PROYECTO DE TP
Expediente 2453-D-2013
Sumario: DECLARAR DE INTERES DE LA HONORABLE CAMARA EL LIBRO "RAPSODIA PARA NO OLVIDARTE. RELATOS SOBRE LOS ESPAÑOLES DESAPARECIDOS EN ARGENTINA, 1976 - 1983", DE MARIA CONSUELO CASTAÑO BLANCO, PRESIDENTA DE LA COMISION DE DESAPARECIDOS ESPAÑOLES EN ARGENTINA.
Fecha: 25/04/2013
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 36
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Declarar de interés de esta H.
Cámara el libro "Rapsodia para no olvidarte. Relatos sobre los españoles
desaparecidos en Argentina (1976-1983)" de María Consuelo Castaño Blanco,
presidenta de la Comisión de Desaparecidos Españoles en la Argentina.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
¿Cuál es la relevancia de este
libro? (1)
A María Consuelo Castaño Blanco,
a su marido Regino Adolfo González y a sus tres hijas (Delia, Judit y Mariana,
nacidas en Argentina) se los llevó la dictadura militar en septiembre de 1979.
Su padre, advertido por los vecinos y desesperado por recuperar a su familia,
recurrió entonces a uno de los pocos lugares en donde se podía ir a pedir
auxilio en aquellos tiempos violentos: la redacción del Buenos Aires Herald, el
diario publicado en inglés, en aquel entonces bajo las órdenes del periodista
Robert Cox.
La tarea de Cox y el Herald iba un
poco más allá del periodismo, hacia las fronteras de lo heroico, exponiéndose a
las posibles represalias militares. El diario publicaba los casos de desaparecidos.
En tapa. Con las fotos. Inclusive, hacia fines de la década del '70, fue el primer
medio de comunicación en tocar el tema de los niños desaparecidos durante la
dictadura.
Cox, sin embargo, veía a su tarea,
que resultaría vital en la defensa de los derechos humanos, como parte de su
deber como periodista. "Había muchas noticias que, por las circunstancias,
tenía dudas de publicar", diría en su despedida del diario, antes de irse del país,
en diciembre de 1979, "pero finalmente las publiqué; por mi deber de
periodista".
Breve crónica del horror. Castaño
Blanco -nacida en Galicia, emigrada a la Argentina a los seis años- se casó con
González, originario de las Islas Canarias, también inmigrante, en 1973. Se
habían conocido en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires.
Él militaba y, desde su acción,
ayudaba a salir del país a compañeros perseguidos por el régimen. Ella no. Pero
la política del "algo habrán hecho" y el estar casada con un activista le costó la
pesadilla de su vida, la prisión y -por poco- la vida. La represión no haría
distinciones de género o edad. Toda la familia sería secuestrada.
Aquella tapa del Buenos Aires
Herald (2) y la rápida intervención de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos de la Organización de los Estados Americanos les salva la vida a la
mujer y a sus tres hijas. Las nenas, restituidas a sus abuelos. Ella, tras estar
detenida en Campo de Mayo -donde llegó a estar frente al pelotón de
fusilamiento, del que la salvaría la campana en el último segundo, tras la
repercusión que tuviera la publicación del caso en el Herald-, juzgada por un
tribunal militar y condenada a 18 años de prisión, de los que llegará a cumplir
cuatro en la cárcel de Devoto.
Liberada con el regreso de la
democracia, es la única sobreviviente entre los más de treinta desaparecidos
españoles durante la dictadura de los que se tiene registro. De Regino
González, nunca más se volvería a saber.
Después del infierno. A partir de
su liberación, Castaño Blanco combinará su labor docente con la de la Comisión
Desaparecidos Españoles en Argentina. La cruzada por la memoria de sus
compatriotas se había iniciado. En 1994 recibe el premio "Alfonsina Storni" por
su obra poética, escrita durante sus años la cárcel de Villa Devoto y publicadas
en el libro "Fragmentos de Vida". En 1996 presenta su testimonio ante la
Audiencia Nacional de la Justicia Española y pide tanto al gobierno como a la
Corona de su madre patria el apoyo para recabar información sobre el destino
de los desaparecidos españoles en Argentina. En junio del 2006 recibe la Cruz
Isabel La Católica en la Embajada de España, por su lucha en defensa de los
derechos humanos.
