PROYECTO DE TP
Expediente 3354-D-2012
Sumario: "DIA NACIONAL DEL MEDICO ARGENTINO". SE INSTITUYE COMO TAL EL 12 DE JULIO DE CADA AÑO.
Fecha: 23/05/2012
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 54
El Senado y Cámara de Diputados...
Artículo 1º.-
Objeto: Instituyese la fecha 12 de julio, como "EL DIA NACIONAL
DEL MEDICO ARGENTINO", en conmemoración a la fecha de
nacimiento del prestigioso Medico Rene Favarolo.-
Artículo 2º.-
Autoridad de Aplicación: El Poder Ejecutivo Nacional a través del
Ministerio de Salud conjuntamente con la Confederación Médica de
la República Argentina, ONG y Universidades Privadas y Publicas
Estatales de Medicina serán las que fijarán la fecha establecida en el
Artículo 1º de la presente Ley, los actos y celebraciones en
homenaje a la labor que desarrollan los Profesionales Médicos
Argentinos en todo el territorio nacional.
Artículo 3º.
Comuníquese al Poder Ejecutivo.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Los progresos de la medicina y de la bioingeniería
podrán considerarse verdaderos logros para la humanidad
cuando todas las personas tengan acceso a sus beneficios y
dejen de ser un privilegio para las minorías.
(Buenos Aires, Congreso de Bioingeniería
1999)
Señor
Presidente:
El 3 de diciembre en la
mayoría de los países americanos se celebra el "Día del
Médico".
El Congreso Médico
Panamericano reunido en Dallas, Texas, en 1933 estableció esa
fecha en conmemoración de la fecha de nacimiento del Dr. J.C.
Finlay, médico e investigador cubano, descubridor de la
participación del mosquito Aedes aegypti en la trasmisión de la
Fiebre Amarilla.
El descubrimiento de
Finlay significó un muy importante progreso de la medicina en los
trópicos, evitando miles de muertes en América latina. La Fiebre
Amarilla era un verdadero freno a la evolución de la construcción del
Canal de Panamá donde muchos obreros morían como consecuencia
de esa enfermedad.
Desde 1957, a
instancias del Colegio Médico de Córdoba, el Gobierno Nacional
adopta al 3 de diciembre como "Día del Médico" en Argentina.
Señor Presidente, sin
restarle méritos a los trabajos del Dr. Finlay es nuestra intención a
través de esta iniciativa establecer el "Día del médico Argentino, en
homenaje y reconocimiento a la trayectoria del Dr. Rene
Favarolo.
A continuación
transcribimos su biografía:
René Gerónimo
Favaloro nació en 1923 en una casa humilde del barrio "El
Mondongo" de La Plata. A tan sólo una cuadra se levantaba el
Hospital Policlínico como presagio de un destino que no se hizo
esperar. Con apenas cuatro años de edad, Favaloro comenzó a
manifestar su deseo de ser "doctor".
Quizás la razón se
debía a que de vez en cuando pasaba unos días en la casa de su tío
médico, con quien tuvo oportunidad de conocer de cerca el trabajo
en el consultorio y en las visitas domiciliarias; o quizás simplemente
tenía una vocación de servicio, propia de la profesión médica.
Sin embargo, la
esencia de su espíritu iba más allá de su vocación y era mucho más
profunda: calaba en los valores que le fueron inculcando en su casa
y en las instituciones donde estudió. Sobre esa base edificó su
existencia.
Cursó la primaria en
una modesta escuela de su barrio(ver foto), donde, con pocos
recursos, se fomentaba el aprendizaje a través de la participación, el
deber y la disciplina. Después de la escuela, pasaba las tardes en el
taller de carpintería de su padre ebanista, quien le enseñó los
secretos del oficio.
En los veranos se
transformaba en un obrero más. Gracias a sus padres -su madre era
una habilidosa modista- aprendió a valorar el trabajo y el
esfuerzo.
Su abuela materna le
transmitió su amor por la tierra y la emoción al ver cuando las
semillas comenzaban a dar sus frutos. A ella le dedicaría su tesis del
doctorado: "A mi abuela Cesárea, que me enseñó a ver belleza
hasta en una pobre rama seca" .
En 1936, después de
un riguroso examen, Favaloro entró al Colegio Nacional de La Plata.
Allí, docentes como Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Henríquez
Ureña le infundieron principios sólidos de profunda base
humanística. Más allá de los conocimientos que adquirió, incorporó y
afianzó ideales como libertad, justicia, ética, respeto, búsqueda de
la verdad y participación social, que había que alcanzar con pasión,
esfuerzo y sacrificio.
