La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar pesar por el fallecimiento del artista plástico León Ferrari.

Señor presidente:

Murió León Ferrari. Queda un legado de belleza y compromiso, denuncia y verdad, expansión de las fronteras de la expresividad y libertad frente a temas que nuestra sociedad se resistía a abordar críticamente.

Este ingeniero de profesión era hijo de un arquitecto y una profesora de cerámica, y se entregó a la creación artística después de los 40 años, su vasta producción desde entonces le valió el reconocimiento internacional.

Su obra se constituyó sobre la base de la crítica al sustento opresivo de la religión. Esto se refleja entre otros en su trabajo más recordado, La Civilización Occidental y Cristiana (1965), fue presentada originalmente para el Premio Di Tella, en un momento en que el artista, valientemente, no disimulaba la crítica al avance moralizante del dictador Juan Carlos Onganía sobre las instituciones del pensamiento y la cultura. Luego fue expuesta en algunos de los sitios más destacados del mundo, como el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid y en la Pinacoteca do Estado de São Paulo. Ganó elogios y cuestionamientos por igual. La obra condensaba la intensidad de un ejercicio tenaz de crítica a las instituciones, desde la religión a la política, la guerra y la intolerancia.

Luego de esa obra, se limitó a hacer algunas obras políticas presentadas en exposiciones colectivas, como Homenaje a Vietnam (l966), Tucumán arde (1968), entre otras. En 1976 recopiló un grupo de noticias sobre la represión de la dictadura militar que publicó con el título de Nosotros no sabíamos, frase que una parte de la ciudadanía argentina utilizó frente a las pruebas de la tortura y de los centros de detención. Ese año, con la instauración del régimen militar de facto, se radicó en San Pablo. Durante su estadía allí la dictadura argentina secuestró al hijo del artista, Ariel Ferrari, quien continúa desaparecido.

En diciembre de 2003 la exhibición retrospectiva de su obra en el Centro Cultural Recoleta, fue el disparador de una interpelación a una sociedad argentina todavía adormecida en el letargo de la larga dictadura militar y la década de la banalidad menemista. Entre las obras que se exponían figuraba una realizada en 1965, se trataba de un avión de juguete de los utilizados por las fuerzas armadas norteamericanas para bombardear Vietnam sobre el que yacía un Cristo de santería crucificado. La polémica expo fue atacada por sectores del catolicismo que, incluso, llegaron a destruir una de las obras exhibidas. El arzobispado porteño gestionó el levantamiento de la muestra calificándola de "blasfemia". La misma fue censurada y clausurada por la Justicia y finalmente reabierta por el fallo de un tribunal superior.

La exhibición de la obra y la polémica generada, sacudió, en ese momento, nuestras conciencias sobre la complicidad de la iglesia con las persecuciones y la represión del terrorismo de Estado en el país.

Con aquella muestra antológica, Ferrari puso en órbita problemas que iban más allá de la sensibilidad religiosa. Los sponsors que adoran (y premian) la trasgresión del arte contemporáneo se evaporaron. Se reflotó el clásico debate de la separación Iglesia - Estado. Aquel episodio servía para que, con veinte años de democracia ininterrumpida, tuviéramos que preguntarnos si era necesario tener el aval de la iglesia para producir y mirar arte. Algo que parecía irrelevante y superado ya en la modernidad temprana se volvía en este país una cuestión actualísima.

En 2007 León Ferrari obtuvo el prestigioso premio León de Oro de la 52 Bienal Internacional de Arte de Venecia, que lo consagró mundialmente.

El año pasado, entre otras muestras en las que participó, Ferrari presentó en el Malba una selección de 70 obras pertenecientes a las series Brailles y Relecturas de la Biblia, realizadas a lo largo de tres décadas y hasta entonces sólo parcialmente conocidas. En la ocasión Florencia Battiti, curadora de la muestra, dijo de Ferrari: "es maravilloso, divertido, lúcido, inteligente, buen tipo, irreverente y un artista mayúsculo. Logró una obra comprometida políticamente y, al mismo tiempo, mantuvo un lenguaje del arte contemporáneo, nada panfletario".

En su última exposición, Taller Ferrari. León Ferrari y Yaya Firpo, el artista expuso sus obras críticas e irónicas en la ex ESMA, el lugar donde estuvo secuestrado su hijo.

En 2010 León Ferrari fue distinguido con el Premio al Mejor Artista Internacional vivo por el conjunto de obras presentadas en la feria de arte contemporáneo de Madrid ARCO en su edición número 29. En noviembre de 2012 recibió el premio Konex de Brillante.

León Ferrari fue además de un excepcional artista, que llevó a fronteras inimaginables la relación entre política, arte y sociedad, notablemente reconocido como maestro, amigo y compañero. De una generosidad inigualable, una sonrisa espléndida que no olvidaremos. Con León Ferrari, el país pierde a uno de sus artistas más originales . Pierde también a un hombre íntegro, eternamente joven, capaz de experimentar con materiales inéditos y empezar de nuevo, otra vez, en el último codo de la vida. Como se reconoció en su despedida, León Ferrari fue un "abridor de ventanas", alguien que creó una manera de ver definitiva, en que la muerte solo afirma que la vida es infinita.

Por los motivos expuestos, solicito el acompañamiento de mis colegas en el presente proyecto.