El último hito en su lucha es la
publicación del libro "Rapsodia para no olvidarte", editado por Dunken, donde
cuenta su historia y las de otros familiares de españoles desaparecidos en
Argentina. Desde el testimonio directo, combinado con la literatura, el libro
recorre los hechos, pero también las reacciones de diferentes sectores de la
sociedad -incluyendo la labor de Robert Cox- que se comprometieron con la
realidad y, fieles a sus principios, ayudaron a las víctimas.
Noticias: ¿Cómo se hizo este
libro?
Castaño Blanco: Con el apoyo de
los familiares que me impulsaron a hacerlo y de algunos amigos que conocían
mi historia, entre ellos Robert Cox. Se trata de distintos relatos literarios. Es un
tema difícil y llevó tiempo hacerlo. Por eso recurrí a la literatura, que es el único
recurso que nos puede hacer entrar en el pasado dejando de lado los debates
ideológicos. Creo que es el primer libro editado en Argentina que trata sobre el
tema de los españoles desaparecidos durante la dictadura.
Noticias: ¿Quiénes espera que
sean sus lectores?
Castaño Blanco: El libro está
destinado a todo tipo de público pero sobre todo al público joven, porque es el
único que puede reparar el tejido social de un país tan dañado por la violencia.
Además, los jóvenes son los únicos que pueden recuperar y transmitir
valores.
Noticias: El subtítulo del libro es
"Los ideales que no pudo destruir la ideología de exterminio" ¿Cuáles son esos
ideales y valores que rescata?
Castaño Blanco: La solidaridad, la
capacidad de resistir, la esperanza en un mundo más pacífico, más justo y más
bello. Intento dejar un gran mensaje de esperanza, recuperando a los
españoles y también argentinos que tuvieron el heroísmo de enfrentarse a la
violencia de un exterminio generacional, aun siendo criticados por su propio
entorno. Son personas que se movieron en forma individual ante la falta de
respuesta de las instituciones. Pero creo que, sobre todo, el libro refleja un gran
amor a la vida y un reconocimiento a los valores y la valentía de nuestros
ancestros.
¿Qué dicen tres protagonistas
sobre este libro?
El 12 de noviembre de 2012 se
realizó la presentación oficial del libro en el Centro Cultural España Buenos Aires
(CCEBA) en su sede de la calle Paraná 1159 del barrio de Recoleta. El panel
estuvo integrado por Robert Cox -quién escribió el prólogo del mismo-,
Mercedes Mignone, Ricardo Ramón Jarne -director del CCEBA- y la autora.
Puede visualizarse la misma en la Web (3) . No obstante, incluimos tres
testimonios leídos en dicha presentación que demuestran su relevancia.
Testimonio de Mercedes
Mignone
Felicito a María Consuelo por su
nuevo libro, Rapsodia para no olvidarte y le agradezco me haya invitado a decir
unas palabras sobre la visita que hizo la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos a la Argentina hace 33 años y el importante rol que mi padre, Emilio
Mignone tuvo antes, durante y después de la visita.
Como muchos de ustedes saben,
una de mis hermanas, Mónica María Candelaria fue detenida-desaparecida el 14
de mayo de 1976, a las 5 de la mañana del departamento de la Avenida Santa
Fe y Agüero donde vivíamos con mis padres, hermanos y dos primas. Los que
la vinieron a buscar dijeron que se la llevaban por dos horas que resultaron ser
una eternidad. Mónica como miles de argentinos, entre ellos Regino, el marido
de María Consuelo nunca mas aparecieron vivos ni tampoco muertos, nunca
nos entregaron sus restos.
