PROYECTO DE TP
Expediente 3165-D-2008
Sumario: RENDIR HOMENAJE AL MOVIMIENTO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918 Y A SUS FORJADORES, AL CUMPLIRSE EL DIA 15 DE JUNIO DE 2008 SU 90 ANIVERSARIO. PAPELERIA DE LA H CAMARA DE DIPUTADOS: LEYENDA EN EL MARGEN SUPERIOR DERECHO "1918-2008. 90 ANIVERSARIO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918".
Fecha: 12/06/2008
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 65
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
1. Rendir homenaje al movi-
miento de la Reforma Universitaria de 1918 y a sus forjadores, al conmemo-
rarse, el día 15 de junio del corriente año, su 90º aniversario.
2. La papelería utilizada por esta
Honorable Cámara de Diputados deberá contener en su margen superior de-
recho la leyenda: "1918 - 2008. 90º Aniversario de la Reforma Universitaria
de 1918".
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El próximo 15 de junio se
conmemora el 90º aniversario de la Reforma Universitaria de 1918, el movi-
miento de la juventud que, como expresase el Dr. Guillermo Estevez Boero (1)
, constituyó "el aporte cultural más original y profundo del siglo pasado. Él
transformó a nuestra universidad en el faro intelectual de América Lati-
na".
La importancia que ha revesti-
do la reforma universitaria en nuestra historia es de tal magnitud, que no sólo
implicó la modificación del régimen universitario argentino, sino el de toda
América Latina. Aún más, el movimiento de la reforma, más que un movi-
miento estudiantil, fue un movimiento social con un ideal propio que expresó
una necesidad sentida en todo el vasto subcontinente latinoamericano, y co-
mo "reguero de pólvora" (2) se extendió a lo largo del mismo. La reforma uni-
versitaria reflejó en la universidad el advenimiento de un nuevo país, reivindi-
cando la causa popular sobre el régimen de minorías oligárquicas y por ello,
como movimiento, fue considerado revolucionario y visualizado "con máximo
entusiasmo, como la segunda empresa común de los países latinoamericanos,
tras los cien años de mutua soledad que siguieron al ciclo de su independen-
cia política" (3) .
El movimiento de la reforma fue
la síntesis y un renacer de las nobles ideas de los pensadores de la indepen-
dencia, de los defensores de la democracia y las libertades, de aquellos que
dieron su vida y que con sangre escribieron la historia de nuestros países la-
tinoamericanos (4) . Representó la ruptura de las cadenas que nos unían a la
tiranía, y valoró al máximo el sistema representativo y democrático de go-
bierno. Como irrefutable prueba de ello basta con recordar algunos párrafos
del manifiesto liminar de Córdoba, redactado por Deodoro Roca: "Hombres
de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno
siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica [...]
Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: es-
tamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana
[...] La rebeldía estalla en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se
habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los
contrarrevolucionarios de mayo [...] No podemos dejar librada nuestra suerte
a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de intereses egoístas [...] La
juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese
pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus represen-
tantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar
una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de
intervenir en el gobierno de su propia casa".
Por lo demás,
como bien lo reconoció Luis Alberto Sánchez, "La Reforma separó dos épo-
cas. En cierto modo, equivale, entre nosotros, a nuestra era de Versalles.
Quedaron allá los adoradores del ayer colonial, los hispanistas de faramalla,
los europeizantes enragés, los anti-indigenistas, los estetistas, los tolerantes
teóricos e intolerantes prácticos. Se alinean acá -tal la raya de la Isla de Ga-
llo- los buscadores de una entraña auténtica, sea indígena, sea colonial, de
preferencia criolla; los americanistas de veras [...] Allá la oligarquía, acá la
democracia. La Reforma hizo eso. Clarificó posiciones. Definió campos. Volvió
a la tierra a la gente nuestra. A la tierra y al pueblo. Trató de que el intelec-
tual se hiciera ciudadano" (5) .
Para comprender la génesis de
la Reforma Universitaria de 1918 es necesario comprender el marco histórico
en que ella se produjo y la influencia que tuvieron en aquellos noveles pen-
sadores los sucesos trascendentes que, por aquellos años, acontecieron en el
plano nacional e internacional.
En el ámbito internacional, la
Primera Gran Guerra había generado un profundo desencanto en la intelec-
tualidad argentina y latinoamericana. Europa, su civilización y su cultura, de-
jaron de considerarse el modelo a "imitar" por los incipientes países america-
nos (6) , y se profundizó un movimiento de introspección, de valoración conti-
nental, que ya venía insinuándose desde principios del siglo XX en una serie
de discursos antiimperialistas. Entre esos literarios basta recordar entre otros
a Enrique Rodó, Rubén Darío, José Ingenieros, cuyas obras claramente se
orientaron hacia la reafirmación de la unidad y soberanía latinoamericana.
