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PROYECTO DE TP


Expediente 2329-D-2007
Sumario: CODIGO ELECTORAL NACIONAL, LEY 19945: INCORPORACION DEL ARTICULO 14 BIS (REQUISITOS PARA POSTULARSE A CARGOS ELECTIVOS: CERTIFICADO DE BUENA CONDUCTA, DECLARACION JURADA PATRIMONIAL, DECLARACIONES JURADAS IMPOSITIVAS, EXAMENES PREOCUPACIONALES - FISICOS, NEUROLOGICOS Y PSIQUIATRICOS).
Fecha: 18/05/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 53
Proyecto
El Senado y Cámara de Diputados...


LEY ELECTORAL. RECAUDOS A CUMPLIR POR LOS CANDIDATOS A CARGOS ELECTIVOS CREADOS POR LA CONSTITUCION NACIONAL.
Artículo 1° - Incorpórase a partir de la vigencia de la presente ley, como artículo 14 bis en el título I, capítulo I del Código Electoral Nacional ley 19.945, texto ordenado por decreto 2.135/83, modificado por las leyes 23.247, 23.476, 24.012, 24.444 y 24.904, el siguiente:
Artículo 14 bis: Todos aquellos ciudadanos que se postulen para ocupar cargos electivos en los poderes Ejecutivo y Legislativo nacional, deberán presentar al momento de oficializar la lista o sus candidaturas ante la junta electoral respectiva, los siguientes recaudos:
a) Certificado del Registro Nacional de Reincidencia, de buena conducta y antecedentes policiales y judiciales;
b) Declaración jurada patrimonial;
c) Ultimas cinco (5) declaraciones juradas impositivas presentadas ante la AFIP, y los recibos de aportes efectuados ante el respectivo sistema previsional;
d) Exámenes preocupacionales que comprenden los estudios, que se detallan a continuación:
i) Examen físico completo, incluyendo agudeza visual cercana y lejana;
ii) Radiografía panorámica del tórax;
iii) Electrocardiograma;
iv) Exámenes de laboratorios: hemograma completo, eritrosedimentación, uremia, glucemia, reacción para investigación de Chagas-Mazza, orina completo;
v) Estudios neurológicos y psiquiátricos;
vi) Declaración jurada del postulante respecto a alguna patología de su conocimiento.
La presentación de la documentación solicitada es inexcusable para todos aquellos postulantes a cargos electivos. A quien no lo hiciere, se le rechazará la oficialización de la candidatura.
Los exámenes deberán efectuarse y emanar de instituciones oficiales. En la oportunidad mencionada en el primer párrafo de este artículo, se labrará acta notarial en presencia de los miembros de la junta electoral.
Artículo 2° - Comuníquese al Poder Ejecutivo de la Nación.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


El 3 de marzo de 2004 el señor senador Jorge M. Capitanich presentó un proyecto de ley (S.-290/04) que a su vez era reproducción de otro del año 2002. En él proponía reformar el Código Electoral Nacional respecto al cumplimiento de los requisitos formales y sustanciales que deben presentar los candidatos a ocupar cargos electivos en representación del pueblo de la Nación Argentina.
Expresó el legislador en esa oportunidad que el mismo constituía un avance cualitativo respecto a las exigencias que el representante debe cumplir a los efectos de garantizar plena calidad en la representación. Coincido con esa opinión y, ante la lamentable pérdida de estado parlamentario en que se encuentra, pongo a consideración de esta H. Cámara un proyecto que, en sus grandes lineamientos, sigue los pasos del presentado por el senador Jorge M. Capitanich.
Ante todo debo aclarar que es necesario distinguir entre requisitos y recaudos. Según dice el Diccionario de la Real Academia Española, `requisito´ es la circunstancia o condición necesaria para algo. En cambio, `recaudo´ es la precaución o cuidado que debe tenerse.
La Constitución Nacional establece los requisitos y calidades que deben cumplirse para ocupar determinados cargos electivos: presidente y vicepresidente de la Nación (art. 89), senador nacional (art. 55) o diputado nacional (art. 48). Ellos son edad, nacionalidad, ejercicio de la ciudadanía, residencia, renta anual, etc. Los mismos no pueden ser modificados ni aumentados por la ley.
En cambio, la Constitución no dice nada respecto de los recaudos, por lo que éstos sí pueden ser reglamentados prudentemente por el Congreso. A esto último apunta el proyecto que aquí presento: las condiciones físicas y psicológicas de los candidatos, su conducta o antecedentes judiciales, la situación patrimonial, su cumplimiento a las obligaciones impositivas, etc.
