PROYECTO DE TP
Expediente 5778-D-2008
Sumario: SOLICITAR AL PODER EJECUTIVO DISPONGA LAS MEDIDAS NECESARIAS PARA ADHERIR A LA "CONVENCION IBEROAMERICANA DE DERECHO DE LOS Y LAS JOVENES", ADOPTADA EL 11 DE OCTUBRE DE 2005 POR LA COMUNIDAD IBEROAMERICANA DE ESTADOS.
Fecha: 10/10/2008
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 141
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Que vería con agrado que el
Poder Ejecutivo de la Nación adhiera a la Convención Iberoamericana de
Derecho de los y las Jóvenes, adoptada el 11 de octubre de 2005 por la
Comunidad Iberoamericana de Estados y que entró en vigencia el 1 marzo
de 2008, la cual reconoce a las y los jóvenes como sujetos de derechos,
actores estratégicos del desarrollo y personas capaces de ejercer derechos,
garantías y libertades.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Entendemos que la
juventud es ante todo un potencial en términos de capital
humano para el desarrollo, recreación de la base cultural de la
sociedad y nuevos proyectos colectivos. Concebirla sólo como
un problema -para sí misma y para el resto- es una perspectiva
equivocada, pues tiende a estigmatizarla en función de sus
riesgos y sus falencias.
Por otra parte,
tampoco se puede restringir la idea de juventud a potencial y
promesa de futuro, porque los jóvenes además viven un
presente que en sí mismo posee valor. En ese presente
construyen su identidad, definen sus pautas de vida y pueblan
el tejido social con signos y símbolos que tienen su propia
riqueza.
En tal sentido, el
presente proyecto atiende a la necesidad inminente de integrar
a nuestro plexo normativo de derechos humanos la Convención
Iberoamericana de Derechos de los y las jóvenes (1) como marco
de referencia que permita visibilizar a los y las jóvenes, tanto
dentro del sistema de derechos humanos como de la sociedad
en general; contar con un instrumento jurídicamente
vinculante, que obligue a nuestro país en el marco de la
Comunidad Iberoamericana de Estados a seguir las
recomendaciones de dichos documentos, y respetar los
derechos humanos de los y las jóvenes; así como a proteger al
conjunto de personas jóvenes que en la actualidad constituye
gran parte de la población económicamente activa.
Las juventudes han
sido y son una preocupación de la Comunidad Internacional de
Estados, con una tradición de más de veinte años. En 1995 el
Sistema de Naciones Unidas lanzó el Programa de Acción
Mundial para los Jóvenes (PAMJ), el cual se centró en crear
medidas tendientes a fortalecer la capacidad nacional en lo que
respecta a la juventud y en aumentar la calidad y la cantidad de
las oportunidades de los y las jóvenes para participar de
manera plena, efectiva y constructiva en la vida de las
sociedades.
El Programa
contenía propuestas para la adopción de acciones hasta el año
2000 y en los años subsiguientes con el propósito de concretar
las aspiraciones expresadas en 1985 con motivo del Año
Internacional de la Juventud, cuando se habló de fomentar
condiciones y mecanismos para promover un mayor bienestar y
mejores condiciones de vida para las juventudes sobre la base
de impulsar la participación, el desarrollo y la paz.
Las directrices
promovidas por el PAMJ son importantes por la atención que se
presta en ellas a los jóvenes como una categoría social amplia
integrada por diversos subgrupos, en lugar de considerarlos
como una entidad demográfica única. Las directrices proponen
medidas concretas para hacer frente a las necesidades de
subgrupos como los jóvenes con capacidades diferentes, los
jóvenes de las zonas rurales y urbanas, las mujeres jóvenes y
los jóvenes en situaciones de riesgo. Este enfoque tipológico ha
nutrido de contenido las iniciativas emprendidas por muchos
gobiernos sobre juventud, y de manera muy particular en el
plano iberoamericano.
En el caso específico
de nuestra Región, los ministros y responsables de juventud de
los países iberoamericanos suscribieron el 11 de octubre de
2005 la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes
(CIDJ), en Badajoz, España, la cual entró en vigor el 1 de marzo
de 2008.
Actualmente los
países que la han ratificado son República Dominicana,
Ecuador, Costa Rica, Honduras y España; los países que se
encuentran en proceso de ratificación son Bolivia, Cuba,
Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú,
Portugal, Uruguay y Venezuela; y nuestro país junto con
Colombia, El Salvador, Chile, Andorra y Brasil aún no han
siquiera firmado la Convención.
