PROYECTO DE TP
Expediente 2413-D-2008
Sumario: DESIGNAR CON EL NOMBRE "MAESTRO ALFREDO BRAVO" AL SALON AUDITORIO DE LA H. CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION.
Fecha: 19/05/2008
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 47
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Designar con el nombre
"Maestro Alfredo Bravo" al Salón Auditorio de la H. Cámara de
Diputados de la Nación.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El presente fundamento esta basado
en el Proyecto de Resolución, Expte. 1517-S-2008, presentado por el Senador
Rubén Giustiniani en el H. Senado de la Nación.
En la ciudad de Buenos Aires, el 26 de mayo
de 2003 murió el ciudadano Alfredo Pedro Bravo, hombre de intensas pasiones cívicas, que
lo llevaron a ser maestro, dirigente sindical, subsecretario de Educación, copresidente de la
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, diputado nacional, Presidente del
Partido Socialista y Senador elegido por los vecinos de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Un sinnúmero de mujeres y de hombres
concurrieron el 26 y 27 de mayo de 2003 al Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la
Nación, a despedir al maestro, manifestando el dolor y la angustia que su desaparición dejó
en quienes llegaron espontáneamente a darle su adiós.
Durante su apasionada vida, Alfredo Bravo
dio una dura pelea a favor de la vida y contra todas las formas que representaban la muerte.
Trabajando hasta el último día, vivió intensamente sin desperdiciar un minuto, acumulando
una historia personal que bien vale recordar.
Hijo de Don Francisco y Doña Ángela Conte,
Alfredo nació el 30 de abril de 1925 en Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos.
La estadía en la ciudad entrerriana fue breve, la familia vuelve a Buenos Aires y se afinca
en Villa Urquiza. Allí, don Francisco abrió una panadería donde Alfredo, niño aún, se
levantaba todas las madrugadas para recibir la primera horneada de panes y comenzar su
reparto.
Al terminar la primaria, Alfredo vislumbró su
vocación docente e ingresó a la Escuela Normal Popular Mixta de San Martín, pasando
luego al Normal de Avellaneda de donde egresaría con el título de maestro de grado.
A los 17 años se afilió al Partido Socialista.
Un año después se inició en la docencia en una escuela rural. Aunque rica, esa experiencia
fue breve; pues a poco de comenzada debió interrumpirla para incorporarse al servicio
militar obligatorio. Al finalizar este reinició su labor docente ya en la ciudad de Buenos
Aires y paralelamente se incorporó a la Confederación de Maestros y Profesores donde
aprendió el abecé del gremialismo de la mano de Italo Américo Foradori.
En 1956, Alfredo planteó profundas e
irreconciliables diferencias con la conducción socialista y fue expulsado del partido. Dos
años mas tarde, sus compañeros del magisterio lo designan para desempeñase como
corredactor del Estatuto del Docente, esa formidable herramienta legal que consagró los
derechos y las obligaciones de los que enseñaban y acabó con los inmorales padrinazgos
que hasta entonces hacían falta para ingresar a la docencia y ascender en la carrera
profesional.
Hacia fines de los 60, en Argentina imperaba
la dictadura militar encabezada por el general Juan C. Onganía y un séquito cívico militar
que entre sus despropósitos pretendió imponer una reforma educativa de neto corte elitista
que intentaba acabar con la histórica escuela primaria.
Junto a otros importantes dirigentes de la
época, Bravo encabezó una lucha contra esa iniciativa dictatorial y en defensa de la escuela
pública que unió en la acción al entonces fragmentado mapa gremial de los docentes y
obligó al régimen a dar marcha atrás a su reforma.
Aquella experiencia convenció a muchos
maestros y profesores de que si habían logrado unirse para derrotar el proyecto educativo
de la dictadura, también podían y debían lograr su unificación gremial.
Bravo hizo suyo ese convencimiento y se
lanzo a recorrer el país intentando vencer resistencias, alentar voluntades unificadoras y
limar las diferencias en cuanto a la modalidad que debía adquirir esa unificación.
Ese largo trajinar por el país fructificó el 11
de septiembre de 1973, fecha en que nació la Confederación de Trabajadores de la
Educación de la República Argentina (CTERA).
Pero ese día, que debió ser de júbilo para los
maestros argentinos, se opacó pronto y se convirtió en jornada de luto en toda América
Latina. Del otro lado de la cordillera, un oscuro general derrocaba al gobierno democrático
del socialista Salvador Allende y ensangrentaba a Chile. Rápidamente reaccionó la
CTERA. En su primer comunicado de prensa repudió el golpe militar, reivindicó la
democracia y se solidarizó con el pueblo chileno. Desde ese día hasta el año 1983 el gremio
de los maestros sería conducido por el propio Alfredo.
Corría el año 1975, en los que la vida humana
valía muy poco para los asesinos de la triple A que regaban con sangre la tierra argentina.
En diciembre de ese mismo año, Bravo junto a otros dirigentes asumen la terrible
circunstancia por la que atravesaban los Argentinos y fundan la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos (APDH).
Meses más tarde, con el golpe de Estado, el
gobierno de la dictadura militar inició el período de la historia más trágico y violento que
conoció la Argentina.
Resistió a la dictadura desde el primer día
activamente reclamando en comisarías, cuarteles y ministerios, por los hombres y mujeres
que desaparecían. Así lo hizo hasta que en septiembre de 1977 le tocó a él ser desaparecido.
Un grupo de tareas se lo llevo de la escuela para adultos en la que daba clases. En algún
chupadero de la provincia de Buenos Aires conoció la tortura de los subordinados de
Ramón Camps y de Miguel Etchecolatz.