El propósito de este proyecto es garantizar la máxima transparencia mediante la información a todos los ciudadanos argentinos sobre los candidatos a quienes van a elegir, si cumplen recaudos esenciales en cuanto a su integridad física, solvencia moral e intelectual y antecedentes personales, a los efectos de que el pueblo pueda evaluar la dimensión de un candidato en todas sus facetas y expresiones.
Estos recaudos son exigibles para cualquier trabajador en la Argentina, según la ley 24.557, y con más razón deben ser cumplidos por los representantes del pueblo, quienes tienen la responsabilidad de conducir los destinos del país y la vida y el patrimonio de casi 40 millones de argentinos. Siguiendo textualmente el proyecto del senador Jorge M. Capitanich, creo que serían de aplicación para los postulantes a cargos públicos electivos los exámenes preocupacionales que establece la citada ley 24.557:
1. Examen físico completo, incluyendo agudeza visual cercana y lejana.
2. Radiografía panorámica del tórax.
3. Electrocardiograma.
4. Exámenes de laboratorio: hemograma completo, eritrosedimentación, uremia, glucemia, reacción para investigación de Chagas-Mazza, orina completa.
5. Estudios neurológicos y psicológicos.
6. Declaración jurada del postulante respecto a las patologías de su conocimiento.
Complementariamente, los candidatos, al momento de oficializar la lista y su postulación ante la justicia electoral y mediante acta ante escribano, deberán acompañar certificados del Registro Nacional de Reincidencia, de buena conducta, declaración jurada patrimonial, las cinco últimas declaraciones juradas impositivas presentadas ante la AFIP, y los recibos de aportes efectuados al sistema previsional que con carácter obligatorio debe realizar.
Estos exámenes tienen como propósito determinar la aptitud del postulante conforme sus condiciones psicofísicas para el desempeño de las actividades que se le requerirán. Servirán, asimismo, para detectar las patologías preexistentes y, en su caso, para evaluar la adecuación del postulante en función de sus características y antecedentes individuales.
Esos recaudos se exigen a todos los trabajadores del sector privado y a los funcionarios y empleados del sector público nacional, de las provincias y sus municipios y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Con mayor razón deben cumplimentarlos los representantes del pueblo que ocupen los cargos más importantes de la escala política.
Además, se evitarían situaciones tan lamentables como las ocurridas en el año 2005, en que se cuestionó el ingreso a esta Cámara de un ciudadano elegido por el pueblo, al que se le imputaba la comisión de hechos delictivos y, ante la gravedad de las acusaciones, se postergó su juramento. Lo más grave, y todos lo tienen presente, fue que, después que el impugnado probó que no tenía condena alguna, igualmente se le impidió acceder a la banca, demostrando que el verdadero motivo no eran sus antecedentes, sino el rechazo a su persona por parte de algunos legisladores y del Presidente de la República.
Más aún: en la actualidad, se está discutiendo sobre el ingreso a esta Cámara de otro legislador electo, del que tampoco consta si se encuentra condenado, pese a que, en pocos meses más, vencerá su mandato, con lo que la cuestión se tornará abstracta.
Todos estos hechos son incompatibles con la democracia. El pueblo, en el momento de votar, debe tener pleno conocimiento de todo lo referido a los candidatos que se le proponen. Debe saber sobre sus antecedentes judiciales, éticos, patrimoniales, salud física y mental, etc.
Debe conocerlos la justicia electoral y el pueblo. La primera, para determinar si existe algún impedimento para que el postulante participe en el comicio como tal y, en caso de tener alguno, no se oficialice su candidatura, evitando la defraudación al pueblo que significa que se le diga que puede votar por un ciudadano y después una circunstancial mayoría en la Cámara se lo impida, como ya ocurrió recientemente. Y lo debe conocer también el pueblo, para que sepa muy bien todo lo importante sobre los candidatos que se le ofrecen, además de su mayor o menor simpatía: su situación ante la Justicia, el cumplimiento de sus deberes cívicos e impositivos, su habilidad física y mental, etc.
Por tal motivo, como decía el senador Capitanich, "no parece descabellado que el empleador (que somos todos los ciudadanos de la República Argentina) requiera a sus futuros empleados (para todos los cargos del Poder Ejecutivo y Legislativo) el cumplimiento de requisitos mínimos de calidad y preparación profesional para el ejercicio de las máximas responsabilidades en la conducción. La ciudadanía lo reclama en forma permanente cuando dice: "En definitiva nosotros les pagamos los sueldos".
