PROYECTO DE TP
Expediente 5997-D-2014
Sumario: EMISION DE BILLETES DE CURSO LEGAL DE PESOS: DOSCIENTOS - $ 200 - Y QUINIENTOS - $ 500 -; Y ACUÑACION DE MONEDAS DE PESOS CINCO - $ 5 - Y DIEZ - $ 10 -.
Fecha: 06/08/2014
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 96
El Senado y Cámara de Diputados...
Artículo 1°.- Encomiéndese al
Banco Central de la República Argentina y a la Casa de la Moneda la
emisión de billetes de curso legal de pesos doscientos ($ 200) y pesos
quinientos ($ 500).
Artículo 2°.- Dispóngase la
acuñación de monedas de curso legal de pesos cinco ($ 5) y pesos diez ($
10).
Artículo 3°.- Dispóngase que
los billetes de pesos quinientos ($ 500) deberán tener figuras alusivas al
Bicentenario de la Declaración de la Independencia de Tucumán en 1816, y
que los billetes de pesos doscientos ($ 200) deberán tener figuras alusivas
al Centenario de la implementación de llamada "Ley Saenz Peña" de voto
universal, secreto y obligatorio en 1916.
Artículo 4°.- El Banco Central
de la República Argentina dará cumplimiento a la presente ley dentro del
término de noventa (90) días.
Artículo 5°.- De forma.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Sobre 3.991,4 millones de papel moneda
en circulación, 2.464,6 millones eran de $100; 334,4 millones de 50; 78 millones de
$20; 326,1 millones de $10; 338,4 millones de $5; 449,2 millones de $2, y 700 mil
simbólicos de un peso.
Claramente, el efecto del empinamiento
de la inflación y la resistencia del Gobierno nacional a emitir billetes de mayor
nominación, de acuerdo a los tiempos que corren, explica que en los últimos siete
años la cantidad de billetes de 100 pesos en circulación elevara su preponderancia en
el total en más de 17 puntos porcentuales.
Aunque en valor el salto fue menos
relevante, porque ya entonces la economía exigía la aparición de dinero de mayor
denominación para facilitar las transacciones de importes elevados, la incidencia
trepó a 91,1 por ciento.
Según los datos que difundió el Banco
Central sobre la composición de la circulación monetaria al 14 de febrero había
billetes por un total 270.591 millones de pesos, equivalente a 6.522 pesos por
habitante, mientras a fines de 2007 sumaba $70.766 millones, a razón de 1.769
pesos por persona física.
La relación de pesos en circulación por
habitante se incrementó en siete año 268%, casi copiando la denominada inflación
Congreso en el período (266%), en contraste con apenas 75% que midió el
Indec.
Necesidad de cambio para el
menudeo
Probablemente, influenciado por esta
última variación del promedio de alza de los precios de la economía, la cual hace que
se requieran más billetes para hacer transacciones por mayor valor, es que se
persiste con el empecinamiento de no disponer la emisión de billetes de más alta
nominación.
Hoy con un billete de $100 apenas se
pueden adquirir 10 dólares para ahorro, con el pago a cuenta de impuestos de 20% y
menos de 8 euros al cambio oficial.
Esas proporciones, que se reducen aún
más si se aplica como factor de conversión la paridad en el mercado marginal,
representan menos del 10 y 2% respectivamente de los billetes en circulación en los
EEUU y Europa, respectivamente.
De ahí que se impone la incorporación
de, al menos dos nuevas escalas superiores de billetes, tentativamente de 200 y 500
pesos, no sólo para disminuir la cantidad de dinero papel para grandes transacciones,
sino también para liberar capacidad de impresión y reducción de costos de la Casa de
Moneda, para poder inyectar al mercado mayor proporción de billetes de baja
nominación, principalmente de 5, 10 y 20, para facilitar el cambio chico en las
transacciones habituales de la mayor parte de la población.
La negativa del Gobierno a poner en
circulación un billete de mayor denominación que el de $ 100 (en un inútil intento de
no admitir el constante aumento del costo de vida) y las limitaciones de carga de
billetes que tienen los cajeros automáticos se combinan para que conseguir dinero en
efectivo en esas terminales durante un fin de semana o feriados, o acceder mediante
ellos a "cambio" (billetes de $ 10, $ 20 o $ 50) sea poco menos que un suplicio en
numerosos puntos del interior del país, barrios periféricos de la Capital Federal y el
conurbano bonaerense.
La peregrinación entre cajeros en busca
de billetes es una situación cada vez más habitual y devela uno de los tantos costos
que la persistente inflación tiene en la vida cotidiana del ciudadano común. A la vez,
deja a la vista lo sencillo que sería evitarlos si, por ejemplo, se decidiera emitir
billetes de mayor denominación.
