PROYECTO DE TP
Expediente 4249-D-2009
Sumario: EXPRESAR REPUDIO POR LA INICIATIVA DEL PRODUCTOR TEATRAL NORUEGO MORTEN TRAAVIK DE CONVOCAR A UN CONCURSO DENOMINADO "MISS MINA TERRESTRE", EN LA REPUBLICA DE CAMBOYA, EL DIA 28 DE AGOSTO DE 2009, Y OTRAS CUESTIONES CONEXAS.
Fecha: 03/09/2009
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 108
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
1° Expresar
su más enérgico repudio a la iniciativa del productor
teatral noruego Morten Traavik de convocar a un concurso
"Miss Mina Terrestre", en la República de Camboya, el 28
de agosto de 2009.
2°
Manifestar su reconocimiento a la labor que realiza el
Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna
Roja (CICR) juntamente con las autoridades nacionales y
locales para atender mejor a las víctimas de las minas,
contribuir a que las comunidades afectadas eviten nuevos
accidentes y promover la universalización y la aplicación
de la Convención de Ottawa (Convención sobre la
prohibición de las minas antipersonal).
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
I. Una payasada (1)
La idea era, supuestamente,
arrancarles una sonrisa a mujeres de Camboya a las que una mina terrestre les
había arrancado una pierna. Pero no va a poder ser: el concurso Miss Mina
Terrestre (el nombre es ese, frontal, macabro, y lindante tal vez con el mal
gusto), que se iba a realizar el 28 de agosto en el país que asoló el Khmer
Rouge -y que tenía como premio una pierna ortopédica de última generación-,
fue prohibido por el gobierno de ese Estado asiático. Lo consideró "una burla a
los discapacitados, a su dignidad y honor" y echó por tierra una iniciativa que
ya se había realizado el año pasado en Angola y que, tal como estaba
sucediendo con esta edición, más que ridiculizar, había ilusionado a las
participantes.
El artífice de estos eventos -muy polémicos, tan criticados como aplaudidos- es
el productor de teatro noruego Morten Traavik. Busca demostrar que una mina
no puede arrancarle a una mujer ni su belleza ni su dignidad, además de
generar conciencia sobre este drama que perpetúa las peores consecuencias de
las guerras, aún terminadas. "Como artista, yo elegí armar este tipo de
concursos porque permiten presentar a las personas afectadas por las minas
como personas positivas y fuertes, y no como personas a las que se les debe
tener lástima, como lo hacemos habitualmente", explicó Traavik, que ya había
dirigido el año pasado el primer certamen Miss Mina Terrestre en Angola, con
fondos de la Unión Europea y también en medio de un debate ético y
estético.
Al principio, según afirman los organizadores, el concurso contó con el apoyo
del gobierno camboyano. Las veinte finalistas, mujeres de 18 a 40 años,
surgieron de un casting que duró ocho meses. Posaron como modelos para las
cámaras, protagonizando producciones en ciudades y playas paradisíacas,
luciendo el tradicional vestido Khmer, mostrando o una sola pierna o una pierna
y una prótesis exhibida sin vergüenza. El premio iba a ser una prótesis de
última generación, que por su precio resulta inalcanzable para las participantes.
La más joven, de 18, se llama Dos Sopheap, y mira a la cámara con unos ojos
entre desconfiados y provocadores. En una de sus manos, como un símbolo
que no es ingenuo, lleva, apuntada hacia arriba, una ametralladora de juguete.
Perdió su pierna izquierda en el año 96 cuando pisó dos minas de fabricación
yugoslava de 8 kilos cada una. Keo Saman tiene 40 años, es granjera, está
casada y es madre de tres hijos. Su pierna izquierda desapareció cuando en el
87 tuvo la desgracia de toparse con una mina alemana de diez kilos. Pero ella,
a diferencia de Sopheap, sonríe, como si ya hubiera asumido totalmente su
condición de mutilada. Igualmente, ninguna de las dos, ni de sus 18
compañeras, va a desfilar, como estaba previsto, el 28 de agosto en Phnom
Penh, capital de Camboya. El gobierno lo prohibió. El argumento es que sería
"una burla para las víctimas camboyanas". El Ministerio de Asuntos Sociales dijo
que "dañaría la dignidad y el honor de nuestros discapacitados". Hun Sen, el
primer ministro, había prohibido cuatro años atrás los concursos de belleza
hasta que el índice de pobreza, que era del 35 por ciento fuera del 15. Como tal
índice no bajó ni un punto, bien podría enmarcarse la decisión en esa ineficacia
gubernamental. Traavik, que por las dudas ya se escapó de Camboya, pretende
que el show siga por internet, medio virtual, fuera del alcance de la ley, por el
que se haría la elección. Eso está por verse. Mientras, no se ahorra fustigar al
gobierno camboyano: "Su decisión es un golpe muy duro a los derechos de los
discapacitados".
