PROYECTO DE TP
Expediente 2662-D-2015
Sumario: RENDIR HOMENAJE AL PADRE CARLOS MUGICA, AL CUMPLIRSE 41 AÑOS DE SU ASESINATO EL DIA 11 DE MAYO DE 2015.
Fecha: 13/05/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 48
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Expresar su más sentido homenaje al
padre Carlos Mugica al cumplirse 41 años de su asesinato el pasado 11 de mayo
de 2015.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El pasado 11 de mayo de 2015 es la
fecha en la que se ha cumplido 41 años del asesinato del padre Carlos Mugica es
por esto que creo necesario desde esta Honorable Cámara realizar un profundo
Homenaje al "mártir de los pobres" como se lo llamó.
El 11 de mayo de 1974, era asesinado
"acribillado", el sacerdote Carlos Múgica en manos de la Triple A, cuando una
ráfaga de ametralladora lo abatió tras oficiar misa en la iglesia San Francisco
Solano, de la Ciudad de Buenos Aires.
El padre Múgica pertenecía al
movimiento de sacerdotes tercermundistas, estuvo vinculado a las luchas
populares del país en las décadas de 1960 y 1970, y fue el fundador de la
parroquia Cristo Obrero en la villa 31. El "cura villero" adhirió incondicionalmente
al Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo y luchó incansablemente por
mejorar las condiciones de vida de la gente humilde
El "mártir de los pobres", como se lo
llamó tras su asesinato, había nacido en Buenos Aires un 7 de octubre de 1930 y
era el tercero de siete hijos de un matrimonio conformado por un padre
conservador y una madre con sangre terrateniente.
Conoció al hermano de Ernesto "Che"
Guevara, Roberto, y con él y otros sacerdotes viajó a Europa en 1950, para
ingresar en el seminario en 1952.
Defensor del peronismo, la doctrina
de Mao Tsé Tung y el "Che" Guevara, fue uno de los impulsores del Movimiento de
Sacerdotes del Tercer Mundo y confrontaba con las jerarquías eclesiásticas que
rechazaban su alineación política.
El 11 de mayo de 1974, a las 20.15,
al salir de la iglesia Francisco Solano, cinco disparos de ametralladora le
atravesaron el abdomen y el pulmón, y el último le perforó la espalda.
Múgica murió en el Hospital Salaberry
y sus últimas palabras a la enfermera que lo custodiaba fueron "ahora más que
nunca tenemos que estar junto al pueblo".
La causa por los crímenes cometidos
por la Triple A la lleva adelante el juez federal Norberto Oyarbide, quien los
consideró como delitos de "lesa humanidad" y, con esa decisión, logró que la
causa sea considerada imprescriptible, ya que corría serio riesgo de ser
archivada.
Transcribo a continuación fragmentos
de una entrevista realizada al padre Mugica en donde cuenta en primera persona
momentos claves de su vida y como comienza a luchar infatigablemente por los
pobres:
"Nací en el palacio Ugarteche, creo
que lo llaman el palacio de los Patos y siempre viví en Barrio Norte; el colegio, mis
amigos eran todos como yo. Mi familia tenía una honda fe cristiana y fui criado en
un clima de piedad religiosa; pero era una fe trascendentalista, muy preocupada
por la salvación del alma, que no turbaba para nada la conformidad que sentíamos
hacia todo lo que nos rodeaba. El otro mundo, el mundo de los humildes, no lo
conocía. Me acuerdo sí, de un amigo del barrio, Giménez, hoy estanciero, que era
distinto; tenía una forma especial de hablar con los pobres: simplemente se daba,
me acuerdo de él por eso: porque se daba; se daba más que yo. En aquella época
tenía, sin embargo, ocasión de tocar las cosas del pueblo; (...) Yo soy hincha
fanático de Racing, me gustaba mucho ir a la cancha. A mi padre no le sobraba la
plata: éramos siete hermanos. Entonces a mí me daba un peso por semana; la
popular en ese tiempo valía 50 centavos... yo iba a la popular con Nico, el hijo de
la cocinera. En la cancha, durante el viaje de ida y al regreso, Nico y yo,
compartíamos las mismas cosas; además éramos iguales, bueno... bueno éramos
todos iguales: era la alegría simple del pueblo y Nico y yo estábamos allí. El mundo
de la burguesía, en cambio, es el mundo de las diferencias; está la puerta de
servicio y la entrada de la gente; una comida para el personal de servicio y una
comida para los patrones. Con el fútbol me agarraba unas ronqueras bárbaras,
pero, además tenía problemas de conciencia. Yo era muy piadoso... y en mis
oraciones le pedía siempre a Dios que ganara Racing el domingo, mi hermano
Alejandro era de River, y él le pedía a Dios que ganara River...yo pensaba 'ahora
no se como se va arreglar Dios, y bueno...entonces habrá empate'."
