PROYECTO DE TP
Expediente 4825-D-2007
Sumario: CREACION DEL BANCO DE FOMENTO INDUSTRIAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA (BAFIRA): CAPITAL SOCIAL, ACCIONES CLASE A Y B, MODIFICACION DEL ARTICULO 33 DE LA LEY 24144 CARTA ORGANICA DEL BCRA.
Fecha: 04/10/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 137
El Senado y Cámara de Diputados...
CREACIÓN DEL BANCO DE
FOMENTO INDUSTRIAL
DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Título I : Creación, naturaleza y
objeto.
Artículo 1º: Crease el BANCO DE FOMENTO
INDUSTRIAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA (BaFIRA) como entidad autárquica del Estado que integra
el sistema bancario oficial en un todo de acuerdo con las disposiciones de la Ley 21.526 y modificatorias, y
las disposiciones emanadas de la presente ley. La Nación Argentina responde por las operaciones del
Banco.
Artículo 2°- El BaFIRA tiene por objeto contribuir
al proceso de desarrollo económico social del país en concordancia con las directivas, planes y programas
que en materia económica y financiera dicte el Gobierno Nacional, mediante la promoción, orientación,
participación y financiamiento de programas y proyectos que contribuyan a la creación, expansión y
modernización de actividades productivas industriales de interés social.
Artículo 3°- A fin de dar cumplimiento a los
objetivos establecidos en el art. 2 el Banco podrá otorgar créditos por sí, por intermedio de terceros o
asociado a terceros, para la inversión en bienes de capital y equipamiento de industrias en general. Estos
créditos se otorgarán previa selección por parte del Banco de los proyectos de inversión a financiar, según
criterios propios de éste, a tasas sensiblemente menores que las que cada proyecto según sus
características podría obtener en entidades privadas del mercado financiero .
Asimismo, el BaFIRA podrá por sí, por intermedio de terceros o
asociado a terceros, brindar todos los servicios financieros que emanan del Título II, Capítulo III de la Ley
21.526 a fin de captar fondos para desarrollar su objetivo principal.
Artículo 4° En el proceso de selección de los
proyectos de inversión o ramas industriales específicas a las que el Banco prestará asistencia financiera
deberán tenerse en cuenta las siguientes metas:
a) Orientar la producción industrial hacia ramas que brinden
mayor interés social, con especial énfasis en la ampliación de la capacidad productiva destinada a:
i. Satisfacer las necesidades crecientes del consumo interno
y en especial de la canasta básica.
ii. Incrementar las exportaciones argentinas en todas sus
ramas y principalmente en las que incorporan mayor valor agregado.
iii. Sustituir importaciones a fin de integrar cadenas de valor
de la industria local.
b) Promover la innovación y el cambio tecnológico para
incrementar la producción en todas las ramas industriales, entre las que deben incluirse, con carácter no
exhaustivo, las listadas en el Anexo 1.
c) Desarrollar actividades industriales inexistentes en el país
que puedan ser rentables en un mediano plazo.
d) Desarrollar o fortalecer actividades industriales que
puedan concatenarse con otras producciones que no se realizan en el país, tienen alto desarrollo
tecnológico y podrían ser desarrolladas nacionalmente a partir de ciertas condiciones.
e) Promover la generación de nuevos y mejores puestos de
trabajo.
Artículo 5° - Queda explícitamente vedado al
Banco otorgar créditos con las siguientes características:
f) Créditos para infraestructura en general: red vial,
ferroviaria u otras.
g) Créditos a organismos estatales, nacionales, provinciales
o municipales para el pago de sueldos, desarrollo de infraestructura, salud o educación.
h) Créditos a empresas para su funcionamiento corriente,
excluido excepcionalmente hasta un 50% del capital de giro inicial.
Título II : Capital y recursos
Artículo 6° - - El Capital Social inicial del Banco
se conformará con $1.500.000.000 (pesos mil quinientos millones) que serán en su totalidad aportados por
el Estado Nacional y con $3.000.000.000 aportados por el Banco Central de la República Argentina, estos
últimos mediante la compra de acciones Clase B, y en concordancia con el Artículo 4, inciso c de la Ley
24.144 y modificatorias.
Autorízase al Poder Ejecutivo Nacional a realizar las
adecuaciones presupuestarias necesarias para suscribir e integrar el Capital Social.
Autorízase al Banco Central de la República Argentina a adquirir
acciones Clase B adicionales a las mencionadas en el primer párrafo del presente, por un valor de hasta
$3.000.000.000 en un lapso de cinco años.
Se emitirán acciones de dos tipos:
1) Acciones Clase A: Serán ordinarias, intransferibles, con
derecho a voto y propiedad del Estado Nacional.
2) Acciones Clase B: Serán ordinarias, sin derecho a voto y
de oferta pública.
Artículo 7° .- El capital del Banco podrá ser
incrementado por el Directorio con los aportes provenientes de:
a) Utilidades y reservas propias;
b) Recursos asignados por la Nación;
c) Venta de acciones de Clase B (sin
representación en el Directorio)
Artículo 8° .- Los recursos del Banco provendrán
de las siguientes fuentes:
a) Su propio capital y reservas.
b) Los fondos que le asigne el Estado nacional y/o los
estados provinciales para sus programas generales o con destino al financiamiento de líneas de crédito
específicas;
c) Los recursos que le asigne el Banco Central de la
República Argentina por vía de adelantos, redescuentos u otras operaciones.
d) Los recursos de las operatorias establecidas en el Título II,
Capítulo III de la Ley 21.526.
e) Los recursos transferidos por el Estado Nacional
originados en la disposición emanada del artículo 11° de la presente ley.
f) Los recursos obtenidos por la venta de acciones clase B.
Título III: Gobierno y administración.
Artículo 9° La Dirección y Administración estarán
a cargo de un Directorio integrado por SIETE (7) Directores/as titulares, designados/as por el Poder
Ejecutivo Nacional, los que deberán poseer reconocida trayectoria en la materia. Los Ministerios de
Economía y Producción; de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios y de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social propondrán UN/a (1) Director/a Titular cada uno, mientras que los/as restantes CUATRO
(4) Directores/as Titulares serán designados/as por la Presidencia, guardando debida representación del
mundo del trabajo y de la industria. El Poder Ejecutivo Nacional, en todos los casos, deberá explicitar
públicamente los criterios de su elección.
Uno/a de los/as siete Directores/as Titulares será el
Presidente/a del Banco, quien asumirá la representación de la Institución.
Artículo 10. - En un plazo no mayor de
SESENTA (60) días de promulgada la presente, el Poder Ejecutivo nacional, deberá establecer el Estatuto
Social del Banco con sujeción a las pautas previstas en la presente ley y realizar todos los actos necesarios
para la constitución y puesta en funcionamiento de la Sociedad, pudiendo delegar expresamente esta
facultad en el Ministerio de Economía. .
Título IV: Disposiciones
complementarias y/o transitorias
Artículo 11: Créase el Fondo para la
capitalización del Banco de Fomento Industrial de la República Argentina. Este fondo tendrá por ingreso el
0,5% de la recaudación fiscal correspondiente al Impuesto a las Ganancias, que serán ingresados en forma
mensual por un período de CINCO (5) años a partir de la aprobación de la presente ley. Contará también
con el ingreso correspondiente al 1% del total de impuestos, tasas o derechos pagados por la importación
de bienes en general, durante el mismo lapso de tiempo.
El fondo tendrá por único objetivo incrementar el capital social
del Banco, mediante transferencias sin contraprestación del total de los aportes recibidos.
Artículo 12: Modifíquese el artículo 33 de la Ley
24.144 y modificatorias, Carta orgánica del Banco Central de la República Argentina el que quedará
redactado:
Artículo 33: El Banco podrá mantener una parte de sus
activos externos en depósitos u otras operaciones a interés, en instituciones bancarias del exterior, en
papeles de reconocida solvencia y liquidez pagaderos en oro o en moneda extranjera, o en acciones de
entidades financieras públicas que así lo autoricen.
Artículo 13: De forma.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Se eleva el presente proyecto con la convicción de su
relevancia para el proceso de reindustrialización del país. La importancia del tema de fondo nos lleva a un
pormenorizado estudio, que incluye tanto aspectos técnicos como políticos.