Esta Convención
consagra jurídicamente el pleno reconocimiento a la
especificidad de la condición juvenil e insta a responder a los
requerimientos de protección y garantía para el ejercicio de los
derechos por parte de las nuevas generaciones. Es el primer
documento jurídico en la materia a nivel mundial y contiene 44
artículos que incluyen, entre otros, el derecho a la vida, a la
igualad de género, a la paz, a la identidad, a la participación
social y política, a la educación, a la salud, a la igualdad de
oportunidades, al trabajo, a una vivienda digna, al desarrollo
económico, social y político.
Entre 1995 y 2005
la juventud mundial, integrada por las personas entre los 15 y
los 24 años de edad, ha aumentado de 1,025 millones a 1,153
millones. En la actualidad, según el Informe 2005 de Naciones
Unidas, la juventud representa el 18% de la población mundial
y el 85% de todos los jóvenes del mundo vive en los países en
desarrollo, es por ello que los jóvenes continúan siendo un
contingente de población importante por su magnitud y por su
rol social.
El Informe sobre el
Desarrollo Mundial 2007 del Banco Mundial, lanzado en
septiembre del 2006 en la Reunión Anual del Banco Mundial en
Singapur, se centra en la problemática de los y las jóvenes entre
12 y 24 años de edad. El Informe señala que este es el mejor
momento para invertir en los jóvenes, que a nivel mundial
suman 1.300 millones de habitantes que cuentan, en relación al
resto de la población, con mejores condiciones de salud y mayor
nivel educacional. La ecuación es simple, los países en
desarrollo que inviertan en mejor educación, salud y formación
laboral para su población joven, son los que sacarán el mayor
provecho a su actual coyuntura de transición demográfica, para
traducirla en más dinamismo económico y reducción de la
pobreza.
Para comprender lo
que ocurre con la juventud iberoamericana, y la Argentina en
particular, es preciso entender que los y las jóvenes viven hoy
con mayor dramatismo que el resto de la población una serie de
tensiones o paradojas, las cuales hacen imprescindibles las
presencia del Estado a efectos de garantizar efectivas políticas
públicas con un enfoque de derechos.
Según el informe "La Juventud en Iberoamérica.
Tendencias y Urgencias 2007" elaborado por la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la
Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ), una primera
tensión o paradoja es que la juventud goza de más acceso a
educación y menos acceso a empleo. Los jóvenes de hoy tienen
más años de escolaridad formal que las generaciones
precedentes, pero al mismo tiempo duplican o triplican el índice
de desempleo con respecto a esas generaciones.
En
otras palabras, están más incorporados en los procesos
consagrados de adquisición de conocimientos y formación de
capital humano, pero más excluidos de los espacios en que
dicho capital humano puede realizarse, a saber, el mundo
laboral y la fuente de ingresos para el bienestar propio. En
parte, porque el progreso técnico exige más años de educación
para acceder a empleos modernos, y por tanto enfrentamos una
dinámica de devaluación educativa (la misma cantidad de años
de escolaridad "valen menos" hoy que hace dos décadas); y en
parte, porque la nueva organización laboral restringe puestos de
trabajo y hace más inestable el empleo.
Una
segunda paradoja o tensión es que los jóvenes gozan de más
acceso a información y menos acceso a poder. Por una parte, la
juventud tiene proporcionalmente mayor participación en redes
informáticas que otros grupos etarios, y también más acceso a
información merced a su alto nivel de escolarización y de
consumo de los medios de comunicación. Pero por otra parte,
participan menos de espacios decisorios de la sociedad, sobre
todo en la esfera del Estado. Aquí también existe una asincronía
entre mayor inclusión juvenil en cuanto a acceso a información
y redes, y mayor exclusión en lo referente a la ciudadanía
política.
Una
tercera tensión se produce porque la juventud cuenta hoy con
más expectativas de autonomía y menos opciones para
materializarla. Los jóvenes cuentan con capacidades que los
adultos no tienen para insertarse en los nuevos desafíos de la
sociedad de la comunicación, tales como más años de
escolaridad, mayor fluidez en la "convergencia digital", y un uso
más familiarizado con la comunicación interactiva a distancia.
Al mismo tiempo,
han interiorizado las expectativas de autonomía propias de la
sociedad moderna y postmoderna; y esta expectativa es mayor
que en generaciones precedentes que crecieron bajo patrones
más tradicionales. Sin embargo, chocan con factores concretos
que les postergan la realización de esa misma autonomía:
mayor dilación en la independencia económica, porque hoy
existen mayores requerimientos formativos y más dificultades
para obtener una primera fuente de ingresos; así como mayores
obstáculos para acceder a una vivienda autónoma debido a
problemas de mercado de suelos urbanos y acceso al crédito.
En consecuencia, están más socializados en nuevos valores y
destrezas, pero más excluidos de los canales para traducirlas en
vidas autónomas y realización de proyectos propios. Esta
tensión acrecienta la crisis de expectativas de los y las jóvenes.
