pasó un tiempo como
desaparecido en la Superintendencia de Coordinación Federal. Luego fue
blanqueado y, sin cargos en su contra, quedó detenido a disposición del Poder
Ejecutivo en la Unidad 7 de La Plata. Finalmente le otorgaron la "opción para salir
del país", un eufemismo al que se apela para sustituir a la malsonante condena al
exilio.
Refiriéndose a la
actitud posterior de Tula respecto a su temporada de encierro, el periodista Ulises
Muschieti escribió: "...nunca hablaba de aquellos padecimientos, nunca
pronunciaba una palabra de auto compasión. Si hablaba de la cárcel, era para
recordar la solidaridad en el encierro, al "changuito" compañero de celda con el
que jugaba al ajedrez, o los libros que le acercaba la Gallega, su compañera de
toda la vida. La queja no era compatible con la entereza, la cordialidad y la finura
que acompañaron su estar en el mundo hasta el último día.
El exilio lo vivió en Méjico. Allí lo
recibieron viejos amigos que habían logrado salir de la Argentina de la dictadura.
Uno de los que se enteró de su llegada fue Arnaldo Orfila Reynal, el célebre editor
argentino que había dirigido el Fondo de Cultura Económica, había creado la
Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) y, a la sazón, ejercía la dirección
de la casa mexicana de Siglo XXI.
Sin dudarlo, Orfila Reynal convocó a
Tula y le ofreció trabajo. Otra vez inserto en su profesión y con la solidaridad de
sus amigos que le facilitaron el mínimo e indispensable equipamiento de un hogar,
el "Negro" logró reunirse otra vez con su esposa y su hijo, el pequeño Federico.
Su tarea editorial pronto lo revinculó
con la política y junto a sus amigos de siempre -Juan Carlos Portantiero y Pancho
Aricó- fundó la revista "Controversia. Para el análisis de la realidad argentina", una
publicación en la que convivían y debatían los exiliados de la izquierda marxista
con sus pares de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, y cuyos catorce
números se publicaron entre 1979 y 1981.
En su trabajo "Politica
y Cultura en la Transicion Democratica. Un Análisis del Mundo Cultural Argentino a través
de la Revista Controversia" el sociólogo José María Casco apunta: La Dirección de la
revista Controversia estuvo a cargo de Jorge Tula (...) y su Consejo de Redacción
estuvo formado por Sergio Bufano, Carlos Abalo, José María Aricó, Ricardo
Nudelman, Rubén Caletti, Nicolás Casullo, Oscar Terán, Héctor Schmucler y Juan
Carlos Portantiero. El eje que aglutino a estos intelectuales en torno de la revista
fue de modo central, el reconocimiento de la derrota de los proyectos políticos en
los que se habían enrolados, y este reconocimiento era el punto de partida para
una reflexión critica y superadora. Superadora de las posiciones políticas pero
también teóricas con las que habían actuado en esos convulsionados años. Así, el
marxismo, el populismo representado en Argentina por el peronismo, los
regimenes socialistas de Europa del Este son algunos de los focos centrales del
análisis y la reflexión que recorren sus números.
Seguramente no fue casual que el
último número de Controversia date de 1981. Tras consumirse las primeras hojas
del almanaque del año siguiente, el dictador de turno iniciaría la guerra del
Atlántico Sur que generó polémicas entre quienes hacían la revista. Por otro lado,
la derrota argentina en el conflicto apuró la caída de la dictadura y abrió el
horizonte del retorno para los compatriotas exiliados.
Tula regresó al país en 1984 con su
familia, por entonces agrandada con la llegada de Julián, y en el mes de julio fue
parte del denominado "grupo fundador" del Club de Cultura Socialista junto a José
Aricó, Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Juan Carlos Portantiero, María Teresa
Gramuglio, Sergio Bufano, Marcelo Cavarozzi, Alberto Díaz, Rafael Filippelli,
Ricardo Graziano, Arnaldo Jáuregui, Domingo Maio, Ricardo Nudelman, José Nun,
Osvaldo Pedroso, Sergio Rodríguez, Hilda Sábato, Jorge Sarquís, Oscar Terán,
Hugo Vezzetti y Emilio de Ípola.
En otro orden y con otros argentinos
del exilio, Ricardo Nudelman y Elvio Vitali, fundó la librería Gandhi que se
cosntituyó en un verdadero símbolo de la cultura de los 80.
En 1986, también
junto a Portantiero y Aricó, funda una nueva revista bajo el gramsciano nombre de
"La Ciudad Futura" que, a decir del historiador Daniel Campione fue uno de los
principales centros de debate y difusión de un abordaje de la realidad argentina y
mundial del período, asentada en una reelaboración de las categorías gramscianas
en clave básicamente reformista.
