PROYECTO DE TP
Expediente 4438-D-2015
Sumario: SOLICITAR AL PODER EJECUTIVO DISPONGA LA CREACION DE UNA SECRETARIA DE CAMBIO CLIMATICO.
Fecha: 19/08/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 104
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Que vería con agrado la creación
de una Secretaría de Cambio Climático en el ámbito del Poder Ejecutivo
Nacional, dado que los efectos del cambio climático afectan seriamente a la
población argentina.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El presente proyecto de
declaración tiene como finalidad expresar el sentimiento de agrado de esta
Honorable Cámara si existiera la creación de una Secretaria de Cambio
Climático, que aborde seriamente la temática e implemente las medidas
necesarias la mitigación y adaptación al cambio climático en nuestro país.
La República Argentina, consciente
de la importancia del ambiente, incluyó explícitamente su cuidado en la
Constitución Nacional.
El artículo 41º de nuestra Carta
Magna dice que "todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano,
equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo."
La Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro, 1992) abrió a la firma de
los Estados la Convención Marco sobre Cambio Climático que se firmó en Nueva
York con el fin de estabilizar "las concentraciones atmosféricas de gases de
efecto de invernadero en un nivel que prevenga una perturbación
antropogénica peligrosa del sistema climático". La Convención acuerda
estabilizar para el año 2000 las emisiones de dióxido de carbono (CO2), a los
niveles del año 1990 y luego reducirlos progresivamente. La Argentina aprobó
la convención marco por la Ley 24.295.
La Convención quedó
complementada, el 11 de diciembre de 1997, con el Protocolo de Kyoto que se
propuso como objetivo la reducción de un 5,2% de las emisiones de gases de
efecto invernadero globales, tomando como base los niveles de 1990, para el
período 2008-2012.
Nuestro país ha participado
activamente en las negociaciones que condujeron al establecimiento de la
CMNUCC y del Protocolo de Kyoto.
La próxima Conferencia de las
Partes (COP21) tendrá lugar en París en diciembre del presente año. Allí se
asumirán compromisos vinculantes por los países participantes para reducir los
gases de efecto invernadero (GEI) persiguiendo limitar el incremento de la
temperatura global a 2°C respecto a la era preindustrial. En una reunión
recientemente realizada, el G7 se comprometió a descarbonizar totalmente sus
economías para el 2100. Este es un mensaje político en miras a cerrar un
acuerdo en París que garantice una meta global a largo plazo. En este orden de
ideas, consideramos que es crucial que la Argentina aborde el tema de la
gestión del cambio climático como política de estado.
Cuando hablamos de cambio
climático estamos haciendo referencia a la variación significativa y persistente
del clima durante un período largo de tiempo, susceptible de producir impactos
en el medio físico, económico y social. Esta nueva situación climática debe
llamar la atención a la sociedad, y en particular a su dirigencia política, acerca
del real significado que posee en Argentina, cuyas consecuencias tienden a
agravarse en el largo plazo, con impactos sociales y económicos que tenderán a
ampliarse y profundizarse.
En la 3ra Comunicación Nacional
de la República Argentina a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
Cambio Climático de fecha 26 de junio 2015 (1) se subrayó que las
proyecciones indican en promedio un aumento de los índices extremos
relacionados con las altas temperaturas y las precipitaciones extremas en la
mayoría de las regiones del país.
Son ya numerosos los expertos en
temas climáticos que señalan que en la zona central de la Argentina se ha
producido en los últimos 30 años un aumento en los niveles de precipitaciones
que ronda en un promedio del 40%, llegando en algunos sitios a ser del 50%.
Estos aumentos se registraron en las últimas tres décadas.
Como consecuencia, en la región
centro de nuestro país se han producido inundaciones con impactos
catastróficos en lo económico y social ejemplo de ello es la inundación de Santa
Fe de 2003 o la recientemente ocurrida en Córdoba en 2015 con crecidas que
dejaron pueblos bajo el agua, más de 5000 evacuados y 12 muertos. Al factor
climático, se suman los desmontes, la falta de obras de infraestructura, las
urbanizaciones no planificadas, los efectos del monocultivo en la tierra y la
inclusión de flora no autóctona, elementos que, según coinciden los
especialistas, contribuyen a los desastres ocurridos en la zona centro del país.
Los perjuicios de estos eventos se
ven agravados por la falta de conocimiento de esta nueva problemática por
parte de los profesionales llamados a instrumentar las soluciones, ya que casi
siempre siguen aplicando métodos y recetas que son sólo válidos en un
contexto de clima estable.
