PROYECTO DE TP
Expediente 4252-D-2007
Sumario: PEDIDO DE INFORMES AL PODER EJECUTIVO SOBRE LA ELABORACION DE ALIMENTOS UTILIZANDO COMO MATERIA PRIMA ORGANISMOS VEGETALES GENETICAMENTE MODIFICADOS - OVGM -.
Fecha: 24/08/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 110
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Solicitar al Poder Ejecutivo
y por su intermedio a quién corresponda, en virtud de que estudios técnicos han
evaluado "el impacto alimentario centrado en la potencial alergenicidad de los
alimentos elaborados a partir de OaVGMs como materias primas, en particular los
derivados de materiales que portan el gen cry1Ab, generador de la resistencia a
los antibióticos en las bacterias del tracto digestivo en los mamíferos consumidores
y la recombinación de los genes de resistencia en las células de los mismos
individuos, sugiere que los alimentos no deben constituir un riesgo para la
población que los consume", ese sirva informar sobre lo siguiente:
- Si la Autoridad de Aplicación en la
materia, ha llevado a cabo "los estudios cuya metodología permita la detección de
aquellos fragmentos de ADN y de proteínas en los alimentos que revelan que el
procesamiento de la materia prima durante la elaboración del alimento degrada
mayoritariamente estas moléculas a elementos mas sencillos que el organismo los
utiliza para la síntesis de nuevos compuestos, la carencia de receptores glicolìpidos
especìficos en la mucosa del intestino de vertebrados fortalece la inocuidad de la
proteína Bt en estos organismos".
- Si estos estudios en el caso
de haber sido efectuados, se encuentran a disposición de organismos o personas
físicas interesadas en el tema.
- Si se están tomando las
medidas correspondientes a verificar, controlar y/o remediar, el impacto que
generar los insumos y materia primas de origen transgènico en los elementos
producidos a partir de ellos.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Las preguntas efectuadas
precedentemente, se fundan en la creciente adopción de cultivos genéticamente
modificados que experimentó la agricultura mundial, y en particular nuestro país,
durante los últimos años no es compatible con los niveles de aceptación de sus
productos por parte de los consumidores de ciertos países.
En el año 2004, un 63,95 %, 13,29
%, 26,18 % y 19,6 % de la superficie de soja, maíz, algodón y colza cultivados en
el mundo, respectivamente, fueron cubiertos con materiales transgénicos. El maíz
Bt fue sembrado en 11,2 millones de Ha, representando el 13,8 % de las 81
millones de Has sembradas con cultivos genéticamente modificados (James,
2004).
Uno los aspectos
sobresalientes del debate de liberación y cultivo de los OVGMs, es su
utilización para la alimentación humana y animal y el impacto o
incidencia que podrían tener sobre la salud.
La seguridad de los
distintos alimentos está basada en la experiencia y el normal uso de las materias
primas por décadas, aún cuando éstas pudieran contener factores antinutricionales
ó tóxicos (Kuiper et al, 2001). Así, para los alimentos derivados de cultivos
obtenidos a partir de técnicas de cruzamiento o de técnicas de cultivo de tejido
conjuntamente con tratamientos químicos o por radiación, los procesos de control
a los que son sometidos son relativamente poco estrictos.
Por otra parte, los
productos obtenidos a partir de OVGMs deben atravesar procesos de control que
incluyen múltiples instancias antes de llegar a mercado. Una de las instancias más
importantes es la evaluación de lo que se denomina "equivalencia sustancial",
según la cual se busca comparar el OVGM con su par no transgénico en busca de
similitudes ó diferencias en cuanto a distintas características (contenidos de aceite,
proteína, factores nutricionales entre otros) (OECD, 1993). Además de estos datos,
distintas cuestiones referidas al carácter introducido (gen/es) son evaluadas de
manera de completar el estudio tendiente a la aprobación del evento transgénico,
dentro de ellas, la posibilidad de la transferencia de las nuevas secuencias de ADN
insertadas hacia células del organismo consumidor ó bacterias de su tracto
gastrointestinal, la posible toxicidad de los productos proteicos producidos ó la
posible alergenicidad de las proteínas producidas entre otras (ILSI, 2004). Es por
esto que los países que cultivan ó que son consumidores de OVGMs han
desarrollado marcos regulatorios tendientes a evaluar la seguridad de los alimentos
derivados de ellos (Kuiper et al, 2001).De los componentes presentes en los
alimentos derivados de maíz transgénico (Bt), el ADN introducido y las proteínas
producidas a partir de él recibieron la mayor atención al estudiarse los posibles
efectos que podrían tener sobre la salud. La presencia de distintos genes
introducidos en las plantas transgénicas, como el bla de resistencia al antibiótico
ampicilina en el Evento 176 de maíz transgénico, plantea posibles riesgos de
diseminación de los mismos hacia células animales ó de bacterias presentes en los
tractos digestivos de los seres que consumen estos materiales (Shelton et al,
2002).