El proyecto de ley ha sido elaborado considerando que deben
existir dos normas centrales que determinen la creación y el funcionamiento del Banco de Fomento
Industrial:
a)La primera de ellas, es la ley que se propone, que promulga la
creación del Banco y fija su naturaleza, objetivos, acciones, capital inicial, carácter del Banco y
lineamientos generales sobre su Gobierno.
b) La segunda norma es la carta orgánica
del Banco que, en el sentido determinado por la ley propuesta debe establecer en forma
más detallada toda la operatoria del Banco. El artículo 10 del presente proyecto de ley
establece un plazo de 60 días a partir de su promulgación para la elaboración de dicha
carta orgánica.
1. El contexto económico
general y la situación de la industria.
1.1. El escenario económico general.
La recuperación del Producto Bruto Interno iniciada a partir del
segundo trimestre de 2002, presenta ya diez trimestres consecutivos de crecimiento real. El incremento del
8% en la producción durante el año 2004 muestra que el ritmo de la recuperación es sostenido, y ha
logrado incluso superar diversos escollos producto de cuellos de botella que surgen con el crecimiento.
Tras la caída de 2001 la producción industrial acumula ya un
incremento del 41% entre el primer trimestre de 2002 y enero de 2005. El ritmo anual promedio de
crecimiento sectorial se ubica en el 12,5%.
De la misma manera, la inversión se recuperó fuertemente a
partir del último trimestre de 2002, acumulando ocho trimestres de crecimiento con una tasa que llega en
los últimos trimestres a superar el 30% anual.
Los datos son sencillos y contundentes. Sin embargo, la
recuperación señalada no debe obstaculizar la solución de profundos problemas que persisten; y más aún,
la superación de limitaciones y falencias que tiene la economía argentina - en muchos casos resultado de
décadas de retroceso y debacle. Una de ellas, sin ninguna duda, tiene que ver con la situación del sector
industrial.
1.2. El desarrollo industrial
La recuperación económica que se muestra en los últimos años
ha mejorado la situación industrial del país. Sin embargo, el nivel del que se parte es lamentablemente
demasiado bajo. La industria sufrió desde mediados de los años 70` profundos cambios que dieron lugar a
lo que se ha llamado un verdadero "proceso de desindustrialización" de la Argentina, que con una violenta
etapa inicial durante la dictadura, siguió esa misma tendencia general hasta la grave crisis del 2001. Este
proceso de desindustrialización acumuló 27 años de una transformación en la cual el país se fue sumiendo
en una cada vez más profunda y generalizada pobreza.
El inicio de la desindustrialización a mediados de los setenta,
proclamado de viva voz como el camino hacia una economía que se liberaba de las ineficiencias del
pasado, sólo pudo hacerse a sangre y fuego por la dictadura militar más sangrienta de la historia. En medio
de la más cruenta represión a las organizaciones populares, fue que se pudo imponer el inicio de la
desindustrialización.
Décadas de esfuerzo que fue plasmando en logros persistentes,
fueron dilapidadas en apenas unos años. Una industria diversificada que podía vender maquinaria a Brasil
y a otros países de Latinoamérica fue prácticamente aniquilada. La rápida apertura externa indiscriminada
de los mercados junto con una sobrevaluación del peso fue el mecanismo para dar por tierra con la
industria que en esos momentos exportaba a la región una amplia variedad de productos. La frase del
momento, "para la argentina es lo mismo producir caramelos que acero", que hacía alusión a una aparente
dicotomía entre producciones de origen agrarias y producciones propiamente industriales pronto se
convirtió en la triste realidad de que en el país sólo se produjera lo primero. En los años posteriores al
golpe militar, se cerraron más de veinte mil establecimientos fabriles, el producto bruto del sector cayó
alrededor de un 20% entre los años 1976 y 1983. La participación de la actividad manufacturera en el total
del producto del país se redujo en una cuarta parte, pasó de representar el 28% a sólo el 22%. El cambio
no sólo fue cuantitativo: la industria, dejó de ser el núcleo dinamizador de la economía.
El deterioro de la industria, no pudo ser revertido en los
siguientes gobiernos democráticos. No sólo eso, sino que muchas de las ramas que habían liderado el
desarrollo industrial sustitutivo, siguieron francamente en picada. Entre ellas, la producción local de
maquinaria y equipo se redujo el 45,5% en los años ochenta.
En los noventa, la sobrevaluación del peso le dio otro fuerte
golpe a la industria, o a lo que quedaba de ella. La avalancha de productos importados más baratos -
posible en primer instancia por el dólar barato, y por una diferencia tecnológica cada vez más amplia- barrió
con ramas enteras de la producción industrial local, acentuando el proceso de desindustrialización en
curso. Exceptuando las ramas primarias, las industrias intensivas en el uso de productos primarios y las
industrias subsidiadas que perduraron, el resto de la economía mostraba un franco retroceso. Si se
considera la década de los noventa de punta a punta, en realidad en esos diez años prácticamente no hubo
crecimiento económico. La situación real, a veces tapada por efectos meramente propagandísticos que
hasta se vanagloriaba de todas las importaciones que se realizaban, estaba caracterizada en cambio por la
destrucción casi total de la producción nacional.
La economía argentina, que algunos querían mostrar como si
estuviera especializándose en la producción de modernos y valiosos servicios, en realidad sólo se alimentaba
del ingreso de divisas, el incremento del endeudamiento, y el remate del patrimonio de todos los argentinos.
La recesión que alcanzó la economía a finales de la década
pasada fue creciendo en forma exponencial, en gran medida alimentada por las propias políticas del
Gobierno, que se empecinaba en mantener un ajuste estructural como única forma de enfrentar la crisis. La
reiteración de las "recetas" liberales, no hizo sino acelerar el proceso de crisis. Eran momentos en que la
preocupación del Gobierno -en forma errada- pasaba por el riesgo país, por cuánto se le pagaría a los
organismos internacionales y no, por cómo reindustrializar el país, para hacerlo viable económicamente
para todos los millones de argentinos. La rápida salida de grandes masas de capitales desde inicios del
año 2001 y la persistencia de la crisis, desembocó en el denominado corralito y la posterior devaluación.
Es necesario remontarse estos últimos treinta años de historia,
para comprender la verdadera gravedad de la crisis argentina, para comprender el lugar cierto que hoy
tiene la industria radicada en el país y sus posibilidades. Antes del golpe militar de 1976, Argentina tenía
una industria que le permitía exportar diversos productos incluyendo maquinaria a los países de América
del Sur. Hoy, la competencia en productos industriales con Brasil se realiza sistemáticamente en una
situación de desventaja, excepto en algunas ramas industriales muy particulares, que pudieron gozar de
regímenes de protección aún en plena ofensiva liberal, tal como el sector automotriz.
La producción industrial en Argentina se ha visto no sólo
deteriorada en volúmenes, sino también en cuanto al nivel tecnológico que utiliza en relación a otros
países. Este retroceso tecnológico relativo no sólo se produjo en relación a los países más desarrollados
y/o de mayor auge, sino también con respecto a países más semejantes a Argentina como podría ser el
caso de Brasil.
En efecto, el proceso de desindustrialización tuvo su correlato
en la innovación productiva. La crisis de 2001, además de representar una grave caída de la producción
industrial, implicó también la continuidad del alejamiento con respecto a otros países en materia de
innovación.
Una encuesta llevada adelante por el Ministerio de Economía de
la Nación, mostró que los gastos en Actividades de Innovación de las empresas fueron casi un 50% menor
en el período 1998-2001 que en el período 1992- 1996. De esta forma, los recursos destinados por las
empresas a actividades de innovación oscilaron entre el 2,5% de la facturación en 1998 y el 2,0% en 2001,
presentando un claro retroceso en este aspecto respecto a lo relevado en la primera encuesta 92/96,
donde se registraron gastos equivalentes al 3,48% de la facturación.
La causa principal de este cambio parece radicar en la caída
registrada en la adquisición de bienes de capital que representó apenas entre el 1,7% y el 1.1% de la
facturación en los años 1998-2001, mientras que en 1996 fue del 4,49%.
