PROYECTO DE TP
Expediente 6229-D-2015
Sumario: EXHUMANSE LOS RESTOS DE JUAN JOSE CASTELLI, SITOS EN LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES.
Fecha: 02/12/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 163
El Senado y Cámara de Diputados...
Artículo 1°.- Exhúmense los restos
de Juan José Castelli de su actual sepultura en el interior de la Iglesia de San
Ignacio, ubicada en la intersección de las calles Bolívar y Alsina, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Artículo 2°.- Los restos de Juan
José Castelli se trasladarán al Patio del Cabildo de Buenos Aires, donde
descansarán en un mausoleo especialmente construido a tal fin, atendiendo
las características físicas y simbólicas de ese espacio.
Estarán identificados con una placa
alusiva a su trayectoria como patriota en la Revolución de Mayo.
Artículo 3°.- Los gastos que
demande la presente serán imputados a las partidas presupuestarias
correspondientes.
Artículo 4°.- Comuníquese, etc.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Juan José Castelli nació en Buenos
Aires, el 19 de julio de 1764. Hijo de un médico-boticario italiano y una porteña
descendiente de una familia de acaudalados terratenientes.
Castelli se recibió de abogado en la
Universidad de Chuquisaca, en cuyos claustros - al igual que Moreno - accedió
al pensamiento de Rousseau, los enciclopedistas y los ideales de la Revolución
Francesa.
De regreso a Buenos Aires, fue
designado secretario interino del Consulado de Comercio a instancias de
Belgrano, con quien compartió - entre los patriotas - su adhesión a la corriente
carlotista, que consideraba que el reconocimiento de los derechos de la infanta
Carlota al trono de Buenos Aires era un mecanismo adecuado para instalar una
monarquía constitucional y librarse de España.
Esa posición lo llevó a asumir la
defensa de Rodríguez Peña en el marco del juicio por traición que inició en su
contra el Virrey Santiago de Liniers. Los argumentos utilizados por Castelli,
anticipaban los principales lineamientos de su memorable discurso del 22 de
mayo, en cuanto a la caducidad del gobierno de España y la conformación de
juntas propias por parte de los pueblos americanos.
Efectivamente, en el
histórico Cabildo Abierto que se celebró aquel día de 1810, le tocaría a Castelli
ser el principal vocero de los revolucionarios. Como sostiene Rodolfo Puiggros,
"no le fue difícil al doctor Castelli, designado la noche anterior por los patriotas
para que hablase en nombre de ellos, poner en ridículo al vocero del más crudo
absolutismo" y certificar "al pasar de la refutación de Lué a la parte afirmativa
de la doctrina de los patriotas, la identidad de la revolución argentina con la
revolución española en lo que se refiere al problema de la soberanía." (1)
En esa jornada
trascendente, diría Castelli que: "la España ha caducado en su poder para con
estos países ... es a los pueblos a quienes exclusivamente toca declarar su
voluntad en este caso ... porque el pueblo es el origen de toda autoridad, y el
magistrado no es sino un precario ecónomo de sus intereses."
En ese sentido, Castelli exigía que
la Junta cuya conformación se había resuelto fuese elegida por el pueblo, a
través de un nuevo Cabildo abierto a celebrarse con la mayor antelación
posible.
Pese a lo anterior, a instancias de
los patriotas formó parte de la junta interina del 24 de mayo encabezada por
Baltasar Hidalgo de Cisneros. Su renuncia desencadenaría la de los restantes
miembros, frente al reclamo ferviente de la multitud contra las maniobras del ex
virrey para conservar el poder en sus manos.
Finalmente, el 25 de mayo, el
Cabildo no tuvo más opción que la de allanarse a la propuesta revolucionaria
de Beruti, cuyo primer punto fue la integración de una junta gubernativa
compuesta por nueve integrantes. Entre ellos, Castelli designado como
vocal.
Según lo destaca
Julio César Chávez, "era Castelli quien, por su vinculación personal con todos
sus miembros, ensamblaba y armonizaba los dispares caracteres de los
miembros de la Junta. Viejo amigo de Saavedra, con quien actuara en el
Cabildo años atrás; casi hermano de Belgrano; íntimo amigo de Larrea y
Azcuénaga; condiscípulo de Alberti en el colegio colorado de Córdoba; unidos
a todos, los unía" (2) .
No obstante lo anterior, sin dudas el
más relevante fue el estrecho vínculo que forjó con Mariano Moreno,
convirtiéndose en uno de los más fervientes sostenedores de su plan
revolucionario.
Ambos ansiaban promover mucho
más que un cambio de nombres. Luchaban por una profunda transformación
política, económica, social y dedicaron su vida a llevarla adelante.
