La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su hondo pesar por el fallecimiento de la Abuela de Plaza de Mayo Irma Ramacciotti de Molina.

Señor presidente:

A los 84 años, luego de una vida dedicada a la lucha por los Derechos Humanos, el pasado 22 de abril murió Irma Ramacciotti de Molina. Con amor, constancia y esperanza recorrió cada rincón del país buscando a su hija Lucia Esther Molina secuestrada desaparecida en abril de 1977, cuando se encontraba embarazada de 4 meses. Con esa misma entereza localizó a su otro nieto Santiago, quien fue recuperado gracias a su persistencia, convicción y fortaleza. En Córdoba fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo y de Familiares de Detenidos y Desaparecidos. Murió el mismo día en que se cumplía un nuevo aniversario de la desaparición de su hija Lucía, secuestrada cuando estaba embarazada de cuatro meses.

Irma Paulina Ramacciotti de Molina había nacido el 11 de noviembre de 1928. A los diecisiete años comenzó a trabajar como maestra rural en Los Pozos, departamento de Ischilín. Ejerció la docencia durante 46 años. Mientras, continuó la carrera hasta jubilarse como Inspectora de Zona en Córdoba. En 1956 nació su

primera hija, Lucia Esther Molina. Para abril de 1977, Lucía estaba

en la localidad de Villa Ballester, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Con ella estaba su hijo Santiago, nacido en 1976 e hijo de su primer compañero, José Luis Nicola, asesinado el 27 de marzo de 1976. Militaban en la OCPO (Organización Comunista Poder Obrero). Ella llevaba cuatro meses de embarazo de un bebé a quien pensaba llamar Andrés o Andrea. Los secuestraron el 21 de abril. Ambos fueron vistos en El Vesubio. Rodolfo fue asesinado el 23 de mayo y su cuerpo apareció con el de otras 15 personas al día siguiente, en lo que se conoce como la Masacre de Monte Grande. En cambio Lucía y su hijo o su hija, que debió nacer en cautiverio alrededor de septiembre de ese año, continúan desaparecidos.

Irma encontró a Santiago en la Casa Cuna, pero las monjas no se lo querían entregar. Luego de una larga lucha, logró recuperarlo.

"Todos los días inevitablemente amanezco pensando en mi

hija y su bebé. Pero tengo esperanzas en el trabajo de Abuelas y de la gente más joven que se suma. No hay que darse por vencido en nada, esto demuestra que la vida continúa, que no nos han vencido, que no nos van a ver llorar. Hay que seguir luchando"

Abuela Irma

Por su invalorable aporte a la defensa de los Derechos Humanos es que solicitamos la aprobación de este proyecto de resolución.