Los gastos totales en I+D también disminuyeron
considerablemente (de 0,33% de la facturación en 1996 a 0,28% en 98/2001). Estos valores se encuentran
muy lejos todavía de los presentados por los países de la Unión Europea (1,61%) y el promedio de la
OECD (1,89%). La brecha tecnológica sigue ampliándose.
Una conclusión similar puede obtenerse al analizar la
importación de bienes de capital de los últimos años. Dada la inexistencia, en muchos casos, de la
fabricación de nuevas maquinarias en el país, la importación de bienes de capital es un buen indicador del
grado de cambio tecnológico y de renovación del parque industrial. El cuadro QZ evidencia que las
importaciones de bienes de capital destinados a la industria manufacturera se redujo prácticamente a la
tercera parte entre el año 2001 y el 2002. De los 1.367 se cayó a 459. La recuperación posterior ha
incrementado nuevamente las importaciones de bienes de capital para la industria, sin embargo se
mantiene por debajo aún de los niveles pre crisis. Comparado con niveles de 1997 y 1998, los valores
actuales no alcanzan la mitad. Es cierto que la maquinaria importada es relativamente más cara tras la
devaluación. No se analiza eso aquí, sino que, precisamente por ser más cara - entre otras razones- ha
caído su compra, y con ella el ritmo de renovación y cambio tecnológico. Merece señalarse, sin embargo,
que la devaluación ha permitido en algunos casos sustituir producciones importadas por industriales. Sin
embargo, no pareciera ser éste el caso principal de la industria con respecto a los bienes de capital, toda
vez que, en general, aún hay una persistente faltante de maquinarias para la industria fabricada
localmente. Desde ya, distinto es el caso de la maquinaria para la producción agraria, que se encuentra en
franco crecimiento gracias a la pujante demanda y a la posibilidad de abastecerla esencialmente con
producción local.
Cuadro 1: Importaciones de bienes de capital por sector
Se han señalado ya los efectos bondadosos de la recuperación
económica sobre el nivel de renovación técnica. El análisis de los últimos 12 años del Producto bruto
interno y de la Inversión Bruta Interna Fija, permite obtener interesantes conclusiones sobre el proceso que
se vivió en los noventas y después de la devaluación.
El Cuadro 2 indica precisamente la Inversión Bruta interna fija
(IBIF) que se ha dado desde 1993 hasta la actualidad. Puede observarse allí que la IBIF como porcentaje
del PBI era en el primer trimestre de 1993 del 17,9% del PBI. Para el tercer trimestre de 2004 ese
porcentaje ya era superior, alcanzando el 18,1%. La IBIF, que ha tenido pisos del 17,6% en 1995, se
derrumbó con la crisis de 2001 hasta alcanza el 11 %. Desde ese valor se ha recuperado ya hasta superar
el 18%.
Cuadro 2: Inversión Bruta Interna Fija
Fuente: Ministerio de Economía, Dirección de Cuentas
Nacionales.
Sin embargo, el problema de inversión que queda, es aún muy
grande. Porque no sólo se trata de procurar superar el 20% del PBI, lo que permitiría asegurar un cierto
nivel aceptable de inversiones, sino que además, en realidad, es necesario recuperar los montos de las
inversiones que no se realizaron. EL haber llegado a tasas de inversión del 11% del PBI señala que,
durante varios períodos, la inversión fue sustancialmente inferior a la requerida para asegurar un recambio
tecnológico que permita al país mantener el ritmo de progreso del resto de los países. Por ello, no sólo se
debe fijar como meta una inversión del 20% del PBI, sino que debe superarlo a fin de permitir recuperar
encadenamientos tecnológicos perdidos.
El problema es más grave cuando se analiza la composición de
dicha inversión. No sólo se trata de problemas por falta de inversión, sin además por inversiones que no
generan los encadenamientos económicos que permitan articular mejoras generales.
El fuerte proceso de desindustrialización que se dio en la
mayoría de las ramas productivas condujo a una reprimarización de las exportaciones que se realizan
desde Argentina. El auge de las materias primas -mayormente sin procesar o casi sin procesar- deja en
realidad entrever la debilidad de la estructura industrial. Las particulares propiedades de fertilidad de las
tierras pampeana por un lado y por el otro los yacimientos de hidrocarburos son los pilares sobre los cuales
se sostienen las exportaciones.
El fin de la convertibilidad de la moneda a una paridad
sobrevaluada, ha permitido también dejar al descubierto esta verdadera estructura de la producción
argentina. Ambas producciones estratégicas para la obtención de divisas, son sin embargo débiles para
crear en forma masiva nuevos y mejores puestos de trabajo.
No se plantea aquí una contraposición inútil entre la producción
industrial y la explotación de recursos naturales, por el contrario, se entiende que los mismos deben
complementarse a fin de crear una red productiva adecuada.
Lamentablemente, el proceso de desindustrialización ha
implicado en muchísimos casos la pérdida de la capacidad de creación de nuevas tecnologías y nos ha
llevado como nación a un lugar mucho más retrasado - relativamente hablando- en materia de innovación
y desarrollo tecnológico. El corolario lógico de ello, es el escaso desarrollo de tecnología y el aumento de la
brecha tecnológica con respecto a los países más avanzados en la materia, o en términos relativos, como
nuestros socios del Mercosur.
1.2.1. La desindustrialización y sus consecuencias
sobre las condiciones de vida de la población.
El proceso de reindustrialización descripto implicó en forma
directa peores condiciones de vida de la mayoría de la población. El achicamiento en el nivel de empleo y
la caída de los salarios reales son las dos formas concretas en que este deterioro se fue dando en los
diversos períodos. Pero no fueron las únicas formas. A ella se le agregaron, entre otras, una mayor
existencia de trabajos inestables y no registrados, que atentaron contra las posibilidades de acceso a los
sistemas de salud y demás prestaciones sociales.
El impacto inicial del proceso de desindustrialización sobre las
condiciones de vida fue contundente: la debacle de los salarios durante el primer año de
desindustrialización -1976- cayendo casi un 35% en términos reales pretendía también modifica de raíz las
características del mercado interno, y con ello retroalimentar las tendencias que se impulsarían en lo que
se denominó reconversión industrial.
Tras la caída inicial de salarios, producida en general por
incrementos de los precios al consumidor sin que hubiera ajustes salariales correspondientes, no hubo
recuperación salarial posible. La represión por un lado, y la crisis económica por el otro, generaron una
verdadera pinzas sobre los salarios.
El achicamiento industrial de dicho período, pronto comenzó a
mostrar los primeros incrementos serios en la tasa de desocupados. El puntapié inicial ya estaba dado.
Los Censos Industriales que realizó el INDEC en 1973, 1984 y
1993 permiten observar los cambios que se dieron en el sector en una perspectiva de más largo plazo. El
proceso de desindustrialización se evidencia en que en el período de veinte años comprendidos entre 1973
y 1993, la cantidad de establecimientos industriales no sólo no se incrementa al ritmo de la población, sino
que disminuyen en términos absolutos. Así, de 105.600 establecimientos se pasa a 90.100 reduciéndose
un 15%. Pero los resultados con respecto a la fuerza de trabajo son aún peores. Mientras que la población
creció en el período de veinte años entre 1973 y 1993 un 35%, la reducción en términos absolutos de
puestos de trabajos industriales fue del 25%. Las consecuencias sobre el desempleo son evidentes.
Aún cuando el Censo de 1993 se realiza en un año de buen
desempeño económico con respecto a los inmediatos posteriores o anteriores, el tamaño de la industria en
cuanto a cantidad de establecimientos y a trabajadores contratados, es similar al existente en 1946, con la
gran diferencia que en esos casi 50 años la población económicamente activa se duplicó.
Cuadro 3: Evolución intercensal de las plantas
fabriles y la ocupación industrial, 1973-1993 (valores absolutos y porcentajes)
La etapa que se abre en 1991 y que en este cuadro casi no se
abarca, por cuanto los últimos datos censales son de 1993, muestra que el tejido productivo continuó
destruyéndose a la par que se continuaba expulsando fuerza de trabajo, sosteniendo salarios bajos y
facilitando la desarticulación social en que quedó subsumida la mayor parte de la clase obrera argentina.
