La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su profundo pesar por el fallecimiento de Eduardo Falú, compositor, cantor e intérprete eximio de la guitarra, quien difundiera, enriqueciera y proyectara la música y poesía de raíz folklórica desde su Salta natal al mundo entero.

Señor presidente:

El pasado 9 de agosto no llegó la triste noticia del deceso del maestro Eduardo Falú. A los noventa años de una fructífera vida, este compositor e intérprete, baluarte de la música de raíz folklórica, poseedor de una vasta cultura musical y sentido poético, se fue para el silencio, como dicen sus paisanos.

Don Eduardo vio la luz en un pueblito de la tierra Salta, rica en tradiciones. Nacido de padres sirios, su arte fue plenamente argentino. Tan argentino que sin él, podríamos decir, nuestra guitarra criolla no se reconocería cabalmente a sí misma. No estaría nuestra música completa sin la "Suite Argentina". Nuestro cancionero no sería el que es sin la música de Falú en la "Zamba de la Candelaria", en "Trago de sombra", en "Tonada del viejo amor", en "La Caspi Corral", en "Renacer", en "Amor, se llama amor", en "Milonga del alucinado", en "Minero Potosino", en "Celos del viento", en "Tiempo de partir" o en "Cuando se dice adiós", por hacer una selección tan resumida como personal.

Nuestros poetas Jaime Davalos, Manuel Castilla, León Benarós, Hamlet Lima Quintana, Marta Mendicutti, Albérico Mansilla y Jorge Luis Borges vieron aumentada y proyectada la sonoridad de su inspiración con la agudeza estética y la maestría musical de Don Eduardo. Sus letras penetraron hasta los huesos del pueblo transportadas en la fineza de su guitarra y la profundidad de su voz.

Nuestra trágica historia se vive de otra manera gracias a Eduardo Falú: por él nos llega, por ejemplo, ancestral y anónima, "La Cuartelera"; por él podemos revivir el crimen de Olta con el "Llanto por el Chacho" ¡Y qué decir del Romance de la Muerte de Juan Lavalle! que lo reúne hacia la eternidad con Ernesto Sábato.

Como representantes del pueblo de la Nación no podemos dejar pasar desapercibida esta pérdida, enarbolemos pues las palabras de su amigo Jaime Dávalos, que Falú cantara tantas veces: "el que ama no puede morir".

Esta breve y personal semblanza, hecha desde la proximidad del dolor y la admiración, pretende justificar la, creo yo, redundante solicitud de acompañamiento al presente proyecto.