La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Apoyar y hacer suya la Declaración de La Moneda emitida, el l5 de setiembre de 2008 en Santiago de Chile, en la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas.

Reafirmar la histórica posición de la Republica Argentina de respeto a los principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención en los asuntos internos de los estados, de acuerdo al derecho internacional.

Sostener la necesidad de preservar el naciente proceso de integración de las naciones de la Región Suramericana, considerando que, los intentos de desestabilización de las instituciones democráticas en cualquiera de sus países atentan en forma directa contra ese proceso de integración.

Señalar que la constitución de una Comisión de Unasur para la investigación de la masacre de Pando, y su posterior labor adquieren un incalculable valor como precedente regional e internacional en la protección de los derechos humanos y en la necesidad de impedir se instalen en la región escenarios de impunidad.

Expresar la solidaridad del pueblo argentino con el pueblo y el gobierno legitimo de Bolivia, y su Presidente Evo Morales, en su accionar por el resguardo de la integridad territorial, la democracia, la soberanía popular, la justicia y la paz en el hermano país.

Señor presidente:

Cuando el 18 de diciembre de 2005, en las elecciones presidenciales de la Republica de Bolivia, Evo Morales obtenía el 53,7 % de los votos emitidos, algo empezaba a cambiar tras una larga espera de 500 años.

Una muy dura tarea esperaba al primer presidente indígena de un país donde los indígenas son mayoría. Una mayoría de pobres, explotados, excluidos y humillados, durante cinco siglos.

Los argentinos, que salvando las distancias, alguna experiencia tenemos sobre los costos que se tienen que pagar cuando se quiere cambiar un estado de cosas, imaginábamos el esfuerzo titánico que costaría iniciar cualquier proceso de justicia social y económica en un país cuyas enormes riquezas naturales ha sido desde siempre apropiada por muy pocos.

Los acontecimientos de las últimas semanas en la hermana Republica de Bolivia han significado una escalada en el proceso de creciente resistencia a cualquier cambio político y social que intentara modificar el statu quo y afectara el esquema de poder económico y político.

La redoblada legitimización de un gobierno popular, que hace muy pocas semanas ha logrado el mas amplio apoyo en las urnas que se tenga memoria, no ha sido aceptada ni tolerada por los sectores oligárquicos que han decidido pasar a la acción directa, y que para esos designios facciosos han encontrado socios interesados en los círculos diplomáticos de La Paz.

Sin embargo, asistimos a un cambio de época, y como dijera uno de los presidentes presentes en la reunión de Santiago de Chile, esta vez para arreglar los problemas de los latinoamericanos los presidentes, emblemáticamente, viajaron hacia el sur.

En el tratado constitutivo de la Unasur se consagraron los principios del irrestricto respeto a la soberanía, de la no injerencia en asuntos internos, de la integridad e inviolabilidad territorial, de la democracia y sus instituciones y del respeto de los derechos humanos. Esa Unión, en cuyo ámbito los Suramericanos nos proponemos reunir lo que nos desunieron hace ya casi doscientos años, es la que nos puede permitir superar nuestras debilidades y adquirir las fortalezas necesarias para proteger y desarrollar nuestros derechos y nuestros recursos.

Hoy el pueblo boliviano sabe que no esta solo, su gobierno legítimo sabe que no esta solo, la Republica de Bolivia no esta sola, cuenta con la solidaridad y la voluntad de los pueblos y naciones hermanos. Y esto nuevo, debemos decirlo.

Por ello, solicito a mis pares acompañen este proyecto con su voto favorable.