Ése fue el verdadero contenido de la etapa de convertibilidad fija con sobrevaluación. Parecía ser una
época de crecimiento y modernización cuando, a excepción de lo ocurrido con algunos sectores
favorecidos, se trataba de un período de pauperización y estancamiento.
1.3. El sistema financiero
El sistema financiero ha tenido importantes cambios en los
últimos cambios. Por supuesto, sobresale entre ellos los efectos de la crisis de 2001. Pero para
comprender sus efectos es necesario remontarse a la etapa previa.
Durante toda la década de los noventa continuando una
tendencia que se dio desde varias década atrás, se produjo un fuerte proceso de concentración de la
actividad financiera. Desde sus defensores liberales, se sostenía que el cierre de algunos bancos y la
concentración económica le daba mayor eficiencia al sistema financiero. Los primeros procesos se
produjeron, lo de la eficiencia es evidente que no.
En un mercado crecientemente oligopolizado, las políticas
contribuían a ello ya que se procuraba que los bancos estatales- ya sea nacional o provinciales- no
intervinieran a fin de no alterar el funcionamiento del mercado.
La oligopolización implicó mayores tasas de interés que
debieron pagar todos los que solicitaban créditos. Durante gran parte de los años noventa, casi sin
inflación, algunas tasas de interés trepaban el 2 o 3% mensual (léase entre 24% y 36% anual). Con esas
altas tasas de interés las posibilidades de financiar inversiones productivas se veían sumamente
restringidas. Evidentemente no era esa la principal actividad de los bancos.
La sobrevaluación del peso generaba un negocio que brindaba
enormes ganancias para todos aquellos que pudieran realizarlo. El cambio de $1 por U$S 1 en el Banco
Central, -cuando el valor del peso era netamente inferior - permitía plasmar ganancias rápidamente
mediante el sencillo procedimiento de vender pesos, comprar dólares y llevarlos a resguardo. El resguardo
implicaba, generalmente, la salida del país.
Por ello, los principales grupos económicos que operan en el
país -tanto de origen nacional como extranjeros- giraron ingentes sumas de dinero al exterior, como forma
última de cristalizar las enormes ganancias que tenían localmente.
La operatoria financiera principal, el crédito limitado y las tasas
excluyentemente altas fueron todos factores que contribuyeron al proceso de desindustrialización en curso.
Los Bancos estatales, que por su naturaleza podrían haber tenido una orientación de sus operaciones con
mayor sentido social, se amoldaron en cambio a la características y las prácticas del conjunto del sistema
financiero.
En el primer trimestre de 2001, la salida de divisas fue tan
grande que cualquiera podía prever el final de la convertibilidad. El denominado corralito, la pesificación,
de los depósitos son todos eventos de la historia reciente del sistema financiero en Argentina muy
conocidos.
SI bien muchos bancos se salvaron de quebrar por las diversas
disposiciones específicas tomadas, se quebró toda confianza en el sistema financiero privado. La
recuperación de ésta, y con ella de los depósitos, es un proceso de largo alcance temporal. En la
actualidad se está empezando a dar los primeros pasos en ese sentido, pero la situación está lejos de ser
revertida. La carencia de depósitos implicó también una carencia de créditos otorgados.
Con escasa liquidez para brindar préstamos y en un mercado
crecientemente concentrado la tasa de interés tiende a ser alta. En este sentido, poco han cambiado las
características que tiene el sistema financiero desde hace ya más de una década. Las altas tasas de
interés y su segmentación siguen definiendo este mercado concentrado.
Si bien durante el año 2004 las tasas de interés tendieron a
bajar en todo el período, los niveles observados siguen siendo altos, y su segmentación implica que las
empresas con menores garantías deban pagar una tasa de interés que alcanza el triple del valor que pagan
las empresas de primera línea.
El gráfico 1 muestra las tasas de interés durante el año 2004
de tres tipos de líneas de crédito distintas. Como puede observarse a simple vista, el diferencial de tasas
existente entre las distintas líneas de crédito es muy elevado. Las líneas de crédito más caras,
corresponden a aquellos mecanismos que involucran menores garantías y a los que pueden acceder la
mayor cantidad de empresas. El diferencial es tan elevado, que unas tasas llegan a ser más del triple del
valor de las otras.
La segmentación del mercado basada en la alta disponibilidad
de información sobre sus clientes que poseen los bancos, permite la continuidad de estas tasas de interés
diferenciales. Esta es para la mayoría de las empresas locales, la razón máxima de que las tasas de
interés que deben pagar sea relativamente alta.
1.4. El sistema financiero y la
industria local.
No hay duda de que el adecuado funcionamiento del sistema
financiero es una condición necesaria para el fortalecimiento del crecimiento de la actividad económica. De
la misma manera, el desarrollo industrial requiere de un sector financiero que pueda brindar recursos a fin
de motorizar el incremento de la producción.
Si bien no son pocas las empresas y los proyectos que se
financian con recursos propios, muchas lo hacen mediante la solicitud de créditos. La expansión industrial y
el cambio tecnológico requieren de líneas de crédito acordes a estas demandas.
Las características de estos créditos, por otra parte, suelen ser
un poco especiales por cuanto se trata de créditos a mediano y largo plazo. Efectivamente as inversiones
en bienes de capital conllevan plazos de devolución mayores que aquellos relacionaos, por ejemplo, con la
actividad corriente de la empresa. El requerimiento de plazos más largos implica una fuerte necesidad de
previsibilidad, por cuanto de lo contrario, la tasa de interés a cobrar podría alcanzar cifras siderales. Sin
ninguna duda que un marco macroeconómico general de crecimiento brinda esta mayor previsibilidad. El
reciente logro del canje de la deuda en default por nuevos bonos, es otro paso importante en la búsqueda
de mayor previsibilidad y alienta la continuidad de una baja de las tasas de interés, principalmente de
aquellas referidas a plazos más largos.
Sin embargo, merece destacarse que la mayor previsibilidad no
es la solución absoluta para el descenso de las tasas de interés. En efecto, persisten otros problemas. La
alta concentración financiera y la alta segmentación del crédito son dos factores que atentan contra la baja
de la tasas de interés que se cobra a la masa de empresas industriales.
Así como se ha señalado que existen tasas de interés de hasta
el 300% de lo que pagan las empresas de primera línea, merece considerarse qué empresas adquieren
esos créditos, y con qué destinos. El descubierto en cuenta corriente es en muchos casos la forma de
crédito más habitual. En el sector agrario durante los años noventa, ésta fue en muchos casos la forma en
que accedieron al crédito numerosos productores agrarios a fin de modernizar su equipamiento. La altísima
tasa de interés, sin embargo hizo que en muchos casos esas deudas se volvieran imposibles de saldar
para los productores. En el sector industrial, la situación es distinta, porque si bien existen numerosísimas
empresas que recurren a esta forma de crédito, habitualmente lo hacen para sus operaciones corrientes y
no para inversiones de capital. La razón es sencilla y radica en que a esa tasa de interés - que se ubica en
el 15% anual- las inversiones dejan de ser una alternativa rentable y se prefiere postergarla.
Dicho de otra manera, mientras que en algunas actividades
específicas ligadas al agro, existieron inversiones financiadas con las altas tasas de interés del descubierto
en cuenta corriente, en realidad esas elevadas tasas desalientan el crédito para la inversión.
La otra tasa de interés señalada, la correspondiente a
préstamos prendarios a más de un año de plazo, muestra niveles promedios superiores al 11% anual,
también con una alta variabilidad al interior de dicho promedio, por cuanto existen significativas diferencias
en las tasas dependiendo de las características de la empresa y de la prenda. Si bien esta es una tasa
menor a la antes señalada, debe remarcarse que no todas las empresas pueden acceder a estas líneas,
dependiendo de su historia crediticia, de su situación patrimonial, etc Aún así, son tasas de interés que
dificultan seriamente el emplazamiento de nuevos proyectos de inversión. La necesidad de que dicho
proyecto supere una rentabilidad del 11% anual, brinda una restricción muy fuerte al proceso de inversión.