En Camboya, el drama de las minas es tremendo. Hay entre cuatro y seis
millones sembradas, prácticamente una por cada dos personas. El saldo son
60.000 heridos y entre 18.000 y 40.000 mutilados, la cifra más alta del mundo.
Sólo en la frontera con Tailandia hay seis millones de minas esperando bajo
tierra para destrozar el cuerpo de una señora que vuelva del mercado o de un
chico que esté yendo al colegio. La única noticia positiva es que el empeño del
gobierno y las ONG en desminar el territorio está dando resultado: en 2002
hubo 847 mutilados o muertos; en 2006, 450, y en 2007, 350.
II. El compromiso
del CICR (2)
Es justo que la
primera Reunión de los Estados Partes que se celebra desde la satisfactoria
Cumbre de Nairobi, del año pasado, tenga lugar en Croacia, en una región que
recientemente ha pasado una trágica página de su historia, pero que sigue
sufriendo los efectos de las minas terrestres. En el Plan de Acción de Nairobi,
los Estados Partes reafirmaron solemnemente su voluntad de poner término a
ese letal legado de los conflictos mediante la promoción y la aplicación plena y
efectiva de la Convención.
La tarea esencial de esta Reunión de los Estados Partes, y de futuras reuniones,
es consignar los avances por lo que atañe a la aplicación del Plan de Acción de
Nairobi entre 2005 y 2009, y velar por que continúe dicho progreso, así como
movilizarse para hacer frente a futuros retos. Entre ellos cabe destacar, en
particular, poner el máximo empeño en que se cumplan los plazos para el
desminado que comienzan a vencer en 2009 y optimizar la ayuda a las víctimas
de las minas.
Nos alienta el hecho de que, desde la Cumbre de Nairobi, cuatro Estados -
Etiopía, Letonia, Bután y Vanuatu- se han adherido a la Convención. Cinco
Estados Partes más -Argelia, Bangladesh, Guinea-Bissau, Mauritania y
Uruguay- han concluido la destrucción de sus existencias de minas antipersonal
en los plazos previstos. Felicitamos a los Estados Partes en cuestión por haber
dado estos importantes pasos. Pero no hay que dormirse en los laureles.
En el Plan de Acción de Nairobi, los Estados Partes reconocieron que cumplir las
obligaciones conlleva una serie de importantes compromisos políticos,
económicos y materiales. Sin embargo, hoy, un progresivo desentendimiento, a
nivel nacional e internacional, pone en peligro las posibilidades de progresar.
Déjenme citarles algunos ejemplos.
Aunque desde que entró en vigor
la Convención, muchos Estados Partes afectados por las minas han
experimentado una importante disminución del número anual de víctimas de las
minas, el CICR es consciente de que otros tantos Estados Partes afectados han
experimentado, entre 2003 y 2004, un aumento de hasta el 19%, de los
accidentes causados por minas y municiones sin estallar.
Asimismo, hemos observado que
una serie de proyectos de asistencia a las víctimas en países afectados se han
visto obligados a reducir sus actividades debido a la falta de recursos
económicos. De seguir esta tendencia, paralelamente al creciente número de
víctimas de las minas que precisarán atención toda su vida, la situación de las
víctimas de las minas podría deteriorarse todavía más.
También sabemos que algunos
Estados Partes afectados por las minas, que estaban en las últimas fases de
cumplimiento de la obligación de desminado y que habían previsto declarar
estar en conformidad con el artículo 5 de la Convención en la presente Reunión
de los Estados Partes, no han podido hacerlo debido a la falta de recursos para
llevar a cabo las actividades de desminado en 2005.
