Proyectos »

PROYECTO DE TP


Expediente 3494-D-2010
Sumario: EXPRESAR REPUDIO POR EL EDITORIAL TITULADO 'LA TRAMOYA DEL PARLAMENTARISMO' PUBLICADO EN LA REVISTA CABILDO, EN LA EDICION ABRIL - MAYO 2010.
Fecha: 20/05/2010
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 60
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:


Expresar su más enérgico repudio a la prédica antidemocrática y golpista del editorial titulado "La Tramoya del Parlamentarismo",firmado por el director de la revista Cabildo, Antonio Caponetto, en su edición abril-mayo 2010.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


INTRODUCCIÓN
Cabildo es una revista Argentina considerada como el principal organismo de prensa del catolicismo nacionalista en el país. Publicada por primera vez en los años setenta y luego inactiva durante la mayor parte de los noventa, la revista se ha vuelto notoria por su prensa xenofóbica y anti-semita.
El primer ejemplar de Cabildo fue publicado el 17 de mayo 1973, ocho días antes que el presidente de Argentina elegido democráticamente Héctor Cámpora asumiera luego de varios años de dictadura militar. En esta época la revista demandó consistentemente el regreso del gobierno militar a través de un nuevo golpe de estado. No mucho después, el presidente Cámpora renunció, dejando el camino abierto para que Juan Perón volviera al país del exilio y fuera elegido presidente. Luego de la muerte de Perón, el gobierno de su esposa y vicepresidente Isabel Perón ordenó en tres ocasiones que Cabildo fuera cerrada.
La revista volvió luego del golpe militar de 1976 que comenzó el Proceso de Reorganización Nacional, y se convirtió casi regularmente en una publicación mensual. El ejemplar de junio de 1977, sin embargo, fue retirado de circulación por el gobierno, y el ejemplar de julio fue cancelado, porque Cabildo había cubierto el secuestro del periodista Jacobo Timerman, el cual la dictadura quería hacer pasar como una detención legal.
La revista era notoriamente anti-semita y apoyaba la idea de una conspiración sionista global y culpaba a los judíos en Argentina por la violencia de la guerrilla, empleando estereotipos comunes de judíos y las conocidas teorías conspirativas para acusar a los judíos de fundar organizaciones marxistas. []
Cabildo continuó siendo publicada luego del regreso de la democracia en 1983. Uno de sus colaboradores más frecuentes era el General Ramón Camps, jefe de la Policía Provincial de Buenos Aires y culpable de múltiples crímenes (incluyendo 32 homicidios), por los cuales eventualmente se le concedió la amnistía.
Desde 1989, la situación crítica de la economía argentina causó la irregularidad de las publicaciones de la revista. En 1991 fue discontinuada, pero recomenzó en 1998 con parte del equipo original y algunas colaboraciones nuevas.
Como expresión de autoritarismo antisemita, la revista Cabildo casi no tiene paralelos. Una de las pocas revistas políticas autorizadas por el régimen militar de 1976-83, Cabildo fue brevemente suspendida en 1977, ocasionando una protesta internacional que incluyó notas en The New York Times, Le Monde y Time. Siempre antidemocrática y antijudía, Cabildo tuvo la osadía de lanzar violentas diatribas culpando a los judíos de la actividad guerrillera. "La primera tarea del político, su primer deber, es detectar al enemigo", abría el editorial del número que provocó la suspensión de la revista. Con frecuencia, Cabildo publicó listas de judíos - verdaderos y presuntos - no sólo de la Argentina sino también de Chile, Brasil y Estados Unidos. En protesta a su política de derechos humanos, Cabildo bautizó a Jimmy Carter como "Carter Braunstein".
En su análisis de la ideología de la revista, Carlos Waisman (1) la ubica en la corriente de la "vieja derecha". Frases como "Nosotros los hispanos-argentinos" abundan en Cabildo. La inmigración se describe en términos de "transformación incontrolada y trágica" (citado por Waisman, p. 213). El estudio de la publicación mensual se concentra en las tensiones ligadas al esfuerzo de mantener un concepto del mundo anacrónico, las implicancias de la declinación de la Argentina en el mercado internacional, y los temores', de los dirigentes de la revista con respecto a los cambios sociales y estructurales dentro del país.
Cabe señalar que, en 1980, Cabildo se vendía más que cualquier otra publicación política y, si bien perdió su preeminencia con la restauración de la democracia, aún tiene predicamento en ciertos círculos.
La larga vida y los pocos cambios de la revista Cabildo (2)
La revista Cabildo es una de las criaturas más excéntricas de la derecha nacionalista argentina. Pernóstica, malamente escrita, obsesiva en inventarse enemigos, es sin embargo representativa de una vena subterránea que no tiene miedo al ridículo y sigue ahí: es la revista más antigua de ese palo.
Cabildo aparece y desaparece tanto que los radicales tenían el chiste de que sabían que iban a ganar las elecciones porque la estaban relanzando. La primera edición vio los kioscos el 17 de mayo de 1973, justo a tiempo para escandalizarse con Cámpora y despuntar una vieja fantasía del nacionalismo católico, la del complot masónico-liberal-sionista para entregar el país al comunismo internacional.
Este tipo de cosas es un artículo de fe entre los nacionalistas católicos de derecha. En 1973, lo que pasaba era que Alejandro Agustín Lanusse había aceptado llamar a elecciones por ser un criptoliberal, un masón y un sirviente de la Trilateral, el nuevo nombre del Kahal de Hugo Wast. Sólo esto explicaba que traicionara la "revolución" de esos católicos ilustres que fueron Juan Carlos Onganía y Marcelo Levingston, invitado de Cabildo en sus reuniones políticas. Curiosamente, el maoísmo había llegado a la misma conclusión y acusaba a Lanusse de ser un agente del comunismo soviético, que definía como el "verdadero dueño" de Argentina gracias a testaferros que posaban de millonarios conservadores, como Adalberto Krieger Vasena.
Para Cabildo, entonces, el pase de mando de Lanusse a Cámpora fue la misma entrega de Argentina a la subversión judía, cosa explícitamente dicha en esos tiempos felices en que no había ley antidiscriminatoria. La revista, junto a casi todo el nacionalismo, respiró aliviada con la aparición de Lastiri y la llegada de Perón al poder, el mismo año, y con el nombramiento de gente de confianza como Alberto Ottalagano y Oscar Ivanissevich en las áreas culturales y educativas del Estado. Así empezó la "limpieza".
El golpe de 1976 fue simplemente la oportunidad de volver a sentirse en el poder para muchos del sector nacionalista, cosa que no ocurría realmente desde hacía años. Cabildo hasta se dio el gusto de jugar en las internas militares, apoyando a los "nacionalistas" frente a los "liberales". Este azules versus colorados tardío le valió un chas chas en la colita y la revista fue retirada de kioscos y clausurada por un mes, cosa que todavía recuerdan como una epopeya heroica.
No extraña que Cabildo coincidiera ideológicamente con lo más feroz de la represión y tuviera de columnista al general Adel Vilas, un militar "pensante" capaz de leer los libros de Salvador Borrego y de escribir sobre los peligros de la subversión cultural triunfante. Este argumento resultó de larga vida y fue usado por varios militares al ser juzgados por sus atrocidades. Es así: la subversión existe y es corrosiva; usted no se da cuenta porque ya fue cooptado; los terroristas no ganaron la batalla militar, pero al convencerlo a usted de que somos malos ganaron la batalla cultural. O como decía Cosme Béccar Varela con más elegancia, "usted ya es un comunista, sólo que no se da cuenta".
Hojear las Cabildo de los setenta permite descubrir también de dónde viene la obsesión del grupo por el Conicet. Resulta que la "cueva de terroristas" fue "limpiada" por Ottalagano, que se le entregó a gente más confiable. Varios nazis, nacionalistas y católicos falangistas con título universitario, se transformaron en investigadores rentados. Una de las tantas razones del odio desmesurado que le tiene la revista a Raúl Alfonsín fue que su gobierno terminó con esos contratos.
El staff de Cabildo muestra continuidades notables. El director fue Ricardo Curutchet hasta su muerte, acompañado de Juan Carlos Monedero como secretario de redacción y tesorero. Entre los colaboradores se puede ver, ya hace treinta años, a Antonio Caponnetto, actual director, y a plumas como el médico Hugo Esteva, profesor de cirugía en la UBA y colaborador en publicaciones afines como Patria Argentina. Ya en los setenta, Caponnetto había desarrollado el estilo farragoso y estentóreo que lo sigue destacando, y ya mostraba síntomas de la logorrea que lo impulsa a prologar cuanto libro le ponen delante. No es su culpa, en realidad, ya que sigue el estilo vueltero y lleno de exclamaciones de Curutchet.
Los veinticinco años de democracia que acabamos de cumplir no fueron gratos para Cabildo. Como el nacionalismo reaccionario, elitista y chupacirios es químicamente piantavotos -acerada definición del Perón de 1946-, sólo mojaban cuando gobernaban por la fuerza las minorías a las que influían. Así fue en 1943 y 1955, y así fue en 1966 y 1976. El sector llega a este nuevo milenio en un estado de marginalidad completa, sin la influencia cultural a la que se habían acostumbrado y pasados por derecha por otros sectores. Sólo les queda algún militar, juez o párroco, que trata de que no se noten sus convicciones.
Un síntoma de esta marginalidad es el nuevo slogan de Cabildo, "alguien tiene que decir la verdad", y su creciente concentración en actividades más religiosas que políticas. El único ambiente donde el nacionalismo católico juega de local es ese arrabal de la Iglesia que sueña con cruzadas de limpieza y piensa que con Franco estábamos mejor. Esto explica que los nuevos héroes de Cabildo sean obispos militarizados como Antonio Baseotto y sus actos de desafío al "régimen" consistan en misas en Luján o ataques a artistas como León Ferrari.
Y también explica el vueltero hispanismo de la prosa cabildesca, donde los colaboradores firman sus notas desde "San Luis de la Punta de los Venados" o desde el "Fuerte de San Felipe de Montevideo", escriben de tú o arman diálogos platónicos, como Aníbal D'Angelo Rodríguez, editor de cultura, sobrino de Ivannisevich y racista que se llevó racismo a marzo. Son todas muestras de senectud y marginalidad de una revista -de un sector- que supo bajar línea y ser escuchado.
DOS ESTUDIOS ACADÉMICOS Y UN INFORME SOBRE LA REVISTA CABILDO
A. CABILDO Y LA DICTADURA MILITAR (1976-1983)
El nacionalismo argentino en los años de plomo: la revista Cabildo y el proceso de reorganización nacional (1976-1983) (3)
Jorge Saborido
Universidad de Buenos Aires-
Universidad Nacional de La Pampa
RESUMEN
El trabajo propone una revisión del pensamiento y el accionar del nacionalismo católico en la República Argentina durante la última dictadura militar, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, a través de su principal órgano de prensa, la revista Cabildo. En él se analizan las circunstancias que llevaron inicialmente a un apoyo condicionado a la gestión de las Fuerzas Armadas, que se fue transformando en una crítica cada vez más dura, en tanto los militares en el poder no se mostraron dispuestos a poner en marcha la "revolución nacional" que se impulsaba desde la revista. Asimismo, se muestra cómo la ocupación de las islas Malvinas -una de las principales reivindicaciones de los nacionalistas- dio lugar a un corto período de acercamiento, que concluyó con la derrota en la guerra del Atlántico Sur.
Introducción
El nacionalismo católico ha sido objeto de estudios de significación durante los últimos años en España, en la medida en que constituyó una de las principales fuentes de ideas del bando nacional en la guerra civil de 1936-1939 y del régimen que se instauró después de ella . (4) A partir de esas aportaciones ha quedado establecido con claridad su origen y sus componentes ideológicos, que se vinculan con un proceso más amplio, el de las corrientes de pensamiento surgidas en Europa como reacción frente a las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que se verificaron sobre todo a partir del siglo XVIII, (5) y que a partir de fines del siglo siguiente y principios del XX adquirieron renovado vigor como consecuencia, entre otras circunstancias, del intento de la más alta jerarquía eclesiástica de enfrentar los desafíos impuestos por la expansión del capitalismo liberal y el desarrollo de las corrientes socialistas.
En la Argentina, por su parte, el estudio del nacionalismo católico y de sus manifestaciones políticas concretas ha quedado subsumido dentro de los estudios sobre el nacionalismo y, como éstos, se han centrado en el momento de su surgimiento y en el desarrollo alcanzado durante la década del 30, hasta el ascenso al poder del peronismo. (6) El período posterior a 1945 ha generado una atención menor, apareciendo el tema en obras generales sobre el nacionalismo, (7) o en estudios que rozan el tema parcialmente. (8)
En el trabajo que aquí se presenta nos proponemos abordar una cuestión puntual -el accionar político concreto del nacionalismo católico-, en un momento histórico acotado -la dictadura militar instalada en el poder en la Argentina entre 1976 y 1983-, a través de una fuente que consideramos de máxima relevancia: la revista Cabildo.
Consideramos que el tema escogido y su tratamiento puede ayudar a resolver algunas de las claves de la importancia que tuvo una corriente de pensamiento que, si bien careció de presencia en el conjunto de la sociedad, ejerció una fuerte influencia sobre determinados sectores de poder - fundamentalmente los militares- en momentos históricos cercanos.
Puede sostenerse, en principio, que la instauración del Proceso de Reorganización Nacional, con su decidida vocación de reconstruir la sociedad argentina sobre nuevas bases, "dando vuelta la página" en todos los terrenos al tumultuoso pasado reciente, constituía un momento propicio para que el nacionalismo católico se transformara en el eje ideológico de la Argentina que los hombres de las Fuerzas Armadas intentaban edificar. Para que esta posibilidad tuviera ocasión de concretarse, existía un pasado de vinculación entre sectores de la Iglesia y del Ejército que sostenían estas posiciones, el que se remontaba, como bien lo han mostrado los trabajos de Zanatta, a fines de la década de 1920.
Sin embargo, las expectativas se frustraron. Justamente, la historia de este fracaso es la que vamos a intentar transitar; esto es, el período de más de siete años que se inicia con la elocuente apelación "Por la Nación contra el Caos", título de tapa del primer número de Cabildo publicado en agosto de 1976 y subtítulo general de la revista de allí en adelante, y concluye con la foto de Jorge Rafael Videla acompañada del epígrafe "Este gran culpable no debe quedar impune", que fue la portada del número de diciembre de 1983, momento en que Raúl Alfonsín asumía como presidente de la Nación.
La hipótesis que orienta la investigación es que el ideario cerrado que constituye el núcleo del pensamiento nacionalista católico -que se resumirá en el apartado siguiente- era inaplicable incluso para quienes, como la mayor parte de los militares del Proceso, estaban dispuestos a acabar de cualquier manera con el "caos y desgobierno" que había caracterizado la vida política argentina en las últimas décadas. Se sostiene, asimismo, que el discurso nacionalista, capaz de ganar adeptos en sectores significativos de las Fuerzas Armadas, predispuestos favorablemente porque constituía un elemento importante en el proceso de su formación como oficiales, carecía
de todo realismo para ir más allá de brindar argumentos para la destrucción de las instituciones democráticas y la legitimación del terrorismo de Estado; su proyecto de "Nación Católica" era inviable para quienes no tenían muy claro qué era lo que querían hacer en muchos terrenos, pero sin duda estaban mayoritariamente decididos a no embarcarse en aventuras cuyo sustento ideológico y propuestas estaban a una distancia sideral de cualquier rumbo posible para el futuro argentino.
Características de la publicación
Desde su aparición en los turbulentos años 70, la revista Cabildo se constituyó en la expresión más emblemática del nacionalismo católico argentino. El primer número salió a la venta el 17 de mayo de 1973, ocho días antes de la asunción del Dr. Héctor J. Cámpora como presidente de la República Argentina, tras producirse el amplio triunfo del Frente Justicialista de Liberación en las elecciones del 11 de marzo de ese año.
El tono antidemocrático de sus cuestionamientos, que se centraban en la demanda continua a los militares para que tomaran el poder, llevó a que luego de la muerte del general Juan Domingo Perón, la revista fuera clausurada tres veces por el gobierno de Isabel Perón: primero en febrero del '75 (tras haber publicado 22 números); luego en mayo de ese mismo año (había reaparecido con el nombre de El Fortín), y finalmente en febrero del año siguiente, después de que en junio del '75 su prédica continuara en las páginas de Restauración.
Producido el golpe militar de 1976, Cabildo reinició su actividad normal el 6 de agosto de ese año especificando que se trataba de una "segunda época", razón por la cual arrancó otra vez desde el número 1.
Durante el período del Proceso de Reorganización Nacional, Cabildo fue una publicación mensual, periodicidad que se mantuvo de manera medianamente regular (en varias ocasiones un número abarcaba dos meses). Cabe citar que en julio de 1977 una disposición del Poder Ejecutivo ordenó el secuestro del N.° 8, correspondiente al mes de junio y prohibió la edición del número correspondiente al mes siguiente.
A lo largo de esos años se mantuvieron en sus puestos tanto el director, Ricardo Curutchet, como el secretario de redacción, Juan Carlos Monedero, y se produjeron algunas modificaciones en el plantel de colaboradores, que incluía aportes tan significativos como el del líder de la hispánica Fuerza Nueva, Blas Piñar, el general Adel Edgardo Vilas, responsable del operativo antiguerrillero en la provincia de Tucumán, o el de intelectuales de larga militancia en el nacionalismo como Julio Irazusta, Federico Ibarguren o el cuyano Rubén Calderón Bouchet. En la época democrática, también participó como colaborador el general Ramón J. Camps, jefe de policía de la provincia de Buenos Aires, personaje sobre el que recayeron duras acusaciones respecto de la violación de derechos humanos. Las rotaciones en el staff no implicaron cambios relevantes en los planteamientos de la publicación; si bien se indicaba que "los artículos firmados no expresaban necesariamente la opinión de los integrantes de la revista", la línea era "bajada" por la dirección y los artículos tenían en todo momento una coherencia destacable. (9) Si bien existieron polémicas con otros grupos cercanos al nacionalismo -como la agrupación "Tradición, Familia y Propiedad"- éstas, a diferencia de lo ocurrido con otras publicaciones en
tiempos pretéritos, no se ventilaban en las páginas de Cabildo.
Las coordenadas ideológicas
Los elementos que conforman el núcleo "duro" del pensamiento de quienes publicaban Cabildo no son en manera alguna nuevos; se trata del despliegue de una serie de ideas cuyas raíces pueden detectarse en un pasado a veces lejano, que se actualizan y reelaboran (relativamente) a los efectos de enfrentar la conflictiva realidad argentina del momento. Por esta razón, nos limitaremos a sintetizar los aspectos principales de su ideario; en la coyuntura que se inició en marzo de 1976, el nacionalismo católico por medio de su principal órgano de prensa renovó, al igual que en otras intervenciones militares, su esperanza de que los gobernantes pusieran en práctica sus propuestas. No obstante, ello no implicaba cambios sustanciales en su manera de entender el mundo.
a) Una teología política
Creemos que un punto de partida adecuado para iniciar el análisis de las bases del pensamiento de Cabildo es definirlo como una "teología política"; es decir, como un intento de legitimar una determinada praxis política a partir de una doctrina religiosa.
Esta doctrina religiosa, de claro sesgo tradicionalista, (10) destaca la existencia de un "orden natural" basado en valores absolutos, que proviene de un orden sobrenatural y pende de éste "como la materia de la forma, como la consecuencia de la causa, como lo accesorio de lo principal". (11) Por lo tanto, la providencia divina es la base de todo lo existente; el mundo humano
descansa en un orden eterno, y toda ley humana en la ley eterna. Ese "orden natural" se ha constituido a los efectos de la realización del bien común, asignando "a cada uno su sitio en función del principio del Orden". (12) El "sitio" que ocupa cada uno en la sociedad está establecido en función del todo social preexistente", de una "tradición heredada" que debe ser respetada. El Estado constituye "la unidad totalizadora y perfecta en su orden, armónica y adecuadamente limitada por las sociedades intermedias, en cuyo ámbito se desarrolla la vida de la Nación". (13)
Desde esta perspectiva, la Historia consiste en el desenvolvimiento de la ley divina y depende de la capacidad del hombre para comprenderla y seguir sus preceptos. No obstante, son muy claras sus limitaciones, al tratarse de un ser imperfecto y débil: por una parte, no está en condiciones de entender en forma cabal el plan de la Providencia; por otra, como está dotado de libre albedrío, puede caer en el error y en el pecado.
Este último punto es importante, ya que parte de una visión pesimista del hombre, quien munido exclusivamente de su razón está incapacitado para distinguir entre el bien y el mal, por lo que es preciso la guía de la religión.
Por lo tanto, y con riesgo de caer en alguna reiteración, las sociedades humanas han logrado conformar ese "orden natural" cuando su comportamiento sigue las reglas impuestas por la revelación divina; fuera de ellas impera el error.
b) Reivindicación de la Edad Media
El "orden natural" al que hacen referencia fue alcanzado durante la Edad Media, verdadero momento de plenitud en el que imperaban los valores absolutos, cuando el hombre estaba subordinado a principios superiores y no osaba cuestionar el mundo en el que vivía: "antes la Tierra era lo grande y todo giraba a su alrededor. Y era verdad, en un sentido más amplio que el matemático, como que incluía la vida". (14) El universo medieval "era por entero teofanía, es decir, manifestación de Dios y jerarquía". (15) Las normas tradicionales y de derecho natural eran acatadas por los gobernantes y el pueblo como la mejor garantía de las libertades y de los derechos. La igualdad que se defiende no es, en manera alguna, la igualdad ante la ley o la igualdad política; se trata de la igualdad "por virtud de la Creación". (16)
En rigor de verdad, la Edad Media no era estrictamente considerada como un período histórico sino, en cambio, una constante, un ideal alcanzado (supuestamente) en la Tierra, en el que el hombre se sentía vinculado con la realidad divina, "única roca eterna donde el pie no vacila".
Sin embargo, ese mismo hombre, por medio del despliegue de su subjetividad, se rebeló contra el orden tradicional, a la búsqueda de una explicación del mundo y de una organización de la sociedad que no estuvieran sujetas a un Dios todopoderoso de presencia constante. En ese momento histórico, que se inició "con la escolástica degradada de Occam", emergió lo que "algunos textos pontificios y muchos escritores tradicionalistas llaman Modernidad". (17)
c) La ruptura de la Modernidad
Desde la perspectiva del pensamiento tradicionalista, el proceso histórico de la Modernidad puede resumirse en "la transferencia histórica de unas estructuras sistemáticas de raíz teológica a principios normativos de carácter inmanente". (18) Su descripción es sintetizada en un artículo escrito por el general Abdel Vilas, que de esta manera establecía un vínculo significativo entre los militares en el poder y quienes publicaban la revista.
En su explicación del desarrollo de la Modernidad, Vilas afirma que surgió al amparo de "reyes disolutos, ideólogos divorciados de la realidad, nobles decadentes y burgueses ávidos de dinero". (19) Sus pasos sucesivos fueron: la Reforma Protestante en el siglo XVI, que atacaba la unidad metafísica cristiana; "el idealismo, el racionalismo y el empirismo -verdadera trilogía diabólica-" en el siglo XVII, a partir de los cuales sería deshecha la "filosofía perennis" de Occidente, abriendo el camino para que, un siglo más tarde, la Revolución Francesa destruyera el "orden político tradicional". (20) De esta manera, el hombre moderno pierde la noción de la solidez y la inmutabilidad del mundo; el espíritu ya no se siente vinculado a ningún orden totalizante: utilizando la expresión de uno de los pensadores tradicionalistas más apreciados, "humanismo y relativismo son palabras sinónimas". (21)
d) Crítica del liberalismo y de la democracia
La consecuencia principal del proceso de decadencia en el que se ha sumergido la civilización occidental la constituye el triunfo del liberalismo, que en el terreno económico, "con su monstruosa concepción de una economía autónoma y desorbitada ha engendrado al gigantesco capitalismo", (22) y que en el ámbito político ha consistido esencialmente en "haber separado la política de la realidad". (23) De esta manera, el "orden natural" proveniente de la Edad Media, conservado y mejorado por la tradición, ha sido sustituido por un "orden esquemático ideal, apriorístico". (24) Justamente, la revolución francesa es la que abre el camino a la utopía por excelencia del siglo XIX, la democracia.
En la nueva sociedad dominada por el liberalismo, el Estado se convierte en la "confluencia de los intereses y apetitos individuales", (25) limitándose a garantizar "que cada uno disfrute lo suyo sin perturbar al otro". (26) Al carecer de misión trascendente, el Estado liberal requiere la existencia de los partidos políticos, que constituyen "la concreción práctica -y trágica- de la dispersión de la vida política". (27) "La voluntad política del Bien Común es reemplazada por la competencia por el poder". (28) Y en ese ámbito dominado por la democracia, "en el que no hay partes que se ordenen al todo, pues ese todo ya no existe", (29) se crean las condiciones para el triunfo del marxismo. Recogiendo una larga tradición del pensamiento contrarrevolucionario, no se plantea una distinción radical entre liberalismo, democracia y socialismo; constituyen tres formas de manifestación de una misma idea, "la autonomía de la conciencia humana". (30)
La agonía de la democracia constituye uno de los temas recurrentes de la revista "agonía sólo similar por lo definitiva e irreversible a la del Antiguo Régimen". (31) Para el caso europeo, un colaborador francés, el conocido escritor de extrema derecha Maurice Bardeche, no duda en sostener que "la derrota de 1945 había destruido a Europa. Treinta años de democracia liberal han convertido al residuo de Europa que nos quedaba en un muñón purulento". (32) Adhiriendo a quienes dedican sus esfuerzos a negar el Holocausto -"la leyenda de las atrocidades alemanas y de los campos de concentración"- destaca que "se somete a un ostracismo odioso a todos los regímenes que tratan de restaurar la autoridad del Estado y la primacía del interés público". (33) La vigencia de la democracia en la segunda posguerra se constituye entonces en una posibilidad aprovechada por el marxismo, hasta el punto que "hoy el pluralismo democrático se ha convertido en la carta de ciudadanía del marxismo en el mundo llamado libre". (34)
En cuanto a la visión de la historia argentina, se afirma que el triunfo del liberalismo a partir de la batalla de Caseros -"la herida crucial de la Nación"- (35) y la instauración de la democracia desde la promulgación en 1912 de la Ley Sáenz Peña han sido los hitos fundacionales de un largo proceso que culmina en el período 1973-76 con el peligro de "disolución nacional" surgido de la convergencia de la "democracia partidocrática" con la subversión marxista.
Por lo tanto, la tan prolongada decadencia argentina proviene de haber errado el camino; ¿cuál era éste? El que le marcaban sus raíces hispánicas.
e) Reivindicación de la hispanidad
La España de la gesta americana constituye el legado espiritual, "la estructura fundamental de nuestro devenir histórico". (36) Y esa gesta es la culminación de un proceso varias veces secular, la Reconquista. Su visión está en perfecta sintonía con el nacional-catolicismo hispánico: "no es solamente la recuperación del ámbito geográfico; es la formación de su ser nacional impulsado por la fe católica". (37) En su proceso de expansión, España llegó a América y su tarea de evangelización -lejos de cualquier cuestionamiento- fue el resultado de "un plan espiritual de soberana grandeza". (38)
La afirmación de los vínculos de la nación argentina con la tradición española es una constante, y llega hasta el extremo de poner en cuestión parte del proceso que culminó con la independencia: "rotos los vínculos espirituales que se llamaron 'cadenas', hemos deambulado por el mundo a la deriva, con remedos o imitaciones de mala factura". (39)
La tradición hispánica es entonces la que recoge la Argentina como nación y, fundamentalmente, ésa es la tradición verdadera cuyos valores es preciso retomar, no "la 'tradición' liberal que nos inventó la generación del 80: laicista, atea, demócrata, economicista. Es decir 'tradición moderna'". (40)
f) Visión conspirativa de la historia contemporánea
Un perfil ideológico así de claro está acompañado de tópicos que también resultan habituales en el nacionalismo, como la conspiración judeomarxista y masónica. Abundan las referencias a esta cuestión, por lo que nos limitaremos a citar unas pocas lo suficientemente ilustrativas.
