La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Educación y el Consejo Federal de Educación:

1. Arbitre los medios necesarios para incorporar en su Plan de restauración y reacondicionamiento de Escuelas Normales Centenarias a aquellas que todavía no se encuentran incluidas en el Programa Nacional de Mejoramiento de la Infraestructura Escolar Provincial o de cualquier otro programa o plan que correspondiera.

2. Extreme los mecanismos de control para garantizar el cumplimiento de los planes de obra y la preservación de la función educativa de los edificios en cuestión.

Señor presidente:

El sistema educativo se está recuperando de una larga convalecencia y lenta, pero continua, incorpora cada vez más alumnos y alumnas en sus aulas, y de esa manera volvemos a esa ruta marcada hace doscientos años: ser libres para lo cual es indispensable la distribución igualitaria del saber.

La generación del '37 sistematizó esta idea y en 1884 la sanción de la ley 1420 la materializó organizando el sistema educativo público más efectivo de América Latina por casi un siglo.

El modelo normalista funcionó, y sigue siendo parte constitutiva de la identidad de los docentes argentinos y sus escuelas, desde la Escuela Normal de Paraná fundada por Sarmiento en 1870, constituyen un símbolo de la educación pública argentina, de formación docente y siguen siendo escuelas referentes en cada ciudad de cada provincia y de la Ciudad de Buenos Aires.

Hoy muchas de ellas llevan más de cien años de historia y miles de alumnos y alumnas han transitado sus aulas. Las Escuelas Normales no solo formaron docentes, sino que además sus escuelas de aplicación fueron faros de innovación pedagógica, producción intelectual y organización sindical.

Los tiempos han cambiado y junto con las renovaciones pedagógicas, llegaron las tecnológicas y también las arquitectónicas que proponen mejores formas de aprovechar el espacio escolar, requieren de aulas más espaciosas, o nuevos sectores como una sala de computación, o una cocina o salones de usos múltiples, etc.

Lo cierto es que sean cuales sean los motivos, es imperioso que entre todos los poderes del Estado colaboremos para que esos edificios históricos se mantengan en condiciones, se reparen, se renueven y que se restauren manteniendo y recuperando los materiales originales de una calidad hoy difícilmente igualable.

Para ello, el Ministerio de Educación de la Nación y el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios han encarado un plan de obras destinado a cumplir con dichos objetivos. Al momento se ha avanzado con muchos edificios históricos, sin embargo todavía restan incorporar un número significativo de ellos, muchos de los cuales se encuentran en peligro. No obstante es menester que desde el Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Educación y del Consejo Federal, se avance en un acuerdo federal que garantice que esos edificios se respeten como instituciones educativas, que se preserve su función educativa y áulica, dando prioridad a las obras de refacción, restauración o ampliación que tiendan a mejorar las condiciones actuales de los edificios y sus predios.

Por todo esto, solicito a mis pares me acompañen con la aprobación del presente proyecto.