Estas preocupantes tendencias quizá sean el resultado de que se hayan
desviado los recursos y la atención a otras crisis más visibles, debido a la
propensión de la comunidad internacional a reaccionar ante las necesidades de
índole humanitaria únicamente cuando alcanzan las proporciones de una crisis.
En cierto sentido, así es como vio la luz la Convención, en respuesta a una crisis
mundial a nivel humanitario que atrajo la atención de los medios informativos
de todo el mundo. Aunque la crisis de las minas terrestres ya no es tan patente
hoy como lo fue hace 10 años, no ha perdido un ápice de su urgencia. Quizá
hayamos conseguido disminuir la tasa de destrucción de las minas antipersonal,
pero todavía estamos lejos de haberle puesto fin. Para poner a prueba nuestra
voluntad de lograr este objetivo, habrá que ver si nosotros -Gobiernos,
organismos internacionales y sociedad civil- podemos mantener nuestro
compromiso lejos de las miradas del público y sin el dramatismo que caracterizó
los primeros años de la campaña para la prohibición de las minas.
La Conferencia de Examen de Nairobi señaló que, aunque el número anual de
víctimas de las minas ha disminuido en la mayoría de los Estados Partes
afectados por estas armas, todavía no es posible registrar una mejoría
generalizada de la situación de los supervivientes de las minas terrestres. A
pesar de que el CICR atiende a más víctimas de las minas que nunca, hemos
observado que los recursos y las oportunidades para los supervivientes de las
minas siguen siendo lamentablemente inadecuados, a nivel general y en la
mayoría de los países donde trabajamos. Nos alientan los esfuerzos realizados
este último año por la Comisión Permanente para la Asistencia a las Víctimas
para contribuir a que los 24 Estados Partes con el mayor número de víctimas de
las minas cumplan con sus obligaciones. Esta labor ha de intensificarse todavía
más en los próximos años, a fin de que la Segunda Conferencia de Examen
pueda declarar que la Convención ha mejorado finalmente la vida de los
supervivientes de las minas, además de reducir el número de víctimas a nivel
mundial.
Asimismo, hasta que se hayan desminado las zonas minadas, habrá que
mejorar los programas de educación sobre el peligro de las minas y de
reducción de los riesgos inherentes a las minas para evitar nuevos accidentes.
Frente a la magnitud de la tarea de desminado y la lasitud de los donantes,
quizá algunos Estados Partes afectados por las minas estén tentados por
establecer metas que se queden demasiado cortas del objetivo de desminar
todas las zonas minas, como estipula el artículo 5 de la Convención. Si los
Estados Partes sucumben a esta tentación, pondrán la Convención en grave
peligro. No hay que olvidar que la Convención es tanto un tratado para la
eliminación de un arma como una iniciativa humanitaria y de desarrollo.
Como se destaca en el Plan de Acción de Nairobi, a los Estados Partes
afectados por las minas incumbe la mayor responsabilidad de limpiar las zonas
minadas y de velar por que sus servicios sanitarios y sociales puedan atender a
las víctimas, pero también tienen ingentes necesidades de ayuda y grandes
esperanzas de obtenerla. Del Plan de Acción de Nairobi se desprenden dos
requisitos previos para satisfacer estas necesidades:
Primero y más importante, los
Gobiernos de países afectados por las minas han de asumir una mayor
responsabilidad en la planificación y aplicación de los programas de desminado
y asistencia a las víctimas. Aunque el apoyo de organismos internacionales es
muy importante, a la larga, no surtirá los efectos deseados si los Gobiernos no
hacen suyo este problema.
Segundo, los donantes han de
prestar apoyo a los países afectados por las minas que hacen suyos estos
problemas y definen claramente sus necesidades y planes.
Aunque la inclusión de la acción contra las minas en los presupuestos y
programas humanitarios y de desarrollo existentes es importante, debe dar
lugar a un aumento real de la financiación, proporcional a las necesidades de
desminado y la asistencia a las víctimas. En este contexto, cabe decir que la
financiación anual para la acción contra las minas en el mundo -estimada en
unos 200 millones de dólares EE.UU- es una cantidad bastante modesta
comparada con la amplitud del problema y con los daños socioeconómicos que
causan las minas terrestres cada año. A medida que nos acercamos a 2009,
queda claro que sin un incremento significativo de los recursos humanos,
técnicos y económicos de todos los Estados Partes -Estados afectados por las
minas y Estados donantes-, es posible que muchos Estados Partes afectados no
puedan cumplir los plazos y que no se pueda prever que la situación de las
víctimas de las minas mejore mucho.
