La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Manifestar su solidaridad con el reclamo que sostiene el Reino de España contra el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte por la soberanía del Peñón Gibraltar, la última colonia de Europa.

Repudiar enérgicamente la dominación colonialista que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte ejerce sobre dicho territorio, ubicado al sur de la península ibérica.

Repudiar firmemente toda política imperialista y/o colonialista, que menoscabe -directa o indirectamente- la vigencia plena del principio de integridad territorial de los países.

Señor presidente:

Gibraltar es una porción del territorio español que, desde hace tres siglos (1713), se encuentra bajo dominio colonial británico. Desde luego, el Reino de España aún reclama su soberanía sobre el territorio en cuestión. Más aún, en los últimos tiempos, dicho requerimiento ha sido intensificado.

La grave injusticia que tal estado de cosas importa nos mueve a prestar el presente apoyo político a favor de la reclamación española. Las pretensiones del Reino de España sobre Gibraltar son completamente legítimas. Las mismas tienden a reparar uno de los tantos atropellos que, a lo largo de las últimas centurias, ha cometido el tristemente célebre imperialismo británico, en casi todas las regiones del orbe.

Sin perjuicio de la suficiencia que dicha razón reviste a los efectos de justificar el dictado de la presente resolución, no resulta ocioso añadir que los profusos lazos de sangre y espíritu - desde nuestra propia génesis nacional-que nos unen íntimamente con los españoles configuran un especial motivo.

Además, establecen una solidaridad de destinos que no debe ser traicionada, so pena de sufrir infortunadas consecuencias, materiales y morales. Esta vinculación tan estrecha -preciso es aclararlo- se ubica más allá de los eventuales desacuerdos que, en las últimas décadas, se han suscitado entre ambos países. Conflictos, estos, que -por lo demás- no sólo constituyen una excepción en la historia de las relaciones hispano- argentinas; sino que, además, han perjudicado los legítimos objetivos políticos de largo plazo pertenecientes a sendos Estados.

Hace al buen ejercicio del arte político, discriminar lo específico y momentáneo de lo genérico y permanente; así como también saber disculpar (para corregir y superar) los eventuales deslices de quien, siendo esencial e históricamente amigo del propio país, actuó circunstancialmente como adversario. La primera acción es muestra de inteligencia política. La segunda, de magnanimidad.

De idéntica manera y en el mismo sentido, cabe destacar que la ocupación británica de Gibraltar presenta similitudes muy marcadas con la usurpación que aquella potencia europea ha perpetrado y mantiene en nuestro Atlántico Sur. En efecto, muchas son las semejanzas recíprocas que ambos casos exhiben: desde la grosera ilegitimidad del dominio británico, hasta la amenazante consolidación militar del mismo, pasando por la artera estrategia de introducir población propia con la intención de excusar el atropello imperialista bajo apariencias democráticas.

Estas últimas dos razones no hacen sino complementar y, de este modo, fortalecer el primero de los motivos aquí reseñados. Por lo demás, dable es aclarar que la ocasión es más que propicia para ratificar el temperamento político que, felizmente, nuestro Estado, respondiendo a los deseos más nobles del Pueblo Argentino, ha sostenido casi siempre. Nos referimos a la oposición secular de la República Argentina frente a toda forma de imperialismo y/o colonialismo.

Los argentinos podemos aseverar, no sin orgullo, que nuestro país registra una larga tradición de respeto a todos los pueblos del orbe, de profundo y prístino afán por la paz mundial, así como también de simpatía y solidaridad con quienes pelean por su independencia e integridad nacional.

Así las cosas, con el presente proyecto pretendemos abonar una prestigiosa línea histórico-política, cuyo carácter auspicioso, tanto para el país como para la Humanidad toda, no necesita ser resaltada.

Es por las razones precedentemente reseñadas que solicito a mis honorables pares me acompañen en la aprobación del presente Proyecto de Resolución.