PROYECTO DE TP
Expediente 2469-D-2009
Sumario: RENDIR HOMENAJE A ARTURO JAURETCHE, AL CONMEMORARSE EL 35 ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO, EL DIA 25 DE MAYO DE 2009.
Fecha: 20/05/2009
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 51
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Rendir
homenaje a Arturo Jauretche, al conmemorarse el
35° aniversario de su fallecimiento, el 25 de mayo
del 2009.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Arturo Martín Jauretche
(Lincoln, provincia de Buenos Aires, 13 de noviembre de 1901 - Buenos Aires,
25 de mayo de 1974) fue un pensador, escritor y político argentino. Popularizó
en la literatura política las palabras Cipayo, Vendepatria y Oligarca.
I. Juventud
Después de pasar
su niñez y adolescencia en Lincoln se trasladó a Buenos Aires. Simpatizó con el
nuevo modelo de integración social promovido por la Unión Cívica Radical,
afiliándose al partido en el bando de Hipólito Yrigoyen, los llamados radicales
personalistas; fue importante en ello la influencia del poeta y compositor
Homero Manzi, que veía en ello una nueva y beneficiosa política de inserción de
las clases trabajadoras, con las que el origen rural de Jauretche le hacía
simpatizar.
En 1928, cuando
Yrigoyen asumió su segundo mandato tras el interludio del gobierno de Marcelo
T. de Alvear, fue nombrado funcionario, aunque sólo brevemente; dos años
más tarde, el ejército promovería el primer golpe de estado de la época
constitucional en Argentina, dando inicio a la llamada Década Infame. Jauretche
combatió con las armas a los insurrectos, y luego desarrolló una intensa
actividad política contra éstos. En 1933, en Corrientes, tomó parte en el
alzamiento de los coroneles Roberto Bosch y Gregorio Pomar, quienes no
habían participado de la revolución del 6 de septiembre de 1930.
Tras la derrota del
alzamiento, Jauretche fue encarcelado; en prisión escribiría su versión de los
episodios en forma de poema gauchesco, al que tituló El Paso de los Libres. La
publicaría en 1934 con prólogo de Jorge Luis Borges, de quien sin embargo lo
separarían cada vez más marcadamente cuestiones de política social y
cultural.
II. FORJA
El conflicto de Jauretche con la
línea dirigente del radicalismo, encabezada por Alvear, no tardó en
profundizarse; cuando este último decidió en 1934 levantar la decisión de no
presentarse a elecciones para mostrar el desacuerdo del partido con el régimen
imperante, un importante grupo de la izquierda radical decidió formar una
agrupación disidente. Junto con Manzi, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Raúl
Scalabrini Ortiz, Manuel Ortíz Pereyra y otros fundó FORJA (acrónimo de Fuerza
de Orientación Radical de la Joven Argentina), que desarrollaría los
lineamientos del nacionalismo democrático, opuesto a la vez al nacionalismo
conservador de los sectores reaccionarios y a la política liberalizadora del
gobierno de Agustín P. Justo. Marginados de la esfera política partidaria, los
actos de FORJA se realizaron sobre todo a través de manifestaciones callejeras
y publicaciones de edición propia (los conocidos como Cuadernos de
FORJA).
En ellos criticaban las medidas del
gobierno, a partir del pacto Roca-Runciman, y argumentaban que el Banco
Central había sido fundado para que los hombres de la finanzas ingleses
controlaran el sistema monetario y financiero argentino, que se había
conformado la Corporación del Transporte para que los ferrocarriles británicos
no tuvieran competencia, que no convenía la ruptura de relaciones con la Unión
Soviética, pues esta podía significar un importante comprador de los productos
agropecuarios argentinos. Con respecto a la política interior, aducían que el
gobierno de Justo intervenía las provincias donde ganaban partidos opositores
al gobierno, y que el salario y la desocupación habían empeorado. Uno de sus
principios incondicionales era el mantenimiento de la neutralidad argentina ante
la próxima Segunda Guerra Mundial, siendo el único partido que lo
apoyaba.