La visita de la CIDH tuvo lugar en
septiembre de 1979 pero se comenzó a planear dos años antes, en enero de
1977 cuando mi padre se entrevista en Washington con el norteamericano
Fernando Rondón, que tenía a su cargo la administración de asuntos
argentinos en el Departamento de Estado. El Presidente Jimmy Carter había
ganado las elecciones en noviembre de 1976 y los diplomáticos
estadounidenses estaban recabando cada vez más información sobre las
violaciones de los derechos humanos y organizándola mejor. A fines de enero
de 1977 había cientos de casos de argentinos en los ficheros del Departamento
de Estado.
Durante esa entrevista del 17 de
enero de 1977, Emilio hizo un diagnóstico de la situación político militar donde
atribuyó la responsabilidad por las violaciones de derechos humanos a los
moderados, porque controlaban el gobierno y habían aceptado un sistema de
represión descentralizado. Emilio pronosticó que las violaciones a los derechos
humanos aumentarían, porque a medida que aumentaran las protestas, los
militares comenzarían a perseguir también a los que protestaban. Emilio
insistió ante Rondón en que los norteamericanos debían hablar con el gobierno
argentino y recomendó especialmente cortar toda asistencia militar a la
Argentina. Un mes más tarde, el secretario de Estado Cyrus Vance anunció
ante un comité del Congreso que EEUU iba a reducir su ayuda militar a la
Argentina, Etiopía y Uruguay porque los gobiernos de estos países violaban los
derechos humanos.
En ese mismo mes, febrero de
1977, Leonard Meeker, presidente del "Center for Legal and Social Studies"
(ONG de abogados que se ocupaban de problemas legales y sociales en
Estados Unidos) reclamó en una carta al director ejecutivo de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, que no demorara en dirigirse al
gobierno argentino por seis casos de secuestros ocurridos en ese país,
presentados a la Comisión. Con su carta sobre la demora de la OEA ( cuyo
secretario ejecutivo era el argentino Alejandro Orfila), en tratar los casos
argentinos, Meeker hacia su primera intervención directa en el problema
argentino. Copia de esta carta llegó a manos del oficial del Departamento de
Estado Fernando Rondón, y es así como EEUU recién entonces comienza a
presionar a la CIDH para que comience a moverse en el caso argentino, 11
meses después del Golpe de marzo de 1976. La CIDH fue uno de los
instrumentos para que EEUU pudiera llevar acabo su nueva política de presión
en derechos humanos (otros fueron cortar ayuda militar; oponerse a prestamos
financieros a la Argentina por parte de organismos multilaterales, como el
Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial).
Desde Washington ese mismo
febrero de 1977, Emilio le escribe a Andrés Aguilar, Presidente de la Comisión
Interamericana para pedirle que disponga lo necesario para presentar una
solicitud al gobierno argentino sobre la detención-desaparición de Mónica.
Cuando vuelve a Buenos Aires, les pide a todos los familiares de desaparecidos
que conoce que hagan lo mismo, para presionar con la mayor fuerza posible a
la hasta ahora dormida Comisión de la OEA. El proceso iniciado en febrero de
1977 culminaría dos años y medio después, con la visita in situ de la comisión
de la OEA en la Argentina entre el 6 y 20 de septiembre de 1979 y el informe
que esa comisión presentó tras la visita.
Edmundo Vargas Carreño,
Secretario Ejecutivo de la Comisión en ese momento dijo lo siguiente sobre mi
padre: " el Informe de la Comisión le debe muchísimo a Emilio que instó a los
familiares que presentaran sus casos ante la CIDH, preparó y suministró
muchísima documentación sobre situaciones reales que nos ayudó
tremendamente para llegar a Buenos Aires con la información precisa. El
informe no hubiera tenido el éxito que tuvo sino hubiera sido por Emilio con
quien me reuní dos veces en Buenos Aires y una vez en Washington para
preparar la visita." En efecto, mi hermana Isabel recuerda conocer por primera
vez a Edmundo en el living de nuestro departamento cuando papá se lo
presenta a fines de 1978 diciéndole "con Edmundo estamos preparando la visita
de la Comisión a Argentina".