Una
cuarta tensión o paradoja se funda en que los y las jóvenes se
hallan mejor provistos de salud pero menos reconocidos en su
morbimortalidad específica. Es sabido que el ciclo de la juventud
es aquel en que son muy bajas las probabilidades vegetativas o
"endógenas" de enfermar gravemente o morir. Pero por otra
parte, existe un perfil de morbimortalidad juvenil que se origina
en la mayor prevalencia de accidentes, agresiones físicas, uso
nocivo de drogas, enfermedades de transmisión sexual,
embarazos no deseados y precoces, y otros, que no encuentran
un sistema integrado de atención en los servicios de salud. De
manera que los jóvenes viven un contraste entre buena salud y
riesgos sanitarios poco cubiertos. Tanto desde la perspectiva de
la atención hospitalaria, como de la prevención de riesgos, la
juventud enfrenta un vacío.
Una
quinta paradoja o tensión la constituye el hecho de que los y las
jóvenes son más dúctiles y móviles, pero al mismo tiempo más
afectados por trayectorias migratorias inciertas. Las restricciones
en empleo, ingresos y desarrollo personal de los y las jóvenes en
muchos países de la región, sumados a los tradicionales
factores de expulsión en zonas rurales que inducen a la
juventud a desplazarse, plantean hoy el fenómeno migratorio
como uno de los temas de inclusión/exclusión social.
Esto alude tanto a
las condiciones de expulsión como a las situaciones en los
lugares de recepción. En estos últimos, la exclusión de los
recién llegados se produce porque no tienen plena ciudadanía,
no forman parte de la sociedad que los recibe, enfrentan
dificultades para acceder a empleos estables, y deben asimilarse
a otra cultura.
Una
sexta paradoja o tensión consiste en que los jóvenes son más
cohesionados hacia adentro, pero con mayor impermeabilidad
hacia fuera. Sin duda los nuevos patrones de consumo cultural
de la juventud, sobre todo en relación con la industria
audiovisual, provee de íconos y referentes que permiten a gran
parte de este grupo etario generar identidades colectivas y
participar de universos simbólicos. Si bien estos referentes de
identidad pueden ser cada vez más efímeros y cambiantes,
hacen de la juventud un actor de gran creatividad cultural. Pero
por otra parte, se trata de identidades poco consolidadas,
fragmentarias, a veces bastante cerradas, que contrastan con
las crecientes dificultades para armonizarse con el resto de la
sociedad, particularmente con la población adulta y las figuras
de autoridad. Ejemplo de ello son las distancias que separan a
la cultura juvenil de la cultura de la escuela. De manera que a
veces la inclusión hacia adentro va tensionada, en términos de
valores e identidad, con exclusión hacia fuera.
En
séptimo lugar, los jóvenes parecen ser más aptos para el cambio
productivo, pero más excluidos de este. Los principales signos de
estos tiempos son la institucionalización del cambio y la
centralidad del conocimiento como motor del crecimiento, y
ambos factores colocan a la juventud en una situación
privilegiada para aportar al desarrollo. Así, la juventud pasa a
ser el segmento de la población cuya dinámica se acompasa
naturalmente al ritmo de los tiempos, mientras que lo contrario
sucede con la población adulta, para la que la celeridad de las
transformaciones en el mundo de la producción reduce el valor
de mercado de su experiencia acumulada y pone sus destrezas
en permanente riesgo de obsolescencia. De este modo, el foco de
la dinámica se desplaza a las nuevas generaciones. Sin
embargo, mientras los actuales estilos de desarrollo exigen un
aprovechamiento óptimo del tipo de activos que se concentran
en la juventud, se da la paradoja de que aumenta la exclusión
social entre los jóvenes, especialmente en el ingreso al mundo
laboral.
Una
octava tensión surge porque la juventud ostenta un lugar
ambiguo entre receptores de políticas y protagonistas del cambio.
Si hace tres y cuatro décadas los jóvenes se redefinieron como
protagonistas de la épica del gran cambio social, hoy la
juventud se redefine, en la esfera del discurso público, como
objeto de políticas sociales y sujeto de derechos. Sin embargo,
este tránsito conduce a una construcción de lo juvenil en que ya
no son los propios jóvenes quienes proyectan su identidad y sus
anhelos al resto de la sociedad, sino que, por el contrario, ellos
se ven proyectados en la opinión pública por pactos políticos,
diseños programáticos o apreciaciones prejuiciadas. Aparecen,
entonces, definidos como "carentes", "vulnerables", "capital
humano", población a proteger o racionalizar, a empoderar o
controlar. En contraste con esta visión externa, los jóvenes se
vuelcan sobre sus mundos de vida de manera más cotidiana y
menos épica, generando nuevas sensibilidades y produciendo
nuevas identidades, sobre todo a través del consumo cultural y
de la comunicación en general. Finalmente, si por una parte, la
edad los confina a ser receptores de distintas instancias de
formación y disciplinamiento, por otra, se difunde en los medios
y la escuela el mito de una juventud protagonista de nuevas
formas de relación e interacción social. La juventud se ve, pues,
tensionada entre la dependencia institucional y el valor de la
participación autónoma.