Las presiones internacionales, obligaron a que
la dictadura legalizara la situación de Alfredo y mutase su condición de desaparecido en la
de detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Durante más de un año estuvo en
la Unidad 9 de La Plata para luego pasar a un régimen de prisión domiciliaria.
Cuando recobró la libertad, su cuerpo aún
tenía las llagas de la tortura, pero su espíritu parecía no tener siquiera un rasguño. Volvió a
la humilde oficina de CTERA en la calle México donde también supo funcionar la APDH.
Cesanteado de sus cargos como docente, Bravo se convirtió en vendedor de libros y en ese
nuevo rol volvió a las escuelas en las que directores y directoras, a sabiendas del riesgo que
corrían, le abrían las puertas para que el querido compañero pudiese ganarse la vida.
Antes de ser secuestrado Bravo había
retomado la actividad política a través de su militancia en la Confederación Socialista
Argentina, un agrupamiento que intentaba aglutinar a los socialistas de la diáspora que se
iniciara tras la división del viejo partido en 1958.
En 1983, con el retorno de la democracia, el
presidente Raúl Alfonsín lo convocó como extrapartidario para ocupar la Subsecretaría para
la Actividad Docente. En esa función, Alfredo facilitó el reingreso a la docencia de los
cientos de maestros y profesores a los que la dictadura había cesanteado o que habían
tenido que dejar sus cargos para marchar al exilio.
En 1987, cuando el Poder Ejecutivo impulsó
las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, Alfredo Bravo expresó su repudio hacia
ambas normas y le entregó su renuncia indeclinable al cargo que ocupaba. Luego, se volvió
a la escuela primaria de la que era director. Este último gesto tuvo un significado oculto que
merece ser destacado. Al renunciar a la Subsecretaría, Bravo estaba en condiciones de
obtener una de las llamadas jubilaciones de privilegio. Como ese beneficio le parecía
indigno, decidió eludir la normativa en vigencia, trabajar tres años más como docente y
evitar así que le concedieran la suculenta jubilación que obtenían los ex funcionarios.
Bravo, convencido de que el sistema
democrático en Argentina reclamaba la presencia de una fuerza socialista madura,
coherente y con capacidad, se incorporó con buena parte de sus compañeros de la
Confederación Socialista Argentina al Partido Socialista Democrático.
Como candidato de la Unidad Socialista, fue
elegido en 1991 diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Junto con el socialista
santafesino Guillermo Estévez Boero y Ricardo Molinas integró un bloque que batalló en
inferioridad numérica contra las transformaciones neoliberales.
Fue elegido por la Ciudad de Buenos Aires
convencional constituyente en 1994. Su mandato legislativo fue renovado en 1995 y en
1999.
Similar reconocimiento recibiría en el 2001
cuando el voto popular lo consagró senador por la ciudad de Buenos Aires, cargo del que
fue despojado por la mayoría oficialista.
A fines del 2000 fundó desde el bloque
socialista democrático, junto con otros legisladores, el ARI.
Conjugó muchos verbos, el principal fue,
quizás, el de unir, unió a los maestros de la República Argentina, unió al socialismo
después de 44 años de estériles divisiones. Enseñó que la unidad no se declama, se practica,
se concreta en una visión común.
Socialista hasta la médula, su vida fue
sinónimo de lucha. Vivió y murió peleando por los derechos humanos, por la justicia, por la
libertad, por la igualdad. Fue su socialismo, un socialismo de acción, impregnado de las
cosas simples de la vida. Demostró con una actitud coherente, militante, honesta, alejada de
pragmatismo, con su generosidad permanente y su solidaridad hacia los más débiles, la
profundidad de su conciencia de clase, de humanismo socialista.
Dijo muchas veces que la mayor distinción y
premio que había recibido en su vida era la candidatura a Presidente de la República por el
Partido Socialista. La jugó como era su costumbre, a fondo, y se llevó la satisfacción de
comprobar que tanta gente, aún en los pueblitos más pequeños, más alejados, en Misiones o
en Neuquén, se acercaba a decirle: siga adelante con su lucha, profesor, con su honestidad.
Comprobó que ese prestigio trascendía el resultado mismo de una elección.
Era el reconocimiento a una vida de lucha,
caracterizada por la búsqueda permanente de la síntesis entre pensamiento y acción. Una
vida austera, con profunda coherencia, y sentido ético, al servicio de una Argentina con
más igualdad, libertad y justicia social.
Proponemos en homenaje a quien honrara esta
Cámara, designar con el nombre Maestro Alfredo Bravo al Salón Auditorio, al cumplirse el
26 de mayo de 2008 el quinto aniversario de su fallecimiento.
Por las razones expuestas, solicito la
aprobación del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
AUGSBURGER, SILVIA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
CUCCOVILLO, RICARDO OSCAR | BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
FEIN, MONICA HAYDE | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
ZANCADA, PABLO V. | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
BARRIOS, MIGUEL ANGEL | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
VIALE, LISANDRO ALFREDO | ENTRE RIOS | PARTIDO SOCIALISTA |
SESMA, LAURA JUDITH | CORDOBA | PARTIDO SOCIALISTA |
CORTINA, ROY | CIUDAD de BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO (Primera Competencia) |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | MOCION DE PREFERENCIA CON DICTAMEN (AFIRMATIVA) | 21/05/2008 | |
Diputados | SOLICITUD DE SER COFIRMANTE DE LA DIPUTADA SESMA (A SUS ANTECEDENTES) | 11/06/2008 | |
Diputados | SOLICITUD DE SER COFIRMANTE DEL DIPUTADO CORTINA (A SUS ANTECEDENTES) | 11/06/2008 |