La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Solicitar al Poder Ejecutivo Nacional que, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, proceda a informar si las dieciocho embajadas argentinas en diversos países del mundo, actualmente sin jefe de misión - embajador -, serán cubiertas a la brevedad y asimismo el motivo por el cual se ha producido esta situación excepcional de tantas representaciones vacantes.

Señor presidente:

Sabido es que el lenguaje diplomático tiene tan larga tradición como algunas claves. Una de éstas es mantener vacante una embajada es leída por el país de destino como un mensaje de enfriamiento de los vínculos. Salvo, claro está alguna razón justificatoria que, de por sí, es excepcional.

Hoy en día nuestro país tiene dieciocho representaciones sin embajador. Están a cargo de encargados de negocios o charge de affaires en pied. Se trata de las embajadas ante la Organización de las Naciones Unidas - de suma importancia a la luz de la reivindicación de los archipiélagos del Atlántico Sur y del reclamo de los derechos argentinos en los espacios marítimos aledaños, conforme la Convención de los Derechos del Mar -, Unión Europea - relevante, obviamente -, Paraguay - que tiene rango de representación principal dadas las razones geohistóricas, geopolíticas y estratégicas que saltan a la vista -,Suiza, Holanda, Suecia, Nigeria, Marruecos, Argelia, Portugal, Canadá, Kenya, Libia, Jamaica - gravitante a la hora de alinear al Caribe a favor de nuestro planteo de soberanía en las Malvinas-, Serbia, entre otras.

Según trascendidos confiables se estaría produciendo en el seno de nuestra Cancillería un recambio generacional. Ello siempre es bienvenido pero a condición que la mutación no sea ni abrupta ni traumática. Si se dan estos dos factores, la lesión que se causa al servicio diplomático y por supuesto a nuestras relaciones exteriores es largamente superior a los beneficios de la irrupción de una nueva camada de funcionarios.

Por otra parte, esas informaciones oficiosas indican que estarían ingresando a la Cancillería altos funcionarios que ostentan más condiciones políticas que profesionales. Es correcto y plausible que un diplomático argentino incorpore el conocimiento de la política pues es parte de su bagaje. Ello lo enriquece y sustenta el ejercicio de la representación del país. Empero, si de política se transita a polítización sectaria, lo benéfico deviene en pernicioso. La Argentina requiere eximios diplomáticos, altamente preparados. Pero ni necesita ni quiere que la representen sectarios.

Sobre todo en materia de relaciones exteriores, nuestro país precisa representantes que lo sean de la totalidad de nuestros intereses.

Por lo expuesto, solicito a la Cámara que respalde este Pedido de Informes.