El cambio climático también
complicará el panorama con la previsible suba en el nivel del mar, ya que este
aumento hará que los efectos de las sudestadas sean más severos sobre el Río
de la Plata. Esto dificultará aún más el natural escurrimiento de aguas interiores
hacia el mar generando mayores problemas en toda la ribera, las zonas bajas
de las cuencas de los ríos y arroyos tributarios y en el delta del Paraná. A más
largo plazo, 50 a 100 años, se espera la inundación de un área aún no
determinada de la costa de la Bahía de Samborombón y la probable salinización
de los acuíferos al sur de la ciudad de Buenos Aires.
Algunos impactos del cambio
climático pronosticados para Argentina son: aumento de la temperatura media
en el norte del país, la disminución en la zona cordillerana, el aumento en el
nivel del mar y del Río de la Plata, con los consecuentes "daños colaterales"
como dificultades en la provisión de agua potable, enfermedades tropicales
(dengue), "stress hídrico", o mayor riesgo de incendios forestales.
Los ejemplos citados hacen
imprescindible el urgente diseño de políticas públicas para hacer frente a las
posibles consecuencias dañinas del cambio climático, que ya viene afectando a
todo el territorio nacional.
El cambio climático plantea un
escenario de mayores eventos meteorológicos extremos y se hace muy difícil
que la adaptación al mismo pueda mitigar totalmente sus efectos. Esto significa
que en este escenario se harán más frecuentes las llamadas "catástrofes"
climáticas, lo que supondría tener que aumentar nuestra capacidad de
respuesta ante estos eventos. Ello evidencia la necesidad de implementación de
un plan de emergencia impulsado por el Poder Ejecutivo nacional a través de la
Secretaria de Cambio Climático con especial foco en poblaciones en zonas de
riesgo.
Es importante resaltar que si bien
el cambio climático plantea un desafío de enormes proporciones para la
comunidad internacional y sus consecuencias afectarán a cada región del
planeta, son los países más pobres los más vulnerables al mismo. Estos países
son los que, por lo general, basan sus economías en una fuerte dependencia de
los ecosistemas naturales y el clima, ya sea por la agricultura, pesca o
silvicultura. Esto produce una alta vulnerabilidad de estas economías que son
fuertemente dependientes de cualquier cambio en el sistema climático y los
impactos que éste pueda generar en los ecosistemas. En la Argentina ya puede
verse con contundencia esta situación cuando se evalúan económicamente los
impactos que las inundaciones en la pampa húmeda ocasionan en términos de
pérdidas de cosechas, ganado e infraestructura productiva.
La economía argentina es
altamente vulnerable a los cambios en temperatura y precipitación debido a su
perfil productivo, considerando que depende en un 19% del PIB del sector
agro-exportador primario y de las industrias manufactureras asociadas a dicho
sector (MAGyP, 2011), así como de la producción de energía eléctrica a partir
de hidroelectricidad (40%) en las vertientes de los ríos originarios de la
Cordillera de los Andes. Según los modelos predictivos de la CEPAL, bajo los
escenarios de supuestos más conservadores (CEPAL, 2012), la proyección del
costo económico del cambio climático es equivalente al 5% del PIB para el 2020
a 12% del PIB en el 2100.
Según el último estudio de la
Dirección de Cambio Climático (año 2000) la "contribución" argentina en la
emisión de GEIs es del 0,84%, que sitúa al país, por volumen, en el puesto 25
a nivel mundial y en el 53 en las emisiones per cápita. En América Latina,
Argentina está tercera, después de México y Brasil. De acuerdo a la Segunda
Comunicación Nacional de Argentina (SAyDS, 2007) con datos del 2000 las
emisiones corresponden a: Energía con 47% (53% de gas natural, 45%
derivados del petróleo, 1.2% carbón mineral, y 0.3% biomasa); Agricultura y
ganadería con 44% (52% de óxido nitroso y 48% de metano); residuos con
5%; y procesos industriales con 4%. Cabe destacar que del total de las
emisiones en el sector de energía, cerca de dos terceras partes corresponden al
sector transporte. El resto corresponde principalmente a emisiones de la
generación térmica distribuida, que han incrementado la utilización de diesel y
gas oil, sustituyendo al gas natural.
Para que la Argentina pueda
reducir las emisiones citadas, es necesaria una definición política del más alto
nivel que defina el perfil productivo del país en los próximos 30 años. Esto
significa que hay que transformar la generación de energía, la infraestructura,
el transporte, la agricultura y gestión de residuos. De esta forma, el cambio
climático impone grandes desafíos éticos, políticos y económicos que solo
pueden ser encarados a partir de un plan de gestión con alcance
nacional.