Cuando los comisionados llegaron
a Buenos Aires se pudieron dedicar a entrevistas de alto nivel con Videla,
Harguidenguy y demas militares; entrevistar a familiares y visitar a los presos
en gran parte gracias a lo que Emilio y sus colaboradores, incluyendo mi mamá
Chela Sosa les habían preparado. Edmundo recuerda que su jornada mas larga
de trabajo ha sido la que tuvo lugar en la cárcel de la Plata donde entró a las
11 de la mañana y se retiró a las 5 de la mañana del día siguiente, 18 horas
seguidas tomando testimonio a los presos políticos. Es también durante esos
días cuando María Consuelo, Regino y sus tres hijas son secuestrados y los
padres de María Consuelo se entrevistan con el presidente y secretario de la
Comisión.
En los días que estuvo la Comisión
en la Argentina, miles de personas en una fila que se alargaba por cuadras
esperaban pacientemente con sus papeles para hacer las denuncias sobre sus
desaparecidos. Los comisionados no pudieron recibir a cada uno de los
familiares pero personal de la OEA recibieron a todos y registraron todas las
denuncias. Emilio les sugirió a la CIDH los casos mas dramáticos para que los
usaran cuando se entrevistaban con la cúpula militar. Los comisionados viajaron
además a distintas ciudades del interior, visitaron centros de detención vacíos,
prisiones en las que se entrevistaron con presos así como con políticos,
periodistas, grupos de derechos humanos y personalidades. El gobierno militar
miraba la visita como algo inédito y no sabía como conducirse. Estaba furioso e
indignado, pero se vió obligado a dejar hacer y aunque descontaba que el
Informe no sería favorable, apostaba a que el nacionalismo de los argentinos lo
rechazara como una intervención en los asuntos internos del país.
El que influyó en forma positiva
ante el gobierno argentino para que se hiciera la visita fue el argentino
Alejandro Orfila, Secretario General de la Organización de Estados Americanos
entre 1975-1984. Orfila quería ser Secretario General de la OEA en 1980 y para
poder lograr su reelección era fundamental que la CIDH viniera a Argentina ya
que EEUU no iba apoyar su reelección si esta no venía. O sea que Orfila influyó
mucho - en esa coyuntura política-para que se lograra la visita ya que por sus
intereses personales pudo convencer al gobierno argentino. Según Edmundo
Vargas Carreño uno de los argumentos que usó fue que los miembros de la
Comisión eran buenas personas, para los militares esto significaba
"conservadoras y católicas". En efecto, el que si era muy católico era el
venezolano Andrés Aguilar, Presidente de la CIDH (a quien Emilio conoció en
Venezuela en una conferencia de Educación después que Mónica había sido
detenida-desaparecida).
Edmundo Vargas Carreño relata
que cuando regresaron a Washington se abocaron a escribir el Informe, y que
del primer borrador solo se hicieron 8 copias, uno para cada uno de los
comisionados y otro para la Secretaria de la CIDH (la razón era que habían
prometido al gobierno argentino que no se distribuiría el Informe hasta que la
cúpula del gobierno militar lo leyera, por lo tanto la CIDH tenía que ser
sumamente cuidadoso ya que sino el Informe sería anulado). Dos semanas
después de haber terminado el primer borrador se reunieron para discutirlo y
hacerle revisiones. Luego se le entregaron 3 copias al Embajador Quijano que
era Embajador argentino ante la OEA. Se le otorgó un plazo de 60 días al
gobierno argentino para que lo analizaran pero según Edmundo Vargas Carreño
no le hicieron muchos cambios.
El informe que escribió y publicó la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA fue ejemplar. No se
advertía influencia política y tuvo una enorme repercusión dentro y fuera del
país. La Oficina de la OEA en Buenos Aires no lo distribuyó (el representante de
la OEA en la Argentina era otro argentino, el Sr. Monti, el cual no tenía ningún
interés en que se distribuyera). Nuevamente mi padre se puso en acción al
hacer traer 500 ejemplares desde Washington e irlos a buscar junto con el
Obispo Metodista Aldo Etchegoyen a Ezeiza. Se distribuyeron los 500
ejemplares y además se hicieron fotocopias para distribuir. En democracia el
CELS lo publicó con el título "El Informe Prohibido".