Frente a la civilización europea en crisis, se quebraba el magisterio intelectual
de Europa y surgía para la juventud argentina la exigencia vital de salvar a
nuestro pueblo de un destino similar al de los pueblos europeos (7) .
Tiempo después, la Revolución
de octubre de 1917 abría un camino esperanzador orientado a la constitución
de sociedades más justas, solidarias y equitativas. Simbolizó el surgimiento
de un "espíritu de renovación" cuyo propósito liminar tendía a la configura-
ción de una "nueva conciencia moral en la humanidad" (8) , implicó el adveni-
miento de un "tiempo nuevo", de un futuro mejor y posible en el cual la revo-
lución social se constituía en derrotero esperanzador para la construcción de
un porvenir más ético, más justo y menos violento.
La Revolución de 1917 desplegó
en el escenario internacional una profunda renovación de los principios políti-
cos, económicos y culturales sustentados hasta ese momento. Articuló de-
mandas de diverso orden e instaló un discurso emancipatorio en torno al ac-
ceso a la propiedad de la tierra y a la distribución más igualitaria de los bie-
nes simbólicos que permitieran la formación del "hombre nuevo".
También la Constitución Mexica-
na de 1917 y la Constitución de Weimar de 1919 tuvieron influencia en las
nuevas ideas. Eran las primeras constituciones sociales, los primeros instru-
mentos que respondieron frente a los serios problemas sociales reconociendo
derechos y poniendo a disposición de la ciudadanía las herramientas para
exigirlos.
Por lo demás, en el ámbito na-
cional, el año 1916 significó el acceso del radicalismo al gobierno de nuestra
Nación en las primeras elecciones donde el voto fue secreto y obligatorio, en
las primeras elecciones donde el ejercicio de la soberanía popular no cedió al
fraude electoral, en las primeras elecciones donde la conducción de la repú-
blica argentina fue ocupada por un candidato elegido por el pueblo y cuya
figura gozó de una legitimidad antes no conocida.
Esos eran los tiempos donde
estallaría la reforma, tiempos que venían anticipando un cambio en nuestra
Nación ya desde finales del siglo XIX, donde las masas de inmigrantes pudie-
ran participar del destino de la vida política y económica de la república. "Esta
nueva realidad irrumpe en la revolución de 1890, que con el protagonismo de
Leandro N. Alem, Juan B. Justo, Lisandro de la Torre, Fidel López, Aristóbulo
del Valle, Bernardo de Irigoyen, Bartolomé Mitre, Manuel J. Campos, Juan
Manuel Estrada, Pedro Goyena, exterioriza la suma y el consenso de la oposi-
ción provocada por la brutalidad y la arbitrariedad del proyecto que se venía
imponiendo al país" (9) .
A modo de síntesis, recupera-
mos las palabras de Julio V. González quien haciendo una lectura de la época
describía, en una Conferencia pronunciada en el Centro de Estudiantes de la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en 1923, el complejo
entramado histórico en el que se desenvolvieron los acontecimientos universi-
tarios de la provincia de Córdoba: "La Guerra Europea, la Revolución Rusa y
el advenimiento del Radicalismo al poder en nuestro país, son las tres llaves
que nos abren las puertas a la verdad. La primera, bien lo sabemos, sacudió
al mundo con la crisis más aguda que haya sufrido la humanidad desde la
Revolución Francesa [...] En medio de la desorientación, la incertidumbre y el
escepticismo que dominaba los espíritus, aparece en el escenario la Revolu-
ción Rusa trayendo una luz nueva, ofreciendo ideales de humana redención,
levantando una voz acusadora y profética al mismo tiempo [...] El radicalismo
como factor social, cumplió la misión de cavar un abismo en el cual quedaba
definitivamente sepultada la generación que había manejado el país desde el
'80 hasta 1916" (10) .
En esta trama de acontecimien-
tos se enmarca el proceso de renovación universitaria del año 1918.
Sin embargo, la realidad de las
universidades argentinas (11) era otra bien distinta. "En el país, la universidad
había permanecido cerrada, enclaustrada, de cara a lo viejo y de espaldas a
lo nuevo. Ese aislamiento, esa diferencia entre la vieja universidad y el nuevo
país produjo esa corriente y liberó esa energía juvenil que determinó la eclo-
sión del 15 de junio de 1918, fecha que marcaría el calendario de la cultura
de América Latina y de la universidad argentina, que ya no viviría a espaldas
a la realidad" (12) .
Como lo expresaron los mismos
reformistas en su manifiesto liminar: "Las universidades han sido hasta aquí
el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitaliza-
ción segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde todas
las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara.
Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades deca-
dentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad
senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa
silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un
rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y
hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que dentro de semejante
régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza y el ensan-
chamiento vital de los organismos universitarios no es el fruto del desarrollo
orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria. Nuestro régimen
universitario -aun el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una
especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario. Se
crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpi-
co".
Contra esta realidad, se levanta-
ron los jóvenes reformistas. Irrumpieron en las aulas con una nueva actitud,
llena de ideas, de programas y de propuestas. Así, se plasmaron por primera
vez en el manifiesto liminar de Córdoba los postulados reformistas: "La Fede-
ración Universitaria de Córdoba [...] reclama un gobierno estrictamente de-
mocrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a
darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concep-
to de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en
un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de
disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad en un
hogar de estudiantes no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando:
enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el
que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la
educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía
de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un
estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no una labor
de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agi-
tar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser
movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que
emana de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el
concepto moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede
rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud
silenciosa que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una ver-
dad o la del que experimenta para crearla o comprobarla. [...] La juventud
universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de
empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método do-
cente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban
en beneficio de determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni re-
glamentos por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su em-
pleo. La consigna de 'hoy para ti y mañana para mí', corría de boca en boca y
asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los métodos docentes es-
taban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la
universidad apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas. Las leccio-
nes, encerradas en la repetición de viejos textos, amparaban el espíritu de
rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los
dogmas trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la
conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de la ciencia. Fue
entonces cuando la oscura universidad mediterránea cerró sus puertas a Fe-
rri, a Ferrero, a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su
plácida ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayo
a nuestros golpes. Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado
algo nuevo, que por lo menos la elevación de nuestros ideales merecía algún
respeto. Asombrados, contemplamos entonces, cómo se coaligaban para
arrebatar nuestra conquista los más crudos reaccionarios. [...] La juventud ya
no pide, exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento
propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está
cansada de soportar a los tiranos".
Los postulados reformistas si-
guen siendo la antorcha luminosa tras la cual marchan jóvenes generaciones.
Los principios de autonomía y cogobierno cambiaron institucionalmente la
universidad y posibilitaron y complementaron los otros principios: la renova-
ción de los métodos docentes, la libertad de cátedra, los concursos docentes
periódicos, la asistencia libre, la publicidad de los actos universitarios, la gra-
tuidad de la educación, la extensión universitaria, la unidad de América Lati-
na, la propia identidad latinoamericana. La reforma enarboló la bandera de
las libertades, de la democracia, de la educación pública, laica y gratuita, de
la importancia fundamental de las universidades en el destino de los países; y
por ello, el movimiento fue ampliamente apoyado por las clases populares
cordobesas. Fue ese apoyo popular el que permitió que las ideas reformistas
no fueran letra muerta pasada la agitación. Nació con la reforma otro concep-
to de universidad, comprometida con el presente, protagonista y trabajando
para el futuro.
Tras el accionar de los universi-
tarios de Córdoba, la reforma se extendió, como ya se ha dicho, por el país y
el continente. Al respecto José Ingenieros afirmaba: "El generoso movimiento
de renovación liberal iniciado en 1918 por los estudiantes de Córdoba, va ad-
quiriendo en nuestra América los caracteres de acontecimiento histórico de
magnitud continental [...] En cien revistas estudiantiles se reclama la reforma
de los estudios en sentido científico y moderno, se afirma el derecho de los
estudiantes a tener representación en los cuerpos directivos de la enseñanza,
se proclama la necesidad de dar carácter extensivo a las universidades, y se
expresa en fin, que la nueva generación comparte los ideales de reforma polí-
tica y económica que tienden a ampliar en sus pueblos la justicia so-
cial".
Así, en los años siguientes a
1918, la Reforma Universitaria se extiende por toda América: en Perú y Uru-
guay en 1919; en Chile en 1920; en México en 1921; en Colombia en 1922;
en Cuba en 1923; en Paraguay en 1927; en Bolivia, Brasil y Venezuela en
1928; en Costa Rica en 1930; en Puerto Rico en 1933; en Ecuador en 1936;
en Panamá en 1945, en Guatemala en 1945. Inclusive llegaría hasta la misma
Europa que decenios atrás América intentó imitar (13) .