La protesta ante las acusaciones de antisemitismo formuladas en contra de la revista se fundamentan en el argumento de que la oposición a los judíos "emerge de la perenne enemistad entre Israel y Cristo, entre la Sinagoga y la Iglesia, entre el judío disperso, errante y desarraigado, y las naciones cristianas". (41) Pero además, "¿quién puede negarnos con seriedad, la complicidad manifiesta del Judaísmo con el Comunismo, ampliamente documentada en tantas y tan trágicas experiencias históricas? (Recuérdese a quiénes financió la Revolución Rusa) ¿Quién puede negar la instrumentación del Comunismo como elemento ideológico de destrucción por parte del Imperialismo internacional del Dinero?". (42)
En relación con la específica situación argentina, tanto el Ministro de Economía del último gobierno de Perón, José Ber Gelbard, como el financiero David Graiver se constituyeron en verdaderas "bestias negras" de la revista, responsables de todos los males que corroen al país. (43) En algún momento, se llega al extremo equiparar el "caso Graiver" -su muerte en un accidente en circunstancias a las que se rodeó de misterio- con el caso Dreyfus. (44)
En cuanto al tan trillado tema masónico, un artículo publicado con motivo de la situación argentina es buena ocasión para afirmar que "detrás de cada una de las revoluciones comunistas -promoviéndolas y afianzándolas- han estado desde siempre, unidos en el mismo odio, los poderes masónicos y judíos". (45)
La propuesta de Cabildo
Identificados los elementos que constituyen el acervo ideológico de la revista, cabe preguntarse cómo esos principios se relacionaban con una práctica concreta de gobierno. Para ser más claros, ¿cuáles son los rasgos de esa Revolución Nacional a la que frecuentemente se hace referencia?
Afortunadamente nos encontramos con un par de formulaciones explícitas, dadas a conocer bajo los títulos de "Las Leyes de la Revolución Nacional", (46) con la firma de su director, y de "Principios Doctrinarios del Movimiento Nacionalista de Restauración". (47) Ambas expresiones programáticas se dieron a conocer en una coyuntura muy específica -segunda mitad de 1981 y comienzos de 1982- caracterizada por la crisis económica y política que se desencadenó a partir de la asunción como presidente del general Roberto Viola en reemplazo de Videla, pero sobre todo por la clausura del proyecto económico que lideró Martínez de Hoz desde el ministerio de Economía, que se intentó superar finalmente con el reemplazo de Viola por Galtieri y con la conformación de un equipo económico de signo inequívocamente liberal, encabezado por Roberto Alemann. La decisión adoptada generó, naturalmente, la reacción de quienes publicaban la revista que se propusieron -como veremos- organizar una fuerza política que siguiera los principios que se defendían en ella.
En ambos textos se plasma el ideario del nacionalismo a la altura de principios de los 80, aplicado a la situación concreta de la República Argentina. Todas las referencias provienen de alguno de estos dos "programas".
Además de insistirse una vez más allí en la reivindicación de la tradición, la "raíz católica e hispanoamericana de la Patria", en el desprecio del liberalismo democrático, "un artificial andamiaje político, filosófico, jurídico, social, económico e incluso espiritual", y en el "rechazo frontal de las fórmulas del capitalismo liberal tanto cuanto del capitalismo de estado marxista", aparecen los elementos constitutivos de la comunidad a la que aspiran:
Estará gobernada por una dictadura, "encarnada en una personalidad central y un equipo de hombres", capaz de llamar a "la empresa en suspenso de la Reconquista de la Argentina".
Se apuntará a la afirmación de un "Estado ético, apto para el logro de la Revolución Nacional ordenada al Bien Común". La subordinación de lo político a lo ético, pero además de lo ético a lo teológico, constituye una de las bases del tradicionalismo católico que expresa el nacionalismo de los hombres de Cabildo.
Esta concepción del Estado debe "fundarse en el reconocimiento de las instituciones naturales de la sociedad: familia, asociación profesional, municipio, provincia y región, las cuales constituyen la base de toda representación auténtica y orgánica".
- La política social parte del rechazo de "toda concepción que promueva el enfrentamiento social y su consecuencia, la lucha de clases". Para ello, por una parte el Estado "deberá asegurar al trabajador de cualquier especie la obtención de una retribución, que le permita vivir decorosamente, la seguridad en su empleo y la igualdad jurídica respecto de sus empleadores". Por otra, la solidaridad social conduce al agrupamiento de los trabajadores "mediante asociaciones que representen sus intereses y se integren con las demás ramas y jerarquías laborales -obreros, técnicos y patrones- en forma vertical, favoreciendo de ese modo el acuerdo social y el amparo de las fuentes de trabajo y producción esenciales para la Nación".
- La política económica está encuadrada en su concreción por el "proyecto político nacional", por lo que "debe servir a la Sociedad y a la Nación como instrumento del Bien Común.
Para cumplir con esa tarea se hace imprescindible: a) la "efectiva independencia económica que, al desligarnos de las presiones del capitalismo financiero internacional y de sus agentes nativos, haga realidad la nacionalización de nuestra economía", b) la revalorización del "papel del Estado en la economía, por la aplicación sustantiva y no meramente supletoria del principio de subsidiariedad, claramente enseñado por la Doctrina Social de la Iglesia"; c) la implantación de un "decidido proteccionismo industrial, correlativo a rígidas normas referentes al destino del beneficio"; d) el rechazo enérgico de "la economía de lucro", lo que implica que "la economía debe estar al servicio de la persona -materia y espíritu- y no de un conjunto de hombres que, mediante el manejo inmoral de los medios de comunicación, promuevan artificialmente un desenfrenado hábito consumista".
En resumen: la economía debe "asegurar la justicia distributiva, fomentar la propiedad privada -incluida la de los medios de producción-, potenciar al país para asegurar su independencia, proveer de fuentes de trabajo, hacer posible la honestidad personal y eliminar los factores que
degradan el nivel ético general".
- En cuanto a la política exterior, ésta debe partir de ciertas premisas: 1) La Argentina es un país occidental "y no del Tercer Mundo, entendiéndose que Occidente es un orbe histórico-cultural, de signo espiritual cristiano, sin concreción o liderazgo en el mundo actual"; 2) En defensa de los valores espirituales occidentales debe actuar con firmeza e incluso
"asumir la iniciativa" en todo lo referente a la amenaza del imperialismo comunista; 3) Dado que las actuales organizaciones de vinculación internacional no responden "a las exigencias del derecho de gentes de las naciones cristianas", la permanencia en ellas "no se estimará como un acto necesario o imprescindible"; 4) El enemigo histórico es Brasil (no adversario, enemigo), a quien, por tanto, la Argentina "debe disputarle todos los espacios en la región y procurar excluirlo del Atlántico Sur y de la Antártida"; 5) Debe ser misión propia del país "la de proyectar su Política Nacionalista en la América hispana, colaborando con todos los gobiernos agredidos por la guerrilla marxista"; 6) Respecto de las vinculaciones con la URSS, un tema caliente en ese momento como consecuencia de las relaciones comerciales anudadas, la política "debe ser de rechazo de todo acuerdo económico, financiero, técnico o cultural, que comprometa la límpida conducta patriótica y occidentalista de la República"; 7) Frente a los contenciosos con Chile y Gran Bretaña, es preciso "una política del hecho consumado, es decir, la recuperación militar de las tierras ocupadas (...), que terminaría concluyente y definitivamente toda cuestión".
- Finalmente, la política cultural y educativa plantea como objetivo "la restauración de la cultura", para la cual deben contribuir tanto la educación como la censura.
La nueva política educativa debe reorientarse a fondo para producir "un despertar de la conciencia nacional y católica". En todos los niveles de la educación es preciso "estimular el sentido de pertenencia y arraigo a la comunidad histórica nacional frente a las acechanzas foráneas". A su vez, la censura sobre los medios de comunicación "debe significar la erradicación definitiva de la inmoralidad y la estupidez". Pero, sin duda, la clave de la política educativa es la siguiente: "El Nacionalismo no debe renunciar a su objetivo de extirpar de nuestra Nación la peste del laicismo y con ella la Ley de Enseñanza Laica, devolviendo a la educación el sentido religioso que le es esencial y, además, el propio de nuestra tradición".
Con un programa de este tipo, era ciertamente difícil la conciliación, incluso para una dictadura militar como la del Proceso.
Cabildo frente al Proceso
No cabe duda de que el 24 de marzo de 1976 marcó un punto de ruptura en la historia argentina. Si bien desde hacía varias décadas la oscilación entre gobiernos civiles y militares se había convertido en una dramática normalidad en el devenir político argentino, esta nueva intervención significó un salto cualitativo en el intervencionismo castrense, con efectos devastadores para la sociedad en su conjunto. El hecho de que los militares en el poder se plantearan como objetivo una "refundación" de la República, condenando explícitamente el camino seguido por el país prácticamente desde 1930, si bien constituía un segundo intento de este tipo, tras la fallida experiencia de la "Revolución Argentina" de 1966 encabezada por el general Juan Carlos Onganía, las circunstancias en las cuales la Junta Militar tomó el poder diez años más tarde marcaban la existencia de una realidad diferente y la necesidad de poner en práctica instrumentos antes no utilizados para la tarea de rectificar el rumbo seguido en la historia reciente.
En particular, el objetivo de los militares de restaurar el orden acabando con la democracia dio lugar a que los partidarios del nacionalismo católico, criticado por éstos desde los años 20, renovaran como en 1930, 1943, 1955 y 1966 sus esperanzas de instaurar las bases de una Nación Católica. (48)
La prédica fue reanudada con mayor ímpetu; había llegado otra vez "la hora de la espada", y las circunstancias parecían más favorables que nunca. Retomó entonces con fuerza la actividad iniciada a fines de la década de 1920 en los ámbitos eclesiásticos y militares, afirmada en la puesta en práctica de un proyecto de reformulación de la identidad nacional, acompañado de la creación de un nuevo orden social.
Como se ha dicho, cuando se produjeron los acontecimientos de marzo de 1976, Cabildo estaba clausurada por decisión del gobierno peronista, por lo que fue recién en agosto cuando tuvieron ocasión de manifestarse en relación con el momento político.
El Editorial del primer número no ahorraba elogios hacia el hecho de que los militares hubieran derrocado al gobierno: "de las seis irrupciones militares en el plano del poder civil ocurridas en los casi cincuenta años, ninguna tan necesaria ni ansiada". (49) No se trataba de un comentario aislado; en el número siguiente se afirmaba enfáticamente que "el 24 de marzo, el Estado recuperó la dignidad y la Nación su honor". (50)
No obstante, ya en esos momentos se llamaba la atención sobre el hecho de que las fuerzas armadas triunfantes no debían autolimitarse "al ejercicio de una operación simplemente higienizadora del Estado y sólo afanada por reordenar aquella misma partidocracia culpable". (51) La esperanza de los hombres de Cabildo residía en que esta intervención militar fuera la última, procediendo a acabar con la democracia en la Argentina, y éste era el punto central: la realidad de "que en el proceso abierto en 1973 se ha hundido para siempre la democracia electoralista, universal y anónima". (52)
Por lo tanto, en principio, se apostaba por "el pleno éxito de esta secuencia histórica". (53) A partir de la toma del poder, los militares habían iniciado la tarea de colocar a la Argentina en el "camino hacia el orden". (54) Pero no se trataba solamente de eso; ellos insistían en la "necesidad de insertar a la república en un orden nuevo". (55)
Pero era también aquí donde empezaban a manifestarse las diferencias. Todas las medidas orientadas hacia el tan anhelado "restablecimiento del orden" eran aplaudidas. Incluso, como veremos, se justificaban las violaciones a los derechos humanos; la cuestión residía en que se les reclamaba algo más, y desde esa perspectiva no podían dejar de aparecer importantes divergencias.
A los efectos de sistematizar la exposición hemos seleccionado los principales temas de fricción, que se van agudizando a medida que el Proceso fracasaba en todos sus emprendimientos. No obstante, es preciso destacar la existencia de una divisoria de aguas que es la guerra de las Malvinas, ya que como consecuencia del intento del 2 de abril de 1982 desde la redacción de la revista se percibe la posibilidad de que los militares adopten el "rumbo correcto". Por supuesto, esa corta "primavera" duró poco; el desenlace del conflicto condujo a la ruptura definitiva con el gobierno; a partir de ese momento las críticas se tornan irreversibles, en
tanto el retorno a la democracia constituye para ellos una derrota mayúscula, por lo que no resulta extraño que Videla termine siendo calificado como "El máximo culpable".
a) La construcción de un "orden nuevo"
Desde el principio, la crítica de Cabildo al gobierno del Proceso se centró en la falta de una línea política e ideológica capaz de llevar a buen puerto las (supuestas) ansias revolucionarias existentes el 24 de marzo. Los nacionalistas esperaban una señal de los militares en el poder, dado que "esta actitud según la cual el gobierno no se permite ninguna definición ideológica, no puede ser de largo alcance ya que le resulta insuficiente a las propias fuerzas armadas. Su temor y desprecio por la política no pueden llevarlos a la convicción de que se accede al poder para no hacer política, sino precisamente para hacerla pero, eso sí, bien". (56) El intento consistía en influir sobre el Proceso para que éste adoptara, sin más retrasos, la doctrina nacionalista, la única capaz -según Cabildo- no sólo de restaurar el orden sino también de imponer uno nuevo: "la lucha más importante, la lucha contra el marxismo como concepción del mundo sólo puede hacerse seriamente desde otra concepción del mundo que sea por lo menos igualmente fuerte, enérgica, ambiciosa" y esta concepción no era otra que la "mística nacional, jerárquica fundada en los valores del espíritu", (57) es decir, la mística del nacionalismo católico. Para su consecución se necesitaba una mano firme, la figura del dictador, ya que "el nacionalismo... no puede ser moderado sino absoluto, total..."; (58) interpretando las actitudes del gobierno como manifestaciones de moderación, fueron tomando distancia respecto de él.
En la definición ideológica, la identificación del enemigo jugaba un papel preponderante. En torno a él gira el discurso de Cabildo: "descubrir a nuestros enemigos, denunciarlos y derrotarlos" (59) era el imperativo. El tono acusador se desprende de la premisa de que siempre hay un responsable de los males de la patria. Por ello en su identificación correcta está el primer paso de la construcción nacional.
El enemigo era tanto interno como externo, y lo percibían en las naciones que atentaban contra el país y en las ideologías foráneas que penetraban en la sociedad, consideradas ajenas a la nación y peligrosas por demás. En la ya antigua tradición del pensamiento contrarrevolucionario, no se planteaba una distinción radical entre liberalismo, democracia y socialismo, por ser las tres manifestaciones de la intromisión foránea, de lo antinacional. El enemigo se construía en torno a la tríada capitalismo-judaísmo- marxismo, y los defensores del ser nacional debían unirse para identificarlo y destruirlo. Los frecuentes ataques realizados desde la revista a personalidades del mundo judío como Jacobo Timerman o a David Graiver responden a esta lógica.
La falta de coincidencias con el gobierno del general Videla los llevó a una crítica que se hizo cada vez más dura, fundamentalmente originada en las declaraciones de miembros del gobierno o de las fuerzas armadas respecto de un eventual retorno a la democracia (en general con el agregado de "moderna"). Pero esta actitud, aun con toda la dureza con que en ocasiones se manifestaba, no significaba una ruptura total; por el contrario, en ocasión de aproximarse el reemplazo de Videla por el general Roberto Viola, se renovaron las apelaciones a los militares para que en lugar de un "proceso", pusieran en marcha "un movimiento coherente que termine con los males y vicios heredados y originales, que se arrastran del pasado y que nacen en cada nueva etapa". (60) Esto implicaba, nada más y nada menos, que "una revolución que destruya a los enemigos y no que los reacomode". (61)
Sin embargo, ante las perspectivas emergentes de la designación de las nuevas autoridades, se retornó a la idea de "que el Proceso gobernó contra el país", (62) y que su gestión podía resumirse como la "crónica de un fracaso". (63)
La necesidad de actuar políticamente para rectificar el rumbo del Proceso llevó a que durante el período en el que estuvo conducido por Viola se iniciara una actividad que iba más allá del ámbito periodístico, apuntando hacia la conformación de un movimiento nacionalista, lo que se concretó en el mes de noviembre. Con independencia de las propuestas, de las que hemos dado cuenta en el apartado correspondiente, el título de portada de uno de los ejemplares de esa época resumía los planteos mejor que cien programas: "La única opción: anarquía de los partidos o
dictadura nacional". (64)
Este accionar del nacionalismo se verificó en un escenario atravesado por la crisis que afectó al gobierno de Viola y que culminó con su desplazamiento, al designarse en su reemplazo al Comandante en Jefe del Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri, a fines de 1981.
El sesgo ultraliberal del nuevo gabinete, sintetizado en la figura de Roberto Alemann, uno de los iconos del liberalismo vernáculo, al frente de la cartera de Economía, condujo a que se agudizaran las críticas y se potenciara la descalificación de los militares en el poder. No obstante, esa situación estaba en condiciones de revertirse, y los sucesos de abril de 1982 lo demostraron.
b) La represión y los derechos humanos
A partir de la concepción, sostenida también por los dirigentes del Proceso de Reorganización Nacional, de que el país se hallaba en estado de guerra interna, para los hombres de Cabildo era preciso "encarnar esa convicción en la conducta total del Estado" (65) y, por lo tanto, cualquier acción estaba justificada. La acusación de violación de los derechos humanos era básicamente denunciada "como el pivote de una vasta y nada sutil acción de la izquierda internacional contra la estabilidad del gobierno militar". (66) La posición se resumía así: "no es el caso demostrar que la Argentina y sus Fuerzas Armadas no violan los derechos humanos sino de rechazar la defensa de los derechos humanos - tal como se la plantea- por intrínsecamente subversiva y por basarse en una ideologización condenable". (67)
Desde esa perspectiva, no había que dar cuenta a nadie de lo que ocurría fronteras adentro del país: las gestiones del gobierno de Videla destinadas a modificar la imagen del país frente al exterior constituían simplemente claudicaciones por parte de quienes, como las fuerzas armadas,
tenían todas las razones para actuar como actuaron; de lo que se trataba era de "salvar los derechos históricos de la Patria". (68) Por lo tanto, acontecimientos como la llegada en septiembre de 1979 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, son calificados como
"una intromisión consentida". (69)
Pero si bien la subversión fue atacada sin tregua por los militares en el poder suscitando el explícito apoyo de la revista, "...finalmente el golpe se hará cruzada y la represión la guerra justa", (70) esto no era suficiente, ya que se pretendía además el aniquilamiento de esas ideas y no solamente de quienes las defendían. El cuestionamiento político provenía del hecho de que para los nacionalistas católicos la lucha antisubversiva se había limitado al plano militar, en el cual se obtuvo una bien recibida victoria, pero sin conquistar el terreno espiritual, era la conciencia donde consideraban que se libraría la batalla que llevaría a la victoria final. A pesar de las continuas persecuciones, la censura, etc., éstas no eran medidas suficientes para el nacionalismo, que se había planteado como objetivo izar la bandera de la nación católica en el terreno ideológico-cultural.
La propuesta era entonces acabar con la subversión, entendiendo por tal "la revolución cultural" dentro de la cual "la guerrilla no es sino una 'parte' de ese 'todo'". (71) Ésta tenía múltiples definiciones: por ejemplo, "ha sido 'subversión' distribuir Bergman, Pasolini, Bertolucci y compañía; instaurar el desnudo en el escenario y la publicidad, promover la moda 'unisex'". (72)
Por otro lado, las diferencias con el poder se acentuaron por la falta de convicciones por parte del Estado militar respecto de las "verdaderas" características del enfrentamiento, que dificultaron el desempeño de las Fuerzas Armadas: "en la guerra contra el marxismo hubo un ejército que combatió con honor, pero no hubo un Estado responsable que asumiera, como tal, la decisión de matar". (73) Ante la pedida actuación a la luz del día y la aplicación de la pena de muerte el gobierno optó por la guerra en las sombras.
c) La política económica
Si bien los cuestionamientos a la economía se presentaban como una consecuencia de las críticas políticas, su fuerza no dejaba de otorgarles gravitación propia. Se enfatizaba que el plan implementado iba a contrapelo de los objetivos que ellos le atribuían al Proceso de Reorganización Nacional. La gestión de José Alfredo Martínez de Hoz y su equipo fue crecientemente cuestionada y, tras su salida del Ministerio, las críticas subieron aún más de tono: "Nuestro disenso con la política económica oficial y nuestra falta absoluta de coincidencia con los pronósticos del jefe del equipo económico son el producto de una observación realista de los fenómenos económicos fundada sólo en el interés nacional". (74)
Las premisas sobre las cuales se asentaba la política económica llevaron a un enfrentamiento que se manifestó desde un principio y que fue en ascenso en tanto algunos éxitos parciales -sobre todo la disminución de la inflación- no ocultaban un fracaso generalizado. Se compartía, en principio, la descripción de la realidad que había hecho Martínez de Hoz en su presentación, en particular el énfasis que puso en pasar de una economía de especulación a una de producción, pero rápidamente llamó la atención sobre las "graves contradicciones entre los propósitos enunciados y las medidas adoptadas". (75)
Por otra parte, en la medida en que el secretario de redacción, Juan Carlos Monedero, era funcionario del Banco Central y fue puesto a "disponibilidad" por el presidente del Banco mientras Martínez de Hoz era ministro, el cuestionamiento se caracterizó también por la denuncia de una serie de irregularidades surgidas en el proceso de apertura financiera y económica que se inició en 1977.
"Economía: un mandato de las FF.AA. no cumplido", (76) es uno de los innumerables titulares en los cuales de enfatizaba que el plan económico implementado iba a contrapelo de los objetivos que ellos le atribuían al Proceso de Reorganización Nacional. Ya en marzo de 1978 advertían que, más allá de "las sanas intenciones de las Fuerzas Armadas", (77) la gestión económica se había saldado con un fracaso. Los análisis se realizaban desde la perspectiva de un nacionalismo económico que, sin mayores precisiones y con argumentaciones en las que abundaban las contradicciones, descalificaban el conjunto de la política económica al afirmar que se estaba realizando "un sacrificio sin razón, y peor aún, sin legitimidad". (78)
Las críticas continuaron luego del cambio de gabinete que acompañó a la salida de Videla de la presidencia, reemplazado por el general Roberto Viola, circunstancia que llevó también a los nacionalistas a aumentar su actividad política organizando, como se ha comentado, el Movimiento Nacionalista de Restauración, y se potenció durante la gestión de Leopoldo Fortunato Galtieri. La propuesta del ministro Alemann de privatización del subsuelo le dio pie para descalificar al liberalismo como corresponsable, junto al populismo, de los males del país. La etapa del Proceso encabezada por Galtieri pasó a ser el momento en que se ha "convertido en una herramienta del liberalismo". (79)
Además, la circunstancia de que Alemann fuera el representante de la banca suiza en la Argentina sirvió para descalificar su accionar durante la guerra del Atlántico Sur, reivindicando a través de una serie de artículos firmados por Walter Beveraggi Allende, uno de los principales economistas de orientación nacionalista, la necesidad imperiosa de implementar "una economía de guerra".
Por lo tanto, y para resumir: en la visión de Cabildo, la gestión revolucionaria en el terreno económico jamás llegó a concretarse, ya que el plan elaborado por los círculos liberales allegados al poder apuntaba a establecer una estructura productiva basada en las señales lanzadas por el mercado y una presencia destacada del capital extranjero.
d) La política exterior
La dictadura militar fue una expresión nítida de las facetas contradictorias que experimentaba en esos días la política exterior argentina. Frente a lo que se consideraba una conducta errática, Cabildo estableció, por supuesto desde su visión, cuáles eran esos desvíos e intentó por todos los medios exhortar al gobierno a marchar por el que, para ellos, era el camino correcto. Más allá del posicionamiento general que se ha expuesto en la revisión de su programa -que incluía un rechazo a las organizaciones internacionales que cuestionaban la política represiva del gobierno argentino - a lo largo del período que estamos considerando las demandas nacionalistas se manifestaron en varios terrenos. En principio, Brasil era considerado el enemigo histórico en la región y sus obras hidráulicas en la Cuenca del Plata -fundamentalmente la decisión de construir la represa de Itaipú, a la que se le atribuía un impacto negativo sobre el territorio argentino- se interpretaban en términos de agresión, que debían ser objeto de respuesta por parte del gobierno. Por ello, inicialmente se saludó con agrado que en la VIII Conferencia de Cancilleres de la Cuenca del Plata realizada a fines de 1976 el representante argentino afirmara que "no reconoce que Itaipú sea un hecho consumado". (80)
Pero el problema con Brasil se superpuso con una cuestión aun más perentoria: el conflicto con Chile por las islas situadas en el canal de Beagle. Cuando los militares tomaron el poder, la cuestión estaba desde 1971 en manos en la reina de Inglaterra, que debía expedirse en condición
de árbitro (y que lo hizo otorgando las islas en litigio a Chile). Descalificando todas las acciones realizadas por gobiernos anteriores, desde su reaparición Cabildo insistió en la necesidad de que "el Poder Ejecutivo debe declarar nulo lo actuado y debe hacerlo saber al tribunal que se ocupa del pleito para que lo paralice". (81)
Para ello se apela en principio "a la solidaridad necesaria en la lucha contra la guerrilla", (82) para pedirle al gobierno chileno encabezado por Augusto Pinochet -un gobernante admirado por quienes publicaban la revista- una postergación en el juicio para explorar otras posibilidades.
El comportamiento de Cabildo se modificó de manera radical cuando en los primeros meses de 1977 se dio finalmente a conocer el fallo favorable a Chile; desde ese momento la actitud se volvió beligerante. Cuando el gobierno chileno respondió con reticencia a la propuesta argentina de una negociación bilateral -como es lógico dado el hecho de que sus posturas fueron mayoritariamente reconocidas por el árbitro-, la postura de la revista fue rotunda: "No queda otro camino para nuestro gobierno que el rechazo del laudo y la inmediata ocupación de los territorios cuestionados por Chile". (83)
En enero de 1978, momento en que el gobierno argentino decidió negar validez al pronunciamiento arbitral, Cabildo apoyó de manera inequívoca la postura, y en el número de febrero dedicó buena parte de sus páginas a tratar el tema, incluyendo artículos de nacionalistas como Federico Ibarguren, Alberto Asseff, o el profesor Federico A. Daus, quienes desde diferentes ángulos avalaban la posición adoptada por los militares.
Desde ese instante, la presión se tornó constante, y se intimó al gobierno para que actuara dejando de lado las negociaciones; la apelación a la guerra aparece fundamentada en la doctrina de la Iglesia: la insistencia en que "el pacifismo es anticristiano" (84) era acompañada de una apelación "a aceptar el sacrificio de toda guerra justa para que nuestros hijos no puedan reprocharnos mañana el deshonor y la vergüenza". (85)
Hacia fines de 1978, el fervor nacionalista se manifestó en toda su beligerancia: la portada del número de noviembre unía los dos grandes temas de la política exterior del momento: "Imperativos de Hoy. Ante Chile: recuperar ya todo lo usurpado. Ante Brasil: defender hasta el fin lo amenazado". (86) Al mes siguiente, la apelación fue mucho más directa: "Ni mediación ni injerencia foránea: cortar el nudo con la espada sin más pérdida de tiempo". (87) Asimismo, en un recuadro se realizaba una "exhortación patriótica" a sus lectores para que "ante la grave emergencia internacional que vive la Patria, ofrezcan -cualesquiera sean su edad y sexo- sus servicios voluntarios a las Fuerzas Armadas de la Nación". (88)
El 8 de enero de 1979, luego de estar al borde de entrar en guerra, la Argentina y Chile firmaron el acta de Montevideo que sometía el entredicho a la mediación del Papa. La situación se presentaba difícil para Cabildo, en tanto era nada menos que la "Silla Apostólica" la que quedaba involucrada en el diferendo, pero su posición consistió en sostener que el estado de cosas existente no podía ser rectificado por el mediador, por más que éste se encontrara en disposición de "iluminar y enaltecer el ánimo de los negociadores en favor de un acuerdo levantado y justo". (89) La postura era pues claramente combativa, ya que afirmaba que la decisión corría por cuenta de las partes en conflicto, y en ese caso, el hecho de que Chile hubiera ocupado las islas constituía un hecho consumado frente al cual sólo cabían actitudes fuertes -"el bloqueo, el desalojo, la intimación armada en el terreno mismo, etc."- (90) ; como ninguna se ensayó, pese a la intervención papal, la Argentina marchaba "hacia una nueva pérdida territorial". (91)
A su vez, respecto del acuerdo firmado en octubre de 1979 con Paraguay y Brasil por la construcción de las represas de Itaipú y Corpus, Cabildo resume en una frase: "el día 19 de octubre de 1979 debe inscribirse como día de luto para la Argentinidad". (92) La insistencia en describir con los tonos más negativos todas las negociaciones realizadas en los contenciosos con los países vecinos da cuenta sin duda de uno de los rasgos unánimemente atribuidos por los estudiosos a los nacionalismos exacerbados: la "demonización" del "otro"; la atribución a éste -situado siempre cerca- de las peores intenciones y el afán sistemático de perjudicarnos.