Hay en la sociedad un clamor general para exigir a sus representantes que reúnan recaudos mínimos éticos y de idoneidad. Hace pocos días, el gobernador de la Provincia del Chubut hizo saber que tomará un examen a quienes se postulen para cargos de diputados provinciales y nacionales (Ver diario "La Nación" del 12 de Mayo de 2007). Sin perjuicio que, según surge de la noticia periodística, el examen me parece insuficiente, por cuanto se interrogaría sobre conocimientos según un libro destinado a niños de 9 á 11 años de edad, no deja de ser ilustrativo respecto del nivel que se supone tienen los postulantes a cargos políticos, y la opinión que tiene la gente sobre ellos.
Creo que debe reconocerse plenamente al elector su derecho a exigir y a los candidatos a ocupar cargos en el gobierno, el cumplimiento de recaudos mínimos de solvencia moral, judicial, física y psicofísica, conducta frente a los organismos de control y recaudación. Entiendo también que la exigencia de cumplir ciertos recaudos mínimos debe ser graduada y progresiva, porque de otra forma resultaría de difícil aplicación. Por ello, este proyecto se ocupa principalmente de analizar las condiciones éticas, físicas y psicológicas de los candidatos. En especial, lo físico y psicológico suele ser descuidado, por lo que insistiré particularmente en estos aspectos.
Como decía el diario "La Nación" en su Editorial del Domingo 22 de enero de 2006, "la salud de los gobernantes siempre es una cuestión de Estado, sean éstos reyes, primeros ministros o presidentes; democráticos o autoritarios; católicos, musulmanes o judíos; del Primer Mundo o del Tercero." Y alertaba el editorialista sobre los "efectos que una enfermedad - tanto más si es grave- puede tener sobre una persona que carga sobre sus espaldas tamaña responsabilidad pública". "... más de una vez el quebrantamiento de la salud de un jefe de Estado adquirió gravedad y derivó en planteos institucionales que obligaron a adoptar decisiones extremas; por ejemplo, a activar el reemplazo anticipado de un primer mandatario." Más adelante destacaba la "tendencia a encubrir los problemas de salud de quienes están al frente de gobiernos dictatoriales". Finalmente, recordaba que la salud de un gobernante "plantea siempre una cuestión de Estado."
Recientemente, el suscripto advertía sobre la necesidad de descartar cualquier duda sobre posibles enfermedades de políticos. "En este marco -decía en un reportaje- los rumores sobre algún tema de salud reaparecen, más aún ante el siempre presente hermetismo de sus voceros mudos que no despejen las dudas. Incluso en un tema tan sensible que merecería alguna explicación oficial por las cíclicas ausencias del presidente" ("La Política On line", del 10 de abril de 2007).
El aspecto de la salud que creo que más debe cuidarse en quienes se proponen como futuros gobernantes es el psiquiátrico. Y ello porque una persona con este tipo de problemas puede producir efectos devastadores sobre el Estado y su población.
Los exámenes psicológicos son -en muchos casos- esenciales para prevenir la seguridad de la población. Recordemos el reciente caso de la "masacre de Virginia", donde se supo que el homicida había sido derivado tiempo atrás a un nosocomio psicológico ("La Prensa", 18-4-2007: "Desató la masacre de Virginia un alumno engañado por su novia").
Si algo así ocurriera con un gobernante, el perjuicio para toda la sociedad sería infinitamente mayor.
El periodista Alfredo Leuco hace un tiempo alertaba sobre los problemas que pueden producir ciertos problemas sicológicos, como la disociación entre el ser y el parecer. Decía que la disociación entre el ser y el parecer; entre el decir y el hacer "es una suerte de virus informático que se distribuye por todo el tablero democrático y envenena lo que debería ser una sana convivencia o, en otras palabras, una obvia disidencia entre los que piensan distinto." "Supera todos los niveles de soberbia creer que los malos se hacen buenos solo por nuestra compañía. O que la historia de la patria comienza con nosotros." "Y en este plano juegan con el fuego de las instituciones." "No se puede apostar todos los días en la ruleta rusa" ("La Nación", Jueves 29 de diciembre de 2005).
Por eso digo que es fundamental que todas las personas que aspiran a desempeñar cargos políticos se efectúen estudios psiquiátricos previos.