Los crímenes del régimen militar
ya estaban registrados, era difícil dar marcha atrás.
Carta de Edmundo Vargas
Carreño
Santiago, 10 de noviembre de 2012
Sra:
María Consuelo Castaño
Buenos Aires
Querida María Consuelo:
Quiero agradecerte tu invitación
para participar este 12 de noviembre en la presentación de tu libro "Rapsodia
para no olvidarte", el que contiene los relatos sobre los españoles
desaparecidos en Argentina (1976-1983), que has coordinado, y en el cual
describes tu propia experiencia sufrida en septiembre de 1979, cuando fuiste
secuestrada, temiéndose por tu desaparición, durante la visita que la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos estaba efectuando en Argentina.
Bien sabes cómo hubiese querido
estar presente en tan importante ocasión para ti, tu familia y, en general, para
todos los que nos sentimos solidarios con los padecimientos sufridos en esos
años por miles de argentinos, y de otras nacionalidades, y que ahora luchamos
para que éstos nunca más puedan volver a ocurrir en ninguna parte del mundo.
Lamentablemente, responsabilidades laborales derivadas de mis actuales
funciones académicas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, me
han impedido acompañarte en esta oportunidad como tanto hubiese deseado.
Señalas que el libro que se
presenta es una ampliación del pequeño testimonio que se publicó en 1988,
titulado "Más que humanos" en el que tuviste el coraje de relatar, recién salida
de la cárcel, lo que te había acontecido cuando se encontraba la CIDH en
Argentina (4) .
Por mis funciones de Secretario
Ejecutivo de la Comisión me correspondió seguir de cerca en esos días tu
situación. Verdaderamente, la Comisión quedó estupefacta cuando, durante la
observación in loco que estaba llevando a cabo en septiembre de 1979, se
enteró de tu secuestro, que reunía todas las características previas a la
desaparición forzada que se habían dado en miles de otros casos y que
precisamente estaba investigando en terreno. Por ello mismo, reaccionó con la
mayor energía ante las correspondientes autoridades de gobierno. Fueron
varios los miembros de la Comisión y de la Secretaría Ejecutiva que reclamaron
ese proceder que, además, ponía de manifiesto la contradicción con todo lo que
el gobierno militar previamente nos había garantizado. Personalmente recuerdo
haber expuesto tu caso, con el mayor vigor que pude, al Ministro del Interior,
General Albano Harguindeguy.
Aunque después nos alegramos
al saber que estabas con vida, nos preocupó que no se hubiese esclarecido la
situación de tu marido y que siguieras privada de libertad sin ninguna de las
garantías de un debido proceso.
Todo ello está descrito en el
Informe que adoptó en 1980 la CIDH, el cual he vuelto a releer y quisiera
compartir contigo ahora los párrafos que se refieren a tu situación. En el
Capítulo III, que trata sobre "el problema de los desaparecidos" se incluye la
sección G, la que versa sobre la "magnitud y secuelas del problema de los
desaparecidos", expresándose en ella que la Comisión observó que "si bien es
cierto que en comparación con los años 1976, 1977 y 1978, durante 1979 se
registró una menor cantidad de detenidos desaparecidos, y que desde octubre
de 1979 no ha recibido denuncias por nuevos casos de desaparecimiento, el
hecho que el Gobierno no haya adoptado todas las medidas a su alcance para
esclarecer las anteriores situaciones significa, en concepto de la Comisión, que
el problema no estaría superado. Incluso durante la visita de la Comisión a la
Argentina, se llevó a cabo un típico operativo de aquellos que anteceden a un
desaparecimiento al secuestrarse por los agentes de seguridad a toda una
familia, lo que motivó la inmediata intervención de la Comisión ante las
autoridades argentinas ".