Finalmente, el Cardenal Antonio Samoré dio a conocer la propuesta papal el 12 de diciembre de 1980. La resolución, negativa para la Argentina, despertó abundantes críticas; "Ante la cuestión Austral: responder con un no a la propuesta del mediador", (93) es el título de la portada del número siguiente a la presentación oficial de la propuesta del Vaticano. Esta reacción no implicaba un cuestionamiento a la figura del Papa, dado que "no es el Santo Padre el responsable de su propuesta, sino el Gobierno que la ha facilitado, alentado, sugerido o cuasi forzado con su anticipada rendición, con sus debilidades, concesiones y complacencias y otras variadas escapatorias para no cumplir con el deber que él mismo se había impuesto: el de 'tomar todas las medidas necesarias para la defensa de sus planes en la zona hasta el Cabo de Hornos'". (94)
e) La guerra del Atlántico Sur
El 2 de abril de 1982, al producirse la invasión de las islas Malvinas, todas las críticas al Proceso que habían arreciado durante los meses anteriores quedaron en suspenso. El acontecimiento se vislumbró como una oportunidad para que se hallara el camino correcto. "Esta guerra es quizás nuestra última chance. Valdrá la pena morir por ella si nos purifica como
nación". (95) La necesidad de revalorizarla y terminar con una política de concesiones en el plano de la política exterior se tornó una demanda acuciante.
La recuperación de las islas fue vista bajo la óptica de que expresaba el genuino sentir del conjunto de la nación -"recuperar las islas es un acto para siempre"- (96) y como el punto de partida de la anhelada reconstrucción, "la piedra basal de nuestra actitud exterior". (97) La grande Argentina de mito aglutinador se convertía en realidad tangible.
La reivindicación de las Malvinas constituía, desde siempre, uno de los temas preferidos del nacionalismo, por lo que el accionar de los militares generó una reacción eufórica. El regreso a las bases fundacionales estaba en los orígenes del movimiento. "Hoy la Argentina se muestra a sí misma y ante el mundo digna de sus orígenes, de sus empresas heroicas y de su irrenunciable proyección histórica". (98)
La ocupación fue considerada un hecho irreversible y, por lo tanto, toda negociación debía ser encarada desde este punto de vista. La soberanía (imposible de ser negociada o puesta en discusión) estaba en juego; "Soberanía o Muerte" era la consigna que se expresaba en una portada. (99)
Por otra parte, el éxito inicial obtenido por las Fuerzas Armadas fue saludado como la emergencia de una nueva situación que revertía las claudicaciones del pasado inmediato; "se puede decir, a la vista de este clima triunfante en que se mueve el gobierno y de las inmensas expectativas que ha abierto, que ha refundado el Proceso al otorgarle una nueva legitimidad, al proponerle nuevos objetivos, al disponer de nuevas perspectivas. Es como si se hubiera penetrado en el túnel del tiempo hasta regresar a seis años atrás". (100)
Sin embargo, ante la convocatoria oficial a los partidos políticos se advierte que aquél "¡Se vuelve a equivocar! Llama a sus enemigos, incluso los más declarados y se complace en rodearse de una clase partidocrática que viene fracasando desde hace generaciones y que acompañó, provocó, alentó o aplaudió el fracaso del Proceso". (101) Pese a todo, dado el apoyo inicial de la sociedad a la ocupación, el momento lo evaluaron como una "posibilidad regeneradora" que debía aprovecharse.
Durante la guerra, la postura de Galtieri de no negociar y considerar imposible cualquier acuerdo que implicara el retiro de las tropas argentinas de las islas recibió un apoyo ferviente. Esto se desprende de lo que un acuerdo implicaría en la óptica nacionalista; el sometimiento a los dictados de Gran Bretaña y de los Estados Unidos, subordinando la nación a los caprichos de las potencias democráticas y liberales. Aludiendo a las vinculaciones de Gran Bretaña con el "tío Sam" y las Naciones Unidas, Cabildo plantea que "las alternativas de las negociaciones diplomáticas...resultan inmorales en absoluto". (102)
Lo nacional se reivindicaba así en oposición a los intereses extranjeros, por lo que ceder implicaba una traición a la patria. El que los ingleses "nunca creyeron en una decisión política argentina de tamaña magnitud" (103) fue la premisa que sirvió para dar esperanzas a todos los que creyeron en la proximidad del triunfo. Se afirmó así el gran giro que daría la Argentina, tomando al mundo por sorpresa.
Si bien el hecho de haber declarado la guerra fue en sí mismo un acto glorioso, el reclamo continuo por la victoria en el campo militar como deber nacional muestra indicios de lo que la derrota representaría para la revista. Como medio específico la guerra era el terreno en el que se esperaba el mejor desempeño por parte de las Fuerzas Armadas : "las fuerzas armadas pueden errar en política, disparatar en economía, desbarrar en diplomacia, pero no faltar a la más mínima de sus obligaciones en defensa de la soberanía". (104) Si, como estamos viendo, el tono de las críticas había cuestionado con fuerza la capacidad de la Junta Militar para gobernar, en última instancia podía llegar a atribuirse esta falencia al origen militar, ajeno a la arena política; pero en el campo militar se esperaba un triunfo. "La soberanía ya es nuestra: ahora nuestro deber es la victoria". (105) La guerra fue así considerada como la instancia culminante del sentimiento nacionalista de recuperación de lo usurpado: "seremos dignos de nuestra mejor tradición". (106) Este acto de grandeza rompía con las concesiones de la política exterior del Proceso y permitía por lo tanto una reformulación de las apreciaciones: "hasta ese entonces el país se debatía en un círculo vicioso y letal de dictadura vergonzante, extinción económica, desborde partidocrático, penuria social y astenia colectiva". (107)
El sentimiento, capturado por la revista, se correspondía directamente con hechos arraigados en el ideario nacionalista, tales como la Guerra de Independencia. Se estimaba que se había recuperado el sentir propio de aquellos años memorables: "la Argentina de hoy se ha sentido de pronto la Argentina de siempre y ha renacido en ella el vigor y el contento de los tiempos ilustres". (108) Sumergidos en el discurso beligerante, eran continuas las referencias no sólo a la independencia sino también a las invasiones inglesas. El enemigo volvía a ser el mismo, la historia se repetía y por lo tanto el pueblo nuevamente debía repeler al invasor: la Argentina llamaba otra vez a "hervir el aceite y el agua". (109) El intento de cruzada contra la descristianización del mundo se manifestaba en la guerra contra la Inglaterra protestante, erigiéndose la Argentina en baluarte de los valores hispanos y de la tradición católica.
Es interesante destacar cómo la guerra en tanto recurso retórico poseía un carácter salvador, ya no sólo como medio para recuperar las Malvinas y con ellas la dignidad, sino también como legitimadora del proyecto nacionalista de Revolución Nacional y de construcción de la Nación Católica. Es por ello la última oportunidad para caminar por el sendero correcto, ya que "no hay como la guerra para crear opciones terminantes...ni mejor oportunidad para crecer y madurar". (110)
La guerra no se ve entonces únicamente como deber moral sino también como giro histórico para lograr purificar la nación: "sólo esperamos que fructifique y dure, que supere lo sensible y epidémico, que sea el germen de un nuevo amanecer y que nadie cometa el imperdonable crimen de truncar o desaprovechar esta posibilidad generadora". (111)
Es como si la guerra borrara el juicio que previamente se había hecho del accionar de la Junta Militar: "la situación interna se ha revertido 180 grados y hoy el proceso dispone de un enorme espacio político impensable días atrás". (112) Esta modificación en las apreciaciones respondió a la creencia de que por fin sus demandas nacionalistas estaban siendo atendidas y la construcción de la Nación Católica empezaba a tornarse realidad.
Dado el apoyo inicial de la sociedad a la ocupación (el pueblo se concentró en Plaza de Mayo para celebrar la ocupación de las islas) el momento fue considerado como una posibilidad regeneradora, ya que "si las fuerzas armadas necesitaban un auténtico plebiscito sobre la acción cumplida, allí lo tuvieron". (113) Así Cabildo definió aquel momento como el de la expresión auténtica de la nacionalidad. El gobierno se convertía así en el paladín de una vieja y legítima reivindicación; la manifestación fue apreciada como un apoyo explícito a la recuperación de las islas del Atlántico Sur, teniendo lugar una metamorfosis instantánea en el humor de la población
que había agotado su tolerancia hacia la dictadura militar. El apoyo despertado respondía a ciertos cánones nacionalistas arraigados en la población argentina.
La derrota del 14 de junio fue sin duda un golpe tremendo. Replanteó el papel del Proceso de Reorganización Nacional y puso de manifiesto, desde la óptica de la revista, la separación existente entre la cúpula militar, y el resto de las Fuerzas Armadas. La expresión "traición" fue utilizada recurrentemente, acompañada de un sentimiento de decepción y necesidad de castigo al referirse a quienes, incumpliendo su deber para con la Patria, habrían dejado perder la batalla. La guerra fue por lo tanto el momento de mayor apoyo y la instancia de distanciamiento final. A partir de la derrota en el frente militar, las apreciaciones hacia el accionar de la Junta Militar no
repararán en defensa alguna, salvo la del soldado, "baluarte de la nación".
Malvinas permaneció en el ideario de Cabildo como un momento sublime e imborrable, ya que a pesar de los sucesos posteriores, "...no fue un error ir a la guerra"; (114) no podía serlo si se tiene en cuenta la caracterización que se hacía de ella . El enfrentamiento fue la respuesta más acertada ante tantas humillaciones sufridas por parte de otras naciones ante las cuales la Argentina se había mostrado impávida e inmutable. Las ansias guerreras, que no se habían concretado con Brasil y Chile, por fin se efectivizaban, despertando la Argentina del aparente letargo en el que se encontraba, "la guerra no fue un paso en falso porque no puede serlo el ejercicio de la voluntad activa de todo un pueblo respecto de una reivindicación justa". (115)
A partir de la finalización del conflicto, la revista será crítica en cuanto al desarrollo de la guerra en sí y al apoyo otorgado a ella, como también en lo referente a la asignación de responsabilidades.
Se planteó que la Argentina "nunca estuvo en guerra, en verdadera guerra", (116) a partir de las interpretaciones sobre el apoyo a la guerra por parte del frente interno, al cual se le otorgó un carácter importante, ya que en caso contrario, "de nada valen los soldados que combaten en primera fila". (117) El frente interno, compuesto por la sociedad, los altos mandos militares que impartieron órdenes desde Buenos Aires, y los partidos políticos, debió manifestar su compromiso con la recuperación de las islas. Aunque en un principio la exaltación popular en Plaza de Mayo confirmaría lo dicho, esta posición no se mantuvo durante la guerra, por lo que la falta de convicción que existió en el gobierno y también en parte de la sociedad condicionó, para Cabildo, el devenir militar. El escaso apoyo y, principalmente, las críticas de los partidos políticos motivaron en la revista una categórica definición del verdadero enemigo: "no hay peor enemigo que el interno". (118) Todas estas ideas giraban alrededor de la idea de las dos Argentinas.
Su convicción respecto de la existencia de dos Argentinas, "una combatiente, otra especuladora; una con sentido metafísico y religioso de la guerra, otra materialista y frívola", (119) los llevó a sostener que "la guerra no la ganó Gran Bretaña, sino aquella porción de la Argentina que nunca quiso la guerra y trató voluntaria o involuntariamente de perderla". (120)
Esta distinción analítica explica el desdoblamiento que desde Cabildo se hizo de las fuerzas militares: por un lado, la Argentina gobernante, cuyos errores precipitaron la pérdida de Malvinas, recayendo sobre ellos la responsabilidad por la derrota, y por el otro, el soldado combatiente. "Esta guerra nos enseña que en realidad nunca se pensó en que se iba a la guerra". (121) Al menos eso se consideró con respecto a los altos mandos, cuyo accionar no se correspondió con tamaña iniciativa, porque "hubo errores gruesos en la atención de los preparativos militares y diplomáticos, en la confección de las estrategias políticas; no se preparó a la opinión interna del país ni se puso a éste en pie de guerra". (122)
La consternación provenía de la ligereza con la que a su entender la ocupación había sido tomada. "¿Con qué derecho los generales, almirantes, brigadieres, entraron en una guerra y se retiraron de ella sin dar explicaciones?". (123) La inmediatez de los acontecimientos llevó al apoyo ilimitado por parte de Cabildo al declararse la ocupación, pero el también sorpresivo retiro llevó a su definitivo distanciamiento.
La falta de atribución de responsabilidades con respecto a la retirada y la derrota marcaron la clara ruptura que tuvo lugar en el interior de las Fuerzas Armadas, ya que teniendo en cuenta que "hubo quienes no hicieron la guerra con entereza", (124) el pedido de castigo fue una de las patas de la reconstrucción. El pasaje por la guerra fue fugaz, pero permanecerá en la memoria del colectivo nacionalista.
La reconstrucción nacional, asentada en la derrota, se erigió como demanda impostergable. Para su consecución se necesitaba de la recomposición de las Fuerzas Armadas y la asignación de responsabilidades; "exigimos incansablemente el supremo castigo a los traidores". (125) El castigo es tomado como posibilidad regeneradora, como componente purificador de aquellos sectores enfermos y corrompidos que "hacen del uniforme un disfraz, del generalato una buena ocasión", (126) y deben ser separados del cuerpo sano que constituían las Fuerzas Armadas vistas en su totalidad.
En todas las argumentaciones se percibe cómo, a pesar de las críticas proferidas al estamento militar, desde Cabildo se establece una clara distinción entre los oficiales de medio y bajo rango y aquéllos de mayor jerarquía. El soldado debe exigir respuestas "a los altos jefes que temblaron ante el deber y sobre todo al régimen que los entregó y que hizo inútil en lo inmediato su cruento sacrificio". (127)
La revista, en respuesta a las críticas realizadas por los partidos políticos a la gestión militar, hizo hincapié en la defensa ferviente del soldado. La publicación, sin duda, se hacía eco del pensamiento de ciertos sectores de las Fuerzas Armadas, "indignados por la manera en que las investigaciones gubernamentales han dejado a algunos generales culpables sin tocar", (128) pero también enardecidos porque "los políticos aprovechan para denostar a las FFAA globalmente", (129) es decir, sin discriminación alguna entre los soldados y la conducción.
Esta distinción tan fuerte entre las Fuerzas Armadas como institución y la cúpula militar en el gobierno respondió a la necesidad de reconocer la pureza del estamento militar y de su función imprescindible en la sociedad. Las fuerzas militares son "una aristocracia con clara conciencia histórica y con claro sentido de su deber político y cultural. Pero las FFAA argentinas han olvidado su función, han olvidado sus obligaciones y han repudiado su destino...sólo su esencia las preserva de su existencia". (130) No obstante, afirmaban que "a pesar de sus vicios y de sus errores, esconden en su naturaleza la posibilidad postrera". (131)
Se reclama la remoción de los responsables antes de que los partidos políticos tomen esa bandera en su nombre, ya que siendo "instrumentos del poder extranjero, se hallan dedicados a la tarea de recortar el poder militar argentino". (132) Y esto no podía ni debía ser permitido, por entender a las Fuerzas Armadas como la institución fundamental para la estabilidad y el orden. "Las fuerzas deben limpiarse, liberarse de la cúpula oligárquica que las ha deformado", (133) pero esta tarea les compete solamente a ellas.
La culpabilidad, por supuesto, no sólo recaía en la cúpula militar sino también en el accionar de los partidos, ya que "no habrá victoria mientras no se declare la guerra a quienes trocaron la guerra justa por el circo partidocrático". (134) El frente interno, identificado también con los partidos políticos que no quisieron ni apoyaron la guerra, es responsabilizado por la derrota. La apertura democrática será, como veremos seguidamente, cuestionada con dureza a fin de concienciar respecto del peligro de consagrar a un partido en el poder. Las dos derrotas, consideradas así por Cabildo, fueron achacables al alto mando castrense, "una la del 14 de junio frente a los soldados británicos; y la otra frente a la partidocracia local". (135)
La recomposición de las Fuerzas Armadas, en tanto sostén de la nación, se tornó inminente, teniendo en cuenta que la Nación no podría florecer con sus bases corrompidas. La importancia otorgada al estamento militar radicaba en considerar al ejército la institución pre-liberal más importante, basada en el orden, la jerarquía, el corporativismo y era, para los nacionalistas, la encargada de restaurar la moral a la patria, entendida en este caso como una restauración acompañada de la limpieza de sus filas. La oligarquía castrense debía ser desterrada, pero "no en nombre de la democracia sino de las fuerzas armadas, no en nombre de la plebe izquierdista sino de los oficiales jóvenes que no saben servir a la Patria sino a través de estas instituciones que son anteriores a todas las demás". (136) La iniciativa debía venir de la mano de los militares evitando intromisiones arbitrarias.
f) El retorno a la democracia
La guerra evidenció de manera concreta todas las falencias del Proceso de Reorganización Nacional que desde Cabildo se venían enumerando, y las potenció. Quedó así al desnudo, para los nacionalistas católicos, la república liberal en todas sus facetas: "la derrota de Puerto Argentino y en general, el Estado de postración, de fracaso y de humillación que vive y soporta la Nación, pertenece... a la historia de la república Liberal: la Argentina está como está porque es liberal". (137) Ante la realidad concreta de la derrota militar se volvió al clima de críticas previo a la guerra, pero esta vez más enardecido. La radicalización respondía al desenmascaramiento del gran enemigo: el liberalismo.
El proceso fue evaluado como "la culminación del régimen liberal implantado en, sobre y contra el país desde 1852". (138) Si bien lo ocurrido recaía, como se ha visto, sobre el actual gobierno y las Fuerzas Armadas, el carácter liberal que tiñó el desarrollo de la Nación desde Caseros fue considerado el verdadero responsable. Se incriminó así al liberalismo y a la generación del '80, responsable porque "nos hizo prósperos y modernos, pero por supuesto al modo iluminista: en forma cruel, a un precio altísimo, bajo un signo ideológico y contra la realidad... Si bien había transformado a la Nación, también la había trastocado; así como la había hecho progresar, también la había puesto en cuestión hasta llevarla a una confusión exasperada que en estos días alcanza los picos de caos" (139) ; por supuesto, contradictoria con los valores nacionales y católicos.
Otra de las lecturas de la revista analizaba la internacionalización en clave del sometimiento de las naciones a los dictados del exterior y como pérdida de su derecho soberano. "La pérdida de Malvinas era no sólo una fracturación territorial sino la expresión corpórea de aquel sometimiento". (140) En esta línea, el liberalismo era la ideología que por excelencia se había encargado de conducir los asuntos nacionales, sometiendo al país.
La introducción del componente liberal en la argumentación de Cabildo es sumamente interesante, no (por supuesto) por lo novedosa, sino por su funcionalidad en este caso en particular. Si bien la cúpula militar es fuertemente criticada y cuestionada, la crítica no se centra en la esencia de dicha institución, sino en la debilidad de algunos militares que encarnan el espíritu castrense. Éstos flaquearon frente al liberalismo y respondieron a intereses contrarios al sentir y a la especificidad militar. El liberalismo corrompió a la cúpula militar; se afirma así que "el sistema liberal, se levantó hasta ahora sobre dos pilares a los que recurrió según sus necesidades: los partidos políticos y las fuerzas armadas". (141) Esta distinción es necesaria para el nacionalismo católico a los efectos de intentar comprender por qué las Fuerzas Armadas, en las que habían depositado tantas esperanzas, no respondieron a sus expectativas.
Era importante para Cabildo establecer una clara distinción entre la guerra y la batalla. Si se consideraba a la guerra aún no perdida, entendiendo que era librada contra el liberalismo, y sólo daba por perdida la batalla de Malvinas, podría esperarse el apoyo nacionalista y evitar la intromisión de los partidos. El llamado a elecciones era la pérdida de la guerra. "Hay que evitar que la derrota militar se convierta en derrota política, ya que lo que se perdió fue la batalla, no la guerra".
La pendiente que condujo a los militares hacia la entrega del poder a los partidos políticos exacerbó en el discurso de Cabildo tanto el cuestionamiento a la jerarquía militar protagonista del Proceso de Reorganización Nacional, como la descalificación anticipada del régimen que se instaló tras las elecciones del 30 de octubre de 1983.
Ante la apertura democrática, Cabildo dedicó todos sus esfuerzos en destacar el error que se iba a cometer, aduciendo que al ser los partidos políticos el arma política del liberalismo, no debía permitirse su convocatoria ya que nuevamente se implantaría de su mano un orden contrario a la
nación. Resultaba inimaginable concebir que "los caídos habían ido a la muerte para reponer en el Estado al peronismo o a la UCR". (142) La incoherencia de restablecer a los partidos políticos anulaba la pretensión militar de intervención para salvaguardar el orden, ya que ¿qué tipo de orden podía instaurarse de la mano de los partidos políticos, considerados responsables del temible caos contra el cual se había erigido Cabildo? Esta contradicción, para quienes hacían la revista, era contundente. Su apoyo sólo era justificado mientras el Proceso respondiera aunque fuera de manera parcial a sus demandas, pero de ningún modo podía ser apoyado el restablecimiento de la culpable partidocracia. El distanciamiento definitivo se había consumado.
Conclusiones
"Demasiado antiguo todo". (143) Así valora el más destacado estudioso actual de la derecha tradicionalista española las postulaciones de los grupos nacionalistas católicos en los años previos a la guerra civil de 1936-1939. ¿Qué cabe entonces decir de quienes, cuarenta o cincuenta años más tarde, defendían casi sin variantes las mismas ideas?
Las contradicciones entre el gobierno del Proceso y el ideario de los editores de Cabildo emergieron como lógica consecuencia de las enormes diferencias existentes entre la realidad concreta y los deseos de los nacionalistas. Los militares del Proceso tenían un proyecto, pero éste sólo circunstancialmente podía coincidir con quienes aspiraban a construir un "orden nuevo", cuyas raíces se encontraban en la sociedad medieval.
Los defensores a ultranza del realismo político, que descalificaban la Revolución Francesa por "utópica" y "apriorística", no percibían (o no querían percibir) la distancia que separaba a la compleja sociedad argentina de su proyecto, antidemocrático y aristocratizante. Si bien es cierto que la soberanía popular no entraba en lo más mínimo dentro de su discurso, su visión del futuro debía tener algún anclaje real, actores sociales de peso que la compartieran. La inviabilidad de su propuesta, que arrasaba tanto con el liberalismo como con la democracia de partidos, aseguraba su aislamiento, más allá del apoyo individual de algunos miembros de las clases dominantes.
Podían producirse momentos en los cuales los militares en el poder parecían responder a sus expectativas -y el tratamiento dado a algunas de las figuras de esos años, como el general Ramón Camps o el almirante Emilio Massera parecía mostrarlo-, pero la tajante dicotomía que establecían entre quienes estaban del lado de la patria y sus enemigos, del caos en contraposición a la Nación, de las dos Argentinas, no contribuía en manera alguna a establecer fórmulas de acercamiento duradero. El hecho de sentirse poseedores de la verdad llevaba inevitablemente a la intolerancia, a la descalificación del "otro", que no merecía consideraciones ni miramientos. Los integrantes del Proceso no escapaban a ese tratamiento; podían ser elogiados de manera coyuntural, sobre todo en tanto integrantes del poder militar, al que reconocían como tronco constitutivo de la patria, pero si no asumían "in toto" su programa de construcción de la nación católica, el desencuentro era inevitable.
Por lo tanto, no es casual que, salvo situaciones excepcionales, los militares no contaran con ellos. Eran aliados útiles para algunos menesteres -el tema de su incidencia en la política cultural del Proceso merece ser estudiado- pero en general terminaban resultando incómodos. Constituye sin duda un hecho relevante que un número de la revista llegara a prohibirse, y que discursos de los Comandantes en Jefe tuvieran párrafos implícitamente dirigidos a condenar su intransigencia.
Es que la propuesta nacionalista, capaz de encontrar seguidores entre algunos miembros de las Fuerzas Armadas, carecía, como se ha dicho, de toda viabilidad para ir más allá de santificar la "guerra sucia" y descalificar la democracia. Con todas sus contradicciones a cuestas, la mayoría de los militares del Proceso de Reorganización Nacional no estaban dispuestos a llegar tan lejos como para impulsar un proyecto tan excluyente, en el que no había lugar más que para "cruzados" imbuidos de la convicción de estar en posesión de la verdad absoluta.
CABILDO Y EL ANTISEMITISMO (I)
"El antisemitismo en la Historia argentina reciente: la revista Cabildo y la conspiración judía" (144) .
Jorge Saborido
Universidad de Buenos Aires-
Universidad Nacional de La Pampa
RESUMEN
En el trabajo se propone una revisión de las posturas antisemitas desplegadas durante las décadas de 1970 y 1980 por el principal órgano de prensa del nacionalismo católico argentino, la revista Cabildo. En particular se preocupa en destacar la persistencia de esta corriente de pensamiento en elaborar argumentaciones orientadas a sostener la existencia de una conspiración judía destinada a dominar el mundo. Además, las mismas se aplicaron al análisis de la realidad argentina con el objeto de reforzar la idea de que el país no sólo necesitaba vencer a la revolución sino también construir un "orden nuevo", antiliberal y antidemocrático.
SUMARIO: 1. Introducción. 2. Características de la publicación. 3. La postura general de Cabildosobre el tema. 4. La conspiración judeo-marxista en la Argentina durante la década de 1970. Gelbard, Timerman y Graiver. 5. Los judíos y el gobierno radical. 6. A modo de conclusión. 7. Referencias Bibliográficas
Introducción
Los estudios sobre el antisemitismo en la República Argentina se han centrado en el período anterior al encumbramiento del peronismo y, con excepción de la obra reciente de Daniel Lvovich (145) , abordan situaciones específicas, tal como se indicará más adelante. Por el contrario, la historia más reciente ha sido descuidada, sin que sea razón suficiente sostener que su uso político haya disminuido. La existencia de un discurso antisemita dentro de las corrientes nacionalistas de derecha (146) ha sido permanente; en su versión extrema defienden lo que con acierto Lvovich ha definido como "antisemitismo conspirativo", la defensa a ultranza del mito de una "conspiración judía" organizada para la dominación mundial, y que se asentaba sobre una alianza entre marxistas y capitalistas. Por supuesto, los orígenes del mito provienen de Europa, y el famoso estudio de Norman Cohn nos brinda pruebas irrefutables de las circunstancias y características de todo el proceso, así como también de su difusión (147) .
El tema de este trabajo es revisar las características del discurso antisemita -en el sentido que lo estamos definiendo- tal como se manifiesta en el principal órgano del nacionalismo católico durante la última dictadura militar argentina, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) y los años de gobierno de Raúl Alfonsín. Se trata de la revista Cabildo, a la que ya hemos dedicado algunas investigaciones parciales (148) ; la idea que orienta este texto, acotado en su temática, es que los integrantes de la revista revitalizaron la idea de la "conspiración judía" adaptándola a la realidad argentina del momento, con el objeto de demonizar a determinadas personalidades, atribuyéndoles la participación en un plan destinado a apoderarse de la Argentina. En este emprendimiento coincidieron con sectores de las Fuerzas Armadas - especialmente del ejército- para quienes una construcción de este tipo resultaba altamente funcional en su cruzada de reconstrucción de la República Argentina sobre "nuevas " bases.
Con posterioridad, producida la restauración democrática, la idea del "antisemitismo conspirativo" siguió siendo utilizada como argumento para la descalificación del gobierno radical, al que acusaban de impulsar la revolución en su fase socialdemócrata, apuntalado por una amplia presencia de los judíos en los ámbitos de gestión gubernamentales.
Características de la publicación
Desde su aparición en los años 70, la revista Cabildo se constituyó en la expresión más emblemática del nacionalismo católico argentino. El primer número salió a la venta el 17 de mayo de 1973, ocho días antes de la asunción del Dr. Héctor J. Cámpora como presidente de la República Argentina, tras producirse el amplio triunfo del Frente Justicialista de Liberación en las elecciones del 11 de marzo de ese año.