En general, se puede concluir que
a la fecha Argentina ha dado los primeros pasos a nivel macro y a nivel federal
para sentar las bases de una gestión pública que integre el concepto de cambio
climático. Esto se refleja en el desarrollo de disposiciones legales, normativas,
participación en acuerdos internacionales, y programas piloto de inversión a
pequeña escala. No obstante, los avances realizados, existen aún grandes
vacíos de gestión y de inversión para abordar en forma integral y efectiva los
desafíos del cambio climático. A la fecha, el desarrollo de sectores productivos
como energía, trasporte, agricultura, entre otros, así como los patrones de
crecimiento urbano siguen un patrón de alto impacto ambiental y uso intensivo
de recursos naturales y energéticos convencionales no renovables. Esto refleja
que a nivel de políticas e inversiones sectoriales queda mucho por hacer para
alcanzar modelos sostenibles de reducción de huella de carbono, así como para
que cada sector internalice medidas de adaptación.
La asignación del presupuesto
2015 da una señal clara del foco del estado nacional, el 61% de los gastos se
destinan a las funciones vinculadas a energía y minería, el 28% al transporte y
solo un 1,3% a temas vinculados a medio ambiente y ecología. Por su parte, las
partidas presupuestarias que se derivan de la utilización de fondos nacionales
que se destinan a bosques o que correspondería destinar a glaciares, son
menores a lo que debieran ser o carecen de un monto identificable. Esta
asignación de recursos es contraria a la formulación de un plan contundente de
gestión de cambio climático ya que se promueven medidas de corto plazo y de
alto impacto ambiental en detrimento de una estrategia de sustentabilidad de
largo plazo.
En general, debido a su
abundancia relativa de recursos, hay una percepción generalizada de que en
Argentina no existe un problema ambiental o que las vulnerabilidades y riesgos
frente al deterioro ambiental y el cambio climático es bajo y la política no hay
puesto su foco prioritario en estos asuntos. En este escenario, creemos que es
crucial la existencia de un órgano de coordinación formal entre los distintos
organismos nacionales que a su vez defina una política nacional de cambio
climático que permita integrar y armonizar las distintas actividades vinculadas
con la emisión de GEIs.
La creación de una Secretaría de
Estado dentro de la estructura de gobierno, permitirá no solo incorporar la
gestión del cambio climático en la agenda pública sino también manejar más
eficientemente los problemas globales que enfrenta el país en materia de
cambio climático, dando una respuesta unificada basada en las interacciones
pertinentes de las políticas internas e internacionales, para beneficio del país en
su conjunto.
La política estatal sobre cambio
climático debe tender a contrarrestarlo, garantizando la seguridad del
suministro de energía, promoviendo mercados competitivos dentro y fuera de la
Argentina, así como contribuyendo a elevar el índice de crecimiento económico
sustentable y a mejorar la productividad. Esta Secretaría debe trabajar en
estrecha colaboración con las demás dependencias cuya labor tenga impactos
importantes sobre el nivel de emisión de gases de efecto invernadero, teniendo
a su cargo la política de cambio climático nacional e internacional.
La creación de la Secretaría
dependiente de la Presidencia de la Nación permitirá asignar mayor énfasis a
proteger y mejorar el medio ambiente natural para la salud y bienestar de
todos, así como para proteger la vida silvestre y resguardar a la población de
los riesgos ambientales. Dicho organismo deberá transformarse en líder del
desarrollo sustentable en todos los niveles de gobierno, del consumo y
producción sustentables, promoviendo la eficiencia de los recursos
empresariales.
La mitigación del cambio climático
plantea verdaderos desafíos financieros, tecnológicos y políticos. De no
prestarle atención, nos conducirá a grandes retrocesos en el desarrollo humano
durante el siglo XXI. Debemos buscar los medios y asumir la responsabilidad de
evitar ese resultado. La mitigación precautoria del cambio climático es un
reaseguro esencial para impedir mayores daños.
Por lo expuesto, creemos que
desde el Estado Nacional se debe propender a tomar todos los cursos de acción
que sean necesarios para tratar el tema con la urgencia que merece. Sin duda
la educación y la información a la población deben ser prioritarias para lograr la
concientización en la materia.
Es por ello que una participación
pública que asegure la sostenibilidad ambiental reviste una importancia crucial y
la participación regional e internacional a través de la firma de convenios, hace
que el esfuerzo nacional sea mancomunado y respetuoso del trabajo que se
viene llevando a cabo en distintos países del mundo y en diferentes foros
internacionales.
Tengo el convencimiento que una
Secretaría de Estado específica, dependiente de la Presidencia de la Nación, le
dará la magnitud, importancia y jerarquía que el tema necesita.
Por todo lo antes expuesto, es que
solicito a mis colegas diputados la aprobación del presente proyecto de
declaración.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
SCAGLIA, GISELA | SANTA FE | UNION PRO |
SPINOZZI, RICARDO ADRIAN | SANTA FE | UNION PRO |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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RECURSOS NATURALES Y CONSERVACION DEL AMBIENTE HUMANO (Primera Competencia) |