PROYECTO DE TP
Expediente 4902-D-2015
Sumario: PROTECCION INTEGRAL PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES - LEY 26485 -. MODIFICACION DEL ARTICULO 11, SOBRE INCORPORACION DE LA TEMATICA DE LA VIOLENCIA EN LAS CURRICULAS DE TODOS LOS NIVELES DE ESCOLARIDAD OBLIGATORIA.
Fecha: 09/09/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 117
El Senado y Cámara de Diputados...
	        Modificación a la ley 26.485 de 
Protección Integral a las Mujeres.
	        
	        
	        Artículo 1°.- Sustituyese el inciso f) 
del punto 3, artículo 11 de la ley 26.485, por el siguiente:
	        
	        
	        inc f) art. 11- Incorporar la temática 
de la violencia contra las niñas y mujeres en las currículas de todos los niveles de 
escolaridad obligatoria, promoviendo a través de esa incorporación a la igualdad 
de trato entre varones y mujeres y la remoción de patrones socioculturales de 
desigualdad de género.
	        
	        
	        Art.2°.- Incorpórese como inciso g) 
del punto 3, artículo 11 de la ley 26845, el siguiente texto: 
	        
	        
	        inc. g art. 11- Las medidas 
anteriormente propuestas se promoverán en el ámbito del Consejo Federal de 
Educación.
	        
	        
	        Art.3°.- De forma
	          
      
  
 
								FUNDAMENTOS
Señor presidente:
	        La violencia de género es una 
problemática actual que atraviesa a toda la población en su conjunto sin distinguir 
clase social o económica. Desde este Congreso y desde el Estado Nacional  se ha 
hecho mucho para visibilizar y concientizar sobre la misma, brindar herramientas a 
las víctimas para poder salir del espiral de violencia en que se encuentran, y 
también se han agravado las sanciones para los casos de delitos que se cometan 
contra las mujeres por su condición de tal. Sin embargo, la problemática sigue en 
crecimiento y a pesar de todas las medidas que se toman para evitarla o paliarla 
parece que falta mucho por hacer en la materia para que tengamos una sociedad 
libre de violencia de género. Por eso, en este caso, y en la convicción de que la 
educación es la herramienta fundamental para la maduración de cualquier 
sociedad como tal es que este proyecto propone incluir en la currícula de todos los 
niveles de educación obligatorio, es decir desde los 4 años de edad, la temática de 
la violencia de género.  Creemos que es desde la niñez que se debe trabajar para 
que los niños, niñas y más adelante los adolescentes puedan naturalizar un 
tratamiento equitativo e igualitario de las personas independientemente de su 
género. Continuamente se pone de manifiesto que siguen existiendo, entre los 
adolescentes, mitos relacionados con los roles o las cualidades que cada persona 
debe tener según su pertenencia a un determinado sexo. Como recoge el estudio 
sobre violencia de género en la adolescencia, realizado por la Universidad 
Complutense de Madrid, un gran número de chicos y chicas justifica el sexismo y 
no reconoce determinadas actitudes como maltrato, además de poner de 
manifiesto ese estudio que un 9,2 % de las chicas encuestadas ha sufrido maltrato 
alguna vez y el 13,1% de los chicos ha maltratado alguna vez a su pareja o ex 
pareja. El mismo estudio pone de manifiesto que el comportamiento coercitivo, el 
control y los celos son los motivadores más frecuentes de la violencia de género en 
los colectivos más jóvenes. Este hecho que indudablemente también aqueja a 
nuestra sociedad, ha difundido la duda sobre la idoneidad de la educación que se 
está llevando a cabo y plantea la necesidad de incorporar esta temática a la 
escuela desde su mismo comienzo. Según el Informe del Foro Sobre Violencia 
Contra las Mujeres, dedicado a la prevención de la violencia sexista, prevenir esta 
violencia a través de la educación es un objetivo a largo plazo. Su consecución 
requiere, por tanto, un proceso educativo adecuado. En esta prevención  debe 
actuar preeminentemente el sistema educativo, además de otros agentes 
implicados los cuales son de gran importancia para la eficacia de los valores que se 
pretenden enseñar, como es el caso del medio familiar y los medios de 
comunicación. En la medida en que se realice la coordinación entre estos agentes 
educativos, se alcanzarán mayores resultados positivos.
	        