El tono sostenidamente antidemocrático de sus cuestionamientos, que se centraron en la demanda continua a los militares para que tomaran el poder, condujo a que tras la muerte del general Juan Domingo Perón, la revista fuera clausurada tres veces por el gobierno de María Estela Martínez de Perón: primero en febrero de 1975 (tras haber publicado 22 números); luego en mayo de ese mismo año (había reaparecido con el nombre de El Fortín), y finalmente en febrero del año siguiente, después de que en junio de 1975 su prédica continuara en las páginas de Restauración.
Producido el golpe militar de marzo de 1976, Cabildo logró reiniciar su actividad normal en agosto, especificándose que se trataba de una "Segunda época", razón por la cual arrancó otra vez desde el número 1.
Durante el período del Proceso de Reorganización Nacional, Cabildo fue una publicación mensual, periodicidad que se mantuvo de manera medianamente regular (en varias ocasiones un número abarcaba dos meses). Cabe citar que en julio de 1977 una disposición del Poder Ejecutivo ordenó el secuestro del número 8, correspondiente al mes de junio y prohibió la edición del número correspondiente al mes siguiente. Esta prohibición, como se verá, estaba vinculada con el tema que estamos tratando, dado que en esos días había estallado el llamado "caso Graiver" que incluyó el secuestro clandestino y la posterior detención "legal" del conocido periodista Jacobo Timerman.
A lo largo de esos años se mantuvieron en sus puestos tanto el director (Ricardo Curutchet), como el secretario de redacción (Juan Carlos Monedero), produciéndose en cambio algunas modificaciones en el plantel de colaboradores, que incluía aportes tan significativos como el del líder de la hispánica Fuerza Nueva, Blas Piñar, el general Adel Edgardo Vilas, responsable del operativo antiguerrillero en la provincia de Tucumán, o intelectuales de larga militancia en el nacionalismo como Julio Irazusta, Federico Ibarguren, Francisco Javier Vocos o Walter Beveraggi Allende. Ya en pleno periodo democrático, también colaboró con cierta frecuencia el general Ramón J. Camps, uno de los más activos impulsores de la represión ilegal, defensor absolutamente convencido de la existencia de una conspiración judía, y expresión de la línea "dura" dentro del ejército. Las modificaciones que se produjeron en el staff de la revista no implicaron en manera alguna cambios relevantes en los planteamientos de la publicación, sobre todo en aquellos de carácter doctrinal; si bien se indicaba que "los artículos firmados no expresaban necesariamente la opinión de los integrantes de la revista", la línea era "bajada" por la dirección y los artículos no muestran contradicciones significativas (149) .
La postura general de Cabildo sobre el tema
Como expresión de las ideas del nacionalismo católico, Cabildo defiende con absoluta convicción los conocidos estereotipos relacionados con la conspiración judía mundial; un ejemplo basta para mostrarlo: cuando como consecuencia del comentario de un tema vinculado con la situación argentina del momento -concretamente a la situación de Jacobo Timerman, a la que nos referiremos más adelante-, desde algunos medios de comunicación se acusó a la revista de antisemita, la respuesta se despliega en dos planos: por una parte, niegan su antisemitismo con el argumento de que "¿Cómo podemos ser racistas los que adoramos a un Dios que es judío en la carne?" (150) ; por otra, destacan con claridad cuál es la base de su antijudaísmo:
¿Quién puede negarnos, con seriedad, la complicidad manifiesta del Judaísmo con el Comunismo, ampliamente documentada en tantas y tan trágicas experiencias históricas? (recuérdese a quienes financiaron la Revolución Rusa). ¿Quién puede negar la instrumentación del Comunismo como elemento ideológico de destrucción por parte del Imperialismo Internacional del Dinero? (151)
Ese mismo artículo va acompañado de un recuadro en el que con el título de "Omitir la Historia" se realiza "un breve recuerdo histórico absolutamente objetivo, sobre la relación comunismo-judíos", y luego pasa revista a todos los comunistas de origen judío (real o supuesto), desde Marx hasta los gobiernos bolcheviques. La enumeración finaliza con un planteamiento por demás desafiante: "si lo señalado es antisemitismo o hacer luz en la historia" (152) .
En todo momento destacan que la denuncia no era nueva: "desde muchos años atrás lo veníamos diciendo: detrás de cada agente de la subversión mundial hay un odio teológico que lo azuza y un poder financiero que lo sostiene" (153) . Los elementos del mito estaban todos puestos sobre la mesa.
La República Argentina estaba afectada por el "problema judío", que consistía, entre otros elementos en el hecho de que "organizaciones hebreas han manifestado pública y solemnemente su voluntad de preservar 'su identidad cultural' como la mejor forma de no ser argentinos" (154) .
En cuanto a la caracterización del judío como tal, Cabildo no dudaba en utilizar todos los estereotipos tradicionales, tanto en la representación gráfica -anteojos, nariz ganchuda, barba en punta- como en la atribución de determinadas particularidades -su interés desmedido por el dinero, su (supuesta) participación en operaciones financieras dudosas-. Los judíos eran gente "de apellido intraducible", y algunos de ellos, como Gelbard, ministro de Economía del último gobierno de Perón, eran personas "provenientes de oscuro 'ghetto' lejano y de profesión, mercachifle". La negación del "holocausto" aparece con frecuencia: se condena a quienes tratan la "solución final" como "si hubiese sido el acontecimiento culminante de la historia humana" (155) , y es tratado a través de "películas insustanciales y descabelladas " y "documentales o dramas simplistas". En su opinión, "para muchos judíos el 'Holocausto' se ha convertido en un negocio muy pingüe y en una especie de nueva religión" (156) .
La conspiración judeo- marxista en la Argentina durante la década de 1970. Gelbard, Timerman y Graiver
Ahora bien: ¿cuál es la funcionalidad de ese mito en la Argentina de los años 70? La respuesta es muy simple: para Cabildo, la República Argentina se ha visto enfrentada a una conspiración judeo- marxista-montonera -que es contra la cual intervinieron las militares del Proceso de Reorganización Nacional-, la cual ha podido desarrollarse como consecuencia de la existencia de un ambiente propicio, creado por el liberalismo democrático, "y tan es así que fueron y son sus personeros los principales implicados y beneficiarios de este gran y largo operativo de las finanzas judías" (157) . Por lo tanto, la actuación represiva puede, y debe, ser muy vasta, porque vasta es la red que ha construido la subversión a lo largo de los años.
El punto de partida de esa estructura política, económica y cultural de dominación que se ha construido para someter a la República Argentina lo remontan a la presidencia de Arturo Frondizi, "primer responsable, plenamente consciente, de la irrupción en el plano del poder de los pioneros de esa línea que luego se consolidaría con Lanusse, Cámpora y Perón" (158) . La composición gráfica de una de las portadas resume la idea más que cualquier elaborado argumento: bajo el título de "los responsables, los financistas y los ejecutores", se intercalan las fotografías de los presidentes Frondizi, Lanusse, Cámpora y Perón; de José Ber Gelbard, del financista David Graiver, y de los guerrilleros Mario Santucho (dirigente principal del Ejército Revolucionario del Pueblo) y Mario Firmenich, cabeza visible de la organización Montoneros (159) .
Los tres grandes temas de actualidad que se utilizaron en la revista para fundamentar la existencia de una conjura judía aparecen ya en los primeros números y son: las negociaciones que rodearon a la adjudicación de la empresa Aluar (Aluminio Argentino) durante la presidencia del general Alejandro Agustín Lanusse, que se relaciona con José Ber Gelbard (160) ; el llamado "caso Graiver", vinculado con el accionar del financista David Graiver (161) y su supuesta relación con la organización Montoneros, y los avatares por los que atravesó el periodista Jacobo Timerman, encarcelado por el Proceso y luego liberado como consecuencia de la presión internacional.
La primera de las cuestiones es analizada como la (supuesta) unión para delinquir entre quién, como Lanusse "fue un distinguido oficial del Ejército Argentino capaz de reiterados gestos de hidalguía y valor" (162) , y José Ber Gelbard, personaje atacado preferentemente por Cabildo (163) .
Estas dos personalidades, socialmente tan opuestas, sin embargo se relacionaron de forma que para Cabildo "son la síntesis sobreviviente de casi un cuarto de siglo de descaecimiento (sic) de la Nación" (164) . ¿Cuál es esa síntesis? Se trata, simplemente, del liberalismo creando el escenario para la emergencia del peligro judío.
En el caso específico de las negociaciones realizadas para la creación de la empresa, una operación de envergadura destinada a la producción y exportación de aluminio, la opinión de Cabildo es que "el asunto ALUAR no sólo es un negociado económico sino una maniobra política" (165) ; esa maniobra consistía en financiar el regreso de Perón.
La referencia a la alianza entre el capitalismo y el comunismo bajo el control de los judíos se percibe con claridad en la portada del número 3, en el que aparecen caricaturizados un guerrillero y un opulento banquero norteamericano, ambos con los rasgos faciales que se atribuyen a los israelitas -barba, nariz ganchuda-, abrazados bailando sobre el mapa de la República Argentina, con la inscripción "Aliados contra la Nación" (166) .
La descalificación de Gelbard como manifestación visible del poder judío en la Argentina se argumenta de manera rotunda: en ocasión de su muerte, la revisión de su biografía acude a los tópicos propios del antisemitismo conspirativo:
una inadaptación al medio nacional donde le toque desempeñarse por sentirse "una isla en el océano de la gentilidad". La tercera, en fin, es la conjetura de que don Abraham Gelbard o doña Sara de Gelbard puedan haber participado de la mentalidad socialista y marxista de la mayor parte de los judíos polacos de la época (167) ,
que luego se trasladó al hijo.
No interesa aquí conocer los pormenores de la cuestión judicial respecto a Aluar ni su desenlace final (168) ; lo importante es destacar cómo desde la revista se construyó un discurso en el que el escenario creado por el liberalismo dio lugar a que judíos y hombres "de limpia familia principal" (así se define a Lanusse, un militar de familia perteneciente a la alta sociedad) se unieran para perjudicar a la nación (169) .
El "caso Graiver" constituye el foco de atención de Cabildo durante bastante tiempo, dadas las características del personaje, una figura no demasiado conocida por la sociedad argentina, que falleció el 8 de agosto de 1976 a los 35 años en un accidente de aviación en México.
El joven David Graiver, audaz personalidad que desarrolló una amplia actividad financiera, que abarcó incluso el ámbito internacional, fue en sus comienzos funcionario del ministerio de Bienestar Social durante el gobierno de Lanusse. No es nuestro objetivo profundizar en las actividades de Graiver, que incluyeron el aporte de capital para el periódico La Opinión, que dirigía Jacobo Timerman, y la (supuesta) vinculación con el grupo Montoneros -se afirma que parte del dinero obtenido por el secuestro de Jorge Born estuvo colocado en una de las instituciones financieras-. Nuestro tema es la manera como fue tratado por Cabildo. En principio, hay que detectar una coincidencia: es descalificado por la revista en términos similares a los utilizados con Gelbard:
Ese vástago de un judío polaco que supo hacerse de una gruesa fortuna entre nosotros, multiplicó la habilidad nativa del progenitor y, en alas del genio lucrante de su raza expandió su personalidad hasta el corazón mismo de Wall Street, pasando desde luego y simultáneamente por el comercio, la industria, las comunicaciones (...), y como no podía ser de otro modo, la política nacional clandestina y los altos niveles del Estado argentino. (170)
Las dimensiones que se le atribuyen a la figura y la gestión de Graiver en relación con las referencias a su vinculación con las finanzas de los grupos guerrilleros, les lleva a comparar la situación con el célebre "caso Dreyfus", que conmovió a la Tercera República Francesa en el tránsito entre los siglos XIX y XX. La relación la encuentran en el hecho de que
uno y otro sirven para detectar la hondura del mal, la perversidad de los dirigentes políticos, la identidad del enemigo y la indefensión de dos naciones ingenuas y desordenadas por la democracia (171) .
Ese enemigo es el judío, y "la vida del Nacionalismo, aquí en Francia y en Centro Europa consistió en denunciarlo" (172) .
Si bien en esos momentos -primeros tiempos de la gestión de la Junta Militar encabezada por el general Videla- estaban convencidos de la voluntad de los militares en el poder "de hundir el escalpelo hasta lo más hondo de la herida", advertían que las fuerzas opuestas a que se avanzara en el esclarecimiento de toda la situación iban a arbitrar todos los medios para impedir que se lograran esos objetivos; por lo tanto, había que estar alerta para resistir. Las características del enemigo, de los artífices de la "derrota nacional", las definen de manera que no dejan lugar a dudas:
Aquí no hay ningún racismo en desarrollo, ni ningún 'pogrom' en trámite (...) no es culpa nuestra si por abrumadora mayoría esos nombres son de difícil pronunciación; nosotros no los impulsamos a que delinquieran contra el país. (173)
El "caso Graiver" tuvo una larga vida; pese al empeño de hombres del Proceso como el general Ramón J. Camps, quién publicó un libro destinado a mostrar la supuesta trama financiera controlada por Graiver -que llegaba a sostener incluso a la guerrilla montonera (174) -, ya en plena democracia la justicia ordenó al Estado la restitución de los bienes de la familia Graiver, que habían pasado a manos de aquél por decisión de la Comisión Nacional de Restitución Patrimonial (CONAREPA), organismo creado por la dictadura.
Para Cabildo, esta decisión fue definida como el "escándalo Graiver", y el juicio que le merece es elocuente: "la Nación ha sido condenada" (175) .
Las vicisitudes atravesadas por el periodista Jacobo Timerman constituyeron uno de los acontecimientos más conocidos fuera de las fronteras del país en relación con la política represiva desplegada por la dictadura militar (176) . Su prisión y los múltiples reclamos realizados para obtener su liberación determinaron que su nombre apareciera en la prensa internacional contribuyendo a difundir las violaciones a los derechos humanos que se estaban perpetrando en la República Argentina (177) .
Fundador y director del diario La Opinión, un órgano de prensa en el que a principios de los años setenta colaboraron algunos de los mejores periodistas del país, Timerman y su periódico tuvieron un comportamiento ambiguo durante los primeros momentos de la dictadura; sus ideas, expresadas en el periódico, giraban alrededor del argumento de que las dimensiones alcanzadas por la violencia política en la Argentina justificaban el golpe del 24 de marzo de 1976, pero además sostenía la idea, muy difundida en ciertos círculos, que Videla constituía un freno frente a la extrema derecha del Proceso, encarnada en figuras como Camps y los generales Ibérico Saint Jean y Guillermo Suárez Mason. Su situación sin duda era delicada en un momento político muy complejo, pero su secuestro, realizado el 14 de abril de 1977, se produjo como consecuencia de la intención de estos grupos militares, que operaban preferentemente en la provincia de Buenos Aires, por demostrar tanto su supuesta filiación comunista como su vinculación con David Graiver.
La detención de Timerman fue evaluada positivamente por Cabildo: "cuando el 'caso Timerman', tantas veces denunciado, tantas veces desoído, comenzaba a corporizarse con su detención, tantas veces esperada" (178) . El número de junio de 1977, en el que se trataban todas las cuestiones que nos ocupan, fue secuestrado por decreto del gobierno, el que incluyó además la prohibición de la salida del número siguiente, lo que mostraba sin duda las tensiones existentes dentro del gobierno frente a una situación que incluía serias acusaciones contra dos judíos, un banquero exitoso con relaciones en el ámbito de las finanzas internacionales y un periodista conocido en todo el mundo. La defensa de quienes hacían la revista frente a los ataques que se le dirigieron desde diferentes terrenos por sus posiciones antisemitas, se centró en sostener que el gobierno había claudicado frente al "poder judío, que con múltiples manifestaciones la había cubierto (a Cabildo. J.S.) de amenazas " (179) .
Timerman estuvo preso hasta el 21 de septiembre de 1979, fecha en que despojado de su nacionalidad argentina fue enviado a Israel. Los dos años y cinco meses de su detención -diecisiete de ellos con arresto domiciliario- fueron acompañados de innumerables polémicas dentro del gobierno y de negociaciones internacionales a muy alto nivel, las que han sido muy bien relatadas (180) . Cabildo, que sostenía -obviamente sin aportación de pruebas- que el periodista formaba parte de la conocida y omnipresente trama conspirativa judeo-marxista, no perdió ocasión en ese tiempo para exponer sus ideas sobre el acusado y sobre la situación.
Cuando el gobierno tomó en abril de 1978 la decisión de transformar su detención en arresto domiciliario, la tapa de la revista ya anunciaba su indignación: encima de una foto del periodista un titular tipo "catástrofe" decía ¡IMPUNE!, y debajo completaba: "Jacobo Timerman agente de la corrupción y la subversión" (181) . El editorial, firmado por el director, destilaba un odio insuperable por el personaje:
Simbiosis de las peores tendencias (...) vomitó su odio, su ambición y su irreverencia, sobre las raíces mismas de la nación que tan desaprensivamente lo había acogido. (182)
Asimismo, señalaba su papel como agente de fuerzas ocultas y de poder irresistible: "la libertad de Timerman es el triunfo de las fuerzas que él invoca y convoca y, ciertamente, representa" (183) .
Contra la opinión de quienes escribían en Cabildo, el ex director de La Opinión no fue puesto en libertad inmediatamente; si bien no hubo una acusación en regla contra su persona, se lo mantuvo detenido en virtud del Acta de Responsabilidad Institucional, instrumento creado por los militares que permitía aplicar sanciones extraordinarias sobre personas "responsables de ocasionar perjuicios a los superiores intereses de la Nación".
Sin embargo, Timerman fue finalmente liberado, lo que renovó las protestas de Cabildo, que acusó directamente al gobierno de haber cedido en su empeño de descubrir toda la trama que rodeaba el caso; como indicaron en la tapa, se trataba de "un triunfo de la subversión internacional" (184) . Nuevamente, estábamos en presencia de fuerzas que tenían capacidad como para neutralizar cualquier accionar que afectara sus operaciones:
Despojar a Jacobo Timerman del honor de ser argentino y expulsarlo del país no atenúa la responsabilidad de quienes posibilitaron su impunidad ni, mucho menos, modifica la situación de fondo, cuál es que la conspiración centrada en la audacia de un trashumante afortunado continúe sumida en un pozo de oscuridad y de suspicacias, sin que nadie alce el velo que cubre esta conspiración antiargentina. (185)
La sintonía de Cabildo con algunos sectores del ejército se manifiesta claramente en ese momento, ya que ante la rebelión del general Luciano Benjamín Menéndez, ésta era justificada por el hecho de que la libertad de Timerman era "una grave defección ética y política, que afecta en su corazón al proceso militar mismo" (186) .
El tema no se agotó con la libertad de Timerman; el accionar internacional del periodista denunciando las torturas a las que había sido sometido, que culminaron en 1981 con la publicación en Estados Unidos de un libro relatando las mismas, Prisoner without a name, Cell without a number (187) , forzaron la intervención del nacionalismo para atacarlo. Cabildo dio cuenta de la edición del libro con un artículo en el que se descalificaba su testimonio - "la pretensión que nos transmite Timerman en el sentido de apelar a nuestro horror, sencillamente nos deja fríos" (188) -, pero además se negaba su carácter de víctima, ya que "fue un activo contendor, de un lado de la barricada" (189) . Con la simplificación que caracteriza todos sus juicios, la controvertida figura de Timerman se transformó, en sus palabras, en "un comunista emboscado, un guerrillero sedicente, un miserable cómplice de la subversión" (190) .
Los Judíos y el gobierno Radical
El retorno de la democracia fue una pésima noticia para los nacionalistas de Cabildo, que responsabilizaron a Videla -"el gran culpable"- del fracaso del Proceso de Reorganización Nacional. No cabían dudas en relación con el hecho de que luego de la Guerra del Atlántico Sur librada entre abril y junio de 1982, el distanciamiento del nacionalismo católico respecto de los militares en el poder era total, pero eso en manera alguna implicaba algún tipo de apoyo a todo el proceso que concluyó con las elecciones del 30 de octubre de 1983; por el contrario, los ataques fueron enormemente virulentos desde un principio.
A la descalificación tradicional que hacían de las instituciones democráticas se agregó la circunstancia de que la victoria electoral de Raúl Alfonsín fue considerada, nada más y nada menos, como el triunfo de la revolución en su versión socialdemócrata (191) . Ya en la etapa previa a las elecciones, el candidato Alfonsín era caricaturizado como "El Alfonsín Colorado" y una de las portadas lo hacía aparecer disfrazado como la figura de un popular programa de televisión del momento -"El Chapulín Colorado"- acompañado de un epígrafe que decía "¡Siganme los Zurdos! ", y colgando de sus dos antenas sendos globos, uno con el signo del dólar y el otro con la hoz y el martillo (192) .
La figura del caudillo radical era insertada en la tradición liberal argentina, tan descalificada, como vimos, por los nacionalistas:
Alfonsín, que reúne en sí lo peor de nuestra historia, nos traerá la civilización que a palos nos viene impuesta desde Rivadavia hasta Frondizi, pasando por Roca: civilización que quiere decir modernización estos es: desacralización y desorden. (193)
A partir de esta caracterización, las embestidas contra el gobierno de la Unión Cívica Radical fueron constantes y variadas, abarcando todos los ámbitos, incluyendo de manera muy notable el apoyo a las reivindicaciones militares que aparecieron rápidamente y conformaron a partir de 1987 el fenómeno "carapintada" (194) . Entre estas manifestaciones de oposición, adquirieron sin duda un perfil particular los ataques contra los judíos que participaron como funcionarios en la gestión de Raúl Alfonsín. La explicación que se daba en la revista era muy clara: "este ingreso a saco de judíos en los intersticios del poder radical, que tiene numerosos antecedentes en los gobiernos socialistas de Europa, no es casual ni incausado" (195) . Se trataba, nuevamente de la conspiración entre judíos y marxistas, que en esta oportunidad se manifestaba en "la ocupación del poder cultural por el marxismo y el dominio de conocidos subversivos en los puestos claves de la actual gestión política " (196) .
Científicos e intelectuales como Gregorio Klimovsky, Manuel Sadosky, Marcos Aguinis (este último con un énfasis particular por su gestión al frente de la Secretaría de Cultura), fueron objeto de duros ataques. El perfil que realizan de éste último exime de mayores comentarios:
Intelectual, demócrata, alfonsinista, psicoanalista, judío, sionista: he aquí alguien para quien parece haberse creado el infierno. Sin embargo, es uno de los artífices del paraíso democrático. Es uno de los artífices de la subversión dominante y abarcadora. (197)
A esto se agregó la descalificación de los integrantes del gobierno de origen judío que ocupaban cargos ejecutivos en el Banco Central de la República Argentina. Esta campaña sistemática y continua tomaba caracteres extremadamente agresivos, como la portada del número 104 correspondiente al mes de septiembre de 1986, en la que los apellidos de varios funcionarios -Brodersohn, Marx, Kiguel, Eilbaum, Feldman- aparecían coronando las puntas de la estrella de David.
Con motivo de la irrupción a fines de 1987 de un "affaire" financiero con ramificaciones internacionales que involucraba a David Finkelstein, un banquero aparentemente vinculado a algunas figuras del radicalismo, el discurso antijudío de Cabildo centrado en la existencia de una conspiración a nivel mundial se manifestó con una fuerza inusitada y con niveles desbordados de descalificación. La portada del número de noviembre de 1987 ya era suficientemente clara: "Finkestein (sic): ¿El Graiver de Alfonsín?", pero el Editorial, titulado Los Judíos Nos Gobiernan, iba más lejos: desplegaba una serie de argumentos destinados a sostener que,
en la práctica vamos camino de sustituir en nuestra constitución real al cristianismo por el judaísmo y a la Iglesia por Israel. Y a los obispos por los banqueros... (198)
Que la intención de los judíos de "convertirse en los amos del mundo" era una cuestión conocida por todos, parece una certeza para los redactores de Cabildo, y esa aspiración la remontan al proceso revolucionario que, iniciado en la Edad Moderna y concretado con la Revolución Francesa, acabó con la civilización cristiana. Pero además, para ellos la realidad del momento era dramática:
... (no se pueden. J.S) dejar de ver y de oír los crujidos del derrumbe de nuestra sociedad y a los banqueros judíos enarbolando como un arma la maza de demolición del hermoso edificio. (199)
La ocasión es aprovechada para retornar al tema de la supuesta vinculación de financistas judíos con la izquierda: la actitud de los sectores progresistas,
nos impide "saber" -no obstante que lo conozcamos- que si Graiver fue el financista de los Montoneros, Gelbard el del partido comunista y Finkelstein (o como se escriba) el de la socialdemocracia de Alfonsín, el judaísmo como organización, como `misterio` y como realidad está presente, está detrás de cada una de estos representantes del Dinero y que no se trata de una picaresca ni de una historieta policial que, por casualidad, incluye a judíos en su trama. (200)
Una poesía dedicada a la figura del presidente de la Nación, acompañada de un dibujo en el que Alfonsín aparecía frente al Muro de los Lamentos arrodillado acompañado de algunos de sus correligionarios, resumía en su última estrofa la mirada que desde Cabildo lanzaban sobre la relación entre el líder radical y los judíos: "Después de tanto trajín / sentado en un polvorín / se preguntará sin fin: / ¿me abandonó el Sanhedrín?" (201) .
Para finalizar esta revisión, puede extraerse un juicio representativo y por demás rotundo de la opinión de la revista sobre este tema, por provenir del secretario de redacción, Antonio Caponnetto; se trata del discurso pronunciado el 20 de noviembre de 1987 con motivo de una nueva conmemoración de la Batalla de Obligado, considerada una fecha emblemática por el nacionalismo. Allí creo que quedan expuestos todos los argumentos de manera transparente, por lo que consideramos necesaria una transcripción más o menos extensa:
... Este gobierno ilícito no es propio, no es natural ni oriundo, no está referido ni ordenado a la Argentina real e histórica. Es para uso de coloniales y usufructo de mercaderes errantes. Sus verdaderos resortes e intereses, sus más genuinos amos, no hay que buscarlos prioritariamente en los organismos públicos, se mueven en los bufetes de la plutocracia, se reúnen en las logias transnacionales, se complotan en la oscuridad de los gulags, se inspiran y se motivan en las sinagogas. Es el gobierno de la revuelta contra la identidad Católica e Hispánica. (202)
A modo de conclusión
La revista Cabildo dejó de aparecer en 1991 agobiada por las dificultades económicas, las que determinaron que desde 1989, año de la hiperinflación, su aparición se espaciara, llegando en algún momento a transcurrir casi un año entre un número y otro. Siete años más tarde, por iniciativa del secretario de redacción de la revista original, Antonio Caponnetto, convertido ahora en director, se reinició la publicación con parte del plantel original y nuevos colaboradores.
Los avatares por los que atravesó la revista no mellaron las ideas de quienes la editaban; su prédica fue incansable y rotunda, pero en manera alguna se puede decir que introdujeran ideas novedosas. El mito de la conspiración judía mundial tenía sus orígenes en el tránsito entre el siglo XIX y el XX, y las otras ideas fuertes que conformaban su ideario reaccionario provenían de pensadores que se opusieron a la Ilustración ya en el siglo XVIII. La descalificación que realizaban de los judíos recurría a todos los estereotipos tradicionales, circunstancia que torna absolutamente inútil su rechazo de las acusaciones de antisemitismo; si no lo eran en el sentido estrictamente racial (y esto es por lo menos dudoso), no cabe duda en cambio que su visión del problema judío en la historia contemporánea era similar al de las corrientes de corte nazi-fascista, por más que partiera de los argumentos religiosos tradicionales.
Sin embargo, su utilización en la coyuntura política argentina que estamos analizando tenía una funcionalidad clara: en primer término, se trataba de apoyar a los sectores militares más extremistas, dispuestos a impulsar hasta sus últimas instancias la lucha antisubversiva; el discurso de Cabildo se asimilaba a estas conocidas palabras pronunciadas por el general Suárez Mason:
Ante el avance de una acción total por parte el marxismo es preciso tener una respuesta integral del Estado. Sería absurdo suponer que hemos ganado la guerra contra la subversión porque hemos eliminado su peligro armado. (203)
Pero además, el antisemitismo conspirativo les proveía de argumentos para completar su bagaje ideológico, conformado para enfrentar el (para ellos) amplísimo espectro de la amenaza revolucionaria, que arrancaba con el liberalismo e iba desde el marxismo hasta las tendencias cristianas abiertas a las cuestiones sociales, pasando por la socialdemocracia.