Una comparación sencilla y contundente, muestra que la tasa de interés de estos préstamos es del doble
de la que pagan las empresas de primera línea. En definitiva, las tasas de interés vigentes y relevantes
para la mayoría de las empresas industriales es demasiado elevada para justificar el endeudamiento con
destino a inversión de capital.
El problema de la alta concentración financiera y la elevación
consiguiente de la tasa de interés y la limitación de tomadores de crédito sólo puede ser afrontado desde la
política pública. El crédito público, en este sentido, debe procurar brindar tasas de interés más acordes a
las necesidades de la inversión productiva. Nuevamente aquí, el canje de los bonos de deuda en default, y
la consiguiente salida de dicha situación abre nuevas y buenas perspectivas. "El objetivo central de la
gestión de deuda pública y la política de financiamiento del Estado Nacional para el año 2005, es continuar
con el restablecimiento del crédito público afectado por la crisis desatada a partir del año 2001"
(Mensaje de elevación del presupuesto 2005, p.2)
2. Necesidad de impulsar
el desarrollo industrial.
2.1. ¿Desarrollo económico vs.
Extracción de renta?
De diversas maneras se han enfatizado aquí las consecuencias
nefastas de un proceso de desindustrialización de casi 30 años. No fue un proceso que tuvo sólo sujetos
pasivos y víctimas: de hecho fue impulsado a conciencia por diversos sectores sociales. El proyecto de la
desindustrialización del país -si bien fue pocas veces explicitado en toda su amplitud- fue defendido
insistentemente por numerosos ministros de economía.
La desindustrialización se funda en los cambios productivos
existentes a escala mundial, pero también en el incremento de las ganancias rentísticas de la economía.
Por antonomasia dicha renta en la Argentina es la renta agraria, en la actualidad complementada con la
renta que se obtiene de la extracción de hidrocarburos. El proyecto desindustrializador planteó que toda
actividad que no conllevara la obtención de rentas debía ser suprimida por ineficiente.
Frente a ello, se presenta en la actualidad la alternativa cierta
de una reindustrialización del país. No surge de la nada esta alternativa, sino que en realidad mucho debe
su resurgir al contundente fracaso que la política de desindustrialización mostró. La crisis de 2001 es una
crisis del plan de convertibilidad, es cierto, pero es además la crisis de la política de desindustrialización de
más larga data que arrastró a la enorme mayoría de la población a una situación de empobrecimiento.
El proyecto de la desindustrialización es un proyecto excluyente,
que concentra las ganancias en unas pocas manos y sume en la pobreza a millones de argentinos. Es un
proyecto autoritario por su naturaleza, y su forma concreta de expresión suele ser autoritaria. Entre sus
muchas consecuencias, fomenta la corrupción pues concentra las ganancias y vuelca a los gobernantes en
contra de sus representados.
Enfrente está el proyecto de la industrialización, de la
generación de nuevos y mejores puestos de trabajo, de una inserción inteligente en el mundo, que permita
acelerar el proceso de desarrollo económico y social en el país. La reindustrialización, sin embargo, no
implica necesariamente mejora de las condiciones de vida para la mayoría de la población. Sólo será ello,
si el proceso se encamina en esa dirección deseada. La reindustrialización es una condición necesaria
para mejorar en forma sostenible el empleo y los salarios pero no es por sí sola la garantía de que ello
ocurra.
La reindustrialización, por otra parte, no brota sola del suelo ni
cae como maná del cielo. Es necesario orientar ese proceso, canalizarlo hacia su meta. Sin ninguna duda
que un tipo de cambio no sobrevaluado favorece el resurgir de la industria. Esto se ha observado, una vez
más, en los últimos años tras la devaluación.
Sin embargo la reindustrialización sui generis o silvestre que se
ha dado en muchos sectores gracias al nuevo tipo de cambio que la promueve, debe ser reforzada y
complementada con el desarrollo de determinados sectores que, por sus encadenamientos tecnológicos y
productivos, puedan servir de pilares para el desarrollo económico.
El objetivo de mejorar las condiciones generales de vida de la
población, requiere la creación de una creciente cantidad de puestos de trabajo, que brinden condiciones
salariales y laborales mejores a las actuales medias. Para ello, se requiere incentivar aquellas actividades
que mejoren as condiciones de trabajo, tanto porque implican nuevos puestos laborales como por que
implican mejores calidades del trabajo, incluyendo en ello mayores salarios directos e indirectos. Frente a
la abundancia de actividades productivas que descalifican el trabajo, se requiere hacer hincapié en
aquellas que requieren estratos laborales calificados.
Por todo lo expuesto debe definirse una estrategia de desarrollo
que analice las ramas más convenientes para su crecimiento y fomento y que garantice de esa forma, su
sustentabilidad en el tiempo, a la par que una adecuada incidencia social por medio de la generación de
puestos de trabajo. No puede dejarse que esta estrategia requerida la decidan los mecanismos de
mercado. En última instancia, ésa ha sido la política del proyecto desindustrializador y su consecuencias
bien conocidas: caída de puestos de trabajo, caída de salarios, deterioro de condiciones laborales y
sumisión de grandes masas de la población en la pobreza e indigencia. En cambio, "Argentina necesita de
una estrategia de desarrollo productivo de la que careció durante los últimos treinta años." (tal como afirma
el actual Secretario de Programación Económica Tangelson y Bordón, "Recomendaciones para una
estrategia nacional de desarrollo", www.mecon.gov.ar) que la saque de esa lógica de achicamiento
económico y deterioro social. Esa estrategia debe ser definida por el Estado, asumiendo así su rol de
impulsor del bienestar general.
2.2. Herramientas para impulsar la
industria
El fomento de determinadas producciones estratégicas, la
promoción de la incorporación y el desarrollo de nuevas tecnologías, el incentivo de producciones locales
en áreas de vacancia, son eslabones necesarios de un plan de desarrollo industrial.
Este plan integral debe tener como objetivo intermedio impulsar
la reindustrialización del país. Esta reindustrialización debe ser entendida y configurada de entrada a fin de
que implique directa y paralelamente la mejora de las condiciones de vida de la población. Sólo esta
dinámica en paralelo permitirá paulatinamente ir superando la desarticulación que tiene la industria actual.
En particular, se debe superar la tendencia actual a la separación de toda vinculación entre la demanda
interna y la producción local. Sólo un modelo más integrado permite una real mejora en las condiciones
generales de vida.
El desarrollo de este plan reindustrializador requiere de
numerosos y variados instrumentos de política económica. Ya se ha señalado que procurar que la moneda
local no se sobrevalúe es uno de los instrumentos. Debe ser complementado con otras herramientas que,
dada la reindustrialización que fomenta la actual situación macroeconómica, permita orientarla hacia
inversiones que fructifiquen en un mayor interés social. Se entiende que una de estas herramientas, de
vital importancia, es la concreción de un Banco de Fomento Industrial.
2.2.1. El Banco de Fomento
Industrial.
Se concibe por tanto al Banco de Fomento Industrial, como una
más de las herramientas que, en forma conjunta con otras que ya se encuentran en aplicación y otras que
puedan agregarse, van a contribuir al desarrollo industrial del país, y con éste a la mejora en las
condiciones de vida de la población.
La llegada de numerosas ramas industriales a niveles
considerablemente altos de capacidad utilizada indican que, para incrementar ciertas producciones es
necesario realizar inversiones en esos sectores. La situación actual existente en el mercado financiero,
donde el crédito resulta caro para la mayoría de las empresas que quieren invertir constituye una verdadera
traba en este aspecto.
La creación del Banco de Fomento Industrial pretende modificar
el mercado financiero permitiendo que ciertas inversiones productivas puedan adquirir créditos a tasas
significativamente más bajas que las vigentes. El arribo de un nuevo competidor al mercado financiero, con
tasas más bajas, permitirá de esta forma incrementar las inversiones, y con ello mejorar las perspectivas
de crecimiento de la producción industrial.