La producción de
nuevas proteínas en la planta, representa un punto central en los estudios de
seguridad debido a la potencial toxicidad y alergenicidad que podrían llegar a
presentar al ser ingeridas (Shelton et al, 2002).
De los estudios realizados en estos aspectos surge una valoración de la seguridad
de los alimentos derivados de ellos.
Marco regulatorio internacional y nacional.
La adopción de políticas regulatorias de evaluación de riesgos alimentarios en
distintos países como los integrantes de la Comunidad Europea, Estados Unidos,
Canadá, Japón, Nueva Zelandia, Australia y nuestro país, entre otros, tiene
lineamientos generales básicos muy similares.
Las diferencias se
basan en pequeños cambios puntuales; así, la consideración de la equivalencia
sustancial es un punto de partida para la mayoría de ellos en tanto que la
definición de qué es un nuevo alimento puede ser ligeramente distinta
dependiendo de qué país se trate (Kuiper et al, 2001). Seguidamente a ello, se
incluyen distintas etapas donde se destacan las consideraciones sobre el riesgo del
ADN introducido, además de la posible toxicidad y alergenicidad de las proteínas
producidas, entre otros puntos. Al respecto, vale la pena destacar que nuevamente
pueden existir diferencias de acuerdo a cada legislación.
Para nuestro país, la normativa
aprobada por SENASA (2002), incluye una serie de requisitos a cumplimentar para
poder aprobar a un OVGM para el consumo humano y animal de alimentos
derivados a partir de ellos. La normativa está formada por tres partes donde la
primera incluye los requerimientos y criterios para la evaluación de los alimentos
derivados a partir de organismos genéticamente modificados, entre ellos la
evaluación inicial de la equivalencia sustancial, el estudio de posibles riesgos a
partir de datos bibliográficos, el estudio de riesgos alimentarios vinculados con la
acumulación de compuestos tóxicos ó de factores antinutricionales, la posible
alergenicidad en algunos casos, estudios toxicológicos con sistemas animales
modelo, la vigilancia sanitaria a posteriori de la comercialización de los productos,
La segunda parte incluye una serie de requisitos y normas de procedimiento para
la presentación a evaluación del OVGM, en tanto que la tercer parte tiene que ver
con la presentación de información completa sobre el OVGM a evaluar.
La presencia de ADN
en los alimentos se ve afectada en gran medida por los procesamientos a los que
son sometidas las materias primas, pudiendo llevar esto a una total ó parcial
degradación del mismo. Parámetros físicos y químicos, como presión, calor ó
distintos valores de pH, pueden causar rupturas ó la pérdida de bases del ADN por
los tratamientos a los que la molécula es sometida (Beever y Kemp, 2000; Ahmed,
2002). Forbes et al (1998) observaron que la molienda de distintos granos no
afecta la integridad del ADN y que el tratamiento de las harinas con temperaturas
mayores a 95°C en las cocciones produce fragmentación del mismo, en tanto que
la extracción mecánica ó química de aceites a partir de granos causa una
fragmentación importante del ADN presente en los granos. En el caso de los
aceites, Pauli et al (1998; 2000) no lograron recuperar ADN pudiendo deberse a
que el procesamiento para la extracción del mismo mediante el uso de solventes
causa la ruptura y pérdida del ADN presente. Además, Pauli et al (2000) mostraron
que el almidón extraído de maíz tampoco presenta ADN detectable.