Y en una nota de pie de
página, agrega el Informe de la CIDH, "Se trataba de la familia González
Castaño. El 13 de septiembre de 1979, en horas de la noche, un número
aproximado de veinte hombres vestidos de civil penetraron en el domicilio de
dicha familia ubicado en Ituzaingó 4640 Munro, Capital Federal, llevándose
encapuchada a la señora María Consuelo Castaño de González y a sus hijas
menores Delia Teresa de 5 años, Eva Judith de 4 años y Mariana de 3 años.
Según la denuncia recibida, el marido y padre Regino Adolfo González
desapareció, sin vérsele salir de su domicilio, desconociéndose su actual
paradero. El último día de la observación in loco de la Comisión, las autoridades
informaron a ésta que la señora Castaño de González y sus hijas efectivamente
habían sido detenidas en el operativo señalado; pero que, después de los
interrogatorios del caso, serían dejadas en libertad. Pero, anteriormente, en el
recurso de Hábeas Corpus, las autoridades requeridas informaron, como en
todos los casos, que la víctima no se encontraba detenida. (...) Posteriormente,
la Comisión fue informada que las hijas menores habían sido entregadas en
custodia a sus abuelos; que un Consejo de Guerra había condenado a 18 años
de prisión por sus actividades terroristas a María Consuelo Castaño de González
y que ésta, hasta la fecha de la aprobación del presente Informe, no ha podido
ser visitada por ningún familiar o abogado defensor..."
Han transcurrido, querida María
Consuelo, más de 33 años desde aquellos deplorables hechos. Éstos, sin
embargo, han estado permanentemente presentes en tu vida. La
correspondencia que, a iniciativa tuya, hemos tenido y que mucho agradezco, y
el libro que ahora publicas así lo confirma. Sé cómo han afectado tu vida y la de
tu familia; pero también esos dolorosos hechos han tenido consecuencias desde
el punto de vista de lo que tu llamas en tu libro "los ideales que no pudo
destruir la ideología del exterminio", así como de las lecciones que ellos nos
pueden dejar en función de la protección de los derechos humanos. Permíteme
hacerte unas reflexiones al respecto.
Observando retrospectivamente,
una primera lección que la Comisión, y en general las organizaciones
defensoras de los derechos humanos, tardaron en entender y aplicar, es que
apenas ocurra una desaparición o cualquier otra violación que afecte un
derecho humano de una persona y deje en la impunidad a su perpetrador, debe
denunciarse y difundirse inmediatamente, utilizando todas las instancias
nacionales o internacionales posibles. En los años que fui Secretario Ejecutivo
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en algunos años
posteriores, cuando se me preguntaba cuál creía que era el mayor logro de la
Comisión, aun conociendo sus informes y sus exitosas proposiciones, yo
pensaba, más bien, en tu caso y en unos pocos más -que no creo que hayan
llegado a una docena- en los cuales la gestión en la Comisión permitió ubicar a
una persona cuya detención inicialmente era negada por las autoridades, por lo
que a éstas, al enterarse de las fundadas denuncias, no les quedó más
alternativa a la postre que reconocer la detención, evitando así una
desaparición definitiva.
Recuerdo otros pocos casos en
Argentina, Chile y Honduras. En este último país el testimonio de esos
"desaparecidos" (que, gracias a las gestiones de la CIDH fueron reconocidos y
posteriormente liberados por el gobierno) fueron determinantes para que en el
primer caso llevado por la Comisión ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, que versó sobre varias desapariciones forzadas, la Corte llegara a la
conclusión que en esos años Honduras había tenido una política, por acción u
omisión, de la que resultaron varias desapariciones forzadas, por las cuales
Honduras debía considerarse internacionalmente responsable.
Lamentablemente, en esos años, ni Argentina ni Chile habían reconocido la
jurisdicción obligatoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por lo
que no fue posible utilizar ese medio para lograr las reparaciones y sanciones
que correspondían.
Hoy, la práctica de la
desaparición forzada que, como lo dijera la Comisión, constituía un expediente
cómodo para evitar la aplicación de las disposiciones legales establecidas en
defensa de la libertad individual y la integridad de las personas, ya no existe
como política sistemática. Hoy día, ningún gobierno del mundo podría, como en
la década de los años 70, valerse de un método tan cruel y perverso para
eliminar o castigar a sus disidentes.