Los problemas se repiten, ya sea porque
la capacidad de expendio de los cajeros se agota mucho más rápido que hace 3 o 4
años; porque la velocidad de rotación de los billetes crece a pasos agigantados
(según los especialistas, el pasamanos se duplicó de 8 a 16 veces en 7 años) y, en
consecuencia, el deterioro y la vida útil de las piezas cae (la vida promedio del billete
de $ 100 cayó de 32 a 26 meses, según fuentes del sistema, aunque en el Banco
Central dicen que se mantiene inalterable en 28 meses desde hace 10 años), y
porque, como cualquier consumidor lo nota, se necesitan cada vez más billetes para
afrontar los consumos más cotidianos, a menos que pueda afrontárselos con
tarjeta.
Algunas cuentas dejan a la vista la
situación. Según se pudo determinar tras numerosas consultas con banqueros,
administradores de las redes de cajeros, funcionarios y ex funcionarios del Banco
Central (BCRA) y transportadoras de caudales, el cajero automático promedio del
sistema bancario argentino (una red con unos 11.000 expendedores) tiene poco más
de seis años de antigüedad, cuatro celdas de carga (los hay de hasta 8) y capacidad
para albergar hasta diez mil unidades de billetes por vez.
Pero el creciente nivel de rotación de los
billetes, con su consecuente desgaste, provocó que, en los últimos años, ese tope de
carga se haya reducido. "Hoy si ponés que el promedio de carga ronda los 8000/8500
billetes no te equivocás", aconsejaron en las redes, tomando en cuenta que un billete
usado ocupa más lugar y que, si no se toma en cuenta esta realidad, tienden a
multiplicarse lo que denominan las "fallas del dispensador", en referencia a los
cajeros que quedan inutilizados por billetes avejentados que traban su
operatoria.
Hace unos años lo habitual era que cada
celda de carga alojara billetes de distinta denominación, por ejemplo, una para los de
$ 10, otra para los de $ 20, una más para los de $ 50 y la última para los de $ 100.
De esta forma, la carga máxima del cajero llegaba a $ 450.000, lo que permitía
abastecer las necesidades de la demanda de los clientes en cantidad y variedad. Pero
como por efecto de la inflación cada vez fueron necesarios más billetes para afrontar
los mismos gastos y, consecuentemente, la extracción promedio del sistema fue en
constante ascenso (no llegaba a los $ 300 en 2007 y ronda los $ 600 en la
actualidad), lo primero que los bancos sacrificaron fue la variedad.
Así, en el último año y medio se hicieron
comunes los cajeros cargados sólo con billetes de $ 50 y $ 100 o, directamente, de $
100, y tendieron a desaparecer los que dan cambio. De esta manera, los bancos
lograron duplicar la capacidad de carga de las máquinas, lo que les permitió paliar la
situación durante algunos años.
La cuestión ahora es que se está
llegando al punto de que ni aun así (y pese a haber duplicado y hasta triplicado la
frecuencia de recargas de los aparatos que atienden una mayor demanda) logran
atender la creciente demanda de dinero que supone una economía en expansión y
con costos crecientes, lo que hace que los problemas se reiteren. Por ejemplo, dar
con cajeros fuera de sistema o sin dinero era común en fines de semana largos o
durante los "picos" de retiro (los primeros días del mes, cuando la gente extrae la
mayor cantidad de efectivo tras percibir salarios). Pero hoy tiende a ser un
inconveniente habitual.
"Cada vez más seguido"
"Pasa cada vez más seguido. El domingo
anterior, que era fin de mes, tampoco encontré plata. Tengo que andar pidiendo",
contó Marcia, en un alto de su recorrida por cajeros de la zona sur del conurbano
durante el fin de semana anterior, tras tropezar con ella un par de veces en su
búsqueda. "Es el sexto que visito en la zona, para nada", alcanzó a decir, antes de
volver al auto donde la esperaban su hijo y su marido. "Yo habitualmente saco plata
en el centro, cerca de mi trabajo, para evitar este problema, pero esta semana
salimos y entre cine, cena y remises me quedé corto. Y eso que la entrada al cine la
pagué con la tarjeta", relató Aldo, que también ese día peregrinaba sin suerte.
"La clave para entender el problema es
admitir que vivir en una economía inflacionaria tiene sus costos", dice Andrés
Méndez, economista de la consultora AMF. Al repasar las estadísticas de los últimos
doce meses, Méndez observa que, si bien hubo un aumento interesante en la
cantidad de cajeros (15%, incluso mayor que el incremento en la cantidad de
usuarios de tarjetas de débito, del 5%), "para que la situación se mantenga en
equilibrio tendrías que haber tenido un crecimiento nominal de la demanda de billetes
muy ajustado. Pero acá la demanda de circulante en ese lapso creció 39%, y eso, en
una economía que, pese a los avances en bancarización, sigue dependiendo mucho
del efectivo, tiene este tipo de costos", insiste.