De ésta manera el ADN proveniente
de los OVGM (los cuales contienen secuencias adicionales que le fueron
introducidas en el proceso de transformación) presente en los alimentos derivados
de ellos sufrirá los mismos procesos de degradación a los que está sometida la
totalidad del ADN del alimento al procesarlo.
Los mamíferos han
consumido desde siempre ADN de diversas fuentes (virales, bacterianas, vegetales
y animales) sin haberse registrado efectos negativos. Dentro de todos los
componentes de los alimentos, un 0,02-0,06 % en peso seco es ADN, siendo el
resto una compleja mezcla de proteínas, lípidos, carbohidratos, minerales y
vitaminas (Beever y Kemp, 2000). Se ha calculado que el consumo diario de ácidos
nucleicos (ADN y ARN) de una persona es de aproximadamente 0,1-1,0 gramos
(Jonas et al, 2001), pudiendo estar estos valores sujetos a modificaciones de
acuerdo a la dieta de cada individuo.
Desde la ingestión del
alimento, el ADN se ve sometido a distintos procesos que lo llevarán a su
degradación final. El ADN es degradado en la boca y en el tracto gastrointestinal
mediante los procesos mecánicos de masticación, digestión enzimática (nucleasas,
peroxidasas, nucleotidasas, transferasas, fosfatasas alcalinas y otras) y química
(hidrólisis a pH ácidos) (Beever y Kemp, 2000). Una parte de sus componentes (de
un 2 a 5% de los nucleótidos) son absorbidos en los intestinos para su reutilización
(como los nucleósidos ó los azúcares-fosfato derivados de la degradación del ADN)
y otros son eliminados (como la mayoría de las bases purínicas luego de
convertirlas en ácido úrico), razón por la cual la gran mayoría del ADN es eliminado
del intestino (observándose valores de eliminación del 95% del ADN inicial) antes
de llegar al colon (Jonas et al, 2001). Sin embargo, a pesar de la extensiva
degradación del ADN observada en el tracto digestivo, se han observado
secuencias de ADN correspondientes a ADN cloroplástico de unos pocos pares de
bases (200 pb) en distintos tejidos animales luego de consumirse un alimento que
las contuviera (Klotz y Einspanier, 1998; Einspanier et al, 2001). La presencia de
ADN cloroplástico se podría deber a la abundancia del mismo respecto del ADN
nuclear para una dada célula vegetal teniendo el cuenta el número de copias
(Nemeth et al, 2004).
La transferencia de
genes, a partir de OVGM usados en la elaboración de alimentos, a células del
individuo, como así también a bacterias del tracto digestivo, se presenta como un
riesgo potencial al evaluar la seguridad del alimento (Jonas et al, 2001), a pesar
de ser un suceso muy poco probable.
Esta baja probabilidad
se deduce de considerar que el ADN primeramente debe sobrevivir al efecto de
toda una serie de tratamientos químicos y enzimáticos, que una vez internalizado
dentro de las células sea expuesto a otras enzimas de modificación del ADN y que
deberá integrarse dentro del ADN de la propia célula. Asimismo, este ADN deberá
contener secuencias funcionales para que pueda expresarse en las células y,
teniendo en cuenta la extensiva fragmentación del mismo, la estructura original de
los genes se habrá perdido al momento de incorporarse. No obstante haber
demostrado la transferencia génica desde bacterias a células de mamíferos en
condiciones de cultivo utilizando construcciones génicas optimizadas para la
recombinación (Grillot-Courvalin et al, 1998), no se ha detectado la transferencia
de genes de plantas hacia células de mamíferos a pesar del continuo consumo de
ADN vegetal en la dieta (Beever y Kemp, 2000; Jonas et al, 2001). Einspanier et al
(2001) alimentaron ganado y aves con maíz transgénico (Bt) y no transgénico,
para luego analizar la posible presencia de ADN derivado de cloroplastos ó del gen
introducido. Luego de analizar distintos tejidos, no pudieron observar la presencia
de genes Bt en ninguna de las muestras, en tanto que detectaron ADN derivado de
cloroplastos presentes como secuencias menores a 200 pares de bases en distintos
tejidos de aves, incluyendo músculos, hígado, bazo y riñón, como así también en
linfocitos del ganado. Resultados similares encontraron Nemeth et al (2004)
después de analizar leche y muestras de tejidos muscular de pollos, cerdos y
novillos alimentados con granos de maíz del evento Mon810.