Otro periodista, en la misma época que el antes citado, advertía sobre un caso en el que, al arribar a posiciones relevantes del Estado, un político realizó sus primeros pasos como los de un adolescente que, de golpe, advierte que debe convertirse en hombre con muy pocas herramientas. "Para lograrlo, pareció recurrir a una estrategia que sólo puede entenderse desde el psicoanálisis: liberarse de los deseos amorosos hacia su padre para obtener su independencia". Fernando Laborda decía que "la salida que, según los estudiosos del psicoanálisis, emplea un adolescente en esa situación es transformar aquellos sentimientos de amor y agradecimiento en todo lo contrario: desprecio y sublevación. De este modo, el adolescente se convence de que ya no depende de su padre. Pero como en muchos casos ni el más rebelde de los adolescentes tolera durante demasiado tiempo sentir que alberga hostilidad hacia su familia, termina creyendo que, en realidad, es su padre el que lo odia y desprecia. Una consecuencia probable es que el adolescente termine encerrándose en sí mismo o en un estrecho núcleo de amigos que piensan como él o que sólo están dispuestos a complacerlo en todo y jamás a contradecirlo". Ello lleva, decía el periodista, a que aparezcan los rasgos centrales de un determinado esquema de poder, con "un estilo incompatible con la existencia de superministros, mayor valoración de la lealtad personal que del profesionalismo técnico, hiperpresidencialismo, concentración de la toma de decisiones, verticalismo, necesidad de construir enemigos en forma casi permanente como modo de reafirmar la propia identidad, poco margen de tolerancia hacia los disidentes e imagen progresista" (Fernando Laborda, El análisis de la noticia. "Crece la tentación hegemónica". "La Nación", Viernes 23 de diciembre de 2005).
Hace más de dos años, el suscripto advertía sobre otro problema psicológico que deriva del infantilismo, y es creer que el poder se detenta mejor en soledad, sin la ayuda de personas que le pueda decir al gobernante "señor, está equivocado". Distinto fue el caso de presidentes inteligentes como Arturo Frondizi, que aprendieron mucho de sus ministros, escuchándolos (entrevista en el diario "La Nación" del Viernes 21 de enero de 2005).
Otras consecuencias son las actitudes extravagantes, y el aislamiento que lleva a una "borrachera de poder", como dijo hace dos años un político argentino.
Entre las psicopatologías de un gobernante que pueden causar mayores estragos en el entramado social del Estado y que por ello deben ser especialmente examinadas en los candidatos a cargos electivos, se encuentran, desde mi punto de vista, la esquizofrenia, la parafrenia, la neofrenia, la hebefrenia y la bipolaridad. Conviene hacer una breve consideración en cuanto a qué es cada una de ellas.
De acuerdo con el diccionario de la Real Academia, se entiende por esquizofrenia las "enfermedades mentales correspondientes a la antigua demencia precoz, que se declaran hacia la pubertad y se caracterizan por una disociación específica de las funciones psíquicas, lo que conduce, en los casos graves, a una demencia incurable".
En cuanto a la parafrenia, la neofrenia y la hebefrenia, el suscripto, en un artículo publicado en el diario "La Nación" hace casi dos años, recordaba los significados que esos término tienen para la ciencia médica. La "parafrenia" se refiere a una dolencia que se da en la infancia (neofrenia), que puede continuar en la adolescencia (hebefrenia) y que muchas veces prosigue en la adultez. Hay también quienes definen a la neofrenia como el "desorden mental de los adolescentes". Consiste en grados de psicosis delirantes crónicas, con base en alucinaciones y fabulaciones. Este trastorno de la personalidad no se acompaña con una debilitación de intelectual, ni evoluciona hacia la demencia, pero se asemeja a la esquizofrenia por sus construcciones delirantes ricas y mal sistematizadas. Se basa en alucinaciones y fabulaciones, y puede manifestarse a través de fijaciones que provienen de etapas infantiles o juveniles (por ejemplo, utopías del pasado), o bien en las fobias que despiertan en el paciente la presencia de sectores, personas, ideas o proyectos que no sólo no comparte, sino que rechaza con furor".
En la hipótesis de una parafrenia se manifiesta un desprecio colectivo a ciertos sectores que, como toda generalización, es erróneo y, por lo tanto, injusto. Quien se encuentra en esa situación se caracteriza por olvidar aquella máxima escolástica que decía: "Nunca niegues, raramente afirma, siempre distingue". Eso es lo que no hace el parafrénico: no distingue, olvida que sólo algunos médicos son indiferentes a los dolores ajenos; que sólo algunos abogados son picapleitos; que sólo algunos policías son corruptos; y así sucesivamente" (Jorge Reinaldo Vanossi. "Crítica de la razón impura", en "La Nación", Viernes 8 de julio de 2005).
Para comprender adecuadamente estos problemas, es importante recordar que la personalidad se asienta sobre tres elementos: constitución, temperamento y carácter (seguiremos en esto a Paul Bercherie en su libro "Los fundamentos de la clínica", págs. 168 á 183). Los dos primeros, constitución y temperamento son heredados, mientras que el tercero, carácter, es adquirido.
Constitución se llama a las características somáticas, físicas, más elementales y permanentes; está más relacionada con la herencia biológica, aunque también inciden factores ambientales.
