La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Su más enérgico repudio al envío, por parte del Reino Unido de Gran Bretaña, del submarino a propulsión nuclear HMS Talent al territorio y mar circundante de las Islas Malvinas.

Señor presidente:

La Subcomisión de Seguridad y Defensa del Parlamento Europeo publicó, años atrás, un documento titulado "El estatus y la locación de las instalaciones militares de los estados miembros de la Unión Europea y su potencial rol para la Política de Seguridad y Defensa Europeas (ESDP)". En dicho documento, Gran Bretaña ofreció al resto de los estados europeos fortalecer y consolidar su poder marítimo, en particular, sobre el Atlántico Sur, utilizando como punto de apoyo para ello una serie de enclaves coloniales, entre ellos, las Islas Malvinas.

En el mapa anexo del citado documento, las "Falkland Islands" reciban la máxima puntuación estratégica del listado de enclaves, ya que son las únicas definidas con ubicación soberana y capacidad para fuerzas aéreas, terrestres y navales.

Si a dicho mapa sumamos la utilización reiterada del concepto de "forward presence", lo que puede traducirse como presencia expansiva y en términos militares también como vanguardia o punto de apoyo, queda claro que se trata de una propuesta sustentada en el poder militar más puro y duro.

En ese contexto cabe analizar, tanto el envío a Malvinas, desde mediados de 2009 a la fecha, de 4 jet Typhoons equipados con misiles aire-aire MBDA Asraam y cañones Mauser de 27 mm. que se destacan por la capacidad de operar tanto como cazas como bombarderos, como el envío del submarino de propulsión nuclear HMS Sceptre equipado con torpedos Spearfish antibuques y sensores para monitorear los movimientos de barcos, y los buques HMS Clyde, HMS York, HMS Scott y el destructor tipo 42 HMS Edinburgh.

Paralelamente, la Fuerza de Defensa de las Malvinas, equipada con rifles, ametralladoras pesadas, morteros de granadas, vehículos armados Land Rover y motocicletas, reforzó notablemente sus tareas militares, de entrenamiento y combate.

Coherente con esta presencia militar creciente en el Atlántico Sur, a principios de abril, un día antes del 30 aniversario de la fecha en la que zarparon los barcos ingleses que participaron en la guerra, el gobierno británico envió una flota militar a Malvinas encabezada por el destructor HMS Dauntless, uno de los más modernos de la flota británica, en lo que en ese momento calificó como "operaciones de rutina".

Pero no todo acaba aquí. En esta oportunidad, Reino Unido envía el submarino a propulsión nuclear HMS Talent, el que arribará a Malvinas desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica, el 14 de junio, día en que se cumplirán 30 años del fin de la guerra de 1982.

El submarino "cazador-asesino" tipo Trafalgar HMS Talent, construido para hundir buques de guerra y submarinos, alcanza una velocidad de ruta de 32 nudos y puede sumergirse hasta 305 metros de profundidad. Desde 1988, el HMS Talent realizó operativos de vigilancia en todo el mundo. El submarino utiliza energía atómica para su propulsión, está equipado con misiles crucero Tomahawk Land Attack (TLAM) (que le permiten ataques agua-tierra y una gran precisión en el rastreo de flota enemiga), torpedos Spearfish, y cámaras y periscopios para tomar imágenes termales.

Según publicó ayer el periódico dominical inglés The Sun, que tituló "Inglaterra vs Argentina...llevamos al submarino", la nave patrullará las aguas de las Malvinas "para proteger los intereses británicos", y según una fuente del Ministerio de Defensa citada por el diario londinense, "Hay mucho discurso sobre las 'Falklands', pero sólo una nación en este conflicto cuenta con submarinos nucleares". En este sentido, la fuente precisó que la presencia del submarino Talent en el Atlántico Sur "mitigará los temores acerca de intentos inoportunos de la Argentina en el aniversario del 14 de junio".

Más allá de la importancia geopolítica, el despliegue militar británico tiene también otro objetivo inmediato y concreto: custodiar las exploraciones petroleras que prometen una solución para las exhaustas reservas de petróleo de Gran Bretaña.

Queda absolutamente claro que el Atlántico Sur es para Gran Bretaña uno de los ejes centrales donde se disputará el futuro dominio geopolítico y geoeconómico. Por eso, frente a la amenaza generada por la creciente militarización y posibilidades de nuclearización del Atlántico Sur, tenemos el deber y la responsabilidad de prestar debida cuenta del fenómeno para actuar en consecuencia.

En ese sentido, y más allá de nuestro mandato constitucional de resolución del conflicto por la vía diplomática, nos preocupa sobremanera el estado de precariedad de nuestras Fuerzas Armadas para defender nuestro territorio nacional y en particular nuestra plataforma marina. Todos los países del mundo han desarrollado un poder de fuego disuasivo suficiente y necesario como para poner límites de resguardo a la prepotencia y ambición de otros. Hoy en día, Argentina no puede pensar en una acción disuasoria porque no tiene capacidad logística ni operativa, ni se puede hacer respetar porque carece de medios para plantear una posición de fuerza.

La amenaza explícita por parte de Gran Bretaña de usar la fuerza en caso de ser necesario ya excede los límites tolerables y obliga al Poder Ejecutivo Nacional a redoblar y sostener de manera permanente todos los esfuerzos diplomáticos para obligar a Gran Bretaña a negociar la soberanía de Malvinas.

Sin embargo, hay que llamar la atención acerca de que hoy existe una estrategia diplomática improvisada y coyuntural de un gobierno, pero nos falta mucho todavía para tener una política de estado en el tema Malvinas. Una verdadera y auténtica política de estado requiere de consensos, y no se consiguen consensos genuinos sin un debate profundo y plural del cual participe todo el arco político y todas las expresiones de la sociedad civil.

No se edifican consensos a partir de relatos unilaterales de carácter sesgado a los cuales se invita a "adherir" acríticamente, sino a partir de debates francos, abiertos y participativos, sin dogmas ni preconceptos, a partir de los cuales se procesen democráticamente las diferencias y se fortalezcan las coincidencias. Sólo a partir de consensos firmes, de todo el arco político y las expresiones de la sociedad civil, se pueden evitar los vaivenes ideológicos y las incoherencias manifiestas.

Las Malvinas serán argentinas como producto del esfuerzo coherente, consistente y persistente de todos los argentinos, y no como consecuencia de los estertores voluntaristas de un gobierno con una política exterior errática que sólo utiliza el tema para tratar de ocultar sus problemas internos.

Por todo lo expuesto solicito a mis pares me acompañen en la aprobación del presente proyecto de declaración.