En 1991, junto a algunos camaradas
del Club de Cultura Socialista, Tula apoya a la Unidad Socialista que por entonces
conformaban el Partido Socialista Democrático y el Partido Socialista Popular. Ante
las elecciones de setiembre de ese año, su nombre apareció en las listas del
socialismo porteño como candidato a concejal.
Un par de meses después, el 10 de
diciembre, comenzó a desempeñarse como asesor del entonces flamante diputado
Alfredo Bravo. Salvo durante los meses de 1995 que debió destinar a completar el
mandato del fallecido concejal Ernesto Jaimovich, Tula acompañó la larga estadía
del "viejo maestro" en esta Cámara.
Quienes compartimos con él extensas
jornadas de trabajo, no podremos nunca olvidar su capacidad para hacernos
reflexionar. Era él quien nos guiaba con sus incisivas preguntas para que
descubriéramos los puntos débiles de nuestras argumentaciones. De nuestra parte,
nos dábamos cuenta de que algo fallaba en nuestras propuestas cuando el "Negro"
se ponía serio y nos decía: "Bueno, voy a hacer de abogado del diablo...".
Afiliado al Socialismo Democrático,
ocupó cargos en la dirección nacional del centenario partido y, a partir de 2002, en
el unificado Partido Socialista.
Tras la muerte de Alfredo Bravo,
continuó en esta Cámara como asesor del diputado Jorge Rivas y desde diciembre
de 2007 colaboró con quien suscribe esta iniciativa.
Célebre era su inmenso portafolio,
ese con el que llegaba cada día a la Cámara y donde guardaba los más variados
textos que devoraba arriba del colectivo 151 mientras viajaba desde su
departamento de Belgrano hasta la zona de Congreso. En una emotiva nota que
Sergio Bufano escribió bajo el título "Un luchador de la letra impresa" y que la
revista Ñ publicó a una semana de que el "Negro" se muriese, el autor hace un
inventario de lo que en aquel portafolio portaba: "una traducción de algún viejo
artículo de Gramsci, una revista con un texto donde Rossana Rossanda criticaba a
sus viejos camaradas del PCI, dos carillas escritas por Norberto Bobbio o Pietro
Ingrao, una carta de Enzo Falleto o de Ludolfo Paramio, amigo de Tula. También
folletos del Partido Socialista... En el desorden de papeles podían caer al piso
poemas de Giacomo Leopardi, uno de sus poetas preferidos" y -agregamos
nosotros- los suplementos deportivos de los diarios que no había terminado de
leer.
Pero tan célebres
como su portafolio eran sus bolsillos. Cuenta el ya citado Muschietti: "Andaba
siempre con los bolsillos del saco llenos. Sacaba de ellos recortes, un papel en el
que había escrito una palabra para la que no encontraba la mejor traducción, unas
entradas de cine viejas, las mentitas, un lápiz, un libro. A veces el libro no era para
él. "Lo vi en una mesa de saldos", decía, "y se me ocurrió que te podía interesar".
Otra cosa que solía
salir de su portafolio o de sus bolsillos era su último escrito que compartía con
generosidad con quienes éramos sus amigos. Recuerda Muschietti que "cuando se
lo instaba a reunir sus muchos papeles para editarlos en un libro, solía decir que si
no lo hacía era por vanidad: "Ya que no puedo escribir como Borges, prefiero no
escribir". Pero felizmente escribía, aunque le costaba encontrar el momento de
pulir los borradores. La suya era una prosa rica y sugerente, persuasiva y elegante.
No lo desvelaba la pulcritud del producto terminado porque escribía para pensar,
para poner a prueba sus propios puntos de vista, para reconocer cuando ellos
habían envejecido, para arrimar a los discursos obsoletos los destellos del
pensamiento de la izquierda en cualquier lugar del mundo".
El 30 de agosto
último, el "Negro" Tula nos dejó. Al día siguiente, otro de sus amigos, el ex
diputado socialista Oscar González, escribía en el diario Página 12 : "Tula nos
condujo por el camino de la reflexión y nos hizo entender que en toda disputa
conceptual son importantes la buena fe y la razón abierta (...) Tenía claro que la
política no sólo era un conjunto de preceptos más o menos fundados en ciertas
teorías sino, también, una actividad donde la solidaridad era esencial".
Por lo mucho que le brindó a la
política argentina y -por sobre todas las cosas- porque era un hombre bueno,
solicitamos la aprobación de esta iniciativa.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
BASTEIRO, SERGIO ARIEL | BUENOS AIRES | ENCUENTRO POPULAR Y SOCIAL |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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CULTURA (Primera Competencia) |
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
---|---|---|
19/11/2008 | DICTAMEN | Aprobado con modificaciones como proyecto de resolución |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
---|---|---|---|
Diputados | Orden del Dia 1445/2008 | CON MODIFICACIONES, LA COMISION ACONSEJA APROBAR UN PROYECTO DE RESOLUCION | 09/12/2008 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | CONSIDERACION Y APROBACION | 11/03/2009 | APROBADO |