Por eso, Castelli no dudó en cumplir
la orden de la Junta y reprimir el levantamiento de Santiago Liniers para frenar
la contrarrevolución que se gestaba en la Provincia de Córdoba. Tampoco en
actuar como su delegado en el Alto Perú; un lugar desde donde encaró la
reorganización de la casa de la moneda de Potosí y la reforma de la
Universidad de Charcas, e impulsó el reconocimiento del derecho de voto a los
indígenas, liberándolos de la prestación de servicios personales.
Tras la derrota de Huaquí, en junio
de 1811, el Triunvirato lo separó de su cargo e inició en su contra un proceso
que Castelli no vio concluir. En octubre del siguiente año, antes que recayera la
sentencia, moría como consecuencia de un cáncer de lengua.
Como bien lo
describe Fabio Wasserman, "...sólo lo acompañó un breve cortejo fúnebre
hasta la iglesia de San Ignacio, en la que recibió un entierro modesto, mientras
que el periódico oficial no hizo mención alguna, así como tampoco hay
referencias en las crónicas de la época" (3)
El olvido al que lo condenaron sus
contemporáneos se ha sostenido a lo largo del tiempo y continúa en la
actualidad pese a la trascendencia de su figura en los albores de nuestra
historia como país.
Hoy apenas lo homenajea un
monumento que pasa desapercibido a la vista de quienes transitan por la Plaza
Constitución, carente de cualquier relación simbólica con los hechos que
tuvieron a Castelli como protagonista; y sus restos yacen en la Iglesia donde
fueron sepultados, casi escondidos y sin siquiera una placa que los identifique
como tales.
En el marco de la
conmemoración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, presentamos el
Expediente 7879-D-2012 que tenía por objeto trasladar el monumento y los
restos de Castelli al Patio del Cabildo de Buenos Aires.
La iniciativa tuvo media sanción de
esta Cámara de Diputados, el 28 de noviembre de 2012, pero perdió estado
parlamentario sin llegar a ser tratada en el recinto del Senado.
En esa oportunidad,
la Comisión Nacional de Museos y Monumentos expresó su rechazo a la
propuesta manifestando su oposición general al traslado de restos humanos
"por respeto" y considerando, al mismo tiempo, que en el caso particular de los
de Castelli, se encontraban debidamente resguardados en la Iglesia atento el
carácter de monumento histórico de ese edificio.
Además, agregó que el traslado del
actual monumento al prócer al Patio del Cabildo era inviable por carecer de las
condiciones mínimas de espacio y porque vulneraba su integridad espacial y su
valor material-simbólico.
Más allá del peso que la voluntad
política del Congreso Nacional tiene por sobre cualquier opinión de un
organismo técnico, entendemos que de las razones esgrimidas la única que
merece ser atendida es la vinculada a las dimensiones del monumento.
En cambio, las restantes responden
más a una interpretación caprichosa del respeto del que los restos de Castelli
son merecedores y las acciones a través de las cuáles preservamos o no el
valor histórico del Cabildo.
Desde nuestra perspectiva, lo que
vulnera su recuerdo es que tales restos permanezcan anónimos dentro de una
Iglesia en la que la enorme mayoría de las personas, incluso aquellas que
concurren a visitarla, ignora que están.
Por eso, a través de este nuevo
proyecto insistimos en la necesidad de trasladarlos al Patio del Cabildo de
Buenos Aires, en el corazón mismo del edificio en el que Castelli pronunció las
palabras por las que pasaría a la posteridad como el "orador de la
Revolución".
A fin de saldar las objeciones
referidas a la falta de lugar, proponemos construir un mausoleo para que allí
descansen, acorde a las características físicas y simbólicas de ese espacio, en
el convencimiento que, lejos de vulnerar su valor, lo estamos enalteciendo.
Complementando lo anterior con la
colocación de una placa alusiva a la trayectoria revolucionaria de Castelli,
creemos que la propuesta que traemos al tratamiento de la Cámara de
Diputados es la mejor forma de homenajearlo y favorecer la apropiación
colectiva de su memoria.
Es una manera concreta de rescatar
su pensamiento libertario y proyectarlo en la definición del país que anhelamos
construir para las nuevas generaciones de argentinas y argentinos.
No hay documentos históricos que
contradigan lo que aquí proponemos con el apoyo de la descendencia del líder
revolucionario, a quien oportunamente consultamos la presentación de esta
iniciativa.
Por las razones
expuestas, Señor Presidente, es que solicitamos su pronto tratamiento y
aprobación de este proyecto que recupera, en un sentido democrático, el
recuerdo de Juan José Castelli, patriota y revolucionario, a quien Bernardo de
Monteagudo tan bien supo calificar como el "genio ilustre que dirigió los pasos
de la Primera Junta".
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
CORTINA, ROY | CIUDAD de BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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LEGISLACION GENERAL (Primera Competencia) |