Por el contrario, la desaparición
forzada de personas ha pasado a constituir en el actual derecho internacional
penal un crimen de lesa humanidad, existiendo dos convenciones -la
Interamericana y la de Naciones Unidas- para castigar penalmente a quienes la
ejecutan. Incluso uno de los crímenes de la competencia de la Corte Penal
Internacional es el de la desaparición forzada de personas, el cual es
imprescriptible.
Tan importante como lo anterior
son las políticas de prevención y memoria. Éstas no sólo incumben a los
gobiernos, sino a la sociedad toda. En definitiva, se trata de evitar que
situaciones como la que tú y tu familia tuvieron, jamás vuelvan a ocurrir. Al
igual que como lo expresara el Informe Sábato y la CONADEP: ¡Nunca
más!
Tu libro es una importante
contribución a la memoria. Además de relatar lo que acontece que otros
españoles, eres María Consuelo, una de las poquísimas personas que pudo
sobrevivir después de tan traumática experiencia. Haces muy bien en contarlo.
Por ti, tu familia, Argentina y por todos los que aspiramos a vivir en un mundo
en el que prevalezca el estado de derecho y una permanente vigencia de los
derechos humanos. Te extiendo mis felicitaciones por ello y deseo que este
libro tenga la acogida que merece.
Quiero que también saludes en
mi nombre a tus hijas Delia Teresa, Eva Judith y Mariana, a quienes espero
conocer cuando vaya a Buenos Aires, lo que confío pueda ocurrir pronto. Me
imagino que ellas te habrán hecho abuela y estoy seguro que tus nietos, cuyas
vidas transcurrirán siempre en democracia, que con todos los problemas que
pueda tener, siempre se sentirán seguros y libres de las amenazas y
padecimientos que tu tuviste. También, estoy cierto, que ellos se sentirán muy
orgullosos de ti.
Te abraza con gran afecto
Edmundo
Vargas Carreño.
Carta del Embajador de España en
Guatemala, Manuel Lejarreta
Queridos amigos,
Con mucho gusto me sumo desde
Guatemala a la presentación del libro "Rapsodia para no olvidarte", escrito por
mi buena amiga María Consuelo, quién tuvo la gentileza de pedirme enviara
unas palabras.
Para mí fue una experiencia muy
enriquecedora y gratificante el conocer a los familiares de los españoles
desaparecidos en argentina durante las dictaduras militares. Fue enriquecedor
porque aprendí mucho de ellos y gratificante porque sentí que ellos apreciaban
mi cercanía.
Con realismo y humildad, pero con
mucha convicción, intenté poner mi grano de arena para respaldar su causa.
Era la causa que yo entendía, sencilla y a la vez complicada, de intentar
avanzar en el esclarecimiento de lo sucedido a sus familiares, las circunstancias
en que fueron detenidos, cómo murieron y dónde están sus restos, y, por otra
parte, impulsar alguna iniciativa que sirviese de reparación moral y social para
las familias afectadas.
Dije que lo hacía con realismo y
humildad pues era consciente de que, por mucha habilidad y empeño que uno
ponga, sería absurdo pensar que un Consejero de Embajada de España en
Buenos Aires pudiese remover los obstáculos de todo tipo que siguen
impidiendo esclarecer lo que le ocurrió a esa multitud de personas, víctimas del
odioso crimen de la desaparición forzada.
Por entender que se trataba, y se
sigue tratando, de una cuestión fundamental que afecta a los Derechos
Humanos y a lo esencial de la dignidad de las personas, dediqué con mucho
gusto parte de mi tiempo en ese querido Buenos Aires a esa tarea.
A María Consuelo nunca le gusta
escucharlo pero lo cierto es que apenas conseguí nada aunque, por el cariño
que me mostraron los familiares que aún recuerdo, de muchos solo ya sus
rostros, y por mantener el tema vivo en las agendas sí que siento que mereció
la pena.