	        
	        La sociedad contaría así, con tres 
poderosos agentes, encargados de ofrecer información, pautas de conducta, 
orientación, etc. En la misma línea, la doctora Pérez Grande afirma que la 
prevención educativa de la violencia de género requiere una transformación social 
que, a  su vez, demanda una transformación educativa a todos los niveles, como 
asi también en la familia y medios de comunicación. Estos agentes, de alguna 
manera, siguen reproduciendo un modelo de sociedad no igualitaria, que dificulta 
el cambio de actitudes. 
	        
	        
	        El problema de la violencia de género 
aparece como algo invisible y minimizado a nivel social; está tan arraigada y 
presente en la sociedad que cuesta identificarla, ha existido siempre, y lo nuevo es 
verlo como violencia y no aceptarla (Alberdi y Rojas, 2005; Hernando, 2007). 
Según Díaz-Aguado (2004), cada día son más los investigadores que sugieren la 
posibilidad de que los que realmente cambia con la edad sea la visibilidad de la 
violencia, y no la violencia en sí misma, que podría incluso aumentar o agravarse 
en la preadolescencia y adolescencia temprana. Uno de los resultados más 
repetidos en los estudios sobre la violencia es que los hombres la utilizan con 
mayor frecuencia y de forma más grave que las mujeres, diferencia que se 
manifiesta desde la infancia en cualquier contexto, incluido el escolar (Olweus, 
1993; Whitney y Smith, 1993; Defensor del Pueblo, 2000). La prevención 
temprana de violencia de género es un problema social, y por tanto, también 
educativo, si se entiende que la educación es una construcción social promovida 
por y para el desarrollo de la sociedad. Concebida la educación como un proceso 
de conformación de actitudes y valores, se pretende abordar la temática desde 
dimensiones más generales que las que plantea la propia problemática, trabajando 
actitudes, experiencias, construcción de la identidad de género, estereotipos y los 
prejuicios, de las relaciones de niños y niñas, de las expectativas que la sociedad 
tiene puestas en ellos y ellas, de sus propias expectativas y cómo de todo esto, 
dependiendo de como se viva y como se construya, es la semilla que siembra la 
violencia de género. Por consiguiente, es necesario acentuar la responsabilidad del 
docente en la educación de niños y niñas en una relación de igualdad y de 
confianza como antítesis de las relaciones abusivas y de violencia (Gairín, 2007). A 
pesar de que en las escuelas niñas y niños realizan las mismas actividades y 
escuchan las mismas explicaciones, no se puede asegurar que reciban la misma 
enseñanza. A la hora de educar, la escuela parece tener un papel neutral en 
cuanto a la discriminación del género femenino, pero no es lo que realmente 
ocurre: la discriminación se manifiesta a través de los contenidos de enseñanza, 
del uso del lenguaje, de la ocupación de los espacios, de la actuación del docente, 
entre otros (Subirats y Tomé, 2007); Tomé y Rifà, 2007). El lenguaje es uno de los 
factores por medio del cual se reflejan los estereotipos propios de cada género. El 
alumnado aprende a usar mayoritariamente el género masculino para referirse a 
realidades que pueden estar dirigidas, a la vez, al género femenino. Esto, en 
muchas ocasiones, provoca que las niñas, cuando se haga uso del masculino 
genérico tengan que darse por aludidas algunas veces y otras no pero, tal y como 
afirma Santos (1995), "no está claro cuando sí y cuando no". Diversos estudios 
sobre el comportamiento verbal en la escuela, que en parte escapa al control 
consciente del profesorado, muestra la pervivencia de notables diferencias entre 
niños y niñas. Estas diferencias se concretan en una mayor atención a los niños 
expresada a través del mayor número de palabras dirigidas a ellos lo que conlleva 
a un menor grado de participación general de las niñas en el aula. Esto significa 
que cuando hay una menor dedicación verbal del docente a las niñas hay también 
una menor participación de éstas (Subirats, 2006; Subirats y Brullet, 1988). Existen 
diferencias también, dicen estas dos pedagogas, en cuanto al tipo de lenguaje que 
emplea el docente con unas y con otros: la dirigida a las niñas es algo más 
adjetivada que la dirigida a los niños. Según estos estudios, llevados a cabo con 
alumnado de Educación Infantil y Educación Primaria, también se comprueba que 
las chicas ceden su protagonismo verbal público a los niños cuando se trata de 
expresar voluntariamente experiencias personales. Su origen parece radicar en la 
no suficiente estimulación y falta de seguridad para intervenir. Los libros de texto 
también dan muestra de la discriminación sexista en la escuela (DíazAguado, 2002, 
2006; Moreno, 1993; Subirats, 1993; Subirats y Brullet, 1988; Torres-Santomé, 
1998). Algunas formas de hacer evidente estas diferencias son:
	        
	        
	        Utilizan el masculino para hacer 
referencia a ambos sexos. 
	        