Esta concepción cerrada excluía cualquier tipo de compromiso, por lo que no es de extrañar que salvo sectores muy específicos previamente embebidos de estas ideas, la situación normal de los nacionalistas católicos era el aislamiento; la lucha contra la conspiración judía mundial exigía reconocer una serie de circunstancias que se enfrentaban de manera flagrante con una realidad mucho más compleja.
No obstante, las explicaciones simples y monocausales han tenido y tendrán larga vida. Cabildo podrá desaparecer pero la fácil atribución de culpas a supuestos poderes situados en la sombra siempre contará con seguidores.
Referencias bibliográficas
CAMPS, Ramón J.
1982 Caso Timerman. Punto final. Buenos Aires. Tribuna Abierta.
1983 El Poder en la sombra: el affaire Graiver. Buenos Aires. RO.CA Producciones SRL.
COHN, Norman
1983 El mito de la conspiración judía mundial. Madrid. Alianza.
FERRER BENIMELI, José A.
1982 El contubernio judeomasónico-comunista. Madrid. Istmo.
GASPARINI, Juan
1990 El crimen de Graiver. Buenos Aires. Ediciones B.
LVOVICH, Daniel
2003 Nacionalismo y Antisemitismo en la Argentina. Buenos Aires. Javier Vergara Editor.
MOCHKOFSKY, Gabriela
2003 Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999). Buenos Aires. Sudamericana.
SABORIDO, Jorge
2003a "Reivindicar y continuar la lucha antisubversiva: el nacionalismo católico y la restauración de la democracia". Actas de las IX Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Rosario.
2003b "Para la subversión, amnistía total; para las Fuerzas Armadas, pseudo justicia: la revista Cabildo y la cuestión 'carapintada'". Ponencia presentada en las XVI Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas. Santa Rosa. Universidad Nacional de La Pampa (en prensa).
SEOANE, María
1998 El burgués maldito. Buenos Aires. Sudamericana.
SPEKTOROWSKI, Alberto
1992 "La imagen del judío en las corrientes integralistas y populistas del nacionalismo argentino: M. Gálvez, R. Doll y L. Dellepiane". En Judaica Latinoamericana II. Jerusalén. Magnes.
TIMERMAN, Jacobo
1981 Prison without a Name, Cell without a Number. Nueva York. Vintage.
CABILDO Y EL ANTISEMITISMO (II)
En su "Informe sobre antisemitismo en la Argentina 2008" (204) , la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) incluye un capítulo sobre partidos y publicaciones con contenido antisionista y antisemita correspondiente a ese año, que incluye la revista "Cabildo" en sus formatos impreso y página de Internet (205) :
En la versión impresa durante enero y febrero Juan Esteban Olmedo critica duramente a la dirigencia de la Comunidad Judía, en respuesta a una nota publicada en La Nación en la que Luis Grynwald condena a los negadores del Holocausto. Además muestra su preocupación, y considera corno una amenaza subyacente el discurso que criminaliza de antemano a quienes piensen diferente y ve otra amenaza el igualar al revisionismo con el antisemitismo. También calificó a la AMIA de "fundamentalista". En otra nota hace referencia a la injerencia de la Liga Antidifamación en asuntos eclesiásticos y trae a colación la suspensión de la enseñanza religiosa en Catamarca por pedido de la DAIA.
En otra nota, Juan Cortés se refiere a las enseñanzas de Jesús, mencionando un reproche severo que éste habría hecho a los judíos "insolentes y recalcitrantes". En otro párrafo se pregunta: "¿ Cómo imaginar al Divino Maestro acurrucado en algún rincón, esperando que pase la furia judía?" y alude también al castigo sufrido por Jesús.
Durante el mes de marzo Juan E. Olmedo muestra su indignación por la presión que ejercen los judíos sobre la Iglesia Católica, a raíz de la modificación de un rezo en el que se menciona la necesidad de convertir a los judíos al cristianismo. Asimismo, critica a las autoridades de la Iglesia argentina al celebrar el Año Nuevo Judío en la sinagoga local Bnei Tikvá Sjilot.
En una nota editorial durante abril Antonio Caponnetto critica a la Presidente Cristina Fernández de Kirchner por su "lacayismo sionista" y se burla del alineamiento del gobierno con el "lobby sionista internacional".
En otra nota Luis Antonio Leyro explica en detalle cómo está compuesto el grupo que digita el Nuevo Orden Mundial, remarcando que dentro de estas élites fueron admitidas familias judías.
En el transcurso de junio y con respecto al conflicto entre el sector rural y el gobierno nacional, Antonio Capponetto formula la existencia de una "servidumbre a los planes usureros de los lobbies yanqui-sionistas que se respira en la Casa Rosada".
En otro párrafo, Juan E. Olmedo acusa al Episcopado por no salvar la enseñanza religiosa católica en Catamarca, "inicuamente suprimida satisfaciendo a la DAIA" y critica al periodista Carlos Escudé, por su conversión al judaísmo, calificándolo de "escandaloso".
En el marco de los juicios a los represores de la dictadura, Capponetto le criticó a Videla su obsecuencia hacia el sionismo.
Una nota de Luis Antonio Leyro denuncia la injerencia de multinacionales en la economía nacional "algunas de ellas dirigidas por judíos" .
En julio, Luis A. A. Capurro dio a conocer una biografía del Capitán General Agustín Muñoz Grandes que incluye dos fotos vistiendo uniforme nazi y una tercera en la que se lo ve con un escudo con una cruz celta y una esvástica en su interior.
En otro artículo de Pluma Ajena titulado "Judíos y Masones" se mencionó la quema del Nuevo Testamento por parte de judíos ultra-ortodoxos en Tierra Santa. En la nota, extraída del diario israelí Maariv, se hizo referencia a supuestos ataques sufridos por iglesias en Tierra Santa a manos de extremistas judíos ultra-ortodoxos. El artículo continúa con una investigación realizada por el profesor israelí, Shlomo Sand, en la que afirma que "los judíos actuales provienen de pueblos paganos que se convirtieron al judaísmo en tierras lejanas al actual Israel", y que "los verdaderos descendientes de los judíos que moraban en dichas zonas miles de años atrás serían los árabes palestinos"; finaliza haciendo una referencia al "lobby israelí norteamericano" que "tiene como objetivo manejar la política externa de los Estados Unidos en dirección favorable a Israel".
En otra nota, Marcial Castro Castillo opina, en relación al conflicto entre el campo y el gobierno, que "el diálogo nunca dio resultado" debido a "la soberbia de los doctores del Templo y de los dignatario s de Israel, o los fariseos".
El artículo de Aníbal D 'Angelo Rodriguez expresa su disconformidad de que luego de Nüremberg exista prohibición legal para publicar sobre el Holocausto.
En la edición de agosto-septiembre Antonio Caponnetto dedica un artículo a criticar al gobierno por "las finanzas salvajes, el progresismo, el capital hebreo, la subversión, la alta banca que alcanzaron beneficios como nunca".
Juan E. Olmedo se muestra indignado por el premio otorgado por el Vaticano a Daniel Burman, cineasta judío cuyas películas -según este autor- "contienen frases eróticas no apropiadas para la Iglesia", y que además las considera "atropellos irreligiosos que provocan el desamparo de la religión católica". Asimismo, hace alusión a la suspensión de la enseñanza religiosa católica en Catamarca por parte de la acción que llevó a cabo la DAIA y realiza una referencia a la B'nai B'rith en el marco del Foro sobre Antisemitismo organizado en Buenos Aires como "una organización judeo-masónica con base central en los Estados Unidos".
Aníbal D' Angelo Rodriguez comenta que actualmente existen conspiraciones para destruir la fe de los jóvenes e incluye una referencia a "Los Protocolos de los Sabios de Sion" que describen un ataque contra la sociedad cristiana, aclarando que si bien duda de su autenticidad, parecería ser que los sucesos en el mundo responden a una conspiración semejante.
Por otro lado, se publicó un texto del rabino antisionista Friedman que se refiere a Palestina como un "campo de concentración" y un ghetto.
Desde el editorial se agrega que" el sufrimiento del llamado Holocausto del pueblo judío ha silenciado cualquier crítica al Estado de Israel".
Una nota escrita por Casimiro Conasco hizo referencia a la indignación que causó la..visita de un grupo de eclesiásticos católicos al Museo de la Shoá en Buenos Aires, afirmando que se trata de "una muestra parcial y tendenciosa que ha eliminado los crímenes del sionismo y de los aliados, así como la responsabilidad de la dirigencia judía en los cien millones de muertos que se tragó el comunismo"; también alude a lo que califica de "presiones judaicas para convertir al Holocausto en un dogma intangible" y por "no reconocer el tiempo de la visita de Dios en el Mesías".
Durante el mes de octubre Caponnetto se enfada con los obispos católicos porque "callaron debido a que están muy ocupados en prologar los libros del rabino Bergman o recibir el Premio Maimónides".
Juan Esteban Olmedo tendenciosamente describe a la B'nai B'rith como "una entidad masónica exclusivamente de judíos, enemiga del cristianismo con todas las armas de su inmenso poder", Prosigue relacionando a dicha institución con la organización del Foro Antidiscriminación celebrado en el mes de agosto en Buenos Aires, indignándose por este evento, al mismo tiempo que intenta refutar los Informes anuales sobre Antisemitismo en la Argentina presentados " por la DAIA. Asimismo, advierte sobre la posibilidad de colaborar con los Estados Unidos en su ataque a Irán, a raíz de culpabilizar a dicho país por el atentado a la AMIA.
Caponetto publica una carta dirigida a Marcos Aguinis en la que le dice que "nada cuesta probar que los Kirchner cultivan la mejor relación con los lobbies israelíes, fuera y dentro del país; el apoyo masónico del que goza esta gestión, la revolución gramsciana que ejecuta y los homicidas del terrorismo marxista que la acompañan".
En la versión digital, durante abril, se citan declaraciones del presidente de Australia, quien expresó que "los musulmanes que quisieran vivir bajo la sharía islámica deberían marcharse de ese país". Frente a eso el redactor hizo referencia al hecho como "una presión o maniobra con las habituales y fariseas impugnaciones israelíes, siempre prontas para ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio".
En junio incluyen un supuesto escrito de Teodoro Herzl que relata una conversación que mantuviera con el Papa Pío X en la que le pedía el apoyo del Vaticano para el proyecto sionista y el pontífice le negaba su ayuda, alegando que Jerusalén no debía a ningún precio, caer en manos de los judíos.
Se publicó en el mes de julio una frase del escritor judío Harold Bloom, que argumentaba que la pretendida tradición judeocristiana no es más que una formulación política que interesa para el mantenimiento del Estado de Israel y que las dos tradiciones no tienen nada en común.
Otro artículo de Aníbal D' Angelo Rodríguez desvincula a la Iglesia del régimen nazi y de los criminales de la Segunda Guerra Mundial mientras que cuestiona la veracidad de la historia oficial aludiendo a una supuesta historia publicada en la prensa española acerca de un judío que como guardián de un campo de concentración en Polonia, habría sometido a multitud de alemanes a un trato vejatorio y criminal.
En septiembre desde el blog de la revista, A. D' Angelo Rodríguez dio a conocer cómo Rudolph Hess hizo llegar a Gran Bretaña una propuesta para aliarse contra el bolcheviquismo y atacar juntos a Rusia y explicó que los ingleses se negaron, prefiriendo aliarse al comunismo; y atribuyendo la decisión a "la importancia del lobby judío en Inglaterra".
En otro artículo Marcial Castro Castillo condena los llamados al diálogo como solución de los problemas nacionales, recordando que esto nunca dio resultado con "la soberbia de los doctores del Templo ni con los dignatarios de Israel".
Entre los textos religiosos, empleando párrafos extractados de diversos concilios y escritos papales, se destaca que "no están dentro de la Iglesia Católica, están no sólo paganos sino también judíos o herejes y cismáticos que irán al fuego eterno".
En octubre Antonio Caponnetto critica a Cristina Fernández de Kirchner por su cercanía con Eduardo Elzstain, Julio Werthein y Marcelo Mindlin. Asimismo recordó que en marzo de 2007 la habían denunciado públicamente como Elizabeth Wilhelm, la idishe mame del Régimen.
Al cumplirse un nuevo aniversario del asesinato de Jordán Bruno Genta, sostiene en su homenaje que éste se había atrevido a decir lo que otros callaban y habla de la "culpabilidad judeomasónica tras el drama de la Argentina y la derrota de la civilización cristiana".
Remarca además que "no fue un crimen de lesa humanidad contra los derechos del Salvador el que se perpetró en el Gólgota, sino" deicidio".
Virginia O. de Gristelli apoyó lo realizado el 12 de octubre y afirma que con el término "discriminación racial" lo único que se discrimina es la identidad católica, si como tal ésta pretende señalar su supremacía frente al Corán o al Talmud.
En otra nota, Rubén C. Bouchet y Leonardo Castellani defienden el régimen nazi, en tanto que el segundo en forma indirecta señala que "por culpa de los judíos se califica de 'nazis' a quienes no adhieren al régimen democrático".
En noviembre, Antonio Caponneno escribió acerca del oficio religioso realizado en la Catedral Metropolitana por la B'nai B'rith y la Arquidiócesis de la Ciudad. Calificó a la institución judía de "sinónimo documentado de malicia masónica, mafia mundial, ideologismo revolucionario y plutocratismo expoliador y artero", agregando que es una falacia que se acuse a los nazis de los hechos de la "Kristallnacht" a la que considera "propaganda sionista cuyo objetivo era lograr acuerdos ventajosos para la emigración de judíos alemanes a Palestina". Asimismo destaca el asesinato, a manos del judío Herzel Grynscpan del diplomático alemán Ernst von Rath, "cuya alevosía sumada a otras acciones judaicas de similar tono motivó la reacción violenta contra los israelitas". Aclara que "lo que aparenta ser una defensa del nazismo tiene que ver con la defensa de una ideología sobre la cual han recaído oportunas y sucesivas reprobaciones pontificias pero que saldría siempre en repudio y ataque de la criminalidad judaica, por cuyas víctimas, que suman millones no hay un solo obispo que quiera rezar un sencillo responso". También acusa a los judíos "del Holocausto de Jesús".
EL PRIMER CONGRESO DE HISTORIA DEL NACIONALISMO ARGENTINO (1998)
El 15 y 16 de agosto de 1998 se realiza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el "Primer Congreso de Historia del Nacionalismo Argentino", en el Colegio de la Salle, a sólo metros de la sede de la AMIA.
Es interesante analizar la repercusión periodística que tuvo el mismo en los principales matutinos de la Capital Federal, la posterior "aclaración" de los organizadores (negando que fuese un encuentro neonazi), y el intercambio de misivas publicada en la sección de Cartas de lectores del matutino "Buenos Aires Herald" en el cual se pone en tela de discusión la filiación nazi de los participantes del encuentro antes mencionado, teniendo en cuenta que muchos de los participantes eran -y siguen siendo- activos colaboradores de la revista "Cabildo".
Y aunque uno de los más conspicuos escribientes de la revista "Cabildo" -Anibal D'Angelo Rodríguez- intenta negar el carácter filo-nazi del encuentro citado y de sus preferencias personales, cinco años más tarde, el matutino Página/12 le saca definitivamente la careta, al revelar el papel jugado por su propia madre en "apadrinar" el ingreso a nuestra República de un genocida escapado de Bélgica (206) . Es ahí donde escribe una carta al periódico autoinculpándose al afirmar que se "enorgullece" de haber colaborado -con tan sólo 19 años de edad- en dicha ocasión, admitiendo que "intervino en muchos casos más" (207) .
LA REPERCUSIÓN PERIODÍSTICA
"The Buenos Aires Herald" (Reuter) (208) :
Police and an anti-racism unit launched an investigation yesterday into a meeting of neo-Nazis last weekend at a Roman Catholic school, which was told by organizers that the venue would be used for a history teachers' congress.
Buenos Aires' large Jewish community protested against the meeting held in central Buenos Aires by the small skinhead group New Social Patriotic Order, with guests invited from Chile, Brazil, Uruguay, Germany, Spain and Italy.
"They deceived us. They took advantage of our trust. They hired the school hall saving it was to present some history books and they ended up having a Nazi congress," said Néstor Rivet, head of the exclusive La Salle Catholic high school.
Rivet told reporters that the conference was attended by about 50 people, mostly men in their 60s and all "very well dressed." He did not know if any of them were foreign.
His college is a few blocks from the site of one of the worst anti-Jewish bomb attacks in recent years, a car bomb at a Jewish community centre that killed 86 people in 1994.
Rogelio Chichowolsky, a lawyer for the Jewish community group DA1A, said it was "outrageous" that such a meeting should be allowed to happen "right in the centre of Buenos Aires." Interior Minister Carlos Corach, himself a Jew, said state attorneys and the federal police's new anti-racism unit would investigate the neo-Nazi congress to see if laws were broken. "No matter how repulsive they may be or appear, no one can forbid these people from expressing their ideas," said Corach.
"State prosecutors will have to study carefully if some sort of law preserving our democratic basis has been affected." But people who attended the gathering insisted that it was a history congress "where nationalism was discussed." Victor Ramos, head of the government anti-racism department INADI, said he would investigate the "motives" of the meeting.
He identified the organizers as Alejandro Franze, a skinhead leader who sells neo-fascist pamphlets, and Alejandro Biondini, who has served a jail term for neo-Nazi activities involving the banned skinhead organization "National Alert." Ramos said the government wanted to stop people like Franze from starting political parties in the country: "We know Franze and his group don't have legal status but they are gathering signatures to get it, which we will prevent since xenophobic and discriminatory activities are forbidden in our country."
Página/12 (209) :
"Enfrentaremos a los inmigrantes, las prostitutas, los narcotraficantes y la partidocracia." Ese fue el compromiso principal del Primer Encuentro del Nacional Socialismo en la Argentina, un congreso secreto que sesionó el fin de semana en el Colegio La Salle. Un comunicado del Partido Nuevo Orden Social Patriótico (Pnosp) informa que además de los nazis criollos participaron "destacados camaradas y personalidades de Alemania, España, Italia, Chile y Uruguay".
La reunión fue clandestina, pero paradójicamente trascendió por un comunicado de prensa que firmaba Alejandro Franze, líder del Pnosp. Franze dijo ayer que él nunca envió el comunicado a los medios y que eso fue obra de otro grupo nazi enfrentado a su partido. Pero aceptó que el encuentro existió y que se realizó en el La Salle, en Ayacucho al 600, justo enfrente de donde funciona la sede provisoria de la Amia desde el atentado que en 1994 destruyó el edificio de Pasteur entre Tucumán y Viamonte.
Al confirmar el encuentro a Página/12, Franze aportó también dos informaciones importantes:
* El fin de semana se discutió la política electoral neonazi para las presidenciales de 1999.
* Participaron simpatizantes de Mohamed Alí Seineldín, el ex coronel preso en Caseros por rebelarse contra el orden constitucional.
El Pnosp se llama social patriótico, y no nacional socialista, solo por razones legales. "Hasta que las leyes no cambien, el nacional socialismo está proscripto, no es legal y por eso somos social patriotas", dijo Franze. En realidad el grupo reivindica casi todos los símbolos del nazismo. Hizo su última aparición pública en mayo de este año, cuando se concentró en Parque Rivadavia con banderas de las SS nazis. Sus miembros vestían de negro como los grupos de asalto del Führer y saludaban extendiendo el brazo derecho hacia delante al estilo hitlerista.
Testigos presenciales sostienen que en el encuentro hubo alrededor de 60 personas sesionando en el salón de conferencias tanto el sábado como el domingo. Franze y otras fuentes de los neonazis dicen que participaron unos 300 integrantes de todos los grupos.
A pesar de comunicado inicial y de las evidencias recogidas por este diario, Franze quiso negar detalles clave del congreso neonazi. Dijo que él no lo organizó ni participó. "Solo mandé a mi representante y a unos 20 integrantes del Pnosp", dijo.
En su versión solo se trató de "usar la historia --vimos lo que fue Tacuara o Cabildo, por ejemplo-- para reunir a los patriotas y buscar puntos de unidad para el '99. Queremos ser una alternativa al modelo, organizar una fuerza política para ocupar el espacio que cedió el Modín. De eso se habló. No hubo representantes extranjeros ni fue un congreso internacional".
Pero un sacerdote del Colegio La Salle desmintió a Franze: "Sí vimos y escuchamos a españoles e italianos, de manera que hubo delegaciones internacionales en ese congreso. Claro que nosotros creíamos que eran historiadores".
Las autoridades del Colegio De La Salle tienen concesionadas varias áreas del edificio, entre ellos el salón en el que se realizó el encuentro. Página/12 dialogó con los concesionarios que relataron la forma en que fueron engañados. "Hace dos semanas vino una persona, que dijo llamarse Roberto Rego, y nos alquiló el salón para un encuentro de historiadores y la presentación de un libro de texto, supuestamente para escolares", explicó Marc Welford. "El hombre dijo que todo lo organizaba la Editorial Huemul. Les cobramos 300 pesos por cada uno de los dos días y simplemente preparamos la luz y el sonido", dijo.
Editorial Huemul no existe más. Según la Cámara del Libro, esa empresa cesó en el año 1982 y desde entonces no tiene registrada la edición de ningún libro. La que sí existe es la Librería Huemul, de la avenida Santa Fe, que fue allanada en enero de 1996 por distribuir literatura antisemita. Este diario estuvo ayer en la librería, donde negaron la existencia de Rego y obviamente cualquier vinculación con el congreso del colegio La Salle.
Al final de cada una de las dos jornadas se realizaron sendas misas. Las autoridades del La Salle dicen que ninguno de los integrantes de su congregación las ofició, por lo que seguramente los congresales convocaron a un sacerdote afín a sus ideas. Franze acotó: "Nosotros no participamos de esa parte, porque somos un partido no confesional. Por eso discrepamos con Seineldín".
"El resultado fue muy positivo --señaló el jefe del Pnosp--. Las viejas generaciones reconocieron en los jóvenes revolucionarios del partido la continuación de la lucha contra los enemigos de la patria: los inmigrantes, las prostitutas, los narcotraficantes y la partidocracia. La opción para el 99 es patria o antipatria."
Según el comunicado supuestamente oficial estuvieron en el congreso los dirigentes del Partido Nuevo Triunfo, que conduce el führer local Alejandro Biondini y que ayer mismo realizó en su página de Internet un homenaje a Rudolf Hess, primer comandante de las SS nazis. En el mismo sitio, actualizado casi diariamente, no se hace ninguna referencia al congreso, lo que prueba que todo fue realizado en la más absoluta reserva. Franze dice que en realidad la gente de Biondini no estuvo y ataca a su competidor del campo neonazi.
"La Nación" (210) :
Un grupo de ideólogos del neonazismo internacional se reunió el pasado fin de semana en Buenos Aires, bajo la cobertura de un supuesto "congreso de profesores de historia".
La reunión se realizó en una sala del colegio La Salle -cuyas autoridades se sienten engañadas por los organizadores-, situado al 600 de la calle Riobamba. El lugar donde se efectuó el congreso queda en la manzana contigua al actual edificio de la AMIA.
La sala había sido contratada por Roberto Rego, propietario de la librería Huemul, y la publicidad del congreso estuvo a cargo del militante skinhead Alejandro Franze.
En un comunicado de prensa enviado a las redacciones de distintos medios el viernes, por fax, desde un locutorio público de Corrientes y Cerrito, Franze anunciaba la inauguración del Primer Encuentro del Nacional-Socialismo en la Argentina, para el que prometía la asistencia de "destacados camaradas y personalidades del exterior", entre representantes de "agrupaciones afines" de Chile, Uruguay, Brasil, Alemania, España e Italia.
Los presentes
"Asistieron unas cincuenta personas, todas de más de sesenta años", dijo Néstor Rivet, director general del colegio La Salle, a La Nación .
Rivet está indignado: "Nos engañaron, se abusaron de nuestra buena fe. Contrataron las instalaciones del colegio diciendo que era para la presentación de unos libros de historia, y terminaron haciendo un congreso de nazismo. En caso de haberlo sabido, lo habríamos denunciado".
El controvertido encuentro se llevó a cabo el sábado y el domingo últimos, en ambos casos entre las 10.30 y las seis y media de la tarde. "Sólo hubo un pequeño break al mediodía, cuando los asistentes salieron al patio del colegio a tomar café", dijo ayer Esteban Bellomo.
Bellomo es un ex alumno del La Salle que se encarga de alquilar los salones del colegio para distintos tipos de reuniones. "Cuando Roberto Rego nos contrató el salón, no advertimos nada anormal. Nos dijo que era para una reunión de historiadores, y pagó trescientos pesos por día por adelantado. Se identificó como propietario de la editorial Huemul, pero después nos enteramos de que tal editorial no existe."
La que sí existe es la librería del mismo nombre, al 2200 de la avenida Santa Fe. Es un salón atestado de libros y ayer, a las cinco y media de la tarde, se registró allí un diálogo sorprendente entre este cronista y un hombre que se identificó como "Sánchez".
-El señor Roberto Rego, por favor.
-¿Quién lo busca?
-Del diario La Nación .
-Hable conmigo.
-Quería hablar con el señor Rego.
-No puede atender a nadie. ¿Qué necesita?
-Información sobre el congreso que se hizo durante el fin de semana.
-Yo sólo contesto sobre libros.
-¿Y el señor Rego?
-No sé. Pregúntele a él.
-¿Lo puede llamar?
-No atiende a nadie.
-¿Y con quién puedo hablar sobre el congreso de historiadores?
-No sé. Yo sólo contesto sobre libros.
La librería Huemul, sucesora de la editorial del mismo nombre, fue tradicionalmente el lugar de Buenos Aires donde se podían encontrar los textos fundacionales del nazismo y el fascismo y, años más tarde, de los integristas católicos y los pensadores europeos de ultraderecha.
En el mapa del neonazismo argentino, tampoco quien firma la gacetilla de prensa del "congreso de historiadores" es un nombre desconocido.
Dirigente de un grupo llamado Partido Nuevo Orden Social Patriótico, Alejandro Franze ganó cierta dudosa fama por su militancia skinhead y las tareas proselitistas que realiza desde su puesto de venta de libros en el parque Rivadavia.
Un informe de la Policía Federal, citado por La Nación el 25 de abril último, lo equipara con el neofascista Alejandro Biondini y lo califica como "soporte ideológico y de contención" de los movimientos de cabezas rapadas. Uno y otro comparten al mismo asesor legal, el abogado Daniel Schumacher, y el control sobre un ejército fantasma que no haría trepidar las urnas: unos doscientos militantes en todo el país.
El congreso que Franze se encargó de publicitar, sin embargo, habría que verlo en otro contexto. Un evento similar se prepara en Chile para el año 2000, y otro ya habría sido abortado en la provincia de Neuquén hace dos años.
Son los sucedáneos de reuniones similares que periódicamente se realizan en Europa, y donde los nostálgicos del nacionalsocialismo se regodean negando el Holocausto, desmintiendo la existencia de las cámaras de gas y los campos de exterminio y argumentando que el diario de Anna Frank es un invento del sionismo internacional.
El "congreso de historiadores" que se realizó el pasado fin de semana en el colegio de La Salle es más de lo mismo: otra prueba, por si hiciera falta, de que el huevo de la serpiente goza de buena salud.
"Clarín" (211) :
La aparición pública de grupos filonazis motivó ayer la reacción del Gobierno y la comunidad judía, que estudiarán si demandan a los organizadores de un seminario en el que abundaron exposiciones ultraderechistas.
Durante ese encuentro -realizado el fin de semana en el colegio católico De La Salle, ubicado frente a la sede provisional de la AMIA-, se criticó al peronismo, a los radicales y a los militares por marginar a los grupos nacionalistas a lo largo del siglo .Además -según un informe de inteligencia en poder del Gobierno, al que tuvo acceso Clarín- los disertantes lanzaron una convocatoria para armar un archivo integral de textos nacionalistas, realizaron una misa y delegaron la seguridad del encuentro en militantes del Partido Nuevo Orden Social Patriótico, considerados de extrema derecha.
Con una concurrencia de 176 personas, muchos mayores de 40 años, el Primer Congreso de Historia del Nacionalismo reunió a representantes de organizaciones tales como Centro Cívico Patriótico, Centro del Libro Cívico, las librerías Huemul y Santiago Apóstol, el Movimiento Nueva Argentina y el Movimiento Nacionalista Tacuara, según los informes policiales.
Para el ministro del Interior, Carlos Corach, los grupos neonazis en la Argentina están acotados a expresiones de una ínfima minoría de la sociedad, que sin embargo, en algunos casos puntuales, revisten características agresivas. El funcionario consideró que los fiscales del Estado deben investigar lo que pasó en este congreso nacionalista.