Hacia 1940 Jauretche rompió con
Dellepiane y del Mazo, que se reincorporaron a la línea oficial de la UCR. FORJA
se radicalizó así, dando lugar a elementos más nacionalistas. Raúl Scalabrini
Ortiz, siempre próximo al ideario del movimiento, se afilió a él, formando junto
con Jauretche la dupla dirigente. Se apartaría nuevamente hacia 1943, dejando
a Jauretche en solitario al frente. Su oposición al gobierno de Ramón Castillo
fue vehemente; aunque se mostró escéptico ante las intenciones de los
militares que lo derrocaran, su firme posición de neutralidad frente a la
Segunda Guerra Mundial hizo que saludara al gobierno de Pedro Pablo Ramírez
con simpatía, y cuando el Grupo de Oficiales Unidos derrocó a Ramírez a su vez
por romper con el Eje Roma-Berlín-Tokio, se mostró próximo al ascendente
coronel Juan Domingo Perón.
III. El gobierno de
Perón
Aunque siempre crítico, adhirió al
peronismo desde el 17 de octubre de 1945. Apoyado por Domingo Mercante,
gobernador de la provincia de Buenos Aires, y próximo al programa económico
de Miguel Miranda, que promovía un proyecto de industrialización acelerada
fomentado por el estado, con la idea de emplear los excelentes réditos del
modelo agroexportador durante la coyuntura de la guerra en Europa para
transformar el perfil productivo del país, fue nombrado presidente del Banco de
la Provincia de Buenos Aires en 1946, cargo que ocuparía hasta 1951.
En ese cargo, desarrolló una
política crediticia generosa con los proyectos de industrialización. Cuando el
enfrentamiento de Mercante con Perón, por la posición cada vez más concesiva
de este último con algunos principios inicialmente sostenidos, culminó en la
caída en desgracia de Mercante, Jauretche abandonó el cargo y se retiró a la
vida privada.
IV. La oposición a
Aramburu y el exilio
No volvería a
aparecer públicamente hasta que en 1955 la Revolución Libertadora derrocara a
Perón; exento en un primer momento de las persecuciones políticas por haber
estado apartado del gobierno en los últimos años, fundó el periódico El Líder y
el semanario El '45 para defender lo que consideraba los 10 años de gobierno
popular, criticando duramente la acción política, económica y social del régimen
de facto. Colaboro en los Semanarios "Azul y Blanco" y "Segunda Republica"
(entre 1955-70). En 1956 publicaría el ensayo El Plan Prebisch: retorno al
coloniaje, refutando el informe que Raúl Prebisch, secretario de la Comisión
Económica para América Latina (C.E.P.A.L.), había escrito a pedido del régimen
de Pedro Eugenio Aramburu. La dureza de su oposición le valdría la persecución
política y el exilio en Montevideo.
Desde el extranjero
publicaría en 1957 Los profetas del odio, un polémico estudio sobre las
relaciones de clase en Argentina a partir del ascenso del peronismo. En ella
criticaba varias aproximaciones a la historia política argentina que gozaban de
considerable ascendiente, en especial la de Ezequiel Martínez Estrada. Estrada,
autor de análisis bio-sociológicos en su premiada Radiografía de la pampa de la
década del '30 -que, en la línea del Facundo sarmientino, sugería que la
geografía argentina imponía a sus habitantes una vida inconexa con el flujo
histórico-, había publicado con el título de ¿Qué es esto? un análisis demoledor
del peronismo, en el que calificaba a Perón de encantador de serpientes, y
sostenía que el modelo político del peronismo había instigado las "bajas
pasiones populares", la venalidad y la "pornocracia". Jauretche interpretó estas
alusiones como expresiones de los prejuicios de la clase media intelectual,
irritada por la irrupción de actores novedosos en un ambiente político que había
sido exclusivo de la burguesía desde la generación del '80; aunque los intereses
materiales de esta clase estuviesen ligados al desarrollo de una densa capa de
consumidores, sus hábitos le imponían una espontánea reticencia -casi racista;
la asimilación de la tilinguería con el racismo es explícita en su obra- hacia los
hábitos de las clases populares, una "miopía" que Jauretche criticaría
reiteradamente en sus sucesivas obras. También contra la representación que
la clase media se hacía de la organización peronista como motivada por el
"resentimiento" contra los más pudientes se quejaba en una amistosa carta al
científico y escritor Ernesto Sábato, en la que afirmaba:
"Lo que movilizó las masas hacia
Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza. Recuerde usted aquellas
multitudes de octubre del '45, dueñas de la ciudad durante dos días, que no
rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue lavarse los pies en la Plaza de
Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada de artefactos
sanitarios. Recuerde esas multitudes, aún en circunstancias trágicas y las
recordará siempre cantando en coro -cosa absolutamente inusitada entre
nosotros- y tan cantores todavía, que les han tenido que prohibir el canto por
decreto-ley. No eran resentidos. Eran criollos alegres porque podían tirar las
alpargatas para comprar zapatos y hasta libros, discos fonográficos, veranear,
concurrir a los restaurantes, tener seguro el pan y el techo y asomar siquiera a
formas de vida "occidentales" que hasta entonces les habían sido
negadas".