	        
	         Nunca se escribe el femenino de 
primero lugar. -
	        
	        
	         A través de frases e ilustraciones se 
expresan actividades típicas de cada sexo basada en la visión androcéntrica, por 
ejemplo: "la madre cocina, la niña pone la mesa, el niño juega y el padre ve la 
televisión".
	        
	        
	         En la mayoría das imágenes de los 
libros de texto en las que aparecen personajes son de sexo masculino, sólo una 
pequeña porcentaje de las ilustraciones representan personas de sexo femenino, 
las cuales suelen estar ocupadas en labores domésticas (Torres-Santomé, 
1998).
	        
	        
	         Además, habitualmente los libros de 
texto suelen hacer exclusivamente referencia a las profesiones consideradas 
tradicionalmente femeninas (modista, peluquera, enfermera, cocinera...) o 
masculinas (empresario, ingeniero, bombero, policía...). 
	        
	        
	        También en el área del Conocimiento 
del medio natural, social y cultura se estimulan los tópicos sexistas. La tendencia 
de los libros de texto de esta área es la exaltar, sobre todo, las virtudes guerreras: 
valoración de la fuerza, de la violencia, del heroísmo, entre otras características. 
	        
	        
	        Esta historia androcéntrica que se 
enseña en las aulas es casi exclusivamente masculina, sin mujeres. Moreno (1993) 
analiza una serie de escritos procedentes de los libros de texto de Primaria y 
Secundaria, a partir de los cuales concluye que la ausencia del género femenino en 
este tipo de libros se hace notar tanto en las descripciones de las hazañas bélicas 
como en los escasos momentos en los que se habla de ellas en la organización 
social. En canto área de Matemáticas, existe el tópico de pensar que las niñas son 
mejores en todo lo relacionado con el lenguaje, mientras que los niños lo son en lo 
relacionado con el razonamiento lógico matemático. Nada de eso está 
comprobado, sin embargo, el rendimiento intelectual que se espera de las chicas 
sigue siendo inferior al que se espera de ellos. En lo referente a las actividades y 
comportamientos, en los centros educativos se insiste en que no hay actividades 
diferentes para niñas y niños, sin embargo, en la práctica es cuando surgen 
algunas diferencias. El caso más frecuente es el de las escuelas en las que se 
realizan deportes de competición con equipos de otros centros. Habitualmente 
estos equipos son masculinos o femeninos, mas nunca mixtos. Subirats y Brullet 
(1988) señalan que, con respeto al deporte, hay Actas do X Congresso 
Internacional Galego-Português de Psicopedagogia. Braga: Universidade do Minho, 
2009 ISBN- 978-972-8746-71-1 435 docentes (según encuestas) cuya opinión es 
que "el chico" en gimnasia puede hacer actividades diferentes de las niñas, para 
las que ellas no están capacitadas. En las escuelas activas las niñas, de cuando en 
vez, juegan con los niños mientras que en las que adoptan una pedagogía más 
tradicional los niños juegan solos. No obstante, lo que sí es común a ambos tipos 
de escuelas es que está comprobado que los chicos ocupan un mayor espacio, al 
mismo tiempo que existe un dominio de los juegos masculinos y una actividad de 
inhibición por parte de las niñas para participar en los juegos dominantes (Bonal y 
Tomé, 1996; Subirats y Tomé, 2007). Las investigaciones de Subirats y Brullet 
(1988) también confirmaron que hay cierta tendencia de los docentes a señalar 
comportamientos diferentes en los niños y niñas. Ellos suelen ser calificados como 
más violentos, agresivos, creativos, inquietos e inmaduros; ellas suelen
	        