Un giro
inesperado
Al finalizar la escuela
secundaria ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad Nacional de La Plata. En el tercer año comenzó las
concurrencias al Hospital Policlínico y con ellas se acrecentó su
vocación al tomar contacto por primera vez con los pacientes.
Nunca se limitaba a cumplir con lo requerido por el programa, ya
que, por las tardes, volvía para ver la evolución de los pacientes y
conversar con ellos.
Mientras cursaba las
materias correspondientes a su año, se entremezclaba con los
alumnos de sexto año de las cátedras de Rodolfo Rossi o Egidio
Mazzei, ambos titulares de Clínica Médica.
También se escapaba a
presenciar las operaciones de los profesores José María Mainetti , de
quien captó su espíritu renovador, y Federico E. B. Christmann, de
quien aprendió la simplificación y estandarización que aplicaría
después a la cirugía cardiovascular, quizás la mayor contribución de
Favaloro a las operaciones sobre el corazón y los grandes vasos.
Sería Christmann quien diría, no sin razón, que para ser un buen
cirujano había que ser un buen carpintero.
El hecho fundamental
de su preparación profesional fue el practicando (actual residencia)
en el Hospital Policlínico, centro médico de una amplia zona de
influencia. Allí se recibían los casos complicados de casi toda la
provincia de Buenos Aires. En los dos años en que prácticamente
vivió en el Hospital, Favaloro obtuvo un panorama general de todas
las patologías y los tratamientos pero, sobre todo, aprendió a
respetar a los enfermos, la mayoría de condición humilde. Como no
quería desaprovechar la experiencia, con frecuencia permanecía en
actividad durante 48 o 72 horas seguidas.
Todo hacía suponer
que su futuro estaba allí, en el Hospital Policlínico, siguiendo los
pasos de sus maestros. Casualmente, en 1949, apenas recibido, se
produjo una vacante para médico auxiliar. Accedió al puesto en
carácter interino y a los pocos meses lo llamaron para confirmarlo.
Le pidieron que completara una tarjeta con sus datos; pero en el
último renglón debía afirmar que aceptaba la doctrina del gobierno.
El destino se ensañaba de manera incomprensible. Sus calificaciones
eran mérito más que suficiente para obtener el puesto. Sin
embargo, ese requisito resultaba humillante para alguien que, como
él, había formado parte de movimientos universitarios que luchaban
por mantener en nuestro país una línea democrática, de libertad y
justicia, razón por la cual incluso había tenido que soportar la cárcel
en alguna oportunidad.
Poner la firma en esa
tarjeta significaba traicionar todos sus principios. Contestó que lo
pensaría, pero en realidad sabía con claridad cuál iba a ser la
respuesta.
Conocer el alma del
paciente para curar su cuerpo
Por ese entonces llegó
una carta de un tío de Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de 3.500
habitantes en la zona desértica de La Pampa. Explicaba que el único
médico que atendía la población, el doctor Dardo Rachou Vega,
estaba enfermo y necesitaba viajar a Buenos Aires para su
tratamiento. Le pedía a su sobrino René que lo reemplazara aunque
más no fuera por dos o tres meses. La decisión no fue fácil. Pero al
final Favaloro llegó a la conclusión de que unos pocos meses
transcurren rápidamente y que, mientras tanto, era posible que
cambiara la situación política.
Llegó a Jacinto Aráuz
en mayo de 1950 y rápidamente trabó amistad con el doctor
Rachou. Su enfermedad resultó ser un cáncer de pulmón. Falleció
unos meses más tarde. Para ese entonces Favaloro ya se había
compenetrado con las alegrías y sufrimientos de esa región
apartada, donde la mayoría se dedicaba a las tareas rurales.
La vida de los
pobladores era muy dura. Los caminos eran intransitables los días
de lluvia; el calor, el viento y la arenisca eran insoportables en
verano y el frío de las noches de invierno no perdonaba ni al cuerpo
más resistente. Favaloro comenzó a interesarse por cada uno de sus
pacientes, en los que procuraba ver su alma. De esa forma pudo
llegar a conocer la causa profunda de sus padecimientos.
Al poco tiempo se
sumó a la clínica su hermano, Juan José , médico también. Se
integró muy pronto a la comunidad por su carácter afable, su gran
capacidad de trabajo y dedicación a sus pacientes. Juntos pudieron
compartir la labor e intercambiar opiniones sobre los casos más
complicados.