En estudios realizados
para determinar la transferencia de genes de resistencia a bacterias, se calculó que
el consumo del tomate Flavr SavrTM, el cual contiene además un gen de
resistencia al antibiótico kanamicina, llevaría a un incremento máximo de la
frecuencia de bacterias resistentes a kanamicina en el tracto digestivo del 2,6.10-
13 % (Redenbaugh et al, 1994), razón por la cual parece muy poco probable que
esta transferencia incida en la resistencia a antibióticos teniendo en cuenta la
existencia de estos genes en la naturaleza y su diseminación en el ambiente.
Considerando que el
contenido aproximado de ADN recombinante en los OVGMs es del orden de
0,00015-0,00065% respecto del ADN total del vegetal (Beever y Kemp, 2000), y
que el consumo aproximado de ácidos nucleicos/persona/día es de 0,1-1 gramos,
el consumo de ADN recombinante sería de 49 ng., razón por la cual la incidencia
del mismo en la posible introducción dentro de las células sería muy baja. Así, el
ADN recombinante sería equivalente al ADN consumido en la dieta normal y
cualquier riesgo a partir del consumo del ADN recombinante es equivalente al
riesgo de consumir ADN debido a que será tratado de la misma forma en el tracto
gastrointestinal (Jonas et al, 2001).
Estabilidad
de las proteínas en alimentos y seguridad de las proteínas consumidas.
Las moliendas y los tratamientos térmicos y químicos afectan la estabilidad de las
proteínas que integran las materias primas utilizadas en la elaboración de los
alimentos (Lüthy, 1999), conduciendo a una desnaturalización y degradación de
las mismas, con la consiguiente pérdida de la actividad biológica (Chassy, 2002).
Adicionalmente, el consumo y la consecuente exposición a las proteasas y
condiciones ácidas del tracto gastrointestinal de los mamíferos, lleva a una
extensiva degradación de las proteínas dietarias. De los miles de proteínas
consumidas diariamente con la dieta, la mayoría sufre una extensiva degradación
en el tracto gastrointestinal que facilita su absorción al convertirlas en aminoácidos
ó en pequeños péptidos (Fuchs et al, 1993). Existe un grupo de proteínas
presentes en algunos alimentos, como la soja, el maní, granos de mostaza ó leche
que poseen la capacidad de ser resistentes a las condiciones presentes en los
tractos gastrointestinales (Astwood et al, 1996) y por lo tanto de llegar a la
mucosa intestinal donde pueden ser absorbidas y generar una serie de respuestas
inmunológicas mediada por IgE (Fuchs et al, 1993). La presencia de estas
proteínas en algunos alimentos puede llegar a despertar una respuesta alérgica en
algunos individuos, constituyendo un riesgo para la salud de los individuos
sensibles a ellas (Astwood et al, 1996).
La seguridad de los
cultivos Bt, tanto para el consumo humano como animal, se ha estudiado
extensivamente (Betz et al, 2000). A pesar de la utilización de productos derivados
de B. thuringiensis desde hace casi 40 años y de numerosos estudios realizados
sobre los mismos, no se han observado riesgos para la salud humana (McClintock
et al, 1995). Distintos aspectos fueron observados al momento de evaluar la
potencialidad de las toxinas de presentar riesgos para la salud de los
consumidores: Uno de los aspectos observados fue que las proteínas Cry1Ab
expresadas en los eventos transgénicos de maíz se diferenciaban muy poco entre
ellas y con la porción tóxica de las toxinas producidas en B. thuringiensis,
manteniendo una alta homología de aminoácidos. Esto sugería que el
comportamiento para los estudios de las toxinas expresadas en las plantas sería
similar al observado para la proteína purificada de B. thuringiensis ó de células de
Escherichia coli transformadas para su expresión. Al estudiar la estabilidad de las
toxinas en el sistema digestivo por procesos de digestión simulada in vitro, se
observó que las mismas eran rápidamente degradadas a péptidos de unos pocos
aminoácidos en menos de 30 segundos. Teniendo en cuenta que el
funcionamiento de este sistema in vitro es menos robusto que el sistema
gastrointestinal de humanos y animales, se considera que la degradación de la
proteína Cry1Ab sería rápida y completa en esas condiciones (Betz et al, 2000).