Temperamento son las características afectivas, básicas y más persistentes. En cada persona hay características afectivas predominantes, que constituyen su forma habitual de conducta. Se dice que el temperamento es el aspecto dinámico de la constitución, su puesta en funcionamiento. Por lo tanto, al igual que en la constitución, inciden en el temperamento tanto factores biológicos como culturales. Algunos rasgos del temperamento son: susceptibilidad, velocidad en las reacciones, irritabilidad, condescendencia, frialdad, ternura, expresividad, inexpresividad, estados de ánimos predominantes en general. Estas características siempre están relacionadas con aspectos biológicos (funcionamiento glandular, sistema nervioso), pero pueden ser modificados por la influencia del medio ambiente.
El carácter es la manera con que más habitualmente reacciona una persona. Está muy relacionado con los factores ambientales, son las formas de conducirse más típicas en cada uno, y que se van formando a través de las sucesivas experiencias de vida. Este término suele tomarse como sinónimo de personalidad; recordemos que es uno de sus factores constitutivos. La palabra carácter proviene del griego, marcar o acuñar, por eso suele decirse que es la marca peculiar de cada uno. El carácter es la peculiaridad individual del ser humano, en su sentir, en su obrar, en sus decisiones voluntarias, en sus juicios y orientaciones espirituales, es decir en todas las manifestaciones en que la existencia individual adquiere una fisonomía que la diferencia de las demás. El carácter es el aspecto expresivo de la personalidad. Se brindan todos estos datos de la personalidad para tener en cuenta aquéllos conceptos que nos hacen únicos.
Todo ello nos lleva a una síntesis, sobre lo que la personalidad es y lo que no es.
La personalidad es única, propia de un individuo, aunque éste tenga rasgos en común con otros. No es influencia ejercida por un individuo sobre otro ("tiene una doble personalidad"). No es sólo una suma de funciones, sino su integración, una organización. No es la apariencia de la que se reviste una persona ("adoptar una personalidad"). Es siempre perteneciente a un individuo que vive en este aquí y ahora; es el ideal que uno trata de forjarse a sí mismo ("tratar de cultivar la personalidad"); es la esencia metafísica del ser humano ("la personalidad es inviolable").
Sobre estas enfermedades pueden verse, además del ya citado libro de Paul Bercherie "Los Fundamentos de la Clínica", los de Cabello "Psiquiatría Forense en el Derecho Penal", y el de Joseph Gevaert: "El Problema del Hombre" (Introducción a la Antropología Filosófica. Salamanca. Ediciones Sígueme. 1983), entre otros.
Otra patología que puede tener graves consecuencias en un político es la bipolaridad.
La bipolaridad es una enfermedad crónica, no curable, cíclica, que conduce a episodios de severa depresión y manía. La característica principal de la enfermedad es que es cíclica (bipolar), es decir, con períodos de normalidad seguidos de episodios o fases maníacas o depresivas, por separado o alternándose. La bipolaridad está relacionada con alteraciones de determinadas sustancias del cerebro (neurotransmisores), con la herencia, con cambios hormonales y otras causas. Algunas personas son más vulnerables que otras, por su propia personalidad o según cómo sepan afrontar los problemas de la vida cotidiana.
Es importante analizar las causas y factores de riesgo. Toda persona en su vida experimenta momentos de tristeza o de alegría. Sin embargo, las personas que sufren de trastorno bipolar experimentan cambios patológicos en el estado de ánimo, que van desde la manía hasta la depresión, con un patrón de empeoramiento y recurrencia que algunas veces es cíclica.
En el trastorno bipolar maníaco, la fase maníaca se caracteriza por exaltación, hiperactividad, autoestima exagerada, tendencia a la fácil distracción y poca necesidad de sueño. Los episodios maníacos pueden durar desde pocos días hasta varios meses. Cuando están contentos, se encuentran eufóricos, todo lo ven color de rosa, se sienten capaces de llevar adelante cualquier emprendimiento (viajes, negocios), no sienten la necesidad de dormir porque están activos continuamente, hablan sin parar y pasan de un tema a otro, lo que hace difícil mantener una conversación ordenada. Expresan cuestiones íntimas -a veces con lenguaje soez- como si hubiesen perdido la vergüenza. Pueden tener tendencia al consumo de drogas. A menudo gastan mucho dinero en cosas inútiles, o negocios fantásticos, y su vida familiar, social y laboral se deteriora totalmente.
Cuando se llega a la fase depresiva se presenta pérdida de la autoestima, aislamiento, tristeza y riesgo de suicidio. Además, en cualquiera de las dos fases, se presenta dependencia exagerada del alcohol y abuso de otras sustancias, las cuales empeoran los síntomas.