Una
novena tensión se produce entre la expansión del consumo
simbólico y la restricción en el consumo material. A medida que
se expande el consumo simbólico (por mayor acceso de la
juventud a educación formal, medios de comunicación, mundos
virtuales y a los íconos de la publicidad), pero se estanca el
consumo material (porque la pobreza juvenil no se reduce y se
restringen las fuentes de generación de ingresos), se abren las
brechas entre expectativas y logros. Los jóvenes quedan
expuestos a un amplio abanico de propuestas de consumo, y la
cultura juvenil cobra mayor presencia en los cambios de
sensibilidad de las sociedades iberoamericanas. Pero gran parte
de los y las jóvenes ven pasar las oportunidades de movilidad
social por la vereda de enfrente, sea porque el mercado laboral
demanda aún más formación, sea por falta de acceso a redes de
promoción. La democratización de la imagen convive con la
concentración del ingreso.
Una
última tensión, que resume buena parte de las anteriores,
permite contrastar autodeterminación y protagonismo, por una
parte, y precariedad y desmovilización, por otra. En el lado
positivo, se da una creciente autodeterminación juvenil en tanto
individuos que habiendo relativizado las fuentes exógenas de
autoridad, sobre todo parentales y políticas, proyectan con
mayor individuación sus expectativas y trayectorias vitales. Se
da también una creciente disponibilidad de espacios de libertad
que antes eran privativos de los emancipados -por ejemplo, en
el uso del tiempo o en las relaciones de pareja. Y los mercados
ponen mayor atención en los jóvenes, puesto que son un
segmento específico y fuerte de consumo. En el reverso
negativo, los jóvenes todavía no constituyen un sujeto específico
de derecho, están estigmatizados como potenciales disruptores
dentro del orden social, ostentan una baja participación
electoral y la consiguiente desmotivación para involucrarse en el
sistema político, y su autonomía económica se posterga a
medida que el mercado de trabajo demanda mayores años de
formación previa.
En
este contexto, la propuesta por convertir a los jóvenes en
agentes estratégicos del desarrollo debe considerar que su
participación también tiene efectos sobre la evolución de las
instituciones y el espacio público, de manera muy especial la
institución de juventud y de las otras esferas de la gestión
gubernamental donde se ejecutan los programas y proyectos
resultantes de las políticas públicas; criterio que entendemos se
encuentra enmarcado en la Convención Iberoamericana de la
Juventud la cual torna exigible para los Estados las
obligaciones que de ella surgen.
Es el
tiempo de la desestatización de la política, pasar de la política
de grupos al espacio político público influido por la sociedad
civil y el mercado, donde la democracia se inventa desde el
debate. Democratizar la política pública de juventud es un
requisito para facilitar que los jóvenes tomen conciencia sobre sí
mismos y asuman el rol de agentes sociales estratégicos del
desarrollo nacional y de su propio desarrollo. Este reto está
relacionado con una inversión en la calidad del debate público,
como imperativo democrático, y en la promoción de una mejor
asociación de los ciudadanos y ciudadanas jóvenes.
Por todo lo expuesto,
solicitamos a nuestros pares nos acompañen con la aprobación
del presente Proyecto de Declaración.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
BARRIOS, MIGUEL ANGEL | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
CORTINA, ROY | CIUDAD de BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
VIALE, LISANDRO ALFREDO | ENTRE RIOS | PARTIDO SOCIALISTA |
FEIN, MONICA HAYDE | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
MARTIN, MARIA ELENA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
AUGSBURGER, SILVIA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
CUCCOVILLO, RICARDO OSCAR | BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
GEREZ, ELDA RAMONA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (Primera Competencia) |
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
---|---|---|
19/11/2008 | DICTAMEN | Aprobado por unanimidad con modificaciones |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
---|---|---|---|
Diputados | Orden del Dia 1492/2008 | CON MODIFICACIONES | 09/12/2008 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | CONSIDERACION Y APROBACION | 11/03/2009 | APROBADO |
Diputados | CONTESTACION DEL PODER EJECUTIVO NACIONAL - JEFE DE GABINETE DE MINISTROS - GIRADO A LA COMISION RESPECTIVA | 28/10/2009 |