V.
Jauretche, Los profetas del odio
La propuesta de
Jauretche era de integración, en la medida en que los intereses comunes de
burguesía y proletariado están en el desarrollo de una sólida economía
nacional. Esta posición, difícil de reconciliar con el populismo peronista, le
granjeó a la vez la enemistad de los liberales y la de la dirigencia del
justicialismo; el mismo Perón lo detestaba con cordialidad. En Los profetas del
odio esbozaría por primera vez su representación de lo que entendía como la
principal oposición al desarrollo nacional, la intelligentsia liberal y cosmopolita,
que fascinada con la cultura europea intentaría aplicarla acríticamente a la
situación argentina, sin ser consciente de las diferencias históricas y de las
distintas posiciones en la articulación internacional de la economía que los
continentes ocupan.
VI. Jauretche y el
revisionismo
El naciente
revisionismo histórico se aliaría en la obra de Jauretche con su interpretación de
la realidad contemporánea. Aunque autores revisionistas venían propugnando
una reinterpretación de la historia argentina -criticando la visión canónica,
consagrada sobre todo por Bartolomé Mitre y Sarmiento, que había
representado el desarrollo nacional en términos de la oposición entre civilización
y barbarie- ya desde la década del '30, no sería hasta que la Revolución
Libertadora identificara explícitamente a Perón con Juan Manuel de Rosas que
la misma comenzaría a cobrar fuerza. Así como los partidarios de Aramburu
habían identificado el golpe contra Perón como "un nuevo Caseros", los
historiadores revisionistas recogerían el guante, pero viendo en Caseros el
comienzo de un fracaso histórico, que el gobierno de Rosas habría mantenido a
raya sintetizando en la medida de lo posible los intereses de las distintas
clases:
La Línea Mayo-Caseros ha sido el
mejor instrumento para provocar las analogías que establecen entre el pasado y
el presente la comprensión histórica (...) ¡Flor de revisionistas estos
Libertadores! Así bastó que nos demostrasen que esto era el nuevo Caseros,
para que mis paisanos se dieran cuenta, una vez por todas, de lo que fue el
otro. Y una dosis un poco masiva de cipayismo para que mis paisanos se
anoticiaran definitivamente de lo que significaron las tropas brasileñas
desfilando a la vanguardia -más visibles pero menos ruidosas que las
espoletas- del otro ejército libertador.
Jauretche,
Aprendamos a leer los diarios
La obra de
Jauretche -y la intelectualidad forjista en general- fue uno de los ejes claves
para la transformación del revisionismo histórico, que de aliarse con el
nacionalismo de cuño aristocrático y criollista en las décadas precedentes -
cuando la identidad nacional se construía en la oposición simultánea al capital
británico y a la inmigración europea, repudiada por la base liberal de la política
que le había abierto las puertas del país- pasó a repensarse como expresión
de lo popular en sentido amplio, integrando las protestas del movimiento
obrero a la tradición montonera. En el gobierno de Perón consideraciones
pragmáticas habían detenido el replanteo, preconizado por José María Rosa y
otros precursores; caído éste, la politización de la interpretación histórica se
haría patente, siguiendo el curso marcado por la profunda radicalización política
y cultural de la época.
En 1959 Jauretche
publicó Política Nacional y Revisionismo Histórico, donde elaboró su propia
posición en el seno de una corriente revisionista profundamente dividida, tanto
con respecto a su relación con las bases que lo habían hecho posible en las
décadas precedentes como con respecto a las cuestiones propiamente
históricas. En esa obra hacía una balance relativamente generoso de la figura
de Rosas, a la que consideraba la "síntesis posible" de la situación de la época,
y relativamente crítico de los caudillos federales del interior; con ello marcaba
su diferencia con la postura de Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Puiggrós o
Rodolfo Ortega Peña, que expresaban a la vez una crítica del rosismo -
entendido como una versión atenuada del centralismo del puerto- y un fuerte
temor a la raigambre atávica del nacionalismo tradicionalista, en el que veían
no pocos rasgos del fascismo. En la división entre revisionistas y críticos del
revisionismo, que en buena medida fue transversal a la de izquierda y derecha,
Jauretche adoptó decididamente la primera vertiente.