En 1.982 el Senado español inició
una investigación sobre los desaparecidos españoles en Latinoamérica que
centró en tres países que sufrieron especialmente dichos crímenes: Argentina,
Chile y Guatemala. El azar o el destino me han llevado a trabajar en la
Embajada de España en estos tres países, desde hace un año como Embajador
en Guatemala.
La nación guatemalteca, es bien
sabido, fue muy duramente castigada entre los años 60 y 90. Fue escenario de
una confrontación interna, brutal y muy desigual, que resultó en un
aniquilamiento desgarrador de vidas con más de 200.000 víctimas, entre ellas al
menos 30.000 detenidos desaparecidos, y más de 500 masacres. Todo ello
quedó documentado en el informe "Guatemala nunca más" del Proyecto
Interdiocesano de la Recuperación de la Memoria Histórica y en el informe
oficial "Guatemala: Memoria del Silencio" de la Comisión para el Esclarecimiento
Histórico.
Igual que en Argentina, durante el
conflicto interno se liquidó a más de una generación de jóvenes, estudiantes,
dirigentes, campesinos y profesionales de diversos sectores con especial
incidencia en la población indígena; en definitiva, se exterminó a gran parte del
buen capital humano con que contaba este entrañable y hermano país.
Pero, aunque con más retraso que
en Argentina, felizmente la justicia y la investigación también avanzan y
retrocede la impunidad. El país está siendo capaz de juzgar a algunos
responsables de aquellos delitos contra la humanidad y en la actualidad en
varios lugares, como el cuartel militar de Cobán, se siguen realizando
exhumaciones y extrayéndose osamentas de fosas clandestinas. También en
Guatemala, como en el Río de la Plata, hay mucha gente e instituciones
admirables que dedican sus esfuerzos a estas causas.
Felicito a María Consuelo por esta
publicación, en la que también me dio cabida con una muy modesta
participación, por cuanto ayudará a mantener viva la memoria de lo sucedido y
para que las nuevas generaciones no cometan los errores del pasado.
Animo a la Comisión de
Desaparecidos Españoles en Argentina para que sigan, con serenidad,
trabajando en la línea mantenida durante muchos años, al tiempo que les
felicito por su constancia y gran ejemplo.
Cito finalmente una frase de
Einstein que siento expresa en pocas palabras una verdad fundamental:
"Una gran parte de la historia la
cubre la lucha por los Derechos Humanos, una lucha eterna en la que no habrá
nunca una victoria definitiva pero desfallecer en esa lucha significaría la ruina
de la sociedad".
Al escribir estas líneas recuerdo a
varias personas y amigos que sé que estarán allí, ahora, en este emotivo acto;
un gran abrazo para todos.
Manuel Lejarreta
Consideraciones finales
"La memoria es un arma de larga
duración. Puede permanecer oculta largo tiempo, hibernando, pero cuando
despierta sus efectos son devastadores. La memoria puede esconderse durante
años en un libro cerrado, en un papel doblado en un cajón, en una canción, en
una foto o en un recorte de periódico: pero ahí está, aguardando
obstinadamente su momento para revelarse, para gritar sus secretos, para
revolver las conciencias. No es de extrañar que los tiranos tengan un especial
interés en destruirla, porque saben bien que su principal arma para perpetuarse
en el poder es la amnesia, el olvido (5) ."
Con este libro, María Consuelo
Castaño Blanco no sólo ha revelado el horror vivido en carne propia, sino que
ha rescatado del olvido a aquellas víctimas que padecieron a su alrededor. Por
sobre todo, rescata la solidaridad recibida de sus congéneres, muchos de ellos
héroes anónimos que merecen el reconocimiento de los representantes del
pueblo argentino. Por ello solicitamos la aprobación de este proyecto de
resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
PILATTI VERGARA, MARIA INES | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
MENDOZA, SANDRA MARCELA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
SOTO, GLADYS BEATRIZ | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
TINEO, JAVIER HECTOR | LA RIOJA | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
CIAMPINI, JOSE ALBERTO | NEUQUEN | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
CARMONA, GUILLERMO RAMON | MENDOZA | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS (Primera Competencia) |