La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Declarar que vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional, a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, y las autoridades que correspondieren, adopte las medidas necesarias para la plena aplicación del Programa Nacional de Prevención y Erradicación del Picudo del Algodonero.

Señor presidente:

La plaga conocida como picudo algodonero mexicano (Anthonomus grandis B), esta íntimamente ligada al surgimiento de la producción algodonera de la provincia del Chaco.

A principios de la década del veinte del siglo pasado, en los Estados Unidos, la producción algodonera sufrió una verdadera catástrofe cuando el 96 % de sus cultivos se infectó con la plaga del picudo algodonero.

Sin embargo se trató de un efecto que había sido previsto por el Departamento de Agricultura norteamericano. De allí que desde años antes, impulsara el cultivo de algodón en otros países. El pragmatismo previsor del Departamento referido, tenía como objetivo final evitar el colapso de la industria textil del país del norte, como consecuencia de un incremento sustancial de los precios internacionales del algodón. Estados Unidos estimuló la oferta mundial para salvar su industria textil nacional, y los miles de empleos por ella generada.

En ese momento gobernaba Argentina Marcelo T. de Alvear, que al producirse el previsto incremento de los precios internacionales del algodón, dispuso la contratación de especialistas norteamericanos para el desarrollo del sector en nuestro país. Nace de esta manera la producción algodonera en la provincia del Chaco.

Los caminos entre la plaga y nuestra producción, actualmente, vuelven a cruzarse. En rigor de verdad, se detectó por primera vez en el año 1993, y fue declarada como plaga por Resolución Nº 95 del 4 de junio de 1993. El 5 de octubre de ese mismo año por Resolución Nº 213 se crea el Programa Nacional de Prevención y Erradicación del Picudo del Algodón.

No obstante las decisiones y medidas adoptadas, la plaga no ha dejado de extenderse y la preocupación de los productores y, fundamentalmente, de los miles de trabajadores que dependen de esta actividad económica, es permanentemente manifestada. El caso de las provincias del Chaco y Formosa es emblemático, en sus plantaciones se obtiene el 50% de la producción nacional. Cabe señalar que, a diferencia de la soja, el algodón tiene una alta capacidad de generar empleo e incorporar valor agregado, aspectos ambos que son enormemente valorados en una economía tan golpeada como la chaqueña.

La existencia de esta plaga obliga a aumentar el número de pulverizaciones en las plantaciones, lo que redunda en un mayor costo de producción que amenaza con traducirse en una disminución de la superficie sembrada.

La industria textil sufriría las consecuencias de una menor producción, ya que la obligaría a importar. El complejo agroindustrial, en este rubro, comprende a cientos de miles de trabajadores.

Existe un marco internacional favorable para un fuerte y renovado impulso de la actividad algodonera, como consecuencia de la decisión de la Organización Mundial del Comercio que obligó a Estados Unidos a reducir sus subsidios, lo que elevó el precio internacional. Es una oportunidad que no debe desaprovecharse.

La provisión de los recursos, especialmente financieros, para la plena actualización del programa que motiva este proyecto no puede esperar más. Es menester adoptar todas las medidas ínter jurisdiccionales que reclama la erradicación definitiva de esta plaga.

La experiencia de nuestros países vecinos, como Paraguay y Brasil, advierten sobre las nefastas consecuencias para esta fundamental producción, si no se practican las políticas urgentes para combatirlas. 500.000 empleos, 400.000 hectáreas y más de 300.000.000 de dólares, estimados, están en juego.

Es por lo expuesto que solicito a mis pares la aprobación de este proyecto de resolución.