"El poder de compra de los 100 pesos de
hoy equivale al 22% del poder de compra de diciembre de 2001, es decir que un
billete de $ 100 de entonces sería uno de $ 400 a valores de hoy. Si no se reconoce
esa situación, difícilmente den con una solución. Es evidente que con un billete de
mayor denominación las limitaciones de carga de los cajeros se verían reducidas",
apuntó el economista Nicolás Bridger, de la consultora Prefinex.
El desarbitraje queda a la vista en otros
números. En Uruguay, el mayor billete en circulación es de $ 2000, que convertido en
dólares supone alrededor de US$ 100. En Chile es de $ 20.000, que equivale a unos
US$ 43, y en Brasil, de 100 reales, unos US$ 63 al cambio actual. En la Argentina esa
cuenta da US$ 24,20, un cuarto que lo de los vecinos de orilla, 1,75 veces menos que
en Chile y 2,6 veces menos que en Brasil.
Pero como la fuerte devaluación que
tuvo el dólar en los últimos años a nivel global puede llamar a confusión, es
aconsejable recurrir a otro parámetro para evitar conclusiones apresuradas.
Poder adquisitivo
Para Hernán Lacunza, de Empiria
Consultores, una forma de aproximar la adecuación de los billetes en circulación al
volumen nominal de transacciones es comparar su poder adquisitivo respecto del
ingreso. "Esa cuenta, a valores de fin de 2010, da que los $ 100 representan 0,28%
del producto per cápita argentino, cuando a valores de 2003 esa relación estaba en
1%. Pero la comparación con otros países de la región brinda un parámetro adicional:
entre las otras siete economías latinoamericanas de mayor relevancia, sólo el billete
de 100 bolívares venezolanos -casualmente, otro país con alta inflación, que cambió
su línea monetaria en 2008- guarda una relación similar respecto del ingreso per
cápita", apunta.
Según esa cuenta, nuestro billete de 100
pesos "equivale al 75% del mayor billete chileno, al 46% de los 100 reales brasileños
y al 17% de los 200 soles peruanos. Es decir que si pretendiéramos equiparar la
relación de nuestro billete de mayor denominación con el ingreso medio según los
parámetros regionales, necesitaríamos emitir billetes de $ 133 para igualar al billete
chileno, $ 215 según el real brasileño, $ 354 para asemejar al mayor billete
uruguayo, y $ 580 si tomamos el parámetro de los soles peruanos, o de 260 para
ubicarnos en la media zonal", concluye.
El proceso de emisión de un nuevo
billete debería partir del BCRA, desde donde hoy, y pese a los crecientes problemas
que tuvieron un pico de conflictividad a fin de año, no lo observan necesario. En
realidad, no quieren plantearle al Poder Ejecutivo esta demanda porque son
conscientes de que la línea oficial es negar la inflación o, en todo caso, proclamar que
los ricos son las víctimas de ella, como lo hizo alguna vez el ministro de Economía,
Amado Boudou.
CLAVES DEL PROBLEMA
Mayor rotación. La inflación y la
negativa del Gobierno a emitir un billete superior al de $ 100 hicieron crecer la
velocidad de circulación de los billetes.
Deterioro. En consecuencia, la vida
útil de los billetes se acortó de 32 a 26 meses, según fuentes del sistema financiero.
Esto hizo que la capacidad de carga de los cajeros automáticos también se haya
achicado, de unas 10.000 piezas a 8000/8500 por terminal, según operadores de las
redes. Esto también hizo que se hicieran frecuentes las fallas en los cajeros.
Sin cambio. La inflación hizo que
creciera la extracción promedio del sistema, de $ 300 en 2007 a $ 600 en la
actualidad. Como las celdas de los cajeros tienen un límite de carga, losbancos
cargan más billetes de 50 y de 100 pesos, lo que hace difícil conseguir cambio.
Inflación. El poder de compra de los $
100 de hoy equivale al 22% del que había en diciembre de 2001. "Es decir que un
billete de $ 100 de entonces sería equivalente a uno de $ 400", señala el economista
Nicolás Bridger.
Dada la cercanía del año 2016, en que
se cumple el Bicentenario de la Declaración de la Independencia en Tucumán, y el
Centenario de la implementación de la así llamada "Ley Saenz Peña" que permitió por
primera vez elecciones con voto universal (masculino), secreto y obligatorio, es
oportuno honrar tales acontecimientos claves para la historia de nuestra nación.
Por todo lo expuesto, invito a los
señores diputados a acompañar el presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
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BIANCHI, IVANA MARIA | SAN LUIS | COMPROMISO FEDERAL |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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FINANZAS (Primera Competencia) |
PRESUPUESTO Y HACIENDA |