"Era un muchacho piadoso y, a mi
manera, feliz. Primero, iba aprender que había otra clase de felicidad...después lo
otro: otra clase de piedad. Me acuerdo que un día charlando con mi confesor, el
entonces padre Aguirre, hoy obispo de San Isidro, le dije: 'Padre, hoy me siento un
tipo feliz: primero, porque hay una chica que creo me lleva el apunte; segundo,
porque Fangio acaba de ser campeón mundial y tercero, porque Racing va
primero'. Esa era toda mi problemática en aquella época. Pienso que mi vida se
hubiera derrumbado si Fangio volcaba con el coche o Racing perdía dos a cero. El
padre Aguirre se sonrió y me dijo: 'Mirá, yo creo que la felicidad depende de cosas
más profundas...'; después lo descubrí. Un tipo extraordinario el padre Aguirre, era
un hombre que se daba, un hombre que vivía para los demás. A él, después de
Dios y mi madre le debo la vocación sacerdotal. Además me hizo pensar por
primera vez, que la felicidad no está en las cosas de uno, sino en las cosas de los
demás. Por todo eso, creo que es una de las personas importantes en mi vida. Fue
un encuentro decisivo; el otro vendría mucho después... cuando estrellé con un
letrero escrito en el sueño de un callejón. Mi mundo era un mundo homogéneo y
sin conflictos, en el que, sin embargo, el padre Aguirre había abierto la primera,
pequeñísima brecha; todavía mi piedad y mi felicidad vestían su vieja piel. Hasta
los diecinueve años no se me había cruzado por la cabeza que yo podría ser
sacerdote. A los veintiún años entré en el seminario: estaba todavía en tercer año
de Derecho. La enseñanza que daban en el seminario, la lectura y la meditación de
la Biblia, donde está indicado claramente que Dios viene por todos, pero que,
principalmente Dios viene para los pobres, me habían hecho ver que el sacerdote
está llamado a una vida austera, abierta a la vida de los humildes. Todavía era
seminarista y entré a trabajar al lado del padre Iriarte, hoy obispo de Reconquista,
que era teniente cura en la parroquia de Santa Rosa. El padre Iriarte visitaba a la
gente de la parroquia; no la esperaba, la iba a buscar. No se trataba solamente de
ir con la palabra de Dios; se trataba de recoger la palabra de los hombres.
Tratábamos de hablar con la gente, de comprender. Era un barrio popular y la
gente humilde siempre tiene problemas; había por supuesto, que evangelizar,
llevar a cada uno la seguridad de que todos eran hijos de Dios, pero aparte, había
que tratar de llegar a todo lo demás. A fines de 1954 y durante todo el año 55,
íbamos con el padre Iriarte a visitar a la gente en sus casas. Una vez por semana,
íbamos a un conventillo que quedaba en la calle Catamarca y charlábamos con la
gente. Yo preparaba unos muchachos que luego tomaron la primera comunión; los
domingos jugábamos al fútbol. Como en aquellas idas a la cancha con Nico, era mi
otra gran experiencia de ese mundo, el mundo de los humildes del cual yo había
vivido siempre distante. Pero esta vez, me iba a dar cuenta que era más adentro,
bien adentro."