El director del Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI), Víctor Ramos, señaló a Clarín que por lo que averiguamos, hubo varios personajes ligados al viejo nacionalismo oligárquico, pero hasta ahora no tenemos ningún elemento que nos indique que también hubo neonazis. Las jornadas sobre nacionalismo se hicieron, pero creemos que el encuentro de nazis en realidad fue una operación de prensa de otra organización nazista, consideró Ramos.
Según el razonamiento oficial, el cabecilla del Partido Nuevo Orden Social Patriótico, Alejandro Franze, habría aprovechado la realización de ese congreso dedicado a la historia nacionalista para colar consignas xenófobas mediante un comunicado de prensa que no habría sido aprobado por los participantes del encuentro. En ese texto, por ejemplo, se señaló a los inmigrantes, las prostitutas, los narcotraficantes y la partidocracia como enemigos de la Patria.
Hace dos meses, el Gobierno demandó a Franze por apología del delito, después que declaró su guerra a muerte contra los inmigrantes ilegales. Se trata de un personaje que administra un puesto de literatura nazi en la feria de Parque Rivadavia, en el barrio de Caballito. En algún momento, Franze se acercó al jefe de Alerta Nacional, Alejandro Biondini, desde hace un año dedicado a introducir en la red Internet páginas que reivindican al genocida Adolfo Hitler y cuestionan a la comunidad judía. Se presume sin embargo que la relación entre ambos dirigentes no atraviesa por su mejor etapa. Ninguno de los dos estuvo el sábado y el domingo en el seminario.
Según el jefe de la Policía Federal, comisario general Pablo Baltasar García, el grupo Victoria Nacionalista también estaría relacionado con estas supuestas operaciones de difusión.
Las autoridades del Colegio De La Salle aclararon que la institución se limitó a alquilar el local al librero Roberto Rego, de la Editorial Huemul, por 300 pesos. Lo que pasó fue imposible de adivinar. Nos dijeron que iba a ser un encuentro de historiadores y después apareció ese misterioso comunicado. El colegio no tuvo absolutamente nada que ver, indicó a Clarín su director, Néstor Ribet.
Rego sería denunciado por haber alquilado las instalaciones con una finalidad para darle otra del tenor conocido. La librería Huemul, en Santa Fe 2237, ya exhibió textos de ultraderecha. En 1996, tras una denuncia de la DAIA por venta de publicaciones antisemitas, la librería fue allanada y clausurada.
Al mediodía se presentó allí un hombre que dijo llamarse Iván Agote, quien aseguró que en el congreso sólo se habló de nacionalismo, sin ninguna mención del nazismo ni nada por el estilo.
La AMIA, la DAIA, el Centro Simón Weisenthal y dirigentes políticos repudiaron la aparición de los personajes vinculados con el nazismo y exigieron el esclarecimiento del caso.
"La Nación"
Días más tarde, el matutino "La Nación" publica una aclaración enviada por los participantes de la reunión (212) :
A raíz de la celebración, el 15 y el 16 del actual, del Primer Congreso de Historia del Nacionalismo: 1927-1982, en el colegio La Salle, y del que dieron noticia La Nación y otros medios periodísticos, la comisión organizadora de dicho encuentro hizo llegar a nuestra Redacción el siguiente comunicado: "En uso de nuestro derecho de réplica y en nuestro carácter de Comisión Organizadora del Primer Congreso de Historia del Nacionalismo: 1927-1982 ("El nacionalismo visto por los demás nacionalistas"), nos dirigimos a nuestros compatriotas con el objeto de ofrecerles la verdadera versión de los hechos relacionados con la publicación de noticias distorsionadas y/o falsas sobre la actividad que desarrollamos durante los días 15 y 16 de agosto de 1998:
"1. Como surge de la propia denominación del Congreso, sus fines fueron estrictamente históricos y académicos. Los expositores son en todos los casos distinguidos profesionales y académicos que se ocuparon de analizar y exponer un temario que no tenía ninguna relación con la política actual, como lo prueban las fechas que lo acotan.
"2. En consecuencia, son absolutamente falsas todas las menciones y referencias, publicadas en los medios de prensa los días 19 y el 20 de agosto de 1998, con respecto al tratamiento de temas de actualidad y/o ajenos a la problemática del Nacionalismo Argentino, y que infundadamente atribuyen haber sido desarrollados durante el transcurso del mencionado Congreso de Historia.
"3. Son igualmente falsas las informaciones que se refieren a la presencia de delegaciones extranjeras.
"4. Las sesiones del Congreso fueron públicas y no secretas, como se afirmó. Pudo asistir a las mismas cualquier persona interesada, sin restricción alguna. Las intervenciones de los expositores fueron grabadas y recogidas en actas que próximamente se publicarán.
"5. La forma en que los medios de prensa (gráficos, radiales y televisivos) que difundieron las noticias que nos aluden obliga a sospechar que hemos sido víctimas de un montaje producido por intereses espurios, para provocarnos un daño moral y material, al intentar relacionarnos con organizaciones e ideas ajenas al Nacionalismo Argentino."
La carta fue firmada por los siguientes integrantes de la Comisión Organizadora del Primer Congreso de Historia del Nacionalismo Argentino: Santiago Roque Alonso, Dr. Francisco Bosch, Dr. Aníbal D´Angelo Rodríguez, Dr. Hugo Esteva, Juan Carlos Gambaro, Arq. Patricio Randle, Dr. Julián Ramírez, Antonio Rego, Juan Silva Goyeneche, Dr. Juan Vergara del Carril y Dr. Daniel Zolezzi.
CARTAS DE LECTORES EN THE BUENOS AIRES HERALD
Transcribimos aquí el intercambio epistolar publicado en la sección Carta de Lectores del "Buenos Aires Herald" -entre septiembre de 1998 y marzo de 1999, luego retomado en agosto de 2003- respecto al encuentro llevado a cabo en el Colegio de La Salle.
History of nationalism (213)
I regret that the Herald has not seen fit to publish a clarification of the ill-intentioned and ambiguous Reuter report on the "1st Congress on the History of Nationalism." The report equated Nationalism with Nazism (Herald, August 20, page 2).
You are undoubtedly aware that this idea developed during the Second World War when the Communist Empire -declared enemy of the Nationalists- switched to an alliance with democracy and began to try to persuade people that to be neutral was the same as to be Nazi. But you also know that this is not true, as Andrew Graham-Yooll recalls in his recent book Goodbye Buenos Aires, published last year: in St. John's Cathedral prayers were offered both for the triumph of the Allies and for the maintenance of Argentine neutrality. A fact about which people today seem unaware -or else it is conveniently hidden.
City
Professor P.H.Randle
Comments on Hora Clave (214)
You pinpoint (October 11) that in Mariano Grodona´s stillborn TV initiative "almost nothing concrete was said about the past, "very little" about the future, and -I must add- nothing about present-day Argentina. No wonder. Because the military regime in 1982 talked peace with London, waged war in Malvinas. The sinking of the Belgrano was catalogued as a "war crime" but not the "dirty war" nor the minefields left behind on the islands.
Democracy extradites the likes of Priebke, and Schwammberger, but refuses to ratify the UN "Convention on Non-Applicability of the Statute of Limitations for War Crimes and Crimes Against Humanity." It also puts the military juntas on trial, then decrees their pardons. Astiz and Galtieri walk free while the Supreme Court denies a mother the right to know.
Argentina is a peace-guarantor between Peru and Ecuador, but illegally sells useless arms to the latter. UN peacekeepers are committed to Yugoslavia and we sit in the Security Council while furnishing Bosnia and Croatia mortars and cannons, transported in vans with a red cross. A law to protect the Red Cross emblem is now in Congress, and an increasing shadow of doubt is being laid on the same Army Chief-of-Staff who so pompously equated illegal orders with immorality.
Diplomatic mediation is offered in the Middle East though Jews are twice bombed in Buenos Aires, their cemeteries repeatedly desecrated, and a seminar of Nazi sympathizers openly held at a catholic school just opposite the DAIA. Is Argentina vis-à-vis Great Britain a model of democracy or hypocrisy? Are kelpers to be blamed for wanting to be left alone?
City
Ildefonso Miguel Thomsen (215)
Argentine Nationalism (216)
Mr Ildefonso Miguel Thomsen refers in his letter of the 17th of this month to a seminar of Nazi sympathizers openly held at a Catholic school. As is all too often the case, Thomsen will have read about this event in a carefully orchestrated set-up to make it figure in headlines on the first page of various newspapers (including the at-one-time more cautious La Nación) while failing to note the carefully documented statement unmasking the tissue of lies that was then published several days later in the back pages.
Undoubtedly the headmaster of the Colegio de la Salle, Mr Ribet, contributed to the circulation of the false version as he was more worried by the consequences that the original headlines might have for him than about establishing the truth. He was, of course, ell aware that there was never a secret, international meeting of National Soccialists, but instead of clarifying matters he merely succumbed to journalistic pressure.
Well, that´s the world we live in. You get defamed on the front page and vindicated on the last. It´s much easier to go along with the lies than to stick up for the truth!
City
Anibal DÁngelo Rodríguez
For the "1st Congress on the History of Argentine Nationalism
Argentine Nationalism (217)
Mr Anibal DÁngelo Rodríguez suggests (Your View, October 24) I must have been misled by the front- page brouhaha regarding the 1st Congress on the History of Argentine Nationalism. Not so.
It was the organizers' vindicating statement (La Nación, 25-08-98, page 17) that rang a bell. For what do D'Angelo Rodríguez, Hugo Esteva and Patricio Randle all have in common? They were regular contributors to the most-read magazine during the military dictatorship, Cabildo, where another co-signer, Francisco Bosch, received excellent reviews for his bool "Indexación o Soberanía" (12-03-82, pages 33-34).
On 13 June 1977, the Videla dictatorship signed a decree, published in the Official Gazette three days later, confiscating Cabildo's issue dated 3-06-77. Why? Because in an article on pages 9-10 titled "Cabildo and the Anti-Semite Myth", it elaborates on a previously made slanderous editorial stating that Judaism is one of the decisive factors in the Fatherland's liquidation.
In 1981, under the pen name Dan Yellow, Mr D'Angelo Rodríguez wrote about the non-existence of Jorge Luis Borges (Cabildo, 28-07-81, pages 11-12). Perhaps, once again, he is having problems with the truth.
City
Ildefonso Miguel Thomsen
Sympathy (218)
My heart goes out to Nelly Durán and all other loved ones of the victims of the Israeli Embassy massacre.
Both our letters (Your View, March 13) show that things have not changed for the better since March 17, 1992. And if one takes into account that a meeting of Nazi sympathizers was openly held at a Catholic school in Buenos Aires last August, added to the fact that five AMIA police suspects have just been freed without bail by a federal judge, one may conclude that the situation is considerably worse.
City
Ildefonso Miguel Thomsen
Nazi Sympathizer (219)
In a letter to the editor (Herald, October 24, 1998), Anibal D'Angelo Rodríguez stated: "It's much easier to go along with the lies than to stick up for the truth!" He was referring to my letter (October 17, of that year) in which I concluded that, with others participating in the 1st Congress on the History of Argentine Nationalism, he was a "Nazi sympathizer".
Now, five years later, in a letter addressed to Sergio Kiernan dated July 30, 2003 -published in Página/12 on August 3- the man proudly admits that both his mother and himself (only then 19 years old) helped a Nazi war criminal enter this country. He also adds anti-Semitic slurs to his eloquent testimony. This is said now, after an article published on July 28 in Página/12 revealed details of his mother's involvement in the matter. This is no surprise, since D'Angelo Rodríguez is a master in denying reality. On July 28, 1981 -under the pen name Dan Yellow- he wrote about the non-existence of Jorge Luis Borges in Cabildo magazine. And it must be remembered that this magazine's issue dated June 3, 1977 was confiscated by the Jorge Rafael Videla dictatorship due to a slanderous editorial regarding the Jewish community in Argentina. Though I mentioned this fact in my letter published in the Herald on October 31, 1998, D'Angelo Rodríguez preferred not to respond. Now, that there is proof that his mother was involved in protecting Nazi war criminals, he decides to admit his inner self. A man is recognized for what he stands for.
City
imthomsen@sion.com
Ildefonso Thomsen
Nationalist Debate (220)
In a letter to the Herald on August 9, Ildefonso Thomsen repeated that in his letter of October 17, 1998, he had already concluded that, "With others participating in the first congress on the history of Argentine nationalism (I) was a 'Nazi sympathizer." And he says that I am revealed as a Nazi by my recent correspondence in the Marxist-Leninist newspaper Página 12.
It is a pity that Thomsen has either such a bad memory, a poor filing system, or just a will to distort facts. Or possibly he suffers from all three. Because in his letter of October 17, 1998, he does not refer to me, but limits his denunciation to "a seminar of Nazi sympathizers, openly held at a Catholic school just opposite the DAIA." No one has ever denied that a congress on the history of nationalism was held. What was under discussion at the time was whether or not a neo-Nazi meeting might not have been held in parallel. These are the facts, and that the allegation as to the parallel meeting was false has been corroborated by some two hundred witnesses. As to whether I am or have ever been a Nazi, apart from being an issue of little interest to the general public, and hence not a matter ever brought up for discussion, is in no way proven by any of this.
I wonder if Thomsen is capable of understanding this distinction. And I must admit I am feeling rather pessimistic about his capacity, since in his letter of August 9 he describes me as "a master in denying reality" since I questioned the existence of Borges in an article that was summarized and commented on in the French magazine L'Express, and incorporated by the Italian writer Leonardo Scascia into his book Croniquillas. In both cases the ironical nature of my comment was clearly understood -something that would appear to have escaped Ildefonso Thomsen.
Finally, with regard to the accusation that I am a Nazi, I will not reply here because it would be too lengthy a process for a letter to the editor. I will reply directly by mail to Thomsen. And if anyone wants to read my answer, they can request it from me at adangelor@yahoo.com.ar
Bella Vista
Anibal D'Angelo Rodríguez
A PROPÓSITO DE LA INEXISTENCIA DE BORGES (221)
Jean Cocteau decía que Víctor Hugo era un loco que se creía Víctor Hugo. Cincuenta años después, con el atraso que la caracteriza, la revista Cabildo dijo que Borges era un actor que se creía Borges. Lo que dijo en realidad, desde las páginas de cultura de su edición de julio de 1981, era que Borges no existía: ése era el título de la nota ("Borges no existe"), firmada por un tal Dan Yellow, que sostenía que, a mediados de los años '30, Leopoldo Marechal inventó un cacofónico seudónimo (Jorge Luis Borges) para los artículos que quería publicar sin su firma, que luego sumó a Mujica Lainez, a Bioy Casares y al oriental Wimpi a la diversión, que le crearon entre todos un pasado y una personalidad al personaje, y que "pasó lo mismo que con Frankenstein: el monstruo cobró vida propia y sobrepasó a sus creadores". Razón por la cual no les quedó más remedio que contratar a un actor que encarnara al inexistente Borges: "Se encontró el candidato ideal, un tal Aquiles Scatamacchia. Se lo vistió adecuadamente, se le dieron dos o tres lecciones sobre urbanismo elemental (Scatamacchia mondaba con techito) y se lo lanzó a la vida pública". Por ese motivo, concluía la nota, Borges nunca ganaría el Nobel, ya que la Academia Sueca estaba al tanto de la mascarada.
Insólitamente, la nota fue recogida por la corresponsalía de Le Monde en la Argentina y publicada en el diario francés, en un suelto sin firma, que fue reproducido días después por el semanario L'Express. Mientras tanto, en el número siguiente de Cabildo, el responsable de su página de cultura, Aníbal D'Angelo Rodríguez, confesaba a los lectores que tanto Dan Yellow como Aquiles Scatamacchia eran invenciones suyas, que todo se trataba de una evidente chacota y que lamentaba que, "mientras en Argentina pasan cosas trascendentales que apenas merecen comentario en esos medios", su broma periodística hubiese originado una tormenta. "Si yo afirmara, por ejemplo, que Francia no existe y alguien se tomara esta afirmación mía tan en serio como la anterior, podría cundir el pánico", seguía D'Angelo Rodríguez. "La Francia que conocí y amé parece haber sido sustituida por una mala comedia, representada por actores de segunda como Aquiles Scatamacchia."
Este remate daba pie a que, en el número siguiente de Cabildo, el "auténtico" Aquiles Rosendo Scatamacchia asegurara por carta que el "inexistente" era D'Angelo Rodríguez y que él, en cambio, no sólo existía sino que no era ningún actor de segunda, puesto que, en 1936, la revista Caras y Caretas había publicado una foto suya anunciándolo como un nuevo valor que surgía, y en 1938 había hecho de segunda figura en la película La Virgencita de Madera, momento en el cual sacrificó su carrera para ser Borges. Para entonces, El País de Madrid también se había subido a la calesita: su corresponsal en Buenos Aires resumía todo lo ocurrido y entrevistaba a Borges, para saber qué pensaba del asunto. "Puede usted decir que no soy uruguayo ni actor, aunque no estoy seguro de existir", contestaba Borges, además de comentar: "Hace poco los militares se enojaron con un actor que hace imitaciones mías por televisión. Yo le expresé inmediatamente mi solidaridad. La gente, por lo general, no tiene sentido del humor. Y mucho menos los militares".
Todo esto ocurre, como dije, en 1981. Borges ya no es aquel que en 1976 saludó a la Junta Militar como un gobierno de caballeros, pero los de Cabildo no le hacen la joda por lo oportunista de ese viraje (mucho se dijo entonces acerca de dicho cambio: yo trabajaba de cadete en Emecé, la editorial que publicaba a Borges, y me acuerdo que el comentario general era que lo había hecho para ganar el Nobel). Ni tampoco es que lo castiguen por ponerse en la vereda de enfrente del gobierno militar, porque, al parecer, también Cabildo estaba en contra de la dictadura, según afirmó el propio D'Angelo Rodríguez en otra pieza de su autoría: "Cabildo siempre denunció la entrega del Proceso. Al punto de que fue la única publicación que se les animó a los militares, y por ello la clausuraron. En absoluto apoyamos a los masones del Proceso. Tenemos dos visiones del país totalmente distintas" (es decir, Videla, Massera & Cía no eran lo suficientemente ultracatólicos, nacionalistas y antisemitas para Cabildo).
Rememorando el episodio veinticinco años después en algunos blogs nacionalistas, D'Angelo Rodríguez se jacta de la chispa y picardía borgeanas de aquella travesura. La misma chispa y picardía exhibió por esa misma época en una carta enviada a Página/12, en respuesta a una nota de Sergio Kiernan sobre su ayuda a criminales de guerra nazis ingresados a la Argentina en 1947: "Querido Sergio: Muy entretenido tu artículo sobre la gente que mi madre y yo contribuimos a salvar. ¿Sabés qué pasa? Que no todos tenemos la suerte que tienen Uds. los zurdos, que pueden asesinar a cien millones de personas y no tener ni uno solo de los asesinos juzgados y condenados. Otra cosa, querido. Parece que te tocó en el trigémino lo de las narices ganchudas. Pero yo no tengo la culpa de lo que ves en el espejo al afeitarte. La culpa la tiene la endogamia que Uds. prolijamente practican y que es la responsable de que se consideren judíos. Yo tengo sangre italiana, española y croata, pero soy argentino. Vos y tus nenes, si los tenés, van a seguir considerándose judíos aunque pasen veinte generaciones". Pocos meses después, comentando la aparición del suplemento adn, vuelven a brillar las dotes de D'Angelo Rodríguez: "El diario La Nación se ha desprendido del Cultural dominical que tenía una larga historia, no toda ella digna de crítica, optando ahora por una revista que acompaña la edición de los sábados. Quiera Dios que no haya nada simbólico en este paso del Día del Señor al Shabat...".
Evidentemente, D'Angelo Rodríguez quiere que el zurdaje registre la chispa y la picardía que son capaces de tener las huestes nacionalistas ultracatólicas antisemitas. No le va muy bien con el zurdaje, pero entre algunos pibes despistados parece haberlo logrado. En mi último viaje a Buenos Aires pregunté en un kiosco de revistas si quedaba gente que compre Cabildo y el tipo me contestó, con la imperturbable cara de piedra de esos porteños que lo han visto todo y nada los sorprende: "Acá vienen pendejos que la piden creyendo que es la competencia de Barcelona, hasta que se avivan de que los de Cabildo la escriben en serio".
LOS COLABORADORES DE CABILDO EN LA ACTUALIDAD
EL CAMARISTA SUBROGANTE GUILLERMO YACOBUCCI
ANTECEDENTES (1977- 1978) (222)
Sus devotos lectores, pocos pero fanáticos, tenían sobrados motivos para esperar la revista Cabildo de agosto de 1977. El mensuario reaparecía tras dos meses de ausencia. La edición de junio había sido secuestrada por orden de la dictadura que, además, sancionó a la publicación prohibiendo su salida en julio. La reacción tenía que ver con una interna de las propias Fuerzas Armadas dictatoriales. Cabildo expresaba a (y recibía data confidencial de) un ala de los represores, encarnada, entre otros, en los generales Acdel Edgardo Vilas y Rodolfo Mujica y el comisario Ramón Camps. Enfrentaba con el furor propio de las internas a compañeros de armas que juzgaba "liberales", les atribuía complicidades con la guerrilla, el judaísmo y otras bestias negras. José Alfredo Martínez de Hoz estaba en el banquillo de los acusados, Alejandro Agustín Lanusse ya había sido condenado. Algunos desbordes de esa doctrina colmaron la paciencia de la Junta Militar, que le aplicó una sanción piadosa, para los cánones de época.
En agosto Cabildo volvió con todo. Su tapa se floreaba con uno de sus tópicos favoritos: mostraba a Lanusse saludando a David Graiver, acariciándole la cara por más detalle. En el editorial el director Ricardo Curutchet no lagrimeaba por el cierre: "creemos (...) que el gobierno debe actuar sintiéndose asistido por facultades discrecionales, sin complejo alguno de comportarse institucionalmente como una Dictadura". Sí se quejaba porque Cabildo había quedado entre dos fuegos "el gobierno que la cerró y el poder judío". Contra éste embestía sin ambages, con la prosa macarrónica propia de la derecha nacionalista vernácula.
Acdel Vilas colaboraba con una nota larga, dedicada a una obsesión de los genocidas: la subversión cultural. Con dotes premonitorias notables, el genocida anticipaba argumentos que enunció Emilio Massera en el juicio a las Juntas, replicados ante decenas de estrados judiciales: guay de ganar la guerra y perder la batalla cultural.
Menos pimpante pero congruente con el contexto, la nota de apertura de la sección internacional se interesaba por la situación en España, durante la naciente restauración democrática. "Cocineros antes que frailes" se titulaba el artículo. Aludía, como hizo Antonio Machado, a dos Españas pero vistas del otro lado. Según el autor, de pluma generosa en casticismos y en palabras tonantes, los cocineros representaban el espíritu de la República y estaban volviendo. Los frailes eran, por oposición, "los grandes arquetipos de la raza". La praxis del rey (con minúsculas siempre), "el Borbón", era lapidada con minucia. Pero no sólo Juan Carlos estaba en entredicho, también sus súbditos. "El pueblo español no quiere hoy a los frailes, se ha quedado con los cocineros", plañía el columnista para luego enardecerse: "ha preferido los derechos humanos de los guerrilleros al derecho insobornable de la Patria, optó por la fastidiosa palabrería de los políticos, entregando la serena palabra de los jueces, cambió la humilde justicia de la verdad por la amnistía de los asesinos, los tribunales económicos por la usura, la soberanía nacional por la soberanía popular". La catilinaria antidemocrática apelaba en su crescendo al clasicismo hispano: "En fin, prefirió el fondo de las alforjas de Sancho a la punta de lanza del Quijote".
La nota, de una página, nada decía sobre las eventuales comparaciones con la Argentina, tal vez porque caían de su peso.
El autor de la nota firmaba G.J.Y. Son las iniciales de Guillermo Jorge Yacobucci, uno de los dos camaristas subrogantes de Casación que decidieron la libertad de una pléyade de represores, incluidos Alfredo Astiz y Jorge Acosta, el Tigre.
Tertulias
Cabildo no tenía estructura legal en regla. Decía que la empresa era una SRL "en formación", un rebusque convencional en publicaciones pequeñas. Disponía también de un sello de goma, el Centro de Estudios Nuestra Señora de la Merced. Bajo ese paraguas solían celebrarse las reuniones de debate político y de preparación de la revista, en una vieja casa ubicada en el tercer piso de Talcahuano 893. La construcción era noble, grandes los ambientes, en los encuentros podían juntarse entre 50 y 100 personas.
Llevaban la voz cantante Curutchet, Juan Carlos Monedero (un militante del derechista Sindicato Universitario de Derecho, a cuyo adecuado apellido debían hacerse los cheques por las suscripciones), Antonio Caponetto (el actual director de Cabildo). Varios sacerdotes ultramontanos, entre ellos autoridades de colegios confesionales, eran de la partida. Según contaron a este diario testigos presenciales, cuya identidad se reserva, Yacobucci participó en varias de esas tertulias, en un rol iniciático y promisorio. Las tenidas se realizaban para discutir "de política" o del sumario de la revista. También había intercambios con cofrades de otras latitudes. Los falangistas españoles, atribulados tras la muerte de Francisco Franco, eran invitados de honor. El ex presidente Roberto Marcelo Levingston participó en uno de esos homenajes. Yacobucci también fue de la partida. Era joven, había nacido en 1956, la cúpula de Cabildo le proyectaba un porvenir brillante.
Los informantes saben que firmaba las notas con iniciales porque, estudiante aún, aspiraba a hacer carrera en el Poder Judicial. Y las internas dictatoriales que mencionamos en el primer párrafo motivaban que él mismo y sus mentores eligieran el módico enmascaramiento en prevención de potenciales represalias.
Obras completas
G.J.Y volvió a escribir en Cabildo un año después, en agosto de 1978. En términos periodísticos, ascendió. Su columna, titulada "Un canto para la Argentina Austral", comentaba el tema de tapa, que era la escalada bélica con Chile. La revista propiciaba la guerra, G. J. Y. le agregaba condimento a la postura editorial. Con la proverbial pulsión tanática del nazionalismo convocaba a morir por la Patria. El argumento era moral pero también rozaba una curiosa interpretación jurídica: "Nada más irrevocable que la posesión adquirida a costa de la sangre", estipulaba. Y oponía esos títulos rojos a la chatura de los documentos. "¿Qué papel con negros párrafos y largos articulados podrá oponerse al sacrificio de quienes se han inmolado en acto supremo de generosidad por la integridad territorial?" El sistema internacional cedía ante la densidad legal de los muertos en combate: "No existe Organización, Sociedad o Pacto en el mundo capaz de hacer retroceder a los muertos del campo conquistado con su vida". Como en todas las citas de esta nota las mayúsculas son responsabilidad estricta del autor de los originales.
Era una versión institucional pintoresca, algo traída para un hombre de leyes que iba terminando su carrera de abogado en la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió en 1980.
Guillermo Yacobucci ascendió peldaño a peldaño en Tribunales, integra por derecho propio la "familia judicial", según sus recibos de haberes tiene 34 años de antigüedad. También hizo méritos académicos. Su currículo expone numerosas obras publicadas, solo y en colaboración, casi todas de derecho penal. Tiene reputación de hombre de derechas y de juez con versación jurídica superior a la media. Dirige el Departamento de Derecho Penal de la Universidad Austral, estrechamente ligada al Opus Dei.
Llegó como subrogante a la Cámara Federal de Casación, eligió la mitad de la biblioteca que favorecía la libertad de Astiz y del Tigre. En un caso polémico, abierto a interpretaciones dispares, optó por la más favorable a los terroristas de Estado, beneficiándolos por la desidia de los magistrados. La decisión judicial no es un proceso puramente deductivo, contiene opciones valorativas y políticas.
El lunes pasado, el casador interino Yacobucci asumió que los juicios sobre el terrorismo de Estado se dilatan porque "la Justicia no marcha a un ritmo deseable". Y, en parcas declaraciones a los medios, defendió el fallo.
Eso sí, dejó sentado que los crímenes de lesa humanidad le causan "repugnancia visceral".
En otros tiempos, por lo visto, pensaba diferente.