Pero la creación del Banco de Fomento Industrial no sólo
apunta a incrementar las inversiones productivas, sino también a facilitar aquellas que, por sus
encadenamientos productivos, desarrollo de tecnologías u otros factores, mejor incidencia tenga sobre la
creación de puestos de trabajo, y en definitiva de las condiciones de vida de la población. En este sentido,
el Banco no sólo será un impulsor de mayores inversiones, sino que también permitirá que una mayor parte
de las mismas se dirijan a sectores estratégicos según los objetivos planteados.
De esta manera, se conseguirán mejores inversiones, objetivo
que sólo la creación de un Banco industrial puede plasmar. En efecto, esto es así ya que el Banco
industrial tiene la potestad de estudiar cada proyecto de inversión, estimar su impacto sobre los aspectos
relevantes de incrementos de producción y empleo directos e indirectos, y en base a dicha información
disponer el financiamiento a tasas abaratadas.
Dado que se considera al Banco industrial como parte de una
política general tendiente a una reindustrialización del país, es decir, como una herramienta de política
económica, el mismo debe ser de carácter estatal nacional. Esta característica está explicitada en los
Artículos 1, 2, 6 y 7 del proyecto de ley.
3. Banco de Fomento
Industrial: Evaluación de sus antecedentes
La creación de un Banco industrial no es un proyecto que ha
surgido de la nada, y sobre el cual no existan antecedentes. Hay una profusa cantidad de casos, tanto
nacionales como extranjeros, de Bancos creados para impulsar el desarrollo industrial. Por brevedad, nos
concentramos aquí en el estudio de los antecedentes en el país, y las conclusiones a las cuales esos
antecedentes nos llevan.
3.1. Antecedentes históricos en
Argentina.
Los antecedentes históricos acerca de un Banco tendiente a financiar la industria local son de antigua data.
En 1944 se creó el Banco Industrial de la República Argentina (BIRA) con el objetivo de brindar créditos a
mediano y largo plazo al sector manufacturero. Este Banco industrial, sin embargo, se debatió entre el
objetivo explícito de fomentar la industria y una acción más concreta que generalmente priorizaba créditos
de corto plazo para sostener el desenvolvimiento cotidiano de las empresas. De esta manera los subsidios
implícitos en las tasas de interés reducidos, no conformaban el impulso para nuevas inversiones.
Hacia los años sesenta comienza a criticarse este accionar, y se
impulsa la vuelta del BIRA a sus objetivos. Sin embargo, en esos años, la controversia radica en las
características que deben tener los beneficiarios de los créditos del Banco. Se señala para la época, la
coexistencia de dos criterios claramente diferenciados: por un lado, los préstamos -siempre a tasas
subsidiadas- a grandes empresas que se orientaban a las ventas a organismos estatales, - que
generalmente implicaban escasas inversiones- y que contribuyeron a la creación de la denominada patria
contratista. Por otro lado, pero en menor medida, préstamos que efectivamente se destinaban a
inversiones fijas, y en general otorgados a empresas más pequeñas. El discurso eficientista de finales de la
década del sesenta, que promovía la concentración industrial como sinónimo de eficiencia, era el paraguas
teórico para que la mayoría de los créditos fueran otorgados a estas grandes empresas que, sin embargo,
no desarrollaban una política industrializadora ni exportadora, sino más bien se dedicaban a vender al
Estado.
En definitiva, si bien hacia fines de los sesenta había modificado
considerablemente las características de los préstamos, pasando de préstamos de corto plazo a medianos
o largos plazos, - mucho más acordes con los objetivos de promover la inversión- el BIRA se debatía entre
promover efectivamente nuevas inversiones fijas que contribuyeran al desarrollo, y subsidiar empresas
contratistas del Estado cuya única perspectiva era permanecer como empresas permanentemente
subsidiadas.
Pese a la convivencia de estos dos criterios el BIRA había
avanzado en diversos aspectos: brindaba créditos de mediano y largo plazo con el fin de financiar
inversiones fijas de las empresas e hizo un amplio uso de avales y líneas de crédito del exterior. De esta
forma, el BIRA logró canalizar créditos externos hacia fines productivos que de otra manera no hubieran
sido obtenidos.
Estos logros parciales y sus falencias generaban la convicción
de que el BIRA debía reformularse pero no abandonarse como idea. Por ello, comienza a surgir con mayor
fuerza la idea de que debía transformarse en un "verdadero banco de desarrollo".
Hacia fines de 1970 en el marco del Plan de Desarrollo y
Seguridad (PDyS) se creó el Banco Nacional de Desarrollo, sobre la base del anterior BIRA.
El BANADE fue creado como entidad autárquica cuyo objetivo
principal era captar recursos para concretar proyectos de interés nacional y regional, de acuerdo con el
PDyS elaborado por el gobierno militar. Sin embargo, el cambio sustancial con respecto al BIRA lo
constituyó la ampliación de sus objetivos y la asignación de canales específicos para cada uno de ellos. En
este sentido, el Banade amplió su actividad con la incorporación en su carta orgánica de 5 Institutos
específicos:
1.- de Crédito industrial,
2.- de Crédito y Fomento Minero,
3.- de Financiación de Proyectos de Infraestructura,
4.- de Industrias de Base y
5.- de Reconversión y rehabilitación (de empresas).
La amplitud de objetivos a los que se les brindaba créditos
subsidiados demandó en forma casi inmediata una magnitud de recursos que el mismo banco no disponía.
En junio de 1971 el presidente del Banade escribe que "este banco ha venido desarrollando sus funciones
crediticias dentro de una precariedad de medios que ha conspirado contra la eficacia de su acción(...) en
virtud de la ley de su creación, se han asignado al Banade funciones muy amplias". Resulta claro que, los
montos requeridos para los objetivos planteados (resaltando que la tasa de interés era subsidiada) eran
enormes con respecto a las posibilidades de captación de fondos.
Pese a ello, hasta el año 1974 el Banco presenta un
desempeño adecuado, en parte aliviada su situación por la existencia de recursos fiscales.
Con la dictadura iniciada en 1976 el Banco pasa explícitamente
a un segundo plano, al abandonarse desde el Estado las políticas de desarrollo industrial. No sólo eso, sino
que sus objetivos y actividades son completamente desvirtuados, pasando a cumplir un rol totalmente
distinto al de fomentar el desarrollo económico. El Banco siguió funcionando brindando créditos aún
subsidiados pero ya no para promoción de la inversión, sino como mero mecanismo de transferencia de
recursos del Estado hacia los sectores económicos más concentrados. En los hechos el Banco beneficiaba
a los grandes grupos económicos locales sin ningún tipo de contraparte seria. Como Banco de Desarrollo,
había ya dejado de existir.
Tras un periplo zigzagueante durante el gobierno radical,
finalmente en 1991 se decreta la privatización del banco, acorde a las políticas de esa época. El
desmantelamiento del Banade, sin embargo, hay que buscarlo necesariamente antes, en la segunda mitad
de los setenta cuando se abandona todo proyecto industrializador. Su defunción explícita se ubica en 1992,
cuando el Congreso convalida el decreto privatizador del Banco. Hoy, apenas subsiste un club con el
nombre de "Banade".
3.2. Algunos comentarios sobre la evolución
histórica
El periplo histórico de un Banco destinado a financiar la
industrialización está sin duda atado a la evolución misma de la economía argentina. Su desarticulación y
desvirtuación de sus objetivos, a mediados de los setenta, coincide con la instauración en el país de un
proyecto desindustrializador del país, que procuró concentrar las ganancias en las producciones que
brindaban una renta extraordinaria.
Más allá eso, es cierto que el desarrollo del Banco se topó en
numerosas ocasiones con ciertas controversias que no siempre fueron solucionadas de la forma más
adecuada. La multiplicidad de funciones que en algunas etapas se le dio fue contraproducente para que
pudiera cumplir su rol fundamental, esto es, desarrollar la industria. Es por ello que en el proyecto de ley
que se presenta, se excluyen explícitamente la posibilidad de brindar créditos para ciertos fines (artículo 5).
El objetivo de esta explicitación, escomo se ha señalado, no distraer fondos para otros fines que el
considerado principal.