"Eran los días finales del gobierno
peronista. En mi familia, mi padre estaba prófugo y tenía dos hermanos en Villa
Devoto. En el Barrio Norte se echaron a vuelo las campanas y yo participé del
júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche, fui al conventillo
como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto,
bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito, con tiza y en letras bien
grandes: 'Sin Perón, no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos'. La gente del
conventillo me conocía bien, yo había intimado bastante con ella durante todo ese
tiempo (después seguí yendo, casi todo el año 56). Sin embargo, para mí lo que ví
escrito fue un golpe: esa noche fue el otro momento decisivo en mi vida. En la
casa encontré a la gente aplastada, con una gran tristeza. Yo era un miembro de
la Iglesia y ellos le atribuían a la Iglesia parte de la responsabilidad de la caída de
Perón. Me sentí bastante incómodo, aunque no me dijeron nada. Cuando salí a la
calle aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde estaba de duelo por la caída
de Perón."
"Y si la gente humilde estaba de
duelo, entonces yo estaba descolocado: yo estaba en la vereda de enfrente. Me
acordé de María. Había ocurrido hacía mucho tiempo; lo tenía olvidado. Un verano
había ido con mi hermano, en las vacaciones, al campo. Desde entonces les escribí
a mis padres. En la despedida de la carta había puesto: 'Saludos a las sirvientas'.
Cuando volvimos de afuera María me dijo: 'Carlos, nosotros no somos sirvientas:
somos seres humanos'. Era la misma cosa que el letrero del callejón. Si María
hubiera escrito en una de las paredes de mi casa '... somos seres humanos',
bueno... se lo hubieran hecho borrar o tal vez la hubieran echado. Sí, yo estaba en
la vereda de enfrente. Ahora la gente pobre estaba de duelo y debía pensar en el
significado de esa tristeza. Cuando volvía a casa, a mi mundo que en esos
momentos estaba paladeando la victoria, sentí que algo de ese mundo, ya, se
había derrumbado. Pero me gustó."
Para que sea más sentido nuestro
homenaje transcribo a continuación la letra de la canción:
LOS GUARDIANES DE MUGICA de
nuestro Cantautor León Gieco.
Los guardianes de Mugica bajan de lo
alto
con sus voces y tambores, domingo
santo
Son los hijos nuevos que vienen sin
tristezas
descartan las migajas de politicas
viejas
Los guardianes de Mugica desdiosan
dioses
son leales a la lucha, un millón de
corazones
Más le matas, más te matan y no
quieren guerra
agradecen este día sobre la
tierra
Los guardianes de Mugica cantan y
sangran
se meten sin que los veas por las
buenas o por las malas
Ya no van por pan, ya no van por
comida
la mentira es desoida, ya no
mendigan
Es más fácil ponerle un vuelo al
sol
que sortear todas las sombras
de esta Argentina del dolor
Por favor, perdón y gracias
tres palabras mágicas
para la vida, el amor y el
corazón
Los guardianes de Mugica enfrentan a
la muerte
dan la espalda al viento sucio, miran
de frente
Diamante en la basura, poemas en la
quema
de vientre, de puño, de
naturaleza
Los guardianes de Mugica llevan todo
el peso
de los que robaron, mataron o
mintieron
Basta de morir en casas de
tormentos
nunca más el atropello, nunca más
aquel infierno
Los guardianes de Mugica llevan a
Pugliese
en tatuajes, credenciales, por los días
que se vienen
Amanecen con un reto, van de pueblo
en pueblo
levantan al caído, estudiantes y
murgueros
Es más fácil ponerle un velo al
sol
que sortear todas las sombras
de esta Argentina del dolor
Por favor, perdón y gracias
tres palabras mágicas
para la vida, el amor y el
corazón
Los guardianes de Mugica,
telepaticamente
saben quién que es quién y quién ha
sido Never
Dan un revés a la derrota,
antiglobalizadores
salud y educación gratuita
para todos vacaciones
Es más fácil ponerle un velo al
sol
que sortear todas las sombras
de esta Argentina del dolor
Por favor, perdón y gracias
tres palabras mágica.
autor LEON GIECO-
Por lo expuesto, solicito a mis pares
me acompañen en el siguiente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MARCOPULOS, JUAN FERNANDO | CORRIENTES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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LABOR PARLAMENTARIA (Primera Competencia) |