UNA VEINTENA DE REPRESORES (2008) (223)
Hace diez días la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal, con los votos de Guillermo Yacobucci y Luis García, ordenó el cese de la prisión preventiva de una veintena de represores acusados por delitos de lesa humanidad. Celebridades de la ESMA como Alfredo Astiz y Jorge "El Tigre" Acosta, el ex juez santafesino Víctor Brusa y el ex general Ramón Genaro Díaz Bessone fueron algunos de los beneficiados. Como la mayoría fue arrestada en 2003, el tribunal consideró que llevan presos sin condena más tiempo del razonable. Un día después, tras el rechazo generalizado de los organismos de derechos humanos y hasta de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el fiscal Raúl Pleé apeló la resolución por considerar que "pone en serio riesgo a la Nación Argentina de ser sancionada internacionalmente por arriesgar innecesariamente la concreción del debido proceso en causas en las que se ventilan graves violaciones a los derechos humanos". El argumento central del escrito, que evitó la liberación de los represores, es que en caso de ser liberados podrían frustrar las investigaciones. Cuando Casación dé el visto bueno a la apelación deberá expedirse la Corte Suprema de Justicia, que cuenta desde hace un año y medio con una unidad especial creada para evitar este tipo de escándalos, a cargo de José Luis Mandalunis.
"La liberación es posible porque las distintas instancias de la Justicia han demorado en forma injustificada los procesos, dilatando la posibilidad de alcanzar la instancia de los juicios orales y públicos. La libertad de los acusados durante el proceso penal no conlleva impunidad. A treinta años del terrorismo de Estado, impunidad es que, por desidia, indolencia o complicidad, la Justicia argentina aún no los haya condenado", señalaron en un comunicado Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, HIJOS, CELS y Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, luego de conocer la resolución de Casación. La Presidenta dijo que era "un día de vergüenza para todos los argentinos".
EL GRUPO DE TAREAS DE MASSERA (2009) (224)
Los jueces subrogantes de la Cámara de Casación Guillermo Jorge Yacobucci y Luis María García fueron denunciados ante el Consejo de la Magistratura y penalmente por los abogados Rodolfo Yanzón y María Mónica González Vivero, representantes de querellantes en las causas del Primer Cuerpo, ESMA y Campo de Mayo y las ex detenidas desaparecidas Delia Barrera y Graciela Daleo.
Yacobucci y García fueron los magistrados que dispusieron a fin del año pasado las excarcelaciones de unos veinte represores, entre ellos Alfredo Astiz y Jorge Acosta. Esta semana, además, también se pronunciaron por la liberación de Miguel Clemens y Daniel Cuomo, otros dos integrantes del grupo de tareas de Massera. "Han sumado a la trama que ha hecho posible que hasta ahora los artífices del genocidio en la Argentina no hayan podido ser juzgados y, como recompensa, se les otorga la libertad con el riesgo inevitable de fuga y de obstruir el accionar de la Justicia", dice el escrito que presentaron ante el Consejo de la Magistratura, donde serán recibidos hoy. Los denunciantes señalaron que están de acuerdo con que la libertad debe ser la norma en los procesos penales y la imposición de prisión la excepción, y manifestaron que si existía excepcionalidad en algún proceso penal, era en los que tratan sobre crímenes de lesa humanidad. Pero argumentaron que el cambio de criterio de la Cámara de Casación "no obedeció a la adopción de criterios a favor de la libertad, sino que se erigieron en acciones tendientes a sostener la impunidad de los genocidas o, en todo caso, a morigerar al máximo los efectos de la acción de la Justicia".
"Sospechamos -y hemos confirmado- que el andamiaje jurídico montado para sostener que el derecho a la libertad es inmaculado, sería aplicado sólo en algunos casos. Las cárceles argentinas continúan abarrotadas de pobres y el 60 por ciento de su población se halla sin condena firme. Los sectores que se benefician son aquellos que ostentan poder económico, un posicionamiento de clase determinado o pertenecen a Fuerzas Armadas o de seguridad, nuestros torturadores y asesinos, que, a pesar de haber cometido los crímenes más graves que los argentinos tengamos conciencia, obtienen libertades", aseguraron Yanzón, González Vivero, Barrera y Daleo. Además de la denuncia penal y la presentada ante el Consejo de la Magistratura, los abogados y sobrevivientes recusaron a Yacobucci en todas las causas vinculadas con crímenes de lesa humanidad. Se basaron en la información publicada por Página/12 acerca de que el juez fue columnista de la revista Cabildo, que reivindicaba los métodos de la dictadura, durante 1977 y 1978.
DENUNCIADO ANTE EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA (2009) (225)
El abogado Rodolfo Yanzón y la sobreviviente de la ESMA Graciela Daleo presentaron ayer un informe oral ante el Consejo de la Magistratura sobre los jueces subrogantes Guillermo Jorge Yacobucci y Luis María García, miembros de la Cámara de Casación que en diciembre dispusieron la excarcelación de un grupo de represores encabezado por Jorge Acosta y Alfredo Astiz. Acompañados por un grupo de sobrevivientes del mayor centro clandestino de la Armada, fueron recibidos por el presidente del Consejo, Luis María Bunge Campos, la presidenta de la Comisión de Acusación, Diana Conti, y la consejera Marcela Losardo. Yanzón ratificó ayer la denuncia penal por prevaricato y abuso de autoridad de ambos magistrados ante el juez federal Claudio Bonadío, que correrá vista al fiscal Guillermo Marijuán para que impulse la acción penal.
La denuncia de Yanzón y Mónica González Vivero y de las sobrevivientes Daleo y Delia Barrera se acumuló a una anterior contra los mismos jueces que formuló el titular de la Secretaría de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. El escrito enfatiza que la orden de liberar a represores procesados por crímenes de lesa humanidad, cuyas prisiones preventivas no excedieron los tres años que el Código Procesal Penal fija como tope máximo antes de la sustanciación del juicio, implica la comisión del delito de prevaricato.
Los abogados de la Fundación Liga Argentina por los Derechos Humanos también cuestionaron los argumentos con los que Yacobucci y García ordenaron esta semana la liberación de Miguel Clemens y Daniel Cuomo, ambos ex ESMA que pasaron menos de tres años detenidos. "Ellos dicen que no existe peligro de fuga ni de entorpecimiento de la investigación, pero en la práctica la resolución implica desproteger a testigos y derribar parte de la prueba testimonial, ya que muchos sobrevivientes nos han manifestado su temor y han advertido que no quieren declarar con los represores libres", explicó Yanzón. Un recurso del fiscal Raúl Plée en el caso de los marinos beneficiados en diciembre y la fianza fijada por el juez Sergio Torres en los casos de Clemens y Cuomo impidieron hasta ahora concretar las liberaciones.
"Queremos que lleguen al juicio oral en la cárcel", enfatizó Daleo a su turno frente a los consejeros Bunge Campos, Conti y Losardo. Agregó que la Cámara de Casación "obstruyó juicios que llegaron con veinticinco años de demora" y que ese proceder "es una afrenta a los deseos de justicia". Lamentó "el silencio y ocultamiento de archivos" por parte de los militares y consideró que "están dispuestos a todo, incluso a fraguar un estado de incapacidad, como en el caso de Massera". Yanzón reiteró que los fallos a favor de símbolos del terrorismo de Estado como Acosta y Astiz forman parte de "una política de impunidad" en beneficio de los "artífices del genocidio en la Argentina".
Los abogados y sobrevivientes recusaron a Yacobucci en todas las causas por delitos de lesa humanidad por su pasado como pluma de la revista Cabildo en 1977 y 1978, cuando el pasquín reivindicaba (igual que hoy) los métodos del Estado terrorista. Los consejeros volverán a recibir a los abogados tras el plenario de la próxima semana.
ESPIONAJE ILEGAL EN LA BASE NAVAL DE TRELEW (2009) (226)
Con un don de la oportunidad que ya se vio otras veces en la causa por espionaje ilegal en la base Almirante Zar de Trelew, la Cámara de Casación le quitó el expediente a la de Comodoro Rivadavia justo cuando corría el plazo para que definieran si procesaban o no al jefe de la Armada, Jorge Godoy. Los magistrados de Chubut eran los mismos que habían procesado al ex jefe del Ejército Roberto Bendini, lo que le costó el cargo. Para no correr riesgos, los camaristas de Casación dispusieron que la suerte de Godoy se definiera en Buenos Aires.
Los camaristas Gustavo Mitchell, Luis García y Guillermo Yacobucci enviaron la causa a Buenos Aires, tal como quería Godoy. Lo hicieron contra lo que recomendó el fiscal de Cámara, Ricardo Wechsler, que alertó sobre las demoras que esto producirá. Yacobucci fue quien ordenó liberar a Alfredo Astiz y El Tigre Acosta, entre otros, y fue columnista de la revista ultraprocesista Cabildo. En el fallo, hizo suyos los argumentos del defensor de Godoy, que proviene de la ONG Fores, la misma que pidió que continuaran los jueces de la dictadura. Sus Señorías argumentaron que dado que el plan de inteligencia por el que se imputa a Godoy se redactó en Buenos Aires y el presunto delito se cometió en todo el país, debe ser juzgado en Buenos Aires.
No es el primer traspié que sufre la causa de espionaje ilegal, que se inició en 2006, cuando la Justicia allanó las bases navales y encontró fichas de seguimientos a políticos, organismos de derechos humanos, indigenistas y sociales. Desde entonces, se cerraron las oficinas de inteligencia de las bases y fueron procesados doce marinos, pero el proceso tuvo varios contratiempos: la investigación se frenó por primera vez cuando Godoy se presentó para reclamar un sistema de encriptamiento que presuntamente había sido secuestrado en un allanamiento.
Luego, el CELS imputó a Godoy y a su segundo, Benito Rótolo, por firmar un plan de inteligencia que avalaba el espionaje a actividades como el terrorismo, el narcotráfico "y toda otra que como tal se manifieste".
El almirante fue indagado, pero consiguió frenar el proceso nuevamente con el pedido de que se lo juzgue en Buenos Aires, que fue rechazado por el juez Daniel Rafecas. La Sala II de la Cámara Federal revocó la decisión de Rafecas, con el mismo timing que Casación: lo hizo cuando empezaba a correr el período para que el juez de Rawson definiera la situación de Godoy. En medio de ese conflicto de competencias, Sastre le dictó falta de mérito a Godoy. El CELS apeló la decisión y la semana pasada se presentó en una audiencia ante la Cámara de Comodoro Rivadavia, que tenía cinco días para definir la situación procesal del almirante. Antes de que lograran emitir un fallo, la Cámara de Casación les ganó de mano.
CONCURSO PARA CUBRIR VACANTES EN CASACIÓN (2009) (227)
Mariano González Palazzo, Luis García, Augusto Diez Ojeda y Guillermo Yacobucci integran la Cámara Nacional de Casación Penal. Ingresaron como subrogantes luego de que en ese tribunal se produjeran algunas vacantes provocadas en parte por la polémica que generó su demora en la tramitación de las causas sobre violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura. La semana pasada, el Consejo de la Magistratura elaboró el orden de mérito provisorio del concurso realizado para cubrir esos puestos. El resultado dejó en evidencia algunas fallas en los magistrados que están en este momento ejerciendo esos cargos.
Antes de llegar a Casación -el tribunal penal más importante del país y la instancia de mayor peso jurídico luego de la Corte Suprema-, Diez Ojeda se desempeñaba como juez del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 4 de San Martín, González Palazzo en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Buenos Aires, García en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 9 de Buenos Aires y Yacobucci en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 6 de Buenos Aires. Todos ellos se presentaron al concurso que les podía garantizar la continuidad en Casación, pero sólo Yacobucci está en condiciones de quedarse.
En la evaluación que realizó el organismo que se encarga de seleccionar a los magistrados, los postulantes debieron contestar sobre aspectos jurídicos de un caso vinculado con violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar.
González Palazzo fue calificado con 45 puntos sobre cien. Fue la peor nota del examen, que también obtuvieron otros dos postulantes. El jurado conformado por Mirta Delia Tyden de Skanata, Angela Ester Ledesma, Daniel Aníbal Erbetta y Gustavo Luis Vitale consideró que su escrito tenía "cierto grado de imprecisión y confusión", que no reconoció "las cuestiones federales planteadas ni los precedentes de la Corte Suprema de Justicia" que citó "erróneamente precedentes de la Cámara Nacional de Casación Penal" (que integra) y que "la prueba se caracteriza por la escasa fundamentación y se omite el tratamiento de los agravios vinculados con la autoría mediata, la arbitrariedad y la doctrina del leal acatamiento". En el orden de mérito provisorio en el que se computan también los antecedentes terminó 23 de una lista de 25.
García sacó 57 puntos. El jurado consideró que "luce insuficiente a la hora de fundamentar cuestiones fundamentales como la vinculada con los delitos de lesa humanidad y la autoría mediata", y tuvo en cuenta que rechazó el derecho a querellar de una ONG. A Diez Ojeda le fue un poco mejor. Recibió 60 puntos, pero le señalaron que en un escrito se advertía "cierto grado de confusión" y que "omitió el tratamiento de problemas planteados".
Yacobucci, en cambio, fue calificado con 84 puntos y salió octavo en el concurso. Pero, como tenía el primer lugar en antecedentes, quedó segundo en el orden de mérito provisorio.
Los otros postulantes en condiciones de convertirse en jueces de la Cámara Nacional de Casación Penal son Alejandro Slokar, actual secretario de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios de la Nación (sacó 97 en el examen y está primero en la lista), y el fiscal Mariano Borinsky, titular de la Unidad de Investigación de Delitos Tributarios y Contrabando (91 puntos en la prueba y quedó tercero al sumar los antecedentes).
En el cuarto lugar aparece la abogada Ana María Figueroa (obtuvo 91 puntos en la evaluación). A diferencia del resto de los protagonistas, no proviene de la familia judicial. Trabajó en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Rosario y ahora integra el área jurídica de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. En su momento fue mencionada como posible candidata a la Corte Suprema, pero su postulación no se concretó.
Los posibles nuevos integrantes de la Cámara de Casación deberán ahora afrontar la entrevista personal de la Comisión de Selección del Consejo. Es probable que Yacobucci deba responder alguna pregunta relacionada con el fallo que firmó hace unos meses con el que le otorgó la libertad a Alfredo Astiz y a otros represores de la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí, junto con García, consideró que los acusados habían estado demasiado tiempo procesados sin condena y por lo tanto debían ser excarcelados hasta que fueran juzgados. La decisión fue apelada y quedó en suspenso. Además, el Tribunal Oral Nº 5 fijó para el 6 de octubre el inicio del proceso y por lo tanto se supone que los miembros de la patota de la ESMA no sean autorizados a volver a caminar por las calles libremente. El escrito de Yacobucci y García fue criticado por organismos de derechos humanos que, de todas formas, hicieron hincapié en la necesidad de acelerar los tiempos judiciales para que los represores no tarden años en recibir una condena. Pero Yacobucci deberá despejar otro interrogante: Página/12 reveló que en 1977 y 1978 escribió en la revista ultranacionalista Cabildo, vinculada con los represores Adel Vilas y Ramón Camps. El dato no figura entre sus antecedentes profesionales ni académicos, que comienzan en 1979, cuando se recibió de abogado y que le valieron el primer lugar en ese rubro.
ONCE REPRESORES DE LA UNIDAD 9 (2009) (228)
Once represores de la Unidad 9, incluido uno que es investigado por la segunda desaparición de Jorge Julio López, podrían quedar en libertad esta semana. La decisión la tomaron Luis García y Guillermo Yacobucci, los mismos jueces de la Cámara de Casación Penal que en diciembre ordenaron excarcelar a Astiz, Acosta & Cía. La diferencia con el caso de los marinos es que, según trascendió entre organismos y querellantes, el fiscal Juan Martín Romero Victorica no fue notificado, no tiene ninguna motivación para hacerlo por su cuenta y menos aún para impedir excarcelaciones en La Plata.
Se trata de la jurisdicción en la que Romero Victorica blanqueó su amistad con Jaime Smart, ministro de Gobierno durante la dictadura, que le valió una denuncia de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación por "no representar al Ministerio Público ni a los intereses de la sociedad".
La medida de Casación llega cuando el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata se disponía a fijar la fecha del primer juicio contra miembros del Servicio Penitenciario Bonaerense, imputados por nueve homicidos más un centenar de secuestros y tormentos en la U9, cárcel que concentró a la mayor cantidad de presos políticos durante la dictadura. Entre los beneficiarios se destacan el entonces segundo jefe del SPB Elvio Omar Cosso, el sanguinario director del penal Abel David Dupuy, y el ex jefe de inteligencia del gobierno de Felipe Solá Ramón "El Manchado" Fernández.
La decisión de García y Yacobucci, ex pluma del pasquín Cabildo, contraría el criterio de tres instancias judiciales, incluido el TOF-1. El argumento es que llevan tres años y cuatro meses detenidos, cuando por ley la prisión preventiva no puede exceder los tres años. Los querellantes cuestionan que la medida de Casación no toma en cuenta las particulares características de los delitos imputados, la magnitud de las causas, el ocultamiento de pruebas y el amedrentamiento de los testigos. Los organismos presentarán hoy una carta a Esteban Righi, titular de la Procuración General de la Nación, para que tome cartas en el asunto e inste a Romero Victorica a evitar la liberación de los represores.
CANDIDATO A JUEZ PORTEÑO (2010) (229)
Dime qué tipo de jurados eliges y te diré qué jueces promueves. Podría ser un refrán aplicable al estilo PRO. El partido que gobierna la ciudad de Buenos Aires presentó un proyecto en la Legislatura que propone una nómina de profesionales del derecho para evaluar a los candidatos a ocupar los juzgados porteños. La lista ya genera polémica y cuestionamientos en la oposición porque está integrada por uno de los abogados del ex jefe de la Policía Metropolitana Jorge "el Fino" Palacios, por un camarista que excarceló en su momento a los represores Alfredo Astiz y Jorge "el Tigre" Acosta, y por un letrado que es socio de los defensores de Mauricio Macri en la causa de las escuchas telefónicas y patrocina a Marcela y Felipe Noble en la investigación judicial que definirá si son hijos de desaparecidos. Los veintidós nombres propuestos surgieron de consultas entre el diputado y vicepresidente primero del cuerpo, Oscar Moscariello, el presidente del PRO a nivel nacional, José Torello, el secretario legal y técnico Pablo Clusellas y la Procuración, según le confió una fuente del oficialismo a Página/12, que intentó aprobar el proyecto sobre tablas y no lo consiguió.
Así ingresó a la Comisión de Justicia de la Legislatura con trámite de preferencia para su tratamiento. Una vez que se constituya el jurado - los demás bloques tienen que sugerir sus propios aspirantes a integrarlo- habrá que cubrir nueve juzgados de Primera Instancia en lo Contencioso, dieciséis fiscalías y ocho defensorías de Primera Instancia en lo Contravencional y de Faltas, dos fiscalías y otras tantas defensorías en lo Contencioso, Administrativo y Tributario y una fiscalía de Cámara en lo Contencioso. Esto resultó posible porque en noviembre de 2009 se modificó la Ley 7 o ley orgánica del Poder Judicial porteño.
La Legislatura puede impulsar hasta treinta candidatos a integrar el jurado, de los cuales catorce le corresponderían al PRO, de acuerdo con la cantidad de bancas que tiene. Entre ellos se destaca la presencia de Manuel Beccar Varela, uno de los dos defensores del Fino Palacios en la causa de las escuchas ilegales (su socio Diego Richards es el otro). Joven abogado, en su currículum figura como antecedente que se desempeñó como director general de la Subsecretaría de Investigaciones de la Policía Bonaerense intervenida por León Arslanian bajo la gobernación de Eduardo Duhalde.
Guillermo Yacobucci, otro de los nominados para integrar el jurado, es miembro de la Sala II de la Cámara de Casación. Es el mismo que en diciembre de 2008, cuando subrogaba su cargo, les concedió la excarcelación a Astiz, Acosta y otros marinos que pertenecían a la patota de la ESMA. "Cuando llego a la noche a mi casa duermo tranquilo", decía el juez que, para liberarlos, se basó en los años de prisión preventiva que habían cumplido los represores. "Hay un retardo de justicia que es culpa del Poder Judicial", se excusó haciendo una autocrítica corporativa.
A Yacobucci no puede achacársele falta de coherencia en lo ideológico. Redujo la estadía carcelaria de aquellos símbolos de la última dictadura y no se salió del camino trazado desde su primera juventud, cuando era un ignoto escriba de la revista Cabildo, el libelo fascistoide donde supo ser columnista. Firmaba los artículos con sus iniciales G.J.Y. (Guillermo Jorge Yacobucci).
Mario Wainfeld, quien además de periodista es abogado, escribió sobre él en este diario el 28 de diciembre de 2008: "...integra por derecho propio la 'familia judicial', según sus recibos de haberes tiene 34 años de antigüedad. También hizo méritos académicos. Su currículum expone numerosas obras publicadas, solo y en colaboración, casi todas de derecho penal. Tiene reputación de hombre de derechas y de juez con versación superior a la media". Esta descripción puede completarse con que integró el Tribunal Oral Nº 6 que condenó a Rafael Di Zeo, el ex jefe de la barra brava de Boca, a cuatro años y tres meses de prisión por el delito de coacción agravada. Además es hincha de San Telmo, y suele acompañar a uno de sus hijos a ver a Boca, aunque también va con otro que es de River al Monumental.
En marzo pasado hizo lugar a una queja de los abogados de Marcela y Felipe, los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble, que permitió la suspensión momentánea de los análisis genéticos ampliados para comprobar si son hijos de desaparecidos. Anteayer, el mismo tribunal que integra, falló cuestionando por "inadmisible" aquel recurso y ordenó enviar de inmediato el expediente al juez federal de San Isidro, Conrado Bergesio, para que continúe con el trámite de la causa y eventualmente fije nueva fecha a los análisis postergados.
VICENTE MASSOT, DIRECTOR DE LA NUEVA PROVINCIA
DISERTANDO EN LA SOCIEDAD RURAL DE BAHÍA BLANCA (2009) (230)
"Nos dicen que debemos dejar de ser habitantes para empezar a ser ciudadanos pero nadie nos enseña cuál es el camino para ser un buen ciudadano y dónde hay que participar." El reclamo lo formuló el martes el productor agropecuario Orlando Arrechea Harriet (h), ansioso por integrarse al mundo a sus 61 años, luego de 38 en la comisión directiva de la Sociedad Rural de Bahía Blanca. El actual presidente de la entidad fue el anfitrión de la "charla abierta sobre participación política" que organizó la SRA con la consigna "el 'no te metás' no existe más. Ahora es 'metete'". "La idea es que el encuentro se transforme en un taller práctico de compromiso político en el que se expliquen desde las distintas formas de participación hasta qué cargos se elegirán en las elecciones legislativas", anticipó al diario La Nueva Provincia.
Para desentrañar semejante intríngulis no disertaron profesores de educación cívica sino el presidente y el secretario de la Rural, Hugo Biolcati y Arturo Llavallol, el consultor Felipe Noguera y el "analista político" Vicente Massot, como los diarios La Nación y Clarín rotulan sus columnas de opinión.
Director de La Nueva Provincia, dueño de la empresa de seguridad Megatrans y ex ministro de Defensa de Carlos Menem hasta que reivindicó la tortura, Massot fue en los '70 editor de la revista Cabildo y colaborador de la revista Verbo, que tradujo y publicó los textos de los capellanes franceses de la guerra de Argelia que justificaban con argumentos teológicos la tortura y la ejecución de prisioneros, y en plena dictadura visitaba en la ESMA a su director, almirante Jacinto Chamorro.
En junio de 1976 los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola, que habían encabezado las reivindicaciones de los trabajadores de La Nueva Provincia, fueron secuestrados, torturados y asesinados, noticia que el diario publicó en veinte líneas y nunca más volvió a mencionar. El juez Alcindo Alvarez Canale admitió que son crímenes imprescriptibles pero no investigó a los únicos enemigos que tenían las víctimas.
Cuando uno ve en la convocatoria el nombre de Massot, con la historia que ello implica, se pregunta qué puede aportar esta persona a la democracia y qué pueden aportar ustedes a la democracia le planteó el periodista Mauro Llaneza a Arrechea Harriet (h).
Bueno, ése es el punto de vista suyo, lo acepto - concedió-. Vicente Massot es una persona muy conocida y respetada en nuestra zona y en la Argentina también (sic), y habrá sectores que estarán de acuerdo y otros que no, así como pueden estarlo con Buzzi o con Biolcati -cambió de tema.
El 3 de octubre de 1976, durante la inauguración de la 92ª Exposición de Ganadería e Industria de Bahía Blanca, Arrechea Harriet (h) era director suplente de la Rural bahiense, que presidía Juan Carlos Harriet. En pleno auge del "no te metás", con el secretario de agricultura Jorge Zorreguieta, el comandante de operaciones navales Luis María Mendía y el jefe del Cuerpo V general René Azpitarte en el palco de honor, se escucharon algunos reclamos conocidos: "Que las reglas de comercialización sean claras y adecuadas al sistema de libre comercio, que todas las retenciones sean eliminadas, que los impuestos alienten a producir", pidió Juan Rebollini, tesorero de Carbap, quien admitió un cambio de rumbo con respecto "al último período, en que se procuraba únicamente la conquista de las simpatías del pueblo denunciando a honrados, decentes señores productores". El dirigente celebró que "la esperanza está puesta otra vez en los frutos de su tierra, pero cuidado", alertó: "No olvidemos que estamos en guerra para salvar nuestro sistema social de vida, amenazado por la estrategia de las izquierdas internacionales. Guerra que simula ser ideológica pero no es más que económica, pues lo que ambicionan es apoderarse del manejo de esas mismas fecundas tierras para proveerse de alimentos baratos".
El actual director de la Rural bahiense, martillero Juan Roberto González Biocca, no oculta su nostalgia por aquellos tiempos. "Estamos cansados de palabras por lo cual voy a ser muy breve", anunció meses atrás durante una asamblea cuyo audio registró la FM de la Calle. "Esta señora que tenemos hoy de turno (en referencia a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner) ha tocado un tema muy hiriente hacia nosotros, y lo dije y lo digo acá en voz alta a todos los políticos y las pongo acá (sic) sobre la mesa: ¡Estamos en democracia gracias a las Fuerzas Armadas que eliminaron a la subversión!". La paisanada lo ovacionó.
DISERTANDO EN EL CÍRCULO NAVAL (2009) (231)
En los coquetos salones del segundo piso del Centro Naval estaba todo preparado para la ocasión. Una abrumadora mayoría de marinos retirados, esposas de represores y una nada desdeñable representación de oficiales en actividad se fueron ubicando para compartir la cena. A los postres se cumplió el objetivo del encuentro: el ex viceministro de Defensa de Carlos Menem, el empresario Vicente Massot, tituló su charla "A doscientos años de la Revolución de Mayo". La tentación era irresistible y el embalaje académico cedió ante el deseo: instó al auditorio para que el próximo 28 de junio se vote para terminar con el kirchnerismo. El presidente del Centro Naval, el contraalmirante retirado Carlos Frash, le agradeció a la Armada el apoyo brindado para el ciclo de conferencias. En los corrillos comentaban que la fuerza patrocinó la charla con el hombre que tuvo que renunciar al gabinete menemista por haber reivindicado la tortura.
En el salón Almirante Brown, los comensales terminaron de degustar un lomo con soufflé de verduras y con la llegada del helado empezaron los cuarenta minutos de exposición de Massot. El almirante Basilio Pertiné, cuñado de Fernando de la Rúa y cuestionado constructor del nuevo polo educativo de la Armada en Vicente López, estuvo entre los contertulios junto a varios oficiales en actividad que cumplen funciones en la Secretaría General Naval, a algunos de los procesados por el espionaje en la Base de Trelew y a las Pando's girls. Cecilia Pando no apareció, pero envió una delegación de mujeres de represores presos en Marcos Paz. La esposa del mayor Rafael Mercado volvió a activar la semana pasada sus reclamos "por los derechos de los presos políticos", cuando se entrevistó con el ex presidente Eduardo Duhalde en un local de San Cristóbal que ahora recluta a gente de Daniel "Chicho" Basile y a ex carapintadas del Modin.
Massot, uno de los propietarios del diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, combina su actividad periodística con la de activo charlista. A mediados de febrero, en su territorio disertó en una jornada organizada por la Sociedad Rural (SR) para formar a los cuadros políticos de la organización con vistas a las elecciones. El titular de la SR local, Juan Roberto González, había arengado días antes: "¡Estamos en democracia gracias a las Fuerzas Armadas que eliminaron a la subversión!".
