La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Su profundo pesar por la trágica muerte de trabajadores de un establecimiento industrial localizado en la Ciudad de Puerto Madryn, Provincia del Chubut, producto de las graves heridas sufridas a raíz del derrumbe del techo de un silo en construcción acaecido en dicho establecimiento, haciendo llegar sus condolencias y solidaridad tanto a familiares como compañeros de los trabajadores fallecidos.

Señor presidente:

El presente proyecto obedece a un luctuoso suceso sobre el que se hizo eco suficientemente la crónica periodística, que me limitaré a reseñar como sigue: en circunstancias que aún se intentan establecer, durante la tarde del día 20 de junio del corriente año, en instalaciones de una planta productora de aluminio localizada en la Ciudad de Puerto Madryn, Provincia del Chubut, perteneciente a la empresa Aluar, el techo de un silo en construcción se derrumbó, dejando el trágico saldo de al menos diez trabajadores muertos y 3 gravemente heridos.

Este Honorable Cuerpo no puede bajo ningún concepto quedar ajeno ante hechos de tamaña gravedad como los aquí descriptos, que revelan el riesgo al que diariamente se encuentra sometidos quienes forjan, con su trabajo a lo largo y ancho de su territorio, la grandeza de la Nación.

Lamentablemente, hechos como el que motiva actualmente el presente se verifican en nuestro territorio con recurrencia y frecuencia anormales, colocándonos de bruces frente a una realidad que nos duele y preocupa. Y mucho más, cuando descubrimos que acontecen porque algo no se hizo bien, o lo que es más grave aún, porque lisa y llanamente no se hizo o se hizo mal, aún y pese a que existan desde las normas las herramientas idóneas enderezadas a la protección del trabajo. Lo cierto, convengamos, es que algo falla en la concreta instrumentación de las mismas, en la verificación práctica de las consignas normativas.

Ya no queremos más toques de atención al respecto. Es hora de que se haga carne en nuestra más profunda conciencia la idea de que honrar al trabajador es, sin más, honrar a la persona misma en su dignidad, colocar al Hombre en su verdadero sitial.

Sabido es por todos que el trabajo, como sus beneficios, trasciende al propio trabajador para abarcar y abrazar a su familia, a su grupo de pertenencia, a la comunidad, como también que ese trabajo, mancomunado con el de los demás trabajadores, es el que hace posible alcanzar ese anhelo común compartido por todos que conocemos por bien común o bienestar general.

Siempre como sociedad habremos de encontrarnos en falta si no logramos comprender que el derecho a trabajar radica en la propia estructura ontológica de la persona, que es verdadero derecho humano que brota de la dignidad racional y volitiva de Hombre debenido trabajador, y que por tanto nos obliga no tan solo jurídicamente, sino moralmente a profesar un culto permanente de la vida y la integridad física y psíquica del mismo, proveyéndole los medios de protección adecuada, persuadidos como debemos estarlo de compartir un destino común.

No alcanza con la mera declamación. Ya son muchos los hechos de este tipo, y muchas las víctimas que enlutan nuestra conciencia.

Una Nación que desde su Carta Magna y desde los Tratados Internacionales ratificados acoge los derechos del trabajador, especialmente los enderezados la protección del mismo, que aspira a alcanzar condiciones dignas de labor para aquél, por una parte; y que por la otra proclama como norte en aquella, propiciándolos, la prosperidad, el progreso humano y el bienestar general, no puede mantenerse impasible frente a hechos de esta gravedad.

Tantas víctimas, tanto dolor y muerte absurda, tanta desaprensión de la vida y dignidad del hombre no solamente conmueven nuestra sensibilidad y conciencia, sino que obligan a la reflexión y a la acción para modificar un estado de cosas que repudiamos.

Que esta vez no sea en vano. Que sirva al menos la tristeza y el pesar que ello nos provoca como acicate para que el futuro no nos enfrente con la acusación inapelable de que no aprendimos la lección ni supimos hacer lo que correspondía.

En virtud de ello propongo la aprobación del presente proyecto.