El estudio de la evolución histórica, por otra parte, permite
ubicar la creación del Banco industrial en esa perspectiva. Con ese o con otro nombre, con más o menos
falencias, hubo siempre en el período 1944- 1975 un Banco dedicado a promover la industria, en la
certidumbre de que el crecimiento y desarrollo de dicha actividad redunda en mejores condiciones de vida
para toda la población. El golpe militar de 1976 comienza a desvirtuar por completo el rol de dicho Banco,
en consonancia con un proyecto que quiso hacerle creer a los argentinos que la producción industrial era
ineficiente, por el mero hecho de no tener las ganancias extraordinarias que tiene el agro pampeano.
Según ese discurso, la industria tenía que ser eliminada por ineficiente. El Banco dejó de tener su rol de
verdadero dinamizador de la industria, para convertirse en una forma más de obtener ganancias rentísticas,
como se quiso imponer en toda la economía. La década del noventa no vino más que a hacer explícito, en
este aspecto, lo que la dictadura había realizado en los hechos, y no se había animado a explicitar. La
eliminación del Banco de desarrollo como tal, a inicios de los noventa no es más que la culminación de los
programas neoliberales impuestos en la argentina en el marco de un proceso de desindustrialización
creciente.
Los planes liberales impuestos en la década de los noventa
llevaron inexorablemente a un incremento de la crisis y la pobreza de grandísimos sectores de la población.
Ya en 1995, la cifra de desocupados trepaba a ritmos alarmantes e inéditos en toda la historia del país,
mientras en las esferas oficiales se seguía celebrando los ingresos obtenidos de las privatizaciones. El
incremento de la exclusión social, de la pobreza y de la miseria, estalla en el año 2001 en hechos por
todos conocidos.
El fracaso estrepitoso de las políticas neoliberales obliga a
pensar una forma distinta de desarrollo del país, y de inserción mundial. Se requiere la reindustrialización
para incorporar a esos millones de argentinos que hoy carecen de un futuro. Es en este marco histórico,
que se propone la creación del Banco industrial, a fin de reforzar institucionalmente el camino emprendido,
y a fin de brindarle a éste un nuevo impulso.
4. Objetivo y
Características que debe tener un Banco de Fomento Industrial.
Se señalan a continuación las características que tendría el
Banco creado mediante el presente proyecto de ley:
4.1. Objetivo Principal de Banco:
En el artículo 2 del proyecto de ley se establece el objetivo
principal del Banco, esto es, contribuir al desarrollo económico social del país en concordancia con las
directivas, planes y programas que en materia económica y financiera dicte el Gobierno Nacional, mediante
la promoción, orientación, participación y financiamiento de programas y proyectos que contribuyan a la
creación, expansión y modernización de actividades productivas industriales de interés social.
4.2. Constitución formal
El proyecto propone la creación de un nuevo Banco,
concentrado en el crédito industrial, que no realiza la mayoría de las operaciones de los Bancos
comerciales a fin de no diversificar su tarea. Brinda los créditos en forma indirecta a través de aquellos
bancos que estén interesados en actuar como intermediarios. Se trata, entonces, de un Banco de
Operación indirecta.
El Banco industrial sería por tanto un operador indirecto en el
sistema financiero, que obtiene préstamos y brinda créditos a través de las entidades bancarias que
quieran actuar como intermediarias. Este modelo de Banco ha sido profusamente utilizado por el Banco
Hipotecario con muy buenos resultados.
La decisión sobre las asignaciones de crédito queda en manos
del Banco industrial. Los intermediarios solamente asesoran a los potenciales clientes, gestionan las
solicitudes y cobran por ello una comisión.
Se asume por otra parte como sumamente factible la posibilidad
de lograr acuerdos con el Banco Nación para que éste actúe como nexo entre el banco industrial y los
potenciales interesados. De todas formas, no sería el Nación el único banco intermediario.
Las ventaja que brinda el hecho de que el Banco propuesto sea
de Operación indirecta son múltiples:
- En comparación con un Banco comercial común, la forma indirecta
de operar evita costos innecesarios en el mantenimiento de una amplia estructura de sucursales
- Permite concentrar los gastos en aquellos directamente vinculados
con la asignación de créditos.
- El mecanismo es ideal para aquellas entidades financieras que
quieren especializarse en ciertas líneas de créditos y no abarcar la totalidad de los servicios financieros.
4.3. Características generales de los
créditos y su asignación.
4.3.1. Desarrollo de préstamos a tasas abaratadas
para la industria local.
Las tasas que se cobran en la actualidad en préstamos para adquisición de capital dificulta seriamente la
misma. Esta alta tasa de interés se debe fundamentalmente a dos factores: una alta concentración del
sistema financiero y alta segmentación de los créditos, cobrándose un diferencial de tasa de interés muy
alto según el sujeto al que se le presta.
El artículo 3 del proyecto de ley, plantea que los créditos se
otorgarán "a tasas sensiblemente menores que las que cada proyecto según sus características podría
obtener en entidades privadas del mercado financiero". Dado que un aspecto fundamental del
encarecimiento de la tasa de interés cobrada en el mercado financiero, radica en la segmentación del
crédito según el sujeto, se considera un punto clave que los créditos que brinda el Banco sean a tasas
mucho más uniformes, pudiendo de esta manera otorgar préstamos a tasas menores.
Se considera que el presente proyecto de ley debe definir los
lineamientos generales en cuanto a valor de la tasa de interés de los créditos, dejando para la Carta
orgánica del mismo y para la política propia del Banco una mayor definición al respecto.
Con el objetivo de explicitar la opinión del legislador, se
considera adecuado que el Banco brinde préstamos a tasas reales positivas, no muy alejadas de las tasas
reales (en dólares) LIBOR. En fórmula, podría sugerirse que el Banco pueda brindar créditos a una tasa
real que sea aproximadamente la mitad de la tasa LIBOR en pesos. En fórmula:
Tasa Crédito = Inflación + 0,5 x LIBOR.
Sin embargo, es necesario analizar con mayor detalle si dicha
tasa es factible dada la estructura que debe montarse, -sus costos-, los montos de los créditos, y el costo
de adquirir dinero. También podría ser factible disminuirla. Otro indicador adecuado alrededor del cual la
tasa del crédito podría fluctuar es:
Tasa Crédito = Tasa encuesta BCRA créditos a empresas de
primera línea.
Para comprender los valores incorporados, puede señalarse:
La tasa para 2004: inflación + LIBOR (180 días)= 6,1 + 0,5x
3,11 = 7,65% anual.
Tasa de interés a empresas de primera línea para diciembre de
2004 = 5,78% anual.
A fin de evitar grandes distorsiones en la solicitud de créditos, debiera procurarse que la tasa de interés del
crédito sea positiva en términos reales. Aún en esta situación puede ser entendida como una tasa
subsidiada si se la compara con la que tendría que pagar la industria en caso de no existir este Banco.
Si desea destacar aquí, por lo tanto, que el proyecto de ley no
define un nivel de tasa de interés a otorgar, pero fija como requisito que ésta sea sensiblemente menor a la
que podría obtenerse en el mercado financiero local.
Si bien no es objetivo del Banco obtener grandes ganancias, sí
lo es tener un balance no negativo. En este sentido, el aporte del Banco, esto es, otorgar créditos a tasas
abaratadas, sólo puede sostenerse si el funcionamiento de éste es sustentable.
Con respecto a las tasas sugeridas ut supra, pueden
compararse con las tasas que generalmente pagan algunas de estas empresas, si bien al ser muy variable
depende de cada caso. Se presentan algunas de las tasas que reflejan las que efectivamente toman la
mayoría de las empresas:
Tasa promedio ponderada por montos de préstamos prendarios
con plazo mayor a un año: 17, 06% anual.
Adelantos en cuenta corriente: 21,52% anual
Hipotecarios hasta 5 años: 13, 50% anual.
4.3.2. Selección de proyectos sobre la base de
criterios generales de interés.
Se ha señalado ya que el Banco industrial es considerado una herramienta que coadyuda al desarrollo
industrial del país.