El CICR se compromete a proseguir su labor con las autoridades nacionales y
locales para atender mejor a las víctimas de las minas, contribuir a que las
comunidades afectadas eviten nuevos accidentes y promover la universalización
y la aplicación de la Convención. Lo haremos con el mismo ahínco y
determinación de siempre.
Como todos los que han sido
testigos de las tareas de remoción de minas saben, es una labor lenta, pesada y
peligrosa. Requiere gran concentración, herramientas especiales y mucho valor.
Asimismo, la plena y efectiva aplicación de esta Convención, única en su
género, requiere de que cada uno de nosotros una concentración absoluta, la
movilización de los dispositivos necesarios y valor en circunstancias muy
retadoras.
Detrás de cada mina retirada y destruida, se oculta una excitante historia: la
historia de un niño que juega sin trabas ni peligro; la de una mujer que recoge
su cosecha y regresa a casa sana y salva para alimentar a su familia; la historia
de la confianza mutua que alimentan las antiguas partes beligerantes. Por cada
superviviente de una mina, atendido y reintegrado en la sociedad, hay una
historia de una vida que sigue su curso con la movilidad y la dignidad
recobradas. Estas exitosas historias se desvelan día a día, a medida que las
semillas sembradas por la Convención echan raíces y crecen. En consideración
a los personajes de estas historias, es vital que esta Reunión de los Estados
Partes aumente la movilización colectiva en favor de un mundo libre de minas
en los años que quedan hasta 2009, y después.
III. La remoción de
minas (3)
La remoción de minas es la clave para
acabar con el flagelo de las minas antipersonal. Es esencial para que las comunidades
afectadas puedan volver a llevar una vida normal, sin temor a morir o a sufrir
mutilaciones a causa de las minas antipersonal ocultas en los campos, pastizales,
senderos y patios de juego. Una vez desminadas, las tierras son nuevamente productivas
y las familias recuperan sus medios de subsistencia, lo cual contribuye a la
reconstrucción tras el conflicto y al desarrollo económico.
Los refugiados y los desplazados internos pueden regresar en seguridad a su lugar de
origen. Asimismo, es primordial retirar las minas antipersonal de las zonas fronterizas y
las antiguas líneas de combate para promover la seguridad en las zonas que se recuperan
de un conflicto armado y fomentar la confianza entre los Estados vecinos.
¿Qué obligaciones dimanan de la
Convención de Ottawa por lo que respecta a la remoción de minas?
De conformidad con lo dispuesto en la
Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal (Convención de Ottawa),
cada Estado Parte debe:
- identificar todas las zonas que estén
bajo su jurisdicción o control donde se sepa o se sospeche que haya minas antipersonal;
adoptar todas las medidas necesarias, tan pronto como sea posible, para marcar el
perímetro de todas esas zonas minadas, vigilarlas, protegerlas con cercas u otros
medios, a fin de impedir a los civiles que penetren en ellas y resulten heridos;
- destruir todas las minas antipersonal
colocadas en las zonas minadas, lo antes posible, y a más tardar en un plazo de 10 años,
a partir de la entrada en vigor de la Convención para ese Estado. El primero de los
plazos establecidos para la remoción de minas vencerá en 2009.
Si bien incumbe principalmente a cada Estado Parte afectado por el problema de las
minas limpiar todas las zonas minadas en su territorio, la Convención le concede el
derecho a solicitar y recibir asistencia de los otros Estados Partes para cumplir su
obligación. Los Estados Partes que estén en condiciones de hacerlo pueden proporcionar
asistencia sea directamente al Estado afectado o indirectamente por conducto de las
Naciones Unidas u otra organización implicada en las actividades relativas a las minas.
La obligación de que los Estados Partes cooperen entre ellos para eliminar las minas
antipersonal es una característica única de la Convención de Ottawa. Conforme a la
Convención de Ottawa, en circunstancias excepcionales, un Estado Parte puede
presentar una solicitud para que se prorrogue el plazo de 10 años con el fi n de
completar la remoción de minas. Dado que el primer plazo para la remoción de minas
vence en 2009, es demasiado pronto para afirmar si se solicitarán tales prórrogas;
actualmente los Estados Partes afectados están elaborando y poniendo en marcha sus
planes y programas de desminado.