Las causas son desconocidas, pero es un trastorno de las áreas del cerebro que regulan el estado de ánimo. Su incidencia es más elevada en familiares de personas que presentan trastornos bipolares.
Sus principales síntomas son los cambios alternativos de manía y depresión, aunque en la fase tipo I se pueden presentar solamente episodios de manía.
El bipolar en la fase maníaca presenta incremento de las actividades orientadas hacia objetivos, sea a nivel social o laboral; aumento de energía; tendencia a la distracción; fuga de ideas o experiencia subjetiva de pensamientos rápidos; autoestima alta o delirios de grandeza; aumento del compromiso en actividades que pueden ser placenteras pero que pueden tener consecuencias directas (juergas); disminución de la necesidad de dormir (se considera que tres horas son suficientes); locuacidad; agitación o irritación que se presenta fácilmente; autocontrol deficiente.
En episodios hipomaníacos, los síntomas son similares, pero en menor número y menos intensos. Las ilusiones (falsas creencias basadas en información incorrecta acerca de la realidad externa) pueden ser congruentes con el estado de ánimo (como el delirio de grandeza o la sensación de poderes o destrezas especiales).
En la fase depresiva, el paciente puede experimentar tristeza permanente o depresión, pesimismo, pérdida de interés o placer en actividades que alguna vez fueron placenteras, incluyendo el sexo; trastornos del sueño; fatiga; inactividad exagerada (inercia); pérdida de apetito; pensamientos suicidas. Las personas con trastorno bipolar también pueden experimentar episodios mixtos, marcados por síntomas de manía y de depresión clínica que se presentan simultáneamente.
Los efectos de la bipolaridad pueden controlarse mediante un diagnóstico adecuado, por lo que el examen previo que propicio con el presente proyecto redundaría en beneficio para el mismo afectado.
Así, los especialistas sostienen que hay diversos elementos que permiten efectuar un diagnóstico, como el examen físico, a fin de descartar factores corporales, y la historia familiar. A continuación se puede realizar el tratamiento adecuado, que en su fase aguda requiere hospitalización, pero puede evitarse en estadios tempranos. Se pueden suministrar ciertos medicamentos, como antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos, estabilizadores del estado de ánimo, como el carbonato de litio, etc.
Otros pacientes con trastorno bipolar necesitan tratamientos complejos para controlar todas las fases de la enfermedad, lo que con frecuencia implica un desafío para el paciente y para el médico.
El diagnóstico no es malo si se lleva adelante correctamente el tratamiento y se mantiene durante el tiempo que haga falta.
Lo cierto es que "transitar cíclicamente por depresiones y euforias no implica sólo un problema psicológico, sino también un desbalance neuroquímico. Cerca del 2% de la población es bipolar ("La Nación", Sábado 24 de febrero de 2007. "El trastorno maníaco-depresivo es crónico y hereditario. Bipolares: el 40% no puede trabajar").
Sobre la bipolaridad se han escrito últimamente varios trabajos, entre los que pueden mencionarse "Bipolaridad", por Paula Halperin. "La enfermedad de los genios", en "La Nación", Domingo 21 de enero de 2007. Nicholas Bakalar: "Cuál es la mejor terapia para el trastorno bipolar. Las extensas son más efectivas para la depresión asociada". Publicación de The New York Times, en Traducción de María Elena Rey, reproducida por el diario "La Nación" del Sábado 5 de mayo de 2007.
La lista de psicopatologías es más extensa. Algunos agregan la "gonorrehera", enfermedad que "(...) desarrollada en pocos años provoca desórdenes antisociales en el trato, ilusiones mesiánicas, problemas de comunicación con las lenguas más civilizadas, desaprensión por la historia, no aceptación por la responsabilidad de las acciones, propensión a lo categórico o la conducta de todo o nada ..." ("Ámbito Financiero", 21 de Noviembre de 2005. pág. 8).
En síntesis: este proyecto apunta a impedir que puedan integrar el gobierno personas con conductas extravagantes, individuos maduros que hagan las cosas que hacíamos a los dieciséis años, y que lleven a que el mundo pueda ver al país "gobernado por una especie de adolescente rebelde, caprichoso y malcriado" (Sebastián Edwards, ex asesor del Banco Mundial, y del FMI, en "Ámbito Financiero", del 29 de noviembre de 2004, pag. 7). O que se caracterice por "una extraordinaria inestabilidad en sus comportamientos", que obre como un "adolescente, cuyos faltazos, plantones y exabruptos" sean "la expresión de una frágil madurez", para citar expresiones del sociólogo Sofanor Novillo Corvalán ("Los intelectuales y el país de hoy", en el diario "La Nación" del 19 de febrero de 2005). En definitiva, los yerros políticos juveniles son "incompatibles con una trayectoria democrática rectilínea", como dijera el Diario "El País" de Montevideo, en su editorial del 6 de marzo de 2005.