Durante los años que
ambos permanecieron en Jacinto Aráuz crearon un centro asistencial
y elevaron el nivel social y educacional de la región. Sentían casi
como una obligación el desafío de paliar la miseria que los
rodeaba.
Con la ayuda de los
maestros, los representantes de las iglesias, los empleados de
comercio y las comadronas, de a poco fueron logrando un cambio
de actitud en la comunidad que permitió ir corrigiendo sus
conductas. Así, lograron que casi desapareciera la mortalidad infantil
de la zona, redujeron las infecciones en los partos y la desnutrición,
organizaron un banco de sangre viviente con donantes que estaban
disponibles cada vez que los necesitaban y realizaron charlas
comunitarias en las que brindaban pautas para el cuidado de la
salud.
El centro asistencial
creció y cobró notoriedad en la zona. En alguna oportunidad
Favaloro reflexionó sobre las razones de ese éxito. Sabía que habían
procedido con honestidad y con la convicción de que el acto médico
"debe estar rodeado de dignidad, igualdad, piedad cristiana,
sacrificio, abnegación y renunciamiento" de acuerdo con la
formación profesional y humanística que habían recibido en la
Universidad Nacional de La Plata.
Renace la pasión por la
cirugía torácica
Favaloro leía con
interés las últimas publicaciones médicas y cada tanto volvía a La
Plata para actualizar sus conocimientos. Quedaba impactado con las
primeras intervenciones cardiovasculares: era la maravilla de una
nueva era. Poco a poco fue renaciendo en él el entusiasmo por la
cirugía torácica, a la vez que iba dándole forma a la idea de
terminar con su práctica de médico rural y viajar a los Estados
Unidos para hacer una especialización. Quería participar de la
revolución y no ser un mero observador. En uno de sus viajes a La
Plata le manifestó ese deseo al Profesor Mainetti, quien le aconsejó
que el lugar indicado era la Cleveland Clinic.
Lo asaltaban miles de
interrogantes, entre ellos el de abandonar doce años de medicina
rural que tantas satisfacciones le habían dado. Pero pensó que al
regresar de Estados Unidos su contribución a la comunidad podría
ser aun mayor. Con pocos recursos y un inglés incipiente, se decidió
a viajar a Cleveland. Otra vez, el breve tiempo que pensaba
permanecer allí terminó siendo una década.
Trabajó primero como
residente y luego como miembro del equipo de cirugía, en
colaboración con los doctores Donald B. Effler , jefe de cirugía
cardiovascular, F. Mason Sones, Jr. (ver foto), a cargo del
Laboratorio de Cineangiografía y William L. Proudfit, jefe del
Departamento de Cardiología.
Al principio la mayor
parte de su trabajo se relacionaba con la enfermedad valvular y
congénita. Pero su búsqueda del saber lo llevó por otros caminos.
Todos los días, apenas terminaba su labor en la sala de cirugía,
Favaloro pasaba horas y horas revisando cinecoronarioangiografías
y estudiando la anatomía de las arterias coronarias y su relación con
el músculo cardíaco.
El laboratorio de Sones,
padre de la arteriografía coronaria, tenía la colección más
importante de cineangiografías de los Estados Unidos.
A comienzos de 1967,
Favaloro comenzó a pensar en la posibilidad de utilizar la vena
safena en la cirugía coronaria. Llevó a la práctica sus ideas por
primera vez en mayo de ese año. La estandarización de esta
técnica, llamada del bypass o cirugía de revascularización
miocárdica, fue el trabajo fundamental de su carrera, lo cual hizo
que su prestigio trascendiera los límites de ese país, ya que el
procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad
coronaria. Está detallado en profundidad en su libro Surgical
Treatment on Coronary Arteriosclerosis,publicado en 1970 y editado
en español con el nombre Tratamiento Quirúrgico de la
Arteriosclerosis Coronaria . Hoy en día se realizan entre 600.000 y
700.000 cirugías de ese tipo por año solamente en los Estados
Unidos.
Su aporte no fue casual
sino el resultado de conocimientos profundos de su especialidad, de
horas y horas de investigación y de intensa labor. Favaloro decía
que su contribución no era personal sino el resultado de un equipo
de trabajo que tenía como primer objetivo el bienestar del
paciente.
