La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su más profundo repudio por las torturas y malos tratos a los cuales fueran sometidos los jóvenes wichí: María Eugenia Aramayo, Rebeca Andrada, Claudia García y Luis Campero, a manos de miembros de la Brigada de Investigaciones de Tartagal, Salta; durante los días 9 y 10 de mayo del corriente año.

Señor presidente:

En la madrugada del domingo 9 de mayo, en la ciudad de Tartagal, provincia de Salta se produjo la desaparición de Evangelina Pisco, una joven de 16 años, perteneciente a la comunidad chorote. La chica, había sido vista por última vez a la salida del boliche Gigante, poco antes de disponerse a regresar a su domicilio. La única pista respecto de la suerte que habría corrido Evangelina la aportó una de sus primas, la joven wichí María Eugenia Aramayo, quien había concurrido con ella al local bailable, conjuntamente con Rebeca Andrada, Claudia García y Luis Campero.

Desde un primer momento, María Eugenia Aramayo sostuvo haber presenciado como Evangelina se había caído en un pozo, mientras se dirigía de regreso a su casa. Según el relato de chica, que fuera reproducido en el diario Página 12, los hechos se habrían sucedido del siguiente modo:

"De pronto vi que desapareció en el pozo. Corrí hacia ese lugar y empecé a gritar que ella se había caído. Se acercó gente, pero no podíamos ver nada porque estaba muy oscuro. Me fui corriendo hasta la casa de mi tío Eduardo Pisco (el papá de Evangelina), con quien volví al pozo y le repetí muchas veces que ella se había caído, que yo la había visto"

Estas mismas declaraciones, fueron desoídas desde un primer momento por los miembros de la Brigada de Investigaciones de Tartagal, quienes detuvieron y sometieron a múltiples vejámenes y torturas a María Eugenia Aramayo y a los otros tres jóvenes wichí: Rebeca Andrada, Claudia García y Luis Campero. Producto de los tormentos, los chicos wichí terminaron "confesando" que habían asesinado a Evangelina, que la habían degollado y posteriormente arrojado su cuerpo al pozo.

Transcurridos diez días de la desaparición de Evangelina Pisco, el cuerpo de la muchacha fue hallado en lo profundo de la cloaca, determinándose que se había ahogado en forma accidental al desmayarse producto de lo violento de la caída.

El resultado de la autopsia efectuada por el forense Luis Flores, arrojó que Evangelina murió por "asfixia por inmersión". A su vez, la chica presentaba una fractura máxilo-facial ocasionada por la caída al pozo, el cual había sido hecho por la empresa Aguas del Norte y se encontraba mal sellado.

De este modo, no tardó en determinarse que el desmayo de Evangelina fue inducido por el golpe en el maxilar, a raíz de lo cual pereció ahogada al quedar su cabeza bajo el agua.

A partir de esta constatación pericial, los cuatro jóvenes wichís fueron puestos en libertad y en este momento se investiga a por lo menos cuatro policías, acusados de haberlos torturado para que confesaran un crimen inexistente. Cabe aclarar que entre los policías que se hallan detenidos actualmente, se encuentra el jefe de la Brigada de Investigaciones, Jorge Daniel Escobar.

En declaraciones al diario Página 12, el diputado provincial salteño Claudio Del Plá, del Partido Obrero señaló que: "Hemos podido confirmar que hubo apremios ilegales contra los cuatro detenidos. La policía, después de su detención, armó una historia oficial que nada tiene que ver con lo que realmente pasó". Cabe aclarar que Del Plá, forma parte de la comisión legislativa encargada de investigar la responsabilidad de la policía de Tartagal en este caso.

En lo referente a los tormentos que sufrieran los jóvenes a manos de la fuerza policial, Indalecio Palermo, cacique de la comunidad wichi, oficiando de vocero de los mismos, contó como fueron torturados durante dos días seguidos. Lapso en que fueron salvajemente golpeados y torturados utilizando tanto la picana eléctrica como la técnica del submarino seco. Según el relato hecho a Página 12 por Calermo, los torturadores pusieron especial saña en María Eugenia Aramayo, a quien le repetían una y otra vez: "Hablá, mataca de mierda, confesá dónde tiraron el cuerpo". El cacique wichi también contó como la chica "les pedía de rodillas que no la torturaran más".

La gravedad de la situación descripta motivó la intervención del secretario de Seguridad de Salta, Aldo Saravia, quien aseguró que "se va a llegar a la verdad y los culpables van a ser castigados". Paralelamente La Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura provincial sostuvo reuniones con Nelson Aramayo, juez de la causa, con el fiscal Pablo Cabot, el jefe de la policía de Salta, Pascual Argañaraz, y con el ministro de Gobierno, Pablo Kosiner, a fin de promover un pronto esclarecimiento de los hechos.

Evidentemente, las aberraciones cometidas a los cuatro jóvenes wichís en su detención, solo podrán saldarse cuando sus torturadores cumplan condenas efectivas y prolongadas.

Depurar las calles de nuestro país de torturadores y violadores de los derechos humanos resulta imprescindible, camino a la consolidación del orden democrático. Orden al cual nada pueden contribuir aquellos que poseen la dimensión moral de los cerdos.

Por todo lo precedente, solicito a mis pares que acompañen el presente proyecto con su voto afirmativo