La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Solicitar al Poder Ejecutivo Nacional informe, a través de los organismos que correspondan, sobre los puntos que se detallan a continuación:

1- ¿Qué medidas se han adoptado e implementado, durante los dos últimos años, para combatir el tráfico de personas provenientes de países limítrofes?

2- Detalle que recaudos u acciones conjuntas, destinadas a dificultar el accionar de las redes de trata, se han acordado con los gobiernos de los países limítrofes.

3- ¿Qué iniciativas u acciones se han venido llevando adelante desde el Ministerio de Trabajo respecto de la prevención y erradicación del trabajo esclavo en el sector textil?

4- ¿Qué número de inspecciones destinadas a detectar talleres clandestinos se han efectuado durante los dos últimos años? ¿Qué acciones se han llevado adelante, desde la autoridad laboral nacional, para asistir a los trabajadores rescatados de los mismos?.

5- ¿Qué medidas concretas se han implementado, desde el Ministerio de Trabajo, para posibilitar la reinserción laboral de los trabajadores rescatados?

6- Respecto de las cooperativas que aglutinan a ex trabajadores de talleres clandestinos. ¿Cuáles son las medidas de apoyo que se han llevado adelante respecto de los mismos?

7- ¿Cuáles son las acciones conjuntas que se han venido implementando entre Nación y provincias, orientadas a erradicar el flagelo del trabajo esclavo en nuestro país?

Señor presidente:

En la edición del 24 de julio de 2009 del diario Crítica de la Argentina, Gustavo Vera, presidente de la ONG Cooperativa La Alameda, organización dedicada a combatir el trabajo esclavo en nuestro país, manifestó que:

"En la Argentina-según datos de la Organización Internacional de Migraciones hay más de 500 mil personas en situación de servidumbre y sólo en la ciudad de Buenos Aires existen 3.000 talleres clandestinos que diariamente explotan a unas 40.000 personas bajo un inédito régimen de esclavitud, el problema es que con el empeoramiento de la crisis cada vez hay más víctimas de tráfico de personas y los dueños de los talleres quieren que dejemos de denunciar. Y no se trata de talleres pequeños, la mayoría trabaja para grandes marcas"

Concretamente, los talleres a los cuales refiere el informe de la ONG La Alameda, pertenecen al rubro textil. En estos lugares se reduce a la servidumbre a numerosos grupos de personas, por lo general, inmigrantes de países limítrofes e indocumentados. Estas personas, que suelen trabajar a destajo en talleres clandestinos de Capital y Provincia de Buenos Aires, provienen mayoritariamente de Bolivia y son traídas junto a sus familias, bajo la promesa de empleo, buen sueldo y vivienda paga. Para facilitar el reclutamiento en su país de origen se les paga el traslado a Buenos Aires y cuando estos hombres y mujeres llegan a la ciudad, sin dinero ni lugar donde alojarse, terminan quedando a merced del patrón tallerista bajo la modalidad denominada "servidumbre por deuda". Esto significa: trabajo a destajo durante jornadas de quince horas diarias o más, en condiciones de hacinamiento y sin la mínima salubridad a cambio de un pago miserable; estipulado; generalmente, por prenda confeccionada. Este mecanismo de "enganche", el cual pareciese estar inspirado en las viejas prácticas de "La Forestal", resulta tan efectivo que, al poco tiempo, toda la familia del trabajador esclavizado (menores incluidos) terminará siendo explotada en ese taller u otros, según disponga el patrón tallerista.

A las numerosas denuncias presentadas por los abusos ejercidos en la actividad textil, se suman las realizadas por la Unión de Trabajadores Costureros. Desde esta organización gremial, creada luego de la crisis de 2001, se ha venido alertando permanentemente respecto de los apremios, situaciones de encierro, enfermedades respiratorias y otras vinculadas a la malnutrición y al hacinamiento, que padecen los trabajadores de estos talleres clandestinos. Hace unos meses, en una nota ofrecida a Página 12, la Unión de Trabajadores Costureros alertaba acerca de la existencia de 25000 personas realizando trabajo esclavo en talleres clandestinos en la ciudad de Buenos Aires y otras 150000 en talleres de la provincia.

De igual modo, se advertía al matutino que las denuncias realizadas comprometían a más de 80 marcas, algunas muy reconocidas; las cuales, presuntamente se servirían del trabajo esclavo para la confección sus prendas.

El sociólogo Isidro Adúriz, en su informe: "La industria Textil. Su evolución y sus condiciones de trabajo, plantea, en referencia a Capital y Provincia de Buenos Aires, que: "Si tomamos en cuenta los números estimados respecto a la trata de personas con fines de explotación laboral particularmente del rubro, una hipótesis factible es que de la mayoría de los talleres que no están registrados (8.000 estimados) un porcentaje importante ocupe a los 100.000 inmigrantes bolivianos, víctimas de trabajo esclavo en talleres, un promedio de 12 trabajadores por taller".