En estudios de toxicidad oral aguda, se alimentaron ratones y conejos con toxinas
purificadas de B. thuringiensis en cantidades tales que representaban millones de
veces lo que podría consumir un humano sin observarse efectos tóxicos de la
misma sobre los ratones. También en ratones se realizaron estudios de toxicidad
oral subcrónica y crónica para estas proteínas sin observarse efectos sobre los
mismos (McClintock, 1995). En concordancia con los estudios anteriormente
realizados, tampoco se registraron efectos al estudiarse la toxicidad oral aguda con
animales alimentados con materiales derivados de plantas transgénicas que
expresaran el gen cry1Ab (Betz et al, 2000).
Otro aspecto de
relevancia para determinar una potencial toxicidad estaría vinculada con la
existencia de receptores para las toxinas en el aparato digestivo de humanos y
animales, los cuales determinarían la unión de las proteínas Cry y la formación del
poro lítico (Schnepf et al, 1998; de Maagd et al, 2001). En estudios mencionados
en Betz et al. (2000), distintos grupos de investigación determinaron la inexistencia
de receptores específicos para la toxinas en tejidos gastrointestinales de ratones y
ratas, al no detectar la unión de proteínas Cry1Ab a los mismos in vivo; tampoco
se detectó por inmunocitoquímica la unión de proteína Cry1Ab en células de
distintas secciones del tracto gastrointestinal de ratones, ratas, monos y humanos,
con lo cual se concluye que la toxina no podría causar daño en el tracto digestivo
ya que tanto humanos como animales carecen de receptores para las mismas,
donde están involucrados ciertos glucolípidos ausentes en vertebrados.
La alergenicidad que
podría presentar el maíz conteniendo los productos expresados en él constituye un
riesgo a ser evaluado. Los alergenos presentes en alimentos generalmente
persisten en el modelo de estudio gastrointestinal, mientras que las proteínas sin
historial de alergenicidad presentes en los alimentos se degradan rápidamente
(Fuchs et al., 1993; Astwood et al, 1996). Existe el caso para el maíz transgénico
Starlink(r) en el que la proteína Cry9C expresada presentó capacidad para resistir
los tratamientos a pH ácidos y a proteasas en un sistema gástrico simulado
además de resistir altas temperaturas, lo cual podría indicar la posible capacidad
de esta proteína de despertar una respuesta inmunológica. A pesar de no haberse
demostrado este hecho, ese maíz fue igualmente retirado del mercado (Kuiper et
al 2001). La rápida degradación observada en la proteína Cry1Ab y las bajas
cantidades expresadas en los maíces transgénicos indicarían que el potencial de
las mismas de constituir un alergeno sería muy bajo. Debido a que esta condición
no es suficiente para la determinación de la potencial alergenicidad, se
establecieron comparaciones de las secuencias de aminoácidos de las toxinas
expresadas en plantas con bases de datos de alergenos conocidos no
observándose ninguna similitud con ninguno de ellos (Betz et al, 2000; AGBIOS,
2004). De esta manera y teniendo en cuenta el uso seguro desde hace casi 40
años de las toxinas derivadas de B. thuringiensis, no existirían riesgos provenientes
del consumo dentro de la dieta de proteínas Cry1Ab derivadas de la expresión de
los genes correspondientes en cada uno de los tres eventos transgénicos de maíz
presentes en el mercado: 176, Mon810 y Bt11.
Adicionalmente a los
estudios realizados para la proteína Cry1Ab, se realizaron estudios similares para
los productos generados a partir de los genes bar y pat introducidos en los eventos
transgénicos de maíz 176 y BT11 respectivamente, no observándose propiedades
tóxicas y alergénicas para éstos (Wehrmann et al, 1996; AGBIOS, 2004).