Las enfermedades mentales suelen estar íntimamente asociadas con las dictaduras. Carlos Fuentes (Carlos Fuentes, "Qué haría Maquiavelo", en "La Nación", Lunes 30 de enero de 2006) describe algunas particularidades de los dictadores que se relacionan con psicopatologías. Recordando a Maquiavelo dice este conocido escritor que "el Príncipe es impredecible. Pasa de la amabilidad a la furia instantáneamente. Como si regresase, en el poder, a la infancia. Tener poder es volver a ser niño caprichoso. Pero el Príncipe manipula su propio capricho. Confunde a amigos y a enemigos, obligados a leer al Príncipe como a un barómetro". "El Príncipe debe ser precavido, al grado mismo de la paranoia. Administra su propia paranoia porque supone que tener enemigos es más razonable que tener amigos".
"El Príncipe no confía en nadie. Sus servidores prueban la comida antes de servírsela al Príncipe. Oyen, leen, huelen, observan lo que se le va a servir al señor". "El Príncipe está en guerra permanente. Se lo pasa identificando a sus enemigos. Cosa fácil. Basta preguntarse: ¿quién me está embromando? Y responder: ¿por qué sigue vivo el cabrón? El Príncipe escoge bien la hora para aniquilar al enemigo: al caer la tarde, cuando el opositor cree que lo peor del día ha pasado ya".
Pero advierte Carlos Fuentes que "el Príncipe no debe excederse. Debe escoger a cinco individuos que le han hecho rabiar. Nunca debe permitirse más de cinco adversarios. Si elimina a uno de ellos, debe sustituirlo cuanto antes por otro. Tener un nuevo enemigo es como abrir una botella de champagne".
"El Príncipe no tiene piedad con sus colaboradores. Debe hacerles saber, a menudo, que no los estima. Debe disfrutar la ausencia de los funcionarios a los que ha despedido". "El Príncipe debe rebajar a quienes colaboran con él o le piden favores, haciéndoles notar que son estúpidos, que son feos y se visten mal, interrumpirlos cuando hablan y reducirles los presupuestos. El Príncipe debe asegurarse de que cuando habla y da órdenes, los testículos de sus colaboradores se les suben al pescuezo. Los funcionarios, cuando acuden al Príncipe, deben usar pañales".
Una manifestación especial de estos trastornos, particularmente de la clase política, es la manipulación del miedo. Y ello es así porque siempre los dirigentes tienen miedo a perder el poder y el liderazgo.
El diario "Perfil", en su edición del 6 de Mayo del corriente año 2007 (pág. 8), publicó las consultas que efectuó a diversos especialistas sobre las personas que dicen no tener miedo a nada. El psiquiatra y psicoanalista José Abadi dice que "aquéllos que dicen no temerle a nada, tratan, en realidad, de luchar contra sus inseguridades ... suelen caer en actos irresponsables y acciones inconducentes".
La terapeuta gestáltica Mabel Allerand dice que "por lo general, este tipo de personas refleja prepotencia, negación y, en el fondo, mucho miedo. De lo que carece, en realidad, es de humildad".
El psicólogo y comunicólogo Oscar Vázquez señala que "estas personas suelen ser agresivas y autodestructivas", lo cual demuestra por sí solo el peligro que implica que ocupen funciones públicas.
El logoterapeuta Oscar Oro advierte que esa actitud puede caracterizar a un psicópata, y que "alguien con una personalidad temeraria no debería tener responsabilidades sobre otros". Mucho mayor es el peligro, agrego por mi parte, que esas responsabilidades sean sobre todo el estado, en un cargo político importante.
Por último, desde la perspectiva de la psicología clínica, Beatriz Goldberg nos pinta la relación entre la afirmación de no tenerle miedo a nada y la parafrenia y neofrenia: "El no tenerle miedo a nada es una conducta típica de los adolescentes. O, aún con más frecuencia, se da en los comúnmente llamados adolescentes tardíos: se trata de personas mayores de 50 años, andropáusicos que mostraron una gran hiperactividad durante su juventud y ahora compiten con los más jóvenes. En general, el andropáusico vive del pasado, de la nostalgia".
También es de estricta aplicación a la clase política lo expresado por el pedagogo y psicólogo argentino Ángel Rodríguez Kauth, en "El miedo: motor de la historia individual y colectiva, en un párrafo que también transcribe el diario Perfil, en el artículo citado: "El miedo es y ha sido el verdadero gobernante de la historia. No importa si hablamos de gobernantes autocráticos o democráticos. Quizás sus principales temores se depositen en la pérdida de apoyo popular".