Para abordar la problemática del trabajo esclavo en el sector textil, resulta imprescindible determinar quienes son los actores que participan de la cadena de valor y de que manera se compone la estructura de costos respecto de la ropa que va a ser comercializada por las diferentes marcas. Por el lado de la cadena de valor textil, ésta se constituye del siguiente modo: el trabajador, el dueño del taller o tallerista que es quien organiza la producción al interior del mismo; el intermediario, que adquiere las prendas producidas en uno o más talleres y luego procede a la comercialización a las diferentes marcas. Las marcas, que son quienes realizan los diseños y la publicidad y luego de adquirir las prendas confeccionadas las venden a los comercios, y finalmente, los locales comerciales que venden la ropa al público. Ahora bien, cabe aclarar que en muchos casos, un mismo actor puede cubrir varios roles en la cadena. Este es el caso de las marcas que organizan sus propios talleres, sin "tercerización" alguna y que, a su vez, controlan todo el proceso de comercialización de las prendas por poseer locales de venta al público.

Respecto a la estructura de costos vinculada al trabajo textil esclavo, un estudio realizado en 2008, por Ariel Lieutier, Licenciado en Economía y ex Subsecretario de Trabajo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires revela que por cada prenda con un valor de venta al público de 100 pesos, el trabajador de un taller clandestino recibe apenas 1,80 pesos por haber confeccionado esa misma prenda. Según señala Lieutier en su artículo "La economía de los talleres clandestinos: tercerización y estructura de costo": "Una prenda representativa que se comercializa a $100 tiene un costo de producción de $19,50 (diecinueve pesos con cincuenta centavos), los que corresponden $1,80 (un peso con ochenta centavos) al/los trabajador/es, $1,30 (un peso con treinta centavos) para el dueño del taller clandestino, lo que incluye los costos de operación y su ganancia, las materias primas tienen un costo aproximado de $11 (once pesos), y $5,40 (cinco pesos con cuarenta centavos) corresponde al intermediario.

De esta manera, la marca adquiere a $19,50 (diecinueve pesos con cincuenta centavos) la prenda finalizada y la vende al comercio a $39 (treinta nueve pesos) y, a su vez, éste la vende al público a $78 (pesos setenta y ocho) más impuestos (IVA e ingresos brutos), es decir, a $100 (cien pesos) finales".

Este análisis de costos no hace más que confirmar la nula participación del trabajador que confecciona la prenda en el precio final del producto, lo cual, en virtud de lo extendido de la servidumbre y/o trabajo esclavo en el rubro, termina por enquistar estas prácticas, transformándolas en "parte del negocio". Hecho que, a su vez, favorece la competencia desleal, perjudicando severamente a aquellos fabricantes que tienen a sus trabajadores en regla y cumplimentan con la totalidad de sus obligaciones impositivas. Todo esto, en un contexto económico recesivo potenciado por la crisis financiera global, con el consiguiente impacto negativo en el nivel de empleo y la proliferación de situaciones de precarización e informalización laboral. En el actual marco socioeconómico, de no existir una intervención vigorosa por parte del Estado destinada a erradicar el trabajo esclavo, solo es esperable que este flagelo se multiplique.

Dicha intervención debe contemplar tanto la detección de talleres clandestinos y el rescate de quienes eran reducidos a la servidumbre; como la posterior reinserción de estos individuos en el circuito formal de la economía. En este sentido, consideramos que la reciente creación del Polo Textil Barracas (llamado también Centro Demostrativo de Indumentaria) constituye un avance importante para combatir el trabajo esclavo. Este emprendimiento, llevado adelante por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires e impulsado por la Cooperativa La Alameda, el INTI y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, está destinado a albergar unos 200 costureros y brindar, a su vez, capacitación en el oficio así como en la gestión empresaria requerida para el buen funcionamiento de las cooperativas integradas por trabajadores textiles.

Otro aspecto fundamental que no debe desatender el Estado refiere a la cuestión migratoria y al desbaratamiento de las redes de tráfico de personas. Las cuales proveen, vía el traslado de trabajadores desde países limítrofes, del flujo necesario de "reservistas" para sostener el circuito del trabajo esclavo en el sector textil.

Es en este punto, donde se exige la mayor eficacia en la intervención del Estado, responsable de preservar las más elementales garantías de la vida en sociedad; entre las cuales se encuentran la vida y la dignidad de las personas.

Por todo lo precedente, solicito a mis pares que acompañen esta iniciativa con su voto afirmativo.