La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su beneplácito por la exclusión definitiva de la República de Cuba de la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Señor presidente:

En el año 1962 la República de Cuba se declaró socialista y aliada al bloque soviético. En el opresivo contexto de la guerra fría, la actuación de una pequeña isla ubicada en el patio trasero de la otra potencia dominante, Estados Unidos -y nada más que a doscientas millas de su territorio-, desató una serie de represalias en las que América Latina se abroqueló casi en su totalidad. Al cierre de misiones diplomáticas y la detención de relaciones comerciales siguió la injusta suspensión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, ya que su declaración de marxista la hacía incompatible con los valores democráticos (sic) que pregonaba esa organización.

El paso del tiempo fue cambiando la mirada de América Latina hacia esta isla que sin embargo debió luchar en soledad la caída de la Unión Soviética y del CAME, bloque con el que comerciaba casi en exclusividad. La reapertura de sedes diplomáticas se completó en el año 2009, prontamente se levantó su suspensión de la OEA y las visitas de estado y misiones comerciales comenzaron a ser moneda corriente.

No sucedió lo mismo con Estados Unidos, país que se mantuvo intransigente en su maltrato a la isla: la bloqueó, la roció con químicos que mataron sus cultivos, financió acciones terroristas, usurpó y ocupó su territorio, encarceló a sus ciudadanos y promovió movimientos destituyentes. Por ello fue tan sorpresivo que en diciembre pasado, bajo auspicio de su Santidad el Papa Francisco, ambas naciones decidieran relanzar sus relaciones diplomáticas mediante la realización de reuniones de alto nivel que contribuyeran a solucionar las disputas históricas.

Rápidamente se intercambiaron y liberaron presos, se modificó en la medida de lo posible -ya que no reside en la buena voluntad de Barack Obama, sino en la actuación del Congreso- el bloqueo criminal y hasta se reunieron los presidentes en persona. Uno de los pedidos de Cuba fue su exclusión de la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, podio que compartía con Sudán, Siria e Irán.

¿Cómo fue que esta pequeña isla terminó en tan aberrante lista, en el año 1982? Leer el último informe del Departamento de Estado en que la ratifica en ella causa un poco de risa, si no vergüenza ajena. En la versión del año 2012 se explicaba que "Cuba continuó denunciando los esfuerzos de Estados Unidos contra el terrorismo por todo el mundo, presentándolos como un pretexto para expandir la influencia y el poder de EEUU". Exactamente, Cuba no realizó actos terroristas, se opuso a las acciones de Estados Unidos en ese rubro. Ya en el año 2013 esa frase se quitó, y se explicó que la isla proveyó de refugio a insurgentes de ETA y de las FARC, aunque aclarando que había auspiciado el reinicio de las conversaciones de paz con el gobierno de Colombia. Más sorprendentemente, el informe se encargaba de aclarar que Cuba no había prestado armas ni entrenamiento militar a ninguno de estos grupos (1) .

¿Cuál era entonces la ocupación "terrorista" de la isla? Pues el informe no lo esclarece. Vistas estas irregularidades, a nadie sorprendió que Barack Obama firmara la salida de Cuba de la lista, decisión que demoraría cuarenta y cinco días en hacerse efectiva si no mediaba un recurso en contra de ambas cámaras del Congreso. Esto no sucedió, y el 29 de mayo Cuba fue retirada oficialmente de la lista.

Hay que reconocer la determinación de un pequeño estado que en más de cincuenta años no dio el brazo a torcer en una guerra contra la mayor potencia del mundo. Y hay que aplaudir el coraje de Barack Obama, quien se enfrenta a poderosos lobbies en un momento político de debilidad para él y su partido.

Argentina no puede dejar de celebrar este hecho histórico; es por ello que solicito a mis pares me acompañen en la aprobación del presente proyecto.