Mientras tanto, y
abogando por cualquier medio que permitiera interrumpir la continuidad de la
Revolución Libertadora, siguió la línea de Perón, en el marco del acuerdo
general del peronismo con la Unión Cívica Radical Intransigente, al abogar por
el voto a Arturo Frondizi. Durante la presidencia de Frondizi fue, sin embargo,
sumamente crítico con su programa desarrollista y con su impulso a la inversión
extranjera, especialmente en materia petrolífera, en conjunto con la ruptura del
acuerdo hecho con Perón por el cual bajo su gobierno se garantizaría el
levantamiento de la proscripción que se le mantenía desde la Revolución
Libertadora. Al no respetarse esto, en 1961 se postuló a senador nacional, en
una reñida elección en la que varios candidatos se dividieron los votos del
peronismo, consagrándose finalmente el socialista Alfredo Palacios.
VII. Jauretche
escritor
El agotamiento de
sus posibilidades políticas indujo a Jaureteche a retomar la pluma; en la década
del '60 publicaría con frecuencia e intensidad, tanto en revistas y periódicos
como en volúmenes de ensayo que resultarán grandes éxitos de público. En
1962 apareció Forja y la Década Infame, dos años más tarde Filo, contrafilo y
punta, y en 1966 El medio pelo en la sociedad argentina, una punzante
interpelación a la clase media que tiene inmediata repercusión. Su afinidad con
la CGT de los Argentinos lo lleva a sumarse a la Comisión de Afirmación
Nacional de la Central.
En 1968 publica su
Manual de zonceras argentinas, un interesante listado de ideas negativas sobre
su propio país que generalmente tienen los argentinos. Éstas son introducidas
en la conciencia de todos los ciudadanos desde la educación primaria y
sostenidas posteriormente por medio de la prensa. Frases como la sarmientina
El mal que aqueja a la Argentina es la extensión, más la dicotomía "civilización
o barbarie" (según Jauretche, la madre que las parió a todas las zonceras) y
similares, según Jauretche, llevan a la limitación de las posibilidades de la
Argentina de realizarse autonómicamente.
En 1972 publica De
memoria. Pantalones cortos. Era el primer tomo de una trilogía que debía
rescatar los recuerdos de su vida y las enseñanzas políticas y nacionales que
ésta la fue dejando. Este primer tomo, que reúne sus recuerdos de infancia en
Lincoln, provincia de Buenos Aires, fue el único que publicó. La muerte le
impidió publicar sus continuaciones.
Sobre su capacidad
de crear o adaptar términos para definir actitudes políticas, él mismo escribió
sobre las palabras cipayo, oligarca y vendepatria:
"Creo haber sido
el inventor de la palabra 'vendepatria' o por lo menos de su divulgación inicial,
desde el semanario Señales. El uso de la expresión 'oligarquía' en la acepción
hoy popular, así como las expresiones 'vendepatria' y 'cipayo', las popularicé
desde el periódico Señales y en otros de vida efímera en los años posteriores a
la revolución de 1930."
VIII. Obras
1934: El Paso de
los Libres. Edición prologada por Jorge Luis Borges. Una segunda edición en
1960 llevará el prólogo de Jorge Abelardo Ramos.
1956: El Plan
Prebisch: retorno al coloniaje.
1957: Los profetas
del Odio y la Yapa.
1958: Ejército y
Política.
1959: Política
Nacional y Revisionismo Histórico.
1960: Prosas de
Hacha y Tiza.
1962: Forja y la
Década Infame.
1964: Filo,
Contrafilo y Punta.
1966: El Medio
Pelo en la Sociedad Argentina.
1968: Manual de
Zonceras Argentinas.
1969: Mano a
Mano entre Nosotros.
IX. Consideraciones
finales
Por todo lo antedicho es que solicitamos la
aprobación de este proyecto de resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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LABOR PARLAMENTARIA (Primera Competencia) |