Un centro de primer
nivel en Buenos Aires
El profundo amor por
su patria hizo que Favaloro decidiera regresar a la Argentina en
1971, con el sueño de desarrollar un centro de excelencia similar al
de la Cleveland Clinic, que combinara la atención médica, la
investigación y la educación, tal como lo dijo en su carta de
renuncia a Effler:
"Una vez más el
destino ha puesto sobre mis hombros una tarea difícil. Voy a dedicar
el último tercio de mi vida a levantar un Departamento de Cirugía
Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires. En este momento en
particular, las circunstancias indican que soy el único con la
posibilidad de hacerlo. Ese Departamento estará dedicado, además
de a la asistencia médica, a la educación de posgrado con
residentes y fellows, a cursos de posgrado en Buenos Aires y en las
ciudades más importantes del país, y a la investigación clínica.
Como usted puede ver, seguiremos los principios de la Cleveland
Clinic."
(De La Pampa a los
Estados Unidos)
Con ese objetivo creó
la Fundación Favaloro en 1975 junto con otros colaboradores y
afianzó la labor que venía desarrollando desde su regreso al país.
Uno de sus mayores orgullos fue el de haber formado más de
cuatrocientos cincuenta residentes provenientes de todos los puntos
de la Argentina y de América latina. Contribuyó a elevar el nivel de
la especialidad en beneficio de los pacientes mediante innumerables
cursos, seminarios y congresos organizados por la Fundación, entre
los que se destaca Cardiología para el Consultante, que tiene lugar
cada dos años.
En 1980 Favaloro creó
el Laboratorio de Investigación Básica) -al que financió con dinero
propio durante un largo período- que, en ese entonces, dependía
del Departamento de Investigación y Docencia de la Fundación
Favaloro. Con posterioridad, pasó a ser el Instituto de Investigación
en Ciencias Básicas del Instituto Universitario de Ciencias
Biomédicas, que, a su vez, dio lugar, en agosto de 1998, a la
creación de la Universidad Favaloro.
En la actualidad la
universidad consta de una Facultad de Ciencias Médicas, donde se
cursan dos carreras de grado -medicina (iniciada en 1993) y
kinesiología y fisiatría (iniciada en 2000)- y una Facultad de
Ingeniería, Ciencias Exactas y Naturales, donde se cursan tres
carreras de ingeniería (iniciadas en 1999). Por su parte, la Secretaría
de Posgrado desarrolló cursos, maestrías y carreras de
especialización.
En la actualidad, la
investigación abarca más de treinta campos en los que trabajan
profesionales de distintas disciplinas -medicina, biología, veterinaria,
matemática, ingeniería, etc.- en colaboración con los centros
científicos más importantes de Europa y Estados Unidos. Se
publicaron más de ciento cincuenta trabajos en revistas
especializadas con arbitraje internacional.
En 1992 se inauguró en
Buenos Aires el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de
la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lucro. Con el lema
"tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico" se
brindan servicios altamente especializados en cardiología, cirugía
cardiovascular y trasplante cardíaco , pulmonar , cardiopulmonar,
hepático, renal y demédula ósea, además de otras áreas. Favaloro
concentró allí su tarea, rodeado de un grupo selecto de
profesionales.
Como en los tiempos
de Jacinto Aráuz, siguió haciendo hincapié en la prevención de
enfermedades y enseñando a sus pacientes reglas básicas de
higiene que contribuyeran a disminuir las enfermedades y la tasa de
mortalidad. Con ese objetivo se desarrollaron en la Fundación
Favaloro estudios para la detección de enfermedades, diversidad de
programas de prevención, como el curso para dejar de fumar, y se
hicieron varias publicaciones para el público en general a través del
Centro Editor de la Fundación Favaloro, que funcionó hasta
2000.
Pero Favaloro no se
conformó con ayudar a resolver los problemas de esa necesidad
básica que es la salud en cada persona en particular sino que
también quiso contribuir a curar los males que aquejan a nuestra
sociedad en conjunto. Jamás perdió oportunidad de denunciar
problemas tales como la desocupación, la desigualdad, la pobreza,
el armamentismo, la contaminación, la droga, la violencia, etc. ,
convencido de que sólo cuando se conoce y se toma conciencia de
un problema es posible subsanarlo o, aun mejor, prevenirlo.
Favaloro fue miembro
activo de 26 sociedades, correspondiente de 4, y honorario de 43.
Recibió innumerables distinciones internacionales entre las que se
destacan: el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de
Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular
"Dr René G. Favaloro" (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la
distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz
(Madrid, España, 1982); el premio Maestro de la Medicina Argentina
(1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland
Clinic Foundation (1987); The Gairdner Foundation International
Award, otorgado por la Gairdner Foundation (Toronto, Canadá,
1987); el Premio René Leriche 1989, otorgado por la Sociedad
Internacional de Cirugía; el Gifted Teacher Award, otorgado por el
Colegio Americano de Cardiología (1992); el Golden Plate Award de
la American Academy of Achievement (1993); el Premio Príncipe
Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia (Bangkok,
Tailandia, 1999).