La seguridad de los
cultivos Bt, y particularmente en el caso de los maíces autorizados para su
comercialización para el consumo tanto animal como humano, no sólo ha sido
estudiada en lo referente a las proteínas Cry1Ab, sino que también se tuvieron en
cuenta las características de los subproductos obtenidos a partir de los granos. No
se observó ninguna diferencia significativa en la composición de granos, aceites y
de otros subproductos al comparar los valores nutricionales como antinutricionales
de los productos derivados de maíces transgénicos y no transgénicos (Betz et al,
2000; AGBIOS, 2004).
Efectos
indirectos del consumo de alimentos derivados a partir de maíz Bt.
Un aspecto importante a considerar en la discusión de la seguridad de alimentos
derivados a partir de maíces Bt desconocido por los consumidores tiene que ver
con lo que se denomina "efectos indirectos". Estos tienen en cuenta aquellos
efectos positivos que tiene el carácter introducido, en este caso la resistencia a
Lepidópteros, sobre el producto final obtenido, en este caso el grano de maíz. Uno
de esos efectos positivos se relaciona con una disminución en el contenido de
fumonisinas, compuestos químicos altamente tóxicos producidos por hongos del
género Fusarium, los cuales crecen en las heridas generadas en las espigas de
maíz por distintos Lepidópteros, que para el caso de los maíces Bt son controlados
efectivamente. Munkvold et al (1997, 1999) mostraron una disminución del 70%
de ataques por Lepidópteros y del 40% de severidad de infección por hongos del
género Fusarium al comparar los efectos sobre líneas de maíz isogénicas no
trangénicas, lo cual redundaba en una disminución en los niveles de fumonisinas
presentes en granos de maíz. Se ha observado que las fumonisinas son capaces de
generar cáncer de esófago en algunos casos y una serie de efectos tóxicos sobre
los organismos que las ingieran (Munkvold et al , 1997).
Otro efecto positivo se
relaciona con una disminución de entre un 42% a un 84% en la aplicación de
insecticidas en híbridos Bt respecto de híbridos no transgénicos (Giannessi et al,
2002). Esta disminución en los valores de insecticidas aplicados incide sobre la
potencial acumulación residual de los insecticidas lo cual representa una ventaja
respecto de la seguridad alimentaria de los granos producidos a partir de plantas
transgénicas.
Demanda de detección.
La creciente
preocupación desde algunos sectores respecto a la seguridad tanto ambiental
como alimentaria de los OVGMs, como así también respecto de las entidades
regulatorias y las campañas de grupos ambientalistas, llevó a que algunos países,
como los integrantes de la Comunidad Europea ó Japón, requieran por medio de
legislaciones la detección y/o la identificación y cuantificación de OVGM que
podrían estar presentes en granos y alimentos que ingresen a sus mercados
(Ahmed, 2002; Ming Pan, 2002; Permingeat et al, 2002; Germini et al, 2005). Por
ejemplo, la Comunidad Europea requiere el etiquetado de alimentos que
contengan OVGMs, aceptando la presencia de sólo el 0,9 % de OVGM autorizados
en los mismos (Regulation No. 1829/2003), en tanto que en Estados Unidos el
etiquetado es voluntario (Ahmed, 2002). En Argentina no existe legislación
respecto de la detección de OVGMs en alimentos derivados de ellos, razón por la
cual no se requiere el etiquetado de los productos para consumo. Un aspecto
crítico respecto del etiquetado se centra en la información que debe contener el
rótulo: ¿Debe contener el proceso desarrollado para la elaboración del alimento
y/ó las cualidades nutricionales del mismo?, ¿qué le resulta útil al consumidor en
esta instancia? Przyrembel (2004) discute en un trabajo de revisión los sistemas
regulatorios de distintos países relacionados con el etiquetado de alimentos, donde
se resaltan la información referida a la protección de los consumidores.
Firmante | Distrito | Bloque |
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BIANCHI, IVANA MARIA | SAN LUIS | FRENTE DEL MOVIMIENTO POPULAR |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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ACCION SOCIAL Y SALUD PUBLICA (Primera Competencia) |