En definitiva, "los reformistas
lucharon por la democratización de la cultura, por la socialización de la cultu-
ra [...] por la posibilidad de acceso a la cultura por parte de todo el mundo
tenga o no recursos económicos en su familia [...] Es la respuesta de la ju-
ventud, que desde principios de siglo reclamó por la adecuación de las es-
tructuras sociales, culturales y educativas a la nueva realidad nacional [...] Es
el reclamo de la juventud que rechaza el dogmatismo, el oscurantismo, la
teoría vacía de la realidad, impartida por docentes vitalicios en nuestras Uni-
versidades" (14) . Con absoluta claridad, el pensamiento reformista, en su
máximo esplendor, quedó sentado en las resoluciones iniciales del Congreso
Internacional de Estudiantes que se llevó a cabo en México en 1921: "La ju-
ventud universitaria proclama que luchará por el advenimiento de una nueva
humanidad, fundada sobre los principios modernos de justicia en el orden
económico y político. Para ese objeto luchará: Por la abolición del actual con-
cepto del Poder público, que, suponiendo al Estado una entidad moral sobe-
rana diversa de los hombres que lo constituyen, se traduce en un derecho
subjetivo de dominación de los menos sobre los más. Por destruir la explota-
ción del hombre por el hombre y la organización actual de la propiedad, evi-
tando que el trabajo humano se considere como una mercancía y estable-
ciendo el equilibrio económico y social. Por cooperar en oposición al principio
patriótico del nacionalismo, a la integración de los pueblos en una comunidad
universal".
Ese fue el legado de la reforma
universitaria, desoído luego por el Estado argentino en demasiadas oportuni-
dades.
En la universidad actual, ahor-
cada por la ley de enseñanza superior, dejada a la suerte de los avatares pre-
supuestarios, vaciada culturalmente, es necesario diseminar las nobles ideas
de los revolucionarios del '18, rescatar la función misma de la universidad
como formadora de jóvenes pensantes que quieran y tengan a su disposición
las herramientas para modificar la realidad social.
Los legisladores estamos obliga-
dos moralmente a reivindicar esos valores, a reivindicar la enseñanza supe-
rior, laica y gratuita, a reivindicar el rol de las universidades, a reivindicar la
democracia y la participación, a abrirle las puertas de la enseñanza superior a
todas las clases sociales, a apoyar el establecimiento de un salario digno para
sus docentes, a devolver a nuestra universidad lo que ella nos ha brindado.
Estamos obligados a reivindicar también a sus más destacados y activos
constructores, como Deodoro Roca, Alejandro Korn, Ripa Alberdi, Gabriel del
Mazo, Gregorio Bermann, Saúl Taborda y sus grandes continuadores: Alfredo
Palacios, José Ingenieros, Julio V. González, Arturo y Jorge Ordaz, Carlos
Sánchez Viamonte, José Luis Romero, Risieri Frondizi, entre tantos otros que
con sus obras son parte de nuestra cultura e historia nacional.
Ya Alfredo Palacios nos había
hecho saber cuál era la labor y la función de la universidad, cuando en su
Carta a las facultades sudamericanas manifestó: "La participación de estu-
diantes y egresados en la designación de autoridades, la asistencia y la do-
cencia libres, etc., han cambiado fundamentalmente la estructura universita-
ria para adaptarla a otras corrientes educacionales [...] instrumentos que
permitirán desarrollar con amplitud la función social de la universidad. No se
ha de limitar ésta a la preparación de simples profesionales [...] sino a la ta-
rea de preparar hombres capaces de afrontar los problemas inmediatos de la
vida" (15) .
Como expresaba el Dr. Guillermo
Estevez Boero "Porque una universidad trascendente es la catedral de los
espíritus libres, es el coro del debate filosófico de las ideas, de la generación
de nuevas ideas, es una universidad que no se evalúa por sus rendimientos
económicos, no se evalúa por el porcentaje de ingresos y egresos; se evalúa
por las ideas que proyecta, por la ebullición de los espíritus que emana hacia
el resto de la sociedad, ésta es la universidad trascendente" (16) .
Por todo lo expuesto, solicito a
mis colegas me acompañen en la aprobación del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
MARTIN, MARIA ELENA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
CUCCOVILLO, RICARDO OSCAR | BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
VIALE, LISANDRO ALFREDO | ENTRE RIOS | PARTIDO SOCIALISTA |
GEREZ, ELDA RAMONA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
FEIN, MONICA HAYDE | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
BARRIOS, MIGUEL ANGEL | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
AUGSBURGER, SILVIA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
CORTINA, ROY | CIUDAD de BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
BENAS, VERONICA CLAUDIA | SANTA FE | SOLIDARIDAD E IGUALDAD (SI) - ARI (T.D.F.) |
ZANCADA, PABLO V. | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
SESMA, LAURA JUDITH | CORDOBA | PARTIDO SOCIALISTA |
MACALUSE, EDUARDO GABRIEL | BUENOS AIRES | SOLIDARIDAD E IGUALDAD (SI) - ARI (T.D.F.) |
ARDID, MARIO ROLANDO | CORDOBA | PARTIDO NUEVO CONTRA CORRUP. POR HONEST. Y TRANSP. |
DIEZ, MARIA INES | SALTA | RENOVADOR DE SALTA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
EDUCACION (Primera Competencia) |