La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación, establezca en el calendario escolar, en los tres ciclos - preescolar, primario y secundario - , la realización de un acto conmemorativo de las fechas patrias 25 de Mayo, 2 de Abril, 20 de Junio, 9 de Julio , 17 de Agosto y 20 de Noviembre en las jornadas correspondientes, con la intervención de un docente y de un alumno, quienes pronunciarán palabras alusivas, invitándose a asistir a las familias de los educandos.

Señor presidente:

Es alarmante el decaimiento de la conciencia histórica de nuestros niños y adolescentes y jóvenes en general. Según encuestas serias, la mayoría de la población de esas franjas etarias no puede ubicar temporalmente las figuras de nuestro pasado. Se ha dado el caso de ubicar al expresidente Dr. Hipólito Yrigoyen en el s.XVII, para explicitar un ejemplo.

No es una novedad expresar que sólo con conciencia histórica un pueblo está preparado para protagonizar el presente y afrontar los desafíos del porvenir.

La historia, plena, cabal y colectivamente asumida - y conocida, obviamente - nos brinda identidad y ésta es nuestro pasaporte al futuro.

La historia es el blindaje del pueblo.

Con la modalidad de los feriados turísticos y los llamados, a la usanza hispana, "puentes", se ha desdibujado absolutamente el sentido de las conmemoraciones patrióticas.

Antaño, los festejos y/u homenajes se realizaban en la misma fecha de la conmemoración. El acto del 25 de Mayo se efectuaba el 25 de Mayo, quizás con un chocolate como colofón. Igualmente los actos por los fallecimientos de San Martín y Belgrano y el festejo de nuestra Independencia. Ahora, en contraste, se ha desfigurado la recordación hasta un punto que resulta preocupante.

En otras naciones, como la norteamericana, el 4 de Julio es motivo de una alegría tan multitudinaria como colectiva. Entre nosotros, el 9 de Julio parece una fiesta de guardar donde todos nos quedamos en nuestras casas o hacemos algún paseo individual y/o familiar. No existe el festejo compartido, propio de un pueblo unido, en este caso en sus alegrías.

A San Martín debemos recordarlo con recogimiento. Y hacerlo en común. No es admisible que el 17 de agosto sea sólo un día no laborable más.

Es la escuela el supremo ámbito para formar esa colectividad nacional sustentada en los hitos principales de la historia. Y, sin duda, en el conocimiento.

La participación del alumnado es esencial. Será, como mínimo, a través de las palabras de uno de los educandos que representará al conjunto, aunque pueden y deben programarse participaciones colectivas. La asistencia de la familia dará realce y entorno a un acto patriótico que contribuirá a formar y forjar un pueblo mejor unido y más fuerte espiritualmente.

Solicito el respaldo de la Cámara para este proyecto de Declaración.