Desde siempre sostuvo
que todo universitario debe comprometerse con la sociedad de su
tiempo y recalcaba: "quisiera ser recordado como docente más que
como cirujano".
Por esa razón, dedicó
gran parte de su tiempo a la enseñanza, tanto a nivel profesional
como popular. Un ejemplo fue su participación en programas
educativos para la población, entre los que se destacaba la serie
televisiva "Los grandes temas médicos" , y las numerosas
conferencias que presentó en la Argentina y en el exterior, sobre
temas tan diversos como medicina, educación y la sociedad de
nuestros días.
Publicó Recuerdos de
un médico rural (1980); De La Pampa a los Estados Unidos (1993) y
Don Pedro y la Educación (1994) y más de trescientos trabajos de
su especialidad. Su pasión por la historia lo llevó a escribir dos libros
de investigación y divulgación sobre el general San Martín: ¿Conoce
usted a San Martín? (1987) y La Memoria de Guayaquil (1991).
Señor Presidente así
como el "Día del Médico Rural" es el día del nacimiento del Dr.
Esteban Laureano Maradona (4 de Julio), médicos como el
prestigioso neurocirujano y fundador del sanitarismo argentino,
Profesor Doctor Ramón Carrillo, otras especialidades médicas
tendrán también su día, pero ¿cuál será la fecha que identifique a
todos los médicos argentinos?, creemos que el Dr. Rene Favarolo es
sin duda quien mejor nos represente.
Médicos argentinos que
con sus investigaciones y logros sobresalieron podemos mencionar
Bernardo Houssay, Luis F. Leloir y César Milstein. Los tres recibieron
el Premio Nobel, Luis Agote, que dirigió la primera transfusión de
sangre con citrato de sodio, en el Instituto Modelo de Clínica Médica
(Hospital Rawson, 9 octubre 1914); procedimiento que evitaba la
coagulación de la sangre y permitía extraerla de un dador y
envasarla hasta su transfusión a un receptor.
Salvador Mazza por sus
estudios sobre la Enfermedad de Chagas (en realidad enfermedad
de Chagas-Mazza). Los hermanos Enrique y Ricardo Finochietto con
sus aportes en el mejoramiento de las técnicas quirúrgicas.
Desiderio Davel,
discípulo de Pasteur, que elaboró y aplicó por primera vez en
nuestro país la vacuna antirrábica. Julio Guido Barrera Oro, que
trabajó en una vacuna contra el virus de Junín (Fiebre Hemorrágica
Argentina-Mal de los Rastrojos) y hasta se inoculó una cepa
atenuada del mismo para probar sus efectos (un verdadero caso de
romanticismo científico).
El listado es
interminable pero no quiero dejar pasar la oportunidad de citar a la
primera mujer médica argentina: Cecilia Grierson que se graduó de
médica en la Universidad de Buenos Aires en 1889 y que aún antes
de recibirse fundó la Escuela de Enfermeras (1886) del Círculo
Médico Argentino.
Los próceres más
reconocidos de la medicina mundial siempre estuvieron vinculados
al control de enfermedades infectocontagiosas, a modo de ejemplo
cito a Koch con la tuberculosis, Pasteur (aunque no era médico) con
la rabia, Finlay con la Fiebre Amarilla, y Fleming con el
descubrimiento de la penicilina.
El medico es una
profesión desafiante, el Dr. Favarolo fue ejemplo de ello, de su
lucha constante como medico rural, un ejemplo de entrega, de
sacrificio espartano, de sabiduría y de estoicismo para vivir y para
morir con altiva pobreza y dignidad.
Señor Presidente para
concluir quiero expresar que establecer el día del nacimiento del Dr.
Rene Favarolo como el ¨ Día del Médico Argentino", es nuestro
humilde homenaje y merecido reconocimiento a su inmensa
trayectoria como profesional y persona de bien, y un legado en
donde mirarse para nuestros jóvenes, por lo expuesto, es que
solicito a los señores Diputados me acompañen con el proyecto de
ley.
Fuentes:
Fundacion Dr.
Rene Favaloro
Firmante | Distrito | Bloque |
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SOTO, GLADYS BEATRIZ | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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ACCION SOCIAL Y SALUD PUBLICA (Primera Competencia) |
LEGISLACION GENERAL |