Se han efectuado muchos estudios sobre la particular vulnerabilidad de la clase política a este tipo de enfermedades siquiátricas, desde obras clásicas como la de Lasswell (Lasswell, Harold D., "Psicopatología y Política" Buenos Aires, Paidos, 1963), que analizó el elemento psicopatológico de los agitadores políticos, los magnicidas, los políticos administradores, etc. También Georges Burdeau (Ver: Burdeau, Georges: "Método de la Ciencia Política", Buenos Aires, Depalma, 1964), y G. M. Gilbert "The Psycology of dictatorship" (Ver: Gilbert, G. M.. "The Psycology of dictatorship", Ed. Ronald Press Co., Nueva York, 1950) donde estudió a los principales criminales de guerra nazis. Nos viene a la memoria las lecciones del Profesor Carl Friedrich, cuando advertía que los aprendices de dictadores operan básicamente con el manipuleo de la fe (fanatismo) y del miedo (del temor al pánico).
En la Argentina hubo libros señeros sobre el tema: uno de los pioneros del estudio psicopatológico de la política y de los políticos fue el médico José María Ramos Mejía, que vivió entre los años 1849 y 1914. Cuando aún era estudiante, en 1878, escribió un libro que sería un clásico en el tema: "Las Neurosis de los Hombres Célebres en la Historia Argentina". Posteriormente agregó "La Locura en la Historia" (Contribución al Estudio Psico-Patológico del fanatismo religioso y sus consecuencias)"; "Rosas y su tiempo". "Las Multitudes Argentinas". "Los simuladores del talento". (Ver: Ramos Mejia, José María, "Las Neurosis de los Hombres Célebres en la Historia Argentina", precedido de una Introducción por Vicente Fidel López, 3ª Edición - completa en 1 volumen- con un Prólogo de José Ingenieros. Colección "La Cultura Popular", Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos de L. J. Rosso. Segunda Reedición, 1932; Ramos Mejia, José María, "La Locura en la Historia. Contribución al Estudio Psico-Patológico del fanatismo religioso y sus consecuencias", con una Introducción de Paul Groussac y un Juicio Académico sobre las obras histórico- sociológicas del Dr. J. M. Ramos Mejía por el Dr. Antonio Dellepiane, Buenos Aires, Editorial Científica y Literaria Argentina Atanasio Martínez, año 1927. Dos volúmenes. En Obras Completas del Dr. José María Ramos Mejía, tomos VI y VII; Ramos Mejia, José María, "Las Multitudes Argentinas", Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Limitada. Biblioteca Universal de Sociología, dirigida por José María Bolaño (hijo), 1952; Ramos Mejia, José María, "Rosas y su tiempo", Prólogo de David Peña. Ilustrada con 47 grabados. En Obras Completas del Dr. José María Ramos Mejía, Buenos Aires, Editorial Científica y Literaria Argentina Atanasio Martínez, año 1927, tomos I, II y III).
Ver también, el libro de José Ingenieros "La Locura en la Argentina". Más tarde, a mediados del siglo XX, Jorge Thenon. "Robespierre y la psicopatología del héroe" (Ver: Thenon, Jorge, "Robespierre y la psicopatología del héroe", Buenos Aires, Ediciones Meridion, 1958).
Varios libros recientes han abordado esta temática. Uno de ellos es el de Vivian Green: "La locura en el poder", obra póstuma del historiador inglés fallecido en enero de 2005. Allí se rescata la actitud de gobernantes que, cuando advirtieron su enfermedad, dejaron el poder. Cita los casos de Federico Guillermo IV de Prusia; Luis II de Baviera; la emperatriz Zawdito de Etiopía; Taisho, padre del emperador Hirohito. El autor menciona los desmanes que cometieron algunos emperadores romanos como consecuencia de enfermedades mentales, como Calícula, Tiberio, Nerón, Heliogábalo. En Inglaterra, las personalidades de Juan I "Sin tierra", Ricardo II, Enrique VI. En Rusia, Iván El Terrible y Pedro El Grande. En el siglo XX, Stalin, Hitler, Mussolini, Mackenzie King, Pol Pot, entre otros.
En fin: la lista es muy extensa, y nos demuestra que es necesario que la democracia prevenga ese tipo de situaciones.
Por todo lo expuesto, pido a esta Honorable Cámara que me acompañe con su voto para la aprobación del proyecto que presento.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
VANOSSI, JORGE REINALDO CIUDAD de BUENOS AIRES PRO
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
ASUNTOS CONSTITUCIONALES (Primera Competencia)
JUSTICIA