Para cumplir los plazos establecidos en la Convención, tanto los Estados afectados por
las minas como los Estados donantes deberán intensificar sus esfuerzos y aumentar los
recursos destinados a la remoción de minas.
La Cumbre de Nairobi para un Mundo Libre de Minas (Primera Conferencia de Examen
de la Convención de Ottawa) brindó la oportunidad a los Estados Partes de evaluar los
avances logrados, así como las tareas pendientes por lo que atañe a la remoción y otras
actividades relacionadas con la Convención.
¿A qué Estados Partes en la
Convención de Ottawa incumben las obligaciones relativas a la remoción de
minas?
Al 1 de diciembre de 2006, había 152
Estados Partes en la Convención de Ottawa, de los cuales 47 habían señalado que tienen
zonas minadas en el territorio bajo su jurisdicción o control, o se presume que las tienen
sobre la base de declaraciones hechas por ellos.
¿En qué consiste la remoción de
minas?
La remoción de minas es un proceso
minucioso y que requiere muchos recursos. Para lograr la remoción de minas dentro del
plazo establecido por la Convención, es esencial que cada Estado afectado elabore y
aplique un plan nacional de "acción contra las minas" y que haga saber a los otros
Estados o a las instituciones pertinentes si necesita asistencia para llevar a cabo dicho
plan.
La realización de un plan nacional contra las minas comienza, por lo general, con un
análisis global de la situación en el país, al que sigue una evaluación de la
contaminación por minas consistente en el cartografiado de las zonas peligrosas y el
establecimiento de las prioridades de remoción. En estas evaluaciones, se suele graduar
cada zona minada según los efectos en la población civil y se dará prioridad al
desminado en los lugares donde los efectos sean mayores.
En las operaciones de remoción, los desminadores emplean una o una combinación de
las tres técnicas siguientes: (1) el desminado manual para el cual se usa un detector de
metal y un punzón u otro utensilio para excavar y desenterrar la mina; (2) el desminado
manual combinado con el uso de perros para detectar minas; (3) el desminado mecánico
en el que se utilizan máquinas. Antes de entregar formalmente las zonas desminadas a
las comunidades locales para su utilización, por lo general esas zonas se someten a un
control de calidad para cerciorarse de que el terreno es seguro para el uso previsto.
En la práctica, al limpiar una zona contaminada, los desminadores eliminan todos los
posibles tipos de restos explosivos de guerra. Éstos abarcan tanto las municiones sin
estallar o abandonadas, como las minas.
¿Cuál es la situación actual con
respecto a la remoción de minas?
De los 47 Estados Partes en la Convención
de Ottawa que han declarado tener zonas minadas:
En enero de 2003, Costa Rica fue el
primer Estado Parte en declarar que había limpiado totalmente todas las minas
antipersonal de las zonas bajo su jurisdicción y control. Yibuti es el segundo en hacerlo
en abril de 2004. Ello implica que ambos Estados han cumplido sus obligaciones de
remoción de minas mucho antes de que vencieran los respectivos plazos en 2009.
Muchos Estados Partes afectados, como
Afganistán, Bosnia y Herzegovina y Camboya, han elaborado e iniciado planes
estratégicos específicos de remoción de minas para cumplir sus respectivos plazos.
Otros Estados Partes afectados deben hacerlo con urgencia para cumplir sus plazos.
Es imposible saber con certeza cuántas zonas minas quedan por limpiar en el mundo.
Muchos Estados Partes contaminados han hecho considerables progresos por lo que
respecta a la inspección y localización de las tierras minadas que deben limpiarse. Sin
embargo, en muchos países afectados, aún no se conoce bien la magnitud del
problema.
IV. Consideraciones
finales
Hemos presentado esta iniciativa porque
queremos dejar asentado la importancia que un tema tan delicado sea tratado con el
debido respeto a las víctimas de este flagelo y a quienes bregan -con propuestas serias y
responsables- por erradicar el problema de la faz de la tierra.
Por ello solicitamos la aprobación de este
proyecto de resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (Primera Competencia) |