	        
	        considerarse más maduras, 
detallistas, inseguras y trabajadoras. Aparece la idea de que ellas son víctimas de 
los niños, siendo calificadas de "coquetas". El establecimiento de diferencias entre 
el comportamiento de las chicas y de los chicos implica que ambos no son 
valorados por igual: valoración negativa para los estereotipos femeninos -
preciosismo de los dibujos, indicador de una actividad de cursilería-, mientras que 
el comportamiento de los niños no recibe nunca tal tipo de calificaciones. Además 
de esto, las actividades aparentemente positivas son en realidad consideradas 
como un signo de falta de personalidad; esto no significa que a ellas se les 
estimule a portarse mal, pero el hecho de que los niños "se porten mal" es 
considerado como prueba de personalidad activa y fuerte. La discriminación sexista 
no afecta a las capacidades de éxito escolar, pero sí a la construcción de la 
personalidad y de la seguridad en sí mismas de las niñas. Por eso, ellas aun 
alcanzando los mismos niveles educativos en la enseñanza primaria y media eligen 
después estudios y profesiones consideradas menos valiosas para la sociedad 
(Mosteiro, 1997). Desde la perspectiva psicosocial, la asignación de papeles, 
obligaciones y responsabilidades adecuadas para hombres y mujeres fomenta en 
todas las sociedades la producción de diferencias comportamentales entre los 
sexos. La ideología de género es la que establece una relativa coherencia entre las 
preferencias de las personas y las definiciones sociales de los papeles genéricos, 
de tal forma que la distribución de los sexos en el orden social pueda quedar 
legitimada por una distribución diferencial de factores tales como las habilidades, 
intereses y aspiraciones personales (Bonilla, 1998, 2004). La prevención de las 
diversas formas de violencia de género comienza por la educación en la igualdad 
(Alberdi y Rojas, 2005). Es preciso informar y educar al alumnado para que sepa 
que en ningún caso son aceptables las desigualdades ni mucho menos las 
agresiones, que el respeto y la valoración mutua es un prerrequisito en las 
relaciones humanas (Meras, 2003). Estas realidades y otras, relativas a las 
peculiaridades propias de la violencia de género, son las que el alumnado debe 
aprender, y las que deben desplazar y sustituir a los mitos, falsas creencias y 
erróneas atribuciones que realizan. Díaz Aguado (2002, 2003) recomienda adecuar 
la intervención a las características evolutivas de los sujetos, ayudar a construir un 
currículum no sexista que supere la tradicional invisibilidad de las mujeres y 
enseñar a construir la igualdad a través de la colaboración entre alumnos y 
alumnas, detectando y combatiendo los problemas que conducen a la violencia de 
género, así como favorecer cambios cognitivos, emocionales y conductuales. 
	        
	        
	        A través de este proyecto se  
pretende lograr el desarrollo de una currícula para todos los niveles de educación 
obligatoria que cree una perspectiva universal sobre el valor de la igualdad y los 
derechos humanos e incluya actividades cuyos objetivos generales pretenden 
enseñar a detectar el sexismo y la violencia de género, dotar al alumnado de 
herramientas y claves que permitan la identificación, análisis y reflexión sobre los 
diferentes tipos de violencia que se sufren y se pueden ejercer y favorecer cambios 
cognitivos, afectivos y conductuales que ayuden a superar los distintos 
componentes del sexismo y la violencia. Otra de las metas que se deben alcanzar 
es favorecer el análisis crítico y el debate social sobre la influencia del género en la 
vida cotidiana, la responsabilidad masculina ante la violencia que sufren las 
mujeres así como también la necesidad de erradicar el sexismo. 
	        
	        
	        Mediante la presente ley proponemos 
hacer hincapié en que los niños, niñas y adolescentes niños adquieran y ejerciten 
los valores y derechos humanos como base imprescindible para conseguir el pleno 
desarrollo del alumno. Queremos que se fomente en los establecimientos 
educativos el respeto y aprecio a las libertades y diferencias individuales y 
colectivas dentro de los principios democráticos de convivencia para que podamos 
contribuir de esta manera, entre todos, a una sociedad cada vez más libre de 
violencia.
	          
      
  
 
								
  | Firmante | Distrito | Bloque | 
|---|---|---|
| RISKO, SILVIA LUCRECIA | MISIONES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ | 
 Giro a comisiones en Diputados 
								| Comisión | 
|---|
| FAMILIA, MUJER, NIÑEZ Y ADOLESCENCIA (Primera Competencia) | 
| EDUCACION | 