Como tal, debe inscribirse en dicho plan de desarrollo, que debe
contemplar la elección de ramas industriales que deben ser fomentadas - política que se entiende debe ser
definida esencialmente a nivel ministerial, pero con la cual el Banco podría interactuar o colaborar a fin de
delimitar más claramente dichas ramas. Se considera que la delimitación de dichas ramas excede este
proyecto de ley, pero se entiende también que es aconsejable sugerir la necesidad de la selección de estas
ramas y los criterios a aplicarse. Por ello, el artículo 4 del proyecto de ley establece que en la selección de
proyectos deben considerarse como metas:
a) Orientar la producción industrial hacia ramas que brinden
mayor interés social.
b) Promover la innovación y el cambio tecnológico para
incrementar la producción en todas las ramas industriales, entre las que deben incluirse, con carácter no
exhaustivo, las listadas en el Anexo 1.
c) Desarrollar actividades industriales inexistentes en el país
que puedan ser rentables en un mediano plazo.
d) Desarrollar o fortalecer actividades industriales que
puedan concatenarse con otras producciones que no se realizan en el país, tienen alto desarrollo
tecnológico y podrían ser desarrolladas nacionalmente a partir de ciertas condiciones.
e) Promover la generación de nuevos y mejores puestos de
trabajo.
4.3.3. Capital inicial
El capital inicial del Banco tiene que ser tal que le permita
comenzar sus operatorias en un volumen adecuado, a fin de evitar incurrir en gastos proporcionalmente
excesivos para los fines planteados.
En este sentido, hay una restricción importante en el proyecto,
en cuanto a que si el capital inicial es pequeño sus posibilidades de funcionamiento y de éxito son
reducidas.
El capital del Banco, por otra parte, tiene que ser tal que le
permita competir con otros Bancos ya existentes en el mercado. Por ello, se presenta la siguiente tabla que
expresa el patrimonio neto de cada banco a fines de 2004.
Estimando que se trata de un banco de operación indirecta, es
decir que su patrimonio estaría concentrado en activos líquidos que puede prestar, se calcula que un
patrimonio neto mínimo inicial de 1.500 millones de pesos permitirá brindar la solvencia y la operatividad
que el Banco requiere. En comparación al resto de los Bancos, en cuanto al patrimonio neto se ubicaría en
el tramo mayor de los mismos. El artículo 6 del proyecto de ley establece como nivel mínimo de capital
social inicial el mencionado de 1.500 millones de pesos.
Este capital inicial será incrementado en los cinco primeros
años mediante ingresos específicos provenientes del Estado nacional, descriptos en el artículo 11 del
proyecto de ley.
1) Con el 0,5% de lo recaudado mediante el impuesto a las
ganancias durante cinco años, capitalizados en forma mensual. Esto no implicaría mayor carga impositiva
ni mayores ingresos fiscales sino que solamente, por ley, se habilitaría para que una parte del impuesto a
las ganancias vaya a consolidar el patrimonio del Banco.
2) Con el 1% de todos los impuestos, tasas y derechos en
general que se paguen por la importación de bienes. Al igual que el punto uno, esta disposición no
involucra incremento alguno en los pagos que se realizan actualmente por la importación de bienes, sino la
transferencia de un porcentaje de esos pagos al Banco.
Cualquiera sea la manera de conformar este fondo la idea es
que éste constituya parte del patrimonio del Banco, quedando vedada la posibilidad de financiar gastos
operativos del Banco.
La ventaja de preveer el incremento en forma relativamente
importante durante un plazo de cinco años del capital social radica en que el Banco podrá ir acrecentando
su operatoria durante ese lapso de forma de perfeccionar sus circuitos administrativos.
4.3.4. Carácter público nacional
El capital inicial del Banco será del Estado Nacional (Artículo 6) y del Banco Central de la República
Argentina. El objeto principal del Banco y su concepción general tienen un carácter nacional: fomentar el
desarrollo de la industria nacional tiene este carácter (Artículo 2). Desde ya que el criterio nacional tiene en
cuenta los distintos regionalismos.
Más allá de ello, los gobiernos provinciales estarán facultados
para asignarle al Banco industrial fondos para su administración y entrega en forma de créditos con fines
específicos determinados. (Artículo 8, inciso b) El Banco decidirá en cada caso la conveniencia y viabilidad
de las funciones asignadas.
4.3.5. Formas de financiamiento genuino.
Una gran dificultad para un banco que pretende cobrar una menor tasa de interés que la de mercado, es
conseguir los fondos para realizar los préstamos. Las dificultades en las experiencias previas, como se
señaló en el punto 3.1 radicaron en una excesiva cartera de potenciales créditos sin fondos para prestar.
Se aspira a que el Banco, una vez constituido su capital social y
consolidada si situación en el mercado, tenga un balance no negativo que le permita continuar en forma
permanente con su operatoria, sin requerir de transferencias del Estado nacional o de otra fuente.
Los mecanismos de financiamiento principales que tendrá el
Banco una vez en funcionamiento son: recupero de préstamos (artículo 8,d) depósitos a plazo fijo (artículo
8,d), fondo de desarrollo industrial (artículo 8,e), presupuesto nacional(artículo 8,b), redescuentos del
BCRA (artículo 8,c), cobro de cuentas vinculadas(artículo 8,d).
Ya se han descripto algunos de estos mecanismos con
anterioridad. Además de los ya mencionado, se prevée dentro de cierto período de lanzamiento del Banco
Industrial, que el BCRA tendrá particular tratamiento en las líneas de redescuento hacia el nuevo Banco. .
Por otra parte, se prevé -aunque en forma limitada en sus
inicios- la captación de fondos por medio de plazos fijos en la plaza local, a plazos y tasas similares a los
vigentes en los mercados, compitiendo con otros bancos por la captación de depósitos.
Otra operatoria que brindará cierta liquidez al Banco, consiste
en la vinculación del crédito otorgado a la apertura de cuentas en el mismo banco, a fin de realizar las
diversas operatorias de la empresa.
Por último, el monto que se prevé tenga mayor importancia a
partir del tercer año de funcionamiento, es el recupero de préstamos.
4.4. Qué no es un Banco
industrial:
Explícitamente, se considera apropiado señalar que el Banco industrial no desarrollará ciertas actividades.
La razón de esta restricción tiene que buscarse esencialmente en las experiencias previas, en las cuales, o
bien se le asignaba al Banco de desarrollo demasiadas actividades o bien se le incorporaban actividades
que no estaban vinculadas a su objetivo principal, desvirtuando con este proceder su verdadera razón de
ser. En virtud de ello, a fin de cumplimentar con los objetivos propuestos, el artículo 5 establece
explícitamente actividades que el Banco industrial no puede realizar: brindar
a) Créditos para infraestructura en general: red vial,
ferroviaria u otras.
b) Créditos a organismos estatales, nacionales, provinciales
o municipales para el pago de sueldos, desarrollo de infraestructura, salud o educación.
c) Créditos a empresas para su funcionamiento corriente
Por todo lo expresado, y con el convencimiento de la necesidad
de la creación de un Banco industrial, se propone el presente proyecto de ley.
ANEXO
Nómina de industrias y ramas industriales, no exhaustiva, a que hace referencia el Artículo 4 inciso b.
Industria del Software (con énfasis en la exportación)
Energía Nuclear y Solar. Producción y equipos exportables.
Industrias Químicas.
Industria Naval y Náutica.
Producción para la Defensa Nacional.
Producción de Fármacos.
Industria de Bienes de Capital.
Industria de Maquinaria Agraria (con énfasis en la
exportación)
Producción de Fertilizantes.
Industria Cultural (con énfasis en la exportación)
Desarrollo de Biotecnologías.
Energía Eólica.
Industria Metalmecánica.
Industria Autopartista.
Industria Automovilística para la exportación.
Producción de Energía Eléctrica (Ciclo combinado)
Industrias Agroalimentarias.
Industria Textil y de Confecciones.
Producción de derivados agropecuarios no tradicionales.
(Aceite de Palma, Tung; etc; Biocombustibles)
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
BONASSO, MIGUEL LUIS | CIUDAD de BUENOS AIRES | DIALOGO POR BUENOS AIRES |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
FINANZAS (Primera Competencia) |
INDUSTRIA |
PRESUPUESTO Y HACIENDA |