La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

En su carácter de parte del gobierno nacional y representante del pueblo de la Nación Argentina, expresa el formal pedido de disculpas al ciudadano Rodrigo Saldaña, ante los agravios improcedentes e injustificables que recibiera de parte de la primera magistratura de la nación.

Señor presidente:

El 11 de julio de 2012 la presidenta de la Nación se refirió a un ciudadano que había hecho declaraciones informando que en su negocio inmobiliario las operaciones habían disminuido. Parece que a la presidenta de la Argentina no le gustó que un ciudadano informara una realidad y, abusando de su poder y de su investidura, procedió a agraviar a ese ciudadano por cadena nacional.

El ciudadano es Rodrigo Saldaña. En base a una fotografía publicada en el diario al que Saldaña hizo declaraciones, la presidenta de la Nación Argentina dijo que el ciudadano mencionado era un señor con "cara de pobre que no tiene nada que hacer". Ese agravio, ofensivo, descalificatorio, en buena medida discriminatorio, y calificado por haber sido propalado por cadena nacional, fue recibido por el ciudadano a pesar de no haber sido suya la fotografía publicada. El mismo agravio sufrió el hombre de la fotografía, que no era Saldaña.

Luego dijo la presidenta por cadena nacional, medio sólo admitido por la ley de Comunicación Audiovisual para casos de emergencia, es decir, mediante abuso de poder:

"Me llama la atención que el que aparecía como empleado, no era empleado. Saldaña era socio -dije el nombre, no tendría que haberlo dicho, no importa- y resulta ser que este señor que estaba muy desanimado y decía que hacían 15 o 20 operaciones por mes, no tiene declaración jurada de ganancias ni de ningún tipo desde 2007."

De esta manera, la presidenta de la Nación injuriaba por cadena nacional a un ciudadano, parte del pueblo soberano al que la presidenta debe representar en la máxima investidura. Y resulta que, a pesar de haber calificado a Saldaña de mentiroso, resulta que en realidad el ciudadano sí era empleado y no socio y la presidenta quería referirse a un socio que no era Saldaña.

Dijo además la presidenta de nuestra nación:

"El hombre mintió en el diario o en la AFIP. Espero que le haya mentido al diario, porque normalmente tiene menores consecuencias decir una estupidez en un diario que no declarar sus impuestos en la República Argentina, al menos mientras yo sea presidenta."

Vemos que ahora la primera magistrada no sólo tildó al ciudadano de mentiroso, sino además de estúpido, en una nueva acción difamatoria y discriminatoria, a pesar de la enorme asimetría de poder entre la ofensora y el ofendido.

Estos agravios, vertidos en lo que se supone que es un estado de derecho, nos avergüenzan a los representantes del pueblo. Nos avergüenza que no se respete la libertad de expresión de cualquier ciudadano y que por expresarse como le parezca, se persiga a cualquiera con el aparato del Estado, de forma ilegítima, abusiva y con desvío de poder. Nos avergüenza que se difame a un ciudadano desde la máxima investidura, y más cuando se lo hace burlándose de su cara y asignándole la condición de mentiroso y estúpido, aún con error en la persona.

Ante esta vergüenza sólo cabe una actitud, desde lo humano, desde la educación y desde lo republicano: el pedido formal de disculpas, en nuestro carácter de integrantes del gobierno nacional y representantes del pueblo de la nación.