Egresado de la Universidad Católica como politólogo y posgraduado en el ultraliberal CEMA, Massot es consecuente: en los '70 fue editor de la revista Cabildo y colaborador de Verbo, la publicación que difundió los textos de los capellanes franceses de la guerra de Argelia que justificaban la tortura y la ejecución de prisioneros. Durante la dictadura era uno de los visitantes a los jefes de la Esma.
Anteanoche en el Centro Naval aclaró que no reivindicaba la dictadura, al tiempo que elogiaba el modelo chileno, que supo respetar el andamiaje armado por Augusto Pinochet. Repitió que no se puede culpar a las Fuerzas Armadas por lo que pasa en el país y les advirtió a los comensales que tienen que darse cuenta de que son la última prioridad.
Sensible al boato del salón del edificio de Córdoba y Florida, Ma-ssot buscó la empatía de los más de ciento cincuenta comensales al comentarles que ese lugar era símbolo de una Argentina que ya no es. La excusa del Bicentenario le fue funcional para criticar al Gobierno por el espíritu revanchista, de enfrentamiento entre los argentinos, y concluir que las elecciones del 28 de junio son la oportunidad para votar por una alternativa.
"Estaba infectado de dinosaurios, pero queda claro que ahora aceptan que el voto es la única manera de buscar otra cosa. Hay que ser positivo", ironizó un oficial curtido en las charlas destinadas a "formar conciencia".
El Centro Naval es un club social al que los marinos deben pertenecer: la institución asocia compulsivamente a los oficiales. En el marco de las actividades de la Liga de Clubes Centenarios se está realizando el ciclo de conferencias en homenaje al Bicentenario de la Revolución de Mayo. Massot fue el elegido para exponer ante los marinos, un universo al que conoce como pocos: Bahía Blanca es históricamente uno de los polos de formación naval y La Nueva Provincia, el órgano de difusión de sus principios más recalcitrantes.
Pasadas las 23, Massot terminó reconfortado: el auditorio lo aplaudió de pie. Todos habían pagado 45 pesos por cubierto y el menú también los había dejado satisfechos. La duda que empezó a correr fue si el voltaje político terminaría justificando alguna reprimenda teniendo en cuenta el carácter prescindente que debe mantener la institución.
ALFREDO SOLARI, DOCENTE DE LA UBA
DEFENSOR DE REPRESORES (232)
Alfredo Solari combina sus clases de derecho en la UBA con la defensa de represores. Su verba inflamada es prolífica en metáforas bélicas y en definiciones que impactan. "¿Para qué les pagamos a los militares?", se preguntó -y les preguntó- a sus alumnos de Garantías Constitucionales en el Proceso Penal durante la primera clase del año. Un instante después interrumpió el silencio sepulcral del aula 233 con una respuesta de dos palabras: "Para matar". Sus intervenciones posteriores siguieron la misma línea argumental, con alusiones complacientes a la última dictadura y críticas a la política de derechos humanos del Gobierno. El alumno Martín Gerónimo Gianella lo interrumpió varias veces para hacerle preguntas y condensó varios pasajes del contrapunto con el profesor y abogado en una carta que le envió al decano de la facultad, Atilio Alterini. En ella pidió la expulsión del docente de la Universidad de Buenos Aires y sostiene que cuenta con el respaldo de otros estudiantes.
"Siento estupor, dolor, tristeza y una profunda desesperanza al enterarme de que en nuestra facultad un nazista que se autodenomina 'ultraliberal' se encuentre dando clases. Y trágicamente paradojal es que esas clases tengan que ver con el Derecho Constitucional. ¿Cómo pudo pasar, doctor Alterini?", se interroga Gianella en el texto que presentó el viernes por la noche y en el que solicita un juicio académico para Solari (el procedimiento para analizar la destitución de un docente). El letrado de Ricardo Miguel Cavallo, entre otros militares acusados de delitos de lesa humanidad, es también profesor adjunto de la Facultad de Derecho elegido por concurso. La cátedra tiene como titular a Juan Vicente Sola, director del Departamento de Derecho Público I.
La tarde del 9 de marzo, en la apertura del ciclo lectivo 2009, Solari llegó al aula 233 acompañado por su ayudante. Según Gianella, "empezó a cuestionar al gobierno democrático de Venezuela, al 'bloque soviético' y al gobierno actual argentino, sin un aparente hilo conductor, hablando una y otra vez de las virtudes del sistema de garantías vigente en los Estados Unidos de Norteamérica". Estos conceptos o su definición sobre el papel que deben cumplir los militares (no aclaró en qué circunstancias y a quiénes deberían "matar") se explican por el lugar que eligió Solari para desarrollar su actividad profesional como abogado y las reflexiones que vuelca en sus escritos en el Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (Ieeba) y la revista Cabildo.
El letrado defiende, además de a Cavallo, a varios ex integrantes de los grupos de tareas de la ESMA como Juan Carlos Rolón, Raúl Scheller, Néstor Omar Savio, Alberto Eduardo González y Pablo García Velasco. Partidario de una amplia amnistía para los militares que cometieron violaciones a los derechos humanos, la justifica en que "el proceso asegurará el fin de todas las mentiras. Saneará la República. Clausurará el pasado, con una decisión racional", como escribió en su Carta abierta de un defensor a un prisionero político y de guerra.
"Desde mi trinchera en uno de los actuales teatros de operaciones, el ámbito judicial, veo claramente que ninguna de las armas jurídicas que la Constitución te otorga, ninguna, absolutamente ninguna, sirve. Ni servirá, tal como las cosas están planteadas. Y están claras las razones: porque el problema no es jurídico, sino que es político. Y en consecuencia, las armas jurídicas no sirven ni servirán para resolverlo", le escribió en su carta abierta de ocho carillas a un camarada indeterminado.
Consultado por Página/12, el joven, quien milita en la agrupación universitaria Non Bis in Idem (NBI) -la segunda fuerza en Derecho-, describió cómo vivió la exposición de Solari en el aula: "No puedo explicar la indignación que tenía. Es un profesor que está hace muchísimos años en la facultad y en un momento, cuando explicó que los militares tenían la función de matar, a una pregunta mía, me respondió: 'Si usted no entiende eso, no entiende nada'".
Gianella entonces le preguntó: "¿Está usted de acuerdo con que se hayan matado 30.000 personas durante la última dictadura militar?". Una descripción le bastó para contarle en su carta al decano la reacción de Solari: "Vaciló como hasta entonces no lo había hecho, se vio ligeramente disgustado y dijo que no tenía por qué responder, que yo no tenía autoridad para hacerle aquella pregunta. Pero como si su evidente ocultamiento fuera poco, luego afirmó que la dictadura militar había 'salvado al Partido Peronista'..."
Al abogado que recomienda leer Cecilia Pando en su página de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos políticos de Argentina (AFyAPPA) puede que le importe poco la denuncia de un alumno. Solari está abocado a metas más elevadas y así lo demuestra en sus Breves reflexiones de actualidad sobre la cuestión militar: "La Nación está en riesgo, y sus hombres de armas también. Y cuando la Patria convoca, nadie debe quedar inactivo".
PEDIDO DE JUICIO ACADÉMICO (233)
Un pedido de juicio académico contra el profesor de la Facultad de Derecho y abogado de represores Alfredo Solari acaba de ser elevado al Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires. El docente había sido denunciado por el alumno Martín Gerónimo Gianella por "su reivindicación inobjetable de la última dictadura militar". En esos términos describió la conducta en el aula del titular de la cátedra de Garantías Constitucionales en el Proceso Penal. Este caso actualizó otro parecido, el de la profesora adjunta de la materia Derechos Humanos, Marta María Pastor, contra quien el 6 de mayo de 2005 se había solicitado el mismo procedimiento porque justificó el terrorismo de Estado (ver aparte). En aquel momento la denuncia del estudiante Damián Odetti terminó archivada. Gianella dice ahora que solicitará su reapertura.
Atilio Alterini, decano de Derecho, elevó el 16 de junio el pedido de juicio académico contra Solari que se había tratado sobre tablas en el Consejo Directivo de la Facultad a principios del mismo mes. A esa instancia se llegó luego de que el alumno ratificara y ampliara las pruebas aportadas en una carta presentada el 13 de marzo -que Página/12 reprodujo tres días después- y de que el profesor respondiera la vista de la Facultad con un texto en el que, básicamente, se aferró a la "libertad de cátedra", cuestionó a la Universidad del '73 y confesó que jamás interfirieron en sus enseñanzas las dictaduras de Juan Carlos Onganía y Jorge Rafael Videla.
De los escritos de Gianella y Solari se desprende una polémica que continuó con la designación de veedores en las clases del profesor que es abogado del represor Ricardo Miguel Cavallo y escribe en la revista Cabildo. El estudiante sostiene en su denuncia que "la acusación concisa, clara y categórica que se le realiza al doctor Alfredo Solari, consiste en su violación de la ética universitaria que mantiene los valores democráticos y republicanos, a través de su reivindicación inobjetable de la última dictadura militar, y del papel -positivo- que, según el mismo, tuvieron las Fuerzas Armadas en la vida política y jurídica de nuestro país durante los años más oscuros de nuestra historia".
En su descargo de 34 carillas que redactó el 22 de abril, Solari reseña que lleva 37 años dando clases en la Facultad de Derecho, donde comenzó como ayudante alumno en la cátedra de Derecho Constitucional Argentino y Comparado 1 que tenía a su cargo Jorge Aja Espil, embajador argentino en Estados Unidos durante la dictadura, entre 1976 y 1981. Además explica que "es absolutamente cierto, y públicamente notorio, que el que suscribe es crítico permanente de la llamada 'política de derechos humanos' de las administraciones Kirchner y Fernández de Kirchner, por reputar a la misma como una lisa y llana persecución política que nuestra Constitución no tolera. Dicha persecución está fundada en un notorio falseamiento de la Constitución y de la Historia".
Gianella le reprocha al profesor que en su clase dijera: "El gobierno de facto de 1976 salvó al partido peronista, impotente absolutamente para responder al fenómeno terrorista". Sobre este comentario, el estudiante se interroga en la denuncia si "¿no es ésta acaso, una afirmación de contenido apologético en relación al Terrorismo de Estado implementado entre los años 19761983?". Solari admite aquella caracterización de la dictadura y se apoya -entre otros argumentos- en que "tengo asimismo testimonios vertidos directamente al suscripto por protagonistas civiles y militares de la época, que corroboran plenamente lo anterior, y la colaboración oculta del peronismo en el poder para lisa y llanamente entregar el gobierno a las FF.AA.".
El punto más álgido del contrapunto entre el estudiante y el profesor lo describe el primero en su denuncia: "Señala el Dr. Solari que jamás le he preguntado acerca de si le parecía correcto que los militares hayan desaparecido a 30.000 personas en nuestro país. Dicho hecho quedará acreditado con la declaración testimonial de los testigos ofrecidos. De todos modos, el Dr. Solari afirma a fojas 26 que de lo contrario me hubiera respondido 'que no es ese el número que surge del informe de la Conadep'. Pues bien, si esa hubiera sido su contestación, aún así seguiría sin dar respuesta a mi pregunta, que evadió en primer término en la clase y vuelve a evadirla ahora en su descargo. No le he preguntado el número de desaparecidos ni me interesa hacerlo, le he preguntado si le parece correcto con que a esas personas las hayan desaparecido. Posiblemente no se atreva a dar una respuesta en forma expresa".
Solari niega haber sido consultado sobre el tema. Como niega conocer a los editores de la revista Cabildo y compartir su ideario. "Soy agnóstico", sostiene y aclara que "si algún artículo público del suscripto la revista ha difundido, corre por su cuenta, pero no ha sido una colaboración del que suscribe". En la línea siguiente se contradice: "Y en todo caso, si así hubiera sido, también viene protegida por las recordadas libertades".
El columnista del pasquín de ultraderecha dedica un extenso tramo de su descargo a denostar los dos primeros gobiernos peronistas del 45 al 55, a cuestionar lo que sucedió en la Facultad de Derecho en 1973 y a sostener que ejerció la docencia durante las dictaduras de Onganía y Videla "sin que ninguno de esos gobiernos (muchos de cuyos agentes de inteligencia concurrían a clase para controlar, siendo fácilmente detectables) jamás hubiera interferido en las enseñanzas que el suscripto impartía o las opiniones que vertía". Y eso que, como él mismo comenta en su descargo, explicaba en la bolilla 19 de una materia temas conflictivos para la época: materialismo histórico, materialismo dialéctico y leninismo.
Con el pedido de juicio académico ya elevado al Consejo Superior de la UBA, se abre la última instancia de un proceso en el que Solari vio desestimadas sus aspiraciones: que no se considerara la denuncia de su ex alumno (Gianella abandonó su materia a la tercera clase) y que se dejara sin efecto la veeduría. Sucedió todo lo contrario por la movilización de un grupo de alumnos de Derecho. Su remoción como profesor de Garantías Constitucionales en el Proceso Penal podría definirse dentro de dos meses.
UN EJEMPLO DE LUCHA CONTRA LA SUBVERSIÓN: EL JUEZ FEDERAL GUILLERMO FEDERICO MADUEÑO (234)
Entre 1975 y 1978 fue la pata judicial del terrorismo de Estado en Bahía Blanca. Por las noches visitaba a los jefes del Cuerpo V de Ejército "para hablar secretamente de todo lo que ocurría contra la subversión", según contó el general Adel Vilas. De día, como juez federal, rechazaba los hábeas corpus a favor de desaparecidos y archivaba sin investigar los fusilamientos que los comunicados oficiales publicitaban como enfrentamientos. En 2001, como miembro del Tribunal Oral Federal 5, condenó al apropiador de una hija de desaparecidos, juicio que concluyó con las Abuelas de Plaza de Mayo cantando "Como a los nazis les va a pasar...". En 2004 Página/12 publicó su historia negra y el Centro de Estudios Legales y Sociales pidió su juicio político. Cuando el Consejo de la Magistratura comenzaba a investigarlo, renunció. En octubre de 2006 el fiscal federal Hugo Cañón pidió su detención, que ahora, dos años y medio después, ordenó el juez federal Alcindo Alvarez Canale. El protagonista de la historia es Guillermo Federico Madueño, un símbolo de la inserción en las instituciones democráticas de cómplices civiles del terrorismo de Estado.
En diciembre de 1975 el flamante juez archivó sin investigar la causa del primer desaparecido bahiense. El comando a cargo del general Carlos Suárez Mason adujo que mientras lo trasladaban en patrullero, esposado y custodiado por tres policías, Daniel Bombara abrió la puerta y se tiró al asfalto. Para no entregar su cuerpo con rastros de tortura, al día siguiente simularon que "desconocidos" lo habían robado mientras una ambulancia lo trasladaba a la morgue. "Robaron ayer el cadáver de un extremista", informó La Nueva Provincia. Al mes, el juez archivó la causa.
En abril de 1976, una mujer secuestrada junto con Bombara declaró ante el juez y su secretario, Hugo Sierra, que "un patrullero" los llevó hasta un lugar que no pudo determinar y "con los ojos vendados" fue sometida "a toda clase de torturas". El magistrado hizo oídos sordos, no investigó las torturas ni reabrió la causa Bombara. En agosto, para mantener en prisión a un militante de la Juventud Peronista, Sierra le propuso al juez usar un dato de la declaración del desaparecido, "no firmada por el declarante ni por los funcionarios interrogantes" (sic) por razones que prefirió no analizar. El juez no se animó a tanto. Sierra aún no está imputado en la causa y es profesor de derecho en la Universidad Nacional del Sur.
En plena dictadura Madueño se reunía en la casa del general René Azpitarte, jefe del Cuerpo V, "para hablar secretamente de todo lo que ocurría contra la subversión y el terrorismo, lo que dio intervención al juez a hacer la investigación de la UNS", declaró en 1987 el general Vilas, impune por insania. La investigación fue una parodia de juicio por "infiltración ideológica marxista" que un grupo de profesores padeció con años de humillaciones en las cárceles de la dictadura, y que el diario La Nueva Provincia y la revista Cabildo publicitaron como ejemplo de la lucha contra la subversión. Vilas contó ante la Cámara Federal bahiense que invitó al juez a visitar el centro clandestino La Escuelita y que Madueño se negó, aunque admitió: "Ya estoy integrado. Menudo trabajo tengo con la investigación en la universidad". El juez Alvarez Canale ordenó la detención de su ex colega. El defensor oficial Luis Angel Devaux respondió que Madueño padece una enfermedad grave, que se presentará si lo citan y pidió la eximición de prisión. El juez la rechazó.
EL CENTRO DE OFICIALES DE LAS FF.AA. (COFA) (235)
El martes próximo, 20 de abril, las distintas ONG que bregan por "Una amnistía para un Bicentenario sin presos políticos" se movilizarán frente a los Tribunales. Con Cecilia Pando a la cabeza, los promotores de la libertad de los represores eligieron una fecha emblemática: el 121 aniversario del nacimiento de Adolf Hitler. Quizás entonados por la propuesta del ex presidente interino, Eduardo Duhalde, quien se pronunció por "parir en 2011 un gobierno para el que quiere a Videla y para el que no", los familiares y amigos de los militares, policías y prefectos detenidos por delitos de lesa humanidad se relajaron en el cuidado de las formas. El cumpleaños del Führer es motivo de festejos clandestinos para grupos neonazis en distintas partes del mundo, que deben ocultarse a riesgo de ser juzgados por apología del delito. Esta vez, en Buenos Aires, la mascarada será el pedido de libertad para quienes ordenaron o aplicaron los mismos métodos de exterminio treinta años después.
Los grupos que reivindican a Hitler no se caracterizan por las sutilezas. El Partido Nuevo Triunfo, que pugna por obtener legitimidad y presentarse a elecciones con Alejandro Biondini, festeja el día del partido el 20 de abril. Todavía hoy en los avisos de La Nación suelen colarse los recordatorios por el cumpleaños del líder del Tercer Reich, aunque siempre apelando a algún artilugio que oculte la verdadera intención.
Menos rústicos que Pando, quien expone con vehemencia la defensa de los oficiales y suboficiales que están siendo juzgados -el jueves pasado fue retirada por la policía de los tribunales de Rosario- los abogados y políticos que operan en las sombras suelen reunirse en el Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas (COFA). El coqueto edificio de Quintana 161, que supo ser la residencia del canciller de Hitler en Buenos Aires, es escenario regular de presentaciones de libros auspiciadas y anunciadas en la revista Cabildo, con la presentación de su director Antonio Caponnetto, quien también lo usa para sus conferencias sobre conspiraciones ateas y hebraicas contra el ser nacional.
El palacio es también el lugar de encuentro desde donde salen los argumentos que nutren la andanada que ahora aspira a terminar con los juicios. En 2002, cuando despuntaban los procesos por apropiación de bebés nacidos en cautiverio, Florencio Varela citó en ese lugar a corresponsales extranjeros para explicar que no había existido un plan sistemático de robo de bebés. Varela murió pero dejó discípulos.
"PRIMUS INTER PARES" (236)
La movilización del fascismo católico argentino contra el matrimonio gay es una buena chance de observar las conexiones entre grupos y personas aparentemente ajenas. Es que este palo reaccionario y bastante anticuado mantiene, sin embargo, una estructura casi de células en la que librerías, "Centros de Formación", grupos de estudio, partiditos, publicaciones y revistas hacen de espejos. El efecto es disimular la escasez de gente y hacer pensar que los proverbiales cuatro gatos locos son legión.
Por ejemplo, en uno de los amparos aparece el nombre de Pedro Javier María Andereggen, abogado. Quien recuerde el ataque a la muestra del artista León Ferrari en Recoleta podrá recordar, también, que la exhibición fue demorada por un amparo que la acusaba de blasfema y dañina. La jugada judicial fue también firmada y piloteada por Andereggen, y continuó con el ataque a la muestra por parte de militantes de la Agrupación Custodia y un acto en repudio con los hermanos Caponnetto al micrófono. El hilo es siempre el mismo y terminan apareciendo los mismos nombres.
El de Andereggen se repite con pariente, el cura Ignacio, regular orador en ambientes ultramontanos y fascistas. Ignacio es uno de los que da clases en una entidad llamada Círculo de Formación San Bernardo de Claraval. Allí comparte palestra con Antonio y Mario Caponnetto, con Hugo Verdera -casi especializado en las ideas de ese pilar del antisemitismo argentino, el padre Julio Meinvielle-, con el ex Tradición Familia y Propiedad Martín Viano, con los curas Ramiro y Alfredo Sáenz y con el defensor de la dictadura Guillermo Rojas, autor de 30.000 desaparecidos, realidad, mito y dogma.
Todos estos personajes militan o actúan en las mismas cajas chinas. San Bernardo de Claraval no tiene sede ni existencia física más allá de la librería y editorial Santiago Apóstol, que organiza los encuentros y cobra el alojamiento o las contribuciones. La librería de la calle Riobamba pertenece a los hermanos Jorge y Marcelo Gristelli, amigos del comisario Miguel Etchecolatz y jefes de, justamente, la Agrupación Custodia. Ellos también editan la revista De Campaña, de circulación limitada y por tanto mucho más desembozada que otras.
La polinización entre fascistas católicos suele quedar en evidencia en la decana de su prensa, la revista Cabildo. Allí se anuncian los encuentros de los San Bernardos, se critican los libros editados por Santiago Apóstol y se publican avisos sobre actividades de todo tipo de grupos supuestamente autónomos. Caponnetto, director de Cabildo, tiene el sí fácil a la hora de hacer prólogos, con lo que los hermanos Gristelli terminan editando una y otra vez palabras de Caponnetto.
Lo mismo ocurre con las actividades de entes como la Academia de Estudios Hispánicos Rafael Gambra, Argentinos Por la Memoria Completa (que se dedica a reivindicar la guerra sucia), los centros de estudios General Belgrano y Nuestra Señora de la Merced, el de formación San Roberto Bellarmino, el Círculo Hispanoamericano Isabel la Católica, las editoriales Gladius, Visor, Espuela, Occidente y Vórtice, las librerías Huemul y Acción, el Instituto Bibliográfico Antonio Zinny, que edita a Caponnetto y fue fundado por Julio Irazusta, el Instituto de Filosofía Práctica, la Vanguardia de la Juventud Nacionalista y hasta los grupos musicales Los Federales y Los Dos Puertos, y la galería Arte Nacionalista.
Esta lista, incompleta, puede dar la impresión de abundancia hasta que se descubre que sus miembros se repiten sistemáticamente. Los Cabildo participan de más de una, dando charlas o conferencias -buena parte de la militancia fascista católica consiste en hablar y hablar- y los miembros de sociedades, centros y editoriales colaboran en Cabildo. Todos confluyen en los encuentros de San Bernardo o Bellarmino, nuevamente hablando y hablando, y se cruzan en sedes como el Colegio Fausta Caterina de la calle Soler, el auditorio Monseñor Derisi de la UCA en Puerto Madero y la librería católica de Callao al 200, local favorito de cuanta derecha dura tenga este país.
Y también participan activamente de esa insigne institución que es la Corporación de Abogados Católicos de Buenos Aires. Los que estudiaron derecho, como Andereggen, lo hacen como miembros. Los que no, dando charlas o volanteando contra cualquier causa social que realmente les moleste. Que son unas cuantas.
EL EDITORIAL GOLPISTA DE 2010
En su última edición, la revista "Cabildo" muestra claramente su cara anti-democrática y golpista. En nota de tapa -que muestra una imagen de la Asamblea Legislativa del 1° de marzo- y editorial su director escribe lo que sigue (237) :
Quienes nos toman por principistas políticos, dándole a la afirmación un tono acusatorio que no debería tener, suelen aducir que si aceptáramos, siquiera a regañadientes las reglas del sistema, podríamos arribar hasta los escaños mismos del parlamento y hacer pesar nuestra voz.
Aún sin llegar a tales extremos sacrificiales, hay amigos de la más santa condición que, de vez en vez, nos instan a ejercicios mortificatorios menores, como impugnar con nuestra presencia alguna medida particularmente aborrecible de las tantas que democráticamente deponen ciertos cuerpos colegiados en sesiones abiertas a la polémica pública.
Los que así arguyen no suelen ser enteramente crédulos del sistema, pero están convencidos de resultar pragmáticos. Son en el fondo personajes candorosos que apuestan a cierta forma de injerencia en la colegialidad, como si ésta se rigiera por alguna norma que no fuera la inicua ley del número amañado, de la cifra camandulera, del porcentaje tramposo, del guarismo fraudulento. Ni hablemos de los beatos de la democracia, ante cuyos ojos bovinos todo altar puede ser profanado, menos aquel en el que se recuentan los sufragios.
A la vista de lo que está ocurriendo ahora en el Congreso, no parece necesario tener las dotes envidiables de Lucas Padilla, de quien dijera Jorge Vocos: "Tú que las tienes, traes las razones: "Dijo Platón, Santo Tomás decía"". Porque, en efecto, aquí ya no se precisa argüir con los clásicos sobre la ingente ruindad de un régimen sostenido en la rebelión de la cantidad sobre la calidad, como no se precisa tampoco filosofar en exceso sobre la aporía malsana de un modelo institucional edificado sobre lo más voluble y contingente que existe: la mitad más uno.
Aquí basta con algo más empírico y más pedestre, aunque con los riesgos que supone toda actividad en un laboratorio, cuando se escapan los tóxicos y se mezclan las sustancias emponzoñadas. Aquí nos basta, decimos, con estar al tanto de las jugarretas apátridas entre el oficialismo y la oposición, presenciando esa partida tosca de tahúres que protagonizan radicales y peronistas, con sus distintas subespecies zoológicas y taxonomías simiescas. "¡Quítate tu que me pongo yo porque soy más guapo, y la gran farsa de echar los votos", decía el cura Castellani. Esto es por naturaleza, no sólo per accidens argentino, la corrupción del parlamentarismo. Su desquicio inherente, su prostitución connatural, su insalvable villanía de no tener otra pauta suprema que la de los porcentajes.
Ahora resulta que amenazan a los legisladores que se ausenten de las augustas sesiones con descontarles las dietas. ¡Como si alguno de estos timadores profesionales viviera de su salario legiferante! Y hasta pretenden asustarlos con la promesa pueril de conducirlos al magno recinto con la fuerza pública. ¡Oh, el trascendente pleito jurisdiccional que se abre entre la Federal y la Metropolitana! ¿Quién encadenará a los titanes al yugo congresal? Mientras la parodia se desenvuelve, ausentes y presentes rotativos se ríen a carcajadas, escondidos tras los cortinados, tramando la próxima felonía, la siguiente trufa, la zancadilla mafiosa, el acuerdo emporcado. Sólo la patria llora.
¿Se necesita algo más concreto y mas hediondo para aceptar de una vez por todas que el Nacionalismo tiene empedernidas y fundadas razones cuando abjura de la democracia y del parlamentarismo? ¿Se necesita presenciar todavía alguna canallada más de los Rossi, los Pichetto, los Kunkel, los Cobos, los Carrió, los Menem, o los cien nombres distintos de la misma traición a Dios y a la Argentina!
Parece que fue el liberalote Stuart Mill el que decía que en los procesos sociales controvertidos se suceden tres fases: el ridículo, el debate y la aceptación.
El ridículo trágico de estos pigmeos disputando un botín ante las ruinas de la patria, es rutina de cada día. El debate participa de ese mismo ridículo y lo alimenta, por orfandad de cacumen y exceso de prostitución mental.
La aceptación es la larvada complicidad de todos los participantes de la sombría farsa, pues al instante siguiente que dejen de aceptar el Régimen tendrán que hacer lo que nunca han hecho en sus vidas: trabajar decentemente.
Queda una cuarta fase que no previó el londinense. La reacción indignada y vigorosa de quienes no están dispuestos a presenciar inertes el remate de la Nación en el garito de un Congreso rufianesco y prostibulario, con perdón del pleonasmo.
Están todos invitados a participar activamente de esta cuarta fase.
CONSIDERACIONES FINALES
Como representantes del pueblo argentino, somos respetuosos de la libertad de expresión. Y ese mismo respeto lo tenemos hacia las instituciones democráticas y de los derechos y garantías consagrados en nuestra Constitución Nacional.
La revista Cabildo tiene una larga trayectoria como vocero de los sectores más retrógrados y reaccionarios de nuestra sociedad. De los que apoyaron el golpe militar del 24 de marzo de 1976, aunque luego hayan abjurado de su accionar.
Por todo lo expuesto es que solicitamos la aprobación de este proyecto de resolución (238) .
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA CHACO FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
LIBERTAD DE EXPRESION (Primera Competencia)
COMUNICACIONES E INFORMATICA