La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

La Cámara de Diputados de la Nación declara su profunda consternación a raíz de la expulsión del islote Tierra, situado en las costas de Marruecos, pero de soberanía de España, de setenta y tres africanos subsaharianos por parte de la Guardia Civil peninsular y la subsecuente expulsión de esas personas perpetrada por el Reino de Marruecos, instando a esos dos países amigos para que en el futuro procedan con estricto respeto de los derechos propios de la condición humana de todos los hombres, con prescindencia de raza o nacionalidad.

Señor presidente:

Consternación. Esa es la palabra que suscita la actitud de la Guardia Civil española al expulsar del islote Tierra, de soberanía hispana, a setenta y tres desesperados inmigrantes subsaharianos que arribaron a esa ínsula buscando lo que elementalmente necesitan, trabajo y futuro.

Los africanos fueron literalmente depositados en Marruecos, situado apenas a cien metros de ese islote pedregoso. El destino de esas setenta y tres personas fue más sombrío aún: El reino marroquí los expulsó hacia la frontera con Argelia, en el paso de la ciudad de Oujda, ubicada en una región desértica.

Se comprende que España está asolada por el paro o desempleo, pero eso no autoriza para que se transgredan las reglas humanitarias que deben regir en todo el planeta.

Obrar 'manu militari' no está previsto en la propia 'ley española de extranjería'. Así lo dice sin ambages el diario madrileño EL PAÍS en su edición del 5 de septiembre de 2012, página 12.

Estos inmigrantes fueron deportados sin que medien las garantías legales. Lo propio hizo Marruecos.

No ignoramos que la presión migratoria proveniente del norte de África es muy grande y que esta situación se agrava a raíz de la crisis europea, sobre todo más aguda en los países del Mediterráneo, precisamente los vecinos del continente africano. Empero, ello no empecé para que esta Cámara exprese su protesta y su palabra de condena ante los sobrecogedores sufrimientos a los que fueron y son sometidos estos setenta y tres seres humanos, vivos testimonios de lo que padecen miles y miles de hombres y mujeres.

Esto acaece mientras el mundo proclama que avanza la civilización y el derecho. Centenas de Foros y Congresos se organizan en todo el orbe para declamar esos progresos, pero la tristísima realidad es que millones de personas sufren prácticamente iguales condiciones de vida que las que mortificaban a sus antepasados hace dos siglos.

Por lo antedicho, expuesto con brevedad para obviar lo que podría derivar en una rutinaria letanía, solicito el respaldo para esta declaración.